Decreto 9: No Mostrarás Debilidad ante Nadie
Un olor agradable navegó por el aire para impregnarse en su nariz y así entreabrir sus ojos, despertando de un sueño que le pareció eterno. Su mirada se fijó sobre un jarrón con gardenias a la par de su cama ¿Cómo había llegado eso ahí?
–Miren quien ha regresado al mundo de los vivos– escuchó la voz de Rouge para verla al pie de su cama –Por así decirlo – habló divertida para caminar hacia él con una copa en su mano –Te traje sangre, pensé que te haría falta – indicó para entregarle la copa.
Shadow tomó la copa de sangre para ver el espeso líquido carmesí y así una imagen golpear su mente de pronto.
–Amy– soltó cual epifanía para buscarla de manera instintiva con la mirada.
–La mande a descansar– se involucró la murciélago para que sus ojos se dirigieran a ella –Llevaba dos días seguidos aquí vigilándote, necesitaba descansar, o al menos eso dijo Espio– expresó sin interés –Ya sabes que los cuerpos mortales son muy frágiles.
–Ella está... quiero decir...– acalló al recordar la herida en la cabeza de la eriza. Estaba seguro que la había lastimado –¿Acaso hice algo cuando estaba...
–Empieza a beber – interrumpió Rouge con molestia–No te preocupes por cosas que no importan, además, si algo le llega a pasar puedes conseguir a otra sirvienta – dijo restándole importancia al asunto.
–Supongo– murmuró para ver de nuevo el líquido carmín.
Shadow sorbió un trago de aquella copa sin encontrar placer en la sangre que ahora bebía. Alejó la copa de sus labios con un mohín disconforme ante el sabor, aún permanecía el sabor de la sangre de ella en su sistema, después de todo era lo que lo había salvado.
–¿Qué sucede? – inquirió la vampira ante su obvio desagrado –Es tu favorita, AB negativo.
–Nada– espetó para dejar la copa a un lado, sin apetito.
–Bien, yo iré a dormir – habló con un bostezo –Amaneció hace poco y estoy exhausta– dijo para caminar hacia la puerta –En la noche me contarás sobre tu pequeña aventura, hasta entonces.
Shadow observó a Rouge dejar su habitación para por fin dejarlo a solas y sin pensarlo dos veces quitarse aquellas sábanas de encima y buscar su traje carmín.
Tenía que verla.
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Subió la mano para alcanzar de su librera el último libro que había prestado de Prower cuando aquel punzante dolor la hizo detenerse para sujetar su costado mientras un mohín de dolor se grababa en su rostro.
–Rayos– murmuró al viento.
Amy escuchó tocar la puerta de habitación captando su atención y así ver de reojo a su ventana la cual empezaba a mostrar los primeros tonos rojizos del día. Caminó hacia la misma sujetando su costado un tanto extrañada por la visita. Posiblemente Espio necesitaba ayuda con las últimas compras de Rouge.
Abrió la puerta para ver al erizo negro de pie del otro lado del umbral.
–Shadow – soltó con una genuina sorpresa –¿Cómo... quiero decir... – silenció impactada por la presencia imponente del vampiro. No esperaba verlo de pie tan pronto –¿Cómo te sientes? – logró preguntar al fin.
Shadow fijó su vista en la pequeña cicatriz, apenas visible tras su flequillo, sobre su frente para así acercar su rostro al de ella, haciéndola retroceder sutilmente incómoda por la cercanía. No había sido un sueño. Su mirada dura se suavizó ante esto. Sus memorias yacían mezcladas entre su pasado y su presente, los delirios por las altas fiebres le hacían imposible saber qué había pasado con certeza.
–¿No deberías de estar descansando? – retomó la eriza ante el prolongado silencio y mirada inquisitiva.
Sus ojos se desviaron a los de ella, quien lo miraba con cierta confusión. Tal vez porque era de día o por el hecho de haberla ido a buscar.
–Estoy bien ahora – respondió el erizo en suave voz –¿Tú...– silencio de golpe.
No sabía cómo preguntar lo que deseaba, provocando que ella alzara una ceja ante su argumento inconcluso. Shadow le desvió la mirada para carraspear su garganta y así recobrar la compostura tomando distancia de ella.
–Ven conmigo – pidió al fin.
Shadow no tenía idea de cómo interactuar con ella o qué se suponía debería de decir. Llevaba muchos años sin hablar apropiadamente con un mortal o sin querer hacerlo.
