El equilibrio del mundo (Parte 2) Furia, rencor y venganza

El dolor del frenesí que hacían tantos ojos juntos en su cola hacía de los sedantes un gasto innecesario. Los cazadores corrieron a refugiarse tras las rocas. Sin embargo, Argos no era precisamente lento, y al caminar rápidamente podía localizarlos, pero la potencia de esos ojos disminuía un poco.

Eileen agarró con fuerza el hombro de la cazadora escondiéndola más.

- Esos ojos son un ataque y una defensa excepcional... hay que neutralizarlos... y el monstruo estará mucho más indefenso. Te toca ayudarnos, pequeña Zoba...

- ¿Qué? ¿Yo?

Eileen agarró su brazo y empezó a correr huyendo de Argos en cuánto les dio la espalda. Corrieron hasta el puente mirando hacia atrás, a cómo los cazadores intentaban golpear a Argos mientras corrían.

- Eileen...

- Zoba, tienes que rodear todo esto e ir a aquella lámpara de allí, al lado del elevador. Yo te escolto.

- ¡Pero...!

- Viaja al Sueño del Cazador... y dime que tienes un Romero.

- Eh, sí, pero... no lo he usado nunca, creo.

- Da igual. Tráelo. Tenemos que cegar esos ojos o no saldrá nadie vivo de aquí - Eileen dividió su Hoja de piedad para encarar a dos gigantes blancos que bloqueaban el camino.

Con un velocisímo paso, apareció tras ellos mientras sus cuerpos heridos caían de rodillas.

- Vamos, esperaré aquí a que vuelvas para escoltarte. Date prisa... el frenesí actúa rápido.

Zoba tragó saliva mirándola y la obedeció. Avanzó hacia esos simpáticos mensajeros y desapareció con una luz.

- Y mientras tanto, tú... - ella se giró sin guardar sus armas - ¿tienes algo que decirme, ya que estás tan hablador?

Miró por el camino en el que habían venido para ver venir a Henryk caminando un poco tembloro hacia a ella.

- Oh, pobre cazador descontrolado... Estás a punto de perder la cordura. No creas que con tu cara tan tapada nos engañas, Henryk... quieres matar a Zoba porque es la más débil...

Henryk caminaba con su arma en la mano. Sus ojos perdidos y oscuros no veían nada, pero titilaban con nerviosismo. Eileen se lanzó rápidamente a por él y lo agarró del cuello haciéndolo chocar contra la pared de piedra.

- Créeme que cualquier otra circunstancia estarías muerto... te mataría antes de que lo deseases... así que tienes sólo una oportunidad, viejo cazador... - el pico de la máscara de Eileen rozaba la nariz de Henryk - contrólate, o te quito de en medio en un momento. A ti, y después a Gascoigne. No voy a arriesgarme a trabajar codo con codo con cazadores que no están de mi bando.

Aflojó el agarre del cuello de Henryk y antes de soltarlo le propinó un fuerte puñetazo en la cara.

- Despierta, cazador...

Se giró rápidamente, pues Zoba regresaba con su arma Romero.

- Ya está Eileen... ¿Henryk? - corrió acercándose a él - ¿Te duele otra vez?

Eileen se interpuso entre ambos cuando Zoba se acercó a socorrerle.

- Vate adelantando, yo me ocupo. No le hagas perder el tiempo a los demás.

Todas las palabras que Eileen decía eran duras, independientemente del contexto y parecían órdenes o regañinas. Se giró resignada y empezó a correr de nuevo rodeando el lugar. Mientras tanto, Micolash los observaba con una sonrisa. No se perdía detalle de la pelea y esperaba el momento ideal para darle gracia al combate.

Zoba corría intentando calmar sus nervios y mirando hacia atrás. Le preocupaba mucho Henryk y no era tonta como para no deducir que el viejo cazador tenía serios problemas para mantener su lucidez.

Zoba llegó al lugar del enfrentamiento, donde las ondas expansivas que provocaba Argos hacían retroceder a los cazadores que querian herir su vientre, poniéndolos a una buena distancia para que las bendiciones de Kos en su cola hiciesen el efecto deseado.

La furia y los nervios de Gascoigne iban en un aumento sin retorno y le hacían gruñir de enfado y moverse rápidamente. Alfred fue al lado de Zoba en cuánto la vio.

- ¿¡A dónde has ido?! No me des estos sustos... - vio el Romero en sus manos y sonrió - Has tenido una gran idea, cazadora...

- ¡No, no lo pensé yo, fue...!

