Capítulo 105: El juicio parte 2


El fiscal Eugene Daglendartz, ese era su nombre, tenía la fama de ser de los mejores fiscales de todo el país, en su tiempo libre no solo devoraba novelas policiacas, además las escribía inspirado en sus propios casos, los que nunca fallaba. Un come libros, capaz de unir los puntos en cualquier crimen con los ojos cerrados, era un honor para mi ahí sentado ver como se había tomado las molestias de investigar a fondo todas las pruebas y atar cada cabo solo para verme arder en las llamas del infierno, si tenían que sentenciarme fue un honor para mí que un hombre tan capacitado fuese el responsable.

Después de un rato de evaluar las pruebas, los testigos fueron pasando al estrado, en éste caso fue la ama de llaves de los Senseman, una señora robusta que en mi defensa nunca había visto, sin embargo, en varias ocasiones pude sentir su presencia, viéndonos de reojo, me imaginé que estaría ese día en la corte pese a que nunca hizo acto de presencia en casa. La mujer se veía nerviosa, como si de decir algo yo saltaría hasta ella y la destrozaría con mis fauces. Tras titubear al principio, la mujer aclaró que Leopold habría salido horas antes, mientras Katrina y yo permanecimos en la privacidad del hogar.

Shubert volvió a intervenir, señalando ésta vez que en ningún momento el ama de llaves había hecho acto de presencia.

-Si usted por tantos años sirvió a la familia Senseman, ¿cómo se explica que la joven Katrina haya estado a solas con mi cliente sin compañía, que hacia usted en ese momento?

La mujer tartamudeo. Era una mujer de edad avanzada, me sigue llamando la atención su talento para pasar desapercibida, inexistente, la mansión de los Senseman se veía bastante sucia, fue lo que susurré, por lo que Shubert decidió intervenir. La mujer declaró que sufría de migrañas por lo que debía tomar siestas repentinas a distintas horas del día, no pude evitar reír entre dientes ante semejante pretexto, recibiendo un codazo de parte de Shubert.

-Aunque eso tuviese relevancia, el cuerpo del Doctor Senseman fue hallado en el sótano de su casa, casi completamente calcinado dentro de la caldera, y con las mismas características heridas en el cuello, además de quedar completamente desfigurado tras lo que se presume pudo haber sido una violenta pelea en defensa personal, su señoría. -Indicó el fiscal, solía terminar sus alegatos con la frase "su señoría", comenzaba a fastidiarme.

-¿Como es posible que si el doctor Senseman haya sido victima de una brutal golpiza la señora del servicio no lo haya notado? Debo suponer que si un hombre queda desfigurado por los golpes debe por lo menos dejar salir unos cuantos alaridos...además del terrible olor a carne quemada que me atrevo a afirmar, debió emanar del sótano momentos después.

El fiscal frunció su ceño.

-La señora Brenemann acaba de decir que sufre de una condición neurológica, en ese momento tuvo que tomar una siesta, el doctor Bloodmask podría explicarle, tengo entendido que fue un excelente neurocirujano... lo que me hace exponer el siguiente caso, su señoría...

Ingeniosa jugada, pensé, pero tal como Francis lo estaba pensando entonces, a no ser que la mujer haya sufrido pérdida de la conciencia, una siesta no podría ser tan profunda como para no reaccionar a tal alboroto.

-...del mismo modo, el departamento de criminalística tan solo una semana después, expresó sus condolencias al encontrar sin vida el cuerpo del neurólogo Conrad Rosenzweig con numerosas fracturas en el área frontal de su cráneo, hallando además manchas de sangre en la pared de su habitación, se hace mención el caso, pues el doctor fue además profesor universitario del acusado, uno de los más exigentes en su área.

La sangre de Shubert hervía, al menos eso parecía, aquel vampiro volvía a sentirse con vida en ese juicio al notar como su presión cardiaca volvía a incrementarse, también pude notar como otra vez su serena expresión se agravaba.

-¡Objeción! En el caso de doctor Conrad no se hallaron pruebas sustanciales de que haya sido asesinado, todo arroja que tuvo que ser un suicidio.

-Puede que así sea, su señoría.-continuó el fiscal.- sin embargo, tras exhaustivas recopilaciones de información y pistas, fue hallado dentro del saco de la victima que aun colgaba en la percha de su oficina, un trozo de papel perteneciente a una página de un libro de historia, un libro muy utilizado en la facultad de medicina de Viena, con las palabras "doctor de la plaga" con gusto puedo enseñarle la prueba justo ahora.

