Prologue: Parasite
"En nuestra experiencia, un príncipe jamás predica otra cosa que concordia y buena fe, y es enemigo acérrimo de ambas, ya que si las hubiera conservado, habría perdido más de una vez la fama y las tierras".
- Nicolás Maquiavelo
La ciudad de Yokohama es en la actualidad la segunda ciudad más habitada del país nipón, situada en la región de Kanto, la capital de Kanagawa reúne cada día a miles de turistas atraídos por la Torre de Yokohama, por el barrio chino más grande del mundo y por su característica noria la cual ilumina la oscura ciudad cuando la luz del sol cae. Por el día todo era ruidos, turistas de viaje y el ajetreo causado por los residentes de la ciudad yendo a sus puestos de trabajo, un auténtico paisaje hermoso y digno de guardar para siempre en fotografías, pero este paisaje solo se podría catalogar como admirable por el día, la noche de la ciudad era completamente distinta. Una vez que los rayos de sol dejaban de alumbrar el cemento de las calles, la sangre empezaba a correr por los mismos sitios por donde transitaron niños, ancianos, parejas e incluso perros. Claro que los residentes amaban cada rincón de Yokohama, pero si les permitiesen cambiar o deshacerse de una sola cosa, esa sería sin dudas ese grupo que gobernaba la noche y manchaba todo de sangre, la banda de mafiosos conocida como la Port Mafia.
— No puede ser... — una mujer que transitaba por la calle se paró al lado de una tienda de electrodomésticos donde las televisiones allí expuestas anunciaban el descubrimiento de un cadáver.
— Son ellos ¿no? — más personas se empezaron a reunir delante de esa tienda comenzando a murmurar entre ellos.
— ¿Quién va a ser si no?
— Da miedo salir por la noche cuando sabes que ellos están por ahí sueltos.
— No tendrás problemas si no te metes con ellos, es tan sencillo como eso — comentó un anciano, la voz de la experiencia — La Port Mafia puede arrebatar vidas, pero las que arrebata son de gente que les ha causado problemas. Conseguir una vida pacífica en Yokohama es tan sencillo como mantenerse los más alejado posible de esa gente.
Las personas allí reunidas comenzaron a reflexionar sobre las palabras que el anciano dijo, pero sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando la moto parada en el semáforo a un lado de la calle arrancó y llenó sus pulmones de gases, obligándoles a toser.
— ¡O-oye, ten más cuidado! — le gritó una chica a la moto que se alejaba, el conductor de esta solo levantó la mano en señal de que la había oído — Ojalá la policía hiciera algo, no soporto vivir en la misma ciudad que una banda de asesinos.
La moto se alejó de las ruidosas calles del centro de la ciudad, dirigiéndose hacia el puerto que a esas horas de la noche se encontraba completamente vacío o eso pensaban la mayoría de los ciudadanos. El conductor detuvo el vehículo a un lado de un almacén cerrado y se quitó el casco para dejar al aire una cabellera naranja y unos ojos azules. Levantando el asiento de la moto, guardó allí dentro el casco y sacó un sombrero que colocó sobre su cabeza. Cuando se dirigió a la puerta de metal del almacén fue recibido por dos hombres vestidos con un traje negro, al reconocerle, ambos hicieron una reverencia.
— Buenas noches, Nakahara-san.
— Buenas noches, ¿está ahí dentro?
— Sí, unos traidores intentaron irse de la lengua con la policía por lo que...
— Déjame pasar.
— Pero...
— Déjame pasar.
Ambos hombres se tensaron cuando notaron como las feromonas de Chuuya comenzaban a salir. Nunca era buena idea plantarle cara a un alfa y mucho menos si ese alfa era uno de los ejecutivos de la mafia que gobernada Yokohama. Siguiendo sus órdenes, se agacharon para empujar la puerta hacia arriba y así abrirla. El alfa de cabellos naranjas se abrió paso caminando con seguridad hacia el único sitio que estaba recibiendo iluminación de la luz de la luna. El escenario que se podía ver no era nada bonito que digamos, un hombre con las manos atadas detrás de su espalda acababa de caer al suelo de rodillas tras ser golpeado con fuerza en su estómago por un chico de piel pálida y cabellos oscuros como la noche. Sus cejas eran tan finas que parecían inexistentes y dos de sus mechones acababan en un degradado que transformaba el negro en blanco. La escena podría causar a cualquier ciudadano dolor de tripa y nauseas por el aspecto que habían dejado al hombre, su cara estaba hinchada y llena de sangre con algunos dientes esparcidos por el suelo, pero a él no le llegó ningún malestar, al contrario, su cuerpo se relajó al reconocer el familiar olor de chocolate y moras procedente del omega que estaba destrozando a golpes al hombre ahora en el suelo.
