6 | la madriguera

the burrow


Harry soño que lo exibihan en un zoologico dentro de una jaula con un letrero que decía «Mago menor de edad»

Por entre los barrotes, la gente lo miraba con ojos asombrados mientras él yacía, débil y hambriento, sobre un jergón. Entre la multitud veía el rostro de Dobby y le pedía ayuda a voces, pero Dobby se excusaba diciendo: «Harry Potter está seguro en este lugar, señor», y desaparecía. Luego llegaban los Dursley, y Dudley repiqueteaba los barrotesde la jaula, riéndose de él. 

—¡Para! —dijo Harry, sintiendo el golpeteo en su dolorida cabeza—.Déjame en paz... Basta ya..., estoy intentando dormir...  

Abrió los ojos. La luz de la luna brillaba por entre los barrotes de la ventana. Y dos personas, con los ojos muy abiertos, lo miraban tras la reja: dos personas flacuchas, con la cara llena de pecas y el pelo rojo. 

Olive y Ron Weasley estaban afuera de la ventana

—¡Ron!¡Olive! —exclamó Harry, encaramándose a la ventana y abriéndola para poder hablar a través de la reja—. ¿Cómo han logrado...? ¿Qué...? 

 Ron sacaba la cabeza por la ventanilla trasera de un viejo coche de color azul turquesa que estaba detenido en el aire y Olive le sonreia desde el asiento del conductor. Fred y George lo saludaban cada uno al lado de sus hermanos.

—¿Todo tranquilo, Harry? - le pregunto Olive. 

—¿Qué ha pasado? —preguntó Ron—. ¿Por qué no has contestado a mis cartas? Te he pedido unas doce veces que vinieras a mi casa a pasar unos días, y luego mi padre vino un día diciendo que te habían enviado un apercibimiento oficial por utilizar la magia delante de los muggles. 

—No fui yo. Pero ¿cómo se enteró? 

—Trabaja en el Ministerio —contestó Ron.

— Sabes que no podemos hacer ningún conjuro fuera del colegio - siguio Olive sonriendo divertida.

- Miren, pueden decir en Hogwarts que los Dursley me tienen encerrado y que no podré volver al colegio, y está claro que no puedo utilizar la magia para escapar de aquí, porque el ministro pensaría que es la segunda vez que utilizo conjuros en tres días, de forma que... 

—Deja de decir estupideces, Harry —dijo Olive—. ¿Crees que vinimos solo para reclamarte que no contestaste nuestras cartas? Vinimos para secuestrarte.

—Pero tampoco pueden utilizar la magia para sacarme... 

—No la necesitamos —repuso Ron, señalando con la cabeza hacia los gemelos y sonriendo—. Recuerda a quién trajimos con nosotros.  

—Ata esto a la reja —dijo Fred, arrojándole un cabo de cuerda.

—Si los Dursley se despiertan, me matan —comentó Harry, atando la soga a uno de los barrotes. Olive aceleró el coche. 

— Yo te matare si no dejas de quejarte—dijo Livvie— y muevete. 

 El coche aceleró más y más, y de pronto, con un sonoro crujido, la reja se desprendió limpiamente de la ventana mientras el coche salía volando hacia el cielo. Harry corrió a la ventana y vio que la reja había quedado colgando a sólo un metro del suelo. Entonces Ron fue recogiendo la cuerda hasta que tuvo la reja dentro del coche. Harry escuchó preocupado, pero no oyó ningún sonido que proviniera del dormitorio de los Dursley. 

Después de que Ron dejara la reja en el asiento trasero, a su lado, Olive dio marcha atrás para acercarse tanto como pudo a la ventana de Harry. 

—Entra —dijo Ron. 

Harry recogio sus cosas y con ayuda de los gemelos las guardaron en el auto.

Pero al subir al alféizar de la ventana, Harry oyó un potente chillido detrás de él, seguido por la atronadora voz de tío Vernon.

—¡ESA MALDITA LECHUZA! 

—¡Me olvidaba de Hedwig! 

- Pero que grandioso dueño... - murmuro sarcasticamente la pelirroja.

