VIII

Capítulo 8.


Los tres días pasaron volando, el viernes acudí a mi último día de clases para recibir algunas notas que me faltaban y cumplí con mi turno en la cafetería, avisándole a Kumiko que tomaría mis vacaciones, cosa con la cual no tuvo problema alguno. El sábado invité a Noodle a acompañarme a hacer un par de compras y le conté sobre cómo pasaría mis vacaciones.

-¡El campo, qué delicia!

-Tú tampoco te quedas atrás, quiero decir, vas a ir a la jodida China...

Ella reía de mi comentario, ayudándome a decir entre un par de bikinis y eligiendo uno para ella.

-Lo sé, también me emociona salir de viaje, pero eso será hasta casi Septiembre, mientras tanto no haré nada grandioso... Oye, ¿Cuándo vuelves? Tal vez podamos hacer algo veraniego  juntas...

-Regreso en dos semanas, ¿Cuándo se van ustedes?

-En dos semanas...-me hizo una mueca, demostrándome su enojo.

-Oye, tranquila... Estoy segura de que podremos mantener el contacto, yo no planeo salir de país y ten por seguro de que estaré esperando a tu regreso...

La japonesa sonrió abiertamente, abrazándose a mí.

-Prométeme que no vas a entrometerte con algún rollo romántico, por lo menos hasta que yo regrese...

-Tranquila, lo tengo controlado...

Fuimos a almorzar a un restaurante cercano y luego volvimos a los Kong's a eso de las dos de la tarde, preparamos palomitas y vimos una película de Gore japonés que le emocionaba a Noods para luego comenzar a charlar vagamente.

-Oye, Ella...

-¿Si?

-¿Alguna vez te ha gustado tanto alguien que sientes que... tu mente no puede con los pensamientos?

-¿Cómo?

-Ya sabes, piensas en una persona tanto que te sientes mareada o cómo si se te fuera el aire cuando le ves...

Asentí, algo decaída.

Adam fue mi perdición durante toda mi adolescencia. Nuestras madres se conocieron en tu tiempo de rehabilitación postparto, pues su madre estaba en un estado bastante delicado de salud y llevaba más de un mes llena en cuidados. A partir de su casual encuentro, mi hermana, Adam y yo crecimos juntos como grandes amigos hasta los 10, que fue cuando Isobel comenzó a juntarse con Renata Reegan, una chica rubia de unas calles arriba de la nuestra y quién se dedicaba a hacer fiestas del té y hablar sobre corpiños, mientras que Adam y yo teníamos como tarea principal el karate y la producción de videos caseros. Por consecuencia, mi hermana siempre se le hizo más femenina y atractiva, sin siquiera notar todo el cariño que yo le dedicaba, aunque nunca me rechazó formalmente sino que se dedicó a ilusionarme de poco a poco, hasta que todo se volvió tormentoso y obscuro. Ver a Adam era como ver al mismo Sol, me cegaba y se me hacía maravilloso, me encantaba su cabello rubio y sus ojos verdosos, me gustaba observar sus lunares a lo largo del cuello y me volvió aún más loca cuando le llegó el estirón adolescente, pero, como el mismo Sol, me dejó con daños permanentes e irreversibles, daños que he tenido que cubrir y cargar con pesadez.

-¿Te sientes así?

-Algunas veces, pero no sé qué tan bien sentirme o cómo actuar...

Le tomé de las manos, sentándome frente a ella y aportándole seriedad al momento.

-Nunca te arriesgues de más por alguien que te hace sentir así y no demuestra lo mismo, ¿Si?-La japonesa asintió, observándome plenamente seria.- Prométeme que siempre te querrás a ti primero, antes que a cualquier otra persona, ¿Si?

-Lo prometo...

-Bien...-La abracé, procurando darle todo mi cariño en la calidez de nuestra cercanía. Debo aligerar las vibras...­ La solté, secándome una lágrima que se aparecía entre mis pestañas.- ¿Puedo saber de quién se trata?