El juez hizo una seña con su mano indicándole que podía continuar.

-Por otro lado, le sigue la siguiente víctima, quien fue nada menos que el doctor Matthew Shippman. Encontrado una semana después desmembrado en la sala de su casa, atado de brazos y piernas en una silla del comedor, con signos de extrema tortura y horror en su rostro.

Evidentemente la expresión de horror en el jurado apareció. Parte de los testigos sacaban pañuelos para secarse las lágrimas, otros voltearon a mirar en otra dirección. Sus pensamientos eran constantemente lo mismo, algunos sin poder creer lo que oían, otros deseando con la última fibra de sus cuerpos el peor de los castigos para mí, los humanos no son seres objetivos en presencia del caos y el miedo, ¿Sabes?, si alguno le quedaba duda de que yo fuese un vampiro, estaban por completos seguros de que era un monstruo, aun cuando las evidencias eran un tanto ambiguas, a ojos de todos, era culpable. Habían muerto cinco de su especie, necesitaban a alguien a quien culpar...

-Cabe mencionar que el doctor Shippman era recordado por ser un extraordinario traumatólogo, responsable de atender en sus últimos días al doctor Andrew Malkavein, padre adoptivo del acusado y éste por cometer varios errores con la política del hospital donde laboraba, fue puesto en prisión bajo el cargo de negligencia médica, habiendo terminado su condena este año. Lo único hallado en la escena del crimen, fue una frase en la pared hecho con la misma sangre de la víctima que citaba la frase >>Finde den Pestarzt<<, (>>encuentren al doctor plaga<<.) Nuevamente la teoría arrojada por la evidencia es que se trataba de una venganza muy elaborada...

-Si de eso se trataba, como lo alega el fiscal Daglendartz, ¿que tienen que ver entonces las vidas de la joven Senseman y su padre? Son acusaciones improbables y fuera de contexto.-objetó Shubert.

El fiscal, quien era un hombre realmente estirado y sombrío, caminaba rítmicamente de un lado a otro frente al jurado, cuan médico exponiendo un caso en un importante congreso, sólo pasaba por mi cabeza, cuantos detalles había omitido, y que incluso dejé pruebas que nadie pareció notar. Además la dactilografía aun no se descubría, aun así me había tomado las molestias de usar guantes para cada caso. Me sentí decepcionado de la ineficiencia de la justicia entonces.

-Lo que intento explicar, es que todo se trata de una red de conexiones profesionales, puesto que las víctimas, todas, conocían al acusado y algunos siendo maestros del mismo en su carrera universitaria. Puede interrogar al doctor Bloodmask y preguntarle que tal le fue en las clases del doctor Rosenzweig...-indicó con ironía, no pude evitar reír con amargura.

-¡Objeción!-volvió a intervenir Shubert.-La vida académica de mi representado no tiene nada que ver con este caso, ¿o es que acaso cualquier alumno con promedio deficiente es sospechoso del suicidio de sus profesores?

-Obviamente no, doctor.-señaló el juez.

-Puedo probar que todo esto tiene una conexión.-intervino el fiscal.- Llamo a testificar a la señora Nora Kottom, viuda del doctor Erich Kottom.

La mujer se levantó de su asiento con más ánimos de estar muerta que de estar en aquel lugar. Era una mujer pálida, al menos eso parecía con aquellas oscuras ojeras que ocupaban gran parte de sus mejillas. Su mirada se veía ida y sus labios resecos. No era muy agraciada físicamente, al menos la energía tan negativa que transmitía la hacia ver espectral. Después de estar bajo juramento, su interrogatorio comenzó.

-Cuénteme señora Kottom. ¿Que edad tenía su hija al momento de su muerte?

-Cinco años.-pronunció con una voz más bien ronca. No cabía duda que aquella mujer solo estaba ahogada en tristeza.

-¿Recuerda cómo ocurrieron los hechos de la desaparición?