Harry cruzó a toda velocidad la habitación al tiempo que se encendía la luz del rellano. Cogió la jaula de Hedwig, volvió velozmente a la ventana, y se la pasó a Ron. Harry estaba subiendo al alféizar cuando tío Vernon aporreó la puerta, y ésta se abrió de par en par. 

Durante una fracción de segundo, tío Vernon se quedó inmóvil en la puerta; luego soltó un mugido como el de un toro furioso y, abalanzándose sobre Harry, lo agarró por un tobillo.  

- ¡Es enorme! - chillo la chica.

Ron, Olive, Fred y George lo agarraron a su vez por los brazos, y tiraban de él todo lo que podían. 

—¡Petunia! —bramó tío Vernon—. ¡Se escapa! ¡SE ESCAPA!  

Pero los Weasley tiraron con más fuerza, y el tío Vernon tuvo que soltar la pierna de Harry. Tan pronto como éste se encontró dentro del coche y hubo cerrado la puerta con un portazo, gritó Ron:  

—¡Oli, aprieta el acelerador! 

Y el coche salió disparado en dirección a la luna. Harry no podía creérselo:estaba libre. Bajó la ventanilla y, con el aire azotándole los cabellos, volvió la vista para ver alejarse los tejados de Privet Drive. Tío Vernon, tía Petunia y Dudley estaban asomados a la ventana de Harry, alucinados.

—¡Hasta el próximo verano! —gritó Harry. 

Los Weasley se rieron a carcajadas, y Harry se recostó en el asiento, con una sonrisa de oreja a oreja. 

—Entonces, Harry, ¿por qué...? —preguntó Ron impaciente—. ¿Qué es lo que ha ocurrido?  

Harry les explicó lo de Dobby, la advertencia que le había hecho y el desastre del pudín de violetas. Cuando terminó, hubo un silencio prolongado. 

—Muy sospechoso —dijo finalmente Fred.  

—Me huele mal —corroboro George.

- Ese es Ron- opinó Olive. Ron le propinó un manotazo en la cabeza y George continuó:

- ¿Así que ni siquiera te dijo quién estaba detrás de todo? 

—Creo que no podía —dijo Harry—, les dije que cada vez que estaba a punto de irse de la lengua, empezaba a darse golpes contra la pared. 

Vio que Fred y George se miraban. 

—¿Creen que me estaba mintiendo? —preguntó Harry  

—Bueno —repuso Fred—, tengamos en cuenta que los elfos domésticos tienen mucho poder mágico, pero normalmente no lo pueden utilizar sin el permiso de sus amos. Me da la impresión de que enviaron al viejo Dobby para impedirte que regresaras a Hogwarts. Una especie de broma. ¿Hay alguien en el colegio que tenga algo contra ti? 

—Sí —respondieron los tres menores al unísono.

—Draco Malfoy —dijo Olive con repugnancia—. Lo odia. 

—¿Draco Malfoy? —dijo George, volviéndose—. ¿No es el hijo de Lucius Malfoy?

—Supongo que sí, porque no es un apellido muy común —contestó Harry—. ¿Por qué lo preguntas? 

—He oído a mi padre hablar mucho de él —dijo George—. Fue un destacado partidario de Quien-tú-sabes. 

—Y cuando desapareció Quien-tú-sabes —dijo Fred, estirando el cuello para hablar con Harry—, Lucius Malfoy regresó negándolo todo. Mentiras... Mi padre piensa que él pertenecía al círculo más próximo a Quien-tú-sabes. 

Harry ya había oído estos rumores sobre la familia de Malfoy, y no le habían sorprendido en absoluto. En comparación con Malfoy, Dudley Dursley era un muchacho bondadoso, amable y sensible. 

—No sé si los Malfoy poseerán un elfo —dijo Harry. 

—Bueno, sea quien sea, tiene que tratarse de una familia de magos de larga tradición, y tienen que ser ricos —observó Fred. 

—De cualquier manera, estoy muy contento de que hayamos podido rescatarte —dijo Ron—. Me estaba preocupando que no respondieras a mis cartas. Al principio le echaba la culpa a Errol... 

—¿Quién es Errol?  