Tomó el arma de sus manos y la mandó esconderse antes de que le dejaran hablar. Ella retrocedió para ver a la cuervo volver, y detrás de ella Henryk caminando. No tenía fuerzas para luchar, ni siquiera sabía bien donde se encontraba.

Fue a su lado sin que le importase lo que dijese Eileen y le obligó a descansar sobre una roca a salvo de los ojos de Argos. Sacó un poco de agua para refrescar su cuello y frotó su cara helada. Le abrió los ojos un poco para ver que sus pupilas no reaccionaban a la luz. Le obligó a mirarla a los ojos y él, temblorosamente, puso su mano en su mejilla derecha.

- Henryk, descansa... - dijo con una sonrisa - en cuánto salgamos de aquí te sentirás mejor, ya verás...

Micolash se inclinó un poco en su balcón para verles y sonrió con un poco de asco.

- Eso será si sales... - susurró para sí.

El Romero estaba haciendo efecto. El gas venenoso de la herramienta de la Iglesia irritaba los numerosos ojos de gran manera que, al no tener lagrimales los secaba y agrietaba. Argos estaba gorgoteando de una manera muy fuerte pues los cazadores, tapando sus bocas para no inhalarlo, estaban atacando sus alas.

La nueva estrategia de Valtr para derrotar a Argos se estaba llevando a cabo. Era tan sencillo como obligarlo a caer por uno de los barrancos una vez que los ojos se hubiesen secado y perdido el efecto, pero estaba el problema de las alas. Por eso había que cortar y herir las plumas más largas y cortar su vuelo. Así no podría volver, no era seguro que volviese, pero al menos no molestaría.

Micolash, tan concentrado en la conversación que tenía Zoba con Henryk, hizo brillar sus manos al entender lo que tramaban hacerle a su creación.

La cresta de Argos brilló con un chillido de su parte y Una llamada del más allá fue lanzada a los cazadores desde su cabeza. Rompieron su formación para no ser alcanzados.

- ¡Vamos, hay que derribarlo ya! - Valtr miró a los cazadores notando claramente la ausencia de Henryk y lamentándose por no poder ir a socorrerle o al menos preguntar su estado. El problema es que estaba con Zoba, y ella... no le caía muy bien. Era demasiado insolente.

Usaron sus armas afiladas para empujar a Argos hasta el borde de uno de los precipicios mientras este intentaba defenderse dando picotazos y con chirridos poderosos.

Micolash entrecerró los ojos. No quería que los cazadores ganaran la batalla, pero al menos Argos no moriría siendo despeñado, mucho menos en su Pesadilla, porque él no lo querría así. Pero tenía tantas ideas... tantas cosas pensadas desde que se le ocurrió poner esa trampa en la Catedral... desde que vio a la inocente cazadora... le tenía ganas desde la primera vez que la vio y sus encontronazos fueron muy divertidos.

Sus dedos brillaron para intentar cargar otro ataque, pero la pelea abajo terminó cuando un enorme y cabreado Gascoigne recogió una roca del suelo (like gigante lanzarrocas porculero) y la lanzó otra la cabeza del ave, haciendole perder el equilibrio y cayendo de espaldas al vacío con un chillido de dolor y rabia. Rápidamente se perdió entre la niebla.

Los cazadores jadearon apartandose del borde. Una cosa menos de la que preocuparse, por el momento. Vieron por el rabillo del ojo como varios cometas de luz provenían de donde cayó Argos y subían al cielo. Una llamada del más allá, otra vez.

Las luces pasaron de ellos y se dirigieron hacia donde Zoba estaba ayudando a Henryk a levantarse. Alfred soltó su arma y corrió en su defensa.

Zoba miraba con una sonrisita a Henryk. Ella tenía que haber sido enfermera o algo en Yharnam, le pegaba más que cazadora. Henryk pellizcó su mejilla al sentirse mejor y provocarle una risa en respuesta. Estaba tan feliz de que estuviese mejor que no se percató del sonido de las luces corriendo hacia ellos, pues estaba de espaldas.

Pero Henryk si las vio. Sus pupilas se dilataron un poco y la agarró del brazo para lanzarla a un lado, antes de que las numeras luces cayesen sobre él como una lluvia de meteoritos que le envolvió en una nube de polvo. Zoba cayó al suelo rodando sin saber que estaba pasando, y notó las manos de Alfred frenarla y levantarla mientras tosía.

Se acercaron corriendo el resto, Valtr el primero para ver cómo estaba Henryk, pues le había dado el impacto de lleno. El polvo se disipó y apareció Henryk tosiendo y tambaleándose muy confundido.

