Capítulo Décimo: El Cazavampiros
Corrió con emoción mientras llevaba aquella bolsa de insumos que su madre le había dado para así llegar a la pequeña cabaña de madera cubierta parcialmente por nieve. Era un lugar alejado de su pequeña aldea, pero era uno de sus lugares favoritos para pasar el tiempo. El alquimista que la habitaba siempre tenía nuevos conocimientos que compartirle y ella en cambio le llevaba comida, medicinas o cualquier otra cosa que considerara que pudiera servirle.
Cream tocó la puerta con entusiasmo y así esperar un tanto impaciente. En su última visita una invitada poco usual estaba descansando en la morada de su amigo, una que tenía fuertes conexiones con los entes de la noche que la fascinaban y la aterraban a su vez. Moría por hacerle miles de preguntas de estas fascinantes criaturas, pues algún día pretendía ser la primera en escribir textos sobre ellos.
–Tails ¿estás en casa? – llamó para tocar nuevamente la puerta de madera perdiendo la poca paciencia que le quedaba.
Escuchó el cerrojo de la puerta abrirse para que el zorro de dos colas se asomara por la misma, viéndola con sorpresa.
–¿Cream? – dijo el zorro desconcertado por su presencia.
–¡Sí estás! – soltó con alegría.
–¿Qué haces por aquí? – cuestionó Tails al verla venir a solas.
–Traje más insumos médicos para la chica que encontraste en la nieve – explicó mostrándole la pequeña bolsa que llevaba en sus manos.
–Te dije que no era necesario – le recordó con una sonrisa cordial.
–Claro que sí – insistió para abrirse paso y entrar a su morada –Su condición era...
Cream silenció al distinguir a la eriza sentada en sobre una silla que daba hacia la ventana. Su semblante estoico y mirada perdida en el paisaje congelado la hacia verse ausente, como si su mente estuviera navegando en un lugar muy distante de aquella humilde morada.
La coneja esbozó una sonrisa al verla despierta al fin, obviando el estado emocional de la eriza, lista para abordarla con las cientos de preguntas que había planeado cuando el agarre de Tails la hizo detener su primer impulso de acercarse a ella. El zorro negó suavemente con la cabeza, dándole a entender que no era el momento.
Tails dirigió su mirada en la eriza, quien mantenía esa mirada taciturna y expresión estoica que llenaba de desolación la habitación. Luego de su charla aquella mañana Amy se había refugiado en sí misma, y había dejado de hablar o interactuar de ninguna manera con él o con el mundo. Parecía como si algo dentro de ella estuviera muriendo de forma lenta y agonizante.
–Será mejor dejarla descansar por ahora – habló Tails para regresar su vista en la coneja.
Cream devolvió su mirada a la eriza, sintiendo como una inmensa tristeza era emanada de ella, entendiendo ahora la mirada de consternación de Tails tras esa sonrisa cordial. Sin otra opción ella asintió desganada, soltando un suspiro de resignación.
–Está bien – habló al fin, no sin ver a la eriza una última vez de reojo entristeciendo su mirada ante el semblante de ella – ¿Ella estará bien? – le preguntó con un dejo de preocupación.
–Pues... – murmuró para rascar la parte trasera de su cabeza –Eso dependerá exclusivamente de su amo, ya que es difícil predecir si dejará que siga con vida o la matará con el simple chasquido de sus dedos.
–Es por la marca de media luna, ¿no es cierto? – preguntó con cierto entusiasmo, después de todo ese había sido su descubrimiento mientras ayudaba a inspeccionarla para tratar sus heridas.
–Sí– asintió con pesadez –Ella me ha pedido que la ayude a removerla, pero creo que será más complejo de lo que parece a primera vista.
–¿Puedes hacer eso? ¿Es decir que existe alguna forma?
–Pues los textos que hacen referencia hablan sobre imitar la conducta de los vampiros para borrarla, eso quiere decir beber de su sangre, sin embargo, estuve haciendo cálculos de cuánto esto podría ser y la técnica para ello – empezó –Sin embargo, creo que si lo vemos proporcional sería aproximadamente la misma cantidad de sangre que necesita un vampiro para poder transformar a un mortal, cerca de unos 3 litros de sangre.
