C3. Rubiecita.

Cuando el Lunes finalmente llega, todo lo que deseo es morir. Que me atropelle un carrito del súper o que caiga encima de mí novecientas almohadas de algodón.

Bueno, no tan literalmente.

Un poco menos dramático el asunto.

Mis ganas de trabajar son tan grandes como mi estatura y eso de por sí ya dice bastante. Ethan, -mi verdugo chistoso personal hace bromas al respecto todo el tiempo-; lastimosamente y para la porquería que es mi suerte, no puedo deslindarme de la responsabilidad tan grande que han puesto sobre mis hombros; y no, no es que me queje de mi trabajo –porque seamos sincero, la gente que solo se queja es aburrida- pero tampoco es que yo estuviese brincando en un pie de la felicidad que me producía tener que ver a Axel Evenson y compartir tanto tiempo juntos. Un sueño para muchas, una pesadilla para mí. Bien, sí, el tipo es guapo y la mayoría de las personas –en su mayoría o totalidad, chicas, aunque...seguramente hombres de cuarenta años también- morían por estar a su lado o por lo menos respirar el mismo aire contaminado que él está respirando justo ahora. Todos. Menos yo.

El tipo era antipático y se creía la última coca cola de la máquina expendedora, por no hablar de esa media sonrisa ladeada que la volvía loca y no de una forma bonita. Sus ojos azules, tan jodidamente azules y helados como los glaciares de Alaska y ese jodido rostro de confianza que hace que unas increíbles y casi incontrolables ganas de pegarle se apoderen de mí.

Efectivamente, si trabajo iba a ser un trabajo interesante y no por la acción sino uno interesante que pondría a prueba mi paciencia.

—¡Buenos días, bruja!—saluda Ethan irrumpiendo en mi habitación con una charola repleta de comida en las manos.—Hoy tienes que tener mucha energía porque debes tener uno de los días más jodidamente importantes de tu vida, después de todo es tu primer día de trabajo y debes estar radiante...

—Creo que me voy a enfermar—decido y él se echa a reír.

—Ay, Lily...por favor, no seas cobarde—se queja tomando asiento a mi lado.—Esta no es la Lily que yo conozco, la Lily que yo conozco puede con esto y con muchas cosas más ¿sabes?—suspira—además, soñaste con esto...y déjame recordarte que...

—Sí, sí—lo interrumpo—que esta es una jodida oportunidad increíble que no puedo dejar pasar y no sólo es porque estaré rodeada de personas famosas sino porque la empresa es jodidamente increíble—recito sin dejar de mirarlo—todo eso ya lo sé pero hay algo que me dice que esto no está bien...

—Se llama paranoia.—responde encogiéndose de hombros—Y creo que es bastante común cuando eres nuevo en algo—añade—lo que yo creo que es debes dejar de pensar tanto y actuar más, eres increíble en cada cosa que haces y creo que todos nos damos cuenta de eso, excepto tú...lo cual es horrible...

—Es que no sé como hacerlo—lloriqueo.—, amo mi trabajo, E...lo amo en serio pero no soporto a Axel y tengo que pasar mucho tiempo junto a él y eso es lo que no quiero...

—¿Te gusta Axel?—pregunta de repente.

Me quedo en silencio contemplándolo fijamente y terminando de decidir sobre si es una buena idea responder civilizadamente como nuestros padres nos enseñaron o si soltarle un buen golpe para reorganizar sus ideas y que todo fluya mejor en su cabecita. Opto por la primera. Obvio.

¡Que viva el amor y la paz!

—No.—decido finalmente.

—Ese silencio tan extenso me dice lo contrario.—refuta.

—Fue un silencio.—reclamo sin más.

—Lo silencios dicen más que miles de palabras—me recuerda—además, si dices que sí te gusta no pasará nada malo, sólo te unirás al gremio de chicas que lo aman...

—Lo cual no pasará.—anuncio poniéndome de pie para prepararme para entrar en la ducha.—Porque no estoy ahí para ser amiga de nadie y mucho menos para tener romances juveniles...

—¡Amas los romances juveniles!—me espeta en medio de una sonrisa tomando un tenedor y pinchando un pequeño trozo de sandía con él.

—No cuando quieren que la protagonista sea yo—murmuro encogiéndome de hombros.—Todo lo que pase respecto a Axel Evenson y demás, queda completamente cancelado ¿de acuerdo? ¡Dale borra de tu cabeza porque solo estás perdiendo el tiempo, E! No va a pasar nunca. Nunca. Nunca de los nuncas.

