Chapter 6: Sinners

Cabeceó ligeramente hacia un lado, sus ojos se habían cerrado durante tres segundos, sus párpados le pesaban mucho y el hombre dando el sermón ese día en misa hablaba y hablaba sobre pasajes de la Biblia que seguro que más de uno estaba cansado de escuchar. En el caso de Dazai, él no sabía si aguantaría un solo pasaje más. La Iglesia era un sitio angustioso. En las paredes había representaciones de la pasión de Cristo, es decir, dibujos de su muerte lo cual no le parecía que invitase a la gente a entrar. Tampoco debería parecer muy amigable la figura de un hombre casi esquelético clavado de pies y manos a una cruz enorme. ¿Acaso los cristianos no tiene ni idea de marketing?

Sentado en su banca bostezó, pero recibió enseguida una mala mirada de Ozaki que estaba sentada a su lado. Dazai rodó los ojos, estaban por dar comienzo a una misión importante, pero esperar a que la misa acabase era un castigo divino para él. Para entretenerse miró a los alrededores. Lo que consiguió llamarle la atención fue una figura de la Virgen rodeaba de flores en una esquina de la Iglesia.

— Pss, Chuuya, oye, Chuuya.

El pelirrojo sentado a su otro lado rodó los ojos y le miró mal.

— ¿Qué coño quieres?

— ¿Alguna vez lo has hecho con un virgen? Es decir, además de Akutagawa.

— Dazai-san — el omega sentado junto a Chuuya le regañó con un sonrojo en las mejillas por sacar ese tema de conversación.

— ¿A qué viene esa pregunta, maldito enfermo?

— No sé, curiosidad. ¿Es verdad que sangran cuando se la metes?

— Bueno... Ryunosuke sí que sangró la primera vez, pero es normal, es decir, le meten por ahí algo que...

— Shhhhh — Ozaki fulminó a ambos con la mirada mientras Akutagawa enrojecía completamente por la vergüenza.

— Oh, chiot, conmigo nunca habrías sangrado — comentó con una pequeña sonrisa Paul sentado al lado de Akutagawa — Sé tratar bien a los omegas.

— Tú no te metas, cotilla — se quejó Chuuya.

— No es mi culpa, habláis muy alto.

— Oye, Chuuya.

— ¿Y ahora qué?

— ¿Alguna vez lo has hecho en una Iglesia?

— Argh... — Ozaki tapó su rostro con sus manos. Puede que hubiesen tenido que entrar cuando la misa estuviese acabando.

— No.

— Hmm... ¿y no te da curiosidad? Es que mira ahí abajo — señaló la zona baja frente a los bancos donde había un soporte mullido para que pudieran ponerse de rodillas a rezar — Eso es para las mamadas ¿no?

— Es para rezar, maldito cara polla, pero ahora que lo dices...

— ¿Y eso de ahí? — señaló uno de los confesionarios pegado a una de las paredes de la Iglesia — Si te va el exhibicionismo, te puedes meter ahí dentro, se te suben encima y comienzas a fo...

— Cállate ya, que solo dices tonterías — aunque le regañó, Chuuya se quedó mirando el confesionario y después a Akutagawa. Sin necesidad de darse la vuelta para encararle, el omega suspiró profundo y le contestó a sus pensamientos.

— No.

— ¿Qué? No he dicho nada.

— No hace falta.

— ¿Podéis, aunque sea por un segundo, dejar de hablar de sexo en la Iglesia? — se quejó Ozaki que miraba disimuladamente a su alrededor por si alguien les escuchaba.

Paul mordió sus labios para contener una risa mientras que en la fila detrás de ellos, Ace, sentado junto a Oda y Gide negaba varias veces con la cabeza sin terminar de creerse que ese alfa inmaduro que hablaba de follar en Iglesias antes del comienzo de una misión importante fuese su jefe.

— A veces pienso que esto es una horrible pesadilla.

— Estás despierto — Odasaku le aclaró lo obvio ante lo cual Ace solo pudo rodar los ojos.

— No me digas.

Odasaku se quedó algo confuso. No era el más espabilado con lo que tenía algunos problemas para pillar los sarcasmos y las ironías. Intentó volver a concentrarse en el hilo de la charla eclesiástica, pero el rostro de perfil de Gide el día de hoy le resultaba extrañamente curioso pues mantenía una sonrisa diferente, también se le veía más relajado.

— ¿Todo bien?

— ¿Hmm? — Gide hizo un ruido para saber que le estaba escuchando, pero no se giró a mirarle.

— Te ves... feliz.

— Sí... bueno, digamos que tuve una buena noche.

Odasaku no indagó más, siguió mirando hacia delante a pesar de que, por algún motivo desconocido, se sentía algo ansioso.  

Cuando el sermón acabó, el cura vestido con una larga túnica negra se despidió de sus feligreses y se resguardó en un despacho separado del resto de la Iglesia por una cortina de seda roja. Allí fue hacia su escritorio, se sentó allí y ojeó un calendario hasta que sintió como un grupo de personas entraba allí.

— Buenos días, padre — liderando el grupo, Dazai le saludó nombrándole por su cargo — Es un honor conocer por fin en persona al arzobispo que la Santa Sede ha mandado a Yokohama para hacerse cargo de su primera Iglesia en la zona. Permítame decirle, que es usted más guapo en persona que en las fotos.

— Gracias — el hombre, joven, de pelo grisáceo y con unas gafas de montura dorada no bajó su guardia ante el repentino halago — A mí también me complace conocer al líder de la empresa más grande de Yokohama, Industrias Mori o debería decir... la Port Mafia.

— Vaya... usted no ha venido a Japón desinformado, ¿eh, padre? — Dazai miró de reojo hacia el fondo, allí, Akutagawa tiró de la cortina que funcionaba como puerta y la cerró para que nadie de fuera metiera sus narices — Nathaniel Hawthorne, el hombre más joven en hacerse con un cargo importante dentro de la Iglesia Católica Romana. Es usted toda una eminencia.

— Usted también. Dazai Osamu, el hombre más joven en liderar una mafia. ¿A qué debo la visita de las cinco cabezas de la Port Mafia? Si quieren que haga algo ridículo como pagarles por estar en la ciudad que ustedes entienden como suya, permítanme decirles que pueden esperar sentados.

— Jajajaja, por favor, no diga tonterías. No soy tan descortés como para amenazar a la Iglesia.

— Entonces, ¿a qué le debo su presencia? — no miró solo a Dazai, también al resto de ejecutivos — Vuestra presencia, mejor dicho.

— Vengo a proponerle algo, padre — Dazai se acercó a la silla frente al escritorio del cura — ¿Me permite?

— Adelante.

El castaño echó para atrás la silla, tomando sitio sobre ella y clavando sus ojos castaños con nada de brillo ahora sobre Nathaniel.

— Le quiero hacer un regalo.

— ¿Regalo? — Nathaniel arqueó una ceja, casi se le escapa una risa al escuchar eso — ¿Y qué me va a regalar una mafia?

Ozaki dio dos pasos hacia delante y sacó de su bolso una carpeta que dejó sobre la mesa. Su contenido se escurrió de su interior, mostrando las fotos de un edificio próximo a la zona del puerto de Yokohama. Confuso por el contenido, Nathaniel se vio obligado a preguntar.

— ¿Me quieren regalar un edificio?

— A usted no, padre — le aclaró Ozaki — A la santa Iglesia católica.

— Se lo agradezco, pero... — movió la carpeta hacia Ozaki — No lo necesitamos. La zona del puerto es una zona industrial, una Iglesia no pinta nada ahí.

— Es que no es para hacer una Iglesia — intervino Paul mientras se paseaba por la sala mirando cualquier detalle religioso.

— ¿Perdone?

— La idea es ponerlo a nombre de la Iglesia — comenzó a explicar Chuuya — Pero la actividad que se desarrolle ahí dentro correrá a cuenta de la Port Mafia.

Viendo el ceño de Nathaniel fruncirse, Dazai sonrió y se inclinó hacia delante para quedar más cerca de su escritorio.

