Capítulo 88: Los sacrificios de la chica Malkavein
Recuerdos de Marie Malkavein
"Nadie sabe qué tan grave es el error cometido hasta que las consecuencias pesan más que las causas que llevaron a cometerlo. Hoy día no puedo pensar de otro modo La crisis de nuestra familia me empujaron a una tontería. Al principio tenia la certeza de que por lo menos me sentiría cómoda viviendo una vida que siempre soñé, pero...Todo es una farsa.... Vivimos en un mundo donde la compañía de las personas se compra, y una cuenta en el banco vale más que cualquier don o estudio realizado. Creí que por saber cinco idiomas, tener conocimientos de ciencias políticas, pintar y tocar el violín podía ser el mejor partido para cualquier hombre. ¿Quien no quiere una mujer con grandes dotes para presumirla y llevarla con orgullo del brazo a eventos sociales? Que estupidez...déjenme reírme de mí misma.
Pero si, soy algo que presumir, un trofeo que se muestra y alardea, una señora de sociedad. Sin embargo estoy muda en mi propia casa, una jaula inmensa de mármol y granito, y yo soy otro de los cuadros que guinda en la pared, esperando ser halagado, sin voz ni voto para opinar o exigir.
Du la Fontaine es sin duda el hombre ideal por donde se le mire, un príncipe de cuento de hadas que adorna la portada de cualquier libro infantil, imposible resistirse a sus encantos. Un hombre con el talento de ver más allá que los demás. Con la sensibilidad necesaria para notar la necesidad de cualquier mujer, ¿qué clase de loca podría quejarse de hombre igual? Yo soy esa loca, y llevo un anillo de veinticinco quilates en mi dedo anular izquierdo que demuestra que tres años con un hombre "perfecto" no garantiza la felicidad. Me di cuenta de eso poco tiempo antes de casarme. Sino se hubiese ido, probablemente seguiría soltera...
Los días se volvieron un infierno cuando las deudas azotaron la casa, las cartas nunca fueron respondidas, pero todo se volvió extraño cuando ni siquiera en el hospital se le podía localizar. Él nunca fue un hombre irresponsable. Algo le había sucedido.
—Si me das la oportunidad de ser el hombre de tu vida, no solo salvarás los recuerdos de tu pasado, construiremos nuevos, llenos de felicidad...
Aquellas palabras de Fernand me llenaron la cabeza de más dudas, entendiendo que lo que comenzó como un simple juego había perdido la gracia en el momento que no supe más de él, lo que sea que le haya ocurrido había sido mi culpa. No lo pensé dos veces al vender mis joyas para su búsqueda, pero perder la casa, eso no me lo permitiría jamás. Si había algo que valía tanto como mi propia vida era aquella vieja mansión con goteras y polvo. Mi respuesta fue sí. Mi matrimonio entonces, el más austero que ni en mis más perturbadoras pesadillas pude imaginar. Yo me casaba con un duque. Pero el se casaba con su puesto y su necesidad por sentar cabeza, ambos compartíamos más deberes que sentimientos.
Lo más extraño fue aquella vieja bruja viviendo bajo nuestro techo, su madre. Ni siquiera en nuestra noche de bodas ella había dejado de dar su opinión. Cuanta frustración. Recordar día a día que vivía en casa de mi marido era fácil cuando mi suegra lo repetía cada vez que daba mi opinión sobre algo. Ni siquiera las flores podían cambiarse una vez marchitadas, hasta que la señora de la casa, su madre, diera su permiso.
Mis vestidos además nunca fueron más grises, los cuadros, todos retratos de Fernand. Ni siquiera la música era bien recibida. Sin embargo, no faltaba un solo cheque para pagar la deuda de los Malkavein. Mis días de tortura tenían que valer de algo.
Mi paciencia comenzó a llegar a su limite cierto día, como olvidarlo, sigue dándome vuelcos de estomago ese asqueroso recuerdo, aquel día en que decidí dar un paseo, y llegado a mi habitación conseguí la imagen que sigue al sol de hoy produciéndome un vuelco en el estómago.
Sabia desde hace mucho que mi marido me engañaba, de hecho hasta tal punto de darme igual, era todo un desenfrenado sexual que no descansaba ni se satisfacía por nada, si otras mujeres podían mantenerlo entretenido por mi estaba bien, después de todo ya yo sentía asco de que este me tocara, la única condición era, hacerlo en otra cama que no fuera la nuestra, no podría dormir sabiendo que flujos corporales de golfas bañaron las sábanas, de por si me daba asco dormir con el.
