Donde comienza todo

BLUE

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel (entre MCU y 616)

Pareja: ThorQuill / Thunderlord (Thor x Peter Quill)

Derechos: a limar mis uñas.

Advertencias: ESTE ES UN FANFIC THORQUILL, no habrá cambios, ES UN THORQUILL, si la pareja no es de tu gusto sé que hay muchos más fanfics esperando por ti. Una idea loca que nace para complacer a mi siempre cómplice de aventuras y desventuras, mi Príncipe de Spartax.

¡Feliz cumpleaños! 

Gracias por leerme.


*****


Donde comienza todo.


Planeta Amissa, en el sistema Trías.

La nave Milano aterrizó suavemente sobre un risco que miraba hacia la larga, imponente y siempre abundante selva de Amissa, rodeada por una cadena de montañas detrás de las cuales se encontraba un océano bastante peligroso igual que aquella jungla de tonos verde oscuro y café que los ojos de Peter Quill recorrieron como si con ello pudiera dar con la figura que esperaba ver. A su hijo. Sabía que debía andar por ahí porque Rocket le había jurado por la vida de Groot que estaba correteando entre los dinosaurios que poblaban el mundo por cielo, mar y tierra. Jason tenía ese talento nato suyo para meterse en problemas igual que para curiosear por donde no lo habían llamado aunque eso luego resultara en una persecución a muerte por alguno de los feroces depredadores a los que no les hacía gracia que un adolescente anduviera husmeando cerca de sus territorios.

—No lo regañes en cuanto lo veas —Gamora apagó los controles, mirándolo— Recuerda...

—Animarlo y decirle cuánto lo amo, lo sé, Gam.

—Según lo que cuentan los Devastadores, fuiste igual así que no te quejes ahora.

—Yo no me estoy quejando, es solo que... ¿por qué no puedo tener un hijo normal?

—Tanto tú como yo sabemos que eso es imposible.

Starlord bufó, quitándose los cinturones y levantándose rumbo a la plataforma de salida. Jason no era un chico normal, o no, claro que no. En primer lugar, por su sangre corría el poder de un Celestial gracias a él que lo había llevado en el vientre. En segundo lugar...

—¡Jay! —Gamora saludó con una sonrisa al ver a un adolescente aparecer en un traje que imitaba los colores de la selva entre la maleza, quitándose su casco— ¿No piensas saludar a tu tía preferida?

—¡Claro!

Era imposible no suspirar al ver esa cabellera rubia, esos lindos ojos azules que miraban brillantes, inocentes todavía, pero que le recordaban de quién los había heredado. Jason abrazó a Gamora entre risas y un par de pequeños saltos infantiles, volviéndose a Peter un poco más serio.

—Mami.

—Ven aquí.

Había crecido desde la última vez que lo vio, dejándolo al cuidado de los Pastores, como se llamaban los nativos de Amissa, pequeños y regordetes seres de piel verdosa que cuidaban de la selva como una entidad divina a la que adorar, incluyendo a sus peligrosísimos hijos escamosos que luego correteaban a su hijo no sin tener razón. Jason parecía que heredaría la estatura de su padre, esa sonrisa coqueta que prometía cometer las más increíbles locuras y salir airoso de ellas.

—Llegaste a tiempo.

—Hey, dije que estaría para tu cumpleaños y no rompería esa promesa.

—Mm.

—Te traje un regalo, es de parte de Nova.

—¡Ah! ¡Quiero verlo! ¡Quiero verlo!

Jason creía por alguna extraña razón que Richard Rider era su padre pese a que Quill ya le había aclarado recientemente que eso no era cierto. El centurión y él no eran nada más que buenos amigos -quizá alguna vez amantes- pero el chico se aferraba a esa idea quizá a falta de algo mejor. Peter no había tenido ni el coraje ni el corazón para decirle que su verdadero padre estaba en algún lugar haciendo cosas importantes, cosas de dioses en donde ellos no tenían cabida.

—Hoy estuve con Blue.

—¿Volvió a morderte?

—Claro que no, ya somos buenos amigos. Nos hemos demostrado que somos iguales en combate.

—Bien hecho, hijo.

—¿Lo dices porque tía Gam te ordenó que me lo dijeras o porque en verdad lo sientes?

No era fácil ser un padre soltero. Starlord suspiró hondo.

—¿Qué tal un poquito de ambas? ¿Un poco más de la segunda?

—Hm.

—Oh, vamos, Jay, ¿quién es mi hermoso niño? ¿Eh? ¿Quién? —Sonrió, atrapando al muchacho para llenarlo de besos en su rostro.

