Preocupaciones innecesarias
A medida que recuperaba la conciencia, sentí cómo el dolor me atravesaba todo el cuerpo. Era como si los huesos se me estuvieran derritiendo. Envuelto en un ardor, respiré con dificultad.
—Está bien —sonaba una voz desconocida.
—Duele...ah...estoy tan cansado —le respondía.
—Ya, ya. Tranquilo...eso es. Todo va a estar bien, duerme un poco más.
Una mano fría me acarició la cabeza y luego sentí un suspiro que parecía compadecerse de mí.
—¿Quién eres...? —la curiosidad pareció vencer un poco al cansancio que sentía. La otra persona no respondía, por lo que extendí el brazo a ciegas y toqué algo. Un momento después, pude desentrañar quién era aquella persona misteriosa—. ¿Roy? ¿Por qué estás...? ¿Cómo es que...?
—Gray, creí haberte dicho que durmieras un poco. ¿Por qué no me hiciste caso?
—No es que no haya escuchado, es que...sentía curiosidad...
—Me enteré de que no estabas bien. No vas a durar mucho en estas condiciones, tienes que descansar, Gray. Aunque no pueda borrarte los recuerdos, al menos algunos consejos básicos te vendrían bien.
Roy puso el dorso de su mano sobre mi cuello caliente y se inclinó hacia adelante, más cerca de mí. Aunque la habitación estaba a oscuras, podía ver sus ojos carmesí con claridad. Pronto, nuestras frentes se encontraron, y el aliento de Roy me hizo cosquillas en los labios.
—¿Roy...?
—Gray, esto no fue más que un sueño. Quizás sea mejor que te olvides de todo esto.
Sin poder aguantar los mareos, cerré los ojos y me sumí en la oscuridad. En lo profundo de la oscuridad.
Más tarde, me desperté con el ruido de una puerta que se abría.
—Uf...me siento mareado...
Todo daba vueltas a mi alrededor. Miré hacia el techo y me pareció que giraba a toda velocidad. Al principio, en sentido de las agujas del reloj y, luego, ¿en sentido antihorario?
—Ah...Dayn, ¿cuánto tiempo has estado ahí?
—Así que no lo recuerdas. Hasta me dijiste que entrara. Estaba muy preocupado, ¿cómo te sientes?
—Bueno, siento que me recuperé un poco...
Era como si alguien me hubiera estado cuidando. Dayn me lanzó una mirada, y luego puso cara como si se hubiese dado cuenta de algo.
—Pareces estar bien —me dirigí hacia él—. ¿Ya ha terminado ese período?
—Sí, pasó sin problemas. Y, después, te dedicaste a dormir durante dos días.
—¿Qué? dos días...—agaché entonces la mirada—. Lamento haber causado tantos problemas.
—No tienes que disculparte por eso, Gray. Tranquilo. Pero...veo que creíste en lo que te dije.
—Ah, ¿estabas bromeando?
—No, no quise decir eso. Sin embargo...no sospechas de mí. Qué interesante...
—Supongo que no tengo motivos para sospechar. Para ser sincero, me sorprendiste y...
—¿Y?
—Confío en ti, de verdad.
Con cuidado, Dayn me arregló las ropas desaliñadas.
—Gray, te recuperaste perfectamente, así que no diré nada. Sin embargo...quiero que sepas que estuve muy preocupado durante estos dos días.
Aquellas palabras dieron un vuelco al corazón dentro de mi pecho, pero en ese momento de vacilación, decidí cambiar las palabras que realmente pensaba.
—Gracias. Veo que tengo un buen amigo a mi lado.
—Un buen amigo...tus palabras me conmueven.
Dayn me tocó la frente para comprobar mi temperatura. Aquello era innecesario, estaba bien, si seguía estando así de cerca, tal vez yo...
—Dayn, ¿por qué tienes la mano tan caliente?
—Caliente...no puede ser. Soy el mismo de siempre.
—¿De verdad? No te he contagiado nada, ¿no?
—No, estoy perfectamente bien. No te preocupes.
Pero tenía tantas preguntas dándome vueltas en la cabeza. ¿Cómo había terminado todo? ¿Cuál era el objetivo de aquel vampiro?
—Ya que estás despierto, iré a prepararte algo de comer. Espera un momento, regresaré pronto.
—Gracias por cuidarme...
Un momento más tarde
Alguien golpeó la puerta sin decir nada. ¿Quién podría ser?
—¿Dayn? Pasa.
Abrí la puerta y del otro lado vi a Dayn y Ruel.
—Tienes hambre, ¿no? Siéntate.
—¿Ni siquiera me vas a saludar? En fin, estabas bien, ¿cómo es que te has enfermado?
—Puede haber sido por el estrés de estar en un lugar nuevo durante tanto tiempo. Gray, aguantaste todo. Lo hiciste muy bien.
Esta conversación parecía tonta y sentimental, un vampiro trataba de tener mi atención, y el otro trataba de animarme.
—Pero...solo hice lo que tenía que hacer...
—¿Qué te dije? No hace falta que nos preocupemos por esto —Ruel, entre gruñidos, empujó la bandeja hacia mí—. Si sigues así, la comida se enfriará antes de que la termines. Date prisa y come.
—Mm no tengo mucha hambre, pero comeré un poco.
—Gray, tienes que comer bien —me insistía Dayn con preocupación.
—A ver...si vas a comer, tienes que hacerlo bien. ¿Qué es eso de "un poco"? Igual supongo que es mejor que nada —Ruel, tan terco, pero ¿realmente lo es él, o lo soy yo?
