Capítulo 23:Visum et repertum
ADVERTENCIA: Este capítulo es esencial para la comprensión del lore y la trama de la saga. Favor estar atentos a cada detalle de este.
No supo en qué momento se había quedado dormida, ni tampoco pudo recordar de qué manera su cuerpo llegó al acolchado interior del féretro. Tal vez, sus instintos la habían hecho caminar como sonámbula hasta él, y su cansado cuerpo no esperó ni un segundo más para desfallecer, después de todo, había perdido la cuenta de cuantos días había pasado sin dormir, y en el caso de los vampiros, cerrar los ojos no era suficiente para conciliar el descanso.
Por esta razón su primera noche, el vampiro mayor le había encomendado una caja de metal con tierra y polvo. Caja que no sabía tampoco en qué momento había abierto y esparcido los restos dentro del ataúd, solo sabía que lo había hecho por los restos de tierra en su mejilla una vez abierto los ojos. Aunque, de hecho, se podía dar una idea del por qué no lograba recordar nada de aquello.
Solo pudo recordar en donde se encontraba, cuando aún adormilada, estrelló su frente con la tapa del ataúd, maldiciendo al instante mientras sobaba su cabeza "¡Puta madre!".
Abrió los ojos de par en par apenas recuperó el conocimiento, poniéndose de pie de un salto apenas abrió la tapa, pudiendo ver la hora en el reloj de mesa. Tal como Karen lo había dicho, en la cama de la habitación la rubia no se encontraba, eran las seis de la tarde y pasarían al menos un par de horas para que esta siquiera llegara a la mansión. No obstante, aquello no relajaba sus nervios, recordando que la rubia seguramente no había llegado porque aun su padre y los demás invitados no hacían acto de presencia. Debía apresurarse pues en arreglarse.
La razón era simple. Aquello sí podía recordarlo bien.
-Flashback...
El vampiro le había dado la espalda, disolviendo su presencia entre las sombras de la escalera. Nuevamente, su propuesta había quedado como el capricho ignorado de una niña. No pretendía seguirlo, por lo que prefirió dar vuelta atrás, solo para encontrarse frente a frente con la pelirroja empijamada, sorbiendo de una taza que esta vez, parecía contener café.
—A ese espantapájaros no se le puede convencer de nada que no le interese hacer.— haciendo una pausa para dar un sorbo de la humeante taza.—Al menos no por las buenas...—alegó haciendo énfasis en la última frase.
La presencia de su jefa la avergonzaba, pensando desde cuando habría estado oyendo la conversación. Esta solo desplegó una sonrisa pícara, sacudiendo su mano como una orden.
—Ven conmigo.
Ambas dieron marcha hasta la oficina. El pasillo se había quedado en total silencio incluso después del alboroto causado por la rubia, quien no hacia acto de presencia, así como tampoco lo hacía Alexander.
—Te pido disculpas por el alboroto de hace un momento. Karin tenía tanto tiempo sin venir a casa que incluso me había olvidado de ella. Pero créeme, no te dará problemas, yo misma me encargaré de eso.
—No tiene por qué disculparse.—señaló la japonesa negando con su cabeza de lado a lado.—La verdad, me parece lógica su reacción. Poniéndome en su lugar, también me habría asustado.
—Tenerla aquí solo me estresa más de la cuenta.—exhaló masajeando su nuca.—Mañana será la visita del ministerio de defensa y de salud. Vendrán algunos periodistas, así como el presidente, para oír el estado de las investigaciones en el centro, así como el informe de lo ocurrido en el teatro.
—¿Tan pronto?
—Estuve adelantando un poco el informe con la información que me diste en tu primera noche aquí. ¿Podrías revisar de que todo esté bien?
Dicho esto, la pelirroja caminó hasta el escritorio, ordenando algunos papeles que agrupó y entregó a manos de la chica. Instantáneamente, la japonesa ojeó la información en estos. ciertamente había transcrito toda la información que le había dado aquel día.
—Solo hace falta el informe de la logia. Quería saber si para ti todo está en orden.
La japonesa hizo silencio unos segundos, pensativa, releyendo aquel informe. No obstante, aunque no había nada de malo con este, al ver la mirada insegura de su jefa mientras mordía sus uñas, esta añadió.
—Si lo desea, podría ayudarla a redactar la ponencia. Prometo tenerla listo a más tardar esta noche, si así lo desea.
—¿D-de verdad?—espabiló anonadada.—¡Que va! No tienes por qué hacerlo, debes estar cansada. Será mejor que descanses.
—No se preocupe, lo tendré listo para esta noche, después de todo, fui a recabar información para los futuros estudios.
La pelirroja posó su mano sobre su pecho, un tanto apenada, pero ciertamente, era ella quien poseía todos los recursos para aquella labor. Una vez decidido, esta posó su mano sobre el hombro de la chica, dándole las gracias con una sonrisa, haciéndole saber que contaba con ella.
