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La hermosa rubia se miró nuevamente en el espejo mientras se probaba un nuevo vestido, el vestido le quedaba espectacular como todo,el color azul resaltaba sus naturales curvas, pero en lo que se detuvo, su mirada fue cuando encontró a través de espejo  su rostro, miles de años pasando por sus ojos y ni una sola arruga, muchos sentirían envidia, pero Rebeca Mikaelson era alguien que tenía como mayor deseo tener experiencias humanas y envejecer es una de ellas. Ver pequeñas arrugas que con el pasar de los años irían incrementando, era un deseo en ella.

—El vestido te favorece mucho. —Una voz desconocida hizo que la vampiresa se volteara para mirar a la desconocida con extrañeza —Tranquila solo quiero ayudar.

La propietaria de aquella voz se dejó ver, saliendo detrás de un vestidor , era nada más ni nada menos que Silver Leuksnasdottir, claro que Rebeca no la recordaba, no, ella simplemente se mantuvo al margen cuando sus hermanos acabaron con la familia de la pelirroja. Pero Silver si la recordaba a ella, había perdido la cuenta de cuantas veces había pintado su delicado rostro imaginando su venganza , porque a pesar de lo que los Mikaelson le hicieran creer al mundo, Rebeca era una debilidad para cualquiera de ellos, especialmente para Klaus.

—¿Quién eres? —Preguntó la rubia desconfiada , preparada para atacar en cualquier momento.

  Silver río y tomó un vestido del mismo modelo que llevaba puesto la  original, solo que negro y se lo dio a la rubia. —Solo pasaba por aquí y me fijé en ti, creo que ya te has probado cerca de cien vestidos. — Silver tenía un objetivo que cumplir, para eso debía ganarse la simpatía de Rebeca. —¿Una sorpresa para tu chico?

La vida había enseñado a la pelirroja a mentir muy bien, pero sobretodo a ocultar sus emociones, podía estar a punto de matarte que su sonrisa cálida te diría que te va a pedir matrimonio. Estaba diseñada para atraer la confianza de las personas, toda una araña que te envuelve  en su red y no eres capaz de verlo hasta que sientes sus colmillos.

  —Si, hoy es nuestro aniversario. —La rubia como todos cayó en la telaraña de la bruja de fuego y esta iba a devorar con gusto su presa.Np era culpa de Rebeca, era que Silver lleva años perfeccionando sus trucos —Quiero estar perfecta para el.

—Pero si ya eres perfecta. —Ambas rieron. —Pero si quieres darle una sorpresa, deberías hacerte un cambio de look total, algo que lo deje sin habla.

Rebeca miro con atención a Silver, su cabello rojo era ridículamente perfecto y so forma de vestir aunque era bastante normal, vaqueros y camisa, la hacían ver perfecta ese día. Podía ir a una alfombra roja que dirían que es de las mejores vestidas y todo por la actitud en que lleva su ropa. Por lo que decidió confiar en sus gustos.

— Cortate el pelo. —El tono jovial de Silver encantaba cada vez más a la más inocente de los Mikaelson. —Hará maravillas.

—No sé si haya una peluquería cerca. —Se lamentó Rebeca.

—Ni yo. —Silver seguía enredando cada vez más a la rubia, quien sentía que ya era amiga de la pelirroja, pero no podía estar más equivocada. —Yo puedo cortarlo. Si quieres claro.

  Era obvio que Rebeca estaba encantada, nunca nadie se había comportado con ella así, todos la odiaban sin ni siquiera conocerla, la acusaban de superficial, por lo que al encontrar a alguien tan amigable quería mantenerla.

—Claro. —Regaló una amplia sonrisa. —¿Dónde?

—Mi casa es algo lejos.

—Vamos a mi apartamento.

...

El apartamento que compartía Rebeca con Marcel, era un de los más lujosos, Silver no tenía que ser adivina para darse cuenta. También por las fotos en la pared se pudo dar cuenta que la chica Mikaelson era muy feliz. El odio por ella aumentó. ¿Cómo alguien puede ser tan feliz si ha hecho tanto mal? ¿Dónde estaba el karma ?

—Es muy guapo tu chico. —Silver recordaba el tiempo cuando su venganza se había concentrado en matar a Rebeca, pero pronto descubrió que Klaus no quería lo suficiente a sus hermanos, si les encajaba dagas cuando se molestaban para luego meterlos en ataúdes. —Muy guapo.

—Lo sé. —Rebeca trajo una silla y se sentó frente a un espejo para que Silver le cortara el pelo.

     La pelirroja pensó que la rubia era demasiado confiada, pero tiene razones para serlo, es una vampiresa original, nada la puede matar a no ser una estaca de roble blanco, y la última desapareció con Niklaus y Elijah, o eso pensaba. Como sea, podía darse el lujo de parecer vunerable ante cualquier persona , pues al más mínimo astibo de hostilidad estaría preparada para arrancar la cabeza del estúpido que se atreviera a meterse con ella.

  Silver era buena en varias cosas, los años la habían vuelto más diestra y más inteligente, cocinar, tejer y la peluquería eran algunos de sus talentos. Silver podía tejer el mejor vestido en apenas un día, gracias a eso su padre la llamaba "su araña de fuego" Silver luego de la muerte de su familia para protegerse a ella y a su hermana, dejó de tejer telas para tejer mentiras, y en eso era incluso mejor.

Sin miedo la pelirroja cortó el largo y sedoso cabello rubio, dejándolo por encima de los hombros a Rebeca, marcando más su rostros y luciendo sus increíbles ojos azules, sin duda mejorando su aspecto.

  El cambio era evidente, así como la mejora, Rebeca se quedó muy sorprendida por el resultado. —Tenías razón amiga. —Una palabra que picó hondo dentro de Silver, sus únicas amigas eran su hermana y sobrina. —Un buen corte es mejor que mil vestidos.

  La pelirroja se obligó a sonreírle a la tonta rubia. Casi quería abofetearla por se una presa tan fácil. —De nada, me gusta ayudar, espero que tu y tu chico pasen una feliz noche, yo ya tengo que irme, mi hermana me espera.

  Silver salió del apartamento disfrutando su victoria, todo había resultado demasiado fácil, pero aun así era un paso menos para llegar hasta su venganza. Entendió su mano y llamó a un taxi. El carro se detuvo.Justo en el momento que la rubia salió corriendo de su apartamento.

—¡Espera!

Silver solo tuvo tiempo de abrir la puerta de coche. —¿Qué pasa?

—Es que no sé tu nombre.

—Silver, Silver Argent. —Extendió su mano.

    Ya montada en el taxi camino a Mystic Falls, Silver llevó su mano a su bolsillo y sacó un pequeño frasco dónde  escondía un poco de cabello que le había robado a la rubia.

  Mientras lo guardaba, el coche se detuvo abruptamente, tanto que Silver casi es expulsada hacia delante. Como el pobre chofer que se había golpeado la cabeza con el timón, por lo menos estaba vivo, desde su posición podía sentir el latido de su corazón y el olor de la sangre que corría de su frente.

Molesta se bajó del coche en busca del causante de tal accidente, pero su sorpresa fue múltiple al ver, a su víctima, al ver a alguien que odiaba con todas su fuerzas, a alguien que quería matar desde ya, a su venganza personalizada, Hope Mikaelson.

¿Qué demonios...? Ni siquiera había tenido que tejer una trampa pues la brujita había caído directo en su camino.

—Que empiece la diversión —Los ojos de la bruja se iluminó de dorado antes de descender del coche para encontrarse con su dolor de cabeza 

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