Capítulo Onceavo: Te Protegeré

De nuevo el insomnio lo acechaba, pero esta vez no era por trabajo o por sed de conocimiento sobre nuevas gemas, esta vez era porque la ausencia de ella recorría por completo su castillo, uno que se sentía más desolador que nunca ¿Es que acaso siempre fue tan silencioso? ¿la oscuridad siempre había estado tan perpetua como ahora? Suspiró con pesadez ante las preguntas de un desquiciado romántico, tal vez ahora lo era.

Una vez más sus pasos errantes lo llevaron a la recámara de ella, una que se mantenía intacta desde su partida; la única en atestiguar todo aquel amor que ahora lo mataba más lentamente que su necesidad por sangre. Shadow se adentró en silencio; el dulce aroma de ella aún podía percibirse, un aroma a rosas que inundaba cada rincón de aquel cuarto oscuro.

La tristeza lo abrazó nuevamente para que la melancolía lo viera a la expectativa, casi esperando a que corriera de nuevo a los brazos de la desesperanza en un intento de ahogar los gritos internos del dolor que su ausencia le provocaba.

Shadow se había prometido ser libre de las cadenas que lo había atado a ese mundo de miseria y desesperanza sin importar al costo que esto conllevase, pero no tenía idea de cómo hacerlo ¿cómo se suponía que debería de darle sentido a su vida? Uno que lo llevara a un sentimiento de plenitud y felicidad, uno que no involucrara ser un monstruo de la noche o tenerla a ella a su lado como su rehén. Incluso en su breve período de tiempo como mortal eso ya de por sí parecía una tarea titánica.

Soltó un pesado suspiro para de nuevo admirar la recámara de ella, sintiendo su ausencia. Uno que le desgarraba el alma, uno que le hacía pensar que completar su misión sería imposible.

–Amy...– murmuró el erizo casi como una suplica al cielo, como si ella pudiera escucharlo a la distancia y llenarlo de fuerzas para continuar.

Un estruendoso sonido metálico rezumbó por todo el castillo de pronto, irrumpiendo en la melodía que el insufrible silencio cantaba, una a la que estaba tan acostumbrado. Sus orejas se alzaron en el aire en señal de alerta. Alguien había traspasado a su morada. No sería la primera vez, pero sin lugar a duda era la primera vez que no tenía intenciones de hacer algo al respecto.

–... ¿Shadow? – escuchó decir a sus espaldas de pronto. Era Rouge quien llegaba con una expresión adormitada –¿Qué haces? ¿Por qué tanto escandalo? –preguntó soltando un  bostezo –¿Haz visto la hora? Ya amaneció – dijo cual reclamo.

–Alguien vino – respondió el erizo sin verla en ningún momento, absorto en sus pensamientos de melancolía y nostalgía.

–¿Uh? – exclamó ella para dirigir su mirada a las pesadas cortinas que ocultaban el mundo exterior detrás de ellas –Es muy temprano para un bocadillo diurno – dijo adentrándose en la habitación en dirección a las ventanas cubiertas.

Rouge pasó de la largo al erizo quien parecía no reaccionar ante el intruso. Espió entre las cortinas procurando no ser tocada por el sol y al hacerlo ver a un ente de pie frente al castillo, uno que hizo sus piernas flaquear pues ella lo conocía, el erizo que la había obligado a buscar refugio ahí en primer lugar... Silver Van Helsing.

La murciélaga retrocedió aterrada alejándose de la ventana quedando nuevamente en completa oscuridad. Esta vez no podría huir como en sus batallas previas. La había atrapado al fin.

–¿Qué sucede? – preguntó Shadow al percatarse de la errática reacción de Rouge.

–Me encontró – musitó aterrada.

–¿Quién? – indagó curioso

–Silver... – pronunció de unos labios temblorosos.

–¿Silver? – repitió Shadow para alzar una ceja intrigado.

–¿Cómo...? – balbuceó la murciélago para colocar su cabeza entre sus manos entrando en un obvio estado de pánico –Era imposible que él logrará adentrarse aquí, él no tuvo que...

–Rouge– llamó Shadow autoritario obligándola a verlo –¿Quién es Silver?

–Un cazavampiros – espetó tragando pesadamente –El responsable de la eliminación de mi creadora, la princesa Blaze de Solenna, y quien desde entonces se ha empeñado en borrarme de la faz de la tierra – reveló para empuñar sus manos con fuerza.

