Capitulo 18: El coliseo rojo parte 3
Desde el palco incluso ellos se habían salpicado de sangre, el extraño hombre a su lado lamia la punta de sus dedos con placer y lentitud, al mismo tiempo extendía su copa para que la llenaran con sangre servida en una jarra de vidrio, ella solo se contuvo a ver y al mismo tiempo no fijarse demasiado, estaba demasiado cercana a él como para que este no se diera cuenta de su mirada.
—¡No te quedes ahí mirando! Si deseas un poco de esta nueva "cosecha" solo tienes que decirlo y los meseros con gusto te servirán—intervino.
Este cataba aquel liquido con extrema concentración, por la expresión en su rostro, de ojos cerrados y ceño apenas fruncido, se podía traducir como una obvia expresión de placer, incluso su respiración lenta de repente dejó inhalar con fuerza con la nariz dentro de la copa y exhalar lentamente, como quien degusta de la calidad de un buen vino.
—No es whisky pero estos dieciocho años de añejamiento valen cada gota.—rió cubriéndose los labios.
Había entendido a lo que se refería, le había dejado claro apenas hace unas horas que no era un hombre de gustos sencillos, volteó a mirar el escenario, a fijarse como todos llevaban en sus copas líquidos de distinto olor y color, de un tono más oscuro. No era otra cosa que la sangre de los peleadores que acababan de dejar sus vidas frente a ellos. Algo nuevo que nunca se atrevió a pensar antes en su ingenua idea de haber estudiado lo suficiente para saber qué hacer en su nuevo trabajo. Los vampiros tenían tendencias caníbales...
—No sabrás si te gusta sino lo pruebas—dijo con voz cantarina y tono más delicado, como una madre que intenta convencer a su hijo de probar el brócoli.
Esta solo volteó a ver la copa frente a ella. Como sus dedos sujetaban con firmeza y suavidad al mismo tiempo de esta, esos dedos largos y blancos cubiertos de anillos de oro. Su rostro, aunque delgado y maquillado le hacía sentir un cierto escalofríos, pues sus ojos aunque queriendo verse amables resplandecían con una brillante malician mientras se achicaban al sonreír, era de esos rostros que no solo sonreían con sus labios sino también con los ojos, y estos parecen bailar de emoción cuando alguien cumple sus expectativas. Aunado a esto, su sonrisa viperina estaba manchada de sangre como si fuese un labial corrido. Era obvio que no se sentiría tranquilo hasta que ella aceptara.
Lentamente acercó su mano para aceptar la copa, este simplemente la meneó dejando salpicar un poco de sangre fuera de esta y justo antes de que pudiese aceptarla una nueva pelea anunciaba su comienzo.
—Demasiado tarde. No podría ver una pelea con la garganta seca—mencionó dándole otro sorbo a la copa.
—Supongo que tendré que esperar...—sonrió con fingida educación mientras volteaba al escenario. —Quizás la sangre del siguiente perdedor valga la pena.
—Bien dicho, quizás alguno de esta pelea si te parezca digno de saborear—comentó mientras lamia su labio superior.
Era incomodo ver a ese vampiro, además de oírlo con su extraño tono femenino y educado, como ver a un mafioso o proxeneta que genuinamente desea ser cortes con una desconocida, eso la ponía bajo presión. No podía olvidar donde estaba ni con quien hablaba. Sus pensamientos fueron interrumpidos por lo que fue la presentación de aquellos peleadores.
—¿Quién será el vencedor esta vez? Un par de nuevos contendientes criados fuera del coliseo. Stolas, el nocturno, contra... ¡un luchador anónimo damas y caballeros!
Ambos chicos habían hecho acto de presencia, por el flanco derecho, un chico más o menos de la misma edad de los contendientes anteriores, de una estatura no superior al metro setenta, con una máscara de madera de ébano tallada que simulaba el plumaje y el pico de un búho, así como sobre sus hombros, una capa negra con una estola de plumas. Unos pantalones de cuero y el torso desnudo lleno de cicatrices.
Simultáneamente, la figura del flanco izquierdo salía de las sombras, parecía todo lo contrario a su contrincante. De cuerpo más pequeño, con una máscara blanca sin grandes detalles sobre su rostro, una camiseta blanca y unos shorts de mezclilla cubriendo hasta la mitad de unos anchos muslos, sus pies estaban descalzos. No obstante, algo llamó la atención no solo del publico sino de la japonesa, y es que, fijándose con más atención, el cuerpo de aquel contendiente era muy diferente al de los demás, con curvas...
