3. El legado

NO DEJÉ QUE EL PÁNICO DEL MOMENTO ME AFECTARA LOS SENTIDOS. Estoy acostumbrada a verme metida en situaciones caóticas como estas, así que no es difícil para mí concentrarme, pero los amigos del chico John B le estaban gritando a la cara al idiota de la pistola —el tal JJ— y ninguno estaba prestando atención a lo que más importaba: el chico a punto de desmayarse por falta de oxígeno.

Mi bolsillo trasero comenzó a vibrar y si concentraba bien mi oído, podría escuchar la leve melodía del tono de llamada. Sabía que solo me costaría un par de minutos antes de que Mark comenzara a llamar y gritarme que regresara en este mismo instante —cosa que debería estar haciendo justo ahora—, pero ya no podía salirme con la mía y escabullirme como un ratón sin ser vista, por lo que lo único que me quedaba por hacer era ayudar al chico cuyos ojos se viraban hacia atrás de forma preocupante.

—Oye, oye, oye —John B se inclinó hacia adelante, chocando conmigo, incapaz de mantenerse derecho—. Oye, necesito que me escuches. ¿Me escuchas, chico? ¡Oye! Necesito que me mires. ¡Mírame!

Unas manos me empujaron hacia atrás, apartándome.

—¡QUÍTALE LAS MANOS DE ENCIMA!

—¡BAJA LA MALDITA ARMA, JJ!

Pero antes de que JJ pudiera siquiera parpadear, le di una patada a su mano y sus dedos soltaron la Sig Sauer, que cayó sobre la arena. Yo ya estaba en movimiento, metiéndole un pie al chico para evitar que se abalanzara sobre la pistola y estirando mi propia mano para tomarla entre las mías. Sus dos otros amigos —Kiara y Pope, si mal no recuerdo— chillaron, pero ninguno hizo el intento de arrebatarme la pistola mientras yo le ponía el seguro, sacaba el cargamento y lo tiraba al agua.

—Ahora, ¿me harán el favor de ayudarme con su amiguito inconsciente y dejar de privar en gánsteres?

La perplejidad duró solo unos segundos.

—¿Por qué deberíamos aceptar la ayuda de una Kook?

Contuve las ganas de rodar los ojos y caminé hacia un desmayado John B que flotaba en la orilla de la playa. Anclé los brazos debajo de sus hombros y tiré de él fuera del agua, gruñendo bajo el peso muerto de su cuerpo, y mi respiración era pesada y ruidosa cuando me detuve para mirar a sus amigos que seguían sin mover un maldito musculo para ayudarme. Y todo por una puñetera enemistad entre "ricos y pobres".

Ricos y pobres mi culo.

—¿Escuchan eso, queridos? Es la policía y viene hacia acá, así que o me ayudan o se van amablemente a la mierda. Ustedes deciden.

Al menos fueron lo suficientemente inteligentes como para hacer caso a las sirenas y Pope tomó los pies de John B mientras JJ tomaba mi lugar en los brazos. La chica Kiara se apresuró para correr al auto en el que vinieron y así evitar que la policía los descubran mientras nosotros tres trotamos a mi carro y desaparecimos de la vista de los policías justo cuando entraban en la playa. Y en el camino hacia la supuesta casa de John B —JJ me guiaba— le pedí al chico Pope que chequeara su exterior en busca de heridas visibles —tuve que explicarle paso por paso—, y para la suerte de John B lo único que parecía sufrir era un ojo morado y un rojizo moretón en el estómago. Nada más.

Hace unos minutos que mi celular había dejado de vibrar llamada tras llamada, pero ahora Mark se empeñaba en hacerme estallar el aparato electrónico vía mensajes. Tuve que silenciar el móvil para poder concentrarme en la carretera frente a mí y evitar morirnos en plena nada en la oscuridad.

Finalmente llegamos a la casa de John B, una cabaña sencilla y aparentemente acogedora. Para este momento mi cuerpo estaba exhausto, tenía hambre y volvía a sudar como si estuviera en medio de un endemoniado desierto. La chica Kiara ya estaba ahí esperándonos y mientras ella y JJ llevaban al desmayado John B dentro, le dije a Pope que le pusieran algo de hielo al ojo para evitar que se hinche.