Shadow volteó a ver sobre su hombro con cierto asombro. Él había escuchado muchas historias sobre un poderoso y nuevo cazavampiros con habilidades nunca antes vistas cazaba a los suyos con gran destreza, y sabía que un cazavampiros había obligado a Rouge a buscar refugio con él, pero nunca imaginó que se tratara del mismo individuo.

Regresó su mirada a Rouge, quien tenía una clara expresión de pánico, como si la muerte hubiera tocado la puerta y esperara por ella atender el llamado. Shadow caminó hacia ella colocando ambas manos sobre sus hombros provocando que alzara su mirada hacia él. Bufó divertido para que una mueca de soberbia se pintara en su rostro, mostrando así una afilada sonrisa.

–Relájate. Si crees que él tiene algún tipo de ventaja por la hora, estás equivocada – habló en un intento de tranquilizarla –Llevábamos mucho tiempo sin un buen reto ¿no lo crees?

–¡Esto no es lo mismo! – vociferó soltándose de su agarre iracunda –¡Él es...

–Escúchame bien – interrumpió sujetándola nuevamente para verla directamente a los ojos con una expresión serena –Yo te protegeré – soltó de pronto. Rouge borró cualquier expresión de terror y una expresión de asombro tomó su lugar –Deberá de derrotarme primero antes de ponerte una mano encima ¿comprendes?

Rouge lo vio atentamente, sin entender el por qué de aquellas palabras que ahora albergaba con confort en su intranquila mente, y aunque eran hermosas, carecían de sentido. Un vampiro no se preocupaba por otro ser que no fuera el mismo, estaba estipulado como un decreto.

–... ¿Por qué? – logró pronunciar la vampiresa, apagada.

–Somos amigos– respondió en un suave susurro. Rouge abrió sus ojos sorprendida para observarlo atentamente. Shadow le desvió la mirada un tanto incómodo por la mirada persistente sobre él, chasqueando molesto ante la misma y así retroceder un par de pasos, avergonzado –O eso es lo que siempre dices – puntualizó con un dejo de reclamo en su voz.

Su labio inferior empezó a temblar sutilmente asintiendo suavemente con la cabeza, sin poder responderle. Sabía que si lo hacía se quebraría en llanto.

–Ahora ve por Espio y dile que...

Shadow calló abruptamente. Sus ojos se abrieron de golpe para que un aroma peculiar inundara su cavidad nasal, era el dulce olor a sangre... a su sangre. Volteó a ver sus espaldas para correr hacia el ventanal oculto tras las yardas de tela y de un tirón arrancar las cortinas que los protegía. Shadow retrocedió de forma instintiva del sol, y así, a través del cristal ver a Amy flotar por los aires. Abrió sus ojos con una clara expresión de sorpresa mientras la miraba elevarse por los aires desapareciendo de su vista. No entendía qué sucedía hasta que algo llamó su atención. Un erizo plateado que yacía frente al castillo con una mirada envuelta en un aura de celeste intenso. El cazavampiros.

Shadow observó como el erizo plateado desviaba la mirada con culpabilidad para que aquel brillo iridiscente se esfumará y como acto seguido escuchar el grito de Amy quien ahora caía del cielo.

Lo que hizo a continuación no fue un acto pensado, pues si lo hubiera hecho posiblemente su actuar hubiera sido diferente.

Shadow se lanzó contra el cristal para saltar hacia la eriza que ahora caía de las alturas.

Estiró sus brazos para con delicadeza envolver su cuerpo en el de él, protegiéndola de cualquier daño. Sintió la suavidad de su cuerpo contra el suyo mientras aquella calidez que sólo ella podía brindarle pareció traerlo a la vida. Shadow tomó una bocanada de aire al sentirla con él nuevamente, como si no hubiera respirado desde su partida, tal vez así había sido.

Bajó su mirada hacia ella, quien ahora abría sus ojos desconcertada de lo que acaba de suceder para que sus ojos esmeraldas se fijaran con sorpresa en los suyos. Era Amy, era ella, estaba ahí... había regresado. Sin embargo, cualquier esbozo de felicidad fue opacado ante la sensación de ardor sobre su piel, la cual lo trajo de regreso a lo que estaba sucediendo.

Un dolor intenso en la parte derecha de cuerpo se hizo presente al ésta empezar a ampollarse por el toque inclemente del sol. Shadow aterrizó entre los abetos que rodeaban su castillo en un intento de protegerse bajo su sombra, consiguiéndolo por muy poco, pues la iridiscencia del sol aún lastimaba su piel, aunque no demasiado como incapacitarlo.