—Pero que tenemos aquí! ¡La primera chica en participar en este coliseo! ¡Esto si es una novedad señores! — intervino el presentador.
La peleadora había apartado la máscara de su rostro, dejando caer su larga cabellera negra como una cascada sobre su espalda, aunque su cara había quedado cubierta por algo de cabello, Kan no pudo evitar abrir sus ojos como platos.
"No...puede...ser"
Lo que yacía frente a sus ojos no era otra cosa que...¡Ella! Pero, ¿Cómo era posible? Mil preguntas invadieron su mente. La idea de que aquello era una ilusión creada por el vampiro le parecía la más razonable. Así debía ser, Adam quería verla enloquecer y la había adentrado en una ilusión. La algarabía no se hizo esperar, con una lluvia de chiflidos y silbidos dedicados a su "otro yo" en el escenario.
Tras bastidores, desde las sombras, Alexander también apartó el cigarrillo de sus labios frunciendo así su expresión. "Como siempre queriendo llamar la atención". Lo que era obvio, su hermano, había tomado la forma de la japonesa para entrar al torneo. Entonces recordó las palabras de su hermano antes de entrar al teatro, "la única entre los tres con pinta de adolescente, era Kan"...
Aún la japonesa no daba crédito a lo que veían sus ojos, no sabía si sentirse indignada o incrédula de ver como el vampiro había emulado su imagen a la perfección, a excepción de sus ojos, los cuales seguían siendo los mismos, esa cínica heterocromía gris y roja.
—Vaya vaya!—exclamó el sujeto a su lado.—No sabía que tenías una hermana gemela! Con razón has venido! ¡El doctor Golemann te ha dado permiso para verla pelear!—rió emocionado mientras aplaudía.
Kan solo guardó silencio apretando el puño sobre el barandal. Su teoría de que aquello era solo una ilusión del vampiro hacia ella, se había desmoronado, el rubio excéntrico a su lado también podía verla, por lo tanto, lo que era obvio es que el vampiro se había transformado en ella.
—Pues si... No podía perdérmela. — musitó entre dientes con una expresión avergonzada. No obstante, en su interior no dejaba de repetir..."malnacido vampiro..."
La mirada de la japonesa tuvo que haber sido bastante penetrante entonces, pues, Adam volteó hasta el palco dedicándole así una traviesa sonrisa que ni ella misma estando viva hubiese sido capaz de ver en su reflejo en el espejo.
La diferencia de estaturas era notable, si bien el otro también era un muchacho, debía medir máximo un metro ochenta, no entendía pues por qué el vampiro había elegido su cuerpo para pelear, pequeña y un tanto regordeta, pensó, era el cuerpo menos atlético e intimidante que podía verse en un evento así.
—¡Tal parece que nuestra chica no le da mucha importancia a su género! ¡Estamos en presencia del poder femenino señores!—exclamó el presentador.
—¿A qué crees que sepa la sangre de tu hermana?—interrumpió su anfitrión con un tono de voz tan oscuro que la hizo salir de sus pensamientos.
—¿Cómo?—mencionó advirtiendo el extraño tono en su voz. Este incluso se había vuelto más masculino.
—Por eso no has querido probar otra gota de sangre, has estado esperando por la de alguien especial, la de tu hermana, ¿tal vez?
La mirada del rubio, así como su tono de voz, habían cambiado. La que hasta entonces se veía picara y vivaracha, se había transformado en una expresión calculadora y fría. Su tono de voz, se había masculinizado, a tal punto de intimidarla. Sostuvo su mejilla sobre su dedo índice sin quitarle la mirada de encima, como si este supiese algo de ella misma que incluso ella desconocía.
—N-No es lo que parece...—se excusó con fingida sonrisa. —Ciertamente, no me llevo bien con mi hermana, pero tampoco quiero que pierda. Después de todo, tenía mucho tiempo sin verla.—mencionó casi sin pensar, observando a Adam transformado en ella, como si estuviese viendo su reflejo después de tanto tiempo.