— Hola, Chuuya — el sonido provino de un hombre castaño sentado sobre un montón de cajas apiladas en el almacén. No se encontraba mirándole, en su lugar observaba con sus vacíos ojos castaños las fotos sacadas de la cartera del traidor al que estaban castigando, había fotos de dos niños sonrientes y de una hermosa mujer pelirroja, supuso que serían sus hijos y su esposa, debía ser así por el anillo que había visto en su dedo anular antes de que aplastase estos con un martillo.
El pronunciar su nombre fue suficiente para que el omega gótico cesase sus golpes y se girase hacia él para hacer una reverencia.
— Chuuya-san — pronunció su nombre en forma de saludo.
— ¿Qué hacéis?
— Limpieza, ¿no se nota? — le respondió el castaño, al acabar de revisar las pertenencias del hombre, las tiró al suelo y pasó por encima de las fotos de la que había sido su familia para dirigirse hacia él, se encontraba tirado en el suelo y escupiendo sangre — Es una mujer hermosa, no tardará en encontrarte un sustituto.
— Po... po... — más sangre salió de su boca cuando intentó hablar, no pudo evitar toser, lo cual hizo que más sangre saliese — Podrido.
— ¿Hmm? — el castaño dobló sus rodillas para ponerse a su altura — ¿Qué dices? No te escucho bien.
— Podrido... ¡¡¡Podrido!!! ¡¡La Port Mafia se ha podrido por tu culpa!! ¡¡¡¡ERES UN AUTÉNTICO DEMONIO SACADO DEL INFIERNO!!!! ¡¡La Port Mafia a la que me uní no es así!! ¡¡¡Morirás ahogado entre la sangre que has derramado, te arrepentirás de todo, Dazai Osamu!!!
— Eres muy ruidoso para estar más cerca de la tumba que de la calentita cama de tu casa — de detrás de su espalda sacó una pistola con la que apuntó directamente al hombre — Elige sabiamente, estas van a ser tus últimas palabras.
Volvió a comenzar a toser y más sangre salió tras eso. La paliza que recibió por cortesía del perro guardián de Dazai había conseguido dañarle la vista, aunque no le impidió localizar en el suelo las fotos tiradas de su familia.
— Matas sin pensar... porque no tienes nada ni nadie que te importe. No temes nunca las consecuencias, pero vas a caer, Dazai Osamu, no soy solo yo, hay muchísima gente en tu contra. Tú... definitivamente vas a morir.
— Son unas últimas palabras muy largas, acaba ya ¿vale?
— Dazai Osamu... te veré en el infierno.
El sonido de un disparo resonó en ese vacío almacén, el humo que salía de la recién disparada pistola acababa dirigiéndose al rostro del castaño, pero este ni se inmuto. Con toda la calma del mundo se reincorporó para ponerse de pie y se dirigió a la salida del almacén seguido de cerca por el omega y con algo más de distancia por el otro alfa.
— Da gusto cuando te quitas estorbos del camino, ¿no crees, Chuuya?
— ¿No te preocupa?
— ¿El qué?
— ¿No acaba de asegurarte que vas a morir?
— Si tuviera que preocuparme por cada persona que me dice eso, creo que viviría en un estrés constante. ¿No crees? — el castaño se giró para dedicarle una sonrisa, sus mejillas se encontraban manchadas con la sangre que había salpicado tras el disparo.
— ¿Qué hacemos con el cadáver? — le preguntó el omega.
— Tíralo al río.
— No, acaba de salir en las noticias un cadáver encontrado de la misma manera. No crees un patrón con nuestros asesinatos.
— Cierto, entonces encárgate tú, Chuuya.
— ¡¿Ah?! ¡¿Me echas encima un problema que no es mío?!
— Te equivocas, sí que es tuyo.
— ¿Tú de que vas?
— Busca un sitio donde deshacerte del cadáver y ya está.
— ¡Búscalo tú, no me jodas! Tengo cosas que hacer.
— ¿Follarte a mi guardaespaldas?
Ante la descarada respuesta del castaño, el rostro del omega enrojeció aunque intentó mantenerse sereno y responderle.
— N-no es así, Dazai-san.