Obvió su propio dolor para inspeccionar velozmente a la eriza quien tenía varias heridas abiertas y rasguños sobre su rostro, era obvio que había acontecido una pelea. Volteó a ver sobre su hombro de forma iracunda al erizo plateado que lo miraba con sorpresa.

–Lamentarás el día que le pusiste una mano encima– amenazó provocando un escalofrío en el erizo plateado.

–E-Estoy bien– habló la Amy sonrojándose al sentir la cercanía entre ellos –¡Debes de entrar! – pidió al ver su piel seriamente lacerada.

Shadow regresó su atención a ella para sentir el dulce aroma de su sangre, nublando por poco su sano juicio.

–¿Te encuentras bien? – preguntó el erizo negro con una dulce expresión.

–¡Olvídate de mí! – ordenó sintiendo su rostro enrojecer para soltarse de su agarre bruscamente cayendo sobre la nieve –¡Entra ahora! – dictaminó para ponerse de pie tambaleante sosteniendo de forma decidida aquel martillo que se rehusaba a dejar ir –¡Haré tiempo! – dijo para caminar torpemente frente a él en un intento de protegerlo.

Shadow la vio de pie frente a él con determinación y valor. En serio pensaba continuar una batalla perdida con tal de conseguirle unos cuantos minutos para que él se refugiase en las sombras. La admiró en silencio, era la criatura más increíble que jamás hubiera conocido, una que valía quedarse en el mismísimo infierno si así lo requería.

–Sigues siendo una tonta mortal – espetó para ponerse de pie captando la atención de la eriza rosa, quien lo vio sobre su hombro un tanto asombrada por sus palabras –Te lo he dicho antes, ustedes son criaturas débiles y frágiles– habló despectivo para que ella lo viera iracunda lista para cambiar el objetivo de su ataque hasta que lo vio caminar frente a ella, escudándola con su cuerpo –Y si existe algún objetivo para criaturas como nosotros – continuó en un suave susurro y así verla de reojo –Sería protegerlos.

Amy se sonrojó intensamente para que su mirada se perdiera en la de él. Su corazón latió a mil por hora y todo aquel enojo que había tenido hasta hace poco empezó a esfumarse... ¿por qué? ¿por qué ahora se le miraba diferente?

–Así que tú eres su amo– bufó Silver terminando el momento. Shadow dirigió su atención hacia él, agudizando su mirada –Ahora entiendo...– continuó soltando un suave suspiro –Eres un vampiro clase A, no me sorprende que tengas tanto control en ella.

–¿Control? – repitió Amy

–¿Clase A? – cuestionó Shadow.

–Claro– asintió Silver –No cualquier vampiro puede tener sirvientes, menos obligar a los mortales a cumplir su voluntad con tanta facilidad como los vampiros de Elite, los entes en el tope de los de tu estirpe– respondió cual hecho obvio para que el erizo negro lo viera confundido ante sus palabras, captando la atención del erizo plateado –¿Eres recién convertido acaso? – cuestionó Silver alzando una ceja viéndolo de manera despectiva, quien no respondió a su comentario hostil –¿No has visto tus heridas?

Shadow arqueó una ceja sin entender cómo eso respondería ahora las preguntas que rondaban su cabeza, hasta que Amy hizo una exclamación de asombro viéndolo con clara sorpresa.

–¡Tus heridas! – señaló la eriza quien lo observaba atentamente–Se están curando.

Shadow dirigió su mirada a su brazo derecho, el cual empezaba sanar lentamente ante las quemaduras expuestas. Su piel antes ampollada y lastimada ahora estaba cambiando a un rosa suave que indicaba el proceso de cicatrización de la misma, mientras lentamente su pelaje crecía lentamente en los alrededores de sus heridas borrando cualquier rastro de laceración previo. Shadow tocó suavemente su rostro para ya casi no sentir dolor; un mohín de asombro se pintó en su rostro ante lo que ahora presenciaba. Lo cierto era que nunca se había expuesto al sol, no de una forma tan directa al menos. Aunque él siempre había sanado de manera bastante rápida nunca de esa forma.

–¿Qué es un vampiro clase A? – curioseó Amy para dirigir su mirada al erizo plateado.