—Nada más complejo que las relaciones de familia.—rió divertido.—Pues espero que logres satisfacer tus expectativas.—dijo con galantería levantando su copa antes de darle un sorbo.
Stolas el nocturno y Adam se acercaban al centro del escenario, el primero, con una expresión tan fría y rígida, que de nada se había quitado la máscara de su cara, pues así de inexpresivo era. Este, a pocos metros del otro, se arrodilló como saludo antes de la pelea. No obstante, Adam solo se limitó a verlo sin siquiera agachar la cabeza, sin dejar de sonreír arrogantemente.
—¡Pero miren cuanta arrogancia! ¡Ni siquiera se ha toma la molestia de saludar a su contrincante! —exclamó el presentador echándole leña al fuego. —Pues sin nada más que decir, ¡que comience el baño de sangre!
—¡Uy, pero miren nada más que seriedad!—comentó el vampiro a su lado mientras meneaba su copa de sangre con su dedo.
Miró la escena con asco, como aquel introdujo sus uñas un tanto larga dentro de aquel liquido oscuro para luego chuparse los dedos uno a uno.
A diferencia de las batallas anteriores, esta no había iniciado con un golpe uno al otro, al contrario, ambos vampiros solo se limitaron a asecharse, esperando el primer movimiento del otro. Recordó pues las palabras que acababa de decir, esperó toda la noche por aquella pelea. Había visto al vampiro en acción hace poco, como una película mal reproducida, muchos de los recuerdos se habían perdido entre la oscuridad, la dificultad para ver tras las gruesas gotas de sangre que caían en cascada por su frente y su cabello pegado a su rostro, además del pulsátil dolor de cabeza que sentía, si bien para ella parecía un delirio febril que nadie creería si lo contaba, ver al vampiro nuevamente en acción con la luz suficiente y sin nadie que lo interrumpiera era algo que le interesaba.
No obstante, algo llamó su atención, incluso en la distancia, con la poca iluminación, no pudo evitar fruncir el ceño con curiosidad observando las marcas que se veían por debajo de la camiseta de Adam, ¿tatuajes?, ¿cicatrices? Ni su largo cabello ni la tela de la camiseta le dejaron ver mas allá, pero era curioso que un vampiro con poderes de regeneración, conservara esa clase de heridas en la espalda
De pronto, el primer movimiento de la pelea llegó, el chico, con un chasquido de sus dedos, produjo un apagón que hizo que no solo ella, sino los demás en el público voltearan a ver en todas las direcciones, tratando de comprender lo que pasaba, algunos gritando asustados, temiendo lo peor.
A su lado, su acompañante dejo escapar una risa que comenzó siendo tenue y con los segundos se volvió una disimulada carcajada emocionada, sujetándose de su asiento y arreglándose en este para ver mejor. La falta de luz no era problema para ellos, podían ver perfectamente bien. En el escenario en cambio se vislumbraban dos pequeñas y brillantes luces semejantes a luciérnagas. Los ojos, los iris de los vampiros que brillaban en la oscuridad como los ojos de un gato asechando a su presa.
Adam se mantuvo quieto, aun de pie, con una sonrisa en sus labios. En lugar de dar un paso hacia delante, un paso hacia atrás fue suficiente para que aquellas sombras en la oscuridad absorbieran su figura, escondiéndolo de la vista de todos quienes pudiesen ver en la penumbra, incluyendo al chico búho.
—Stolas, así es como te haces llamar...—se oyó el eco de la voz de Adam, sumergido en la oscuridad.
El chico no había cambiado su expresión seria, ni respondió una sola palabra, solo se limitó a seguir la voz del vampiro dentro de la oscuridad.
—¿Esto es todo lo que tienes que ofrecer? ¿Un corte de suministro eléctrico como de quien no paga la factura a tiempo?—rió con perversión, su voz era femenina, y al mismo tiempo espectral, era el mismo vampiro egocéntrico y sarcástico a pesar de verse diferente.—...No obstante, los que provenimos de la oscuridad, no le tememos a esta.
En ese momento, sin prevenir lo que ocurriría, un puño salió de la oscuridad, estampándose en contra de la cara del chico búho, quien cayó al suelo al instante, y aun así sin emitir un solo ruido de sus labios.