–¿Pero eso no es mucho?
–Así es, es decir el cuerpo se conforma de entre 4,5 y 6,5 litros de sangre; ni siquiera un vampiro sobreviviría a eso, asumiendo que ella pudiera robarle tanta sangre – explicó soltando un pesado suspiro y pasando sus dedos entre su flequillo en señal de frustración –, pero incluso si ella lo lograra no puedo decir que eso vaya a funcionar. Son demasiadas variables que no puedo despejar y muy poca información – admitió con pesar –Si tan sólo pudiera hablar con Silver para que me ilumine un poco más en los libros que me ha entregado estoy seguro que podría tener datos más certeros.
–No creo que eso sea posible – negó la coneja para mover la cabeza de lado a lado en forma negativa –Justamente hoy nos llegó una carta del Señor Silver, parece que consiguió por fin una verdadera pista para encontrar a esa vampira que llevaba años buscando.
–¿Hablas de Rouge? – inquirió Tails curioso.
–Sí, el Señor Silver ha buscado arduamente su ubicación– asintió con una sonrisa –Desde que partimos del palacio de Solenna ha sido su meta última, en especial desde que perdió a la princesa en aquel incendio – rememoró con un mohín de tristeza.
–Lo recuerdo– concordó para llevar su mente al primer encuentro con el erizo plateado, quien al llegar a sus aposentos gracias a Cream tenía un semblante muy parecido al que Amy tenía ahora –Llegó aquí con todos esos maravillosos libros diciendo que yo les encontraría mejor uso por ser de poca utilidad para él – recordó con una sombra de sonrisa en su rostro –Supongo que tuve suerte que mi pequeña asistente fuera amiga de un gran cazavampiros como lo es él – dijo a modo de halago –Y que su madre fuera aprendiz del gran erudito en medicina como lo es Silver.
–Desde que dejamos Solenna ha sido muy difícil para mi madre y para mí, pero el Señor Silver nos a ayudado mucho para poder establecernos aquí – asintió Cream con una pequeña sonrisa –Y ahora que por fin a encontrado el castillo donde habitada esa vampiresa él podrá...
–¿Dijiste Silver? – la voz de Amy interrumpió su amena conversación.
Ambos se sobresaltaron al escuchar su voz dura y áspera. Tails volteó a ver a la eriza, quien ahora yacía de pie a la par de ellos, con una mirada indescifrable y un mohín de desconcierto, como si hubiese escuchado alguna mala noticia.
–Es... ¿Es acaso un erizo plateado? ¿uno de ojos ámbar? – preguntó Amy con un dejo de miedo en su voz.
–¿Lo conoces? – devolvió Tails con sorpresa ante la descripción del erizo. No pensó que estuviera escuchándolos.
–No... él... – balbuceó la eriza retrocediendo un par de pasos desconcertada por la información que ahora llegaba a ella. Debía de algún tipo de error –Él es un doctor – murmuró incrédula.
–Lo era – asintió Tails con la cabeza, sin entender el inminente pánico que ahora empezaba a crearse en ella –Al menos hasta la muerte de la Princesa Blaze, su más preciada amiga – reveló –Ahora es un famoso cazavampiros, conocido por siempre lograr su objetivo.
Las pupilas de ella se contrajeron ante sus palabras para que una mirada de horror inundara sus pupilas. Ahora entendía el por qué Silver se aparecía en diferentes pueblos, su extraña vestimenta, la gratitud de todos los aldeanos al verlo y por sobre todo, cómo había terminado con la otra copia de aquel libro escrito por la Princesa de Solenna. Él la había conocido.
–Desde la misteriosa muerte de la princesa se ha obsesionado por encontrar a una vampira llamada Rouge por alguna razón que jamás me ha quedado claro – explicó Tails sin interés.