No obstante lo que realmente me indigesta fue lo que logre ver aquella tarde. Fue la gota que colmó el vaso y no me dio otro remedio que correr al jardín por la perturbación que sentí al ver esta vez a SU MADRE en la cama con él. Por si mi indignación no fue lo suficientemente obvia en ese momento, aquel descarado apenas sacó su lengua de la boca de aquella sucia vieja, volteó a verme con una sonrisa.
—Cher, ¿Qué haces ahí observando? Únetenos...
Deseaba asesinarlos, a ambos, par de inmorales asquerosos...sentí un escozor en todo mi cuerpo, como si miles de arañas caminaran sobre mi piel, todo me daba vueltas, y era lo mas natural, jamás había visto escena más depravada, ni siquiera en mis más terribles pesadillas, su madre siempre lo defendía y sobreprotegía de una manera que yo no lograba entender. Miento, por un momento si llegué a creer que la relación de estos era algo incestuosa...siempre hablaban muy cerca uno del otro y miraban sus labios lascivamente al hablar, sigo teniendo la misma sensación de escalofríos de tan solo recordarlo...deseo vomitar.
Su madre se excusó diciendo que un hombre debe estar complacido para que sea fiel, bruja asquerosa... pero yo no nací para complacer, sino para ser respetada como mi padre me lo enseñó. Así es, porque Andrew Malkavein fue mi padre...
No solo debía soportar las criticas, las insinuaciones y los comentarios fuera de lugar, yo era una mujer de clase alta pero nunca al nivel de Fernand, entonces ¿Qué era lo que el había visto en mi? También tenia que soportar el hecho de estar casada con el hombre más asqueroso que haya pisado la tierra. La Fontaine era una sucia alimaña disfrazada con ropa costosa. Como si a la mierda se le decorara con diamantes, todos además ansiaban estar cerca de esa mierda.
No obstante, un ser como Fernand no podía ser "natural". Estaba muerto, había visto las pruebas con ese recorte de periódico, ni siquiera Alexander hizo una investigación tan exhaustiva como la mía al poco tiempo de comprobar que él tenía sombra y reflejo. Comía ajo como cualquier humano, íbamos a la iglesia, pero ¿qué era? Tenía una habilidad extraña para colmar mi paciencia y se divertía por ello. Además de su insaciable apetito sexual, obviamente no volví a dejarme poner un dedo encima después de comprobar su infidelidad, incluso me encerraba en mi habitación para impedir que éste se le ocurriera entrar y violarme.
No era humano, no podía serlo. Cierto día cayó de un caballo que acababa de comprar para una carrera, apenas probándolo el animal se volvió histérico, ya lo había visto antes, los caballos saben cuando corren peligro y éste había visto algo en Fernand que yo no la primera vez. Al caer al suelo su brazo se fracturó en el acto, aun así su madre se abstuvo de llamar al médico, alegando que su hijo se alimentaba bien. Al día siguiente su brazo estaba completamente sano...
Tal como lo había sospechado el primer día que salí de casa, el diario de mi padre me iba a hacer falta donde quiera que fuera. Di gracias al cielo por habérmelo llevado conmigo, a pesar de que tiempo después Alexander me lo pidió de vuelta para iniciar su propia búsqueda; gracias a él pude reconocer todas las características de qué clase de criatura era el duque la Fontaine. Alto carisma y atractivo, manipulador, facultades regenerativas, apetito sexual insaciable...
Fernand du la Fontaine era un Incubus...
Tenía sentido, estas sucias criaturas nacen a partir de extraños rituales satánicos, dentro de la categoría de demonios están entre los estratos mas altos, casi a la par con los vampiros, tuvo que haber sido su madre quien dicho de algún modo, "activó" ese instinto dormido en su interior en su juventud, una relación incestuosa que dio por culminado el ritual en su hijo, volviendo a este lo que era...aún así no entiendo con qué motivo.
¿En que momento pude imaginar que mi marido seria una criatura así? En mi condición podría jurar haber preferido un vampiro, había tenido mis experiencias con vampiros y eran por mucho, criaturas más educadas y refinadas, quizás mas peligrosas, mis hermanos no son seres de juegos, pero Fernand pronto me haría saber que el tampoco lo era.