Este acercó sus dedos hasta su nariz, percatándose de la sangre que escurría por esta. Aun en el suelo, Stolas seguía el rastro del vampiro en la oscuridad, oyendo sus pasos en ésta. Él había provocado ese apagón, conocía bien la oscuridad, tanto como para ubicar con su oído hasta el caminar de una araña. No obstante, antes de que pudiese sacar al vampiro de la oscuridad, un desagradable ruido lo ensordeció, no solamente a él, sino a todos los presentes del teatro. Las bocinas emitieron un chillido ensordecedor que provocó que todos simultáneamente cubrieran sus oídos con sus manos.
—¿Qué ocurre? ¿No eres capaz de aguantar un poco de retroalimentación? ¿O es que te gusta tanto el silencio que odias un poco de ruido?—rió por lo bajo aun entre las sombras. —O quizás se deba a que tienes algo de hambre, te ves pálido niño buho. ¿Por qué no mejor abres los ojos, y te das un festín?
Al abrir los ojos, frente a él, pudo observar cómo centenares de ciempiés caminaban sobre el escenario, rodeando su cuerpo, al instante gritos de mujeres aterradas se oyeron desde el público, haciendo que el chico se levantara al instante. Las escolopendras caminaron en dirección a él, todas en fila desde todas las direcciones. Antes de que el chico diera el siguiente paso, nuevamente el vampiro intervino
—No vine hasta aquí para jugar a las escondidas en la oscuridad, niño búho... ¿No hay nada que debas decir? ¿Te intimidan unos pocos bichos con cientos de patas?—dicho esto, Adam salió de la oscuridad lentamente, haciendo que las escolopendras se devolvieran en su dirección, subiendo por sus extremidades hasta su muñeca, de la cual se había abierto una herida, por la cual fueron entrando, transformándose en sangre nuevamente.
Aquel espectáculo había dejado a todos con la misma expresión de repulsión y terror, si bien habían visto las demostraciones de violencia más sádicas de sus vidas, aquella habilidad iba más allá de su entendimiento.
—¿No puedes hablar, verdad muchachito?—inquirió— ¿Por qué mejor no enciendes las luces de nuevo? ¿O acaso no deseas que nadie pueda ver como una chica te patea el culo? Sino estás a mi altura en una pelea de vampiros, entonces, vamos, peleemos como hombres. —dicho esto, Adam se puso en posición de combate, subiendo sus puños, dispuesto a atacar,
—¡Pero que tenemos aquí! ¡la recién llegada acaba de poner en duda la virilidad de Stolas el nocturno! ¡Una pelea sin precedentes en este coliseo, a la escuela antigua!
Dicho esto, Stolas contestó a su propuesta con una sonrisa, justo antes de saltar en dirección del mayor, quien por poco fue herido por las garras del primero, de no ser porque pudo esquivar segundos antes girando su cuerpo, dejando al joven búho con su guardia baja, pudiendo atacar con una patada baja a sus tobillos, haciéndolo caer. Momento mas que preciso para que este pudiera tomarlo de un tobillo y así arrastrarlo, no obstante, Stolas lo impidió, devolviendo una patada a su rostro junto antes de que pudiera tomar su tobillo.
El chico se subió hasta el torso de Adam, dispuesto a meterle un puñetazo en la cara, emulando lo ocurrido hace un momento, acción que el vampiro no pudo esquivar, el chico aprovechó la oportunidad de descargar su furia repetidas veces, pero esta vez, golpeando el estómago, haciendo que el otro soltara el aire y junto con este salieran unas gotas de sangre. Una vez, dos veces, repitió el proceso tantas veces y con tanta velocidad, que pronto desprenderían sus órganos internos, al menos eso fue lo que pensó la japonesa quien cerraba los ojos cada vez que un nuevo golpe era propinado a "su cuerpo". Era crudo de ver. No obstante, lo que no esperaba, era que este tuviera la oportunidad de enredar sus piernas alrededor del torso del chico y tomarlo del cuello entre sus delgados dedos, en el comienzo de una cruel estrangulación.
Al bajar nuevamente la guardia, fue la oportunidad de invertir los roles, esta vez quedando el pequeño cuerpo de la chica sobre el de Stolas, y aun sus dedos apretando con fuerza su tráquea. No todo quedó ahí, pues con un rápido y ágil movimiento, el vampiro había volteado a su rival, entrelazando sus piernas alrededor de las de este, y clavando su codo sobre su cuello, el cual pudo oír como crujía. Un alarido provino de la garganta de Stolas, así como una expresión de dolor y gritos por parte del público.