—Fin del flashback—
Ya lo recordaba a la perfección. Aquel informe había sido lo ultimo que vieron sus ojos antes de levantarse del escritorio y acostarse en su ataúd. Había pasado todo el día en él justo después de darle su palabra a la directora. Pese al cansancio, tenía mucho que escribir como para entregarse a los brazos de Morfeo aquella mañana. Posiblemente el cansancio y el estrés la habían puesto de regreso en su lecho una vez culminada su labor, algo común en ella, cuya mente siente conseguía el método de descansar de algún modo.
Un folio se disponía en el escritorio, con unas veinte fichas dentro que pudieran servirle de guía a su jefa, así como el dichoso informe completo el cual había entregado antes de irse a dormir. Ya todo quedaba en la pelirroja a la hora de dar aquella ponencia.
Justo cuando acababa de cambiar su ropa por su uniforme, el sonido de la puerta de la alcoba desvió sus pensamientos.
—Pase—exclamó con tono amable mientras terminaba de poner en orden el escritorio.
—¿Todo en orden? Los invitados ya están llegando.—intervino Karen viendo la espalda de la chica. Esta por su parte se acercó con el folio en sus manos y las fichas en el interior de este. Cosa que llamó la atención de la pelirroja.
—Hice estas fichas para que pueda guiarse mejor en la ponencia de hoy.—comentó con tono servicial.
Por otra parte, la directora solo dejó escapar una sonrisa, posando su mano en su hombro. Tenia la costumbre de hacer esto cada vez que la chica se veía nerviosa o se portaba tan servicial con ella.
—De hecho. Creo que deberías ser tu quien presente esta ponencia. —comentó con una sonrisa.
Automáticamente, los ojos de la japonesa se abrieron desmesuradamente. De no ser porque ya no era físicamente imposible, se había atrevido a decir que su piel había palidecido, pero tal vez solo se debía a que su fleco le daba sombra a su rostro y por ende el resto se veía más pálido. Sus labios se abrieron sin poder decir nada, apretando el folio entre sus manos.
—Y-Yo...no estoy preparada para hablar en público ni...
—Yukari... nadie en esta institución posee mejor dominio de este tema que tú. ¡Esta es tu oportunidad! Representantes de la OMS están esperando lo que tu tengas que decir, el ministerio de salud, el de defensa, el mismo presidente. Ninguno se imagina lo que está ocurriendo fuera de Europa. Yo podré ser la directora de este centro, pero se que puedo delegar esta responsabilidad en tus manos. Sería injusto que, con toda tu preparación, deba ser yo la que se lleve el crédito de tus estudios.
Aquellas palabras, sinceramente la habían dejado en jaque, no obstante, por más extraordinaria que podía parecer la idea, aquellas declaraciones eran de vital importancia no solamente para el país, sino para el resto del mundo, y tener que ser ella la portadora de esa información, la horrorizaba. Por otra parte. Un lado de ella, muy profundo, le emocionaba el hecho de poder ser parte de todo aquello. Lo que algún día soñó. ¿Qué habría hecho su padre en su posición? Estaba claro. Por algo había tomado la decisión de destruir aquellos que habían destruido en primer lugar sus sueños, y de algún modo, el mundo estaba dándole nuevas oportunidades. Sería una tonta si las desperdiciaba.
Tan solo afirmó con su cabeza, con un dejo de inseguridad en su mirada, la cual rápidamente se reprochó, para corresponder con una sonrisa a la ya dibujada en el rostro de la directora.
—Entonces ¿preparada? —preguntó quitándose la bata que llevaba puesta.
Apenas entendió la idea, esta afirmó con su cabeza, dejando que la pelirroja posara esta sobre sus hombros, la cual la chica se encargó de ajustar a su cuerpo mientras su jefa le hacia un rápido moño en su cabello, peinado que terminó al colocar un broche para que este no se deshiciera. La bata era de su talla, no pudo evitar sentirse avergonzada por tan amable gesto, realmente nadie se hubiese preocupado en hacerla ver bien salvo ella. Karen sonreía mientras le daba una última mirada de seguridad.
—M-muchas gracias.—indicó con tono nervioso y una leve reverencia.
—No hay de que, me alegra que te quede. —sonrió.
Dicho esto, ambas se dirigieron a donde se presentaría la conferencia, un área amplia de los subterráneos, subsiguiente a los laboratorios, una sala de conferencias con asientos dispuestos frente a una pantalla de proyección. No dejaba de sorprenderla lo completas que eran aquellas instalaciones, incluso teniendo aquel espacio dispuesto a agasajar un gran numero de personas como lo era aquel.
Al entrar, las luces estaban apagadas, con el proyector encendido y todos los presentes atentos a la presentación. En el podio se hallaba Albert, dando una introducción a los testimonios que se harían más adelante, así como a la presentación de las pruebas y los estudios realizados en el centro. El rubio hablaba con total naturalidad. De manera profesional, con su característico porte elegante, cabello bien peinado y traje gris con el broche del logo de su compañía brillando en su pecho. Era admirable de ver. Tan acostumbrado estaba de dar conferencias que, para él, solo era un día más en la oficina. Al menos esos fueron los pensamientos en la mente de Kan al verlo.
