Capítulo Decimotercero: Te Dejo Ir
Un halo de luz la cegó por completo obligándola a cerrar sus ojos para protegerse de la misma hasta que la iridiscencia se disipó. Amy abrió los ojos lentamente para verse ahora en callejón oscuro.
–¿Cómo...? – murmuró suavemente sin entender cómo era posible estar tan alejada del castillo –¿Dónde... – Shadow se desplomó en el suelo, interrumpiendo su cuestionamiento y así verlo alarmada –¡Shadow! – exclamó hincándose a su nivel –¿Estás...
–N-No te preocupes por mí – musitó con un mohín de agonía.
–¡¿Por qué hiciste esto?! ¡¿Dónde estamos?! – exigió saber.
–M-Mira... – espetó para con una mano temblorosa señalar hacia el frente.
Amy alzó una ceja para seguir la ruta señalada con la mirada y distinguir el final de aquel callejón, donde una iluminada calle la llamaba. Regresó su mirada a él por unos segundos y de nuevo regresarla al final de aquel oscuro pasaje. Amy se levantó para con cautela caminar hacia la salida de las sombras que ahora la rodeaban, y al hacerlo, ver una plaza iluminada por los rayos del sol. Distinguió el piso de adoquín que adornaba las calles, la fina arquitectura que la rodeaba, y por sobre todo, la gente que iba y venía con una expresión amigable en su rostro. El olor a agua salda inundó su nariz y la suave brisa marina le hizo saber que yacía muy lejos de las montañas nevadas.
–... ¿Qué es este lugar? – preguntó en suave susurro hasta que algo llamó su atención.
Amy dio un par de pasos fuera para divisar una estatua en el medio de la plaza, una que reconocería en cualquier lado, después de todo había leído mucho de ésta e incluso visto hermosas imágenes de quienes habían tenido el privilegio de estar en su presencia. Dio un par de pasos cautelosos para admirar indiscretamente la majestuosa escultura marmoleada de una felina, una con un mohín sereno e imponente.
–La Princesa Blaze– soltó con asombro sin poder quitar la vista de la ella –Esto es... ¿Solenna? – dijo para ver con disimulo el lugar a su alrededor.
El vampiro tosió fuertemente, captando la atención de ella al instante. Amy volteó a ver al oscuro pasillo a sus espaldas y así distinguir al exhausto erizo, quien yacía apoyado sobre la pared, en un intento de permanecer de pie.
–¡¿Shadow?! – llamó ella angustiada y así correr de regresó hacia él.
Shadow mantenía un mohín de agonía y dolor imposible de ocultar; tosió nuevamente sintiendo un sabor familiar en su boca. Dirigió su mirada a sus pies y así distinguir sangre sobre el adoquín... su sangre.
–Maldición...– masculló con dificultad.
Limpió los residuos de sangre en su boca con una mano temblorosa, sintiendo una extraña sensación en la misma, un curioso cosquilleo que llamó su atención. Shadow fijó su vista en ésta para abrir sus ojos lentamente al ver como las yemas de sus dedos empezaban a evaporarse en el aire lentamente... se estaba desvaneciendo. El amuleto no sólo lo hacía sufrir por cada minuto que lo tuviera en él, sino que también lo mataba lentamente por usar sus habilidades y entre mayor el esfuerzo más rápido lo consumía.
–¡¿Te encuentras bien?! – escuchó preguntar a Amy quien llegaba a su lado para ocultar su mano con rapidez dentro de su bolsillo –Eso es... ¿Sangre? – preguntó la eriza para ver con horror la mancha carmín sobre el adoquín.
–Debo regresar – murmuró el erizo negro, ignorando su estado tan precario.
Shadow tomó con esfuerzo la esmeralda verde que yacía en el suelo para verla con una mirada resistente. Antes, uno de sus bienes más preciados, y ahora uno que sólo anunciaba dolor y sufrimiento. Soltó un suspiro imperceptible, sabiendo que usarla nuevamente podría acabar con su vida o acelerar el proceso que ya había empezado.
–¡No puedes hacer eso! – se negó la eriza para sujetar su brazo, obligándolo a desviar su vista a ella –¡Mira el estado en el que te encuentras ahora! – señaló con intensa preocupación.
–... Rouge me necesita– murmuró con pesar. No estaba más emocionado que ella con el hecho de regresar, el dolor de cada Chaos Control era como adentrarse a un pequeño infierno, sin embargo, no podía dejarla sola –Lo prometí– se recordó para sujetar con fuerza aquella esmeralda y verla determinado. Sólo debía de vivir lo suficiente para ayudar a Rouge... sólo necesitaba un poco más de tiempo.
–Llévame contigo entonces – exigió Amy, ocasionando que el erizo la volteara a ver con sorpresa –Puedo ayudar, puedo...