–Amm...– murmuró ella desviándola la mirada y abrazarse suavemente –¿A dónde exactamente? – preguntó tímidamente la eriza; parecía no querer estar cerca de él.
Shadow abrió los ojos de golpe ¿acaso lo miraba como un monstruo por lo que había hecho? Si tan sólo pudiera recordar sabría cuánta culpa debería de cargar encima.
–...Prometo no hacerte daño– susurró desviándole la mirada.
–¿Eh? – exclamó Amy rompiendo su máscara de timidez para verlo con asombro por las palabras que salieron de su boca; sin realmente entender su cambio de actitud.
–Yo...– intentó decir nuevamente para verla nuevamente de manera intensa.
¿Por qué era tan difícil decirle lo que por su mente rondaba?
Shadow se acercó nuevamente a ella para elevar su flequillo con su mano y ver la herida que ya había cerrado y con su pulgar acariciar suavemente la marca que ahora lo carcomía por dentro.
–No fue mi intención, esto...
–¡No, no! – exclamó Amy con una voz aguada para retroceder torpemente adentrándose a su habitación en un intento de tomar distancia –¡No fue nada! – dijo con una sonrisa que pretendía tranquilizarlo –Esta herida no es nada, he tenido que peores heridas que...
Amy calló al toparse contra el escritorio de su habitación para que un gemido de dolor fuera exclamado de sus labios y sentir una punzada de dolor recorrer cada centímetro de ella.
Amy sujetó su costado con fuerza mientras intentaba ocultar el obvio dolor en su mirar.
–Maldición – masculló la eriza para morder su labio inferior.
–Estás lastimada– espetó el erizo negro ante su mohín de dolor.
–E-Estoy bien– habló adolorida sujetando su costado con fuerza para recostarse sobre la pared en un intento de aminorar el agobiante dolor.
Shadow se adentró a su recámara para verla con aquella típica mirada intensa que tanto lo caracterizaba; provocando que ella tragara pesado. Generalmente la miraba así cuando se encontraba molesto por algo.
–¡N-No es nada! – dijo alarmada ante su mirada para intentar pararse erecta, pero al intentarlo volvió a sentir aquel agudo dolor obligándola a caer de rodillas al suelo –¡Maldición! – exclamó para que lagrimas se asomaran en su mirada.
–Déjame ver– pidió Shadow con gentileza colocándose con una rodilla en el suelo.
–¡Te lo digo, no es nada! – se negó, molesta por la insistencia del erizo –Puedo cuidarme sola – habló orgullosa.
Shadow rodó sus ojos en señal de exasperación. Aún no había perdido el espíritu de lucha. Sin pedir su consentimiento la alzó del suelo con delicadeza para cargarla ignorando su alegato ante sus acciones y así recostarla con suavidad sobre la cama.
El erizo observó la ventana que dejaba ver al sol que empezaba a colarse para así cerrar las cortinas al acto, oscureciendo la habitación. Shadow caminó hacia el candelabro que yacía a la par de la cama de ella y con la yema de los dedos crear una flama para encender las velas en el mismo.
Amy lo siguió con la mirada, asombrada por la llama que él podía crear a voluntad; no sabía que podía hacer algo como eso. Lo vio iluminar su habitación en silencio para que el mismísimo sol alumbrara a dentro de la misma y una vez terminado el trabajo cerrar la puerta de la habitación volteándola a ver.
Sus ojos carmesíes se fijaron en ella, sintiéndose indefensa ante él, ruborizándose. Era la primera vez que él se encontraba a solas en la habitación de ella...
–Ahora, enséñame la herida – pidió para que el sonroje de ella se intensificara, pues eso implicaba desvestirse prácticamente.
–¡Por supuesto que no! – chilló avergonzada abrazándose a sí misma sintiendo su cara arder. –¡Te he dicho que no es nada! – reiteró.
Shadow le desvió la mirada, incómodo y así cubrir sutilmente su nariz. Soltó un suspiro de cansancio para caminar hacia ella de forma imponente y dirigirle una mirada intensidad, provocando que ella se hundiera sobre los almohadones ante la misma.
–Sabes que sólo necesito darte la orden y te desvestirás por completo frente a mí ¿es acaso eso lo que quieres?
Amy lo volteó a ver aterrada, eso sería peor que sólo mostrarle lo que ahora yacía bajo su corsé.