Nunca más fui la de antes, nunca más bajé mi cabeza, desde que llegué a mi nuevo hogar nunca lo había hecho, la sangre Malkavein corría por mis venas y yo debía representar la última generación de mi linaje, jamás me verían llorar, no mis enemigos. Por más que tuve que soportar tres años y medio de denigración, siempre recibí la ayuda financiera de éste. Pero cuando la deuda de la casa fue cancelada, no hubo más dinero para la búsqueda de Adam... Mi pecho se heló ante aquella noticia, después de todo, ya no era la complaciente esposa que juré ser.
No lo permitiría, no dejaría que esa criatura drenara mi vida a través del sexo, no volvería a dejar que pusiera un dedo sobre mí.
—Mi Marie...—pronunció éste con una galante sonrisa y su estúpido acento francés que ya nada atractivo me parecía.—Sabes bien que cada promesa tiene sus clausulas sino se cumplen...—inquirió rozando sus dedos por mi mejilla, acción que detuve en el momento de muy mala gana.
—Las clausulas llegaron en el momento que tú profanaste nuestra alcoba metiendo a tu asquerosa madre, Fernand...
Éste rió reprochando con su cabeza, pronto su mirada se volvió fría y su sonrisa maliciosa.
—No sabes lo mucho que podrías perder con un divorcio, querida, sino estas dispuesta a complacerme, no tendrás otra casa a donde ir, después de todo, pagué sus deudas, ya me pertenece...
Aquellas palabras más que aterrarme me llenaron de furia, pues no tenían nada de inesperadas para mí. No tenía nada que perder, sin embargo, él si, y mucho.
—Querido, ¿como puedes divorciarte de una viuda? Después de todo, tú ya estás muerto, y tengo pruebas que lo confirman, mon cher...
El rostro de Fernand palideció en seguida, no pude evitar sonreír, él que siempre se veía seguro, dueño del mundo, se había aterrado por las palabras de una simple mujer, a lo mejor, la más inteligente que conocería en toda su vida. Pero poco duró su desconcierto al perder los estribos y tomarme por el cuello. Volví a sonreír, seguía siendo un hombre muy predecible.
—Deberías meditar mejor las palabras antes de referírmelas, amor, pues todo lo que ves bajo este techo, me pertenece, incluyéndote, y antes de que arruines mis planes, yo te arruino a ti...
Dicho esto, aquella criatura lamió lenta y tortuosamente mi mejilla hasta la comisura de mi ojo, quise vomitar entonces, matarlo a golpes y luego darme un baño. Me soltó de inmediato dejándome tosiendo por la falta de aire, la cual en poco tiempo volvería a perder, tras recibir un fuerte puñetazo que en seguida me hizo escupir sangre.
Aquel maldito salió de la habitación tras desearme las buenas noches. Yo solo lo miraba con odio y rabia, esperando que de la nada algún poder mental pudiese destruirlo con mis pensamientos. No dejé derramar una sola lágrima, si algo había aprendido de mis hermanos era a tener dignidad...me iría de esa casa, y no volvería aunque mi vida dependiera de ello...
Aquellos recuerdos le daban un significado lógico a aquella extraña pesadilla, La Fontaine no era otra cosa que un resbaloso anfibio con ínfulas de superioridad. Sin embargo, ya nada parecía sorprenderme, ni una sola fibra de sensibilidad se había salvado después de todo lo que había experimentado. Conspiraciones, torturas, incesto, nada de lo que no haya experimentado antes. Solo me dispuse a verla dormir el resto de la noche.
—No se que decir.— comentó Heissman con los ojos abiertos. –Las parafilias siempre han estado latentes en la humanidad, y casos de abuso domestico sobran en la historia de la psicología. No me imagino de qué modo te hayas sentido con toda esa revelación, yo mismo no sabría como reaccionar.
—Pues ya debes conocerme, pero como te dije, lo que ella tenía que contar al respecto no es algo que yo pueda seguir contándote. Siempre fue muy creativa, no se en que momento comenzó a relatar su vida, pero al igual que mi padre también le dio por iniciar un diario, el cual te he traído, solo para contar los hechos desde otra perspectiva y me des tu opinión...
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