–¡Y lo ha conseguido! – se involucró la coneja con entusiasmo –Parece que un aldeano de una villa al norte le ha dicho donde encontrarla gracias a la pista de su esposa quien se perdió en los bosques, él cree que ella... – Cream silenció lentamente al apreciar la expresión de terror en a la eriza rosa. –¿Estás bien? – cuestionó en baja voz.
Amy tapó su boca con una mano sintiendo sus ojos humedecer para ver con horror a ambos, quien la observaban desconcertados por su reacción.
Amy sintió sus piernas flaquear, ¿podía ser tanta coincidencia que hubiera otra esposa perdida en los mismos bosques? ¿de la misma aldea? o ¿Acaso todo esto obra de Scourge? Un último intento de robarle la poca felicidad que ella había saboreado. Si él sabía que Silver podía hacerle daño a Shadow y luego de su último encuentro todo indicaba que él era el responsable de dicha pista. ¿Cómo era posible que incluso alejado de él sus cadenas invisibles siguieran aprensándola?
"No puedes cerrar esto en un armario y pretender que nunca pasó. Si no aprendes a enfrente a tus propios demonios, estos regresaran a perseguirte"
Las palabras de Silver llegaron a su mente cual maleficio impuesto. Él había tenido razón. Nunca se había enfrentado a Scourge y huir no había hecho más que dormir un problema latente que ahora pretendía despertar para destruir todo a su paso. Gracias a eso ahora Silver conocía la ubicación del castillo y si su misión era matar a Rouge y cualquiera que se interpusiera en su camino, entonces Shadow...
–Oh No... – soltó aterrada –¡Debo de detenerlo! – soltó con urgencia.
–¡Espera! ¡¿Qué?! – exclamó alarmado el zorro ante las palabras de la eriza –¡¿Tienes una idea de quién es Silver?! – apuntó cual regaño –¡Es un Van Helsing! El más prominente, si no que es que el mejor cazador de vampiros que la familia Van Helsing ha tenido en el último siglo.
Amy endureció su mirada para apretar sus labios fuertemente creando una fina línea ante las palabras del zorro. ¿Un cazavampiros? Esa palabra sonaba como una invención sacado del más ridículo cuento de hadas, uno escrito por la mismísima diosa del caos. Uno inverosímil y absurdo... pero ella mejor que nadie sabía que no era así, si existían vampiros entonces deberían de existir quienes se opusieran a ellos.
–No me importa – aseveró sin duda alguna –Debo de hacer algo.
Amy dio media vuelta para buscar entre los cachivaches regados por la pequeña cabaña de manera errática, seguido de cerca por el zorro.
–¡Si te interpones en su camino te matará! – señaló Tails angustiado según la seguía por su casa mientras revolvía sus objetos de colección y de estudio –En especial si sabe que eres una sirviente de vampiro – le recordó –No tendrá piedad de ti; además, no sabemos si no ha atacado ya el lugar – dijo en un intento de hacerla desistir –Ir sería un suicidio, no lo digo sólo por él, sino también por el vampiro del cual deseas desligarte ¿entiendes lo que digo?
Amy chasqueó molesta para fruncir el ceño. Ella lo sabía, ella sabía que su oportunidad de detenerlo o incluso de comprar algo de tiempo sería casi inútil, sin embargo, ya estaba cansada de ser la víctima de Scourge, de ser la víctima indefensa que buscaba una solución fácil. Toda su vida había sido prisionera de diferentes victimarios, primero de su madre, luego de su esposo, incluso de la sociedad en que la era forzada a convivir, y como último, de un vampiro, uno que no la veía más que como otro mortal al cual sacrificar por sus planes egoístas. Tenía que haber una forma de romper ese ciclo de miseria que había llevado arrastrando durante décadas, y la única forma de conseguirlo sería dejando de huir y empezando a enfrentar sus problemas.
–Lo sé – respondió en susurro –, pero debo de intentarlo.
Tails notó la expresión de decisión en su mirada, una que la había regresado a la vida para chocarse con la dura realidad, pero una que parecía querer afrontar al fin; sin embargo, este pequeño impulso de valor podría conducirla a ser la protagonista de una tragedia mal escrita sin un motivo valido detrás de su sacrificio.