- ¡Henryk! - Valtr se acercó a él, sin su yelmo.

Él se chocó contra su pecho al acercarse. No dejaba de toser. Valtr le arrancó parte de la ropa que cubría su cara para que respirase mejor.

- Henryk, que te pasa... ¡Dime dónde te duele!

- Señor...Valtr... - dijo con un hilo de voz - no me encuentro muy bien...

- Lo he notado desde hace un rato, ¡pero qué es! ¡Ese golpe te dio de lleno! ¡En qué estabas pensando! ¡Todo porque no hiriesen a esa inepta! - Valtr miró hacia Zoba con rabia.

Henryk se derrumbó en sus brazos y Valtr lo colocó despacio en el suelo. Henryk vomitó un poco de sangre y se agarraba el pecho.

- Henryk, aguanta... ¡Madaras, traed sangre!

- No... no me quiero ir... señor Valtr...*

- ¡Henryk!  - Valtr lo sacudió un poco.

- Lo siento...

Su pecho se volvió de un tono escarlata y empezó a salir sangre de su boca, nariz, ojos y oídos, su mirada se oscureció definitivamente y sus manos cayeron al suelo sin fuerzas para agarrar su pecho.

Valtr se quedó mirando el cuerpo de su camarada mientras su labio inferior temblaba un poco. Los hermanos gemelos se retiraron lentamente con unos frascos de sangre en sus manos que ya no se usarían en él.

La mano temblorosa de su jefe se acercó a su cara para bajar sus párpados despacio, antes de que su cuerpo se desvaneciese en una nube negra que no lo traería de vuelta.

Valtr giró su cabeza despacio hacia la cazadora. Su mirada helada no podía reflejar más rabia, decepción y rencor. Era una mirada cargada de odio puro que la culpabla de todo.

Alfred giró a una impactada Zoba hacia su pecho para evitar que viese a Valtr y la abrazó mientras desafiaba con la mirada al maestro de la Liga.

- Hasta cuándo... Alfred... hasta cuándo vas a seguir teniéndola bajo el ala... hasta cuándo vas a perdonar sin más todos sus errores y osadías...

- No tengo nada que recriminarle - contestó seguro - Ella tenía razón sobre lo que pasaba aquí, gracias a Henryk, y si yo hubiese estado en su lugar, también habría sacrificado mi vida por ella.

Micolash sonreía ampliamente mirando la escena. Estaba lejos, pero lo veía todo con claridad. Veía la cara de miedo y las lágrimas de la cazadora contra el pecho de Alfred, a la cuervo tensa por si tenía que interponerse entre el maestro de la Liga furioso.

- Eso es... - susurró para sí mismo - culpadla... culpadla de todo... hacedla sentir mal... hacedla llorar... - un escalofrío recorrió su cuerpo y sacudió las piernas - ...cazadora... cada nueva vez que te veo me haces sentir cosas nuevas... me has hecho descubrir... que me encanta verte llorar...

Frotó su pierna con una sonrisa de extrema felicidad. Parecía un niño pequeño, y la cazadora era un juguete del que cada vez que lo probaba descubría algo nuevo. Sería muy divertido jugar con ella en esta ocasión.

Un rugido cruzó el aire semejante a un trueno les hizo sobresaltarse a todos. Miraron a sus espaldas despacio. La furia que tapaba tanto dolor, añadido al nuevo dolor de perder a su mejor amigo, había alimentado de sobremanera a la furia de Gascoigne haciendo que su parte no humana saliese a la luz.

Sus manos crecieron, sus espaldas se volvieron más anchas y sus ropas se rompieron y rajaron. Le creció el pelo y su mandíbula se hizo monstruosa. Volvió a rugir al crecer de tamaño y ser finalmente una bestia.

Eileen sacó sus armas y se puso a la defensiva. Un cazador caído en la locura final... debía ser eliminado lo antes posible. Sin importar quién fuese.

Antes de que pudiese hacer nada, Gascoigne empezó a correr a cuatro patas hacia el interior del edificio, destrozando la puerta con una embestida. Micolash silbó.

- Algo me dice que quieres mi cabeza...

Sonrió levantándose y se sacudió. Miró a la cazadora una última vez y empezó a correr por los pasillos. El resto se apresuró a ir tras él, bien por matarlo, bien por pararlo, bien por encontrar a Micolash.

Dentro del edificio, era un laberinto de escaleras, habitaciones y niebla realmente extenso. No podías separarte mucho de alguien o dejabas de verlo. Zoba entró frotándose los ojos detrás de Alfred.