La idea era seguir golpeando el cuello del búho hasta dejarlo incapaz de moverse, Adam había sido cuidadoso en cuidar que ni una sola gota de sangre salpicara fuera del escenario. La batalla iba a ser dolorosa y lenta, pero no iba a darle el gusto a los sádicos de las primeras filas.
—Ríndete, y saldrás de aquí con vida...—susurró aún con su codo posado sobre su cuello. El chico hiperventilaba, jadeando con rabia. No podía hablar, ya se lo había demostrado. No obstante, su expresión cargada de rabia traducía sus pensamientos mejor que cualquier palabra.
—"Fuera de este coliseo, no me espera ninguna vida"...—oyó dentro de su mente. Si bien el joven eslabón no diría una sola palabra, sus pensamientos fueron claros.
Dicho aquello ultimo los ojos del nocturno chispearon como una brasa, sacando de su interior las ultimas fuerzas que le quedaban, las cuales fueron suficiente para quitarse al vampiro de encima de un empujón y rápidamente tomarlo por el cuello, viendo a este a los ojos. Adam no podía creer lo rápido que había sido todo, pero el fuego en los ojos del chico solo traducía lo ofendido que se había sentido ante su propuesta, todo esto justo antes de tirarlo con todas sus fuerzas contra una de las paredes del escenario, la cual, ante el golpe, crujió, dejando caer algunos restos del techo y polvo.
Los ojos de Kan no podían creer lo que veían, levantándose de su asiento y sacando su cuerpo cuanto pudiese por el borde del balcón intentando calcular la distancia que había volado el pequeño cuerpo del vampiro, sin palabras, con la boca abierta, sus pensamientos fueron interrumpidos.
—Éstas cosas siempre pasan, en esta clase de peleas el bocón es quien termina perdiendo primero sus colmillos. Una vieja táctica para desconcentrar al oponente, pero la fuerza física de los vampiros es incalculable y difícil de comparar, entre ellos mismos son capaces de quebrarse varios huesos de un solo golpe en una pelea, un hombre común ya se habría roto el cráneo con el impacto contra la pared...aunque no dudo que justo eso haya pasado, si tu hermana tiene buenas habilidades de regeneración probablemente pueda seguir luchando, sino, ya está muerta.
El silencio se hizo presente por unos segundos, justo antes que la algarabía ocupara todo el teatro tras esa heroica recuperación.
—¡No lo puedo creer! —rió el presentador—¡Este debe ser un nuevo record! ¡Primera vez que un peleador cae tan rápido en este coliseo!
"Mierda..."—pensó ella decepcionada— "Vaya pérdida de tiempo..."
Todos en el publico aplaudieron, levantándose de sus asientos. Kan no podía creerlo. ¿En serio había sido todo? No obstante, Stolas volteó por el rabillo del ojo a ver en dirección del cuerpo inerte de Adam. La japonesa no era la única a quien le extrañaba que aquello hubiera sido suficiente para acabar con el vampiro. El chico lentamente se acercó hasta el cuerpo femenino en el suelo, comprobando que efectivamente, yacía mas que tieso en el suelo. Se arrodilló frente a este, con el puño sobre su cara, con una expresión fría a punto de dar por terminada de una vez por todas aquella pelea.
En ese momento, pudo ver como por inercia, uno de los dedos de Adam se había movido, fue así que de un rápido movimiento golpeó su cara con su puño, con todas sus fuerzas...o eso habría hecho, de no ser porque el vampiro esquivó el golpe, atajando su muñeca con sus afilados colmillos, desgarrándolo en el acto.
Ambos se dedicaron una mirada digna de dos bestias, sus ojos aun brillaban en las sombras, pero esta vez con aun más fuerza. Ya la expresión del siempre sarcástico vampiro había cambiado, su siempre viperina sonrisa se había borrado y sus ojos se habían encapotado bajo sus oscuras cejas, sin dejar. Este, adoptó una pose de bestia, colocándose a cuatro patas, con su largo cabello cubriendo gran parte de su rostro, pose que el eslabón imitó, acuclillándose, esperando el primer ataque. En un abrir y cerrar de ojos, la figura del nocturno dio un salto con sus garras preparadas para arrancar la carne del vampiro, quien, aun en cuclillas, volteó a mirarlo fijamente, paralizando así al chico en el acto.