–¿Por qué? – se atrevió Tails a cuestionar, sin lograr comprender.
Su pregunta la hizo detenerse de golpe. El rostro de Shadow vino a su mente y de nuevo aquella opresión en el pecho le robó el aire, y junto a éste, un dejo de felicidad que revoloteaba en su corazón como mariposas en primavera. Deseaba poder darle una respuesta que pudiera quedar grabada en la historia como la de una épica heroína que lo hacía por los motivos correctos, pero desde cuándo ayudar a un vampiro era correcto.
"–Eres más estúpida de lo que pensé ¡Pude haberte matado! – vociferó –¿Es que acaso no ves al monstruo frente a ti? – cuestionó Shadow con un dejo de dolor en su voz –¿Por qué insiste en salvarme? "
Mordió suavemente su labio inferior ante el recuerdo que ahora se plasmaba, uno que le había dejado más que en claro que ellos se percibían a sí mismos como criaturas insalvables, criaturas que sólo merecían sufrir por simplemente ser. Ellos no habían elegido esa vida, eso ella lo sabía bien. Vivían una vida que no prometía más que dolor y miseria, y a pesar de ello, Shadow siempre había velado por ella, por hacerla feliz aunque eso significara ir en contra de sus más primarios instintos. Si bien era cierto que no podía obviar su traición y que posiblemente sólo iría a una muerte segura, no podía negar que él había sido el único hogar que había conocido, él único que le había mostrado compasión y por sobre todo ello, él único que la había visto de verdad.
Amy abrió lentamente sus ojos con obvio asombro ante la revelación que ahora inundaba su corazón, la única razón valida para hacer lo que haría. Soltó un suave bufido en forma irónica ante la obvia respuesta y a su vez imperceptible a sus ojos, hasta ahora.
–... Porque lo amo– reveló al viento en suave voz. Odiaba admitírselo, pero era lo más liberador que había dicho hasta ese día. –Y por eso...– pausó para por fin encontrar lo que estaba buscando, algo que la ayudaría a llevar su plan adelante. Amy tomó el mango de un martillo gigante de madera para sacarlo de entre todas las cosas que el zorro tenía acumuladas, tambaleándose al elevarlo por el peso del gigantesco martillo –Lo salvaré – dijo decidida para voltear a ver a Tails y afianzar su agarre –¡Y luego de eso lo obligaré a liberarme! – se juró para alzar el mazo al aire.
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Observó la noche ser tragada por el día que empezaba a despertar de su sueño y ahí lo supo, era el momento que tanto había esperado, el momento de cumplir su promesa. Ahora con la luz del sol de su lado la vampiresa no tendría a donde escapar.
–El momento ha llegado – dijo Silver para que una sonrisa confiada se pintara en sus labios.
Observó las rejas de hierro forjado, los cuales lo invitaban a regresar sobre sus pasos y le decían que no era bienvenido. Frunció el ceño para que sus ojos se iluminaran de un celeste incandescente rodeando a las rejas en un aura del mismo color y con un movimiento de su brazo abrirlos con violencia para que estos volaran por los aires.
–Es hora de terminar con esto, Rouge– murmuró para sí y así dar el primer paso en el perímetro.
–¡Silver! – escuchó una voz a sus espaldas, deteniéndose al acto.
Silver observó de reojo a una eriza rosa, una que tenía el sol a sus espaldas. Sus ropas yacían hechas tirones y su rostro sucio y cabello enmarañado le hacían saber que había corrido de manera errática por el bosque, eso y su respiración acelerada.
–Amy – llamó a suave voz el erizo plateado para que su mirada apacible se topara con la desafiante de ella.
La eriza sujetó con fuerza aquel martillo que había robado de la casa del alquimista y así tragar pesado sintiendo sus manos temblar ligeramente, después de todo ella había visto el reciente despliegue de poderes del erizo plateado. Ahora entendía el por qué era el cazavampiros más prominente de la Familia Van Helsing. Era un telépata.