Shadow sacó su mano del bolsillo y tomó con brusquedad su rostro tomándola desprevenida por la inesperada acción para luego sentir sus labios sobre los suyos, abriendo sus ojos de par en par ante la tersa sensación. Su mano, que antes tomaba su rostro de forma brusca suavizó su agarre para recorrer ésta a través de su sedoso cabello y tomar suavemente su cabeza acercándola a un más a él.
Amy se envolvió en él completamente y en aquel mar de emociones que el más simple de sus roces podían generar. Sintió su lengua abrirse paso en su boca lentamente ruborizándose intensamente, sintiendo un familiar calor en su vientre.
Todo pensamiento o juicio se nublo, sólo sabía que quería estar ahí, con él, en un beso que parecía durar por siempre o así pensó cuando una sensación de ardor rompió aquel mágico hechizo en el que él la había envuelto y como acto instintivo alejarse de él, retrocediendo un par de pasos.
Amy colocó una mano sobre su boca adolorida sintiendo el sabor a hierro recorrer sus papilas gustativas. Ella reconocía ese sabor, era sangre. Alzó la mirada velozmente dirigiéndola al erizo con expresión estoica para ver un hilo de sangre recorrer la comisura de sus labios. Abrió sus ojos con sorpresa para tocar la punta de su lengua a prisa, y no sentir más aquella marca que la había unido a él de manera irrevocable.
–Eres libre, Amy Rose – musitó con un semblante sereno el vampiro –Ve, y vive la vida que siempre soñaste.
–¿Eh? – exclamó, notando la tristeza en la mirada del erizo negro ¿por qué eso sonaba como un adiós? –... ¿De qué hablas? – cuestionó temerosa de la respuesta.
–Nunca podré compensarte todo lo que te he quitado, pero con esto, espero...
–¡Piensas abandonarme aquí! – acusó sintiendo lágrimas sobresalir de las cuencas de sus ojos –¡¿Eso crees que recompensará todo lo que he vivido?!
Shadow esbozó una sonrisa imperceptible ante la reacción ella. Con una mano acarició suavemente uno de sus cortos mechones de cabello, provocando que el mohín de molestia desapareciera al acto. Amy se ruborizó intensamente ante aquella sencilla acción sin poder decirle nada.
Él realmente extrañaría aquellas rabietas infantiles que sabía que nunca tendría oportunidad de ganar.
–...No– respondió al fin el erizo negro con una expresión serena –No hay nada que pueda darte que compense todo lo que has sufrido por culpa mía – murmuró tristemente ocasionado que ella derramara un par de lágrimas más –, pero es un pequeño comienzo – dijo para soltar su sedoso cabello y retroceder un par de pasos mientras ocultaba su mano en su bolsillo nuevamente –Ahora podrás tener una vida normal, conocer a alguien, casarte, tener hijos...
–¡Yo no quiero nada de eso! – vociferó apretando sus puños con fuerza –¡Yo te quiero a ti! – habló mientras la tempestad del inevitable adiós la cubría.
–Jamás serás feliz a mi lado – le recordó soltando un triste suspiro –Un mortal y un vampiro jamás encontrarán la felicidad juntos.
–¡No, no! – dijo ella para correr hacia él y sujetar su muñeca –¡No hagas esto! – rogó con su voz quebrantada y un labio tembloroso. –Por favor... – rogó provocando que él le desviara la mirada.
Amy colocó suavemente su cabeza sobre el hombro de él mientras la tristeza que ahora echaba raíces en su pecho cantaba su triste melodía en forma de sollozos que escapaban de sus labios en una melodía quebrantada.
El aroma a gardenias inundó su nariz, incrementado su llanto gracias a éste. Gotas saladas mojaron sus ropas mientras ella se resguardaba en él, sintiendo su presencia, una que le emitía paz y felicidad. No podía imaginar una vida sin él... ya no.
–Tú me preguntaste qué significabas para mí– lo escuchó decir para así alzar su cabeza y toparse con aquellos ojos color carmín que la miraban con dulzura, una nunca antes vista –Tú significas todo, Amy Rose – le respondió el erizo negro al fin en su suave susurro –Jamás me perdonaría si algo llegará a pasarte, yo no... – admitió sintiendo como un nudo en su garganta le impedía de continuar, desviándole la mirada, una que empezaba a empañarse.
Shadow sintió un dulce aroma navegar el ambiente, uno que lo obligó a alzar la mirada y ver las mejillas de ellas bañadas de un hermoso color carmín, uno que lo hacía tragar pesado ante la necesidad de saborearla una vez más. Una droga que lo consumía lentamente por la necesidad de tan sólo un poco más.
–¿Es que acaso no lo ves? – reclamó Shadow con molestia, obligándolo a ahogar sus instintos nuevamente.
