5.
Advertencias: omegaverse Lia!Alfa x RyuJin!Omega. Fic corto. Contiene algo de drama y angst, pero también fluff por algunas partes.
***
Esa semana fue como un sueño para RyuJin.
Al día siguiente, como era sábado, partieron a YongPyong Ski Resort, un lujoso centro de esquí en el que iban a estar por toda la semana. Poseía no sólo pistas de esquí y lujosos hoteles, sino también piscinas temperadas y un sauna, una zona de golf, habitaciones de juegos y karaoke, restaurantes y pubs, tiendas para comprar distintas cosas y un salón de bolos. Además, contaba con teleféricos para recorrer todo el lugar.
JiSoo no escatimó ningún gasto en ese pequeño viaje. Llevó a RyuJin a todas partes para pasar tiempo entre ellas, y la omega sólo se dejaba llevar por esa efímera felicidad. Efímera, porque era lo que siempre pasaba entre ellas: la alfa la mimaba unas semanas antes de volver a la rutina de todos los días.
Por eso mismo, no le dijo del embarazo todavía. RyuJin quería disfrutar esos días sin preocupación alguna, sólo ellas dos y ese bonito lugar que parecía como un cuento de hadas. Tal vez ese era su florecimiento, pensó mientras abrazaba el brazo de JiSoo y subían por el teleférico, abrigadas para evitar el frío. Florecía pocas veces al año, cuando JiSoo le dirigía una mirada, y después se escondía otra vez, esperando una señal para volver a nacer.
Aunque era un poco complicado ocultarle del embarazo a JiSoo, comenzando por el hecho de que ya no podía beber alcohol. Usó mil veces la excusa de que no lo aguantaba bien, sin embargo, la alfa no parecía muy convencida por eso. Por otro lado, se fijó un día mientras salía de la tina, su vientre estaba un poco más hinchado. Era como si hubiera comido un montón de cosas ese día, con la tripa sobresaliendo un poco.
―Creo que estoy rechoncha ―comentó una tarde, mientras estaban en el salón de bolos―. ¿Me viste? Debería...
―No digas estupideces ―contestó JiSoo, agarrando el bolo rojo con el que jugaba―. ¿Rechoncha? Aunque lo estuvieras, serías más adorable de lo que ya eres.
―¿Lo dices en serio?
―Claro ―la alfa le guiñó un ojo―, tendría más para agarrar cuando te follo, bebé.
RyuJin estuvo tentada de lanzarle su bolo azul, pero sólo le sonrió, feliz.
El dos de enero les tocó volver de esas cortas vacaciones. La omega sabía que eso sería todo por ahora: JiSoo volvería a trabajar y los murmullos regresarían. Estaba bien, ya se encontraba preparada para eso, porque era su rutina diaria. Atesoró esa bonita semana en el fondo de su corazón y la guardó con recelo, para recordarla cuando volvieran los días malos.
Al día siguiente, JiSoo llegó a casa a las cinco y media. RyuJin había estado de rodillas, en cuatro, buscando el control remoto bajo el sofá, cuando escuchó la puerta siendo abierta y JiSoo apareció.
―¿Soo? ―preguntó, boquiabierta, y miró la hora―. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué tan temprano?
―Quédate allí ―masculló la alfa, caminando hacia ella y agarrándola de la cintura―, ¿Por qué no me recibes así todos los días?
RyuJin le iba a preguntar a qué se refería, pero recibió una nalgada sobre su pantalón y las manos de JiSoo le bajaron la prenda. Ni siquiera protestó o se quejó, tan sorprendida de que su alfa estuviera ahí, tan desesperada por hacerla suya.
Gimoteó al sentir la polla frotándose entre su coño y sólo levantó más el culo, dándole mejor acceso a la mayor.
Una vez acabaron, con la omega sentado en las piernas de la alfa y haciendo arrumacos, recordó todo.