En el aire, sus músculos estaban tensos, no podía siquiera moverlos, sin entender qué era lo que ocurría. Adam en cambio, se levantó sin dejar de observarlo fijamente, aun con los labios manchados con su sangre. Era obvio que quienes lo retenían en el aire eran sus habilidades telequinéticas. Esa noche ya todos habían visto el despliegue de habilidades del arrogante vampiro, pero no por eso dejaron de sorprenderse y abrir los ojos de ver cómo este era capaz de levantar con su mente a un chico del doble de tamaño y corpulencia.
—"Te lo ofrecí tranquilamente hace un momento"—comentó telepáticamente—"Ahora, no esperes que sea amable contigo. Esta noche, tus hermanos y tú, sabrán cómo peleamos los verdaderos monstruos"
La de por si estupefacta expresión del nocturno se habría incrementado entonces, no por las palabras de Adam, sino además de eso, por una horrible sensación que se iba incrementando.
El otro extendió su brazo, haciendo que el cuerpo del chico descendiera lentamente, hasta tomarlo por el cuello. Un hormigueo invadió desde su cuero cabelludo igual que un fuerte ardor como hace años no sentía, desde que había perdido la humanidad y con ella la capacidad de sentir los cambios de temperatura. Su cara se sentía entumecida. Pudo moverse un poco, pero como pudo, llevó sus manos alrededor de las huesudas muñecas de Adam dándose cuenta que no era su agarre lo que ahora le impedía respirar, de hecho, por más que boqueara, el aire no atravesaba sus vías respiratorias.
Su cabeza pronto sintió un fuerte latido que lo hizo emitir un quejido, sus ojos se sentían hinchados igual que sus labios, los cuales, a pesar de estar cerrados, no hacían contacto por la inflamación. Del cuello hacia abajo no podía sentir nada, ni siquiera el frio de las muñecas del vampiro las cuales aun tenia entre sus manos, el resto era igual. Aunque abriera su boca en busca de aire, este no pasaba por su garganta, y aquel dolor de cabeza comenzaba a hacerlo ver todo borroso, pero no eran sus manos lo que le provocaban esa sensación de estrangulación, ni siquiera estaba haciendo fuerza con su mano, podía adivinar que apenas lo sostenía, y que aun era su mente lo que lo mantenía alejado del suelo.
—¿Sientes un fuerte dolor de cabeza, cierto? Que no sientes las manos ni las piernas. ¿Te estas sintiendo mareado? Eso es lo que se siente cuando la circulación no llega correctamente a todo el organismo. Eso es, porque ahora tu sistema circulatorio me obedece. La sangre que corre por tus venas se acumulará donde yo le ordene que se acumule, tan solo ve tus manos ahora mismo.
—P—pero que dem...—balbuceó el narrador casi dejando escapar sus pensamientos por el micrófono.
Todos miraban el espectáculo con especial horror en ese momento al notar como las manos del joven al mismo tiempo que su rostro se veían hinchados, incluso peor, un tono morado pigmentaba su piel por la falta de circulación sanguínea, el vampiro no tenía intenciones de derramar su sangre para animar el espectáculo, lo que le interesaba era ahogar a su oponente con su propia sangre y él fuera el único en probarla.
Los brillantes ojos amarillos del chico comenzaban a oscurecerse debido a las venas acumuladas en sus globos, de su fina nariz corría una delgada línea de sangre y sus labios se habían hinchado y oscurecido, no había nada que pudiese hacer, su cerebro no recibía oxigeno ni siquiera para pensar, pronto una serie de ilusiones provino a su mente, oyendo risas extrañas y viendo luces de colores junto con la mirada cruel de la pequeña chica quien aún lo sujetaba sin hacer demasiada fuerza mientras el perdía la consciencia.
—¡La contendiente está ahorcándolo con la mirada!—exclamó el presentador anonadado.