— Estamos intentando ser sutiles, pero creo que así solo conseguiremos confundirle, así que iré directo al grano. Tengo entendido... que la Iglesia no paga el impuesto sobre bienes inmuebles.

Nathaniel no necesitó más explicaciones, rió por lo bajo y se cruzó de brazos mientras veía divertido las fotos que había sobre la mesa.

— ¿Quieren acaso poner un edificio suyo a nombre de la Iglesia para evadir impuestos?

— Sí, es una estrategia empresarial.

— Es un fraude y por tanto, un delito.

— Delito es una palabra muy fea. Sigo pensando que "estrategia empresarial" es el término adecuado.

— Si quiere engañarse a sí mismo, entonces sí — Nathaniel se echó hacia atrás, apoyando su espalda en el respaldo de la silla — Dígame una cosa, ¿en qué me beneficia ayudar a una mafia a evadir impuestos?

— ¿Y en qué no le beneficiaria? Por favor, padre, mire a su alrededor — Dazai extendió sus brazos hacia ambos lados — Allá donde mire, cada esquina, cada rincón, cada mansión de lujo, cada cubo de basura. Todo Yokohama está bajo mi sombra. Pida algo, lo que sea, y se lo concederé.

Nathaniel negó suavemente con la cabeza. Su conciencia le indicaba que rechazase, pero su inteligencia le marcaba un camino bastante distinto.

— ¿Qué piensa hacer en ese edificio? — señaló con la cabeza las fotos de la mesa.

— ¿Importa?

— Si planea ponerlo a nombre de la Iglesia, sí.

— Mmm... llamémoslo... construcción de... material personal para la Port Mafia.

— ¿Armas? ¿Quiere que ponga una fábrica de armas a nombre de la Iglesia? Suficiente — estiró el brazo señalando la puerta — Márchense, por favor. Todos ustedes.

— Que severo es usted, padre — comentó un sonriente Dazai. Se giró un poco para ver a Akutagawa el cual acariciaba su propia pierna sutilmente. Debajo de la ropa tenía escondidas armas, al igual que todos ellos, pero no era momento de usarlas. No si quería lograr una negociación exitosa por lo que negó con la cabeza y el omega rodó los ojos fastidiado como si fuera un niño al que le prohibieran jugar — ¿Está usted en contra de las armas?

— ¿Hay alguien a favor?

— Oh por favor, ya veo cual es el problema. Usted piensa que cuando hablo de armas hablo de armas de guerra. No, no, no, yo no me meto en guerras ni comercio con ejércitos. Son armas... personales, para uso exclusivo de la Port Mafia. Entenderá que tengo que tener a mis hombres armados.

— ¿Para qué?

— Su trabajo es peligroso. Quieren vivir y volver a casa, ¿o acaso eso es pecado?

— Matar es pecado y uno grave.

— No matan, padre.

Ozaki se irguió incómoda en la silla, no sabía hasta que punto Dazai podría engatusar a Nathaniel pero con el plan ya puesto sobre la mesa, si el sacerdote no aceptaba, lo más seguro es que intentase contactar con la policía, aunque sería más bien inútil. Las fuerzas del orden de la ciudad no harían nada, no cuando Dazai se encarga de pasarles sobres por debajo de la mesa cada mes para que pasen por alto ciertos incidentes.

— ¿Y qué hacen con las armas entonces?

— Protegerse, se lo he dicho. No matan a nadie que no atente contra su vida. Se llama... ¿defensa personal? — los ojos castaños le recorrieron. Cada gesto, cada expresión, cada pestañeo, era obvio que Nathaniel no iba a ceder tan fácilmente — ¿Por qué no me cree, padre?

— Tal vez por ser un jefe mafioso.

— ¿Qué tendrá que ver? Escuche, valore este negocio por favor. Si ponemos el edificio a su nombre, la Iglesia tendrá a la Port Mafia como aliada. Cualquier templo de falsos predicadores que intente asentarse en la ciudad será expulsado y no volverán jamás. Tampoco se comerciarán las armas, no saldrán de la ciudad, se quedarán con mis hombres. Usted no cargará con ninguna muerte a sus espaldas, al menos no con muertes inocentes. Le puedo prometer que aquellos que mueren a manos de mis hombres, son pecadores peores que el demonio.

Los ojos de Nathaniel se conectaron con los de Dazai durante unos segundos. Nadie dijo nada pues no entendían si la cosa iba bien o estaba saliendo fatal pues no decían nada más. Para su buena suerte, Dazai no necesitaba palabras pues estaba entendiendo bien.

— ¿Por qué no confía en mi palabra, padre? Soy un cristiano devoto, un hombre de fe, alguien como usted.

— ¿Como yo? — arqueó una ceja. No intentó disimular para nada la sonrisa divertida en su rostro — Me temo que eso es incorrecto, Dazai-san. Para empezar, soy un alfa que sigue el camino del Señor. Hago lo que las creencias de mi religión dictan. Trabajo predicando mi fe.

— ¿Y por qué yo no soy de fiar? ¿Mi fe no vale tanto como la suya?

— No puedo valorar su fe, no es tan fácil, pero sí su estilo de vida. Eso me demuestra muchas cosas.

— ¿Mi estilo de vida?

— ¿A qué se refiere? — Ozaki preguntó apresuradamente.

— ¿Está usted casado, Dazai-san?

Akutagawa bufó en voz baja mientras el resto se quedaban congelados en sus sitios. Las cosas estaban tomando un camino poco correcto del que tal vez se arrepintieran más tarde.

— No entiendo la pregunta — la única mujer de la sala sonrió de manera suave — ¿Qué tiene que ver si Dazai está casado o no?

— El matrimonio demuestra compromiso. Algo... esencial para un empresario y desde luego que para un buen cristiano.

Ozaki hizo un gran esfuerzo para mantener su sonrisa pues le estaba pareciendo que este hombre se estaba yendo por un camino lleno de tonterías propias de un cristiano.

— Pues... efectivamente — puso su mano sobre la de Dazai y la apretó — Está casado.

— Con un omega.

— ¿Perdón?

— La Iglesia dicta que los únicos matrimonios correctos son de alfas con omegas y de betas con betas. Así es como lo quiere nuestro señor.

La mujer soltó la mano de Dazai y esta vez no disimuló bien la mueca de fastidio que estaba haciendo.

— Dígame entonces, Dazai-san. ¿Vive usted una vida adecuada según la religión a la que pertenece?

No contestó inmediatamente. Se tuvo que tomar unos segundos para tomar aire y no estallar ahí mismo. Le fastidiaba que las cosas se fueran por las ramas, pero esta situación parecía que iba a ser exactamente así.

— Sí. Estoy casado y con un omega.

— Perfecto. Pues vengan a casa a cenar.

— ¿Qué coño dices? — la pregunta de Chuuya le hizo ganarse un golpe en la pierna por cortesía de Ozaki que le fulminó con la mirada.

— Me temo que no le estoy entendiendo, padre.

— Deja de llamarme padre. Puedes llamarme Nathaniel y si acepto trabajar con la Port Mafia o no dependerá de si consigues demostrarme que puedo confiar en ti. Los negocios se basan en eso ¿no? En confianza y yo solo me fio de cristianos correctos. ¿Y qué hay más correcto que un matrimonio de alfa y omega?

— Cierto.

— Perfecto, entonces... ¿cuándo le vendría bien venir a cenar?

— Este fin de semana.

— Perfecto.

— Bien.

Ambos se sonrieron, aunque no parecían sonrisas auténticas. Dazai se apresuró en marcharse y le dejó a Ozaki la tarea de anotar de Nathaniel la dirección de su casa mientras él abandonaba el sitio apresuradamente. Akutagawa le siguió inmediatamente y un poco más tarde el resto no tardó en darle caza siguiéndole hacia la zona trasera de la Iglesia donde estaban los contenedores. Allí, Dazai tomó aire y pateó con fuerza el primer cubo de basura que encontró.

