Capítulo Noveno: Distancia


Lloró sin consuelo mientras cabalgaba a ciegas por el bosque sin dirección alguna, sólo esperando que la distancia pudiera desvanecer cada lágrima, cada beso, cada caricia que él le había propiciado... borrarlo todo.

Amy se abrazó del corcel dejándose envolver en la miseria y la tristeza que conocía tan bien, sentimientos que pensó que se habían quedado atrás al conocerlo a él, pero que tonta había sido, pues estos habían vivido en las sombras esperando el momento oportuno para arrastrarla nuevamente a la oscuridad del dolor y la desesperanza que no querían renunciar a ella.

Escuchó el relinchar de su corcel para que éste se detuviera abruptamente lanzando por los aires al no yacer sujetada apropiadamente del mismo. Amy se elevó sobre la atmósfera chocando contra el suelo congelado para rodar sobre éste hasta golpear uno de los abetos que adornaban la tétrica foresta, ocasionando que la nieve de las ramas desnudas cayera sobre ella como una manta invernal.

La eriza asomó con esfuerzo su cabeza de entre la nieve para ver a su corcel cabalgar de regreso velozmente, tal vez Shadow lo había llamado, tal vez no podía alejarse demasiado de su hogar... tal vez sólo la había dejado a su suerte. No sería la primera criatura que lo hacía.

Intentó levantarse de su lecho, pero yacía demasiado cansada para hacerlo, aún sufría de anemia por la falta de sangre y siendo sincera con ella misma, no deseaba hacerlo.

Amy se dejó caer sobre la fría montaña de nieve alzando su mirada al cielo parcialmente estrellado que esa noche le ofrecía. Una luz menguante a penas alumbraba su oscuro lecho y el silbido del viento la arrullaba con su triste melodía.

–Así debieron terminar mis días– murmuró al viento sintiendo su miraba nublarse gracias a los sentimientos que buscaban escapatoria de ella –...Una muerte silenciosa en el bosque– admitió con una voz quebrantada mientras sus cálidas lágrimas se derramaban congelándose al caer de sus pálidas mejillas.

Cerró sus ojos lentamente dejándose envolver en el frío que ahora la cubría, cansada de seguir adelante, cansada de intentar cambiar un destino que no fuese la muerte.

–... ¿Estás bien? – un eco distante la llamó.

No, no lo estaba ¿pero acaso importaba? ¿Desde cuándo lo que ella sentía importaba en lo absoluto?

Amy se mantuvo en silencio ¿o había respondido? ¿Importaba ya? Sólo deseaba dormir para siempre y no volver a sentir nunca más.

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Caminó frente a la puerta de un lado al otro, indecisa. Dos días habían pasado desde la última vez que había escuchado algo de él y por mucho que odiará admitírselo a sí misma quería saber cuál era su condición.

Abrió lentamente la puerta de aquella biblioteca para que el rechinido de las bisagras inundase con estruendoso eco la oscura habitación. Rouge se adentró precavida, notando que sólo la luz de luna alumbraba el lugar, a penas. Caminó cautelosamente escuchando como cada paso que daba era más estrepitoso que el anterior. La murciélaga continuó a tientas logrando distinguir a la distancia al erizo negro sentado sobre una silla en dirección a los ventanales con una botella de licor en su mano la cual relucía su contenido ámbar contraluz.

–Shadow...– llamó cautelosa, sin respuesta.

Se acercó a él precavida para así poder distinguir una expresión de devastación en el erizo negro quien tenía su mirada perdida en el horizonte.

–¿Shad...

–¿Qué haces aquí? – interrumpió estoico.

–Pues, llevas dos días encerrado aquí, tenía que asegurarme que no hubieras muerto – respondió cual reclamo con una expresión de falsa molestia. Rouge suavizó su mirada gradualmente, soltando un imperceptible suspiro – Además – continuó –Espio se ha quedado sin ayuda y ahora tiene aún más trabajo que antes – habló observándolo de reojo, a la expectativa.

