Capítulo 6: Negociando con el diablo pt 2

Sin ánimos, abrí, no quería que la policía se pusiera agresiva y tirara la puerta, eso terminaría de darle un aspecto precario a mi morada y no era lo que quería...

—Arnold, pero... ¿que haces aquí?—susurré con cierto temor.

—Traté de hacer algo al respecto Andrew pero, no se puede ocultar la verdad por mucho tiempo...—se excusó encogiéndose de hombros.

Uno de los policías se abrió paso entre los demás y se acercó hasta mí.

—Es usted el doctor Andrew Sebastian Joseph van Malkavein?

—Si, lo soy...

—Los vecinos de la zona se han estado quejando de oír gritos y alaridos provenientes de este domicilio, también afirmaron oler un aroma desagradable asimismo procedente de su casa...

En seguida sentí un nudo en la garganta, mis vecinos me habían delatado ante la policía, seguramente creían que había estado maltratando y abusando de mi mujer en todas aquellas ocasiones, y esta vez ella seguía gritando y poniendo en evidencia las cosas extrañas que seguían suscitándose en mi casa.

—Abra paso por favor...—ordenó el policía.

—¡Un momento! ¡No es lo que piensan!

Mis palabras eran mas que nulas, al instante entraron cinco policías y aproximadamente cuatro enfermeros mas dos camilleros, yo corrí hasta la escalera la cual ellos ya habían cruzado, intenté abrirme paso entre la multitud para poderles dar una explicación antes de que, tiraran la puerta al suelo, cosa que hicieron sin piedad.

Mis nervios estaban de punta, sentía una sensación de impotencia junto con rabia provenir desde mis entrañas, quería golpearlos a todos por su atrevimiento, el policía volteó a mirarme de mala manera, yo no sabia que decir.

—Le dije que la mantenía encerrada bajo llave...—comentó Arnold, maldito sea el día en que lo deje entrar a la casa.

—Todo esto tiene una explicación...—me excusé con vergüenza.

—Apesta aquí adentro...—comento el policía.

La mirada de mi esposa era de pánico total, comenzó a gritar y suplicar entre sollozos que se fueran, parece que aquel demonio comprendía a la perfección de los procedimientos de los humanos, tal vez más de un poseído fue encerrado en alguno de esos cuartos acolchados del manicomio.

—¡Andrew! ¡Tengo miedo!.—sollozó Emily.

—¡Ni se les ocurra ponerle un dedo encima a mi esposa!—vociferé en su defensa.

Los oficiales de policía en seguida apuntaron sus revolver hacia mí, pero yo no les temía a sus armas, lo único de lo que de verdad temía era que se llevaran a mi mujer y yo no pudiera salvarla.

—Andrew por favor tranquilízate... estamos aquí para garantizarle el bienestar a Emily...

—Se a lo que has venido y no tengo miedo de sus armas, ¡mi esposa no tiene ninguna enfermedad psiquiátrica! Ella no esta bien ¡Pero si se la llevan no mejorara!

—Cálmate Andrew...—musitó Arnold

Lentamente se acercó hasta Emily, pude ver como su mirada se fue directamente hasta los hematomas de su brazo dejados por las múltiples punzadas de la aguja, el me dedicó una mirada reprochadora. Emily no dejaba de llorar, no se movía, parecía estar sumida en pánico y nervio, su cuerpo temblaba, chillaba y apartaba con sus frágiles manos el cuerpo de mi colega quien comenzó a desnudarla, mi sangre hervía de verlo, de mis ojos brotaban lagrimas, solo quería caerle a puñetazos su maldita cara y así pude haberlo hecho de no ser porque algunos enfermeros me detuvieron.

—Como lo había dicho, las marcas de rasguños se extienden en todo su cuerpo, aun esta fresca la quemadura en su nuca, parece desnutrida, y se ve muy deshidratada, parece un caso de histeria, paranoia y...

—¡LARGUENSE DE MI CASA MALDITOS MISERABLES!—intervino mi mujer quitándome las palabras de la boca.

—Posible síndrome de Tourette...—añadió Arnold.

Entre los sobrantes enfermeros comenzaron a vestir nuevamente a mi esposa quien seguía maldiciendo, insultando y lloriqueando.