—Nuestra lechuza macho. Pero está viejo. No sería la primera vez que le da un colapso al hacer una entrega. Así que intenté pedirle a Percy que me prestara a Hermes... Pero Percy no me la quiso prestar, dijo que la necesitaba.

—Este verano, Percy se está comportando de forma muy rara —dijo George, frunciendo el entrecejo—. Ha estado enviando montones de cartas y pasando muchísimo tiempo encerrado en su habitación... No puede uno estar todo el día sacando brillo a la insignia de prefecto. —añadió, señalando un indicador en el salpicadero. 

- Seguro que se consiguio una novia ciega y sorda que lo quiera - dijo Olive. Todos rieron.

- ¿Su padre sabe que se llevaron el auto?-

—Esto..., no —contestó Ron—, esta noche tenía que trabajar. Espero que podamos dejarlo en el garaje sin que nuestra madre se dé cuenta de que nos lo llevamos. 

—¿Qué hace su padre en el Ministerio de Magia? 

—Trabaja en el departamento más aburrido —contestó Ron—: el Departamento Contra el Uso Incorrecto de los Objetos Muggles. 

- ¡Ey, a mi me encantan las cosas muggles! - exclamo Olive.

- Si, pero es distinto, tu eres rara - le contesto Ron.

—¿El qué? - Harry se adelanto antes de que se pusieran a pelear.

—Se trata de cosas que han sido fabricadas por los muggles pero que alguien las encanta, y que terminan de nuevo en una casa o una tienda muggle. Por ejemplo, el año pasado murió una bruja vieja, y vendieron su juego de té a un anticuario. Una mujer muggle lo compró, se lo llevó a su casa e intentó servir el té a sus amigos. Fue una pesadilla. Nuestro padre tuvo que trabajar horas extras durante varías semanas. 

—Ahí está la carretera principal —dijo George, mirando hacia abajo através del parabrisas—. Llegaremos dentro de diez minutos... Menos mal,porque se está haciendo de día. 

- Aproposito, Liv - dijo Harry - ¿cuando aprendiste a manejar?

- No lo hice - contesto despreocupadamente.

. . .

—¡Aterrizamos! —exclamó Fred cuando, con una ligera sacudida, tomaron contacto con el suelo. Aterrizaron junto a un garaje en ruinas en un pequeño corral, y Harry vio por vez primera la casa de Ron y Olive.

Parecía como si en otro tiempo hubiera sido una gran pocilga de piedra,pero aquí y allá habían ido añadiendo tantas habitaciones que ahora la casa tenía varios pisos de altura y estaba tan torcida que parecía sostenerse en pie por arte de magia, y Harry sospechó que así era probablemente. Cuatro o cinco chimeneas coronaban el tejado. Cerca de la entrada, clavado en el suelo, había un letrero torcido que decía «La Madriguera». En torno a la puerta principal había un revoltijo de botas de goma y un caldero muy oxidado. Varias gallinas gordas de color marrón picoteaban a sus anchas por el corral.

—No es gran cosa. 

—Es una maravilla.

—Ahora tenemos que subir las escaleras sin hacer el menor ruido —advirtió Fred—, y esperar a que mamá nos llame para el desayuno. Entonces tú, Ron, bajarás las escaleras dando saltos y diciendo: «¡Mamá, mira quién ha llegado esta noche!» Ella se pondrá muy contenta, y nadie tendrá que saber que hemos cogido el coche.

—Bien —dijo Ron—. Vamos, Harry, yo duermo en el... 

De repente, Ron se puso de un color verdoso muy feo y clavó los ojos en la casa. Los otros cuatro se dieron la vuelta. 

La señora Weasley iba por el corral espantando a las gallinas, y para tratarse de una mujer pequeña, rolliza y de rostro bondadoso, era sorprendente lo que podía parecerse a un tigre de enormes colmillos.  

—¡Ah! —musitó Fred.  

—¡Dios mío! —exclamó George.  

- ¡Por la tanga de Merlin! - murmuro espantada Olive.

La señora Weasley se paró delante de ellos, con las manos en las caderas,y paseó la mirada de uno a otro. Llevaba un delantal estampado de cuyo bolsillo sobresalía una varita mágica. 