- Escúchame bien - él tomó su llorosa cara entre sus manos, viendo sus ojos con un brillo rosado - no te separes de mí... no morirá nadie más... todo está bien... te protegeré, Zoba...

No era que ella no dudase de sus palabras, pero sabía que con Micolash no todo sería tan fácil. Alfred se arrodilló en el suelo y tomó su mano. Se la llevó a los labios para darle un beso sin dejar de mirarle a los ojos.

- Yo, Alfred, líder de los Ejecutores, te juro, Zoba, joven cazadora de corazón amable, amart... - se aclaró la garganta - protegerte y cuidarte fielmente, hasta que...

Una marioneta se manifestó a su lado y empezó a golpear la cabeza de Alfred como si tuviese una pataleta de niño pequeño. Claramente Micolash no quería que él terminase su cursi juramento de caballero anticuado. Alfred se deshizo de él con un golpe de su arma.

- Molestos esbirros... vámonos, Zoba... - tendió su mano caballerosamente y Zoba la tomó tristemente.

Empezaron a caminar juntos buscando a los demás entre esos laberintos de niebla desde los cuáles Micolash los tenía vigilados a todos, y tenía que idear algo para que se separasen esos dos. Micolash no quería a ningún hombre cerca de la cazadora. La quería para él.

Zoba caminaba siendo tirada suavemente de la mano por Alfred. No podía quitarse de la cabeza la imagen de Henryk desapareciendo en el suelo, seguida de la mirada de odio de Valtr. Sería una pesadilla que la acompañaría siempre y pedir perdón... Sería hasta ofensivo. Pero claro, es difícil entender su dolor, o no, tal vez. El dolor de esforzarte... y cagarla siempre... ganarte la decepción de todos... y de saber que ya no te miran como antes.

Sumida en sus pensamientos, no notó la niebla moverse a su alrededor mientras Alfred estaba concentrado intentando reconocer si habían pasado por un pasillo ya o no, y se les dio el cambiazo.

Mientras, el resto de cazadores caminaban en solitario, menos Gascoigne, que iba corriendo golpeando las estanterías y destruyendo enemigos. Se escuchaba desde lejos.

Zoba volteó la cabeza al escuchar su rugido lleno de rabia y al volver a la vista al frente, había una marioneta sujetando su brazo en vez de Alfred, la cuál si hubiese tenido cejas, las hubiese subido y bajado seductoramente.

Ella le clavó el hacha en la cabeza con un chillido retirando la mano. Miró alrededor y se encontró sola en una pequeña sala elevada. No podía continuar porque había un precipicio por donde necesitaría un puente, así que fue por un pequeño camino, bajó unas escaleras y encontró un gran agujero en el suelo. ¿Estaría bien bajar por ahí?

La cazadora buscó una escalerilla o algo para bajar sin hacerse daño, pero sólo quedaba la opción de caer de pie. A lo mejor, si clavaba su hacha en una rendija, podría descolgarse...

Mientras pensaba en qué hacer, entre la niebla de sus espaldas, apareció una sombra caminando lenta y silenciosamente. Con la presencia oculta y confiado de que esa niñata no le detectaría, los ojos del maestro de la Liga se llenaron de rencor y venganza al verla sola y indefensa al borde de un agujero.

Agarró su báculo con cuidado y lo levantó por encima de su cabeza cuando se puso a sus espaldas, y antes de que la cazadora detectara algo, le atizó un golpe en la nuca que hizo que soltase su hacha y cayese hacia el agujero desmayada.

Alfred la estaba buscando llamándola por su nombre, pues en su brazo apareció otra marioneta que le puso morritos pidiendo un beso burlonamente cuando se percató del cambiazo. Todos perdidos y solos... en la Pesadilla de Menfis... envueltos en pasillos de niebla... y con brotes de enfrentamientos internos en el grupo llevados a cabo por la furia, el rencor y la vengaza.

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Bueno, aquí el segundo capítulo, queridos míos, empiezan a venir bajas de personajes, ¿Quién diría que sería él el primero?

Su muerte ha desencadenado una serie de opciones a tener en cuenta: la forma bestia de Gascoigne, el que Eileen quiera matarle ahora antes de que ataque a los cazadores, que de momento sólo quiere ir a por Micolash, y que Valtr culpe de todo a nuestra pequeña protagonista.

Además tenemos a nuestro Micolash acechando a la joven cazadora, ¿Que pasará si se encuentran y están... solos?

Os lo contaré prontito 😘


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