-No...

-Vamos, te puedo ayudar, lo juro. Te planearé una cita, te maquillaré y buscaremos el vestuario más fabuloso que le sacará los ojos de lo maravillosa que te verás...

-¡No!-dijo, riendo.- Déjalo así... Es alguien demasiado cercano, no tengo idea si debería tratar algo realmente...

Le di una sonrisilla pícara, como si pensase de quién se trata. Ojalá pudiese salvarle de los líos que causa el amor...

(♦♦♦)

La cabaña de la familia de Charlotte era bestial, tenía la habitación matrimonial, la de mi amiga y otras dos para invitados, una cocina enorme, el living y una sala de juegos, sin contar que en el sótano había una pista de boliche. Luego de desempacar y un ligero almuerzo, partimos hacia las orillas del lago, donde nos refrescamos un rato, haciendo el tonto más que nada y conversando de todo un poco en nuestro juego favorito: Change my mind, donde cualquiera podría decir su opinión de cualquier tema y el resto debía dar su punto de vista.

-El mejor momento amoroso de Ella ha sido con el chico de la panadería, Change my mind.-dijo Ely, a lo que Charles y yo reímos descontroladamente.- Es la verdad, te regalaba una dona de más y hasta se aprendió tu nombre...

-No, para nada...-me defendí entre risas.- Tenía como 30, era calvo y posiblemente muy amable, ¿O no, Charles? Además, me decía Elaiza, nada que ver con Ella...

-Tienes razón... El mejor momento fue con el cartero, que te dejara esas revistas sin que las hubieses ordenado solo porque él sabía que eran de las que te gustaban... Uff, no hay mejor historia de amor...

Les tiré agua a ambos, riendo de todas sus babosadas.

El resto de las dos semanas trascurrieron por el mismo camino, con nados en el lago hasta tarde, almuerzos frescos y ligueros, millones de partidas de voleibol y futbol junto a serenos paseos en bicicleta a las cercanías del lago y noches llenas de paz, muchas veces en compañía de deliciosos malvaviscos y una cálida fogata, noches las cuales me permitían reflexionar y liberar mi cabeza de tantos pensamientos, donde tenía plena libertad de respirar.

Cuando regresamos a casa, me sentí con más energía, como si tuviese la capacidad de hacerlo todo, por lo que no se me hizo raro tener la capacidad de comenzar a decirle a Oliver las cosas y ciertas actitudes suyas que me ponían incómoda, cosa a la que no reaccionó como yo pensaba. El pobre chico estaba derramando un diluvio a través de los ojos.

-Vamos, Oliver, lo digo en un buen plan, sé que soy un poco agresiva pero sentí que el que me hablaras así no era muy justo ni bonito, en especial porque sé que somos amigos...-el chico lloró más fuerte. Nos encontrábamos en mi departamento con la intención de una visita casual, cuando el bobo salió con que si podría cambiarle a la televisión porque mi gusto era una mierda y que buscaría algo decente en mi servicio barato de televisión porque seguramente era demasiado tacaña como para contratar algo de calidad, por lo que simplemente exploté. Continué dándole palmadas, intentando que el pobre retomara una buena postura, hasta que sorbió la nariz, indicándome que ya se encontraba más estable. –Lo siento por haber sido tan ruda...

-No tienes porqué, tienes razón, he sido un monstruo las últimas semanas... Papá ha estado en el hospital desde hace un tiempo Y-y...-rompió en llanto nuevamente, por lo que le abracé.- Los doctores dicen que se está muriendo, no saben con seguridad que es lo que le sucede, solo que tiene que ver con su corazón... Lo cual es una putada, porque no pueden decirnos si le queda un día o 20, no saben si dentro de un par de horas sería su final o si puede vivir un par de años más...

-Lamento tanto que estés pasando por esto...-Le abracé una vez más. - ¿Quieres un poco de vino para aligerar las cosas? Creo que tengo una botellita por ahí que espera para curar los males de alguien...