―JiSoo ―habló, con las mejillas coloradas y una sonrisa risueña―, ¿Qué haces aquí? Siempre llegas más tarde, ni siquiera tengo lista la cena.
―Olvida la cena ―contestó la alfa―, ¿No me quieres aquí? Si es una queja, puedo volver...
―¡No! ―chilló RyuJin―. No, llega siempre a esta hora, me encanta que estés en casa.
La omega no lo decía en serio, porque sabía que eso era una anomalía, se salía de la rutina. Tal vez JiSoo sólo estaba cansada y decidió trabajar lo justo y necesario, y los próximos días todo volvería a la normalidad.
Sin embargo, JiSoo volvió a llegar temprano la siguiente tarde. En ese momento, RyuJin estaba en el baño, dándose una larga ducha en la tina, con burbujas en la superficie. Se sobresaltó cuando la puerta del baño se abrió, y su esposa llegó con una sonrisa satisfecha. La alfa se desnudó pronto y se metió a la tina, entre los balbuceos atónitos de RyuJin, y tal como el día anterior, tuvieron sexo.
―Estás muy insaciable. ―le dijo la omega al terminar.
―No sé qué me pasa ―contestó JiSoo, relajada en el agua caliente―, pero cuando siento tu aroma, mi alfa lo único que quiere es tomarte. ¿Te molesta? Sabes que...
―Tómame lo que quieras, mi amor. ―contestó RyuJin.
―¿Ves? ―gimoteó JiSoo―. Eres tú, me estás tentando. Tu aroma es distinto, ¡Es como si fuera un afrodisiaco! ¿Por eso ya no consumes alcohol?
RyuJin se rió, escuchando las protestas de JiSoo, pero sintiendo una leve culpabilidad. Debería decirle, ¿No? Ya era momento de decirle la verdad, que sería madre. Que ambas serían madres y tendrían una familia más grande y podrían usar esos cuartos vacíos que durante mucho tiempo la persiguieron.
―Te amo. ―le dijo, sin poder evitarlo, y la abrazó.
JiSoo le devolvió el abrazo.
―También te amo. ―contestó la alfa, y RyuJin no pudo evitar la sorpresa una vez más, porque era la primera vez que se lo escuchaba decir.
Era la primera vez que la mayor le decía eso. Siempre usaba los te quiero para los momentos de cariño, nunca un te amo, y eso hizo que su corazón se estrujara de una forma inexplicable, la emoción provocándole temblores en su cuerpo. Sin poder evitarlo, la abrazó con más fuerza, y JiSoo le besó la piel del cuello, sobre su marca.
―Me gusta cómo suena ―le susurró la alfa, y RyuJin comenzó a mover sus caderas, sin poder evitarlo―, te amo, te amo, te amo, RyuJin.
La omega se sintió embriagada con esas palabras.
JiSoo siguió trabajando en su horario establecido por el resto de la semana y dejó las horas extras. Con la alfa en casa, hacían las comidas en conjunto, se ponían a ver series en la televisión y, a veces, iban de compras juntas también. La siguiente semana comenzó de la misma forma, y RyuJin decidió que ya era el momento de decírselo a JiSoo.
Quedó en ir a verlo a su trabajo a la hora de almuerzo, llevando la comida para que las dos comieran en la oficina de su esposa. Se puso lo más bonita que pudo, guardó las cosas y subió al auto. En ese momento, recibió un mensaje. Era de YuNa.
YuNa-ah
Unnie, ¿Estarás en casa más tarde?
Quería darte un regalo por tu embarazo.
RyuJinnie
¡No te preocupes, YuNnie!
Voy ahora a ver a JiSoo.
YuNa-ah
¡Bien! Te veo entonces.
RyuJin tarareó todo el camino al edificio, sintiéndose tan feliz por cómo iban las cosas. JiSoo, de alguna forma, pareció darse cuenta de lo que necesitaba la omega, y eso la hacía sentir tan contenta que hasta podría cantar. Además, con la amenaza de JiSoo en esa fiesta, los murmullos a su alrededor se esfumaron.