—Eh, bien. Gracias, supongo —añadió él, sin saber hacia dónde mirar.

Rodé los ojos.

—Tranquilízate, no voy a pedir que me den ofrendas como si fuera una diosa por ayudarles. No me dieron otra opción —mascullé entre dientes, molesta y exhausta—. Y antes de irte, ten esto.

Pope abrió los ojos cuando vio que le regresaba el arma.

—Pero...

—Es del idiota de tu amigo, así que debe tenerla de regreso. Eso sí, no voy a pagarle un cargamento nuevo.

Esa fue mi forma de terminar la conversación. Comencé a subir el vidrio que había bajado para hablar con el chico moreno, pero Pope metió una mano para evitarlo y seguir parloteando.

—¡Espera! ¿Estabas en el motel esta mañana?

Sentí mi corazón saltar un fragmento de segundo, pero mis labios ya se curvaban en una sonrisa perezosa antes de poder mostrar el pánico y la sorpresa. Pronto, todo eso desapareció y me quedé observando al chico Pope con ojos nuevos, notando la mirada calculadora en los suyos, aquellos gestos de curiosidad y los ojos entrecerrados, analizándome como yo lo analizaba a él.

—¿Qué me delató, la cara o el auto?

—El auto.

Asentí.

—¿Y qué crees que hacía en el motel, Pope?

—No lo sé, pero sé que nos viste a mis amigos y a mí allá...

—Correcto.

—Y no dijiste nada —Pope ladeó la cabeza—. ¿Por qué?

—Porque no es de mi incumbencia. Ustedes estaban robando y yo...

—¡No estábamos robando! Lo que pasa es...

—No me importa lo que estaban haciendo —lo corté y Pope cerró la boca, y me deleité al ver la sorpresa en sus ojos cuando se dio cuenta de que hablaba en serio—. Yo estaba haciendo lo mío y ustedes lo suyo, así de sencillo. De todas formas, ¿no es así como funcionan las cosas aquí? Niños ricos por su lado y los otros por el suyo, ¿no?

—Entonces eres una Kook —Pope entrecerró los ojos.

—Kook o Pogue, llámame como que quieras. Al menos yo sé quién soy, lo que tengo y cómo lo manejo y no ando alardeando como todos aquí.

Odié lo que dije segundos después de haber hablado.

Porque, lamentablemente para mí, sí sé quién soy y de dónde vengo y no estoy orgullosa en lo absoluto. Pero la única diferencia es que nadie en Outer Banks me conocía ni saben de dónde vengo, así que puedo mentir todo lo que quiera con tal de protegerme y, en el fondo, proteger a los demás de bomba nuclear que estallaría si se enteran quién soy.

—Recopilando: hielo, descansar y comer en cuanto despierte. Repítelo, hombre.

—Hielo, descanso y comer —Pope asintió—. Lo tengo, sí.

—Bien. Nos vemos por ahí, chico.

—¡Oye, espera!

Miré al cielo. Yo solo quiero regresar a mi cama, ¿es tanto pedir?

—¿Sí, Pope?

—Sabes mi nombre, pero nosotros no sabemos el tuyo.

Suspiré.

Mi celular volvió a sonar y en la pantalla apareció el nombre de Mark.

Oh Dios...

—Olivia, Pope. Me llamo Olivia.





Mi único consuelo al llegar fue no encontrar a Mark en la puerta, por lo que pude tomar unos respiros antes de entrar y encontrarme con un muy enojado Mark Phillips y su cara de agente furioso que quiere poner un hoyo entre mis cejas. Estacioné el auto, entré por la puerta del garaje y la cocina me dio la bienvenida, haciendo que mi estómago gruñir y de repente los restos del almuerzo se me antojaron, incluso si estaban fríos.

—Hasta que por fin apareces.