Shadow mantuvo su silencio, uno implacable. Sorbió un trago pesado de aquella botella ignorando su presencia. La murciélaga lo volteó a ver con el ceño fruncido ante su actitud, sin conseguir respuesta alguna por parte de él.

–Hmph– bufó ella para resoplar molesta, haciéndose notar –¿Por qué no le ordenas regresar? – preguntó Rouge a regañadientes –Quiero decir, puedes...

–¿Qué haces aquí exactamente? – le corto Shadow fríamente –Me lo advertiste ¿recuerdas?

Rouge abrió sus ojos con intriga ante sus palabras ¿acaso se estaba castigando por no escucharla?

–En el momento que este teatro se acabara no querrías escucharlo – continuó –No te involucrarías, y a pesar de ello...– pausó para voltearla a ver al fin con una mirada sin luz alguna –Aquí estás, involucrándote.

Rouge chasqueó molesta, endureciendo su mirada desviándosela al acto, dejando que un silencio perpetuo quedara entre ambos. El erizo de nuevo dirigió su mirada taciturna hacia el cielo nocturno que era silencioso espectador de su dolor.

–... Te dije que la matarás– masculló Rouge molesta.

–Matar mortales de forma indiscriminada es lo que me condujo aquí – reconoció con pesadez para tomar otro sorbo de aquella bebida que pretendía dormir cualquier sentimiento.

–¿De qué hablas?

–En mi búsqueda implacable de información para traer a María de regreso hice cosas atroces... manche mis manos de más sangre de la que alguna vez consumiré en mi vida inmortal – murmuró para dirigir su mirada a sus manos cubiertos de aquellos blancos guantes que mentían con su pureza –Cientos de víctimas; jamás repare en su edad, si eran hombres o mujeres o si tenían familia o alguien a quien regresar... simplemente si me obstaculizaba, por poco que fuera mi camino... debía de perecer – rememoró los rostros borrosos de sus víctimas –Jamás me puse a pensar en el daño colateral que causaba, jamás...


"Me obligaron a casarme con un monstruo y sin nadie que abogara por mí no tuve opción..."


Las palabras de Amy golpearon con fuerza su mente. Un escalofrío recorrió su espalda ante el recuerdo para tomar otro sorbo de lo único que ahora lo hacía calmar la devastación interna que sentía desde lo más profundo de su ser.

–¿Ese es el problema? – soltó Rouge con una intensa mirada –Se dio cuenta que eras un vampiro – habló burlesca, captando la mirada del erizo ante sus duras palabras –Así no hubieras matado por tus codiciosos deseos, los vampiros matamos por alimento Shadow. Somos asesinos, demonios de la noche – puntualizó ella severamente –Esperar que seas algo más que esto es ridículo.

Shadow permaneció en silencio para fijar su vista a sus manos, las manos de un asesino, de un monstruo, o así siempre las vio desde el momento en que despertó como ente de la noche. Todo el mundo se lo había dicho, él era un vampiro y su único trabajo era traer miseria y desesperación; matar la poca luz que hubiera en el mundo y junto a ello a sí mismo en el proceso.

–¿Eso crees? – preguntó el erizo en suave susurro –Esto es acaso todo lo que podemos ser... – habló Shadow con decepción –¿No hay nada más? – inquirió para fijar con pesar su mirada en la botella de alcohol en su mano.

–Lo hemos discutido antes– le recordó Rouge con un pesado suspiro –Un vampiro necesita algo que lo motive para lidiar con esta vida, algo que le dé sentido, sin ello, el vampiro solo...– calló para ver de reojo al erizo negro perdido en la bebida con aquella mirada de desesperanza.

Ella lo sabía, Shadow había perdido su misión en su vida inmortal, sin la búsqueda de las esmeraldas, sin el amor de la mortal que ahora lo había alejado de su vida, sin nada porque luchar se hundiría en un espiral depresivo en busca de la dulce liberación de su vida sin sentido... Lo único que con todos sus poderes jamás podría conseguir por cuenta propia.

Necesitaba ayudarlo a encontrar un propósito y pronto.