—Así que... —dijo. 

—Buenos días, mamá —saludó George, poniendo lo que él consideraba que era una voz alegre y encantadora. 

—¿Tienen idea de lo preocupada que he estado? —preguntó la señora Weasley en un tono aterrador. 

—Perdona, mamá, pero es que, mira, teníamos que... 

—¡Las camas vacías! ¡Ni una nota! El coche no estaba..., podrian haber tenido un accidente... Creía que me volvía loca, pero no les importa, ¿verdad?...Nunca, en toda mi vida... Ya veran cuando llegue a casa vuestro padre, un disgusto como éste nunca me lo dieron Bill, ni Charlie, ni Percy... 

—Percy, el prefecto perfecto —murmuró Olive. 

—¡PUES PODRÍAS SEGUIR SU EJEMPLO! —gritó la señora Weasley, dandole golpecitos en la frente—. Podrian haberse matado o podría haberlos visto alguien, y su padre haberse quedado sin trabajo por su culpa... ¡Y Olive, debes darle el ejemplo a Ginny, ¿que pensara de su hermana mayor?!

- ¿Qué soy asombrosa?- arriesgó ella en voz baja. Se calló rápidamente al ver el rostro de su madre.

La señora Weasley enrojeció de tanto gritar y luego se plantó delante de Harry, que retrocedió asustado. 

—Me alegro de verte, Harry, cielo —dijo—. Pasa a desayunar. 

La señora Weasley se encaminó hacia la casa y Harry la siguió, después de dirigir una mirada azorada a sus mejores amigos, que le respondieron animándolo con un gesto de la cabeza. 

La señora Weasley preparaba el desayuno sin poner demasiada atención en lo que hacía, y en el rato que tardó en freír las salchichas echó unas cuantas miradas de desaprobación a sus hijos. De vez en cuando murmuraba:«cómo se les pudo ocurrir» o «nunca lo hubiera creído». 

—Tú no tienes la culpa, cielo —aseguró a Harry, echándole en el plato ocho o nueve salchichas—. Arthur y yo también hemos estado muy preocupados por ti. Anoche mismo estuvimos comentando que si los chicos seguían sin tener noticias tuyas el viernes, iríamos a buscarte para traerte aquí. Pero —dijo mientras le servía tres huevos fritos— cualquiera podría haberlos visto atravesar medio país volando en ese coche e infringiendo la ley.. 

—¡Muchos muggles tienen miopía, mamá!¡Y estaba nublado! —dijo Olive. 

—¡No hables mientras comes! —le interrumpió la señora Weasley.  

—¡Lo estaban matando de hambre, mamá! —dijo George.  

—¡Cállate tú también! —atajó la señora Weasley, pero cuando se puso a cortar unas rebanadas de pan para Harry y a untarlas con mantequilla, la expresión se le enterneció. 

En aquel momento apareció en la cocina una personita bajita y pelirroja,que llevaba puesto un largo camisón y que, dando un grito, se volvió corriendo. 

- Es Ginny —dijo Ron a Harry en voz baja—, mi hermana. Se ha pasado el verano hablando de ti. 

—Sí, debe de estar esperando que le firmes un autógrafo, Harry —dijo Fred con una sonrisa.

- Está enamorada de ti desde que te vio en King Cross - dijo Olive pero se dio cuenta de que su madre la miraba y hundió la vista en el plato sin decir ni una palabra más. 

No volvieron a hablar hasta que hubieron terminado todo lo que tenían en el plato, lo que les llevó poquísimo tiempo.

—Estoy que reviento —dijo Fred, bostezando y dejando finalmente el cuchillo y el tenedor—. Creo que me iré a la cama y.. 

—De eso nada —interrumpió la señora Weasley—. Si te has pasado toda la noche por ahí, ha sido culpa tuya. Así que ahora vete a desgnomizar el jardín, que los gnomos se están volviendo a desmadrar. 

—Pero, mamá... 

—Y ustedes tres, vayan con él —dijo ella, mirando a Ron, Olive y George—. Tú sí puedes irte a la cama, cielo —dijo a Harry—. Tú no les pediste que te llevaran volando en ese maldito coche. 