–¿Ver? – repitió ella suavemente
–¡Hago todo esto porque...– silenció Shadow para dirigir su mirada a la eriza que lo observaba expectante – Porque yo también me enamore de ti – confesó con un dejo de vergüenza en su voz.
–Shadow...– soltó al viento sintiendo su rostro enrojecer ante aquella confesión.
–Y por eso, te dejo libre – dijo para soltarse de su agarre sintiendo la ausencia de la calidez que ella le proporcionaba. Shadow retrocedió varios pasos para que ella lo viera alarmada –Ten una buena vida – dijo por último desviándole la mirada, no podía encararla.
–¡No, espe...
–¡Chaos Control!
Un haló de luz la cegó momentáneamente obligándola a cerrar sus ojos por el resplandor; para cuando Amy los abrió nuevamente sólo pudo distinguir un callejón vacío. Junto a la luz, él se había marchado.
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Abrió sus ojos lentamente sintiéndose mareado y con esfuerzo levantarse del frío suelo. Espio vio a su alrededor, desubicado. Observó los alrededores reconociendo aquella pequeña enfermería que él mismo había armado. Sintió un fuerte dolor en su cuello acariciándolo instintivamente para ver vendajes colocados de forma desprolija por todos lados para que el recuerdo de ella golpeara su mente:
"Te libero Espio, desde ahora ya no sirves en este castillo"
Sus ojos se abrieron de golpe al recordar la triste expresión de su ama antes de perder el conocimiento. Sin pensarlo más corrió en su búsqueda maldiciéndose en el camino ¿Cuánto tiempo había permanecido inconsciente? ¿Dónde estaba Lord Shadow y Amy? ¿Acaso el cazavampiros había logrado traspasar la barrera que la vampiresa había convocado?
–¡Madame! – llamó al llegar al vestíbulo en busca de señales de vida.
Espio observó las puertas del castillo azotarse con la corriente de viento que ahora se infiltraba para que un polvillo recorriera la atmósfera en un hermoso vals. El sol bañó los interiores con sus rayos y un ambiente de melancolía se hizo sentir, uno que le oprimió el pecho.
Tragó pesado para caminar lentamente por el desértico lugar y frente a la puerta visualizar algo que lo hizo parar de golpe. Una estaca que yacía sobre el suelo salpicada de sangre.
Espio se dejó caer de rodillas para fijar su vista en el pedazo de madera.
–No...
Su vista se nubló lentamente para que la imagen frente a él se distorsionara y así exhalar un grito desde lo más profundo de su ser golpeando el suelo con fuerza con sus puños mientras cientos de lágrimas empezaban a rebalsarse de sus ojos sin control.
Una opresión en el pecho le robó el aire y por un momento sintió que el dolor que ahora crecía de manera agigantada lo partiría en dos.
–¡Maldición, maldición! – vociferó erráticamente soltando un grito de desesperación.
Espio sujetó su cabeza con ambas manos mientras sus sollozos navegaban cual música funeraria por el desértico castillo.
El llanto no paró y posiblemente no pararía nunca ¿eso era lo que su ama había sentido al perder a su más grande amor? ¿a eso se refería con que los mortales y los vampiros nunca podría encontrar la felicidad?
Un destello de luz alumbró todo el recibidor acallando por un instante el dolor que ahora carcomía su alma. Espio volteó a ver a sus espaldas para distinguir al erizo negro aparecer de la nada, desplomándose al acto.
–¿Lord Shadow? – murmuró al viento al distinguir al vampiro.
Shadow escupió una basta cantidad de sangre sintiendo sus entrañas retorcerse y su sangre arder dentro de él. Alguien pronunció su nombre a la distancia, haciendo un eco en su agonía. Intentó visualizar dónde estaba, pero no había más que oscuridad. No entendía qué pasaba, no podía ver nada ¿acaso había perdido la vista?
De nuevo aquel cosquilleo en su mano se hizo presente, ya no era sólo la yema de sus dedos, ahora lo sentía en toda la mano ¿estaba despareciendo? No lo sabía, no podía ver nada.
–¡¿Lord Shadow?! – escuchó una voz familiar, era Espio. Lo había logrado, había regresado al castillo.
–R-Rouge...– alcanzó a decir no sin escupir sangre una vez más, sintiéndose mareado –A-Ayuda... – intentó decir cuando un fuerte dolor en su pecho lo hizo exclamar un grito de agonía.
Era todo, no podía más.
Espio observó algo inconcebible ante sus ojos; el erizo negro moría frente a sus ojos. Corrió hacia él para notar el amuleto que aún resplandecía sobre su pecho, si no era removido moriría ahí mismo y si era así, la muerte de ella no significaría nada.
El camaleón chasqueó frustrado, apretando sus labios fuertemente volviéndolos una fina línea. Impotente.
–Si tan sólo pudiera... – silenció de golpe.