—¡Agh! ¡Mamá! ¡No me babees!

Gamora solo rodó los ojos, acompañándolos a la estación subterránea donde vivía Jason con algunos de los Amissanos y en donde estaba también ese pasillo lleno de obsequios que año tras año Quill traía consigo en cada visita para que su pequeño aprendiera del universo lo más posible, eso incluyendo una inteligencia artificial de Xandar que era una suerte de tutor. También le había enseñado cosas de Terra, porque deseaba que conociera sus raíces por decirlo de alguna manera. Si había algo que no estaba ahí era cualquier objeto que tuvieran relación con su ascendencia paterna. No era que les tuviera odio, pero la mente temerosa de Starlord creía que si llegaba a acercarse de cualquier forma hacia ellos, la existencia de su hijo estaría en peligro.

—Recuerda, Jay, nada de romper o descomponer los obsequios de Rid.

—No lo haré.

—También te traje un hermoso pastel de cumpleaños que hicieron las manos diestras de los más grandes maestros pasteleros de C989.

—¿Eso dónde es?

—Cerca de C988.

—¡Mamá! —Jason hizo un puchero muy familiar.

—Lo importante es que es para ti, cariño. Feliz cumpleaños, hijo mío.

Rider le había regalado una reproducción holográfica de la galaxia que podía explorar tocando cualquier estrella o mundo ofreciéndole información. Jason se emocionó de veras, llenando sus mejillas con pastel mientras le mostraba a su madre unas garras que unos depredadores dejaron al mudarlas, contándole con lujo de detalle el por qué y para qué hacían eso. Esos dinosaurios, a diferencia de los que habían existido en Terra, eran más resistentes, con una expectativa de vida muy superior a la de un humano. Un ejemplo de ello era la propia Blue, quien era una pequeña cuando su hijo llegó y ahora compartían la misma edad como locuras.

—¿Algún día me llevarás contigo?

Peter juntó sus cejas, tomando el rostro melancólico de su hijo, esos ojos tristes que ya no podían ser embaucados con algo brillante o ruidoso. Ya tenía la edad para hacer las preguntas importantes que él todavía no quería responder.

—Jason... claro.

—Pero ¿cuándo?

—Pronto.

—Siempre me dices lo mismo en cada cumpleaños y siempre me quedo aquí, solo.

—Hey, te acompañan las aceitunas esas.

Su hijo le dedicó una mirada, Starlord solamente negó, mordiéndose un labio ante una muy estúpida idea de esas que se le daban bastante bien.

—De acuerdo, ¡de acuerdo! Haremos esto, te llevaré a Terra.

—¡¿Hablas en serio?! —Jason casi explotó de alegría, sujetándose de él— ¿No es una broma?

—Nope, creo que ya tienes edad para ir a Terra, PERO, harás lo que yo diga sin desobedecer, ¿entendido? Si no lo haces no habrá otra salida hasta que te salgan canas.

—¡Mamá!

—Quiero escuchar un juramento sobre la vida de Blue.

—...

—¿Jay?

—Juro... obedecer en lo que me digas.

—O que Blue muera.

—¡Mamá, no! ¡Blue no!

—Es eso o no hay salida —Peter se cruzó de brazos.

Jason también lo hizo, frunciendo su ceño con un puchero que se le vio muy tierno y hubiera hecho reír al guardián, resistiendo bien hasta que el adolescente pataleó.

—¡Está bien!

—Ese es mi bebé.

Mientras el chico se preparaba lo que incluía salir corriendo a buscar a Blue para pedirle perdón por haber hecho un juramento sobre su vida, Peter hizo una llamada urgente. Iba a necesitar resguardo. Gamora ya había localizado a Rocket, Drax y Groot quienes estarían vigilando Terra de cerca con ella mientras que el invitado extra de Quill y este serían los chaperones de Jason mientras andaban entre los humanos. No podría sentirse más seguro teniendo a su lado nada menos que al famoso Centurión Nova, Richard Rider. Este llegó cuando ya estaban a bordo de la Milano más que listos para hacer los saltos rumbo al planeta natal de Peter, una llegada que puso de mejor humor al muchacho, emocionado de tener a sus dos "padres" en ese primer viaje fuera de Amissa.

—Creí que no lo sacarías hasta que fuera un adulto en ciernes —comentó Rider cuando estuvieron a solas en la nave— ¿No me digas que te convencieron esos ojitos de cachorro perdido?

—... pues sí. Es como un prisionero, Rid, mi propio hijo es prisionero y eso no me gusta.