–¿Es que acaso tu ama te mandando a detenerme? – preguntó Silver apacible.
Amy abrió sus ojos con sorpresa ¿Acaso él no sabía que Shadow yacía dentro del castillo también? ¿Sólo buscaba a Rouge?
–Por favor... ¡por favor vete! – pidió. No quería pelear si era posible, más si no tenía oportunidad alguna de ganar –Sé que haces aquí y cuales son tus intenciones, pero no puedo permitirlo.
–¿Acaso la defiendes? – cuestionó para borrar el mohín de gentileza que había tenido previamente para que uno macabro tomara su lugar.
Amy tragó pesado y como acto instintivo retrocedió un paso. Ese sin duda no se parecía al erizo risueño que había conocido antes.
–Ellos no eligieron esto, ellos son los que más sufren y no creo...
–Esa es la razón por la que estoy aquí – interrumpió seriamente –Vengo a liberarlos de su sufrimiento – dijo trayendo a su mente el rostro de Blaze –A terminar con todo.
–Entonces...– murmuró Amy para afirmar su agarre y endurecer su mirada agarrando el valor que siempre pensó que le hacía falta –¡Entonces tendré que detenerte!
Silver le sonrió burlesco ante la amenaza vacía para darle la espalda y dirigir su mirada al castillo. Tenía cosas más importantes que hacer que lidiar con ella.
–Realmente te aconsejo que...– Un golpe en su costado lo hizo callar abruptamente.
Su cuerpo fuera lanzado con violencia lejos de la entrada y así chocando contra uno de los frondosos árboles del lugar. Silver se levantó aturdido de entre la nieve para así buscar con una mirada iracunda a la eriza que ahora corría por el jardín congelado en dirección a la puerta principal.
–Te lo advertí – amenazó entre dientes el erizo plateado.
Amy corrió con desespere sin poder disfrutar su pequeño triunfo, pues jamás pensó que hubiera tanta fuerza dentro ella, pero ahora debía de entrar al castillo y advertir a Shadow y a los demás, tal vez si lo hacía podría ayudarlo de alguna forma. Observó la manecilla de hierro forjado para estirar su mano y lograr alcanzarla cuando algo se lo impidió. Amy sintió su cuerpo congelarse a tan solo unos pasos de la entrada. Desconcertándola. Sintió sus pies se levantarse del suelo para ser alejada de la puerta velozmente. Buscó con pánico a Silver, quien tenía unos ojos de un celeste incandescente. Lo estaba haciendo de nuevo.
–Lo lamento, pero no puedo permitir que te entrometas – le el erizo dijo severamente – Ahora largo.
Amy exclamó un grito al sentir como era lanzada cual proyectil por los aires para colisionar contra una de las copas de los árboles, cayendo entre rama y rama sacudiéndolas de la nieve almacenada, hasta caer contra suelo de hielo de forma brusca. Se quedó inmóvil en el suelo, aún sujetando con empeño aquel martillo de madera.
Silver le desvió un tanto culpable, realmente no quería lastimarla, pero haría lo que tuviera que hacer para cumplir su misión. Él liberaría a quienes Blaze había maldecido, ese había sido su último deseo y él vería de hacerlo realidad.
Se dirigió de nuevo al castillo para ver las puertas frente a él. Una vez atravesara el umbral el jugaría en desventaja, debía ser rápido, pues incluso en un espacio reducido deshacerse de ella no sería fácil. Colocó de manera instintiva la mano en la alforja que cruzaba su pecho para sentir las estacas en ésta. Sólo necesitaba una oportunidad, pero incluso con todos sus poderes muchas veces era algo casi imposible.
Silver soltó un suave suspiro, iluminando su mirada nuevamente y rodear en un aura telequinetica la pesada puerta de madera listo para abrirla violentamente cuando escuchó un ruido a sus espaldas y de forma instintiva moverse a un lado velozmente, viendo aquel martillo rozar por poco su cuerpo, lográndolo evadir.