— ¡MIERDA!

— ¿Qué ha pasado? — preguntó Odasaku que al estar fuera todo el tiempo no se había podido enterar.

— Pasa que para que la Iglesia acepte el trato, el hijo de puta de Dazai tiene que estar casado y con un omega ni más ni menos — Chuuya hurgó en su bolsillo para sacar un paquete de tabaco — A ese cabrón canoso le ha faltado pedirle que tenga un hijo.

— ¿Por qué parece que es un problema? Yo soy un omega — Akutagawa se señaló a sí mismo.

— Ah, no — Chuuya se quitó el cigarro, que no había llegado a encender, de la boca y lo aplastó en su mano — Es que ni de coña.

— Chuuya-san.

— Que no, es que no.

— Tus intenciones son buenas, chiot — Paul dedicó al omega una suave sonrisa — Pero no va a funcionar.

— ¿Por qué?

— Porque en el momento en que Hawthorne vea que Chuuya quiere cortar la mano de Dazai por tocarte, entonces tal vez sospeche que las cosas no están tan bien.

— ¿Y si se lo pedimos a cualquier otro omega de la organización? — propuso Ace.

— Tampoco funcionará. Dazai es un jefe... temido. Ningún omega de la mafia se sentirá lo suficientemente relajado a su lado — Paul se encargó de echar por tierra la idea del albino.

— ¿Y Gin? — Ozaki pareció ver un atisbo de luz ante la imagen de la chica en su cabeza — Gin no le teme.

— Por favor, dejad de pensar en omegas con pareja. No funcionará, Hawthorne notará olores mezclados.

Akutagawa rodó los ojos ante lo que decía Paul. Su hermana podría haber servido si no estuviese encamándose con ese estúpido de cabello teñido y perforaciones en las orejas. 

— Bueno, y entonces ¿qué? — la mujer se encogió de hombros — Le decimos que hemos mentido o qué hacemos.

— ¿Por qué no buscan alguien de fuera? — en medio del silencio creado, Gide habló.

— Oye, novato, tal vez no lo sepas, pero cuando los ejecutivos hablan, el resto calla — le encaró Chuuya.

— El resto siempre y cuando no sea Akutagawa ¿no? Él puede interrumpir lo que quiera.

— Ace, cómeme las bolas.

— ¡Eh! — Ozaki se puso entre ambos alfas para poner distancia — Las peleas infantiles en el patio de la escuela.

Dazai continuó dando vueltas por la zona. Una mano la tenía en el bolsillo de su pantalón mientras que con la otra se desordenaba el pelo. Gide tenía razón, no podía contar con nadie de la organización. Sus trabajadores le temían, ninguno podría hacerse pasar por una pareja creíble y los Akutagawa no funcionarían, notarían aroma de otros alfas en ellos, con lo que debía ser alguien de fuera que cumpliera dos criterios: debía ser omega obligatoriamente y además no debía tenerle miedo.

Frenó en seco cuando dio con la única opción que conocía. Rió por lo bajo, no era su idea mezclar negocios y placer, pero viendo el panorama, no quedaba de otra.

— Tienes razón, Gide — viendo como le daba la razón, Akutagawa y Chuuya pusieron mala cara — Debo recurrir a alguien de fuera.

— ¿A quién?

El castaño no respondió la pregunta de Akutagawa. Sacó su teléfono y fue directo a un contacto que tenía guardado en favoritos.

En otro lugar de Yokohama, Atsushi terminaba de llenar una lavadora mientras Naomi revisaba unos apuntes de la escuela sentada en el sillón.

— ¿Onii-chan se encuentra mejor?

— ¿Eh? — el albino cerró el electrodoméstico después de programarla y dejarle en marcha — Sí... le duele un poco el cuerpo — se tensó un poco, no le gustaba hablar de estas cosas con Naomi — Céntrate en la escuela.

— Siempre decís eso.

— Porque es lo que debes hacer — el móvil de tapa vibrando en el bolsillo de su pantalón se ganó toda su atención. Si sonaba era porque era Dazai, debía ir a su habitación para hablar a solas, pero en el camino la chica volvió a hablar.

— Atsushi.

— ¿Sí?

— Yo... ¿yo soy la razón por la que mi hermano la pasa mal? Porque se tiene que encargar de mí.

— No digas tonterías — su reclamo hizo que la chica le mirase — No es el mejor trabajo, ni tiene las mejores condiciones. Es odioso, el jefe un capullo y no conozco a ningún compañero que quiera estar ahí ni un día más, pero al volver a casa, al estar todos juntos, es sin duda el mejor momento del día.

Naomi pestañeó sorprendida por la contestación, en unos pocos segundos la sorpresa se transformó en una agradable sonrisa.

— Atsushi, aunque no compartamos sangre... eres una parte importante de mi familia.

— Vosotros también. Os quiero, no olvidéis nunca eso.

Tras devolverle la sonrisa a la chica, Atsushi terminó de ir a su habitación donde se encerró y se sentó en la cama para contestar a Dazai.

— ¿Sí?

— Holaaa, Byakko-chan, ¿cómo está mi gatito favorito?

— Bien.

— ¿Viste mi regalo?

— ¿La cometa rota? Sí, que romántico — comentó con sarcasmo.

— ¡Jajajajaja! Sabía que te gustaría.

El albino apretó las sábanas de la cama. Quería saber por qué recuperó algo que él consideraba estúpido, pero no iba a obtener ninguna respuesta seria.

— ¿Qué ocurre? ¿Quieres acordar otra cita?

— Bueno, me apetece más tener una llamada guarra. ¿Qué llevas puesto?

— ¿Qué quieres que lleve puesto?

— Pues siendo sinceros, nada, pero el juego no va así. Se supone que tú eliges lo que llevas, bueno, da igual, juguemos otro día. El día de hoy quiero preguntarte otra cosa.

— ¿Qué es?

— ¿Quieres casarte conmigo?

Atsushi rió, esperó unos segundos a que Dazai dijera sonriente algo como "es broma" o algo así pero no pasaba. Al otro lado, el alfa no decía nada, estaba hablando en serio, con lo que su sonrisa se borró y el alma se le cayó al suelo.  

El taxi le dejó frente a un enorme edificio que se extendía casi hacia el cielo. Atsushi miró a los alrededores, encontró un cartel con el nombre del sitio. "Industrias Mori", pero ¿quién era Mori? Dejando de lado las preguntas triviales, entró por la puerta y se quedó estático en la recepción. El sitio imponía, era una enorme empresa con gente yendo y viniendo. Más de uno se le quedaba mirando y no era de extrañar pues ahí todos iban en traje y él vestía un short, un jersey largo y unas deportivas.

¿Qué si se tenía que haber arreglado? Pues primero quería que Dazai le explicase mejor qué narices estaba pasando.

— Disculpe — una mujer rubia se le acercó, sus ojos marrones le recorrieron de arriba abajo — ¿Byakko?

— Sí...

— Sígueme por favor.

La chica no se presentó, solamente echó a andar y él fue detrás. Le hizo montar en un ascensor hasta los pisos más altos, al llegar a la planta que era su destino, le guio hacia la puerta del final del pasillo, ignorando a Odasaku y Gide que estaban esperando fuera, dio un par de golpes en ella. Al recibir el permiso, respiró hondo y le susurró un "suerte" al chico para abrirle la puerta, dejarle entrar y después marcharse ella por donde había venido.

Atsushi se quedó mirando unos pocos segundos la puerta cerrada hasta que finalmente se dio la vuelta para mirar hacia delante. Le costaba respirar y no podía ser menos. Frente a él había un total de 5 alfas, 4 hombres, uno de ellos Dazai y una mujer de cabello pelirrojo. Como extra, estaba el omega de cabello degradado que tuvo problemas con Tanizaki en el prostíbulo. Parece que ambos se recordaban pues el chico le miró primero sorprendido, luego con asco y luego miró al castaño para comprobar que esto no se tratase de una broma.