Él asintió, por lo que me apresuré a abrir una botella y a servir en un par de copas un poco de vino. Él le dio un sorbo, aun derramando un par de lágrimas y sorbiendo la nariz, a lo que le pasé un par de servilletas desechables.

-Gracias... por la atención y la comprensión... Eres una muy buena amiga...-dijo el chico, tratando de asearse el rostro. Negué, sintiéndome en parte culpable de su llanto. Alcé mi copa.

-Brindo por mi vida amorosa, porque no puede ser peor que una patada en los cojones ni mayor que la más grande de las putadas...-él me vio raro, sin embargo me siguió la corriente.- Brindo porque la vida misma es una putada.

Oliver me sonrió, reconociendo mi esfuerzo por que él se alegrara.

-Brindo por papá...

-Brindo por tu padre...

Chocamos las copas y bebimos. Oliver me contó sobre su padre, sobre cuánto le quiere y lo mal que se siente por nunca haberle presentado a alguna chica.

-Creí que simplemente debería de haber esperado a la indicada... pero al parecer va a tardar más de lo pensado...

El castaño pecoso lloró un poco más, hasta que cayó la noche y él tuvo que irse, regalándome un beso en la mejilla y agradeciéndome por la atención. Mi móvil vibró en cierto momento, espantándome, puesto que no había hecho uso de él en mucho tiempo ¡Tenía un millón de mensajes y yo ni en cuenta!

"Noodle me dijo algo sobre un lago, ¿es verdad que te irás?

Demonios, al parecer si...

Cuanto regreses podríamos hablar sobre lo que pasó en el techo o en el ascensor...

Ya han pasado varios días, ¿aún estás de vacaciones?

No estás molesta conmigo, ¿verdad?

Si sí lo estás: perdón, en mi defensa, soy un idiota.

Esperaré con ansias tu llamada."

2D me había enviado todos esos mientras estaba ausente, además de otros pocos mensajes de mis padres y mi tía Lara, por lo que decidí contestar los pocos mensajes a mi familia y, luego de un fuerte respiro, marqué el número de 2D. Tardó un par de minutos en atender, minutos en los cuales me estaba muriendo de nervios, ¿Qué se supone que debo decir?

-¿Hola? ¿Quién habla?- 2D arrastraba la lengua y podía escuchar música bastante fuerte de fondo, por lo que simplemente tuve que sumar uno más uno para adivinar que estarían en alguna fiesta.

-¿2D? Soy Ella, acabo de leer tus mensajes, ¿Es buen momento para que hablemos o...?

-¡Ella! S-sí, sí, hablemos... -Escuché un porrazo y luego la voz de 2D a lo lejos, llamándome y maldiciendo, hasta que volvió a hablar cerca del teléfono nuevamente.- ¡Aquí estoy, aquí estoy! ¿Sigues ahí?

-Sí, aquí sigo.-2D gritaba bastante, pero poco a poco el ruido de fondo fue siendo desplazado por un silencio bastante agradable.- Leí tus mensajes... Fui al campo con mis amigos, estuvimos en la cabaña de la familia de mi roomie...

-Vaya, el campo... ¿Fue divertido?

Sonreí para mí misma. 2D escuchó con paciencia todas las aventuras que había tenido en el lago, incluyendo aquella vez en que trepamos el árbol que Charles nunca pudo trepar de pequeña, ayudándola a vencer uno de sus miedos de la infancia o cuando estaba comiendo helado y se me cayó en el busto, por lo que le pedí a Charles ayuda para limpiarme y ella terminó haciéndolo con la boca.

-¿Qué tal está China? ¿El arroz sabe igual que el que comemos aquí?

Unas grandes risas acapararon la línea.

-No sé, normalmente comemos fideos o pizza, pero prometo ordenar arroz la próxima vez... ¿Te gustaría algún suvenir?

-Sería fabuloso tener mi propio dragón chino... Espera un minuto-Unos tacones en el pasillo me avisaron que mi roomie acababa de llegar del trabajo, por lo que tapé la bocina justo cuando la puerta se abrió. Saludé a mi amiga.