–Amm...– murmuró Rouge para que en sus ojos la lastima se instalaran en sus orbes viéndolo con consternación –Espio me dijo que el Doctor Robotnik no fue de ayuda – cambió de tema con una sombra de sonrisa –, pero eso no significa que debas de parar ahora, es decir, estás tan cerca – intentó animar –Yo puedo seguir buscando...

–No – interrumpió severamente. Shadow cerró sus ojos con pesar, la única candidata para ser la vasija de su hermana que habían encontrado en los últimos años era Amy y él sabía que no podía matarla para traer a María, no se lo perdonaría su hermana... no se lo perdonaría él –Ese siempre fue una idea ridícula – habló con decepción para tomar otro sorbo de su bebida –Como esta imitación de vida.

–¡No digas eso! – regañó la vampiresa para ponerse frente a él con una mirada iracunda –¡No hagas esto!

Shadow abrió sus ojos con sorpresa, confundido por la reacción de la murciélago.

Unos ojos cristalinos resplandecieron en la mirada molesta de ella y una sonrisa rota le hacía saber que estaba a punto de quebrarse en llanto.

–No puedes renunciar...– suplicó Rouge para dejarse caer de rodillas sintiendo como la tristeza de la que intentaba huir tan fervientemente desde la muerte de Knuckles ahora la alcanzaba nuevamente –No lo hagas – murmuró lanzando su mirada al suelo –Eres lo único que me ha mantenido de pie estos años... tú eres mi motivo Shadow, si tú te derrumbas entonces yo... entonces yo... – silenció sintiendo su voz entrecortarse con el llanto que pretendía escapar.

–¿A eso nos rebajamos? – cuestionó Shadow con una mirada endurecida para ponerse en pie y verla de manera déspota –¿A renunciar de forma definitiva a cualquier cosa que nos cause felicidad y conformarnos a un estilo de vida mediocre? – inquirió indignado.

–¿Eh? – exclamó Rouge para elevar su mirada mientras lágrimas fugitivas recorrían sus mejillas –Tú sabes que no tenemos opción – admitió con pensar –Nosotros no podemos ser felices Shadow, y una vez sentimos esa hermosa emoción algo viene que...

–¡¿Quieres decirme que debo de renunciar a todo lo que me dé dicha simplemente por ser vampiro?! – explotó iracundo lanzando aquella botella a un lado con violencia, quebrándose en mil pedazos.

–¡Si no lo haces se te será arrebatado! – devolvió Rouge –Te advertí sobre la eriza, pero preferiste ignorarme y como resultado...

–¿Dices que hubiera sido mejor haberla matado y jamás experimentar todo lo que viví con ella? – interrumpió para que el dulce recuerdo de la sonrisa de Amy navegara por su mente, un recuerdo lleno de una amarga felicidad.

–¡Sí! – espetó velozmente.

–... ¿Tú lo harías? – devolvió estoico, provocando que la murciélaga lo viera confundida –¿Cambiarías el tiempo que viviste al lado del guardián para evitar el dolor que ahora cargas? – aclaró.

Los ojos de Rouge se abrieron por completo. Nunca nadie le había preguntado eso, ni siquiera ella había tenido la osadía para preguntárselo pues nunca supo cuál sería la respuesta a dicha incógnita.

–Yo... – murmuró la murciélaga para desviar su mirada al suelo nuevamente.

Rouge odiaba todo lo que sentía en sus adentros, todo el dolor que no quería desvanecerse, pero ese dolor había nacido del amor más hermoso que jamás pudo imaginar, y a pesar de ello, el vivir sin él era una lenta agonía que no parecía acabar.

–Tal vez... sería lo mejor – respondió en susurro mientras lágrimas de intenso dolor rodaban por sus mejillas, casi culpable por lo que su boca había pronunciado.

–Me rehúso – espetó el erizo, provocando que ella lo viera al acto.

Shadow dio media vuelta dirigiendo sus pasos a la salida de aquella biblioteca y tal vez, tan sólo tal vez, encontrar una salida al espiral de desesperanza que lo había acarreado durante décadas.