—Tus problemas podrían solucionarse si pidieras ayuda a Spartax.

—No, eso no. Mi padre lo devoraría.

—Ahora estás exagerando.

—Conoces a J'son.

—Pero dudo que lo hiciera, es decir, no lo consiguió contigo así que no lo lograría con Jay.

—¿Qué estás queriendo insinuar, idiota?

Richard solo rió para sí. —¿Esa pulsera de Alfheim es realmente confiable?

—Un elfo me debía un favor, así que no tendré ningún guardián metiche sobre mi hijo en tanto la traiga puesta.

—Acepté esto porque los dos me importan y lo sabes, pero vamos a poner las reglas claras.

—Puf.

—Si llega a suceder algo, Peter Quill tú vas a hacer lo que yo te diga sin rechistar.

—...

—O regresamos ahora mismo a Amissa.

—Como te odio.

—Tú único deber es proteger a Jason, yo me encargaré de lo demás, ¿estamos?

—Por eso te llamé.

—Sí, pero no quiero improvisaciones esta vez, la vida de ese pequeño está de por medio. Cualquier cosa y ustedes dos se largan a toda prisa sin mirar atrás.

—Grr.

—Sí, te amo.

La idea original de Peter era llevar a su hijo a conocer algún lugar inhabitado y tranquilo, pero al llegar a Terra se enteraron de que precisamente en Missouri había una feria, por lo que cambió de planes, llevando a Jason a donde los juegos mecánicos con todas esas luces, comida y juegos que ver. El adolescente casi se volvió loco al entrar, tirando de la mano de ambos adultos para recorrer todo, preguntando todo y queriendo probar todo. Quill casi lloró al ver cuanto había necesitado su hijo una salida así que le había negado por miedo a que algo muy malo le sucediera. No estaba de más ese temor, solo que antes no tuvo esa fe en la pulsera en la muñeca izquierda de su pequeño que funcionaba como un disfraz que lo hacía pasar por un chico más sin ningún tipo de sangre especial o poderes que era la razón para sus angustias.

—¡Mamá! ¿Qué es eso? ¿Qué es eso?

—Algodones de azúcar. Ven, te compraré uno.

—Algodones...

—Sin comerlo tan aprisa —recomendó Richard, sonriendo ante la emoción en los ojos de Jason.

El adolescente terminó con otros dos algodones, un peluche de un dinosaurio cuello largo que Rider ganó para él en los tiros y una enorme manzana acaramelada que comía ansioso mientras se decidía a que otra cosa explorar, sujetando una generosa bolsa de palomitas.

—Tendrá dolor de estómago —murmuró Peter al centurión a su lado caminando detrás de su hijo.

—Uno que valdrá la pena, nunca lo había visto tan feliz.

—Ya sé, es mi culpa, ¿no?

—Un poco sí, pero te concedo algo de razón —Richard le miró— ¿De verdad Asgard decretó su muerte?

—¡Sshh! —el guardián le dio un coscorrón, tirando de su brazo para retrasarlos más y que el chico no los alcanzara a escuchar— ¡No hables así!

—No tiene un súper oído.

—Por las dudas y no creas que fue un chisme que escuché de un lagarto ebrio luego de una pelea. Yo mismo lo comprobé varias veces.

—Es decir, sé que Odín no es precisamente la figura más bondadosa, pero se me hace increíble que su hijo haya aceptado tal dictamen sobre su propia sangre.

—Lo aceptó porque es un decreto de las Nornas. Tú sabes que ellos nada les cuestionan a esas tipas.

—Yo no lo aceptaría, vamos, míralo. ¿Cómo un pequeño como él podría ser la ruina de semejante reino lleno de guerreros tan altos como árboles?

—Al principio me hice la misma pregunta hasta que vi una flota buscándolo.

—De mi parte, estoy decepcionado del Hijo de Odín por un lado.

—¿Y...?

—Al mismo tiempo siento que algo no está bien.

—¿Crees que ese decreto de las Nornas es una mentira?

—¿Tú no lo crees así?

Starlord no supo qué decir, quedándose quieto en ese pasillo lleno de gente mirando alrededor como si alguno de los puestos tuviera la respuesta. Jason ya se había adelantado hasta un juego que había llamado su atención, ese donde se tomaba un martillo de hule para golpear un enorme botón rojo y elevar un disco hasta lo más alto. El muchacho llegó curioso hasta donde el hombre que llamaba a todos para que probaran su fuerza con una voz ronca, vestido de algo que intentaba ser vikingo.