-¿Qué hay, veleta?

-Nada... estaré en mi habitación, si necesitas algo, tocas, ¿Si?

-Yep... ¿Ya cenaste?

-No tengo hambre...

Entré en mi habitación, cerrando con seguro.

-¿Está todo bien?

-Sí, solo era Charlotte...

Nos mantuvimos en un pequeño silencio, el cual, sorprendentemente, no era ni una pizca de incómodo, sino cálido, como si fuese un abrazo a distancia.

-¿Ella?

-¿Si?

-Me gustas mucho...

(♦♦♦)

2D y yo nos mensajeábamos día y noche de tal forma que, a pesar de los distintos horarios, siempre estábamos en alguna charla sin sentido. A veces él se levantaba en medio de la noche y me llamaba (mientras aquí era de día) solo para contarme su mal sueño o sus malestares físicos, cosa que comenzó a hacerse hábito entre nosotros, por lo que yo también le contaba mis sueños, en general.

-...Entonces yo tomaba el helado y, cuando le daba un mordisco, todo salía volando y yo me quedaba flotando en medio del espacio y las estrellas, lo peor es que también salía volando el helado, así que solo me quedaba con el cono vacío flotando en la nada... ¿Crees que signifique algo importante?

-No sé, lo de las estrellas y que te quedaras sin helado es muy fuerte... ¿De qué sabor era el helado?

-Creo que lo pedía de mora azul...

-Creo que deberías comprar un helado y averiguar si es lo que esperabas en tu sueño.

-Suena lógico... De alguna manera, de alguna manera... Llego la hora.

-¡No!

-¡Si! La última vez que llegué tarde, Kumiko no dejó de repetírmelo durante todo mi turno, fue vergonzoso que los clientes se enteraran de mi retraso.

-Solo cinco minutos más... Por todo el amor que le tengas al cine, dame solo cinco minutos.

-No, debo tomar una ducha y tú deberías tratar de dormir, no creo que sea muy bueno para tu cansado cerebro estar en vela tantas noches...

-Vamos, Ella... son solo cinco minutos...

Sonreí para mí misma, rendida ante los encantos de la aguda voz al otro lado de la línea.

-Está bien, soy toda tuya solo por cinco minutos más... ¿De qué quieres hablar?-Le oí sostener el aliento, poniéndome nerviosa casi al instante.- ¿Dents, está todo bien?

-Sí, eso solo que... Me la he pasado muy bien contigo las últimas dos semanas y me preguntaba si... ¿irás a ver Kill Bill sin mí?

-Oh... Uf, la verdad si tenía muchas ganas de ir a verla pero creo que puede esperar solo si tu invitas las palomitas, eh.

Sabía que estábamos a miles de kilómetros de distancia, que solamente estábamos en una llamada telefónica y que puede que este asumiendo cosas por el simple hecho de todo el tiempo que hemos dedicado a conocernos, pueden incluso llamarme loca de cojones pero juro haberle escuchado sonreír como el mismísimo gato rizón de Alicia en el país de las maravillas. Yo también estaba sonriendo de esa forma.

-Es una cita entonces...-dijo el peli azul, apresurándose a continuar hablando, desviando mi concentración de sus palabras- Creo que deberías ir a tomar una ducha o llegaras terriblemente tarde, Ella...

Le obedecí, despidiéndome con cariño y suplicándole que durmiese un poco. Tomé mi turno en la cafetería con tranquilidad y salí un poco más temprano de lo normal por lo que decidí visitar a Oliver, a quién no le había visto en un par de días. Sabía que él estaba pasando algunos días en el hospital cuidando de su padre, pero no más allá de eso. Le envié un mensaje a 2D sobre mi plan de visitar a mi amigo, a lo que él respondió con un emoticón sacando la lengua.

Antes de hacer cualquier otra cosa, le llamé al castaño pecoso, solo para saber si estaba en los humos adecuados para una visita.