Sin embargo, la sala no era muy grande, apenas disponía las suficientes sillas desplegables donde podían sentarse los invitados quienes, sí se veían un poco abarrotados, eran quizás más de los que nunca esperó que la vieran hablar en un podio, o quizás eso aparentaba en tan mediano espacio. La sala estaba oscura, pero ellas lograban ver incluso mejor que con las luces encendidas. Algunos llevaban libretas y lápices en mano, otros grababan con su celular la presentación, la mayoría llevando del cuello sus identificaciones de la empresa para las que trabajaban, periodistas y reporteros esperando la premisa. En el fondo estaban algunos camarógrafos e incluso hombres de traje con micrófono en mano.
Por si fuera poco, algo más robó su atención entre el publico. Notó como en la primera fila, se hallaban sentados aproximadamente una decena de hombres vestidos de negros, con auriculares en sus oídos, dispuestos a cada lado de una personalidad importante. Sentado en el medio de la fila, viendo a Albert con mirada de profundo interés, estaba sentado un hombre también rubio, de aproximadamente unos cincuenta y tantos años, con canas que resplandecían en sus patillas y unas arrugas en la comisura de sus labios que solo se podía disimular por un canoso bigote sobre estos. sus ojos eran azules, y también llevaba un traje elegante, blanco, con una corbata de color azul. Se preguntó entonces quien seria aquel importante personaje, para estar evidentemente escoltado por una decena de hombres.
—La compañía Golemann es pues, no solamente una empresa encargada del estudio y fabricación de modelos protésicos biónicos que puedan estar al alcance de todas las personas, sin importar su condición económica o lo complejo de su caso, velamos en garantizarle una vida optima a las personas para que estas no tengan que sentirse incapaces de lograr sus metas, es por esta razón que la compañía Golemann sigue donando más de un millón de euros anuales a este centro de estudio, para que la humanidad pueda sentirse segura algún día. Tengo fe que en un futuro, los avances robóticos de la compañía serán útiles para los estudios de estos fenómenos paranormales que nos aquejan y nos roban el sueño, por ello, hallarán en este centro las más avanzadas tecnologías para los estudios de laboratorio así como el personal más calificado a nivel mundial, para el estudio y contención de estas criaturas.
Aquel discurso solo fue culminado por una lluvia de aplausos. Ya le quedaba más que claro que la directora y el doctor Golemann eran amigos de la infancia, pero llegó a impresionarse con la noticia de que los laboratorios fuesen creados con la tecnología Golemann, además de ser un centro de estudios perteneciente al estado y a la Unión Europea, Albert era el filántropo detrás de las grandes sumas de capital con que contaba el centro, se atrevía a pensar, que el verdadero patrocinador de la CIH, era aquel hombre rubio.
La figura del hombre rubio de la primera fila se levantó casi al mismo tiempo que los periodistas, quienes se acercaban con teléfono en mano, aglomerándose a tomarles una foto a los dos quienes se abrazaban fraternalmente, un abrazo bastante cálido para quienes no parecen conocerse, pensó, aquel hombre le dio la mano y Albert aceptó estrecharla con su prótesis.
—¡Señor presidente voltee a la cámara! —comentó uno de los fotógrafos. Ya no cabía duda de quien se trataba la engalanada figura. Aquello solo sirvió para encrespar aun más sus nervios, pensando que estaría dando una ponencia frente a nada menos que el presidente de la nación.
De pronto entre el público se acercó la chica rubia que había iniciado el revuelo la otra noche, la hija del presidente con quien, bien sea de paso, ahora le tocaba compartir habitación, se acercó a ambos abrazándolos y posó en el medio de los dos. Viéndolos juntos pudo percatarse del parecido entre los tres. Pronto estos bajaron a tomar asiento en la primera fila nuevamente.
Karen se acercó hasta el micrófono para darle las gracias a Albert y enfatizar sobre lo que él había dicho con anterioridad.
—Es un honor inmenso contar con la ayuda de mi tan estimado y querido amigo Albert, el profesional responsable de los avances tecnológicos de este centro, y también el responsable de llenarnos cada día de su positivismo. El centro de investigaciones Christ in Heaven tiene como propósito principal, garantizar a la ciudadanía la seguridad de que estarán a salvos de cualquier entidad sobrenatural que ose acecharlos. Tal como mi tatarabuelo hace ya mas de cien años, nuestro deber es velar por las almas humanas, y puedo dar fe de que contamos con la mejor tecnología para ello. Del mismo modo, y gracias a la colaboración del estado, hemos podido reunir a los mejores y más capacitados científicos, quienes trabajan incansablemente en la ardua labor de encontrar el origen y el porqué de estas nuevas criaturas, no se puede erradicar una plaga sin conocerla. De este modo, por favor permitan a la Doctora Kan Yukari, especialista en antropología forense y estudios sobrenaturales, explicarnos detalladamente el origen y los métodos de estudio con los que nuestro centro podrá contar gracias a su colaboración.