—¿Has escuchado las canciones de Justin Bieber?—pregunta alzando una de sus bien pobladas cejas mientras me señala con el tenedor acusadoramente.

—¿Quién no ha escuchado las canciones de Justin Bieber?—cuestiono a su vez.

—No se responde una pregunta con otra, Lily Jane—se queja.—El punto es que él tiene una canción que dice, nunca digas nunca...

Me quedo de pie en medio de mi habitación con mi toalla de baño en una de mis manos y mi cepillo del cabello en la otra. Arrugo mi nariz y asiento como si ahora hubiese entendido todo a lo que mi hermano quiere llegar.—Sí, Justin es un filosofo en potencia...

—¡Lily!—se queja de nueva cuenta y yo me río en voz baja.—No era ese el punto.

—El punto es que me dejes algo de desayuno, Florian.—respondo.—No tardo, sé un buen chico y déjame algo de comida...

(...)

Aferrada a mi cámara camino con pasos firmes –esperando que pueda dar esa impresión realmente-, mi estomago ruge y mis piernas tiemblan a pesar de que no es la primera vez que estoy en este lugar. A lo lejos puedo ver al señor Collins charlando con un hombre que porta un lujoso traje que probablemente cueste más que mi vida, cuando sus ojos azules me detectan, me lanza una pequeña sonrisa y me hace una pequeña señal para que espere un momento por él. Lo hago en silencio por unos cuantos minutos hasta que lo veo caminando en dirección a mí.

Su sonrisa crece y me saluda dejando un beso sobre mi mejilla como si fuésemos unos viejos amigos que se encuentran por ahí de casualidad.—Hola, señorita Braun—saluda respetuosamente.—¿Estás lista para comenzar?

—Buenos días—saludo.—Estoy lista y en verdad lamento la tardanza pero el tráfico estaba realmente pesado a esta hora...—me excuso y me preparo para seguir pero su voz me interrumpe de golpe.

—Oh, no te preocupes por eso—me dice sin dejar de mirarme—Axel aun no ha llegado, lo he estado llamando pero solo recibo respuesta de su contestadora.

—Oh...—es lo único que puedo decir porque lo que realmente quiero decir probablemente me deje botada de mi trabajo justo antes de empezar.

—Tenemos parado todo y no podemos comenzar hasta que se digne a aparecer que realmente espero que sea pronto; pero mientras...quería charlar un poco contigo...

—Lo escucho.—respondo cortésmente.

—He estado revisando tu trabajo y tengo que admitir que le he pedido a mi secretaria que me mostrara un poco de todo lo que has hecho que has hecho participe al mundo de tu talento y hemos descubierto que has hecho fotografías para una campaña...—siento mis mejillas arder de vergüenza y asiento un poco.

—Sí pero no es nada serio—murmuro avergonzada—hice una sesión de fotos para un proyecto de mi hermano, me pidió que fuese su modelo y eso fue todo, yo realmente no...

—¿Te gustaría probar?—suelta sin más. Mi corazón da un vuelco dentro de mi pecho y quiero vomitar.—Podríamos hacer un par de pruebas, creo. Al final de cuentas creo que sabes de qué se trata este trabajo; veras...mi esposa lleva muchos meses trabajando en su propia línea de ropa y tiene un concepto diferente a lo que normalmente las compañías piden, ella quiere que sus prendas vayas destinadas a personas frescas y genuinas y pretende encontrar a una persona con esas características para que la ayude con ello; anoche le he hablado de ti y quiere conocerte... ¿te interesaría?

De acuerdo, ¿alguna vez has googleado si alguna persona ha muerto por la simple razón de conseguir trabajo? ¡Espero no ser la primera!

—¿Yo?—vuelvo a preguntar y luego me arrepiento—es decir, claro.—asiento.—Siendo completamente honesta no tengo la menor idea de que es lo que debo hacer pero creo que sería interesante y si usted cree que yo puedo ayudar, entonces sí.—decido. Él me dedica una gran sonrisa de lo que creo que es agradecimiento y asiente también.

—Se lo comentaré y te estaré avisando.—asiento de nueva cuenta.

—Prometo que no se va a arrepentir.—él toma mi mano entre la suya de manera educada y me sonríe ampliamente.

—Estoy completamente seguro que no lo haré...

—¡Buenos días, Axel!—en la lejanía escuchamos la voz de la recepcionista.