Silver alzó una ceja regresando su mirada al erizo negro, quien lo observaba atentamente. Era obvio que nunca había escuchado ese término.

–Un vampiro de la más pura estirpe, convertido por la mismísima reina de los vampiros– respondió cual hecho obvio.

Los ojos de Shadow se abrieron de golpe ante la mención de aquella vampiresa; nunca imaginó que existiera algún tipo de diferencia entre quienes eran convertidos por ella o por cualquier otro vampiro.

–Son de los más raros vampiros que hay – continuó para caminar cautelosamente, acercándose lentamente a ellos  –Pues sólo unos cuantos han contado con dicha maldición de primera mano de ella.

–¿Hablas de que Rouge y Shadow son...

–No – interrumpió Silver negando suavemente con su cabeza.

Silver movió cuidadosamente su mano a su alforja, adentrándola lentamente dentro de la misma para encontrar lo que buscaba. Necesitaba ganar tiempo y distraerlo tanto como fuera posible, pues un vampiro clase A era, además raro, el más fuerte de toda su estirpe; incluso peleando en desventaja contra un vampiro elite ésta no marcaría una diferencia significativa y él lo sabía bien.

–Rouge es una vampira Clase B, una vampira convertida por Clase A – continuó dirigiendo su mirada al erizo negro –Son la elite de los vampiros y que se alíen con otros es realmente un problema...

Shadow se puso alerta al ver al erizo plateado lanzar velozmente algo hacia Amy para tomarla en brazos y esquivar a gran velocidad la estaca que ahora se incrustaba en uno de los abetos. Era obvio que el tiempo de hablar había terminado. El erizo plateado usaría a Amy como su punto débil con tal de eliminarlo a él y a ella si podía en el proceso.

Amy observó con cierta sorpresa a Silver, nunca imaginó que detrás de aquella expresión gentil realmente hubiera un meticuloso y frío asesino. A la larga, él no era tan diferente de las criaturas que pretendía eliminar. Ella necesitaba encontrar la forma en ayudar a Shadow a resguardarse, su cuerpo, aunque estaba sanando lentamente, aún emanaba humo por la iridiscencia del amanecer reflejada en la nieve cristalina.  Debía de encontrar la manera de regresarlo al castillo.

–Escucha, tenemos...

–Lo lamento– interrumpió Shadow en susurro cortando sus palabras.  Amy lo vio desconcertado por sus palabras sin entender a qué se refería, si alguien debía de disculparse por esa situación era ella –, pero sé que no lo harás por tu cuenta.

–¿De qué...

Entra al castillo y quédate ahí – comandó cual ultimátum sin poder encararla.

Sus pupilas se contrajeron al escuchar la orden irrevocable de su amo. Ahora comprendía su disculpa.

–¡No, espe... – Amy calló al sentir su tensarse para moverse en contra de su voluntad. –N-No... – balbuceó mientras caminaba hacia el castillo sintiendo sus ojos humedecer.

Shadow sabía que esto sin lugar a duda no ayudaría a la situación tan precaria que ahora tenía con ella, pero no tenía tiempo de pensar en lo que seguro sería un problema con Amy, ahora necesitaba encargarse de que ella estuviera a salvo.

Regresó su atención al erizo plateado sin dejar de vigilar de cerca los torpes pasos que la eriza daba en contra su voluntad mientras se dirigía a los interiores del castillo.

–Si crees que tienes ventaja por ser de día estás equivocado – habló para captar la atención del cazavampiros.

–No lo creo – habló Silver para ver con enfado al erizo negro por el abuso de poder hacia Amy, quien era obvio que se rehusaba a seguir su comando. –Veamos cuales son tus movimientos, Vampiro – retó con una sonrisa confiada.

Silver iluminó su mirada para alzar su brazo hacia él listo para envolverlo en un aura telequinesia, cuándo éste desapareció de su vista en un abrir y cerrar de ojos. Silver alzó una ceja confundido sin comprender qué había pasado hasta que sintió un intenso dolor a sus espaldas exclamando un grito dolor, algo parecido a cientos de cuchillas incrustarse sobre la misma, para caer de bruces sobre la nieve y como acto instintivo voltearse, no viendo nada más que su sombra.

–Pero qué...