Un ardor invadió la parte trasera de sus pantorrillas. Cerró los puños y se acercó hasta tomar el micrófono. Desde hace dos semanas la ansiedad y la emoción eran sensaciones casi diarias para la japonesa, en gran parte gracias a aquella astuta pelirroja. Karen la miró a los ojos por unos segundos. "Cuento contigo" fue lo que pudo traducir en su mirada. Aunque sus piernas pesaban como yunques, cada paso era como estar caminando sobre la cuerda floja. Se detuvo al menos un minuto en silencio para observar el numero de personas frente a ella. Las multitudes siempre le habían incomodado, aunque en Japón estar rodeado de gente era el pan de cada día, siempre prefirió pasar desapercibida de todos, la chica fantasma que no llama la atención de nadie, pero ahora, muy probablemente su rostro saldría en los medios de comunicación. Aquello la hizo sentir un frio estomacal digno de estar en una montaña rusa. "Oh mierda"... sin más que pensar, inhaló algo de valor para dar inicio a lo que hasta hace una noche estuvo preparando.
—Muchas gracias, a la doctora Malkavein por esta invitación...—Inició con tono bajo.—Gracias a ustedes por venir esta tarde. —Sus manos temblaban sobre las fichas, su vista se nublaba y una jaqueca amenazaba con hacer explotar sus sienes. "¿Qué demonios crees que haces?". "¿No te da vergüenza tener que hacer esto después de lo que hiciste?"—se recriminó internamente. Los presentes comenzaban a mirar sus caras a la expectativa. Ella por su cuenta volteó.
En la oscuridad, Karen afirmó con su cabeza, animándola sin decir una sola palabra. No pudo evitar entonces recordar nuevamente a su padre. Al igual que Albert, Keitaro Yukari era un experto conferencista, bañado de un carisma que nadie podía negar. Recordó sus días en el instituto, cuando memorizaba las conferencias grabadas de su padre, las primeras que hacían mención a esas criaturas, conferencias de hace veinte años. Ella era su hija. Quizás no para el mundo, pero así lo era.
—Todos ustedes han venido esta tarde en busca de algo en común, por muy diferentes que seamos unos de otros, hay algo que a los científicos siempre nos roba el sueño. —Articuló envalentonada viendo a todos fijamente.—La verdad.
Ponencia científica de la CIH.
Conferencista: Doctora Kan Yukari
La verdad, de por qué estas criaturas entraron a nuestras vidas, en qué momento, y por qué motivo. ¿Quiénes son ellos? ¿Qué desean? Aunque eso ultimo parece ser lo más obvio, carece de sentido para nosotros quienes llevamos años creyéndonos criaturas de entendimiento y racionamiento lógico, las leyendas solo son cuentos anticuados de la edad oscura, donde todo aquello que era desconocido tenía una explicación aplicada a la fantasía, esas viejas historias que los abuelos contaban para que los niños tomaran sus vitaminas. Hoy vuelven a resonar en nuestros oídos y más palpables que nunca, como si nuestros antepasados se burlaran de nosotros desde sus tumbas diciéndonos "se los advertimos, eran reales" pero éramos tan "necios" como para no creerles. Es difícil creer en lo que no tiene sustento científico. Es por eso que esta conferencia es tan especial para ustedes. Pues han venido para comprender, para saber qué es todo esto de lo que la gente huye y los gobiernos no hablan.
Estudié tres años en el instituto técnico de nuevas ciencias, un centro universitario con gran nivel de avances científicos y tecnológicos, como cualquier centro de estudio actual desearía llegar a ser, un instituto por desgracia incomprendido por el ministerio de educación superior el cual nunca permitió formalizar el estudio paranormal como una licenciatura universitaria, ni un estudio científico profesional. No obstante, eso no fue impedimento para que el instituto Fukushida siguiera su proceso de investigación, la verdad es algo que los humanos anhelamos más que cualquier cosa y mientras los casos de asesinatos agobiaban más a la comunidad japonesa, los estudios en el instituto seguían con mayor desempeño, cada vez era mayor la cantidad de dinero que se invertía en él, y ciertamente, poco a poco se revelaban secretos que todos desconocíamos.
No obstante, es imposible hablarles de los vampiros que rondan las calles nocturnas hoy en día sin mencionar el primer caso registrado de esta moderna "plaga", descubierto nada menos que en Nagasaki, Japón, en el año 1967.
Yoko Usuhara era una mujer de cincuenta y cinco años dueña de una posada turística. La mujer, conocida por sus vecinos por ser una mujer reservada, soltera, más bien solitaria, de carácter tranquilo.