— Dazai-san, ¿por qué ha hecho venir a una puta?

— ¿Una prostituta? ¿En serio, Dazai? — Ozaki le miró sorprendida. Cada segundo que pasaba veía la misión más perdida.

— Si querías los servicios de una puta, ¿no podías esperar a cerrar el trato con Hawthorne? — le echó en cara Ace.

Atsushi se encogió en su sitio, ojalá se le tragase la alfombra. No llevaba ni tres segundos en la habitación y ya había sido llamado tres veces puta. Puede que en cualquier situación distinta hubiese aclarado que él solo es camarero, pero con un aura de cinco alfas no se atrevía ni a abrir la boca.

— Ace, cierra la boca — le ordenó Dazai con una sonrisa — Damas, caballeros, Chuuya — se alejó de su escritorio y fue hacia donde estaba Atsushi, tomó su mano e hizo una ligera reverencia para dejar un beso sobre el dorso de esta — Os presento a Byakko. Fingirá ser mi esposa para cerrar el trato con Nathaniel.

— Debe tratarse de una broma — Akutagawa negó con la cabeza sin creérselo.

— No, ¿a qué vienen las dudas?

— Dazai — la mujer se levantó de la silla donde se encontraba y llegó hasta el jefe mafioso. Una vez frente a él, intercambió miradas entre el omega y el castaño — ¿Qué te hace pensar que... que esto va a funcionar?

— Byakko no me tiene miedo. Actúa normal a mi lado. Creo que es el único omega que puede fingir con éxito que mantiene una relación conmigo.

— No con tanto éxito — al ganarse la mirada de Dazai, Paul aclaró su punto de vista — Dejando de lado su profesión... es un omega... oh, zut... — farfulló en un francés que por supuesto Atsushi no entendió — ¿Cuál es la palabra que mejor le define en vuestro idioma?

— Es vulgar.

— Sí, gracias, chiot. Es un omega... vulgaire, vulgar. Da igual si no te teme o si puede actuar normal a tu lado, no da la talla... físicamente.

Al sentirse juzgado por los ojos del extranjero, Atsushi intentó tirar de su sudadera hacia abajo.

— ¿Ese es el problema? Pues me lo llevo de compras y renuevo su armario.

— Aunque la mona se vista de seda... — Chuuya comenzó un refrán, aunque no lo acabó porque Dazai lo entendía bien — Se supone que está casado contigo, que vive una vida lujosa, que tiene... clase. No te va a bastar con ponerle dos cosas elegantes. Tiene que saber... comportarse.

— Hmm... me resulta curioso que tú me digas eso cuando eres el más malhablado de por aquí, pero tienes algo de razón. No obstante... todo se puede enseñar. Bien, pues ya he tomado mi decisión.

Los allí presentes se llevaron las manos a la cabeza, parece que no era la primera vez que tenían que lidiar con caprichos ilógicos de Dazai. En cuanto a Atsushi, este solo pudo sobresaltarse cuando sintió como el alfa le rodeaba por detrás de la cintura con un brazo y le pegaba a su cuerpo.

— Cuento con vosotros para prepararle, tenemos mucho en juego.

Nadie asintió ni respondió, pero daban por hecho que tocaba hacer lo que Dazai quisiese, como siempre.

— Vale, dicho esto, marchaos. Quiero hablar con Byakko a solas.

Acataron las órdenes del jefe y se marcharon de allí. Atsushi tuvo que mirar hacia otro lado cuando sintió como Ace lo miraba mal y cerró los ojos cuando Akutagawa le dio un mal disimulado empujón accidental. Solo cuando la puerta se cerró y se quedaron solos fue que Atsushi pudo por fin estallar con todo lo que pasaba por su cabeza.

— ¡¿Qué demonios es todo esto?!

— A partir de ahora y por tiempo limitado, estamos casados.

— ¡¿Qué?! ¡Explícame algo al menos, que por teléfono solo... ! ¡Bu-bueno solo hiciste esa pregunta tan vergonzosa!

— No necesitas saber mucho. Quiero cerrar un trato de negocios, pero la otra parte es muy cristiana y correcta así que necesito ser un alfa devoto y correcto, es decir, necesito estar casado con un omega porque eso es lo correcto en la sociedad.

— ¿Y por qué yo? Podrías haber usado a cualqui...

— No vale cualquiera, créeme. Este trato es importante, si la falsa no cuela, me veré perjudicado.

Dejó escapar una fuerte bocanada de aire. No tenía ni idea que negocio era el que decía Dazai pero sí sabía que no iba a aceptar otra pareja que no fuese él.

— Si tan importante es, deberías saber que lo más probable es que no dé la talla.

— ¿Por qué?

— Los has oído ¿no? El alfa rubio tenía razón, soy vulgar. ¿Qué pensará tu futuro socio al verme? Te estropearé todo, lo mejor será que te busques otra manera.

— Ya veo donde está el problema — estiró el brazo hacia él, tendiéndole su mano — Ven.

No le apetecía seguir discutiendo, pero sabía que el alfa seguiría insistiendo e insistiendo así que tomó su mano y dejó que le guiara hacia una de las paredes que era diferente al resto pues era de cristal así que actuaba como espejo. Una vez allí, puso a Atsushi delante de él y le dejó mirando su reflejo.

— ¿Qué ves?

— Un omega pobre, con ropa de mercadillo, pelo... mal recortado — enrolló su dedo en su mechón largo y suspiró — Un omega que come fideos de sobre en ofertas, que no llega nunca a final de mes y que tiene un trabajo denigrante. Veo a un omega vulgar, que dejó la escuela, un omega estúpido, inculto — mordió sus labios, la garganta le comenzaba a escocer, ya no quería seguir mirando.

— Vemos cosas distintas entonces. Vale, ¿y ahora? — Dazai se deshizo de su abrigo y se lo puso al albino.

Obviamente le quedaba grande. Era un abrigo largo de por sí, pero en Atsushi casi rozaba el suelo. El alfa se lo cerró con lo que el resto de su ropa quedaba oculta. Se tuvo que tapar la nariz un poco pues el olor que le vino a perfume caro era muy fuerte. Sus mejillas se sonrojaron un poco al notar entre medias del perfume el aroma característico del alfa a café.

— ¿Qué ves ahora?

Atsushi se miró al espejo. La verdad es que seguía siendo el de antes pero sin su ropa cutre a la vista y con ese abrigo caro y perfumado, si no se conociese a si mismo podría hasta decir que es un omega con una gran fortuna, ojalá fuese cierto.

— Sigo siendo yo.

— Mentira, seguro que has pensado otra cosa.

Apartó la mirada, ¿dónde se ganaba la habilidad de leer mentes?

— Yo no te veo como alguien vulgar, pero si tú te ves así, entonces lo cambiaremos. Te sentirás como un omega distinto. Te lo prometo.

Suspiró para seguir mirando un rato más su reflejo en el espejo. ¿De verdad se podría cambiar eso? ¿Podría hacerle sentir distinto? ¿Darle una transformación al más puro estilo de Pretty Woman?

— No sé si yo...

— Byakko, mira en el bolsillo.

Se dio la vuelta lentamente para mirarle confuso. El alfa le indicó con un movimiento de cabeza que lo hiciera y así lo hizo. Palpó ambos bolsillos del largo abrigo y en el derecho fue donde encontró una pequeña cajita de terciopelo negro.

— Ábrela.

Al hacerlo, un anillo plateado se descubrió ante sus ojos con una pequeña joya incrustada en él. No era el típico diamante de cualquier anillo de bodas, este era distinto, tenía un color, no, dos colores que parecían bailar en la joya según la moviese de un lado a otro. Era como si el amarillo y el morado se mezclasen en aquel adorno para la mano.

— Amanecer.

— ¿Qué?

— Es el nombre de la joya. Es como tus ojos.

— S-sí, es... se-se parece... — estuvo girando un poco la cajita solo para ver como los colores se movían, cuando salió un poco de la sorpresa inicial, levantó el rostro para mirar a Dazai — ¿Qué se supone que...?