No era precisamente con la mirada que Adam había tomado ventaja de su rival, aquello era el despliegue en el escenario de su habilidad para la hemomancia, una habilidad poco conocida que se caracteriza por el control sobre la circulación de la sangre, así como su manipulación. Los sonidos ahogados se hicieron más fuertes, la sangre se aglomeraba en su garganta esparciéndose por su boca, comenzando a brotar fuera de esta como una cascada carmesí. Pronto su cabeza explotaría, fue lo primero que pensaron los que miraban el show con una mezcla de horror y morbo, esperando que las vísceras del chico bañaran sus rostros como nunca había sucedido. No obstante, sus expectativas se vieron frustradas.
Incluso Kan en el palco había preferido voltear en otra dirección a lo que parecía ser una obvia explosión de sangre y el vampiro a su lado se había preparado en su asiento incluso abriéndose un botón más de su camisa.
—¡Esto se pondrá divertido!—exclamó con diversión acomodándose en su asiento.
Sin embargo, los ojos del chico se cerraron, bajando al mismo tiempo su cabeza. Sin vida. Adam dejó caer su cuerpo al suelo, dejando a todos con sus copas vacías y sus asientos limpios.
Poco a poco el líquido rojo terminó de salir por sus labios, líquido que de inmediato fue absorbido por los poros de la piel de los talones de Adam quien se resistió solo a ver el final con severidad y observar con cierto asco la indignación de los presentes.
No lo podía creer, desde el momento en el que pudo ver como sin tocar un solo de sus cabellos, fue capaz de quitarle la vida, levantarlo al aire y ahogarlo con sus propios fluidos. Sus ojos seguían abiertos y su cuerpo tan rígido y al filo del asiento, que ni siquiera se dio cuenta de en qué momento había terminado la pelea. "Sigue viéndose como yo..." pensó sin apartarle la mirada, a lo que este contestó devolviéndosela con su respectiva sonrisa maliciosa. Esto habría molestado o asqueado a la japonesa en cualquier otra ocasión. No obstante, seguía tan anonadada, que solo pasó una fugaz idea por su mente, haciéndola aterrizar de vuelta a la tierra.
Ahí se había quedado parado él, sin moverse, dándole el tiempo suficiente de ver desde el escenario cómo los presentes se levantaban haciendo reclamos. Era como estar viviendo nuevamente esos días de gloria, parado frente al escenario, dando una reverencia en frente de todos, salvo que esta vez, no fueron aplausos los que recibió, sino una ola de insultos e improperios por haberlos dejado con altas expectativas, este aun así sonrió con arrogancia, era exactamente igual, el ultimo recuerdo de lo que el denominaba su "ilusión de felicidad" ,las mismas personas bien vestidas con copas en la mano pero esta vez, no había un piano a su lado, sino más bien, el cuerpo sin vida de un chico con muy mala suerte. No pudo evitar negar con su cabeza, sin expresar una sola mueca en su expresión, más bien de decepción. Dio la vuelta yéndose, sin dejar nada atrás.
—¿E—Eso ha sido todo? —tartamudeó el presentador observando como el piso había quedado totalmente limpio a pesar de la evidente muerte del nocturno. —¡La ganadora de esta noche, la combatiente sin nombre!—exclamó sin entender lo que había sucedido. Ya Adam no se encontraba en el escenario.
Desde el palco Kan miraba con seriedad tratando de entender lo que había pasado, más bien, convencerse de lo que había visto.
—Que decepción. —murmuró el hombre a su lado. Se había devuelto a su asiento, con los brazos cruzados y expresión irritada, como de quien le acaban de quitar la diversión.
—¿Pasó algo?—intervino avergonzando, tras todo lo ocurrido, había olvidado incluso que el rubio seguía a su lado.
—Nada, eso fue lo que pasó. — rió entre dientes, con tono amargado. —Estos espectáculos no son solo una carnicería sin sentido, verás, la gente de allá abajo paga grandes cifras por los primeros puestos por llevarse parte de la experiencia de la sangre de los peleadores sobre sus pieles, cuando eso no sucede es como verse estafados, son cosas que no permito que pasen en mi empresa jamás.
Su empresa, si antes ya se había hecho una idea, aquella declaración era más que suficiente para unir las piezas, aquel vampiro a su lado era el dueño de ese show retorcido, si bien los jóvenes se mataban unos a otros como mejor pudiesen, la única regla era regar la sangre del perdedor sobre el público, Adam no había hecho aquello, quizás no porque no le interesara, el vampiro no era precisamente escrupuloso tal como ella lo recordaba al comienzo, ni mucho menos deseaba honrar la memoria de nadie, estaba claro que era su forma de frustrar la función.