Un ente maldito no podía remover un objeto sagrado, pero él ya era libre de la marca de media luna. Ella lo había liberado.
Espio se hincó al lado del erizo para ver con determinación el amuleto, se lo quitaría de encima, así su cuerpo ardiera en llamas por intentarlo; no permitiría que el ser más importante para su ama pereciera, no si podía evitarlo. Espio tomó el amuleto y esta vez no quemó su mano, para así arrancarlo con fuerza del vampiro y lanzarlo lejos de él.
–¡¿Lord Shadow, me escucha?! – llamó para ver al erizo que perdía la consciencia lentamente.
–Ayuda... a Rouge– murmuró antes de perder el conocimiento.
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El aire regresó a sus pulmones y la agonía que alguna vez lo recorrió se había esfumado. Shadow abrió sus ojos lentamente, enfocando su mirada. Manchas borrosas empezaban a tomar forma notando que yacía en su habitación del castillo. Parecía haber despertado de la peor pesadilla de su vida.
–Despiertas al fin – escuchó decir dirigiendo su mirada aún distorsionada a la chimenea crepitante. Era el camaleón.
–Espio...– murmuró para sentarse con cierto esfuerzo, aún se encontraba muy débil.
No entendía cómo había llegado ahí, recordaba estar muriendo de dolor y agonía en una profunda oscuridad luego de su último Chaos Control gracias al amuleto del sol; ese último recuerdo provocó que Shadow Lanzara su mirada a su pecho en busca de aquel amuleto que por poco le costaba la vida. No estaba más. Por fin había logrado perderlo, sin comprender cómo eso había sido posible... o así fue cuando dirigió su mirada al camaleón, quien tenía aquella mirada sin luz, inmóvil.
–¿Rouge?... – llamó el erizo buscándola con la mirada desesperadamente, sin rastro de ella. –¡¿Dónde está...– calló al sentir un agudo dolor en el pecho.
–No está – respondió Espio secamente, sin verlo.
Las palabras del camaleón le hicieron tragar pesadamente. Como acto instintivo Shadow dirigió su mirada a la entrada de su habitación, esperando ilusamente que ella entrara con aquella típica sonrisa pícara para decirle alguna broma de mal gusto y regañarlo por sus acciones... pero no pasó.
–No... – soltó Shadow con horror –¡No, no, no! – vociferó colocándose en pie torpemente. –¡Ella... – sus piernas flaquearon, obligándolo a callar.
Shadow colocó una mano sobre la pared en un intento de mantenerse en pie, pero un intenso dolor sobre la misma lo hizo perder el equilibrio al retirarla de forma inmediata, cayendo al suelo bruscamente.
Dirigió su mirada a su mano, la cual yacía severamente lacerada. Su piel estaba expuesta, como si la hubiera mantenido en el fuego el suficiente tiempo para que su piel se cayera de la misma.
–Se llama quemadura bendita – escuchó el erizo decir, elevando la mirada y dirigirla al camaleón –Todo tu cuerpo ya ha sanado por completo, excepto esa parte – empezó Espio, quien se mantenía en la misma posición –Cuando llegaste tu mano había desaparecido casi por completo. Asumo que esto es lo mejor que pudo hacer tu cuerpo para evitar que la perdieras por completo... aunque no sé si podrás usarla nuevamente.
–Espio... ¿qué sucedió? ¿Qué pasó con Rouge? – inquirió con pesar, protegiendo su mano herida en su abrigo con extremo cuidado.
–Ella... – murmuró rompiendo su impasible semblante, para que un nudo se formara en su garganta. –Me liberó – rememoró, recordando las últimas palabras de la murciélaga –Luego me hizo perder el conocimiento– contó para acariciar su cuello aún marcado por el firme agarre de ella –Cuando desperté ella... – silenció tragando pesadamente, endureciendo su mirada –¿Por qué la abandonaste? – preguntó para voltearlo a ver al fin con una expresión de reproche y una mirada que se quebraría en llanto en cualquier momento.
Sus palabras fueron como pequeñas cuchillas en su corazón. Shadow cerró sus ojos con pesar. Le gustaría decirle que eso no fue así, pero al final de cuentas él se había ido y la había dejado a su suerte.
–Tenía que llevar a Amy a un lugar donde no fuera una víctima potencial... donde él...
Shadow acalló al percatarse de algo. Subió su mirada al camaleón quien lo escuchaba atentamente, chasqueando molesto. Las acciones de Rouge y las suyas habían sido idénticas; liberar a aquellos que eran importantes y alejarlos tanto como pudieron para protegerlos
–Rouge se encargó de alejar a cualquiera que el cazavampiros pudiera lastimar– mencionó el erizo cual epifanía abriendo lentamente sus ojos ante el descubrimiento.