— Nuestro anillo de bodas. Lo compré después de nuestro viaje a las Maldivas, después de comprender que tú eras el indicado. Esa será parte de la historia que contaremos. Necesitamos una historia de romance falsa para engañar a mi socio, deben creerse que somos un matrimonio de verdad. No hace falta que pienses nada, mi equipo ideará toda la historia, desde donde nos conocimos, a donde nos dimos nuestro primer beso, nuestra primera vez y como fue la pedida de mano, la boda, la luna de miel, todo. No necesitarás pensar nada, Byakko, solo necesito que estés ahí. Solo necesito... — le quitó la cajita con el anillo, hincó su rodilla en el suelo y se la extendió hacia él — Solo necesito que digas que sí.

Se quedó estático en su sitio. Desde pequeños, mucha gente fantasea con cómo va a ser el momento en que te pidan matrimonio. Él, como cualquiera, también fantaseó, aunque nunca se esperó que fuera de esta manera, que su primera pedida de mano fuese falsa, con una persona que en realidad no le quiere. De alguna manera, se sentía mal, porque esta no era la vida que imaginó cuando era pequeño pero esa vida hace mucho que se torció y se salió de su rumbo.

Esta era la vida que le tocaba ahora.

— Vale. 

Dazai suspiró de alivio. Parece que conseguir cerrar ese negocio era de verdad importante, ahora le hacía sentirse más nervioso a pesar de haber aceptado. El alfa sacó el anillo de la cajita y se lo puso en el dedo anular de su mano izquierda. Atsushi lo observó maravillado, el amarillo y el morado seguían bailando juntos pero se mantenían separados, sin llegar a mezclarse del todo y formar un nuevo color.

La puerta del despacho se abrió y las personas que esperaban fuera dejaron de andar rondando de los nervios para quedarse mirando a Dazai y Atsushi saliendo al pasillo. Ambos intercambiaron miradas, el omega rozó tímidamente la mano del otro y este se encargó de dar el último paso y tomarla con fuerza. Ya sabían como había acabado la cosa sin necesidad de que dijeran nada. Akutagawa frunció el ceño y miró con rabia al otro omega. No podía decir nada ni quejarse, no cuando ya no había marcha atrás en todo esto.

— Os presento a Dazai Byakko — el castaño levantó sus manos unidas para dejar ver el anillo descansando en uno de sus dedos — Mi omega.  

— ¿Por dónde empezamos? — Ozaki comenzó a pasar y pasar trajes en aquella tienda de alta costura, mientras que Atsushi se quedaba quieto detrás sujetando ya algunos trajes que la alfa de cabello rojo le había dado.

— E-emm... O-ozaki-san ¿verdad?

— ¿Qué pasa? — no levantó la mirada de los trajes que seguía pasando.

— Y-yo... cre-creo que con los que ha elegido hay suficientes ¿no?

— Vas a tener que probarte muchos — habló de repente Akutagawa que estaba apoyado en una de las paredes de la tienda de brazos cruzados — Será difícil encontrar un traje que se ajuste a ese cuerpo escuálido y deforme que tienes.

Prefirió no contestar al insulto, solo dejó de mirarle y siguió detrás de Ozaki mientras esta le lanzaba más trajes encima. Era obvio que no le caía bien y algo extraño era porque no habían ni intercambiado palabras. Con su confirmación a formar parte del plan sobre la mesa, Dazai le había presentado al resto de ejecutivos y a ese omega que ejercía de guardaespaldas. Akutagawa Ryunosuke, un nombre que con solo escucharlo ya le infundada algo de temor. El chico era un omega, pero cualquiera lo diría por su agresividad y su carácter. Era un pensamiento común en la sociedad que los omegas debían ser lindos, tímidos y débiles, ese de ahí no encajaba del todo en el molde. Tenía la sensación de que podría partirle el cráneo si se lo estampaba contra la pared.

— Ozaki, tampoco se va a poder probar toda la tienda — Dazai apareció y menos mal porque le quitó el peso de todos los trajes que llevaba cogiéndolos él — Que se pruebe estos.

— Hay muchos más por mirar.

— Se va a cansar, que se pruebe esos.

— Vale, como digas.

— Ven, Byakko-chan — le guio hasta los probadores y le dejó todos los trajes. Intentó meterse con él pero Ozaki le agarró con fuerza y le sacó fuera.

Mientras Atsushi se cambiaba, tanto Ozaki como Akutagawa esperaban serios y con los brazos cruzados mientras que Dazai con una sonrisita se balanceaba de un lado a otro.

— ¡Byakko-chan! ¿Puedes? ¿Necesitas mi ayuda? ¿Quieres que entre?

Atsushi no contestó, solo se cambió y abrió la cortina para que le pudieran ver con un traje de Dior marrón oscuro.

— ¿E-este me queda bien?

— ¡Waaaaa! ¡Byakko-chan es muy lindo!

— No me gusta, pruébate otro.

— ¿Eeeeeh? — el castaño puso cara larga cuando Ozaki lo rechazó.

El segundo traje obtuvo una respuesta similar, Dazai lo aprobó, pero Ozaki negó con la cabeza. El tercero no obtuvo un resultado distinto y lo mismo pasó con el cuarto y el quinto. Acabó probándose tantos que de verdad comenzó a cansarse, puede que lo que de verdad no le convencía a la mujer era el modelo y no los trajes. Cuando ya estaba empezando a desesperarse, la luz pareció llegar a los ojos de Ozaki cuando la cortina se abrió y Atsushi salió del probador vistiendo un traje negro de Gucchi con una corbata azul cielo. La tela era ajustada con lo que se hacía justicia a las anchas caderas del chico y el azul era un color suave que se ajustaba bien a la personalidad suave que mostraba.

Dazai por supuesto que dio su aprobación y cuando Ozaki también se mostró a favor, no hubo más que hablar. Atsushi se cambió y cuando regresó el traje ya estaba pagado y metido en una bolsa. Los cuatro salieron de la tienda, siendo despedidos por una reverencia por parte de los empleados del sitio. Montaron en la misma limusina en la que habían venido, Atsushi al lado de Dazai para evitar que Akutagawa le sacase los ojos si lo tenía demasiado cerca.

— El traje ya está, ¿qué hacemos con su pelo?

— ¿Qué le pasa a su pelo? — se extrañó Dazai.

— Es asimétrico — respondió Ozaki sorprendida por ver que el castaño no entendía bien el problema de estilo.

— Es adorable. A mí me gusta.

— Dazai, mírale el flequillo por favor.

— Ya lo hago, es precioso.

Intentó tomar su mano, pero justo en ese instante Akutagawa lanzó un guion que aterrizó en aquella zona.

— Ya os hemos inventado una historia, desde el primer momento en que os conocisteis hasta ahora. Memorizadlo — aunque tiró ese con intención de dar a Atsushi, el que era para Dazai se lo dio en mano, sin intentar golpear a nadie — Obviamente, también hemos tenido que manipular la historia de tu vida personal, comprenderás que no podrás decir que trabajas como puta en un burdel.

— Es evidente — le contestó en voz baja y sin poder mantenerse mirándole demasiado tiempo.

— Estudiaste Relaciones Laborales y Desarrollo de Recursos Humanos en la Universidad Estatal de Tokyo — comenzó a explicar Ozaki — Trabajas en ese departamento en una empresa dedicada a las telecomunicaciones. Finalizaste la carrera con una media de 8,89, situándote como uno de los mejores alumnos. Eres natal de Yokohama, solo te marchaste a Tokyo a estudiar. Conociste a Dazai en Tokyo, cuando él estaba realizando un viaje de negocios. Surgió la química, hablasteis, intercambiasteis números y descubristeis la gran cantidad de cosas que tenéis en común.

— S-sí — había abierto el guion para intentar seguir lo que decía Ozaki. Era demasiado completo, hasta había fotos y direcciones de donde tuvieron sus primeras citas.

— Eres huérfano.