Un ruido a su izquierda lo hizo reaccionar para moverse a un lado a tiempo para ver docenas de lanzas doradas golpear contra el suelo en el punto donde él estaba, fijándose así de la dirección de las mismas; venían de las copas de los árboles. Silver sacó otra estaca de su alforja para dirigirla con sus poderes mentales velozmente hacia la dirección de aquellas lanzas doradas escuchando como ésta se incrustaba en el abeto que se sacudía gracias al impacto provocando que la nieve en sus ramas cayera al suelo, dejando ver a través de las mismas. Nada, sólo una estaca incrustada en el tronco del desahuciado árbol.

–Maldita sea... – masculló Silver para observar a sus alrededores con atención –Es demasiado rápido, incluso con el sol.

Buscó con la mirada de forma errática cuando el sonido de una rama quebrarse lo hizo alertarse para darse la vuelta de forma inmediata y atacar con otra estaca, esta vez escucho un gemido de dolor y vio algo caer de una de las copas entre las sombras de la foresta.

"¡Perfecto!"

Silver sonrió victorioso para correr hacia el lugar de la caída con otra estaca en mano, listo para completar el trabajo de ser necesario, sin embargo, al llegar no encontró nada más que una rama de buen tamaño yacer en el suelo con aquella estaca de madera que había usado previamente incrustada en la misma.

–... ¿Un señuelo? – soltó con horror para voltearse al acto y ver al vampiro parado detrás de él quien lo tomó por el cuello para elevarlo por los aires y así golpearlo contra uno de los troncos.

Lo había engañado para llevarlo hacia las sombras y poder atacarlo frente a frente y él había caído como todo novato. Silver buscó su alforja velozmente para atacarlo nuevamente, pero el erizo negro la tomó halándola con fuerza y así lanzarla a varios metros de distancias de él.

Intentó usar sus poderes, pero el vampiro intensificó su agarre cortándole la respiración sintiendo su vista nublarse. Sintió que su cabeza explotaría por la presión y las fuerzas que tenía empezaban a perderse.

–¡Se acabó! – vociferó Shadow iracundo –Pagarás por lo que le has hecho a Amy...

Silver intentó librarse de su agarre, pero le fue imposible. Sintió como su cuello se partiría en dos en cualquier momento y sin lograr pensar claramente hizo lo único que pudo para auxiliarse. Buscó con desesperé aquel amuleto que llevaba en el cuello, uno que usaba como protección, para así arrancarlo del mismo y con sus últimas fuerzas incrustarlo en el pecho del erizo, quien lo soltó al acto ante el contacto.

Shadow sintió una sensación abrasante sobre su pecho obligando a liberar a su presa para así caer de rodillas al suelo y ver sobre su pecho un amuleto de oro con la forma de un sol, un amuleto sagrado. Intentó arrancarlo de su pecho, pero ante el contacto éste quemó su mano para exclamar en agonía sintiendo su cuerpo sucumbir al dolor indescriptible de ser tocado por la divinidad.

–N-No lo... no lo intentes – habló el erizo plateado de rodillas en el suelo por igual. Silver tosió con fuerza sintiéndose mareado y con su vista parcialmente nublada por la perdida de oxígeno. –E-Es un amuleto sagrado, bendecido por la mismísima iglesia – explicó Silver poniéndose de pie tambaleante y de forma instintiva acariciar su cuello adolorido.

El vampiro alzó su mirada para verlo iracundo. Sus ojos color sangre brillaron de un rojo incandescente para sentir una ola de fuego quemar sus venas. Un gemido fue exhalado de sus labios ante el sufrimiento agonizante para retorcerse de dolor en el suelo.

–Sin embargo – habló Silver para buscar una rama que pudiera usar de estaca ya que había perdido todos sus suplementos –Este es un amuleto de la familia Van Helsing y está hecho para combatir vampiros, al éste incrustarse en su cuerpo si intentas usar cualquiera de tus artimañas éste reaccionará ante ellas y pasará lo que te pasa ahora – explicó para arrancar una de las ramas bajas de uno de los abetos a su alrededor –¿Alguna vez te preguntaste que siente alguno de tus sirvientes cuando decide desobedecer alguno de tus comandos? – inquirió para verlo desdeñoso –Estoy seguro que no – dijo despectivo para sujetar el cuello de su camisa y halarlo del suelo viéndolo con intensidad –, pero al menos morirás habiendo vivido la agonía que los mortales han tenido que pasar. Hasta nunca – dijo a forma de despido para alzar su mano al aire listo para incrustarle aquella estaca improvisada cuando un dolor en su mano lo hizo soltar el arma que estaba a punto de usar en el agonizante vampiro. –¿Qué rayos...