—De buenos no tienen nada—responde tajante.—Hazme el favor de conseguirme un café bien cargado, por favor.—musita. Ja, por lo menos no es un cretino el día de hoy.

—Buenos días, Evenson—saluda el señor Collins cuando finalmente él se encuentra de pie a nuestro lado. El ojiazul recién llegado me da una mierda fugaz, alza una ceja –como si no pudiera creerse que en verdad yo estoy ahí- y luego lleva de nueva cuenta su atención a mi jefe.—¿No se suponía que debías estar aquí hace runa hora?

—No escuché la alarma—responde frotándose las sienes con fervor. Me rio para mis adentros pero por fuera me mantengo seria escuchando la pequeña charla entre ellos.—¿Qué hace la rubiecita aquí?

—Se llama Lily Jane—le recuerda—Y te recuerdo que es parte del proyecto.

—Había olvidado ese pequeño detalle—susurra.—¿Comenzamos? Entre más rápido pueda ir a casa, mejor...

—Tienes una sanción—los ojos de Axel lo fulminan un segundo y luego se encoge de hombros.

—El dinero no es problema.

—No hablo de dinero—sus cejas pobladas se hacen un arco y sus labios se fruncen poco a poco pero no es para nada una sonrisa.

—¿Entonces qué tipo de sanción?—cuestiona sin dejar de mirarlo.—Papá...

—La sabrás más tarde.—anuncia y antes de que Iceman pueda decir otra cosa, su padre se marcha. Me toma un par de segundos saber que tengo que ir detrás de ellos para poder trabajar, tomo mi cámara con cuidado y a cómo puedo les sigo el paso. Sus piernas son mucho más largas que las mías, por los tanto sus pasos son mucho más grandes que los míos y por lo tanto, casi tengo que correr detrás suyo.

La puerta se cierra en mi cara y cuando levanto la mirada, mis ojos se encuentran con los glaciares de Axel que me observa con curiosidad pero en silencio. Le sostengo la mirada todo lo que puedo hasta que finalmente, deja escapar el aire que ha estado conteniendo en sus pulmones.

—Así que la nueva fotógrafa...

—Si hubieses sido inteligente, habrías sabido eso desde el viernes.—respondo sin dejar de mirarlo.—Ahora, hazte a un lado, por favor. Hay gente que sí queremos trabajar...

—¿Primer día y ya ganándote al jefe?—mi sangre hierve dentro de mis venas pero me mantengo quieta sin dejar de mirarlo mientras oro mentalmente a Dios para que me de paciencia y no fuerzas porque si me da la segunda, le envío un Iceman el cielo...aunque... ¿el cielo? ¿En serio, Lily?

—No tengo que ganarme a nadie por otros méritos que no sean mi trabajo.—le espeto entre dientes.—Así que... ¿me haces el favor de dejarme pasar?

—Rubiecita...

—Me llamo Lily Jane Braun—replico completamente furiosa.—Graba mi nombre en tu cabeza.—y luego con fuerza sobrenatural, lo hago a un lado.—Y en tu vida, vuelvas a decir que me gano a mi jefe porque a diferencia de algunas personas en el mundo, hay otras que sí sabemos trabajar...no todos somos hijos del dueño...o la novia de.




Cuando abro los ojos esa mañana y me encuentro con una cabellera rubia sobre mi pecho y un cuerpo más pequeño que el mío a mi lado, suelto un suspiro. Me frotó los ojos con mi mano libre y luego llevó mis ojos hasta la mesilla de noche donde la noche anterior me percaté de un pequeño despertador digital. Seguramente estoy yendo tarde a mi primer día de filmación y seguramente tendré que soportar la charla de mi padre sobre ser responsable –la misma charla que me ha dado nueve mil ochocientas setenta y ocho veces- y seguramente también tendré que soportar a todo esa prensa esperando afuera del edificio para ver que si pueden tener buenas fotografías sobre mí.

La misma rutina de siempre.

Inspiro con fuerza y automáticamente Summer se remueve entre mis brazos. La observo con detenimiento y no puedo negar lo jodidamente sexy que es, y tampoco puedo negar el hecho de que es una de las mujeres más sexys con las que he estado. Con esos ojos azules, caderas bien contorneadas y cada una de sus proporciones justas y perfectamente bien puestas donde tiene que ir, labios rosados y tentadores y esa seguridad en misma que posee la convierten en una jodida diosa.

