00. Troubled waters
/ ⁄ BLOODY VENGEANCE PRESENTA
— — The Prologue
Dragonstone,
129 d.C
Antes de bajar del barco que lo llevó hasta Dragonstone, Dalton Greyjoy notó que el agua del mar se encontraba algo agitada.
Frunció el ceño sin comprender lo que ocurría. Algo estaba mal.
Algo realmente estaba sucediendo en Westeros. Cuervos volaban y volaban mientras él los veía desde su catalejo sobre la proa del barco. Iban al Norte, iban al Sur, iban en todas direcciones de las que el apenas recordaba podían ser posible. Luego fueron los dragones, reconoció el dragón de la princesa Rhaenys Targaryen, el del príncipe Jacaerys, y el dragoncito del rayo de luz que llego a su vida de una manera inesperada.
Lucerys Velaryon y su dragón Arrax.
No vio a Toothless, el dragón del mellizo de Luke por ninguna parte. Le preocupo. Cuando lo hicieron bajar al bote que lo llevaría a la orilla, miro como en el puente se encontraba la reina madre Davinia Tyrell, algo que lo consterno en demasía ¿Ella no se encontraba en King's Landing con sus hijos? Se bajó con rapidez, casi corriendo por la orilla de la playa para poder alcanzar a la pelirroja mujer que lo esperaba algo nerviosa. Junto a ella estaba Maegar Targaryen, el primogénito de la reina.
Jamás tuvieron alguna interacción entre ambos. Él estaba más pendiente de navegar y cumplir todos los deseos de Luke.
Al acercarse, noto entonces la piel pálida, los ojos rojos e hinchados de madre e hijo.
—Reina Davinia, príncipe Maegar —saludo de manera cordial.
—Lord Greyjoy, no esperábamos su llegada tan repentina —saludo de regreso la Reina. Ella jugo con sus manos cubiertas por guantes de tela fina. Su hijo acaricio la espalda de su madre en un intento de calmarla—. Estamos... Acabamos de...
Algo dentro de él se preocupó. Que la reina no pudiera terminar una frase hizo que los músculos de su rostro se tensaran. Un suceso grave había ocurrido. Con una mirada al príncipe, este asintió para darle el espacio necesario a su ingreso a la gran Fortaleza de Dragonstone. Una gran fortaleza construida a los pies del volcán Montedragón. Era bellísima, pero no tanto como Pyke.
Corrió dentro, no se detuvo. No llevaba su pesada armadura que lo hiciera andar lento. No. Estaba usando ropa cómoda para un viaje cómodo a su hogar, pero prefirió desviarse a Dragonstone para pasar a saludar. Dentro de él, su alma gritaba preocupada por el pequeño pelinegro que volvía su mundo vuelto loco ¿Por qué Luke no salió a recibirlo como siempre hacía cuando llegaba de sorpresa? ¿Dónde estaba Luke?
"— ¿Dónde está Patroclo? —Pregunto Aquiles"
Al entrar se encontró con la sorpresa de que un gran Consejo se estaba llevando a cabo en la Mesa del Mapa de Westeros. Todos lo miraron sorprendidos y preocupados, algunos incluso con miedo ¿A que, específicamente? ¿A una reacción suya en contra de lo que sucedía? En realidad, estaba más interesado en buscar a su rayito de sol que en lo que estaba sucediendo. Camino pasando de la gente que lo miraba. Buscaba a alguien, buscaba a la princesa Rhaenyra quien podía saber el paradero de Luke.
—Lord Greyjoy...
Baela Targaryen se asomó casi temerosa por un costado del príncipe Daemon. Había estado llorando, lo mismo que su padre. En definitiva, algo estaba sucediendo. No escucho la orden de la princesa, que ahora lo observaba consternada. Su rostro sucio por las lágrimas derramadas, su piel más pálida de lo usual y sus cabellos en completo desastre. Rhaenys Targaryen y Corlys Velaryon no se quedaban atrás.
Todos estuvieron llorando.
— ¿Dónde está Luke? —Pregunto sin esperar a que le explicaran la situación.
"— ¿Dónde está Patroclo? —Pregunto Aquiles a las personas que lo observaban"
Nadie respondió. Se miraron entre ellos evitando responder la pregunta que quemaba en su lengua como si de fuego se tratara. Su rayito no se encontraba en la habitación. Tampoco lo estaban su mellizo, Rhaegon Velaryon, la prometida de su mellizo, Rhaena Targaryen. Busco y busco, pero solo veía rostros llorosos y dolidos por una situación de la que no era consciente. El príncipe Jacaerys y su prometida Malisanne no se encontraban presentes. La princesa Valenya no estaba tampoco ¿Dónde estaban todos? Recordaba la vez que durante un viaje unos piratas secuestraron al rayito y tuvo que vengarse de estos. Sin embargo, al llegar al barco con Luke, nadie le pudo comentar acerca de la muerte de su tío...
No, eso no podía estar sucediendo.
Luke estaba bien, solo estaba escondido y temeroso esperando a que lo fuera a buscar. NO ESTABA MUERTO. Él estaba sano y salvo, en Driftmark con su hermano y Rhaena. Las personas que vean en frente lloraban por la muerte de otras personas. Luke estaba vivo... Luke estaba vivo...
"Patroclo estaba vivo... Patroclo estaba vivo"
—Dalton... —La voz de la princesa se hizo presente en sus conductos auditivos, entrando cual intrusa a detener aquellos pensamientos hirientes que quemaban en su mayoría su alma. Luke no estaba muerto. Patroclo no estaba muerto—. Hay algo que debo decirte.
