I. La llave

Siempre pensé que mi vecina era rara.

Hace cerca de tres meses que vivía en el departamento de al frente, y no habíamos cruzado más que par de palabras. Nos saludábamos cuando nos cruzábamos, y en alguna ocasión había intentado tener alguna conversación, ella solo asentía y me ignoraba. Con el tiempo me había acostumbrado a su actitud indiferente.

No fue hasta que un día Polak me fue a visitar que empecé a tener interés por ella.

-Che, ¿Sabías que tu vecina solo tiene 19 años?-preguntó cuando abrí la puerta

Lo vi confundido, sin entender como había llegado hasta mi departamento. El edificio solo tenía 5 pisos, y dos departamentos por piso. Era algo privado, y no teníamos portero o interruptor para abrir desde lejos. Solo quedaba tocar el timbre respectivo y la persona bajaba a abrir la puerta principal. Polak había llegado a mi departamento sin necesidad de ello

-¿Cómo demonios entraste aquí?-pregunté dejándolo pasar

Polak se sacó su abrigo y se botó en el sofá.-Me encontré con ella en la puerta cuando salía, me dejo abierta la puerta y se le cayó su identificación estudiantil. Se llama Vondra y tiene 19 años.-explicó

Me encogí en hombros-Bueno, es joven, pero es mayor de edad. Tendrá sus razones.-respondí restándole importancia

-Lo sé, pero me dijiste que no tiene visitas, y casi siempre está sola.-repuso-No sé, si mi hermana se fuera a vivir sola, la visitaría seguido-

Solo entonces, entendí su punto. Cuando había decidido vivir solo mis padres habían insistido en verme al menos una vez a la semana, y cuando me aburrí de que me llamaran la atención por mi desorden, les había pedido irlos a ver en su lugar tres veces a la semana en su lugar. Incluso el día de la mudanza ellos me habían ayudado con mi hermano mayor. Ella, en cambio, había llegado un día con unas diez cajas, tres maletas y una compañía de electrodomésticos y muebles. Solo ella, sin nadie que ayudarla más que la señora Krasna.

Desde ese momento, decidí observar que hacia y su rutina para ver cuál podría ser una manera podía ayudarla. A mis 25 años, sentía cierta empatía por ella y su rara situación. El apellido "Davydev" estaba escrito en un pequeño cartel a lado de su puerta. Su nombre era Vondra Davydev, aparentemente rusa. Su cabello siempre estaba teñido de algún color raro: azul, morado, naranja, rojo... cambiaba cada cierto tiempo. Sus ojos eran de color miel claro, tanto que parecían amarillos, su piel pálida y nunca llevaba maquillaje. Media cerca de un metro sesenta siete, y era bastante delgada.

¿De como sabia cuanto media?. Había observado por la mirilla de la puerta un día y medido con un metro para ver. ¿Quizá era exagerado? Si, si lo era.

Pero no dejaba de parecerme curiosa aquella chica. Su rutina variaba según el día, y supuse que eso era por ser estudiante. Lunes, miércoles y viernes salía a las siete y media y no regresaba hasta las 8 de la noche. Martes, jueves y fines de semana salía a las 3 de la tarde y regresaba a las 9 de la noche. Todo eso había visto en tres semanas de ver su rutina. Era extrañamente solitaria. Aun para su edad.

-Kral... ¿Estás bien? No comiste un bocado de tu comida-

Levante la cabeza y vi a mi madre, quien me observaba preocupada. Mamá tenía la idea de que si no comías bien, algo no estaba bien en tu vida. Desde que era pequeño me había embutido comida por montones para hacer que crezca fuerte y sin preocupaciones, y ahora que media un metro noventa, ella se veía orgullosa de eso.

-No es nada, solo pensaba en mi vecina-

Mi papá, quien se había dedicado la lee periódico todo ese tiempo, levanto la mirada y sonrió con complicidad

-¿Así que decidiste dejar la soltería?-

-No es eso-bufé-Solo me preocupa un poco su actitud. No la veo mal, pero tampoco está bien... Me enteré de que solo tiene 19 años-

-¿Diecinueve? Es muy joven, quizá tenga problemas familiares.-mamá comento preocupada-Sería buen que intentes hablar con ella, podrías ir con Lexa-

-¿Por qué con ella?-

-Es chica, podría ser más fácil para ella explicar su situación frente a ella-

-No es una buena idea-

Por un motivo que prefería pasar por alto, después de comentarle hace una semana a Lexa que hacía, ella se había molestado conmigo. No tenía otra amiga cercana mujer, así que si quería hablar con ella, sería por mi cuenta.

-Parece que tu hermano va en serio con aquella chica francesa-mi papá comento unos minutos después, acompañándome a la recepción de turismo-Estaba pidiéndome consejos para comprarle un anillo-

-¿Piensa casarse?-Pregunte sorprendido

Papá asintió y sonrió.-Para un padre este tipo de cosas son importantes. Verlos crecer y madurar es lo mejor para mí, Kral-explicó-Para ser sincero, me alegra que quieras ayudar a esa chica.-

-¿En serio? No me parece la gran cosa-

-Puede que no lo sea, pero aun así me alegra-

Llegamos a la oficina y ahí una familia esperaba. Al vernos entrar, preguntaron en un checo extraño-¿Está el señor Kral Hajek?-

Sonreí de oreja a oreja y me acerqué-Soy yo-respondí-¿Están listos?-

La familia asintió con energía y me apresuré a tomar el file de la familia. Eran franceses, y querían un recorrido simple de dos días. Desde que me había graduado había trabajo en el hotel de mis padres y había estudiado turismo exclusivamente para hacerme cargo de ello. Tabor era una ciudad pequeña, y tenía bastantes puntos turísticos. Era fácil para mí, quien había nacido ahí, recordar cada uno de ellos.

-Familia Andou, comencemos con el tour.-

Había regresado a mi departamento a las 7, y me sentía bastante cansado. Después de tomar una ducha y hacerme la cena, me senté en el living y prendí mi televisor. El departamento era pequeño, tenía un concepto abierto. Una cocina de tamaño mediano, un living con espacio para un par de sillones dobles y una mesilla. El único cuarto era grande y contaba con un vestidor. Había un solo baño y un pequeño balcón con vista al río. Era el espacio suficiente para una persona.

Mire el reloj de mi living y al ver que eran las nueve y diez, silencie el televisor y estuve atento al pasillo. Vondra debería llegar pronto, y me parecía una buena ocasión para hablar con ella. No paso mucho tiempo hasta que sonaron unos pasos y luego un largo silencio. Al no escuchar la puerta, me preocupe y me acerque a la mirilla.

Ese día vestía con un jean negro, botines con estampado floreado y una polera de manga corta gris, además de un saco verde, y su cabello (ahora naranja) estaba trenzado hacia un costado. Tenía en su mano su pequeña mochila de tela blanca, y tenía puestos sus beats inalámbricos. Y veía a la puerta con una expresión vacía.

-Mierda-bufó finalmente

No entendí que sucedía hasta que note que tenía su llavero en la mano y tenía la llave en mano rota. Se había roto su llave dentro de la cerradura.

Sin perder tiempo, ella volteó y escuché el sonido de las gradas. Me quede en silencio, sin tener el coraje de hablarle después de ver eso. Me aleje de la mirilla y golpee mi cabeza contra el muro.

Era un idiota.

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