–¡Está bien, está bien! – se resignó soltando un pesado suspiro –Yo lo haré – dijo al fin desganada
Con unas manos temblorosas desabrochó su corsé sintiendo un leve alivió del dolor que con el que se mantenía constantemente. Amy levantó febrilmente su blusa blanca para que su abdomen desnudo se dejara ver según subía lentamente su prenda de ropa y dejar ver así el hematoma de color negro pintado sobre sus costillas.
Shadow se acercó lentamente y con una mano rozar suavemente la herida para que ella exclamara un gemido, lo cual ciertamente llamó su atención, y así subir su vista hacia la eriza quien mantenía una expresión de bochorno indeleble sobre sus pálidas mejillas. Shadow la observó fijamente mientras el exquisito olor de su sangre navegaba en el ambiente, un sutil aroma que sólo él podía percibir, aroma que le recordaba aquel corazón que palpitaba con fuerza y le abría el apetito.
–¡¿Y-Y bien?! – preguntó Amy cubriendo su abdomen, abrazándose de los ojos curiosos de él; trayéndolo a la realidad.
Shadow recobró la compostura para ver a la eriza con cierta preocupación.
–Dime– inició –¿Hace cuánto... – calló de golpe. No estaba seguro si quería conocer la respuesta.
–Desde que vine – respondió la eriza interpretando su pregunta inconclusa –Aunque el dolor había aminorado hasta que tú...–. Amy observó el brutal cambio en la expresión del erizo negro, silenciando debido a ello ¿acaso se sentía culpable por lo que sus altas fiebre lo habían obligado hacer? –Hmph, si es culpa lo que sientes por el empujón, no debes – murmuró desviándole la mirada –Sé que fue un accidente – habló con suavidad.
–Aún así... no fue correcto – soltó a baja voz, culpable.
Los ojos de Amy regresaron a él, quien no podía sostenerle la mirada, recordando las últimas palabras que él le había dicho: "Lo lamento... Amy Rose". Realmente se miraba arrepentido, pero no entendía el por qué, es decir, nunca había ocultado su deseo por matarla si hacía falta ¿qué más daba una herida tan superficial como esa?
–Amm– murmuró la eriza rosa sin saber cómo reaccionar ante su declaración –Estaré bien, no te...
–¡Deja de decir eso! – interrumpió molesto el erizo –¡Ustedes los mortales no entienden que pueden morir ante cualquier vicisitud que se les presente! – le reclamó
–Pero estoy bien– respondió con cierta timidez por las emociones a flor de piel del vampiro, no entendía su obvio enojo –Esto es...
–¡¿Por qué te niegas a escucharme, María?!
La ola de enojo y frustración se borró al escuchar el nombre de ella ser pronunciado por sus labios. No recordaba la última vez que la había nombrado enfrente de alguien, en especial de un mortal.
–... ¿María? – repitió la eriza apenas audible.
Shadow dio media vuelta sin intención de seguir en esa habitación para caminar a prisa lejos de la eriza, quien mantenía una mirada silenciosa sobre él.
El erizo colocó su mano sobre el pomo de la puerta, deteniendo su tormenta por tan solo unos instantes, chasqueando la lengua en señal de molestia.
–Quédate aquí y no se te ocurra salir– ordenó amenazante.
–No lo haré – la escuchó decir en susurro para así verla de reojo y ver aquella expresión serena que ahora tenía, casi ajena al obvio mar de emociones que él desglosaba.
Asintió con la cabeza un poco más tranquilo para así dejarla a solas.
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Regresó a ella poco tiempo después con un maletín lleno de insumos médicos, el mismo que Espio había usado para sanar sus heridas previamente.
Ninguno de los dos pronunció palabra alguna, para yacer un silencio ensordecedor, a excepción de las escasas ordenes que él le daba para curarla de manera más efectiva, las cuales ella obedecía en silencio. Amy yacía sorprendida de la habilidad del vampiro para sanar su herida, casi como un habido conocedor de la anatomía mortal.
–Listo – dijo de pronto para terminar de cortar el último vendaje que ahora rodeaba su cintura –Descansaras las siguientes dos semanas – ordenó mientras guardaba todo lo que había usado.
–¿No me necesitarás? – preguntó Amy acomodando sus ropas.
–No lo he hecho antes, no lo haré ahora – respondió estoico.