— ¿Qué? — confuso por la afirmación, levantó la mirada del guion.

— Si preguntan, eres huérfano, no nos interesa que Hawthorne ande queriendo conocer a vuestros suegros.

— Vale.

No se opuso, de todas maneras era algo que era cierto. Puede que la única verdad en ese guion trabajado para una película.

— Ahora irás con Paul a que te enseñe un poco de modales en la mesa. Necesitarás aprender a diferenciar cubiertos.

— ¿Cubiertos?

— Hawthorne y su esposa son extranjeros, abandona la idea de comer con palillos. ¿Sabes usar un tenedor?

— Cla-claro.

— ¿Sabes diferenciar un cuchillo de pescado de uno de carne?

— Eh... ¿qué?

— Lo suponía.

La limusina se acabó parando en la entrada de una exagerada y gran mansión donde Ozaki se bajó tras despedirse, con la mujer alfa habiendo abandonado el vehículo, Atsushi quedaba atrapado entre el sonriente castaño al lado y el rabioso omega gótico enfrente. Tal y como le dijo Ozaki, la siguiente parada fue con el alfa extranjero. Nadie lo decía expresamente pero era evidente por como le trataban que nadie, excepto Dazai, estaba muy contento con su presencia. Con Paul aprendió varias cosas, cosas que le costaba entender que se pudieran aplicar fuera de reuniones de gente pija, creída y adinerada, después de todo nadie usa tantos cubiertos para comer. La noche se les acabó echando encima y dieron por concluida la preparación de Atsushi de ese día. No pudieron dejar al albino directamente en casa pues este pidió que le dejaran montarse en un autobús. Akutagawa casi echa espuma por la boca al escuchar eso, ¿de verdad ese estúpido se iba a pasear en un autobús mugriento con un anillo tan caro? Le estaban dando unas ganas horribles de darle un buen tirón de pelo a ver si así se le arreglaba la cabeza.

No entendía, ¿qué veía Dazai en él? ¿El físico? ¿No había omegas más hermosos? Estaba enfadado, furioso, tal vez todos aquellos sinónimos se quedasen cortos para lo que en verdad sentía ese día. Dejó que Dazai se fuera en su limusina a su apartamento mientras que él fue llevado al de Chuuya por Paul. Al llegar frente a este, el rubio le dejó un beso sobre el dorso de la mano y le despidió con un buenas noches en francés.

Paul era todo un caballero y por mucho que Chuuya se enfadase con él por, supuestamente coquetearle, Akutagawa estaba seguro de que esa naturaleza educada era la propia en él, que no había sentimientos románticos detrás, aunque mentiría si alguna vez no hubiese pensado otra cosa. Al cruzar la puerta se deshizo de su característico abrigo negro, revelando un atuendo más revelador de shorts negros, una camisa blanca y unas largas botas negras con cadenas. Dejó el abrigo en el armario de la entrada donde predominaban varias chaquetas de cuero propiedad de Chuuya. Buscó con la mirada alguna luz encendida y dio con ella en la habitación que compartían, hacia donde se dirigió y se encontró a Chuuya metido en la cama con una tablet entre manos.

— Hola cachorrito — al percatarse de su presencia, Chuuya dejó la tablet a un lado y le dedicó toda su atención — ¿Qué tal con el omega de Dazai?

— No es su omega, no digas tonterías — protestó quitándose las botas de mala gana.

— Ya, ya, no te enfades, pero es lo que va a ser hasta que el cura estúpido dé su bendición a nuestro negocio.

— Es espantoso, ¿por qué Dazai-san lo eligió a él?

— Vete tú a saber.

— Su apariencia es desaliñada — comenzó a quejarse al mismo tiempo que comenzaba a desnudarse. Chuuya se acomodó con los brazos detrás de la cabeza para disfrutar del espectáculo — Es inculto, estúpido y por supuesto que vulgar y por encima de todo, es una puta — en el armario buscó el baby doll negro que usaba para dormir, se lo puso y se dirigió a la cama donde se acomodó al lado de Chuuya entre las sábanas.

— ¿Has cenado?

— No tengo hambre.

— Ryu.

— ¿Qué? No tenía hambre, toda esta situación me la ha quitado.

— Podré pasar por alto que te saltes los desayunos, pero cena al menos.

— Desayunaría si lo hicieras conmigo.

— Me voy muy pronto por la mañana, Ryu.

— Despiértame.

— No, no, de eso nada. No cuando pones una cara tan linda al dormir.

— No digas tonterías — protestó intentando taparse un poco el sonrojo con la manta — ¿Y qué me dices del anillo?

— ¿Eh...? — el rostro de Chuuya se quedó pálido de repente — ¿E-el anillo...?

— Sí, el anillo.

— ¿Co-cómo...?

— ¿Cómo le regala un anillo tan caro a esa puta? ¡Es que no lo entiendo! ¿Qué pasa si lo vende?

— Ah, eso — respiró un poco más tranquilo. Cuando Akutagawa había llegado, él seguía en su búsqueda del anillo perfecto revisando varias páginas de joyería en la tablet — Eh... ejem, bueno, creo que sí que es consciente de la importancia del anillo y de...

— ¿Por qué habrá aceptado? — ante esa nueva duda, Akutagawa se incorporó en el colchón pasando de estar tumbado a estar sentado — ¿Qué habrá usado Dazai-san para sobornarle? ¿Le dará el anillo después?

— Oye, comiéndote tanto la cabeza no vas a ninguna parte — se posicionó de la misma manera que Akutagawa y tomó su mano para entrelazar sus dedos — Lo hecho, hecho está. El albino se hará pasar por su omega, cerraremos el trato con la Iglesia y luego no lo tendrás que ver más, nunca en la vida. Todos contentos ¿no?

Akutagawa resopló, miró al techo durante unos pocos segundos y después volvió a mirar hacia delante.

— Nada nos asegura que funcione, ¿y si la puta mete la pata? ¿Y si lo echa todo a perder?

— Saldrá bien, tranquilo — levantó la mano de Akutagawa y dejó un beso sobre su dedo anular. No había dudas, un anillo ahí quedaría perfectamente — Ese anillo que le compró Dazai, ¿te gusta?

— Es bonito, pero muy llamativo, definitivamente no me lo pondría, ¿por qué preguntas?

— Nah, por nada.

El alfa tiró del chico para hacerle quedar recostado sobre su pecho. Akutagawa no opuso resistencia, se acomodó y se restregó varias veces contra su cuello buscando capturar el aroma natural de su pareja.

— ¿Cuándo llega tu celo, Ryu? — le preguntó olfateando los suaves cabellos azabaches que le hacían cosquillas en la nariz.

— Mmm... deben quedar tres semanas más o menos.

— Argh, ¿tantas?

— ¿Por qué te quejas? No fue hace mucho.

— Mierda, creo que la próxima vez tendremos que ir a un hotel. A la asistenta no le gustó mucho el desastre que hicimos.

— En el hotel pasará lo mismo — habló cada vez más en voz baja. Entre los brazos de Chuuya se sentía muy relajado, tanto que su nuca comenzó a picar. Sabía que pasaba, era su omega interior rogándole que afianzara esta relación, pero no estaba dispuesto a dar un paso tan importante, por muchas ganas que tuviera — El día de hoy ha sido agotador y estresante.

— Sí, tienes razón. Duérmete, Ryu.

Los dedos del alfa se pasaron sobre su cabeza para dejarle suaves caricias que le acabaron induciendo al sueño. Sus párpados acabaron cerrándose, apagando su mente y dejándole solamente con el olor de Chuuya a su alrededor. Cuando por fin pensó que se había quedado dormido, acabó abriendo los ojos y se encontró con la habitación completamente a oscuras. Su cabeza estaba sobre algo blando y suave, no eran los brazos de su pareja, era la almohada sobre la que dormía. Miró el reloj digital en la mesilla, solo habían pasado dos horas desde que cerró los ojos.