— ¿No? Seguro que ha venido aquí solo para buscarte. ¿Acaso no puedes aguantar una sola noche sin meterla en caliente, Chuuya? Hazte una paja y deja a Akutagawa trabajar.
— ¡¿Por qué me iba a hacer una paja cuando tengo un omega?!
— Para dejar descansar a su trasero, por ejemplo.
La peculiar conversación del líder y del ejecutivo de la mafia hizo que los vigilantes allí presentes se sintieran algo incómodos, incomodidad que se transformó en miedo cuando Akutagawa se giró hacia ellos y les dedicó una mirada que podría haberles atravesado y asesinado, como si fuese su culpa que esos dos estuvieran aireando sus intimidades.
— Te hice un calendario con todos los días del mes en los que necesito a Akutagawa en plena forma, hoy te lo marqué ¿verdad?
— Me marcaste el día de mañana ¡hijo de perra!
— Ah, debí confundirme jajaja.
— ¡No me jodas!
— A quien necesito mañana es a ti.
— ¿A mí? — Chuuya se extrañó por eso — ¿Para qué? No estoy informado de ninguna operación importante.
— No es ninguna operación — Dazai llegó a la limusina negra aparcada al lado del almacén, al ver reflejado su rostro manchado con sangre en los cristales, chasqueó los dedos y a los pocos segundos tenía en la mano un pañuelo por cortesía de Akutagawa — Es... ¿un día libre? Hablando de día libre, mañana por la noche no te necesito, Akutagawa.
— Me niego, usted siempre me necesita, quiero quedarme a su lado, no quiero días libres.
— Te sentirás incómodo si vienes conmigo.
— Da igual como pueda sentirme, mi deber es protegerlo y lo haré sin importar el sitio a donde... ugh — el rostro de Akutagawa se transformó en uno de desagrado cuando Dazai sacó de su chaqueta una tarjeta que puso delante de sus narices, olía espantosamente a perfume — ¿Qué es eso? Apesta.
— ¿Lo ves? Por eso te dije que no podías venir.
— ¿Qué es lo que...? — el ceño de Akutagawa se frunció cuando analizó mejor la tarjeta, en el plástico de color negro se podía leer la palabra "Moonlight" con letras rosas y al lado de estas letras se encontraba el dibujo de un gatito jugando con un cascabel, empezaba a entender de qué era la tarjeta — ¿Busca usted irse de putas? Me niego, no le dejaré.
— Tranquilo, no recuerdo haber pedido tu permiso.
— No es necesario, se sobrentiende que usted me necesita. Si cree que voy a dejarle irse de putas sin ninguna protección, entonces está usted muy equivocado.
— Llevo protección — Dazai abrió la puerta de la limusina y se giró para señalar a Chuuya con la cabeza — Chuuya viene conmigo, estaremos bien.
El escuchar como el otro alfa iba a asistir al prostíbulo solo consiguió provocar gruñidos de molestia en el omega que le miró como si pudiera sepultarlo bajo las rocas.
— ¿Piensa irse de putas, Chuuya-san? — con un tono de voz enfadado, Akutagawa le intentó hablar con respeto aunque por dentro quería morderle la mano.
— ¡No, claro que no! Dazai, no me jodas.
— Jajaja, casaos ya de una vez.
— ¡Dazai! - Chuuya protestó el mismo momento que el rostro del omega se coloreó de rojo por las palabras del castaño — Es un tema que... mierda, no lo saques aquí, no es un lugar adecuado.
— Seguro que no — Dazai se apoyó en el cabecero del asiento y se cruzó de brazos con los ojos cerrados — ¿Nos vamos?
— Sí, deme un momento por favor — Akutagawa cerró la puerta de la limusina dejando a Dazai en ella para después tomar a Chuuya de la mano y alejarse un poco de allí — No puede ir a ese prostíbulo, no con las cosas como están ahora.
— ¿A qué te refieres?
Akutagawa dejó de andar y miró a ambos lados para asegurarse de que los guardaespaldas que acompañaban a Dazai estuviesen lo suficientemente lejos de ellos.
— Faltan armas en la armería.
— ¿Qué? — Chuuya miró también a ambos lados y posó su mano en la cadera del omega para empujarlo más lejos de la limusina de Dazai — ¿Se ha colado alguien? ¿Cómo es posible? Ese sitio está las 24 horas del día vigilado.
— Pedí las grabaciones, pero las cámaras no mostraban nada, parece que el sistema tuvo una caída a la hora del robo.