El mismo vampiro de siempre había regresado. Amy resopló molesta para verlo disconforme.
–¿Qué? – inquirió el erizo alzando una ceja.
–Dime algo, ¿por qué te preocupa?
–¿Disculpa?
–Es que no logró entenderte – explicó ella con una expresión de molestia –Me has dejado muy en claro que puedes deshacerte de mí en cualquier momento, no sólo eso, has amenazado con matarme en más de una ocasión y ahora de repente un simple golpe es suficiente para preocuparte por mí – dijo cual reclamó –¿Por qué de repente soy importante para ti? ¿Qué más da si me lastimaste o si resulte herida? ¿Por qué te importa que...
–Yo no soy él – interrumpió impasible para que la eriza abriera sus ojos de par en par. Amy silenció de golpe, borrando su mohín de molestia. –No te equivoques en tu percepción sobre mí, si así lo deseo puedo arrebatarte la vida, sin embargo, la muerte no debe de ser tortuosa. Yo no encuentro placer en lastimarte.
Amy sintió como sus ojos empezaban a humedecerse lentamente para sentir un nudo en su garganta formarse. Una lágrima silenciosa recorrió su mejilla en silencio, provocando que por un instante él suavizara su mirada ante esto.
–Además – continuó para sacar un pañuelo del bolsillo de su saco carmín y entregárselo con amabilidad –No es de caballeros ponerle la mano encima a una dama indefensa... – murmuró desviándole la mirada –Vampiro o no.
Amy tomó el pañuelo con febrilidad mientras gotas saladas brotaban sin control de sus ojos, no entendía el por qué, por qué deseaba seguir con aquel llanto descorazonado. Observó el pañuelo blanco con aquella mirada que empezó a quebrarse para así tapar su rostro y sollozar en silencio. Las emociones que había reprimido durante tantos años se habían liberado de manera abrupta, un dolor en su pecho que quemaba su alma sin lograr encontrar alivio parecía mitigarse con el simple acto de desahogo que aquellas lágrimas ahora le daban, lágrimas que durante años no habían causado más que problemas.
No logró encontrar consuelo entre la tristeza derramada por sus ojos hasta que algo hizo que su voz ahogada acallara. Amy sintió como él tomaba gentilmente su cabeza para que ésta se acomodara sobre él, en lo que parecía ser un intento de abrazo. Subió la mirada, extrañada por la acción del erizo, quien mantenía su mirada lejos de su alcance.
–Él ya no puede lastimarte– lo escuchó decir en el más suave de los susurros.
Los ojos de Amy se aguaron nuevamente y así, con un tímido movimiento, ocultar su rostro sobre su pecho dejando correr aquel dolor libre, en un silencio reconfortante.
Era la primera vez en su vida que se sentía segura, la primera vez en su vida que una sensación de paz la invadía y era al lado de una de las denominadas criaturas más viles del mundo. Si esa se suponía que era la verdadera cara de la maldad y que odiarlo y temerlo era lo correcto por hacer, pues no deseaba hacer lo correcto nunca más. La maldad tenía rostro y ella sabía mejor que nadie que no era el de un vampiro.
¡Lamento mucho la tardanza! Pero esta época del año es bastante atareada para mí, sin embargo, logré completar un capítulo más (bendita cuarentena que me deja encerrada en mi casa) En fin, como lo prometí el Shadamy empezó a florecer.
Gracias a todos por su interés en la historia. Es posible que estos dos meses esté actualizando de manera irregular, pero la cantidad de trabajo que me viene encima es bastante pesada, aún así, intentaré mantenerlo de una vez a la semana. El siguiente capítulo ya está avanzado, pero no completo, espero tenerlo para la otra semana.
Bien sin más que agregar, su autora se despide. Kat fuera.
¡GrAcIaS pOr LeEr!
Último Dato curioso de esta historia:
"Originalmente en la historia, Amy iba a ser una ladrona que buscaba su manera de sobrevivir luego de la muerte de su esposo (Sonic) y llegaba al castillo de Shadow con el afán de robar sus tesoros, con una personalidad mucho más errática y conflictiva. Hice el primer capítulo basado en esa idea, sin embargo, luego decidí cambiarlo pues quise centrarme en una historia que hablara más sobre el duelo y la resolución de conflictos internos y cambie drásticamente la personalidad de Amy y la que Shadow termina teniendo en la historia"
¡Gracias por leer los datos curiosos!
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