–¡Espera! – exclamó Rouge poniéndose en pie de golpe –¡¿Cómo que te rehúsas?!

Shadow se detuvo frente a la puerta, soltando un suave suspiro. Volteó a ver a Rouge quien lo observaba desconcertada ante sus palabras.

–A esto – dijo para estirar su mano hacia una pila de libros sobre un viejo escritorio para que ésta se tambaleara y un libro volara hacia su mano; el libro que había despertado a su lado al nacer como vampiro. Los Decretos Vampíricos. –Me cansé de esto – habló soltando un pesado suspiro. Shadow le dio una mirada intensa al libro provocando que éste ardiera en llamas de pronto.

–¡¿Qué haces?! – expresó Rouge con horror al ver el libro consumirse en las llamas de la emancipación.

–Me libero.

–¡¿Estás loco?! – soltó Rouge alarmada viendo sobre su hombro. No sabía qué pasaría si algún vampiro hacía eso con los Decretos Vampíricos, pero no creía que fuera algo bueno. –¡Sí ella se entera entonces...

–No importa – respondió cabizbaja –No pienso seguir rigiéndome bajo estúpidas normas que no pretenden más que verme miserable – se prometió frunciendo el entrecejo –Sin importar el precio, buscaré mi camino.

Dio media vuelta para abrir la puerta y salir del agujero negro que se había metido caminando a un futuro incierto, pero con la esperanza que fuera mejor al pasado que intentaba dejar atrás.

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Escuchó el crepitar de una fogata, la cual empezó a despertar sus sentidos. Amy entreabrió sus ojos lentamente, vencida por el cansancio que la acogía, uno que la había imposibilitado de sentir el frío o el dolor de su cuerpo o cualquier sentimiento de desolación o tristeza, sentimientos que ahora parecían despertar lentamente de su ensueño.

Enfocó su mirada distinguiendo una habitación abarrotada de diferentes cachivaches y libros regados por cada pequeño espacio que las sobrepobladas libreras podían ofrecer. No estaba segura cómo había llegado ahí cuando la evocación de la imagen de Shadow golpeó con fuerza su frágil mente y el recuerdo de todo aquello que la había obligado a refugiarse del dolor en el desolado bosque helado vino a ella como huracán, uno que prometía devastar todo a su paso.

Amy colocó una mano sobre su pecho que se desquebrajaba por dentro mientras lágrimas indeseables se asomaban para nublar su visión. Cerró sus ojos con fuerza sintiendo una lagrima fugitiva recorrer su mejilla. Ella había huido de él, pensando que moriría por desacatar sus ordenes o bien, por el invierno cruel, pero el destino no sería tan benevolente como dejarla despertar de aquella pesadilla que era su vida.

–No entiendo...– murmuró para sentarse con sumo esfuerzo sobre la cama que ahora la abrigaba del frío infernal –¿Cómo sobreviví?

–Debo de decirte que no fue tarea fácil – alguien respondió a su pregunta, alarmándola.

Amy secó velozmente aquellos ojos que delataban el dolor de su alma destruida para con la mirada buscar al dueño de aquella voz. Un pequeño zorro apareció de entre las torres de libros para llevar en sus manos dos pocillos de metal con algún tipo de bebida caliente.

–Temí que no despertaras – continuó el zorrito para acercase a ella y entregarle lo que parecía té, el cual ella tomó febrilmente. –Realmente tu voluntad de vivir me sorprendió estos últimos dos días, en especial en tu estado anémico– continuó para así tomar asiento a la par de ella en un banco de madera un tanto inestable

–¿Anemia? – repitió ella en suave voz para lanzar su mirada a la bebida caliente y ver su reflejo en ésta y acto seguido el rostro apacible de Shadow aparecer en su mente como un mal recuerdo recurrente. –Espera, dijiste ¿dos días? – verificó borrando cualquier recuerdo indeseado volteándolo a ver desconcertada.