—¡Vengan, vengan! ¡Prueben ser un auténtico Dios del Martillo! Hey, tú chiquillo, ¿quieres saber si tienes la fuerza de un dios?

—¿Quién es el Dios del Martillo? —Preguntó Jason, mordiendo su manzana, con las mejillas ya manchadas de caramelo rojizo.

—¿Cómo que quién? ¡Es un famoso Vengador! Viene del mismísimo Asgard a protegernos. ¡El Hijo de Odín, el auténtico dueño de Mjolnir! —el hombre sonrió, tendiéndole esa copia barata de hule— Solo los guerreros más fuertes pueden entrar al Valhalla, el palacio donde vive junto a Odín, el Padre de Todo. Prueba, anda, solo cuesta un boleto.

Jason se animó pese a escuchar tantos nombres que en su vida había oído, buscando en sus bolsillos esos papelitos estampados que comprara Peter para él, explicándole que así se usaba en la feria. Le dio uno al hombre quien le ayudó a sujetar sus cosas mientras el adolescente tomaba el martillo de hule que pesaba muy poco, el truco para no poder golpear con fuerza aquel enorme botón. Jason parpadeó, mirando el juguete y luego dio un golpe. El disco apenas si llegó a un tercio de todo el largo del poste, haciendo reír al encargado quien palmeó su espalda en consuelo.

—No todos podemos ser unos auténticos dioses. Suerte para la próxima.

—¡Otra vez!

El chico entregó otro boletito, frunciendo su ceño al ver su orgullo herido por semejante fiasco. Sujetó con ambas manos aquel martillo chillón, concentrándose. ¡Él corría junto a feroces dinosaurios! ¡Volaba sobre las alas de otros! ¡Nadaba entre enormes depredadores del mar! Un estúpido juguete Terrano no iba a venir a decirle si no era fuerte. Sus ojos brillaron por unos momentos haciendo un arco alto en el aire al impulsarse y estampar el martillo con tal fuerza que el disco no solo llegó a la cima, rompió el letrero de madera con luces para salir volando hacia el cielo ya con estrellas titilando al ser tarde.

—¡Sí! —Jason rugió, alzando el martillo con el hombre disfrazado boquiabierto.

"¡Quill!" Tronó la voz de Rocket tanto en el oído del guardián como del centurión, "¡Se abrió un portal Asgardiano!"

—¿Cómo... cómo hiciste eso? —quiso saber el pobre hombre que aún no creía que un mocoso como Jason hubiera podido lograr tal hazaña.

—Quizá soy mejor que un vikingo —presumió el muchacho, pidiendo sus cosas de vuelta.

—... bueno, supongo que te has ganado el premio mayor.

El encargado se dio vuelta una vez que le devolvió sus preciados objetos, tomando de entre las cajas una suerte de yelmo de cartón con alas a modo de imitación de las que alguna vez presumiera Thor en sus visitas a la Tierra y que tenía mal pintadas las letras de "Hijo de Odín". Jason se dejó colocarlas con una sonrisa de felicidad, acomodándose ese yelmo de cartón cuando escuchó una voz detrás de él.

—Eres un joven muy fuerte.

Al darse media vuelta, encontró a una chica muy bonita pero de mirada dura quien le sonrió apenas, haciendo una reverencia. Ya se había dado cuenta que en la feria había gente disfrazada como el encargado, así que tomó a esa mujer como alguien más con traje, uno mucho mejor que el resto.

—Am, gracias —por alguna razón, Jason se sintió inquieto, esos ojos depredadores le analizaron de pies a cabeza pese a la sonrisa quieta de la mujer que se le acercó— Yo... tengo que irme, mamá me espera.

—¡No lo toques!

La voz de Starlord sobresaltó a todos, este dejó las apariencias, usando sus botas para impulsarse y alcanzar a su hijo antes de que Lady Sif le pusiera una mano encima. Jason tiró sus cosas al ser sujeto de manera tan brusca y elevado al cielo, solamente quedándose con su cuello largo de peluche que apretó contra su pecho, asustado de ver a Peter histérico y a Richard Rider atacando sin más a la mujer. De pronto, estaban rodeados por más de esos guerreros, todos persiguiendo a Quill y Jason. Una barrera de energía les dio la oportunidad de alcanzar la Milano oculta, saliendo de Terra tan veloz como pudieron. Los guardianes se interpusieron para que su nave hiciera los saltos necesarios y desapareciera del radar así como la vista de Heimdall, al menos el tiempo suficiente para confundirlos antes de volver a Amissa.