Todo había sido parte del plan de ella, su intención nunca fue que él regresara ayudarla, ni que Espio la asistiera. Lo más probable es que ella ni siquiera diera batalla para asegurarse que el erizo plateado se fuera tan pronto como fuera posible, antes de que él o Espio pudieran llegar a su encuentro.
–...Maldita sea – soltó Shadow con su voz quebrantada, mordiendo con fuerza su labio inferior, trayendo su rostro a su mente.
Espio soltó un pesado suspiro, él mejor que nadie podía decir que los vampiros podían ser todo menos seres egoístas, de hecho, los mortales a su parecer eran más demoniacos que los mismos vampiros.
–Ella protegió a todos en el castillo...– murmuró Espio con pesar –A cambio de su vida– masculló apretando sus puños con fuerza, intentando retener el llanto que parecía que se escaparía de sus labios en cualquier momento.
Shadow dirigió su mirada a su mano lacerada, un recuerdo perpetuo de lo que casi fue su final una pequeña probada de lo que algún día le esperaría.
–Espero el otro lado sea mejor... Rouge– murmuró el erizo con tristeza.
Al menos ahora podía decir con certeza que ella por fin había logrado lo que siempre había anhelado al entrar a su castillo. Paz.
Shadow regresó su mirada al camaleón, quien mantenía aquella aura de pesar; no podía culparlo, si había algún ser vivo sobre la tierra que hubiera dado su vida por Rouge era él, y estaba seguro que ella lo sabía. Ella había hecho lo necesario para no condenar al camaleón, al igual que él con Amy.
–¿Qué haces aún aquí? – inquirió Shadow de pronto para ponerse en pie lentamente. Recuperando un poco de energía –Ella te dio otra oportunidad, ya no tienes nada que hacer aquí, vete – ordenó fríamente.
–¿A dónde? – debatió Espio con un dejo tristeza –No tengo a donde ir... – murmuró apagado –No – corrigió –No quiero ir a ningún otro lado – confesó sintiendo sus ojos aguarse nuevamente. –Ella...
–Entonces quédate – dijo sin interés el erizo negro para caminar hacia la salida lentamente; odiaba sentirse tan débil –Ahora eres libres de elegir.
–¿A dónde vas? – cuestionó Espio al verlo andar.
Shadow colocó su mano en el pomo de la puerta soltando un suave suspiro.
–A seguir con mi vida... lejos de aquí – murmuró agachando sus orejas.
Sin Rouge o Amy no había razón para que él continuara ahí y los recuerdos serían demasiados para manejar, se volvería loco en poco tiempo. Lo había perdido todo nuevamente... pero esta vez no se aferraría a un pasado que sabía que no podía cambiar, esta vez seguiría adelante.
–Pero...
–No hagas lo que ella – regañó Shadow para verlo al fin –Sin importar cuánto duela... debes de seguir con tu vida– aseveró sabiendo que esas palabras eran más un recordatorio para sí que un consejo para el camaleón. –Busca tu camino, Espio, lejos de aquí – dijo por último para salir de aquella habitación.
Shadow caminó por el desértico pasillo dando un paso delante del otro, sintiendo como la tristeza y la desesperanza lo seguían de cerca para arrullarlo en su seno. Sintió su vista empañarse mientras los cientos de recuerdos que albergaba su castillo llegaban uno detrás del otro sin freno. No podía permanecer ahí, debía de irse si quería mantener el poco sano juicio que aún le quedaba.
Arrancó las lágrimas de sus ojos con su antebrazo mientras caminaba a paso firme sin voltear atrás. Él había sido quien le había dicho a Amy que debía de seguir con su vida y buscar su felicidad y Rouge había hecho el sacrificio último para asegurarse que él encontrara la felicidad en donde fuera que quisiera buscarla... y eso haría.
Saldría de las sombras de una vida sin propósito y encontraría una forma de ser feliz, así pasara toda su vida inmortal en su búsqueda.
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La observó impasible, en la oscuridad como cada noche desde que él se había ido. No estaba segura del por qué, sólo sabía que cuando la miraba se sentía confortada, tal vez, porque su mirada era muy parecida a la de él, tal vez porque su expresión serena le parecía más una máscara que ocultaba una enorme tristeza, como la suya.
Amy soltó un pesado suspiro sintiendo su mirada nublarse y así abrazarse con fuerza. Llevaba diez días sin poder dejar de llorar. Solenna había sido su sueño desde el primer día que había leído sobre esa ciudad, y ahora que por fin yacía ahí, se sentía más sola que nunca. Aún esperaba verlo llegar por ella o tan sólo verlo entre la muchedumbre asegurándose que ella estuviera bien; pero eso jamás pasó.
La tristeza se coló por sus ojos y la desesperanza hizo su inoportuna aparición. Deseaba con todo su ser regresar a aquel castillo del cual intentó huir de manera persistente antes, tiempos que ahora se miraban tan distantes, casi como un sueño lejano. Amy sólo deseaba saber qué había pasado con él ¿había logrado derrotar a Silver? ¿Estaría bien? La falta de información sentía que la volvería loca.