— Demasiada casualidad — Chuuya empezó a dar vueltas en círculos y a comenzar a pensar en qué grupo rival podría haber sido el culpable, como no era difícil leerle la mente ahora mismo, Akutagawa decidió resolver sus dudas.
— Creo saber quién ha sido.
— ¿En serio? ¿Quién?
— La seguridad de la armería es envidiable, el sistema informático es casi imposible de hackear, semejantes daños se han tenido que provocar desde dentro.
— ¿Desde dentro?
Akutagawa asintió con la cabeza y miró de reojo a los guardaespaldas fuera de la limusina.
— Hay traidores dentro de la Port Mafia.
— ¡Mierda! — rabioso por las sospechas, Chuuya pateó con fuerza unos cubos de basura, haciendo que su contenido y varias ratas cayesen al suelo — Alguno ha sido sobornado por la policía.
— No, no creo que la policía tenga nada que ver.
— ¿Ah? ¿Y entonces por qué nos traicionaría alguien?
— Si la policía estuviese implicada, perseguirían cosas como documentos o grabaciones, pero en su lugar lo que ha pasado es que algunas armas han desaparecido. Los traidores deben actuar por su propia cuenta.
— Traidores... espera, ¿estás diciendo que hay más de uno?
— Robar armas, hackear las grabaciones, son tareas complicadas para una sola persona.
— Joder, pero un traidor que no trabaje con la policía no tiene sentido. ¿Qué busca entonces?
— Si la policía no está implicada... creo que busca... — la lengua de Akutagawa se trabó, él no tenía un filtro ni nada parecido, decía lo que pensaba sin importar nada pero poner lo que iba a decir ahora en palabras no era fácil para él — Deben querer eliminar a Dazai-san.
— Ya veo, ¿dices que buscan matarle?
Las palabras de Chuuya fueron una traducción más fiel de lo que él en realidad quería decir, pero escucharlas directamente había hecho que sus oídos pitasen y que la sangre comenzara a recorrer más rápido sus venas. La rabia de solo pensar en el cuerpo del hombre que le sacó del infierno muerto en el suelo hizo que apretase con tanta fuerza los puños que se clavó sus propias uñas, habría acabado haciéndose sangre si no hubiese sido porque Chuuya tomó uno de sus puños y lo besó, la fuerza ejercida desapareció completamente y sus rodillas temblaron un poco cuando pudo distinguir la mezcla de olores de uva y tabaco provenir del alfa, estaba liberando feromonas a propósito para calmarle.
— Chuuya-san...
— Por eso no quieres que vaya al prostíbulo ¿verdad?
— S-sí... un sitio lleno de desconocidos, drogas y putas, es el lugar perfecto para fingir un accidente y asesinarlo.
Chuuya pegó un profundo suspiro, ese omega podría fácilmente hacerse millonario si le pagasen por comerse la cabeza.
— Bueno, es cierto que es un sitio perfecto para intentar matar a Dazai, pero por eso no te preocupes, yo estaré allí, ¿crees que le pueden matar delante de mí? Deja de pensar tanto, todo estará bien — una caricia detrás de la oreja del omega fue suficiente para que este se relajara y apoyase su rostro en la mano del alfa.
— No dudo de tus habilidades, Chuuya-san, pero me da rabia si no soy capaz de hacer nada — su mano atrapó la de Chuuya, obligándola a hacer más presión contra su rostro — Le debo mi vida a Dazai-san, no toleraré que alguien quiera arrebatarle la suya.
— Eres el subordinado que cualquiera querría, ese cabrón de Dazai se ganó la lotería.
— Chuuya-san... huele a que se ha puesto celoso.
— ¿Yo?
— No te voy a negar que quiero a Dazai-san — Akutagawa cerró los ojos, un aroma profundo de tristeza había comenzado a emanar de Chuuya tras escuchar eso — Pero hay muchas maneras de amar y el amor que siento por Dazai-san y el que siento contigo son distintos, pero tienen algo en común — aprovechando que tenía la mano de Chuuya pegada a su rostro, Akutagawa sacó su lengua y comenzó a lamer entre sus dedos — Mataría por ambos, aunque pusiera mi vida en riesgo.
— Deja de decir esas tonterías — Chuuya apartó su mano y Akutagawa se sobresaltó cuando sintió como el pelirrojo posaba ambas manos sobre su trasero y lo empujaba hacia él para comenzar a comerle a besos el cuello.
— Chu-chuuya-san, espere un poco.
— Ven esta noche a mi piso.