Es decir, a veces seguía sintiendo las miradas maliciosas, sin embargo, ya nadie susurraba cuando llegaba a algún lado. Eso era lo segundo mejor de todo.
Bajó del auto y entró al edificio, saludando a todo el mundo. En el ascensor se encontró con ChanMi, que también iba subiendo, y se fueron conversando todo el camino.
―Felicitaciones ―agregó su amiga omega, cuando las puertas se abrieron―, por tu embarazo.
―¿Cómo...? ―preguntó, parpadeando.
―¡Se nota! ―ChanMi le guiñó un ojo―. Estás resplandeciente, Ryu.
RyuJin se puso colorada, pero salió detrás de ChanMi, tan contenta y emocionada.
Mientras caminaba hacia la oficina de JiSoo, se encontró con YuNa a pasos de ésta. La alfa la saludó, sonriente también, y RyuJin se acercó a hablar un poco con ella.
―Pareces florecer. ―dijo su amiga.
―Me siento como la más bonita de las flores. ―bromeó RyuJin, riéndose.
―¿Sí? Mira, tengo un regalito para ti, por tu embarazo ―contestó YuNa, entrando a su oficina, y salió cinco segundos después con un ramo de flores: eran gardenias, de un blanco puro muy hermoso―. Me recuerdan a ti, Unnie.
―¡YuNa, no era necesario! ―dijo RyuJin, conmocionada, pero recibió las flores―. Muchas gracias, esto es...
―¿Qué mierda es esto?
La omega se sobresaltó cuando escuchó la enfurecida voz de JiSoo viniendo detrás de ella. La chica se giró, viendo a su mujer observando a YuNa con los ojos refulgiendo por la rabia y las manos apretadas en puños. RyuJin interpretó la escena enseguida: ella recibiendo unas flores de otra alfa, que le estaba cortejando desde hace mucho.
―JiSoo... ―comenzó a decir, con la voz temblando.
―¿Por qué mierda le estás dando flores a mi omega? ―JiSoo la ignoró, pasando de largo y empujando a YuNa por los hombros. Si no fuera tan grave, sería gracioso pues su esposa era más bajo que la otra alfa, pero en ese momento estaba muy asustada―. ¿Acaso no te quedó claro lo que te dije la otra vez? ¡No te quiero cerca de ella!
―No puedes impedirme estar cerca de mi amiga ―replicó YuNa, mirándola despectiva―. Si RyuJin me dice que me aleje, entonces lo haré. Mientras, no tienes que meterte entre ella y yo.
No fue la mejor elección de palabras, RyuJin lo supo enseguida. JiSoo no tardó en levantar su puño y golpear a YuNa en el rostro, botándola al suelo. El resto de los trabajadores a su alrededor exclamaron por la sorpresa.
―¡JiSoo, por Dios! ―gritó RyuJin, espantada.
―¡¿Ella y tú?! ―gritó JiSoo, iracunda―. ¡Una mierda! ¡RyuJin es mi omega, es mi esposa, y estoy harta de que trates de quitármela!
―¡Mejor aprende a ser una mejor esposa si no quieres que la enamore! ―escupió YuNa, golpeándola de vuelta.
―¡Basta, dejen esta estupidez! ―exclamó la omega―. ¡Por favor, deténganlas!
Nadie parecía querer meterse, porque las dos alfas exhalaban un montón de feromonas de rabia y cólera. El fuerte aroma golpeó a RyuJin, haciéndola temblar por el miedo de la situación.
YuNa tenía el labio roto, mientras que la nariz de JiSoo sangraba. Cuando RyuJin sentía que rompería a llorar, la madre de su alfa apareció con una clara expresión de sorpresa.