Su mandíbula tembló y su mano derecha apretó la daga que tenía en su cadera.
—Mi padre, Viserys I falleció hace algunos días —informo. Mierda no. Entonces eso significaba que los verdes... Por los dioses, por eso era que la reina madre Davinia se encontraba en Dragonstone con sus hijos. Pero eso no explicaba en que entraban las personas desaparecidas de la habitación—.Los verdes usurparon el trono... Rhaegon y Rhaena escaparon a Driftmark al enterarse... Valenya fue secuestrada por los verdes... Tuvimos que actuar...
—Jace pidió cuidar los mensajes... —Continuó Baela.
Dalton negó pasando su mano izquierda por sus cabellos pelinegros. Tiro de ellos para poder focalizar el dolor de su alma en un solo lugar.
Luke no estaba muerto.
"Patroclo no estaba muerto"
—Jace y Malisanne fueron a buscar apoyo al Valle con Lady Jeyne y después a Winterfell, con Lord Cregan —informó Rhaenyra. Dalton enfoco sus ojos en ella, los amatistas estaban opacos de tanto lagrimear—. Lucerys fue enviado a Bastión de Tormentas.
Si algo le paso en ese lugar lo haría trizas y decapitaría con sus propias manos a Borros Baratheon.
—Aemond estaba allá...
Aemond estaba allá...
Aemond estaba allá...
Aemond Targaryen estaba en Bastión de Tormentas la noche que su rayito fue al lugar.
Negó. No, Lucerys estaba vivo. Solo que estaba escondido en Dragonstone. Tenía que encontrarlo.
—Dalton... ¡Dalton! —El grito de la ahora Reina se escuchó a su espalda, pero él no le tomo atención.
Tenía que encontrar a Lucerys
"Tenía que encontrar a Patroclo"
Corrió escaleras arriba, por los pasillos de cada parte de la fortaleza. Abrió puertas, abrió armarios y movió las cortinas. Miró debajo de las camas, abrió las ventanas. Luke debía de estar en alguna parte.
— ¡Luke! ¡Luke! —Grito, esperando poder escuchar su adorable voz.
"— ¡Patroclo! ¡Patroclo! —Grito Aquiles, buscando en cada lugar al menor"
Corrió y corrió por los pasillos. Entro a las habitaciones ignorando el llamado de Baela Targaryen tras suyo. Ellos estaban mintiendo, ellos solo querían verlo vulnerable. Las lágrimas corrían por su rostro, el sudor por su espalda, la ropa le incomodaba. Sus piernas pedían descanso y su alma... Su alma sangraba por el dolor de perder a su amado.
— ¡Luke, por favor no me hagas esto! —Volvió a gritar ignorando a la servidumbre que lo miraba con pena.
"— ¡Patroclo, aparece por favor! —Grito Aquiles desesperado"
No quería su lastima, quería la verdad.
Entro a la habitación de él, de su rayito. Vio todo tal y como él lo dejaba, la cama ordenada y pulcra, sus cuadernos desparramados en el escritorio al igual que los libros. Las ventanas cerradas. La ropa guardada en su armario. La misma alfombra donde se acostaban entre muchos almohadones —robados desde el resto de habitaciones— mientras contaban anécdotas de infancia. El caballito de mar que tanto le gustaba cargar durante los viajes.
La realización cayo como agua fría. Cayo de rodillas respirando dificultoso, su pecho dolía como si estuvieran arrancándole el corazón de una estocada. No podía ver anda más que no fuera ROJO. Sus manos temblaban mientras sostenían una capa de su rayito que se encontraba colgada en una silla, las lágrimas no paraban de caer. No estaba preparado para perderlo, no todavía.
Muchas cosas debían de decirse.
—Dalton...
El susurro de Baela a su lado. Sintió las manos de la joven en su espalda acariciando con delicadeza. Se derrumbó en el cuerpo de ella. Lloro y grito aferrándose a la capa. Más personas entraron a la habitación, pero no les tomo importancia. Estaba desolado, perdido en el mar sin su brújula, sin la persona que lo guiaba, que lo calmaba. El ya no estaba. Su rayito de sol ya no estaba.
Lucerys no estaba.
"Patroclo ya no estaba"
El fuerte agarre de la reina Rhaenyra en el hizo que su llanto fuera aún más desgarrador una madre perdió a un hijo y a una hija. Perdidas que serían imposibles de recuperar durante la guerra que poco a poco se fue cimentando desde los oscuros pasajes de la Fortaleza Roja. Un nido de víboras que mantenía a la princesa Valenya tras las rejas sin poder sufrir junto a su familia por la pérdida de una familia.
Las malditas ratas verdes caerían.
—Aemond... Él lo... Persiguió durante la tormenta y... No encontramos nada de... Ellos... —Comento la reina.
Su mandíbula y labios temblaron. Sus lágrimas cayeron nuevamente, pero no de tristeza. De Rabia, de furia y deseo de Venganza.
Miro a la reina Rhaenyra. Sus ojos inyectados en sangre de venganza que no descansaría hasta ver al culpable de todo, a Aemond Targaryen reducido a cenizas. Reducido a nada.
Con el dolor de su alma sangrante y las lágrimas furiosas cayendo de sus ojos, tomo el rostro de la reina para unir sus frentes.
—Un hijo por un hijo. Una hija por una hija. Lucerys y Valenya serán vengados
Aemond Targaryen sufriría las consecuencias de sus actos cometidos.
Sufriría las consecuencias de la Venganza Sangrienta de Dalton Greyjoy.
¿Qué les pareció?
Me voy a esconder para que no me tiren rocas...
Monse 🐲🐲
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