Peter respiró cuando llegaron a una nebulosa, permitiéndose tomar un descanso. Notó el temblor en sus manos al soltar los mandos de la Milano, tragando saliva. Eso había estado jodidamente demasiado cerca. Sus pensamientos se interrumpieron cuando escuchó un débil sollozo detrás, recordando que tenía a Jason en un asiento, con ojos bien abiertos, sujetando su cuello largo entre temblores porque no entendía qué había sucedido ni por qué de pronto tantos rostros feroces querían hacerles daño.

—Hey, Jay, todo está bien, ya pasó.

—Mamá...

Se levantó, corriendo a donde su hijo ayudándolo con los cinturones para darle un fuerte abrazo y calmarlo, resistiendo llorar como él. Maldito Asgard. Malditas Nornas. Maldito Thor. Que se los tragara el Ragnarok sin volver a renacer. Acarició los cabellos de su hijo, meciéndolo un poco hasta que se calmó. Quill le sonrió, limpiando con sus pulgares esas gruesas lágrimas de miedo. Ni siquiera cuando el T-Rex lo había perseguido por la jungla se había asustado tanto.

—Todo está bien, bebé.

—¿P-Por qué...?

—Sshh, no pienses en eso. Tengo que revisar los motores, ¿okay? Se forzaron demasiado, no tardaré mucho, en cuanto termine volveremos a Amissa.

—¿Rid vendrá?

—Claro, mi vida, nos alcanzará. No te preocupes.

Jason quiso ayudarle, sin soltar ese cuello largo como si de alguna manera le proveyera de alguna protección o fuerza interna. Evadió el decirle que había sido una mala idea salir de Amissa todo por un capricho porque no había sido mala idea, era solamente que Asgard y sus horribles traseros tenían la mente de un procarionte que no cuestionaban si la muerte de un niño como Jason era realmente necesaria para salvaguardar el futuro de su reino. Cuando terminaron es que el centurión apareció luciendo su traje algo maltrecho, signo de que la pelea no había sido sencilla. Rider abrazó a un desconsolado Jason cuando corrió a sus brazos, intercambiando una mirada con Peter.

—Es hora de volver —anunció este— Todos a sus asientos.

No hablaron en todo el camino de vuelta al planeta. Para distraer a su hijo, lo envió alegremente a donde su querida Blue para que le presumiera su peluche de ojos saltones mientras se quedaba reparando lo que faltaba a la Milano con ayuda de Richard.

—Ya sé lo que dirás.

—No diré nada. Estoy rabioso —replicó Richard, pasándole una herramienta— Echaron a perder un momento especial.

—Sé que estás bien, pero olvidé preguntar si estás bien.

—Tranquilo, se requiere más de una avanzada Asgardiana para derrotarme. ¿Cómo pudieron dar con él, Peter?

—No lo sé, es decir... temo que la pulsera ya no sirve más. Tarde o temprano sus poderes iban a despertar, eso fue lo que pasó, Heimdall lo ubicó apenas hubo un atisbo de ellos cuando se puso a probar suerte en ese estúpido juego.

—Peter...

—En realidad todo es mi culpa por haber creído...

Rider sujetó una mano del guardián, dedicándole una mirada de advertencia para que no siguiera, luego tirando de él para darle ese abrazo que Quill estaba necesitando.

—Nunca debí enamorarme de Thor.

—Entonces no tendríamos un Jason correteando entre peligrosos dinosaurios.

—¿Cómo puede querer la muerte de su propio hijo?

—Ya deja de pensar en eso. Tenemos que proteger a Jay de otra manera si la pulsera ya no sirve más.

—Soy todo oídos.

—Spartax.

—No, no...

—Peter, si existe alguien capaz de frenar a Asgard, ese es el imperio Spartoi. Tu padre no va a permitir que sacrifiquen a su nieto.

—... porque se lo querrá comer.

—Ahí vamos de nuevo.

—Yo... no estoy seguro. Lo que no quiero es que me lo arrebaten, ¿sí? Conozco a papá y lo primero que ordenaría es criar a Jason a su manera, me lo quitaría de inmediato.

—Bueno, sería mejor opción que...

Starlord gruñó, tallándose el rostro. —No, no.

—Además, solo estás pensando en cosas que no tiene altas probabilidades de suceder. Jason bajo circunstancia alguna querría separarse de ti, y si en verdad está comenzando a manifestar sus poderes, dudo que J'son intente apostar por un mal trago al hacerle daño. Eso sin contar que tu hermana tampoco estaría de acuerdo. Victoria puede ser dura, pero no insensible.

—Déjame pensarlo.

—Esa es la mejor respuesta que me has podido dar.

—Idiota.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top