―¡¿Qué demonios está pasando?! ―dijo, y agarró a YuNa, que en ese momento estaba sobre JiSoo, y la tiró de la camisa―. ¡Deténganse ahora!
Kazuha, una de las empleadas, sostuvo a YuNa. SooYoung fue donde su hija y la agarro desde el saco, arrastrándola hacia RyuJin.
―¡Miren el desastre que son! ―gruñó ella―. ¿Cuántos años tienen? ¡Ya son adultas! ―las dos mujeres se encogieron en sus lugares. RyuJin tomó a JiSoo del brazo―. ¡A sus oficinas, ahora, o las despediré! ¡Y no me importará que seas mi hija, JiSoo!
RyuJin tiró de JiSoo hacia la oficina, sin dejar de temblar. La alfa gruñía y miraba hacia atrás, a YuNa, pero al menos no volvió a lanzarse sobre ella. La menor cerró la puerta.
―Estoy harto de esa idiota ―comenzó a decir JiSoo, yendo a su escritorio a buscar un pañuelo―, mirándote, haciéndote ojitos, y tú dándole falsas esperanzas, como...
―Si me ofendes, me marcho de aquí. ―habló RyuJin, con la voz tiritando.
JiSoo comenzó a limpiar su sangrante nariz. Seguía viéndose muy enojada, enfurecida y fuera de sí. RyuJin nunca la vio así, porque... Porque nunca hubo motivos, en realidad. JiSoo jamás fue celosa, no hasta ese punto, ya que, además, RyuJin no le dio motivos para ello.
―¿Regalándote flores? ―JiSoo la miró―. ¿Por qué esa idiota te regaló flores? ―sus ojos se estrecharon―. ¿Ahora me vas a decir que son amantes?
RyuJin dio dos pasos y la abofeteó. La palmada resonó en la oficina, que estaba en sepulcral silencio, y la omega apretó sus labios. JiSoo se movió a los segundos, dándole la espalda.
―Eres una cretina ―le dijo RyuJin, y sus ojos se pusieron llorosos―, vete a la mierda, JiSoo.
Se volteó para salir de allí, pero la alfa volvió a girarse y le agarró del brazo.
―Perdón, perdón ―se disculpó, agotada―. Lo siento, Dios, esto es... Perdón, no tuve que decir eso. Sigo muy enojada y...
RyuJin sabía que no era la mejor opción, que debería esperar a que se calmaran. No era lo ideal en ese momento.
―JiSoo ―sin embargo, la omega ya no lo aguantó más―, YuNa me regaló flores porque... Porque estoy embarazada.
La mayor se echó hacia atrás, sorprendida y atónita. Abrió la boca, pero no emitió sonido alguno por otros largos segundos. Presionaba el pañuelo contra su nariz, aunque más allá de eso, no hizo algún otro gesto.
―¿Qué? ―fue lo único que dijo luego de unos minutos.
―Estoy embarazada ―repitió RyuJin―, vamos a ser madres, JiSoo.
Otros segundos de silencio.
JiSoo fue la primero en moverse, pero no de la forma que RyuJin esperaba. Ella se imaginaba el grito de felicidad y un abrazo, sin embargo, ocurrió todo lo contrario.
JiSoo se desmayó. Sus ojos rodaron, retrocedió un paso y cayó al suelo de forma estrepitosa. La omega no podía creer lo que estaba ocurriendo frente a ella, y sólo contempló dos segundos el cuerpo inerte de su esposa antes de gritar por ayuda.
Para su propia fortuna, ChaeWon, otra de las trabajadoras, apareció y observó la escena con sorpresa, antes de ayudarla a arrastrar a la alfa al sofá. Además, fue a buscar un paño con un vaso con agua para tendérselo a la omega. RyuJin no sabía cómo interpretar todo eso.
Mientras seguía inconsciente, le limpió la nariz para quitarle los restos de sangre, y con el paño húmedo, le mojó el rostro con cariño. Diez minutos después, JiSoo soltó un quejido y comenzó a removerse. Abrió los ojos de golpe y la observó, aturdida.
