Ella me dijo que su nombre era Bloody Ellie, mientras causaba una escena en la pista...

Bailaba, y movía sus caderas al ritmo del pop sin dejar de mirarme con esos ojos azules que tanto hipnotizaba a los cantineros para servirle más Tequila sin tener que dar dinero. 

—¿Bloody Ellie?, ¿Usas un seudónimo?

—Solo lo uso para parecer misteriosa.

Tus brazos se enredaron en mi cuello, tu aliento era cálido y tus ojos brillaban gracias a las luces intensas del lugar. Bailamos por tercera vez en la noche, algo más lento y sensual, uniendo nuestros cuerpos para balancearnos al ritmo del saxofón que Ban tocaba.

—¿Recuerdas lo qué paso anoche?

Me preguntaste, pero no logre ver tu rostro; ¿Estabas arrepentida?

—Claro, algo como eso no se olvida.

Alzaste la mirada, y me miraste con esos ojos soñadores mientras me sonreías con esbozo; estaba tan rendido a ti que no me daba cuenta de esa falsa sonrisa que me dedicabas, estaba tan sumido en el contacto de tu piel que ni siquiera percate cuando tus manos acariciaron mi pecho, cerca del corazón.

Estaba a merced de tus juegos, perversiones y mareos; estaba tan concentrado en la idea de sacarte del lugar y convertirte en mi esposa, pero, ¿Quién me dijo que no podías ser para mi?