—¡TU NO PUEDES HACER ESTO!—grité fúrico.

—No se trata de lo que puedo hacer, se trata de lo que la ley indica hacer en estos casos Andrew, tu lo sabes bien, ¡intento ayudarte!

—Tu no puedes ayudarme ¡Nadie puede! ¡No te puedes llevar a mi mujer!

—Señor Malkavein, le ordeno mantener la calma si no quiere ser usted el que internen al hospital mental...

—SI QUIERES INCLUIR LA LEY EN ESTE CASO PUES ASI VA A SER!—sentencie

Arnold me miró arqueando una ceja con ironía.

—¡Esto que ustedes están haciendo se llama allanamiento de morada con agresión a la propiedad privada y difamación de mi persona! Si no sales de aquí ahora mismo te veré frente a un jurado y tendrás todas las de perder...

En seguida la mirada de mi colega cambio de desdeñosa a espantada, Arnold Schwarschild era un hombre corrupto, ahogado en deudas de noches de apuestas, su casa tenia una doble hipoteca, también tenia un repertorio de mala praxis medica con sus pacientes, incluso se le había acreditado un caso de internar a un hombre al asilo parar obligarlo a pagar una de sus deudas, lo internó bajo el diagnostico de psicosis post—traumática crónica por haber sobrevivido a un secuestro.

Siempre me sentí culpable de ser cómplice de aquellos terribles actos, pero en el fondo temía a ser otra de sus victimas de su asilo...

Arnold se acercó hacia mí mirándome amenazadoramente, justo frente a mi rostro acercó el suyo hasta pocos centímetros, tratando de intimidarme.

—Deja a mi esposa en paz y pagare tus deudas...—susurré con desesperación.

El me dedicó una mirada impresionada, sabía que sus deudas eran demasiado costosas pero poco me importo, el dinero no me importaba, entonces dio varios pasos hacia atrás y dijo.

—Puede ser... ahora que lo pienso, tienes razón Andrew, el estrés postraumático es natural después de la perdida de un hijo....—mintió Arnold tratando de disimular nuestro trato.—Espero que no vuelva a haber esta clase de malentendidos, colega, además, la perdida de un hijo no es la gran cosa como para avergonzarse, te recetare unos cuantos ansiolíticos y Emily estará mejor en unos días.

La actuación de Arnold me había dejado boquiabierto, me había demostrado que el dicho de que por el dinero baila el mono era completamente cierto, además sentí temor de saber quién era en realidad mi colega, un experto en actuación que sabe obtener lo que quiere.

Tras unas disculpas hacia los policías y enfermeros Arnold intentó calmar la tensión en mi hogar, ellos obedecieron la orden y salieron de mi casa con tranquilidad, se veían extrañados de todo lo ocurrido, yo los guié hasta la salida y justo antes de que mi colega se fuera me dijo al oído.

—Lo quiero en tres días y en efectivo dentro de un sobre debajo de la puerta de mi casa, colócale un remitente del hospital y todo saldrá bien, espero de corazón que Emily se mejore...

Posterior a eso se marchó, yo quedé completamente inmóvil, impresionado, enmudecido...mi casa había quedado vuelta un campo de guerra, aquellos abusivos policías habían quebrado algunos adornos al entrar y derribado la puerta de mi dormitorio, del cual seguían saliendo gritos de mi mujer llamándome.

Subí como si mi espíritu hubiese escapado de mi cuerpo, agotado y decepcionado de la humanidad, al entrar ella seguía allí, sollozando me pedía que me acercara, y una vez sentado a su lado esta gimió.

—Todo es tu culpa, toda es tu maldita culpa ¡Te odio! ¡Maldito seas! Te odio.

—Tu ya no eres mi mujer...—salieron solas aquellas palabras de mis labios, ya sus palabras no me ofendían ni me dolían, solo debía buscarle solución al problema, y creía saber quien podía dármelos...

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Hola soy Anto! ya casi termina este arco, ya se pueden ir haciendo una idea de por qué Andrew decidió formalizar sus estudios en demonologia, no? así como ya tenemos indicios del por qué se ganó la fama de orate o loco... qué opinas sobre eso? deja tu opinion en los comentarios!


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