–Sí, la verdad tuviste mucha suerte– expresó el zorro para sorber un poco de aquella bebida humeante –Justo regresaba de despedir a mi mejor amigo quien regresaba a Green Hill cuando vi un caballo negro correr erráticamente a la distancia; curioso me alejé del sendero señalado y ahí fue cuando te vi caer.

–"De él fue la voz que escuché" – pensó velozmente –Por ti sobreviví – murmuró con cierta decepción.

–Pues yo no hice mucho realmente – aclaró con una sonrisa apenada –No soy doctor realmente, aunque tengo un amigo que me enseñó un par de cosas – explicó con una expresión pensativo –, pero me alegra ver que tu espíritu de lucha y mi medicina básica pudieron hacer algo – dijo aliviado para sorber otro poco de té.

–Pues... gracias– soltó Amy sin saber realmente qué más decir en una situación así, aunque no se sentía agradecida en lo absoluto –Has sido muy amable de tu parte... ammm... – intentó descifrar su nombre.

–¡Oh!, mi nombre es Miles Prower, pero puedes decirme Tails – se presentó con una sonrisa.

–Tails – repitió con una cordial sonrisa –Espera, dijiste ¿Prower? – verificó Amy para abrir sus ojos con emoción –¡¿Acaso tú eres Miles Prower?! ¡¿El Miles Prower?!

–Amm... Eso creo – murmuró Tails con un dejo vergüenza en su voz.

–¡Esto es increíble! – habló con gran emoción para notar la expresión de incomodidad del zorrito –Lo lamento – se disculpó con una sonrisa de genuina emoción –Mi nombre es Amy – se presentó prontamente en un intento de verse menos como una psicópata –Es sólo que tus libros eran algo que mi padre y yo adorábamos leer cuando... – silenció prontamente borrando lentamente su sonrisa.

De nuevo aquel rostro de pesar se pintó cual hermosa tragedia sobre éste y aquel dolor que por un momento pudo dejar atrás la alcanzó rápidamente arremetiendo contra ella hundiéndola de nuevo en los brazos de la melancolía que ahora la acogía.

–Pues, si te interesa – habló Tails para captar su atención –Eres bienvenida a leer cualquiera de mis libros – intentó animar ante la obvia carga emocional que ahora ella llevaba sobre sí –Tengo muchos libros, soy un habido lector también.

–Gracias... – sonrió Amy forzadamente –Aunque no creo quedarme mucho tiempo – susurró desviando su vista hacia la bebida que empezaba a enfriarse –No creo que sea seguro... para ti – se admitió con pesar.

No importaba que tan lejos estuviera, ella seguía atada a él, no sólo por un tatuaje sino por algo más fuerte.

–Entiendo– asintió el zorrito para soltar un pesado suspiro –Es una lastima, me hubiera gustado pasar más tiempo contigo, la verdad me sorprendió mucho encontrar a alguien como tú. No es algo que pase todos los días.

–¿Cómo yo? – curioseó la eriza intrigada para voltearlo a ver.

–Sí, ya sabes, a una sirvienta de vampiro – soltó sin reparo –Aún no estoy seguro como tu amo no ha acabado con tu vida– dijo pensativo –Realmente esperé a que murieras poco después de que te encontré por la perdida de sangre, asumí que por eso te había dado por muerta, sin embargo, tu amo no absorbió tanta sangre como para matarte, y a pesar de ello, no ha venido por ti.

Amy abrió sus ojos aterrada ante el diálogo que él hablaba de manera tan causal.

– ¿Cómo... – intentó decir la eriza mientras unos ojos llenos de terror e incredulidad lo miraban fijamente.

–Tu lengua – anticipó su pregunta el zorro –Además tus heridas todas corresponden a marcas de colmillos, no fue muy difícil realmente, soy un alquimista después de todo – respondió alzando sus hombros al aire en señal de desinterés.

–¡Espera! ¡¿Tú sabes qué es esto?! – preguntó para mostrar su lengua.

–Claro, es la marca de media luna. La marca que un vampiro deja en un mortal para someterlo a una vida de servidumbre – respondió cual hecho obvio.

–¡¿Y sabes como quitarla?! – inquirió velozmente.