―Ryu ―habló, con la voz ronca―, tuve un sueño horrible.
RyuJin frunció los labios.
―¿Soñaste que estaba preñada?
―¡Sí! ―JiSoo tosió―. Pero me decías que era de YuNa y querías el divorcio.
Ahora, la omega rodó los ojos, un poco enfadada todavía por lo que acababa de ocurrir. JiSoo fue una idiota completa, le dijo cosas feas y, además, golpeó a su amiga. Por otro lado, se desmayó cuando le dio la gran noticia, ¿Es qué podía ser más idiota?
―JiSoo ―dijo, con poca paciencia―, ¿Recuerdas lo que hiciste y dije?
―¡Claro que sí! ―saltó la alfa, antes de soltar un nuevo quejido―. Por Dios, esa estúpida tiene un puño fuerte. Cuando la vuelva a ver...
―¡No harás nada! ―explotó RyuJin―. ¡No le harás nada, porque YuNa no hizo nada malo! ¡Estás más concentrada en eso que en...! ¡Ni siquiera me has felicitado por estar embarazada!
JiSoo abrió la boca, atónita por el arrebato de la omega. RyuJin le miró con rencor y su pareja tuvo la decencia de verse avergonzada.
―Yo... Uh... Lo si-siento, Ryu ―se disculpó, tragando saliva―. Espera, entonces, ¿Realmente estás embarazada?
―¡Claro que sí! ―RyuJin se puso de pie―. ¡¿Por qué mierda estaría mintiendo?!
―Pensé que lo decías para hacerme una broma. ―trató de explicar JiSoo.
RyuJin agarró el vaso, con restos de agua, y le lanzó el contenido. El rostro de la alfa quedó empapado, pero se quedó congelada por la acción. Le estaba valiendo todos sus esfuerzos el no lanzarse sobre su esposa a darle otro golpe que le quebrara la nariz.
JiSoo parpadeó.
―Eso quiere decir que... ―sacudió su cabeza―. ¿Por eso no estabas bebiendo alcohol?
―¡Eres una genio, JiSoo!
―No, no me estás entendiendo ―JiSoo se puso de pie también, con una expresión calculadora ahora―. RyuJin, llevas sin beber alcohol por casi un mes.
Oh. Mierda.
La omega supo enseguida por donde estaba yendo la mente de JiSoo. Lo podía casi ver ante sus ojos.
―Y YuNa lo sabía, porque te regaló esas flores para felicitarte ―la mayor la miró―. ¿Hace cuánto lo sabías y por qué demonios me estoy enterando ahora?
Rascó su nuca, incapaz de hablar para justificarse. Por Dios, todo era un desastre en ese momento, ¿Cómo las cosas podían dar un giro tan rápido en menos de un minuto? Ni siquiera sabía bien qué inventar para no salir tan trasquilada en esa tonta situación.
Aclaró su garganta, decidida a ser lo más honesta posible. JiSoo iba a enfadarse y hasta ahí llegaría todo el amor que le dijo, pero ya no podía mentirle más.
―Cuando... Cuando tuvimos esa pelea grande ―habló―, a inicios de diciembre. Estuve...
―Estuviste vomitando. ―JiSoo tenía las cejas arrugadas.
―Sí. Me hice un... Un examen de la farmacia y arrojó positivo. Yo no... No sabía cómo decírtelo, porque habíamos discutido y estaban esos rumores y... Y tenía mucho miedo, JiSoo ―su voz tembló―. Sé que no es justificativo, pero no sabía cómo te lo ibas a tomar. Tenía mucho... Mucho miedo de que ni siquiera te pusieras contenta ―se puso a llorar, sin poder evitarlo, y soltando todo lo que estuvo sintiendo esos últimos meses―. Ni siquiera sabía sí me amabas en ese momento.