La diosa: Summer Gabrielson.

—Buenos días, guapo—saluda dejando un pequeño beso sobre mi pecho.

—Buenos días, preciosa—respondo.

—Me he levantado más temprano hoy y te dejé un analgésico en la mesita de noche—anuncia ofreciéndome una sonrisa perezosa.—Pensé que tendrías dolor de cabeza por todo lo que bebimos anoche.

—Realmente no me acuerdo de mucho—murmuro sincero.—Lo que sí recuerdo es que tengo que estar en la oficina de mi padre en punto de las ocho y ya casi son las diez.

—Robert entenderá.—responde guiñándome un ojo. Me rio en voz baja y niego lentamente.—Y si no lo entiende, no importa. La vida se vive una vez y es decisión tuya como la vives ¿no crees?

—Viéndolo desde un punto de vista externo, claro.—asiento—pero eso no aplica para nada cuando se trata de que Robert Collins sea tu padre.

—No lo es.

—Lo es.—replico.—Es el esposo de mi madre y ha sido mi padre desde que llegó a mi vida—le recuerdo.—de todos modos eso ahora mismo no es importante, lo importante es que debo irme o estaré despedido antes de comenzar...

—¿Desde cuándo te preocupan esas cosas, Axel?—cuestiona—Lo hemos pasado bien desde hace meses y jamás te preocuparon ese tipo de cosas.

—De verdad, podemos hacer algo más tarde si deseas pero ahora mismo debo irme.—anuncio poniéndome de pie—¿Dónde está mi ropa?

—En la sala—responde encogiéndose de hombros.

Me echo a reír.—Joder, ¿en serio está en la sala?

—Sí.—asiente—Con trabajo pude llegar hasta el interior del apartamento vestida...—me recuerda—sí, definitivamente eras más divertido la noche de ayer.

—¡Que divertida!—me quejo y ella se echa a reír.

—Te veo esta noche aquí.—decide.—Te estaré esperando.—añade antes de darse la vuelta en la cama y dejarme admirar su sexy cuerpo. Inspiro con fuerza y tomando cada gramo de mi fuerza de voluntad me doy media vuelta.

—Te veo esta noche aquí....

(...)

—¡Tierra llamando a Axel!—Inspiro con fuerza antes de dejar salir el aire de mis pulmones. Amanda me está observando fijamente con tanto detenimiento que por un momento tengo la idea de que se ha quedado congelada.—¿Todo bien?

—Sí.

—Pues avísale a tu cara.—se burla.—¿Qué es lo que pasa contigo?—cuestiona.—Llevas todo el rato perdido en la luna, ¿Qué es lo que pasa?

—Nada malo.—respondo encogiéndome de hombros.

—¿Es la chica nueva? ¿La rubiecita?—quiere saber.

—¿Discúlpame?—alzo una de mis cejas.

—Ay, vamos.—se queja la mujer.—Te conozco desde que tienes dieciséis y sé muy bien que esa chica te llama la atención pero no sabía que ya tenía el poder de dejarme con cara de estúpido tanto tiempo.—se burla y yo niego lentamente.—ay, vamos, es una bromilla.

—No me gustan las bromillas.—le recuerdo.

—Es verdad, eres más amargo que el chocolate amargo.—me sonríe.—Pero nadie me puede sacar de la cabeza que esa chica es la que tiene así, de otro modo...no habrías estado observándola todo el tiempo mientras hacíamos las fotografías...

—¿Qué?—replico.—¿Pero qué es lo que estás diciendo, Amanda?

—Hablo lo que veo.—me informa.

—Pues claramente estás comenzando a ver mal.—respondo bebiendo un poco de mi botella de agua.—Deberías tomar un turno con el oftalmólogo porque estás mal...

Ella suelta una gran carcajada y niega lentamente.—Puedes decir lo que quieras, negar todo lo que quieras pero los dos sabemos que eso es verdad, la rubiecita te gusta y no soy la única que piensa y ve eso...

—¡Pues todos ustedes ven mal!—anuncio poniéndome de pie con la mera intención de huir de mi camerino. Detengo mis pasos delante de la puerta y me giro para poder mirarla a los ojos un momento.—Y para tu información, no se llama rubiecita, se llama Lily Jane soy un dolor de muelas Braun y es completamente irrelevante.

Ella asiente.—Claro, claro.—se ríe.—Para ser completamente irrelevante es muy relevante ¿no crees...?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top