Silver soltó al erizo negro para dar un salto hacia atrás y ver dos estrellas de acero incrustarse en uno de los árboles adyacentes. Había alguien más entre ellos. 

–Tiene que ser una maldita broma– masculló irritado.

Buscó con la mirada de forma errática sintiendo de nuevo aquella sensación de amenaza alertarlo. De nuevo tres estrellas de metal volaron hacia él reflectando las mismas con una barrera psíquica. No tenía tiempo que perder. Silver regresó su mirada al erizo negro que intentaba ponerse en pie y con velocidad buscó aquella rama que había soltado para completar el trabajo antes que llegaran más refuerzos.

–"¡Bingo!"– pensó al divisarla en la nieve.

–¡Ni lo intentes! – escuchó decir para voltear a ver al aire y ver un cuchillo dirigirse a toda velocidad hacia él.

Se hizo a un lado tan rápido como pudo, pero no fue suficiente. Un dolor agudo lo hizo caer de espaldas para ver un pequeño cuchillo atravesarse sobre su hombro, derribándolo. Silver exclamó un grito de frustración; sus ojos iluminaron el nuevo día creando una onda psíquica alejando todo aquello que se encontrará cerca de él en una expansión mental nunca antes vista.

Shadow vio la expasión dirigirse hacia él y sin capacidad para caminar ser golpeado por ésta sacándolo de su refugio alzandolo por los cielos exponiéndose al sol nuevamente. La sensación de estar siendo consumido por las llamas del infierno vino a él exclamando un grito de dolor.

–¡Lord Shadow! – exclamó Espio para descubrirse de su escondite y correr hacia él atrapándolo en el aire y protegerlo como pudo de los rayos del sol con su cuerpo y así llevarlo nuevamente a las sombras de la arboleda –¡¿Se encuentra bien?! – preguntó consternado al ver la piel del erizo gravemente lacerada gracias a la breve exposición.

–E-El amuleto– respondió Shadow con un mohín de agonía –... Quítalo.

Espio notó un amuleto color oro sobre su pecho, el cual parecía cosido a su piel. Asintió con la cabeza para así tomar el mismo, pero al contacto con éste tuvo que apartar su mano pues éste quemó las yemas de sus dedos.

–No lo intentes... camaleón– escucharon la voz del erizo plateado.

Espio volteó a ver a sus espaldas para ver al cazador de vampiros caminar hacia ellos, mientras sujetaba su brazo adolorido gracias a su último ataque, uno que pretendió ser fatal.

–Ni los vampiros ni los entes malditos pueden removerlo – señaló Silver iracundo con un dejo de cansancio en su voz.

El camaleón se colocó en modo de defensa, protegiendo al vampiro. Silver chasqueó molesto. Nunca imaginó que se toparía con tantos obstáculos para poder eliminar a la última vampira convertida por Blaze y ahora gracias a su despliegue de poderes yacía exhausto. No estaba acostumbrado a usar tanto sus habilidades telequineticas, pues éstas absorbían demasiada energía y en una pelea con un vampiro debían de usarse sabiamente o podrían costarle la vida. Necesitaba acabar con todo y pronto, así tuviera que prender en llamas el castillo.

Espio atacó nuevamente con sus shurikens, pero estos quedaron detenidos en el aire rodeados de un aura aqua.

–Apártate de mi vista – masculló Silver para envolver al camaleón con sus poderes y lanzarlo contra el castillo con fuerza, sintiendo una punzada de dolor, estaba excediéndose, pero si no peleaba hasta con su último aliento moriría ahí –Es hora de terminar con esto de una buena vez – dijo para iluminar sus ojos de un celeste incandescente.

–Estamos de acuerdo con algo– la voz de ella navegó en el viento.

Silver se detuvo su despliegue de habilidades para ver a la vampiresa yacer al lado del camaleón que intentaba ponerse en pie después de su último ataque para decirle algo que no alcanzó a escuchar y éste asintiera con la cabeza regresando a los interiores del castillo.

Rouge vestía un largo vestido negro, su cuerpo yacía cubierto casi por completo cada centímetro de éste a excepción su rostro, el se podía ver entre aquel vestido gótico color negro. Llevaba consigo una sombrilla negra de gran tamaño que la ayudaba a soportar los rayos del sol.

–Nunca me han gustado los acosadores ¿sabes? – dijo divertida.