La omega frotó sus ojos para alejar las lágrimas, sin levantar la vista porque no quería ver el rostro de su esposa. No quería ver el odio y el repudio allí.
―¿Cómo podías creer eso, RyuJin? ―preguntó JiSoo.
―Porque no me lo decías ―sollozó la chica―, porque no... No me lo demostrabas seguido. Siempre me sentí... Me sentí en segundo lugar, como si fuera un objeto decorativo para ti. Algo que admirar en ocasiones y nada más. Te la pasabas trabajando, apenas tomándome en cuenta, y escuchaba que tenías amantes, así que no sabía que... Que creer. Estaba de-demasiado confundida, habíamos peleado y no hablábamos, era un caos en mi mente.
Siguió llorando unos segundos, en los que JiSoo no habló. Parecía que le estaba dando su tiempo para continuar, y RyuJin lo agradecía, porque temía que se pusiera a atacarla enseguida, sin dejarle dar una explicación.
―Sólo quería que... Que mi esposa me diera un poco de su tiempo, pero eso jamás pasaba. Me sentía muy, muy sola, Soo... ―sorbió por su nariz, todavía sin mirarlo―. Hasta pensaba que, si me ponía a parir, ni siquiera te darías cuenta. Me sentía como un fantasma a tu lado, JiSoo.
Más silencio. RyuJin se sentó, desahogándose, soltando todo lo que estuvo guardando por años. Era como si el peso en sus hombros se estuviera esfumando, y era liberador, pero también muy aterrador. Si estuvo aguantando eso tanto tiempo fue porque no sabía lo que podía provocar, y ahora, estaba a punto de averiguarlo.
―Quise decírtelo en varias ocasiones, pero no encontraba el momento adecuado ―siguió RyuJin―. Después, tuvimos esas vacaciones tan bonitas, aunque yo pensaba que no iban a durar. Siempre que... Que hacíamos esas cosas, cuando me prestabas atención, duraba sólo unas semanas. Yo sabía que todo eso, tus atenciones, tus cariños, iban a desaparecer en algún momento, porque volverías a trabajar, y todo seguiría siendo igual.
―YuNa, ¿Cuándo lo supo ella?
―La noche de la cena de la empresa ―confesó―. Se lo dije porque necesitaba decírselo a alguien. YuNa sólo ha sido mi amiga, JiSoo, nada más. Nunca ha sido nada más...
Sintió a JiSoo sentarse en el sofá también, pero todavía era incapaz de verla. Estaba muy asustada de lo que fuera a pasar ahora, de lo que iba a ocurrir. Para ella, ya era casi seguro que su esposa le pediría el divorcio.
―Como la he liado, Ryu-ah.
Levantó la vista bruscamente, mirando el rostro afligido y lloroso de JiSoo. Jamás la vio así de afectado en su vida, desde que la conoció, siempre lucía como una alfa fuerte y que no se dejaba doblegar por nada. Ahora, parecía a punto de quebrarse también, y eso la asustó aún más.
―No estoy enfadada, Ryu ―comenzó a decir JiSoo, y la alfa le agarró la mano―, sólo estoy muy decepcionada de mí y de la forma en que te hice sentir estos años. No fue mi intención jamás, pero no sirve de nada que lo diga, porque al final sí te hice miserable.
―No, no miserable ―se apresuró en corregir la omega―, sólo...
―Te hacía sentir insegura y que no valías nada, cuando eres todo para mí ―le interrumpió su esposa con amabilidad―. Cuando ocurrió eso en la cena, cuando vi la forma en la que te trataban, me di cuenta de que yo permití aquello. Fue por eso por lo que... que me prometí que cambiaría, que sería la esposa que te mereces. Por Dios, tenía tanto miedo de que te enamoraras de YuNa y decidieras abandonarme, Jin...