–No te desharás de mí tan fácil– amenazó la eriza con su respiración acelerada y un mohín de fatiga en su rostro.
–¿Cómo...? – murmuró desconcertado el erizo plateado. Ese golpe tendría que haberla dejarla inconsciente.
–Años de abuso te hacen resistente a los golpes... incluso los proporcionados por un poderoso cazavampiros– admitió con un sabor amargo.
Silver frunció el ceño, si eso era cierto entonces debería de subir la intensidad. De nuevo iluminó su mirada, pero antes que él pudiera hacer nada ella, Amy lanzó su cuerpo contra él para hacerlo caer pesadamente a la nieve, barriéndose sobre la misma. La eriza colocó el mango de martillo sobre el cuello de él veloz y desesperadamente aplicando presión un tanto resistente, parecía no querer lastimarlo realmente, al igual que él a ella, pero como él, ella tampoco desistiría.
–No sé por qué la buscas o por qué deseas matarla ¡Pero ellos son seres con un gran corazón que sólo quieren una oportunidad! – exclamó Amy sintiendo sus ojos humedecer –Una oportunidad para ser felices...
Silver chasqueó su lengua sintiendo como se quedaba sin aire y sin más tiempo que perder lanzarla por los aires con violencia, liberándose de ella al fin. Aspiró profundamente tosiendo por la falta de oxigeno, sin lugar a duda había menospreciado gravemente a su contrincante. Pero no volvería a pasar.
El erizo plateado se puso de pie para ver a la eriza que había aterrizado frente a la entrada de aquel castillo, quien también se levantaba tambaleante, necesitando de aquel martillo para lograrse mantenerse en pie.
–Lo sé – murmuró Silver captando la atención de ella –, por eso pienso liberarlos de su sufrir – dijo cual soplo en el viento –Nadie debe de sufrir lo que ellos – reconoció con un dejo de tristeza –En serio te entiendo Amy, y no quiero lastimarte – habló con cierta culpa –, pero entiende que si no piensas apartarte de mi camino... – continuó para que una expresión macabra se pintara en rostro – ... te sacaré de éste de forma definitiva.
Silver alzó una mano para elevar a la eriza por los aires tan alto como longitud del mismo castillo. La observó con un obvio dejo de culpa en su mirada y luego, la liberó.
Amy sintió la gravedad aclamar por su ya mallugado cuerpo para ver la nieve bajo ella tan firme como roca maciza. Soltó un grito al verse dirigir a su destino cuando sintió algo irrumpir su trayectoria para que unos brazos rodearan gentilmente su cuerpo en un cálido abrazo, uno que conocía bien.
Silver observó una sombra moverse velozmente para capturar a la eriza en el aire y caer con una rodilla sobre el suelo abrazando con sumo cuidado a la maltrecha eriza. Ocultándose entre las sombras de los árboles que los rodeaban
–Pero quién... – soltó con sorpresa al distinguir al erizo negro que había salvado la vida de ella.
Los rayos del sol del inicio de la mañana habían quemado su piel ante el escaso contacto con los mismos, quemaduras en todo su perfil derecho que ahora yacían a carne viva al igual que una pequeña parte de su brazo. Su cuerpo emitía humo ante la luz reflejada en la nieve, pues aunque la sombra de los abetos que los rodeaban evitaban que se convirtiera en polvo, ésta no lo eximía de estar expuesto al día que empezaba a despertar.
–Otro vampiro– dijo Silver cual revelación.
Unos ojos color sangre le lanzaron una mirada endemoniada, una que podía expresar la ira que ahora lo consumía.
–Lamentarás el día que le pusiste una mano encima – amenazó el erizo negro iracundo.
¡Y se ha llegado el arco final! La batalla por la supervivencia empieza ¿lograrán sobrvivir al mejor cazador de vampiros o perecerán bajo los lineamientos morales de éste? Bloody Rose está encaminado a su final y este promete más sorpresas en el camino. Hasta mi siguiente capítulo mis lectores, Kat fuera.
¡GrAcIaS pOr Lear!
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