Mastiqué y tragué, girando sobre mis pies para ver a Mark parado en la entrada de la cocina, brazos cruzados.

—Y en una pieza.

—Eso veo...

Suspiré.

—Sé lo que estás pensando...

—¿De verdad? Porque creo que estamos en páginas diferentes.

—Mark, traté de irme, pero la cosa se acaloró...

—Sí, eso he oído —Mark se dio la vuelta, dándome la espalda, y se alejó, así que me vi obligada a seguirlo—. Y también escuché la mención de un arma.

—No de mí. Solo me llevé una daga y gas pimienta.

—Claro que no de ti, no eres tan estúpida.

Rodé los ojos.

—Hombre, era una fiesta con adolescentes borrachos y bastante idiotas. ¿Qué esperabas, una reunión de alabanza? Vamos, Mark, tu tampoco eres tan estúpido.

—¿Y tú crees que eso es normal en una fiesta?

—Técnicamente, yo no soy una adolescente normal, Phillips, así que no tengo idea de lo que es una "fiesta normal".

Mark se tumbó en el sofá de la sala de estar con un pesado suspiro y se agarró el puente de la nariz con los dedos, frustrado. Yo también suspiré, dejando el envase de comida sobre la mesa en medio de la gran habitación y me crucé de brazos.

No me gusta estar recordándole a Mark que yo jamás tuve una vida normal. Desde que nací hombres con armas poderosas custodiaban cada uno de mis pasos y la fuerte y fría voz de mi madre siempre estaba en mi mente dándome órdenes y enseñándome a ser "inquebrantable". Luego, cuando comencé a crecer y poder pensar con claridad y diferenciar lo que estaba bien y lo que estaba mal, pronto la imagen de la mujer a la que llamaba madre empezó a cambiar, a distorsionarse y convertirse en la villana de mi historia, queriendo moldearme y hacerme su pequeña yo, diciéndome una y otra vez que era mi destino portar la corona que ella llevaba sobre la cabeza y gobernar su reino.

Es para lo que naciste. Es tu legado.

Pero mi legado no era meter una bala dentro del cráneo de alguien y dejarlo tirado justo en medio de mi sala de estar, o en la piscina o dentro de su propio auto, a la merced de quien sea que lo encuentre pudriéndose allí dentro. Mi legado no era enviar niñas a ser esclavizadas y controladas, obligadas a hacerles cosas a los hombres y dejar que los hombres les hicieran cosas a ellas. Mi legado no era ganarme dinero mediante sustancias dañinas para el cuerpo humano ni negociando armas en contra de la ley.

Ese no era mi legado. Era mi perdición.

Así que un día tomé una decisión, una decisión que luego me costaría caro, pero aun así valía cada esfuerzo, cada gota de sudor y de sangre. Y comencé a verdaderamente prestar atención a mi madre, a ser "inquebrantable" como Imogen Santos justo lo quería. Junté toda la información que pude, tanto dentro de mi mente como de forma física, y cuando tuve todo lo que pensé que me sería necesario y de utilidad, escapé. Corrí lo más lejos que pude y yo misma me entregué a los federales, quienes me llevaron con policías locales y luego caí en las manos de la FBI, que me pusieron a trabajar con agentes de la CIA.

Ahí conocí a Mark.

El Mark que conocí hace tres años era muy diferente al hombre que ahora jamás se separaba de mí o yo de él. Todavía seguía perturbado por lo que tuvo que soportar mientras estaba en el ejército, así que decir que Mark Phillips era un completo cascarrabias es decir poco, pero aun así logramos llevarnos más o menos bien. El camino fue largo, hubo muchos momentos de desconfianza y peleas y situaciones de vida o muerte como consecuencia de nuestro mal comportamiento hacia el otro, y sin embargo, aprendimos a trabajar en equipo, a pensar como uno solo y cubrirnos las espaldas. Me he ganado su confianza y él la mía en toda su plenitud.