La omega soltó unas risas entrecortadas, moviéndose y sentándose más al lado de JiSoo ahora. La alfa seguía teniendo esa mirada desolada, como si no supiera qué hacer, y RyuJin le dio un apretón en la mano.
―Lamento haber sido fría y descariñada contigo ―agregó JiSoo―, lamento haber priorizado mi trabajo antes que a ti, bebé. Nunca más va a pasar eso, lo prometo ―a pesar de su rostro desconsolado, la alfa le sonrió―. Y estoy muy, muy feliz de que estés embarazada, a pesar de que quise ser la primera en saberlo.
―Eres la tercera ―contestó RyuJin. JiSoo le miró con interrogación―. ChanMi lo ha adivinado hoy, dice que se me nota.
JiSoo olisqueó el aire.
―Eso explica tus feromonas y por qué mi alfa parecía tan enloquecida por ti ―dijo JiSoo―. Por Dios, ¿Cómo no lo noté? Soy una idiota, Jin.
―Sí ―concedió la omega, antes de corregirse―. Lo siento, no quise...
―Vamos, dilo ―provocó JiSoo, más repuesta―, quiero escucharlo. Sé que te mueres de ganas, no voy a enfadarme.
RyuJin, todavía con el rostro húmedo por las lágrimas, se rió torpemente. Sin embargo, JiSoo le miraba con total seguridad.
―Eres una idiota ―habló, tímida―, una tonta, ¡Todo es por tu culpa! Olvidar nuestro aniversario y dejándome de lado... ¡Eres lo peor, JiSoo! ―se calló unos segundos―. Y te amo. Te amo tanto que estaría dispuesta a ser tu segunda opción, a pesar de todo.
―No ―la alfa la atrajo a su regazo―. Si te vuelvo a hacer sentir así, tienes el permiso para gritarme y golpearme. Y si lo sigo haciendo, puedes irte, RyuJin. Puedes marcharte y romperme el corazón ―RyuJin la abrazó, sintiendo el aroma de JiSoo envolviéndola―. Te amo, preciosa. Te amo con todo mi corazón.
―¿De verdad me amas? ―preguntó RyuJin, tímida, torpe, pero esperanzada. Siempre esperanzada.
―Claro que sí ―aseguró JiSoo, besándola―. Te lo diré cuantas veces quieras, hasta el final de nuestras vidas.
―Dímelo otra vez, por favor.
―Te amo, te amo, te amo, hermosa.
RyuJin se rió, abrazándola una vez más, con su corazón latiendo aceleradamente.
―¿Y a nuestro cachorrito también?
―Por supuesto ―un poco titubeante, la alfa le acarició el vientre por encima de la ropa―. Tu madre es una idiota, cachorrito.
RyuJin se rió con más ganas ahora, todavía asustada por todo lo que acababa de ocurrir, pero más aún, sorprendida porque el mundo no se hubiera derrumbado. Durante mucho tiempo creyó que decir la verdad de sus sentimientos podía arruinarlo todo, pensó que priorizarse sólo traería problemas, sin embargo, no era así. JiSoo la escuchó, la consoló, se disculpó y, por sobre todo, la amó también.
―Quiero que te tomes unas vacaciones ―habló, sin soltarla. JiSoo hizo un ruido afirmativo con su garganta―, ¡Quiero que vayamos a Europa!
―¿Europa? ―cuestionó la alfa, pero recibió un golpe en el hombro―. ¡Ouch! ¿Tengo opción para negarme?
―¡No! ―RyuJin la besó en la boca―. Si no lo haces, ¡Le diré a YuNa que me lleve!
―YuNa puede irse a tomar por culo ―replicó JiSoo―. Tendrás tu viaje, bebé. ¿Francia?
―¡Italia!
―¿Qué tal Alemania?
―¡E Inglaterra!
―Me dejarás en la miseria.
―Yo te haré miserable si no me llevas.