–¿En serio piensas dejarme aquí? – ahogó en su sollozo sintiendo su alma desquebrajarse dentro de ella. –Shadow...
La soledad la abrazó más fuerte que nunca y la tristeza hizo casa en su corazón. Cada parte de su cuerpo gritaba por él y su ausencia no hacía más que matarla en una silenciosa agonía.
–Lo conseguí, Blaze – escuchó decir de pronto a una voz familiar.
Abrió sus ojos de golpe para buscar con la mirada al dueño de la voz, obviando por unos instantes el dolor de su corazón. Secó velozmente las lágrimas inclementes para así caminar con cautela alrededor de la enorme estatua mientras un suave murmullo, incomprensible, la guiaba. Una voz que sabía que nunca podría olvidar.
–...y al final, Rouge fue liberada – habló Silver con una sonrisa quebrantada a la estatua de mármol –Cumplí mi promesa.
–No...– salió de sus labios sin pensarlo realmente.
Silver desvió su mirada de la estatua de Blaze para así voltear a ver a sus alrededores y ahí, de pie frente a él, yacía la eriza rosa con su rostro bañado en lágrimas mientras lo observaba con la desesperanza albergada en sus ojos.
–¿Amy? – llamó con asombro y como acto instintivo buscar al erizo negro en las cercanías, colocándose en posición de ataque.
–¡¿Cómo pudiste?! – vociferó iracunda la eriza.
Amy se abalanzó contra él con nada más que sus puños, ataque que fue detenido en seco al verse envuelta en un aura telequinetica para ser lanzada a un lado como si se tratase sólo de un estorbo para él, barriéndose en suelo. Abrió sus ojos adolorida, para que heridas previas por la batalla con él tiempo atrás se sintieran como la primera vez, un dolor abrasante recorrió cada fibra de su ser. Si antes no era un oponente digno, ahora era menos que eso.
–Hice lo que tenía que hacer, no espero que lo entiendas – espetó Silver fríamente, aún en busca de aquel vampiro de mirada carmesí. –Dime ¿dónde está? – exigió saber, iluminando su mirada de un celeste incandescente listo para cualquier ataque inesperado –¿Dónde está el vampiro Clase A?
–¿Eh? – exclamó arqueando una ceja sin entender su pregunta –Hmph, tú deberías de saberlo– logró decir intentando contener su llanto –...Lo mataste ¿no es cierto? – murmuró con su voz pendiendo en un hilo –Junto a Rouge y Espio...– murmuró para sentir el peso de la desolación sobre ella –La única forma que "liberaras" a Rouge es si Shadow no... él no... – calló abruptamente sintiendo su pecho estrujarse y su corazón partirse en miles de pedazos ante la frase que era incapaz de completar.
Amy estrujó su blusa blanca, sintiendo como le faltaba el aire. Sentía que estaba muriendo en vida, sólo quería llorar sin consuelo ante la impotencia que ahora la recorría. Incluso con toda aquel resentimiento y enojo dentro de ella era demasiado débil para vengarlo o si quiera protegerse a sí misma.
–¿De qué demonios hablas? – soltó Silver de pronto para desvanecer el brillo en su mirada –Ustedes la abandonaron a su suerte.
–¡Por su puesto que no! – bramó con una mirada iracunda –¡Shadow jamás la abandonaría! ¡Él prometió que regresaría y un vampiro nunca miente! – defendió sintiendo su máscara de enojo desquebrajarse nuevamente ante el dolor que buscaba como escapar de ella.
–...No– negó Silver suavemente rememorando la triste expresión en la mirada de la murciélaga –Ella estaba sola– aseveró con abatimiento.
Amy borró su mirada iracunda al ver la expresión del erizo plateado. Él realmente decía la verdad, su corazón se lo decía y si ese era el caso ¿qué había pasado con Espio? ¿Acaso Shadow había llegado tarde?
–¿Quieres decir que él está vivo? – le preguntó sintiendo como la comisura de sus labios se elevaban y sus ojos se llenaban de esperanza brevemente.
–Eso lo dudo – respondió Silver secamente –El amuleto del sol se encargaría de matarlo si yo no podía hacerlo, y el usar semejante cantidad de poderes como lo que requiere teletransportarse seguramente lo habrá matado a las pocas horas – indicó el erizo plateado pensativo –Es poco probable que...– el erizo silenció al ver los ojos de esperanza de ella empezar a apagarse lentamente borrando el vago amago de sonrisa que había empezado a formarse ante sus crudas palabras.