-¿Ella? ¿Está todo bien?

-Hola, Oliver... en realidad yo quería preguntarte lo mismo, hace días que no sé de ti...

-Sí, bueno, yo... No creo estar muy bien, no he podido pegar el ojo en mucho tiempo y tengo una migraña que me hace desear no haber nacido...

-Tranquilo, yo tengo algo que puede que te ayude... ¿Estás en el mismo hospital del que me contaste?

-El mismo, llámame cuando llegues y nos encontramos en la cafetería, ¿Si?

-Claro...

Compre un par de cafés y puse en marcha mi camino al hospital donde estaba el padre de Oliver, a pocos minutos de mi llegada ya me encontraba con mi amigo, quién tenía unas ojeras enormes.

-¿Cuál es tu solución a mi martirio, Brown?

-Abre la mano.-le dije, otorgándole uno de los analgésicos que me habían sobrado de cuando estaba lastimada del tobillo, los cuales eran extremadamente fuertes.- Bébelo con el café y tendrás la energía para correr un maratón por una hora, pero luego despídete, que caerás dormido como roca...

Oliver rió ante mi explicación pero me hizo caso de todas formas, a los pocos minutos comenzó a hacerle efecto la pastilla.

-No moriré por esto, ¿verdad?

-Lo dudo...

Oliver, al estar más activo, se abrió a mí como si de un libro se tratase, contándome todo el cansancio y la tristeza que le inundaba pero sin caer en el llanto como lo había hecho algún tiempo atrás.

-Creo que ya no lloro tanto porque de alguna forma lo he estado aceptando, ¿Sabes?... Creo que esto me ha enseñado a apreciar más las ocasiones junto a papá, aunque aún me arrepiento de no poderle presentar a alguna chica...

-Te entiendo, pero eso no es tu culpa, ya lo habías dicho tú mismo: la indicada parece necesitar más tiempo para llegar, solo debes ser paciente...

Le tomé de la mano, tratando de darle ánimos y demostrarle que siempre estaría para apoyarle. Oliver me vio a los ojos y, de un momento a otro, sus mejillas se prendieron al rojo vivo.

Luego de una corta charla, nos despedimos y fue mi momento de volver a casa.

Pronto iniciaría el curso de verano de la facultad, el cual servía como nivelación y repaso a varios temas vistos y al que tendría que asistir dentro de una semana más para luego iniciar un nuevo semestre, siendo esta la razón por la que dejé de conversar tanto 2D y comencé a hacerlo más con Oliver, con quién me quedaba a sesiones de estudio y largas jornadas de repaso. Poco a poco y sin tener la mera intención, Oliver fue filtrándome un par de ideas en la mente, como la vez en que criticó mi forma de vestir, he de admitir que lo hizo de una forma tan sutil que ni yo noté en que momento había abandonado mi estilo tan grunge, caracterizado por los shorts cortos y rasgados, los crop tops, mallas de red y botas, siendo reemplazadas por faltas largas floreadas y camisetas holgadas, las típicas dentro de un estilo hippie. Al poco tiempo de estos cambios, él se atrevió a decirme cuanto le gustaba en una fiesta algo sosa a la que habíamos acudido juntos, supongo yo que había bebido los caballitos suficientes de vodka como para terminar besándonos en el baño de aquel sucio departamento y luego acostarnos en su casa. A partir de ese día, Oliver y yo comenzamos a salir, lo cual significó una relación llena de citas en el hospital (cosa que no me molestaba ni un poco, pues Martín, el padre de Oliver, era terriblemente amable y agradable. Es triste que no pueda decir lo mismo de su regordeta esposa.), una pequeña mudanza a su diminuto apartamento, al igual que miles de orgasmos a los cuales no lograba llegar y debía fingir y apodos melosos que me hacían querer vomitar. ¿Qué es lo que me hizo estar junto a este castaño pecoso durante poco más de mes y medio? La respuesta sigue siendo un misterio. 



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