JiSoo se carcajeó ante sus palabras y RyuJin admiró la forma en que la alfa sonreía, con sus ojitos cerrándose, sus encías asomándose. La omega pensó en lo mucho que quería que su cachorrito tuviera esa misma sonrisa, porque era preciosa.
―Ahora debes pedirle perdón a YuNa. ―agregó.
La risa murió, pero RyuJin se puso seria, observando a JiSoo arrugar los labios en clara señal de inconformidad.
―Esa idiota...
―Es mi amiga ―le interrumpió RyuJin―, nada más. Te pusiste celosa por una estupidez.
―¿Celosa, yo? Claro que no, qué dices. ―bufó JiSoo.
RyuJin sonrió levemente, acariciando el cabello de su esposa.
―¿Puedes pedirle perdón, por favoooooooor? ―le dijo, haciendo un puchero.
JiSoo soltó unas maldiciones en voz baja, provocando que la omega se riera, y poco después su esposa se puso de pie. RyuJin le agarró la mano, siguiéndola fuera de la oficina. A su alrededor, los empleados volvieron a mirarlas, y algunos contuvieron el aire cuando la observaron caminar hacia la oficina de YuNa.
RyuJin estaba lista para usar su arma escondida si volvían a pelear, que era ponerse a llorar. Si no funcionaba, no pensaba hablarle a JiSoo en semanas.
La alfa tocó la puerta, y YuNa apareció. Tenía el labio hinchado y el cabello hecho un desastre. Detrás, estaba JeongIn, un omega que trabajaba como secretario allí.
―¿Qué quieres? ―dijo entre dientes la alfa más alta.
JiSoo se aclaró la garganta.
―Lo siento ―se disculpó―, no quise golpearte. Es decir, sí quise hacerlo, y tampoco lo siento, pero RyuJin me obligó... ¡AH, MIERDA, RYU!
La omega había pellizcado a JiSoo en el brazo, su rostro inconforme por lo que acababa de escuchar por parte de su esposa. YuNa rodó los ojos.
―Yo tampoco lamento haberte golpeado ―replicó la otra alfa―, te lo merecías hace mucho, por todas las veces que hiciste llorar a RyuJin.
Bueno, eso definitivamente no fue una gran idea.
Agarró a JiSoo de los hombros, cuyos ojos refulgieron en clara señal de amenaza. Ellas nunca iban a llevarse bien, lo tenía claro.
Sin embargo, su esposa hizo algo que no se esperaba: se volteó y la agarró de la cintura, atrayéndola a su cuerpo.
―Quiero dar la gran noticia ―dijo en voz alta, haciendo que todos los empleados la miraran. Su madre, que estaba hablando con unos mánagers, también se giró a verlas―, de que mi bonita esposa está en cinta. RyuJin y yo seremos madres.
La gente lanzó exclamaciones de sorpresa, felicitándolas y sonriéndoles, aunque RyuJin pudo ver algunos rostros maliciosos. Esos murmullos jamás desaparecerían, pero ahora, la omega no los iba a tomar jamás en cuenta.
SooYoung se acercó con clara expresión de sorpresa.
―¡Por fin seré abuela! ―dijo, contenta―. ¡Tu padre llorará de la emoción, JiSoo! ¡Ojalá sea el primero de muchos cachorritos!
RyuJin se puso colorada, sin embargo, JiSoo la miró y la agarró de la barbilla.
―Claro que será el primero ―afirmó, feliz―, el primero de nuestra familia.
La omega la abrazó, cerrando sus ojos y pensando que esa era la felicidad que siempre quiso.
***
al fin actualice por acá, jesus, k trauma es tener universidad TT
pero bn, intentare organizarme mejor para dedicar mas tiempo por aquí, bloom esta, por decirlo, terminada, solo falta el epilogo para cerrar la historia como tal, asi que los tres pajeros que leen esto estén atentos que dentro de poco lo subo, jujuiiiii.
¡Gracias por leer!
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