Tails vio la expresión de desesperación de la eriza, era obvio que no había sido un mero accidente el hecho de que yaciera moribunda en medio del bosque. Él sabía que en las profundidades de los bosques como esos vivían criaturas con las que no se debía uno de topar nunca.

–Ahora entiendo– dijo el zorro con una sombra de sonrisa –Tú huiste ¿no es cierto?

Amy le desvió la mirada para apretar sus labios fuertemente convirtiéndolos en una fina línea. La melancolía y la tristeza la tomaron con fuerza para prohibirle de hablar o respirar. Un nudo en su garganta y una opresión en su pecho le robaron el aire y un escocer en sus ojos le hizo saber que se rompería en llanto en cualquier momento.

Quería ser fuerte, quería que nada de lo que ahora le sucedía doliera. Deseaba con todo su ser que el dolor que la estaba carcomiendo fuera sólo por el lazo a un vampiro tatuado en su lengua... pero era mucho más. Su dolor era por un amor hundido en la traición y su lazo sobrenatural sólo era el recuerdo perpetuo del mismo.

–Por favor...–suplicó ocultando sus ojos en la penumbra – Ayúdame –rogó empuñando sus manos en un intento de no perder la compostura.

Amy sintió la cálida mano de Tails sobre la de ella, obligándola a alzar la mirada al acto. El zorro la vio una mirada de consternación y una apacible sonrisa una que le daba una sensación de paz, algo que había perdido al salir del castillo.

–Cuenta con ello – prometió el zorro intensificando su agarre.

Amy sintió sus ojos nublarse para que lagrimas rebalsaran su capacidad de contención y soltarse a llorar en silencio.

–... L-Lo lamento– sollozó intentando secar el mar de lágrimas que no parecía acabar –Es solo que... estoy tan cansada – admitió para que el llanto se intensificara –Sólo quiero terminar con todo... sólo deseo...

–Hey, hey – llamó para intentar confortar a la eriza que era obvio había pasado por mucho para llegar ahí –No te preocupes, resolver problemas es mi especialidad. A eso me dedico.

Amy asintió con la cabeza para regalarle una sonrisa quebrada oculta tras un mohín de desolación. Tails le sacó un pequeño pañuelo de su pantalón para que ella secara sus lágrimas y apaciguara su llanto. Uno que había ayudado a liberar parte de la carga emocional que llevaba sobre sí.

–¿Realmente crees que puedes ayudarme? – preguntó ella ya más serena devolviéndole aquel pañuelo.

–Pues, la demonología no es mi especialidad, pero creo... – calló de pronto para que una expresión pensativa se pintara en su rostro. Amy lo vio con intriga ante el silencio prolongado –Aunque tal vez... – balbuceó para sí –¡Sí, sí! – exclamó con emoción para luego echarse a correr apresurado a una de las estanterías abarrotadas y buscar con desesperé algo entre herramientas y libros mal puestos –¡Sí, sí! – soltó victorioso –¡Lo encontré! – habló orgulloso hojeando un libro de pasta de cuero negro a gran velocidad

–¿Qué encontraste? – inquirió ella asomando su cabeza en un intento de alcanzar a ver el libro que hojeaba con entusiasmo.

–¡Sabía que algún día esto serviría! – ignoró a la eriza –Y Silver dijo que esos eran libros sin uso.

–¿Sil...

–¡Aquí! – dijo para regresar a su lado con emoción sin despegar su mirada del texto –Este pasaje del libro habla sobre un contrató entre mortal y vampiro imborrable por ningún método mortal – leyó velozmente –, sin embargo, justo... ¡Aquí, mira! – señaló para pasarle aquel libro para que ella leyera sus palabras

"(..) imitar la conducta abominable que los ha llevado a dicho estado podría revertir el lazo que los une bajo la marca de luna."

–No lo entiendo... – murmuró Amy para ver al zorro.

–¡Es tan claro como el agua! – soltó con emoción – La conducta abominable que los convierte en vampiros o en tu caso en esclavos de estos, es chupar la sangre de su víctima a través de una mordida, entonces... – silenció para darle la palabra.