—Además, es poco habitual que en estas peleas el ganador no beba la sangre del oponente, para cualquier vampiro es humillante que tu enemigo no sienta el deseo de beber tu sangre, es como recibir un rechazo a una proposición, algo muy lamentable, sabes a lo que me refiero ¿no? ¿No te parece desagradable esos actos tan humillantes? —rió. Ella solo se limitó a callar y retener información.
Para los vampiros pues, no había mayor indignación que no ser devorados en una pelea, el vampiro que termina bebiendo la sangre del otro es el ganador, así como Adam había bebido su sangre y por ello se había vuelto su "amo", quien determinaba sus acciones con una simple orden, para los vampiros también era importante que desearan beber su sangre, pues así se sentían verdaderos rivales para otro vampiro, como seres poderosos y deseables, una revelación que nunca hubiera pasado por su mente hasta entonces, nunca se habría imaginado que hasta en esa subcultura inmoral pudiese existir esa clase de complejos, tan humanos y tan absurdos en su opinión. El interés en la sangre era lo que hacía que los vampiros fuesen lo que eran, pero ella hasta entonces no había bebido una sola gota, ni siquiera sentido apetito hacia esta.
—Que desperdicio...—suspiró levantándose de su asiento—Y por lo visto tampoco habrá sangre de Stolas el nocturno para llenar las copas vacías. —mencionó viendo como movían el cadáver del escenario.
—¿Por qué lo dice?—intervino
—Conozco la técnica que usó tu hermana, hay que tener gran conocimiento médico para llevar a cabo la hemomancia, aunque no lo parezca, pero de la forma como ésta la empleó dejó seco al chico, absorbió toda la sangre que salió de este desde sus poros, eso sí es algo que no había visto antes.
—¿Hemomancia?—interrogó la chica con tono inocente. El termino le sonaba lógico, la unión del termino sangre y el termino adivinación, adivinación de la sangre, aunque este más que adivinarla, la controlaba, le ordenaba con su mente que corriera a su antojo. Le interesaba, el tema le había robado el interés, tantos años de estudio no complementaban aquellos nuevos conceptos que llegaban a ella esa noche, y preguntárselo ella misma a Adam no estaba en sus planes, no sentía la confianza ni la iniciativa de hablarle de esos temas ni creía que este se extendiera a aclarar sus dudas. —O sea...—inquirió con interés, esperando obtener la información de otra fuente.
—Se trata de una habilidad bastante compleja, capaz de manipular la circulación y el estado de la sangre, hacerla correr tan rápido o lento a voluntad, así como paralizarla y moverla donde te plazca, todo con la mente, o algo así. Solo en viejos libros de crónicas y hechizos se puede leer y aprender sobre este arte, pero no había conocido a nadie que lo dominara.—comentó arqueando una ceja, su tono había vuelto a ser galante y femenino, una especie de sensualidad entremezclada con su acento extraño.—Pero si quieres saber más por favor no te quedes ahí sentada, cariño, pronto tendrán que hacer los preparativos para las finales, ya todos están bajando hasta el salón, allí podríamos hablar con más calma, quien sabe alguno de mis invitados sepa más sobre el tema.—comentó levantando su copa, ella accedió.
Viéndolo desde sus espaldas, no era para nada diferente a los vampiros que conocía, de porte elegante y complexión delgada, caminaba moviendo las caderas como si llevara zapatos de tacón y su camisa de seda destellaba a cada movimiento, un tipo raro sin duda, de esos que cualquiera esperaría ver en algún sitio de prostitución infantil. La sola idea la asqueaba, los vampiros aun le parecían seres detestables. Si en algo aplaudía a Adam era por la acertada idea de frustrarles el gozo a aquellos morbosos, tanto humanos como vampiros, todos millonarios, degustando copas de aquel liquido en el salón, no podría comprender como no se devoraban unos a otros, mujeres vestidas con escotes, perfectamente preparadas para que cualquiera de los presentes les atravesara la garganta con sus colmillos, aunque pensándolo con detenimiento, tomando en cuenta lo que había acabado de oír, tal vez esa era la finalidad.
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