Frotó sus ojos con pereza y buscó a Chuuya en la habitación, no tardó mucho en encontrarle pues estaba en la puerta del balcón, sin camisa y mirando algo en su móvil mientras usaba su mano libre para sujetar un cigarro que tenía encendido.

— Chuuya... — le llamó con pereza, girando en el colchón para quedar en dirección al balcón — ¿Qué haces? Vuelve a la cama.

— Sí, perdona cachorrito — dio una última calada al cigarro y lo apagó contra el cenicero más cercano que tenía. Cerró la puerta del balcón y regresó con el omega somnoliento que le esperaba con los brazos abiertos.

— ¿Llamabas a alguien? — le preguntó mientras sujetaba su rostro para dejarle un beso lento y suave producto del sueño.

— No, miraba un documento del trabajo. Perdona por despertarte.

Akutagawa no le contestó más, volvió a cerrar los ojos y cayó redondo de nuevo por el agotamiento del día de hoy. Chuuya sonrió con ternura al ver lo adorable que era el chico cuando dormía, pero esa sonrisa se esfumó rápidamente cuando dio un último vistazo a la pantalla de su teléfono móvil. 20 llamadas había hecho, todas a Ango y ninguna había obtenido respuesta. Algo le daba demasiada mala espina, pero de momento no se podía centrar en eso, debía ocuparse primero de todo el asunto con la Iglesia y la falsa relación de Dazai.

Después de abandonar su teléfono móvil en la mesilla, abrazó por detrás a Akutagawa quedando en posición de cucharita y aspiró con gusto el dulce aroma a chocolate del omega. Ahora mismo eso era lo único que le mantenía relajado.  

El día había sido agotador para muchos en la ciudad de Yokohama, por eso al caer la noche era de esperar que se dejaran envolver en sus sábanas para dormir y descansar. No obstante, el día no terminaba de acabar para todos, al menos no para Oda que había acabado regresando al Moonlight para reunirse de nuevo con Tanizaki. La última vez le compró bombones y aunque sabía que al omega no le hacía mucha gracia sentirse tan mimado, a Odasaku le gustaba la carita que ponía cuando recibía un regalo, por eso esa noche no había podido resistirse a comprarle un ramo de flores.

Seguro que más de uno le tacharía de estúpido por estar haciéndole regalos a una prostituta, pero a él no le podía importar eso lo más mínimo. Al entrar por la puerta, buscó por los alrededores la inconfundible figura de Tanizaki, pero no había ni rastro. Dejó de buscar quedándose quieto casi a la mitad del local y miró hacia el suelo pensando que tal vez podía estar ocupado con algún cliente en una habitación privada. Bueno, le daba igual, esperaría.

Se dirigió hacia una de las chicas que se paseaba con una bandeja con varias bebidas y la detuvo poniendo una mano sobre su hombro.

— Perdona, ¿sabes dónde está Yuki?

La sonrisa de la camarera se borró tan rápido como oyó el omega que buscaba el apuesto alfa.

— Eh... Yuki... no está esta noche, lo siento.

— ¿Por qué?

— No puedo decírselo, lo siento.

Y sin dar más explicaciones, la chica se marchó de allí lo más rápido que sus tacones de aguja le permitieron. Quedándose plantado ahí mismo, Odasaku bajó el brazo con el que sujetaba el ramo de flores y algunas de estas se escaparon y cayeron contra el suelo. Viendo esto, una de las chicas se acercó hacia él. Al igual que había hecho él antes, posó su mano sobre su hombro para llamar su atención. Al darse la vuelta, Odasaku se encontró con unos pechos a punto de escaparse del ajustado traje de conejita que llevaba, pero más arriba estaba su rostro, una mirada verde y suave y un largo pelo castaño.

— ¿Busca a Yuki?

— Sí, pero... ya me han dicho que no está así que...

— Usted es el alfa que ha estado pidiendo a Yuki tantas veces últimamente ¿no?

— Sí, bueno, ¿y tú eres...?

— Haru... — cerró la boca de golpe, a veces el buen aura que le desprendían algunos clientes le hacía bajar la guardia — Hanako. Verá... — miró a su alrededor, algunas compañeras se le habían quedado mirando. Como no era un buen sitio privado donde hablar, la chica tomó la muñeca de Oda y le arrastró hacia una de las habitaciones donde se encerró con él — Perdone, creo que aquí tendremos menos ojos mirándonos.

— ¿Dónde está Yuki? — lanzó el ramo de flores a la cama y se plantó delante de la chica.

— Yuki está... descansando.

— ¿Descansando? — arqueó una ceja por eso, ¿a qué se refería? ¿A qué tenía un día libre? Pero si fuese así, se lo habría dicho para quedar con él.

— Ayer por la noche... — comenzó a juguetear nerviosa con sus dedos — Un... un alfa pidió a Yuki después de que usted se fuera.

— ¿Qué?

— Es... más normal de lo que usted cree. Hay clientes algo brutos, por eso, cuando uno se pasa demasiado, solemos tomar descansos dependiendo de... bueno, de la gravedad de la lesión.

— ¿Lesión? — dio un paso más hacia la chica, logrando intimidarla — ¿Qué lesión?

— E-es lo que le he dicho. Yuki está descansando porque un alfa l-le trató algo bruto en la cama.

— ¿Quién fue?

— Yo... no puedo decirle eso. Lo siento.

— Joder — Odasaku comenzó a dar vueltas por la habitación, usando su mano derecha para despeinarse los cabellos — ¿Dónde está Yuki? Quiero verle.

— Se lo he dicho, descansando, en su casa.

— Dame la dirección.

— ¿Qué? No, no, no, no, no — sacudió las manos alarmada por la petición — Por favor, no se confunda. Le he avisado porque he notado que es un cliente especial para Yuki, pero no puedo incumplir las normas del Moonlight y revelar información personal de los trabajadores. Por favor, entiéndalo.

Que estaba comenzando a ponerse nervioso era un hecho, pero no le parecía justo pagarlo con aquella chica que al menos le había hecho el favor de revelarle la verdad sobre la ausencia de Tanizaki. Recogió las flores que había dejado sobre el colchón y musitó un "gracias" casi inaudible para después marcharse de la habitación dando un portazo. Con zancadas largas y fuertes regresó a la zona del bar del Moonlight y observó rabioso a cada cliente que se le cruzaba por el camino. ¿Era uno de ellos? ¿O sería un cliente ocasional? ¿Tal vez uno que no volvería? ¿Quién se había atrevido a tratar mal a Tanizaki al punto de impedirle volver al trabajo al día siguiente? Empezó a ver borroso pues comenzó a imaginarse la escena del omega siendo sometido de manera violenta, no... siendo violado y él demasiado lejos como para hacer algo. Comenzó a dar vueltas algo mareado, le parecía que todos los clientes le miraban, ¿quién de ellos era? ¿A quién debía castigar por haber violado a Tanizaki? Dejó caer el ramo de flores contra el suelo y este se deshizo por la caída. Ahora con su mano derecha libre, la coló debajo de su chaqueta para rozar una de las pistolas que ocultaba ahí debajo.

Tal vez podría haber hecho una locura si no llega a ser porque alguien detrás de él recogió el ramo ya deshecho y le llamó.

— Perdone, señor.

Odasaku se dio la vuelta y se encontró con un omega albino de inconfundible cabello mal recortado. Al tener al otro de frente, se quedaron estáticos sin saber bien qué hacer. Odasaku le recordaba, el omega albino con quien se encaprichó Dazai y quien ahora iba a hacerse pasar por su esposa. Atsushi también tenía constancia de quien era, parte de la mafia y parte de la operación de la que él se había vuelto parte sin quererlo. Quería salir corriendo así que le devolvió rápidamente el ramo o lo que quedaba de él y salió corriendo hacia los camerinos de los empleados, pero en el camino se tropezó con un cliente al que intentó pedir perdón, pero este se le adelantó al hablarle.