Y aun así, no somos los socios perfectos. Yo todavía me guardo algunos secretos y sé que Mark también se guarda los suyos, y creo que es porque, por más que se intente, siempre habrá cosas que son mejores estando ocultas que brillando bajo la luz del sol. No sé cuán profundos sean los secretos de Mark, pero los míos se convirtieron en una marea de negro, aquella oscuridad en la que a veces me suelo sumergir para no sentir absolutamente nada y evitar que me lastimen. Me refugio en esos secretos por más retorcidos que sean, porque sin importar qué, ayudan a recordarme quién soy y por qué hago las cosas que hago.

Me mantienen centrada. Alerta.

—Vete a dormir, mañana temprano tenemos que sacar el bote y revisar su funcionamiento —me dijo Mark mientras bostezaba y se estrujaba un ojo. Luego se estiró hacia adelante para tomar el envase de plástico y comerse una cuchara de la comida fría que yo me comía.

—¿Por qué tenemos que sacar el bote? —le arrebaté el objeto de plástico y me senté a su lado, molesta porque tocó mi comida.

—Habrá una búsqueda al mediodía. Un hombre Scooter Scrubs fue encontrado hoy cerca del pantano y necesitan ayuda para encontrar su bote hundido.

—Sigo con la misma pregunta: ¿por qué?

—Los Gorilas estarán ahí.

Bingo.

—¿No te has parado a pensar que si vamos nos van a reconocer? Si es que ellos no están aquí por nosotros...

—Lo he pensado, créeme —Mark asintió—. Pero quiero saber qué están tramando. Quiero decir, no puede ser coincidencia que los idiotas estén aquí justo cuando llegamos nosotros, si es que, como ya dijiste, no están aquí por nosotros.

Moví la cabeza en un gesto afirmativo, comprendiendo.

—¿En qué piensas?

Hice un sonido con la boca, sacando el tenedor que chupé inconscientemente mientras le daba vueltas a una teoría dentro de mi cabeza y pude el ahora vacío envase de plástico de regreso sobre la mesa.

—Idiota #1 y #2 pueden estar aquí por un negocio —dije, ojos entrecerrados, todavía pensando y dándole vueltas a la hipótesis que creé en mi cabeza—. Es una isla pequeña, así que lo único que puedo pensar es en contrabando.

—¿De qué?

—Repito, es una isla pequeña y no creo que se gane mucho dinero con las drogas, y cuanto a las armas estoy segura que no existe ninguna venta ilegal aquí. Es un sitio demasiado tranquilo para eso, aparentemente todos se conocen y se ve casi armonioso.

—¿Botes, entonces?

—Posiblemente —ladeé la cabeza de un lado a otro—. O puede ser otra cosa. En todo caso, debe ser algo gordo porque esos inútiles no son de pescar cosas pequeñas.

Lo siguiente que hicimos fue coordinar la hora de levantarse para empezar a preparar todo y luego cada quien tomó caminos diferentes, Mark a la cocina donde probablemente bebería una cerveza o dos antes de dormirse y yo hacia mi habitación para darme una merecida ducha y luego acostarme en la tan cómoda cama que tanto ha estado llamando mi nombre desde que llegué. Prometía un sueño reparador, justo lo que necesitaba para prepararme para el día de mañana.

La cacería.

Buenas, buenas, ¿cómo andan? Espero que bien porque les he dado otro capítulo y como los anteriores, estoy muy satisfecha con el resultado. Aunque el final no era como me lo esperaba, no sabía qué más añadirle así que lo dejé así. Pero aun así creo que quedó bien, ¿no?

También vemos un poco sobre el pasado de Livia y Mark, ¿qué piensan de eso? ¿Tienen dudas? ¿Qué les llamó la atención y qué esperan de ellos para este FanFic?

No sé si ya se enteraron, pero han confirmado que Outer Banks tendrá una segunda temporada, so yo espero que JJ por fin termine con Kiara porque mi bebé se lo merece todo y más. Pope, te amo y todo, but JJ y Kiara son el endgame. Who's with me?

Bueno, mis pogues and kooks, espero que les haya gustado este capítulo y nos vemos el siguiente sábado ❤️

Pogue princess out 🔥

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