Silver soltó un suave suspiro ante la expresión de devastación de la eriza. Se acercó a ella para hincarse a su nivel y ver la expresión taciturna en su mirada, inmóvil; sin reaccionar ante su presencia. Con un ágil movimiento tomó su rostro con una mano provocando que ella alzara su cabeza, obligándola a abrir la boca ante la presión de sus dedos sobre sus mejillas, ocasionando que ella se resistiera inútilmente ante su agarre.
–Te liberó – dijo Silver con asombro al no ver la marca de media luna marcada en su lengua.
Amy lo empujó tan fuerte como pudo para soltarse de su agarre viéndolo desafiante. Retrocedió torpemente lejos de él para así ponerse en pie tan veloz como pudo, endureciendo su mirada ante su atrevimiento.
–... Típico de los Clase A– murmuró Silver esbozando una media sonrisa.
–¡¿Qué quieres decir?! – cuestionó molesta.
–Tu amigo, el erizo negro, es el segundo vampiro Clase A que conozco frente a frente – empezó con un semblante sereno –Ella fue la primera – continuó Silver para admirar con ternura la estatua de su más valiosa amiga.
El mohín de molestia de Amy desapareció para así fijar su vista en la felina esculpida, recordando las palabras del erizo plateado en su primer encuentro:
–Es una lastima que una enfermedad se la llevara tan joven – dijo Amy sin levantar su mirada del libro que había escrito la Princesa de Solenna.
–Fue asesinada – corrigió Silver en grave voz.
Su mirada regresó al erizo plateado, quien mantenía aquella expresión dulce y pacífica en su rostro, una que se rompía ante unos ojos llenos de tristeza y nostalgia.
Amy tragó pesado para así atreverse a preguntar:
–¿Tú la asesinaste?
La pregunta lo tomó por sorpresa y así soltar un suspiro imperceptible trayendo brevemente aquellos recuerdos de los últimos momentos compartidos con Blaze.
–Eres la primera que me pregunta algo tan cruel... – habló con aquel mohín sereno y un esbozo de sonrisa. Silver volteó a verla provocando que ella retrocediera un paso, febril –Sí, yo fui quien terminó con su vida – asintió sin ningún dejo de remordimiento en su voz –A petición de ella – completó.
Amy abrió sus ojos con asombro ante sus palabras, viendo de reojo a la estatua a su lado. No imaginaba que la princesa más poderosa del reino hubiera hecho semejante petición, y a su vez, no le asombraba en lo absoluto. Shadow se lo había dicho muchas veces antes, los vampiros eran criaturas malditas que buscaban una felicidad inalcanzable.
–Los vampiros de la estirpe más poderosa se manejan diferente a los de un nivel inferior, no se motivan por sangre o por poder, se motivan por amor– murmuró Silver recordando la pasión y devoción de Blaze hacia su pueblo –Y si eso significa sacrificar su propia felicidad en el proceso, bueno... – silenció para verla compasivamente –Sus acciones son tan erráticas que realmente nunca sabes qué esperar de ellos– dijo para regresar su mirada a la felina, una entristecida –Podrían ser los peores demonios sobre la faz de la tierra y a pesar de ello, parece que tienen más empatía y compasión que ningún mortal que yo conozca.
Los ojos de Amy se inundaron de lágrimas nuevamente. Apretó sus puños con fuerza para que un silencioso sollozar navegara en la desértica plaza; el rostro de Shadow vino a su mente junto a su afilada sonrisa y mirada gentil, sintiendo como aquel vacío crecía desde su pecho para consumirla por completo.
–Aprovecha esta nueva oportunidad de vivir, Amy – retomó Silver, ignorando el dolor que brotaba de los ojos de ella –Hay muchos que darían lo que fuera por tan sólo una oportunidad más de rectificar su vida – soltó viendo a la estatua de Blaze de reojo.
–... ¿Y qué se supone que haga? – murmuró ella sin luz en su mirada, captando la atención del erizo plateado –¿Cómo se supone que continúe? No sé cómo sin... él...
–Elige una vida que sea tuya – interrumpió Silver sus pensamientos caóticos al tocar suavemente su hombro, captando su atención al acto –Toma decisiones, comete errores, tus errores y no te arrepientas del camino que has tomado.
–¿Eso fue lo que tu hiciste? – preguntó Amy con su voz en un hilo –Después de que ella murió.
Silver asintió con la cabeza apacible para que sus ojos dorados se engancharan en el semblante sereno de Blaze.
–La vida de un cazavampiros roza con la muerte constantemente, es un trabajo muchas veces mal pagado en donde tu vida ya no es tuya, tu vida es buscar vampiros y proteger no sólo a ciudadanos indefensos, sino a ellos de sí mismos– reveló soltando un pesado suspiro para así retirar su mano de su hombro –Y aunque no lo creas, terminar la vida de un vampiro, aunque gratificante, deja una marca en ti – confesó colocando su mano sobre su corazón, recordando el mohín de tristeza de Rouge en su último encuentro –Sin embargo, no me arrepiento de este camino, le encontré un propósito a su muerte y a mi vida luego de ésta. Te aconsejo que hagas lo mismo – advirtió –Sigue adelante y nunca veas para atrás –aconsejó con una amplia sonrisa.