–Rouge– dijo el erizo plateado con una expresión de pocos amigos –Veo que has hecho alianzas nuevas – habló para ver de reojo al erizo negro quien seguía inmóvil sobre el suelo.

–¿Celoso? – inquirió divertida.

–Sin lugar a duda esto cambia nuestra relación – respondió hilarante –Y aunque nos hemos divertido, esto tiene que terminar.

Silver volteó a ver al erizo negro para rodearlo de un aura celeste y elevarlo por los aires, sin importar que su presa principal estuviera ahí, tener a ese vampiro vivo sólo sería un problema. Incluso un vampiro Clase A con la suficiente exposición al sol debería de arder en llamas.

–¡Shadow! – exclamó Rouge al verlo flotar entre los árboles para llevarlo al cielo abierto.

Rouge voló a toda velocidad hacia el vampiro y abrazarlo con fuerza regresándolo a la tierra cayendo entre los árboles que cada vez daban menos sombra. Se levantó adolorida sintiendo su rostro arder gracias a la exposición del sol, y así dirigir sus ojos zafiro al erizo negro quien yacía con aquella expresión agonizante.

–Tenemos que regresar al castillo– le susurró adolorida por igual –Somos presa fácil aquí fuera...

–L-Lo sé– asintió el erizo negro con esfuerzo –Necesitamos alejarlo de nuestro terreno– ordenó con esfuerzo.

–Déjamelo a mí.

–¡Ríndete de una buena vez Rouge! – vociferó Silver para caminar hacia ellos –¡Esto se acaba hoy!

Rouge se levantó del suelo para verlo con una media sonrisa.

–Lo lamento cariño, pero no pienso hacértelo fácil – dijo para sacar del bolsillo de aquella pesada falda negra un rubí icosaedro. El erizo plateado alzó una ceja sin entender –¿Alguna vez te has enfrentado a una coleccionista de gemas preciosas? – preguntó divertida –Verás que hacemos mucho más que sólo robar gemas bonitas, también sabemos usarlas.

La gema que Rouge tenía en la mano brilló de forma intensa para que una neblina rojiza empezará a rodear lentamente el castillo.

–¡Shadow!– llamó la murciélago con urgencia.

El erizo negro se colocó en pie torpemente para sujetar el brazo de ella con cierto desahucie y así exclamar: –"¡Chaos Control!"–.  Una luz brillante los absorbió desapareciendo de su vista. Silver observó aquella turbia neblina rodear el castillo. Rouge había usado algún tipo de extraña magia para resguardarlos.

Chasqueó molesto. Al llegar no imaginó que tendría tantas dificultades para poder llegar a ella o que hubiese tantos habitantes en aquella morada, por lo general los vampiros no hacían equipo por sus intereses egoístas, y eso en general le era una ventaja a los cazadores como él. Ahora con dos vampiros y dos sirvientes la apuesta empezaba a jugar en su contra.

–No importa– murmuró para ver el cuchillo aún incrustado en su hombro.

Silver tomó el mango de aquella arma filosa para halar con fuerza y exclamar un gemido dolor. Necesitaba cauterizar la herida si quería tener una oportunidad. El olor a su sangre les daría su ubicación con pronta facilidad y eso lo condenaría.

–Esto aún no termina– juró el erizo plateado –Esto se acabará antes de que caiga la noche... lo prometo.


La pelea ha iniciado y las bajas han sido grandes para ambos equipos. El final de Bloody Rose está cada vez más cerca. Decisiones difíciles se deberán de tomar para poder asegurar la supervivencia. Capítulo Doceavo: Liberación.

Dato curioso:

Debido a que yo no usó ninguna corriente religiosa en el mundo de Sonic, para poder crear los amuletos sagrados de este universo me base en las deidades (que la mayoría de ustedes ya conocen) que yo cree, por consiguiente, el sol que usa Silver para inmovilizar a Shadow equivaldría a una cruz para un vampiro regular (LoL). El sol es el símbolo de la diosa de la luz, Dawn the Spirit y cualquier clérigo de esta historia adora a dicho espíritu, aunque jamás se menciona de forma directa en la historia.

Si les interesa saber más sobre la diosa de la luz y del caos los invito a leer Underworld (la historia génesis de estos personajes) o bien ver mi DevianArt para que conozcan a los personajes. Sin más que agregar, su autora se despide, Kat fuera.

¡GrAcIaS pOr LeEr!

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