-Así es.-afirmó.-Mi hija siempre fue una niña muy juguetona, feliz sería la palabra apropiada. Siempre fue un problema hacerla obedecer, muy consentida por su padre, mi marido le daba todo lo que ella pedía.-pronunció con dificultad haciendo una pausa para respirar, las lágrimas la ahogaban, mi miraba se había fijado tanto en ella que no le quedó más remedio que mirarme, a diferencia de los demás, no me miró con odio, más bien, suplicante, como si de algún modo rogara para que trajera a su hija de vuelta, permanecí serio. -Salimos una tarde al mercado, había llovido ese día, llevaba mi cesta en un brazo y mi paraguas en mi otra mano, no pude darle la mano a mi hija en esa ocasión. Por una extraña razón ella salió corriendo hasta un callejón, su rostro se veía emocionado, fue la última vez que vi su expresión. Le grité para que no corriera, sin embargo, no me escuchó. Al llegar al callejón, no estaba allí, por más que busqué en el mercado, no volví a verla.

-¿Cuantos días duró la búsqueda de la pequeña Victoria?

-Dos semanas y media.

-¿Y donde fue hallada?...-menciono con tono insistente.

La mujer apretó sus labios con rabia observando a un punto exacto del suelo.

-Conteste por favor señora Kottom...

-En el rio...-susurró.

-El cuerpo sin vida de la niña, fue hallada flotando en el rio Danubio dos semanas después de su desaparición...-pronunció acentuando cada palabra. A ver que aquel hombre sabía como hacer su trabajo, hasta yo me estaba emocionando.

-¿Nuevamente esto que tiene que ver con el caso su señoría? Los niños se pierden a diario en el mercado, en las plazas, en los lugares concurridos, ¡le pido le exija al señor Daglendartz presente su punto de una vez y deje de alargar este juicio innecesariamente!

De pronto un alboroto y murmullos interrumpieron el juicio a lo que el juez tuvo que golpear su mazo.

-El punto es, que en el cuello de la niña fueron halladas nuevamente las marcas misteriosas, además de su cuerpo completamente desangrado.

-¡¿Como sabe que no se trató de alguna criatura del rio?! Estas insinuaciones de vampirismo están obsoletas en esta época, ¡tenía entendido que ésta es una corte seria y no una cacería de brujas!

-Pues tal como usted lo ha dicho, ésta es una corte seria, donde se velan por los derechos humanos y está usted caballero, defendiendo lo indefendible, en pocas palabras, es usted el abogado del diablo...-acusó el fiscal, no evité sonreír. Nuevamente se escuchó la algarabía, el público pedía a gritos se me sentenciara de una vez, los guardias de seguridad se interpusieron a algunos que trataban de saltar al estrado con intenciones de matarme a golpes, el juicio tomaba un matiz más violento.

-Que ridículo, me gustaría saber si el doctor Dagendartz le pregunta a cada uno de sus clientes si es humano o no... ¡nada de esto tiene sustentos lógicos!

Nuevamente el juez agitó su martillo y amenazó con concluir el juicio y acusar de desacato a ambos abogados.

-Señora Kottom, ¿cuántos años de matrimonio tuvo con el doctor?-interrogó Shubert esta vez.

-Veintitres...-respondió.

-Las pruebas arrojan que el doctor Kottom se suicidó justo después de hallar el cadáver de su hija. ¿En veintitrés años de casados, alguna vez presenció un comportamiento extraño de parte del doctor?

La mujer guardó silencio. Pensando. Shubert insistió con la pregunta.

-Defina extraño...

-Pues, un hombre y una mujer mayores de cuarenta años bien es sabido les es complicado concebir por no decir imposible. Más para un hombre cuya profesión lo obliga a pasar el tiempo cuidando la salud de los niños de los demás...-inquirió.

-Si, fue costoso que me embarazara, desde los primeros años de nuestro matrimonio, intentamos tener hijos. Victoria era nuestro milagro...

-Ya veo. El milagro de una pareja no tan fértil, se podría decir. ¿Es por ello que el doctor presentaba cierto...comportamiento obsesivo por su hija?

La mujer abrió los ojos repentinamente. El fiscal intervino indicando la incoherencia en la pregunta.

-Pues es bastante obvio mi punto. Un hombre el cual desea traer un hijo al mundo, con una edad ya avanzada para la paternidad, pierde a su única hija, no hay más que pensar que se trata de un severo caso de depresión, lo que lo llevó a jalar el gatillo en su sien. Por lo tanto, el acusado no tiene nada que ver con esta oscura coincidencia.

-En realidad...-musitó la mujer.-Mi marido había estado sufriendo de terribles pesadillas cada noche desde la desaparición de nuestra hija...

-Se trata de los mismos síntomas. Estrés postraumático.-exclamó Shubert confiado.

-Gritaba, viene por mí, el doctor de la plaga...

La mirada de Shubert se enserió y su sonrisa desapareció. Se había quedado sin argumentos.


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