Amy pudo reconocer de nuevo a aquel erizo plateado que conoció en aquel pequeño pueblo y la había dado una mano amiga, uno que mantenía una sonrisa sincera en su rostro y emanaba calidez y bondad. Comprobándole nuevamente que nada era blanco o negro, sino más bien una serie de matices grisáceos, vampiros y mortales por igual.
Ambos permanecieron en un continuo silencio, uno que se sintió como una eternidad. Ahogados en sus propios pensamientos.
–Cuídate mucho– rompió Silver el silencio al fin, a modo de despedida, alarmándola –Hasta luego, Amy Rose – se despidió para dar media vuelta y empezar a caminar fuera de ahí.
–¡E-Espera! – detuvo la eriza para que él la viera sobre su hombro.
Amy sintió la mirada expectante de él sobre ella. Mordió suavemente su labio inferior sintiendo sus palabras atorarse en su garganta. Un labio tembloroso y un nudo en su garganta le impidieron de continuar
–¿Pasa algo? – preguntó Silver extrañado ante el silencio de ella.
–Yo... – intentó decir la eriza dubitativa –Yo quiero... no...– pausó para que sus ojos se toparan con los de él, unos que lo miraban sin misericordia, provocándole escalofríos ante la actitud amenazante de ella – ¡Te exijo que me conviertas en una cazadora de vampiros! – ordenó Amy con ímpetu.
Silver se volteó lentamente viéndola con una clara expresión de asombro por su descabellada decisión, reacción que no pasó desapercibida por parte de ella.
–... ¿Cómo dices? – alcanzó a decir, estupefacto.
–¡Lo que escuchaste! – confirmó sin retractarse –Quiero aprender a ser más fuerte, a defenderme, a no necesitar de nada ni de nadie... a no ser una carga – reveló con un mohín de tristeza y culpa –Quiero poder defender a otros en lugar que ellos me defiendan a mí.
–Amm... – murmuró Silver sin saber cómo reaccionar a sus palabras. Era la primera vez que alguien le pedía eso, en especial una mujer –Yo no creo que...
–Me lo debes – interrumpió la eriza para que una mirada despiadada fuera lanzada a él, quien se estremeció ante la misma –Si tú no aceptas encontré otra forma de cumplir con este propósito – dijo cual amenaza –Dijiste que buscará un nuevo camino, pues bien, elijo este.
–No creo que entiendes realmente a lo que...
–Estoy consciente de lo que hago – interrumpió Amy para verlo con soberbia –Silver, conviérteme en caza vampiros.
Silver soltó un pesado suspiro para admirar la determinación de la eriza, era obvio que no se haría para atrás, así él se negara.
–...De acuerdo – asintió –Lo haré.
¡Por fin, capítulo completo! Lamento la tardanza, no había podido actualizar porque he estado demasiado ocupada y este capítulo necesitaba de toda mi atención. Cada parte del capítulo tuve que releerlo varias veces para poder completarse, pero por fin esta listo. Este capítulo es más largo de lo habitual porque se pretendía que fuera el último, pero no pude, me hizo falta todavía bastante historia, entonces tuve que partirlo en dos; aún así les agradezco seguir pendientes de esta historia y todos sus comentarios y lecturas.
Bien, les comento que el siguiente ¡es el último capítulo de esta historia! Así es, por fin Bloody Rose tendrá su conclusión y eso significa que el siguiente proyecto ya está empezando a tomar forma. Como les mencione antes quería adentrarme de una historia corta antes de me meterme en mi Long Fic (mi siguiente Sonamy) y después de recontar los votos, hasta ahora, Hazbin Hotel ha ganado de una forma aplastante. Si les puedo ser honesta, no pensé que ganaría XD!!! Siempre sospeche que sería Inuyasha el vencedor, pero me equivoque. En fin, ya empecé a desarrollar la trama de este proyecto y por el momento, puedo decirles que tendrá un aproximado de 3 a 5 capítulos siendo un POV desde la perspectiva de Alastor (o ese es el plan por ahora).
¡Muy bien mis lectores! Ya lo saben, cualquier avance de mis proyectos los posteo en mi fanpage así como fechas de estreno XD!! Gracias a todos por apoyar este particular Shadamy y por quedarse hasta el final (espero no tardarme tanto con el mismo) hasta entonces, su autora se despide. Kat fuera.
Adelanto: La busca de la felicidad es un camino cuesta arriba. Dos vidas separadas que terminara colisionando en una amarga realidad. Nada puede permanecer. Un último deseo que les costará todo.
¡GrAcIaS pOr LeEr!
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