Un día, fue hallada aparentemente muerta cerca de un campo de girasoles donde ella solía cortar flores para decorar la posada. Sus signos vitales eran nulos, su temperatura corporal estaba por debajo de los doce grados, a pesar de ser un día de verano. Trasladaron su cuerpo lo más rápido posible al hospital, donde fue diagnosticada con hemorragia cerebral. La mujer iba regularmente al doctor a chequearse por problemas de artritis, sin embargo, el medico negó que la señora padeciera problemas cardiacos o vasculares. Estaba sistémicamente sana. Tras unas pruebas de laboratorio, comprobaron además que no se trataba de ninguna clase de virus o parásito. Había muerto por presunta muerte natural, una mujer de cincuenta y cinco años sin antecedentes cardíacos.
Tres días después, como tratándose de una profecía bíblica, el cuerpo de Usuhara fue visto deambulando en la entrada del monte Inasa por un grupo de jóvenes turistas, "la mujer vestía de forma harapienta y sucia, despedía un fuerte olor a tierra húmeda", fue lo que declararon, pero el verdadero horror no se hizo esperar, cuando el cuerpo de Usuhara saltó hasta la garganta de uno de los jóvenes, haciendo escapar a los demás, uno se atrevió a hacer algunas capturas fotográficas lo cual sirvió a la policía local para reconocer el cuerpo de la recién difunta Usuhara.
Extrañamente, esta había podido entrar al monte, más no podía salir de la entrada del templo, por lo que se creyó que se trataba de una posesión demoniaca, incapaz de romper las barreras sagradas del templo budista.
Así fue pues, como algunos sacerdotes de la región creyeron poder servir de utilidad a los policías reteniendo su cuerpo entre rezos y purificaciones del área cuando los escuadrones se quedaron sin balas, pues las balas no la dañaban. Lo único que pudo pararla entonces, fue la llegada del amanecer, los rayos alcanzaron su piel haciéndola chillar del dolor, las ulceras humeaban en su piel sin poder salir de la barrera de sal que los sacerdotes habían dibujado en toda el área. Fue entonces que la mujer volvió a su letargo y lograron mover su cuerpo nuevamente a la morgue, esta vez, los forenses estaban aún más desconcertados, tomando medidas de bioseguridad únicas.
Según la documentación, usando trajes antirradiación , pensando en una primera posible teoría, que podía tratarse de un síndrome asociado a una mutación producto de la radiación que aun albergaba Nagasaki después de la Fat-man en la segunda guerra mundial.
El cuerpo de Usuhara se mantuvo con vida en cautiverio durante un periodo de tiempo de tres semanas, hasta morir de inanición, pues se negaba a comer alimentos. Aun así, hasta el último minuto se vio mordiendo su propio brazo y succionando su sangre en la oscuridad. No cabía duda que estaban en presencia de un vampiro, una criatura hematófaga quizás producto de la radiación.
No podían dar por hecho de que su muerte sería permanente, ya había muerto anteriormente y vuelto a la vida sin ningún indicio de enfermedad. Es aquí cuando tengo que mencionar el caso mejor documentado anterior a este, por el cual los científicos japoneses pudieron tener más información. El Visum et repertum, un documento que data del año 1732 escrito por el médico austriaco, Johannes Fluckinger. Reconocido por ser además el primer científico en manejar el termino vampiro con seriedad.
Para el año 1732 un caso similar había tomado a las autoridades austriacas por sorpresa, cuando el cadáver del Hadjuk serbio Arnold Paole fue hallado deambulando. Muchas conjeturas sobre este caso aparecían en el documento, la más llamativa teoría era la falta de conocimientos sobre las fases de descomposición de los cadáveres. Fue en el siglo XVIII cuando dio inicio justamente a la era de las luces, gracias a estos nuevos conocimientos, las ideas de vampiros que moran en sus tumbas con los labios impregnados de sangre quedaban en el pasado cuando gracias a los estudios de la descomposición se comprendió que el crecimiento de las uñas y el cabello del cadáver no eran reales, sino la contracción de la piel y encogimiento de los músculos los que daban la sensación de que estos seguían creciendo, así como el chillido que emitían al atravesarles el corazón con una estaca, no eran otra cosa que el gas de sus cuerpos descompuestos.
La otra teoría, una de las más acertadas hasta el sol de hoy, una epidemia de rabia que azotaba la zona y hacía que las personas cayeran catalépticas justo antes de adquirir porfirias dignas de un vampiro, como la fotosensibilidad e incapacidad de la reorganización emocional, ataques de histeria, babeo y convulsiones muy propias de aquellos que según están poseídos por espíritus malignos.
Sin embargo, la paciente había dado negativo a todos aquellos exámenes. No había virus, parasito ni bacterias involucradas, entonces, ¿que pudo haber sido la causa de su cambio? El tiempo pasó y poco a poco nuevos y clandestinos casos aparecieron en otros lugares del mundo, casos que no fueron reportados sino muchos años después por las autoridades.