Dayn me ofreció un poco de agua y me dio un par de pastillas de un frasco que estaba sobre la mesita de luz.
—Te las envía la farmacéutica. Tómalas y te sentirás mucho mejor.
—Dayn, podemos confiar en esa farmacéutica, ¿no? Si te da algo que no sirve, deseará estar muerta.
—Trabaja con nosotros desde siempre... ¿Cuándo podrás confiar aunque sea un poco en ella?
—Yo soy el que tiene que tomar la medicina, ¿por qué discuten? —tras la pregunta, me tragué las pastillas y me recosté sobre la cama. Ruel seguía en el cuarto, sin intención de irse—. ¿Por qué te quedas ahí parado?
—Estoy demasiado preocupado como para dejarte solo. Vinimos para cuidar de ti, ¿recuerdas?
—Sé que Dayn se preocupa por mí, pero ¿y tú?
—Yo...creí que te ibas a morir...
—¿Quién dijo que moriría?
Tal vez estaba siendo demasiado serio con el tema, al fin y al cabo, a pesar de la rudeza de mis principios en la mazmorra, ahora todos parecían ser más considerados conmigo. No quería seguir inmerso en mis pensamientos, por lo que Dayn me sacó rápidamente de ellos con unas palabras de despedida.
—Te dejaré para que descanses. Si pasa algo, llámame.
—También deberías irte, quiero dormir un poco —hablaba en dirección a Ruel.
—Pf...no te vayas a pasear por ahí hasta que te hayas recuperado por completo.
Dayn y Ruel me miraron a regañadientes antes de irse de la habitación. Cuando ya no pude oírlos, me quedé dormido.
A la mañana siguiente, me estiré en la cama feliz de sentirme menos cansado.
—Parece que la medicación ha funcionado de verdad. Ahora siento que sobreviviré. Me siento mal por haberme perdido un par de días de trabajo, pero...
Un poco enfadado, decidí salir de la cama e ir a fuera.
Si pasa algo, llámame.
Pf...no te vayas a pasear por ahí hasta que te hayas recuperado por completo.
Aquellas palabras vinieron a mi mente, pero tan solo pude pensar en alguien al momento. Entonces, llamé al número de Dayn y me contestó de inmediato.
—¿Gray?
—Sí, soy yo. ¿Estás ocupado?
—Ah...no. Tan solo me tomaste por sorpresa. ¿Qué ocurre? ¿Quieres que vaya contigo?
—¡No! No pasa nada. Estaba pensando en ir a echar un vistazo a la mazmorra, pero no quería irme sin decirte nada y que luego te preocuparas.
—Ya veo. Gracias por avisarme. Pensaba visitarte luego de que terminara unas cosas.
—Ah, ¿de verdad?
—Parece que por poco no te encuentro. Te veré en un rato. Gray, no sabes cuánto me alegra escuchar tu voz.
Una risa apacible se mezclaba en su voz. El sonido me hizo cosquillas en la oreja...y colgué deprisa.
—Juro que...
El salón de la mazmorra
Regresé a la mazmorra tras decidirme por caminar hasta la hora de encuentro con Dayn y, por suerte, parece que no había sucedido nada mientras no estuve.
—Estoy a salvo. ¿Qué tal si voy a mi habitación?
—¿Viniste hasta aquí nada más que para irte?
Di un salto al escuchar esa voz repentina, y vi a...
—¿Dana?
—Me preguntaba dónde estabas, apestas a medicamentos. Pero te ves menos moribundo de lo que pensaba. Parece que descansaste bastante, ¿no?
—Sí, bueno, gracias a todos los que cuidaron de mí.
—Pf... —Dana se quedó mirándome en silencio, parecía que estaba analizando mi estado más cuidadosamente. ¿Se preocupaba por mí? ¿O tan solo estaba buscando una excusa para molestarme?—. Pareces estar en buena condición, qué pérdida de tiempo.
—¿Viniste a discutir conmigo?
—¡Ja! Qué gracioso, ahora que todos te malcrían, te sientes la fresa del postre, ¿no? —su mirada cambió ferozmente— ¿Acaso quieres descubrir lo que es una discusión de verdad?
Dana estiró el brazo hacia mí, pero justo cuando intentó agarrarme por el cuello, apareció alguien.
—¿Qué están haciendo? Gray...¿estás bien? —se trataba de Eden.
—¡Eden! Sí, creo que estoy mejor, ¿estabas preocupado?
—Sí, y...sorprendido. Pensé que estabas descansando en tu habitación.
—Eden, ¿por qué me miras así? —preguntaba Dana con cierto rechazo—. Tan solo estaba saludándolo. ¿Feliz?
Dana gritó con una voz aguda antes de irse de la sala. Eden suspiró y puso los ojos en blanco. Luego, me miró.
—En fin, Gray, ¿estás bien como para salir a caminar así?
—Por supuesto. ¿Tú estás bien?
—¿Yo? ¿Estás preocupado por mí?
—Por supuesto. No pude preguntarte cómo te encontrabas...
—Yo también estoy bien, y todo gracias a ti.
—Qué alivio. Supongo que valió la pena meterme en ese lío. Ah, ¿me estabas buscando?
En ese momento sentí su mirada sobre mí, y sus ojos estaban llenos de preocupación. Me siguió mirando un rato en silencio, y luego asintió lentamente.
—Roy te está buscando.
—¿Roy...?
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