–Tendría que alimentarme de Shadow... – parafraseó la eriza con una expresión de desconcierto y horror –¿Beber de su sangre me liberará?

–En teoría, aunque es una suposición – explicó con desánimo mientras seguía con su lectura rápida –Ya que no podemos asegurar la cantidad de sangre que se debe de ingerir, quiero decir, ¿cuánto sería? ¿una gota? ¿10 milímetros? ¿1 litro? – lanzó preguntas al aire absorto en las hipótesis que ahora se formaban –Se deberían de hacer varios experimentos con el vampiro en cuestión y nuestros dientes no son tan afilados como para...

–No – se negó ella velozmente, interrumpiéndolo.

–¿Cómo dices? – inquirió Tails para voltear a ver a la eriza quien tenía su mirada en penumbra.

–No pienso volver a ver o hablar con él– se juró dolida – Nunca más.

–Pero si no lo haces entonces permanecerás así hasta que él decida darle fin a...

–Ya mató mi espíritu– interrumpió Amy sintiendo nuevamente aquel dolor en su pecho –Que haga lo que quiera con mi cuerpo – musitó perdiendo lentamente la luz de su mirada.

–Ahora comprendo – dijo Tails soltando un suspiro –Te enamoraste de él ¿verdad?

Mordió su labio inferior con fuerza ante sus palabras, unas que deseaba con todo su ser que fueran más que una absurda conjetura... pero no era así. Se había enamorado, se había enamorado de un hombre que no sólo era culto y considerado, sino que la entendía y aceptaba por quien era... o eso pensó. Ahora entendía que todo había sido una artimaña elaborada para usarla como un objeto más de su castillo; como lo que siempre sería para él.

–... ¿Acaso él se enamoró también? – preguntó Tails curioso, provocando que ella se sobresaltará ante su pregunta.

–No– contestó con un amargo sabor de boca –Sólo fui una pieza en su juego de ajedrez, un peón más en su tablero, uno que podría cambiar sin problemas...– admitió con aquellos ojos sin luz o vida –Sólo fui otra estúpida mortal que fue engañada por un cortés caballero que no resulto ser más que una mentira... pero fue una hermosa mentira mientras duró – reconoció con una sombra de sonrisa –, pero mentira al fin.

Tails observó con pesar a la eriza que se marchitaba lentamente frente a él.

–¿Podría dejarme a solas? Quisiera dormir un poco más – pidió para entregarle de regreso aquella taza de té.

El zorro no pudo responder a su petición pues ella se acurrucó en la cama dándole la espalda al acto. Asintió en silencio para dejar a su invitada a solas como requirió, sin poder hacer nada para poder ayudarla a sanar la herida de un corazón despedazado.

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Pasó días en la tundra que aquel erizo verde le había señalado en aquel bar de mala muerte, el lugar donde Amy vivía, mismo lugar donde aquella vampiresa se había ocultado de él los últimos dos años; y después de una búsqueda que parecía sería infructuosa lo había encontrado.

Silver observó la luna bañar con su luz a un castillo que yacía en medio de la nada imponiéndose con su arquitectura gótica en medio de la flora congelada.

–Por fin te encontré, Rouge – admiró con una sonrisa victoriosa –Y una vez salga el sol todo acabará.


¡Un mes! Lo sé!!! Pero tengo buenas razones, actualmente estoy sacando un diplomado (adicional a la U y el trabajo) y tuve una emergencia dental y estuve una semana fuera de combate XD! entonces completar este capítulo fue más laborioso de lo que quería en un principio, pero aquí estoy de regreso.

Bien, respecto a la historia, ¡Por fin Silver ha aparecido nuevamente! Y las malas noticias están a la vuelta de la esquina. Nuestro arco final está por empezar a escribirse, uno que promete en reescribir la vida de nuestros protagonistas.

Una batalla por la supervivencia está por empezar. Capítulo Décimo: El Cazavampiros.

¡GrAcIaS pOr LeEr!

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