— Vaya, no sabía que la novia del jefe trabajaba hoy — Gide sonrió pero Atsushi no dio más tema de conversación. Agachó la mirada y esta vez si que pudo refugiarse en los camerinos de los empleados. Aunque el albino se había ido, Gide se había quedado mirando la dirección por la que se marchó. Intuyendo sus pensamientos, Oda optó por avisarle.

— Ni lo pienses. No llevas ni una semana en la Port Mafia y ya te estás poniendo una diana para que Dazai te mate.

— Gracias por la preocupación, pero no creo que sea necesaria.

Odasaku negó con la cabeza y se marchó hacia la salida, Gide fue detrás de él.

— No sabía que frecuentabas estos lugares — comentó el moreno.

— No lo hago y de verdad, escúchame, si pones una mano encima de ese omega, amanecerás muerto. Dazai está muy encaprichado con él, además, es camarero, no da esos servicios.

— Claro, claro — rió en voz baja — Pues es una pena, es lo más rescatable de este burdel de mierda.

— Eso no es así.

— ¿No?

Negó con la cabeza, él no era de hablar mucho y menos con un desconocido como Gide. ¿Para qué perder tiempo con él?

— Un prostíbulo es un lugar muy raro para traer flores.

— No es asunto tuyo — levantó la tapa de uno de los cubos y tiró el ramo deshecho dentro.

— No me digas que alguna puta te ha hecho ojitos para seducirte y dejarte en bancarrota.

— Déjame en paz.

— Hey — su mano se posó sobre uno de los hombros de Odasaku y tiró con fuerza para hacerle darse la vuelta — Como soy tu subordinado, te hablo como un empleado preocupado. En estos sitios suelen pasar cosas así, a esos omegas les pagan para seducir. Son como arañas atrapando moscas en su telaraña. ¿No es el novio del jefe el mejor ejemplo?

— ¿A qué te refieres?

— Pues que un día es una puta en un antro de mala muerte y al día siguiente tiene en su dedo un anillo valorado en millones y millones de yenes. No es tonto, sabe sobre que regazo sentarse.

— Hemos sido nosotros quienes le han obligado a ponerse ese anillo.

— ¿Tú crees? Oh, Odasaku, que ingenuo eres — apretó más su hombro — No te equivoques, no es Dazai quien puede manejar a ese chico a su antojo, es justo al revés y la verdad, que el destino de una mafia descanse en las sucias manos de una puta, no es muy alentador. Ten cuidado con los omegas de aquí, si no les dejas bien claro quién eres, harán contigo lo que quieran.

— Gracias por el consejo, ahora, suéltame.

Viendo que Gide le ignoró, Odasaku se liberó del agarre con un movimiento brusco que le obligó a soltarle. Una vez separados, arregló el hombro de su chaqueta y frunció el ceño al percibir el aroma a pólvora del alfa sobre él. Era verdaderamente degradable. Tapándose su nariz con su mano derecha, Odasaku se marchó del Moonlight con un revoltijo molesto por dentro.

Cuando Tanizaki volviera, quería verle, pero no para acostarse con él. Quería saber si estaba bien.  

Cuando el fin de semana llegó, más de un ejecutivo de la mafia comenzó a morderse las uñas con ganas a causa del estrés. La duda sobre si Atsushi estaría a la altura para fingir ser un omega de clase alta, con estudios y digno de pararse al lado de un gran empresario todavía persistía en sus cabezas. Era desarreglado, solo había que ver su flequillo, flequillo que por cierto Dazai no había dejado a Ozaki tocar a pesar de sus continuas quejas sobre que debía mostrar un peinado más correcto, pero a Dazai parecía importarle más el hecho de que veía lindo ese estilo.

Un capricho más de su líder, al fin y al cabo.

— La puta madre, ¿bajan o qué? — Chuuya al igual que el resto, esperaba fuera del edificio donde vivía Dazai, fumándose su cigarrillo número 20. El estrés le hacía fumar más de la cuenta.

— Lo mismo se ha echado para atrás — especuló Ace — Eso nos pasar por confiar en una puta.

En el rostro de Gide apareció una pequeña sonrisa que Odaskau observó de reojo, aunque no lo diga en palabras, sabe que está de acuerdo completamente con la opinión de Ace. Para esos dos Atsushi, Tanizaki y todos los omegas del Moonlight no son siquiera seres humanos. Los ven como basuras, esclavos sin honor y sin principios. Odasaku se lamentaba en silencio, ojalá existiera más humanidad entre esa gente, pero eso ya era pedirles mucho teniendo en cuenta a lo que se dedicaban.

Akutagawa golpeaba la punta de su pie en repetidas ocasiones contra el suelo. Estaba quieto, pero internamente se subía por las paredes, no le gustaba opinar como Ace, pero su fe en aquel omega albino estaba muchísimo más por debajo que la de cualquiera de los aquí presentes. Intentó acercarse hacia Chuuya y Paul para convencerles de subir y revisar qué estaba pasando ahí arriba, pero la puerta se abrió antes y por ella salió Dazai en un elegante traje negro, se hizo a un lado y tendió la mano a Atsushi que la tomó y avanzó hacia donde la luz podía darle.

— Hermoso, ¿verdad?

Atsushi vestía el atuendo que eligió Ozaki para él, solo ella, Dazai y Akutagawa le habían visto con él puesto así que el resto se quedaron sorprendidos al ver lo bien que le quedaba. Su rostro también se veía algo distinto, más iluminado, con la raya del ojo marcada y con sus pestañas un poco más largas que de costumbre. Al sentir tantas miradas encima de él, Atsushi agachó la cabeza y esperó a que se olvidaran de su presencia, pero era algo difícil al ser él la parte más importante del plan.

Todos quedaron sorprendidos, no habían parado ni un momento de meterse con el aspecto desaliñado de Atsushi y ahí estaba la prueba perfecta de que un traje bonito y un poco de maquillaje puede cambiar todo. Ni siquiera su pelo asimétrico podía estropear su look. Completamente sorprendido por el cambio, a Chuuya se le cayó el cigarro al suelo y Akutagawa se le quedó mirando mal por quedarse tan embobado con Atsushi. Viendo que consiguió las reacciones que buscaba, Dazai rió por lo bajo y le soltó la mano para ofrecerle su brazo y que el chico pudiera engancharse a él. Sin protestar, Atsushi lo hizo y comenzó a caminar al mismo paso que Dazai hacia la limusina que les esperaba ahí enfrente.

El castaño y el albino fueron los primeros en subirse, seguidos de Ozaki, Chuuya iba a ser el siguiente, pero recibió un codazo poco disimulado por cortesía de Akutagawa.

— Ay, ¿qué pasa?

— ¿Por qué te le has quedado mirando así?

— ¿Así cómo?

— Tú sabes cómo, ¿te gusta?

— ¿Qué? No, claro que no, es que como se veía... pues distinto.

— Argh — Akutagawa rodó los ojos, era muy poco profesional montar a Chuuya una escena de celos con el resto de los ejecutivos delante así que optó por ignorarle y montarse en el coche mientras Paul como todo un caballero le mantenía la puerta abierta — Gracias, Verlaine-san.

— Lo que sea por ti, chiot — tomó su mano para besarla. 

Akutagawa se subió y Paul iba a ir detrás, pero Chuuya aceleró y se le coló.

— ¡Paul, no me jodas!

— Jajajaja, no te lo tomes a mal. Me gusta ser educado.

— ¡Educado mis huevos!

Ace suspiró y se subió después de ese trío tan raro. Quedaron fuera solamente Gide y Odasaku. El primero le ofreció al otro pasar primero con una sonrisa en los labios. Odasaku no contestó de ninguna manera, ni con palabras ni con expresiones, solo se subió para después escuchar cómo se terminaba de montar Gide y reía en voz baja.

— Que comience el show.  


Hola!!!! Hasta aquí el capítulo. Dejen su voto sí quieren ver ya a Gide recibir la paliza que se merece. 

El siguiente cap seguro que va a gustar a muchos 7w7, pero toca esperarlo con ganas. 

Gracias por leer, os quiero y nos vemos en el próximo capítulo. 

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