Un brote de vampiros nuevos sin ningún indicio de enfermedades, físicas o mentales, personas del día a día como cualquier otra, y es aquí donde los estudios japoneses vuelven a enfocarse a las documentaciones del imperio austrohúngaro, cuando aún seguía siendo un imperio europeo, el segundo y más grande caso de vampirismo, el más extraño y ambiguo científicamente. El famoso Pest Doktor, el doctor de la plaga, el asesino de la máscara, quien fue obligado a morir encadenado a un poste quemado vivo por tan solo los rayos del sol. Un tema del cual hay muy pocos documentos, pero todos y cada uno de ellos explican mucho menos que el Visum et repertum de dos siglos antes.
Es imposible no señalar estos antecedentes para poder avanzar en el tema. No es mi intención darles una clase de historia, pero citando a Napoleón, "aquel que no conoce su historia está destinado a repetirla", en mi opinión, es gracias a la clandestinidad de este tema por parte de los gobiernos que no se ha podido establecer una solución, los casos siguen apareciendo desde entonces, cuando se creía que era solo un absurdo caso aislado, sin solución, nuevos casos fueron apareciendo.
El segundo, Tsung Len, un maestro de geografía de Beijing a tan solo tres meses después. Mas tarde en india, un minero de nombre Rahil Laghari, hasta llegar a la última víctima del primer brote, uno de los más recordados debido a su letalidad en el campo de batalla, Tran Quang Dahn un soldado de la guerra de Vietnam en el año 1970, quien se llevó consigo aproximadamente 150 víctimas, americanos y vietnamitas, no había diferencia, todos murieron desangrados con grandes heridas en su cuello, las balas no lo detenían. Todos y cada uno de ellos con resultados exactamente iguales a los de la paciente cero, exámenes negativos, comportamientos erráticos, muertos por inanición. Este último, a diferencia de los demás se devoró a sí mismo, se comió sus propias piernas para no morir de hambre, pero entonces murió desangrado. Todos estos registros fueron donados por los hospitales que emitieron los certificados de defunción de los casos al instituto Fukushida, con los necesarios permisos de sus respectivos gobiernos muchos años después, de otro modo no hubiésemos podido contar con esta información.
Aunque desconocemos si posterior a esto hubo mas casos a nivel mundial, no fue sino hasta diez años después que fueron reportados nuevos casos, un segundo brote, partiendo del año 1980 hasta 1988. Hasta entonces no ha habido indicios de reducción del número de casos, pero ciertamente, fue a partir del año 88 que una nueva teoría se originó.
Los nuevos casos eran diferentes. Lo que en un comienzo se consideró un cambio conductual debido a una enfermedad extraña del sistema nervioso que afectaba directamente la psiquis de los pacientes, haciéndolos comportarse de forma violenta, se fue descartando con el paso del tiempo, y no fue otra cosa que la falta de pruebas lo que hizo que esta teoría fuese rechazada. Así pues, en el año 1986, en ucrania, poco tiempo después del accidente de Chernobyl, estas criaturas aparecieron en áreas cercanas de Prypiat en la ciudad de Kiev, nunca antes habiendo pisado tierras europeas, las viejas creencias de la incapacidad de los vampiros de atravesar el mar también fue descartada, dando inicio a una nueva teoría más probable y lógica, estas criaturas eran producto de una mutación genética, producto de la radiación. Nagasaki había sido sede de la segunda y más fuerte bomba atómica en la segunda guerra mundial, la contaminación por radiación se esparcía por Asia, pero cuando las nubes de radiación de Chernobyl derramaron la lluvia por toda Europa, entonces la teoría tuvo más sentido y al mismo tiempo, mayor relevancia, nadie estaría a salvo de mutar genéticamente. Nadie entonces estaría exento de volverse un vampiro. La pregunta es, ¿por qué aun al día de hoy algunos logran esta transformación y otros no?—
Un silencio se hizo presente en la sala. Claramente la atención estaba puesta en cada diapositiva que iba cambiando según hablaba. Esa abrumadora atención era la misma que se veía en los estudiantes del centro, sus compañeros de clase, cuando les contaban la misma historia, cada vez que oían algo que desconocían sobre el tema, guardaban espectral silencio. Cómo buenos fanáticos de las teorías conspirativas, sin emitir un solo ruido... oh si... hasta el alunizaje tenía algo que ver con el tema, según ellos... no obstante cierto grupo escéptico no se veía tan fascinado, no esperaba menos, siempre alguno guardará sus dudas en las palabras de los jóvenes profesionales que tienen menos de edad que ellos cuando sacaron sus títulos, un "recién graduado" no les iba a decir la verdad del mundo a un puñado de veteranos con más experiencia que pelos en la cabeza.
—Es gracias a esta interrogante que el instituto Fukushida desde su inauguración se encargó de desarrollar las técnicas para el análisis de estos vampiros. Con ayuda de patrullas policiales especializadas, los especímenes eran entregados, vivos a las instalaciones, sedándolos inmediatamente con gas acetileno, o gas etino, un gas poco más ligero que el aire con un característico olor a ajo que utilizábamos para sedar a los eslabones que ingresaban. Una vez cumplido este protocolo, procedíamos a su estudio.