— Debo... debo acompañar a Dazai-san primero... es mi deber — aunque se estaba negando, su cuerpo estaba dejando que Chuuya hiciese lo que quisiese, incluso había echado su cabeza hacia atrás para que tuviese más espacio para besar.
Cuando los colmillos del alfa ejercieron una suave presión sobre la piel de su cuello, Akutagawa tuvo que rechazar el placer para atender primero sus obligaciones.
— Por favor, Chuuya-san.
— Ya, ya — dejó una última lamida sobre el pálido cuello de su omega que le estremeció de arriba abajo — Primero Dazai.
— Iré, pero después de atender mis obligaciones — dejó un pequeño beso sobre los labios del pelirrojo y se alejó hacia la limusina donde el castaño le esperaba.
— ¡Oye! — Chuuya elevó la voz para que el chico se girase antes de marcharse — Investigaré lo que hemos hablado ¿vale?
— Gracias — el gótico le dedicó una pequeña sonrisa de gratitud antes de hacer una reverencia y marcharse de allí. Al llegar al vehículo, Akutagawa fue recibido con una reverencia por los guardaespaldas que le esperaban fuera, se metió dentro y se sentó al lado de Dazai. Con todos los pasajeros a bordo, el conductor arrancó. La profunda mirada azabache no pudo evitar desviarse hacia el perfil del castaño a su lado — Dazai-san.
— ¿Hmm? — emitió un pequeño sonido para que supiera que le había escuchado.
— La protegeré.
— ¿El qué?
— La Port Mafia es mi hogar, la aprecio y por eso quiero protegerla.
— ¿En serio? Me alegro por ti — desinteresado por la conversación, Dazai apoyó su rostro sobre el cristal de la ventanilla del coche y se distrajo mirando el paisaje nocturno de la ciudad de Yokohama.
— Usted me otorgó este hogar, así que arriesgaré todo para garantizar su seguridad. Usted es mi familia, Dazai-san.
Unas palabras conmovedoras a oídos de cualquiera menos a los del castaño. Su mirada vacía estaba perdida en las figuras de los habitantes de la ciudad recorriéndola tranquilamente, ajenos a todo lo que ocurría en las sombras, ajenos a las vidas que ellos arrebataban y destrozaban. ¿Cuándo empezó todo esto? ¿Cuándo manchó sus manos por primera vez? ¿Y por qué no podía dejar de hacerlo? El único momento en que pareció volver en sí fue cuando visualizó a una familia caminando de regreso a casa, una madre, un padre y una niña pequeña.
— ¿Familia? — farfulló en voz baja, aunque Akutagawa lo pudo escuchar perfectamente — ¿Qué es eso?
Los oscuros ojos de Akutagawa bajaron indecisos hacia sus propias manos temblando, pero cuando se decidió, estiró una de ellas e intentó tomar la de Dazai aunque en el último momento se arrepintió y devolvió su mano a su propio regazo.
— Mi familia es mi hogar, aquel sitio donde me siento seguro — viendo que no conseguía reacciones más notables de su superior, Akutagawa decidió seguir hablando — ¿No es la Port Mafia también su hogar y su familia?
— No lo sé.
— Da...
— Tengo la impresión de que dentro de esa "familia" hay gente a la que no le caigo muy bien.
El omega no le pudo contestar a eso, mantuvo su postura recta en el asiento y continuó mirando hacia delante.
— Le protegeré, porque la Port Mafia también es su hogar.
Dazai no dijo nada más, apartó su rostro de la ventana para apoyarse en el reposacabezas y echarse una pequeña cabezadita. Aunque fuera un omega, Akutagawa era de sus mejores hombres, era leal, fuerte e inteligente, a pesar de que pudiese llegar a pecar de ingenuo en ciertos temas. La Port Mafia no era el hogar de Dazai y tampoco era su sitio, él era un parásito en ese organismo de vida y al igual que uno, debilitaba a su huésped, aunque no llegase a poner fin a su vida.
A nadie le gustan los parásitos, así que era normal querer expulsarlo.
"La sensación de que ya, de ninguna manera es posible seguir viviendo. ¿Será esto a lo que llaman angustia?".
- Dazai Osamu
Hola!!! Aquí el prólogo de una nueva historia con temática mafiosa porque Dazai mafioso es lo más sexy que existe. Creo que es el primer omegaverse que hago fuera de alguna week de algún shipp, que ya tocaba tratar estas temáticas.
Gracias por leer, os quiero y nos vemos en el próximo capítulo.
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