Cada espécimen que llegaba al plantel era debidamente sedado, despojado de su ropa, inmovilizado y monitoreado. Pero, ¿de qué manera se podría estudiar una criatura sin signos vitales aparentes? Pues tal como dice la frase, estas criaturas solo están aparentemente muertas, pues si bien no presentan ritmo cardiaco, se sustentan de oxígeno, respiran igual que nosotros, y además de eso, presentan una actividad cerebral treinta veces mayor que la de un ser humano común. Gracias a resonancias magnéticas y tomografías cerebrales logramos descubrir que la mutación genética de estos, posee varias diferencias señalables comparados al humano promedio y que fácilmente explica mucho de sus comportamientos. Por mencionar algunos de estos, el crecimiento de la corteza cerebral, hipertrofia de las glándulas endocrinas, entre estas las glándulas suprarrenales, encargadas de la segregación de adrenalina y noradrenalina al torrente sanguíneo, amígdalas cerebrales más pequeñas, lo que explicaría la incapacidad de estos a la hora de controlar sus emociones, lóbulos temporales más grandes, lo que sugiere capacidades de memoria mayores así como mayor cantidad de receptores de olores, oído agudizado y por parte de su visión, mayor número de células fotorreceptoras en la retina, otorgándoles perfecta visibilidad nocturna, ojos de búho como solemos llamarles.
Sin embargo, surge otra incógnita, una nueva pregunta que aun alberga las mentes de los científicos más capacitados y es, ¿cómo es posible que de un momento a otro las personas puedan cambiar de personalidad? ¿Acaso somos víctimas de una inconsistencia de personalidad que involucra conductas hematófagas? Pasamos de ser el doctor Jeckyll de nuestras vidas cotidianas a una especie de Mister Hyde, desprendiéndonos del pasado una vez que mutamos, si es así, ¿a qué se debe esto?
El año pasado, representantes de diferentes instalaciones a nivel mundial incluyendo el decano de la facultad, el doctor Kishimoto Soujiro, presentaron una nueva evidencia que anteriormente no había sido hallada. Quizás el responsable hasta la fecha del origen del cambio. Una glándula. Nunca antes vista, presente en gran parte de la sociedad actual, el porcentaje sigue siendo inespecífico, pues aún se sigue estudiando, se trata de una glándula presente en la parte posterior de la amígdala, del tamaño de un guisante en su estado natural, cuando la persona aún sigue siendo humana, y una vez se activa dobla su tamaño a unas cuatro veces...
Tomó aliento por un momento. Mirando las fichas que descansaban en el podio. Ya no las necesitaba, de hecho, llevaba rato sin verlas, parecía que sus labios solo esperaban el momento perfecto para revelar ese secreto acosador que hacía arder la sangre de todos, aunque claramente ya no se sentía así, rió para sí misma, tratando de no mostrar expresión alguna, era la primera vez que ofrecía una ponencia con sus conocimientos y era como estar recordándose a si misma lo que lo que ocurría en su organismo tras su transformación, aunque claro estaba, ella y los eslabones no eran exactamente iguales, y podía jurar que aquellos gemelos vampiros, tampoco eran de la misma especie.
Aunque le doliera, debía aceptarlo, aunque aún los signos no se presentaran del todo y le quedara mucho por aprender...
Aquellas últimas palabras sonaron en su cabeza, recordando pues todo lo que había visto la noche anterior, ese espectáculo asesino, baños incesantes de sangre, morbo y por, sobre todo, el despliegue de habilidades que nunca antes había visto.
—La glándula gatillo...—mencionó —Fue el nombre con el que se le apodó a esta extraña formación de tejido, una glándula capaz de producir el cambio de las personas. Fue en nuestro centro que se pudo descubrir, esto gracias a un examen poco ortodoxo y además ilegal del cual la institución se hizo responsable, secuestrando individuos de la calle, indigentes, vagabundos, como le quieran llamar, y haciéndolos pasar la más larga noche de sus vidas. Si algo tenían en común todos los casos desde el primero, era que las personas cambiaban luego de sufrir episodios muy duros de estrés, los primeros casos los especímenes resultaron ser empleados de trabajos duros. Estos pacientes eran inducidos a estados de estrés causado por torturas psicológicas, días enteros de ayuno por poner algún ejemplo, hasta dar como resultado, las criaturas que conocemos, hematófagos con poca capacidad de control emocional, y mucha hambre.—
El horror en el rostro de los presentes no se hizo esperar, pudo ver de reojo como Karen mirada la ponencia con absoluta seriedad, detrás de sus lentes sus ojos se notaban preocupados, sus cejas estaban levemente fruncidas, aunque sus puños apretados la hacían lucir segura. A su lado, en la oscuridad, para su sorpresa, estaban aquellos que eran los exterminadores de la casa, el par de vampiros gemelos uno cruzado de brazos observando con cinismo y seriedad, otro, callado con las manos dentro de sus bolsillos, atento y analítico. Ambos tan interesados en sus palabras como todos los demás presentes.
—Entonces, ¿Cómo se explica que los primeros casos hayan tenido dicha glándula aun sin estar expuestos a la radiación? Pues para la existencia de esta glándula debieron haber nacido con ella. La teoría de la mutación genética tenía esa gran falla. Es aquí donde caemos nuevamente a la pregunta. ¿Qué es entonces lo que transformó a estas personas en vampiro en primer lugar?—
El silencio era implacable, hasta que pasó a la siguiente diapositiva, una donde se reflejaba un dibujo de una hélice de ADN y el análisis de un examen genético.
—Esta foto presente en esta diapositiva muestra la forma de un ADN humano, al menos un ADN humano tal cual como lo conocíamos hasta la llegada de estas criaturas.—pasó a la siguiente diapositiva, en esta se veía un ADN distinto, con otra hélice, y otras características menos perceptibles pero que sin duda lo diferenciaban del otro.—Y este, un ADN de un ser humano actual. El mismo ADN extraído además de una criatura después de su transformación, no cambian, están ahí, antes y después de la transformación, desde años antes de la primera aparición, no se sabe a ciencia cierta desde cuándo. Pero podríamos especular que llevamos más de medio siglo viviendo con este nuevo gen que cada vez está más presente entre nosotros. Un gen que ha ido cambiando junto con las habilidades de estos vampiros.
Ya no estamos hablando de un virus, ni de una enfermedad, tampoco de una mutación producto de la radiación. —respiró antes de continuar con lo que para ella misma era la parte más difícil de mencionar, con lo que que más la perturbó en sus días de estudiantes y aun no deseaba aceptar, pero que no tenía otra explicación. —Un gen que nos sugiere más bien, evolución. Un gen evolutivo, y es por eso que el término que usamos para estas criaturas es nada menos que eslabones, eslabones evolutivos de una nueva raza hematófaga, que, por desgracia, no sabemos controlar.
Si me lo permiten. Debo señalar un punto final a esta ponencia. Tal como mencioné, no estoy aquí para mentir, tampoco para decirles lo que desean oír, sino para compartir años de estudio con ustedes. Por más que se nieguen a aceptar lo que acaban de oír, este nuevo gen está en el cuerpo de la mayoría ahora mismo. No obstante, todo esto que les he narrado solo es una parte de lo que hemos podido estudiar, pues les puedo asegurar que como humanos...—en ese momento hizo una pausa, volteando a ver en dirección a los vampiros una vez más, específicamente al mayor, a quien había visto la noche anterior asesinar sin uso de sus manos, y darle una pequeña muestra de su aparente amplia gama de habilidades. —...No sabemos nada aún...—
"Ve a verlo con tus propios ojos", fue la propuesta de la doctora Malkavein la noche anterior, "infórmate para la ponencia", ella misma se había sentido abrumada con tanta información. Había caído en cuenta de que en realidad no sabía absolutamente nada. Y ahora compartía eso con los demás, incluso con su jefa. Entonces era como trabajar con los ojos vendados, ajena a todas las capacidades que podían poseer estos vampiros. Los dos seguían serios.
Hubo unos largos minutos de silencio, ella por su parte prefirió retirarse. Entonces dio comienzo el alboroto, aunque los periodistas se pelearan y empujaran para acercarse hasta ella, prefirió estar sola, todo lo que tenía que explicar lo había hecho en aquella hora y media de parladuría técnica, los había dejado con más dudas que razones. Quizás eso le costaría su trabajo, pero decir la verdad era lo único que podía hacer.
Karen aprovechó salir para calmar las aguas, no oía ni su propia voz con tanto escandalo y preguntas al unísono. Ya la japonesa estaba bastante alejada del salón como para hacerla volver, por lo que sería ella quien contestara el resto de las preguntas de la noche.
Por su cuenta ella solo seguía pensando en lo ocurrido, tratando de calmar sus nervios frotando su brazo.
"Solo dijiste lo que debías decir" "no eres responsable de la verdad" "no eres culpable de lo que pasa en el mundo...—Se repetía para sí misma. Aun así, las palabras no calmaban su insatisfacción, no recordaba exactamente cuándo fue el día en el que logró estar satisfecha con todo su progreso, pero incluso con este trabajo, aun no se sentía orgullosa de sí misma.
—Buena conferencia. —comentó una voz masculina detrás de ella.
—¿Tu crees? Contestó incrédula sin necesidad de voltear, conocía bien la voz del mayor y ya le parecía raro que este no apareciera a decir algo.
—Si una conferencia es capaz de hacer que políticos y medios de comunicación se arranquen los cabellos al mismo tiempo, no cabe duda que debió ser excelente.—rió recargando su hombro sobre la pared, observando de lejos cómo la pelirroja trataba aun de responder todas las preguntas que se le venían encima. —El tiempo responderá todas sus dudas. Hasta entonces, deberíamos prepararnos para lo peor.
—En efecto...—mencionó justo antes de subir las escaleras a la superficie, viendo por ultima vez la sala de conferencias.
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