- Ayudaré, nunca he presenciado una desgnomización. 

—Eres muy amable, cielo.

- Lamebotas - murmuro Olive, y Fred soltó una risita.

- Pero es un trabajo aburrido —siguió la señora Weasley—. Pero veamos lo que Lockhart dice sobre el particular. 

Y cogió un pesado volumen de la repisa de la chimenea. George se quejó. 

—Mamá, ya sabemos desgnomizar un jardín.  

—Es muy bueno —dijo ella—, conoce al dedillo todas las plagas del hogar,es un libro estupendo... 

—A mamá le gusta —dijo Fred, en voz baja pero bastante audible. 

—No digas tonterías, Fred —dijo la señora Weasley, ruborizándose—. Muy bien, si crees que sabes más que Lockhart, ponte ya a ello; pero ¡ay de ti si queda un solo gnomo en el jardín cuando yo salga! 

—Los muggles también tienen gnomos en sus jardines, ¿sabes? —dijo Harry a Ron mientras atravesaban el césped. 

—Sí, ya he visto esas cosas que ellos piensan que son gnomos —dijo Ron,inclinándose sobre una mata de peonías—. Como una especie de papás Noel gorditos con cañas de pescar... 

—Eso es un gnomo - Ron señalo a Olive a lo lejos, que estaba levantando un gnomo.

—¡Suéltame! ¡Suéltame! —chillaba el gnomo.  

- ¡Callate, estupido gnomo!¡Sé mi sumisa! - grito la pelirroja como si fuera un grito de guerra y los gemelos se carcajeaban.

En aquel momento se oyó la puerta principal de la casa. 

—¡Ya llegó! —dijo George—. ¡Papá está en casa!  

El señor Weasley estaba sentado en una silla de la cocina, con las gafas quitadas y los ojos cerrados. Era un hombre delgado, bastante calvo, pero el escaso pelo que le quedaba era tan rojo como el de sus hijos. Llevaba una larga túnica verde polvorienta y estropeada de viajar. 

—¡Qué noche! —farfulló, cogiendo la tetera mientras los muchachos se sentaban a su alrededor—. Nueve redadas. ¡Nueve! Y el viejo Mundungus Fletcher intentó hacerme un maleficio cuando le volví la espalda. 

- Yo en primer año intente hacerle lo mismo a Malfoy, pero no resulto muy... - Olive dejo de hablar al ver la mirada inquisitora de Molly - ...mejor me callo.

—¿Encontraste algo, papá? —preguntó Fred rapidamente en un intento de ayudar a su hermana. 

—Sólo unas llaves que merman y una tetera que muerde —respondió el señor Weasley en un bostezo—. Han ocurrido, sin embargo, algunas cosas bastante feas que no afectaban a mi departamento. A Mortlake lo sacaron para interrogarle sobre unos hurones muy raros, pero eso incumbe al Comité de Encantamientos Experimentales, gracias a Dios.  

—¿Para qué sirve que unas llaves encojan? —preguntó George. 

—Para atormentar a los muggles —suspiró el señor Weasley—. Se les vende una llave que merma hasta hacerse diminuta para que no la puedan encontrar nunca cuando la necesitan... Naturalmente, es muy difícil dar con el culpable porque ningún muggle quiere admitir que sus llaves merman; siempre insisten en que las han perdido. ¡Jesús! No sé de lo que serían capaces para negar la existencia de la magia, aunque la tuvieran delante de los ojos... Pero no se creen las cosas que a nuestra gente le ha dado por encantar... 

—¿COMO COCHES, POR EJEMPLO? 

La señora Weasley estaba blandiendo un atizador como si fuera una espada. El señor Weasley abrió los ojos de golpe y dirigió a su mujer una mirada de culpabilidad. 

—¿Co-coches, Molly cielo?  

- Sí, Arthur, coches —dijo la señora Weasley, con los ojos brillándole—.Imagínate que un mago se compra un viejo coche oxidado y le dice a su mujer que quiere llevárselo para ver cómo funciona, cuando en realidad lo está encantando para que vuele. 

—Bueno, querida, creo que estarás de acuerdo conmigo en que no hizo nada en contra de la ley, aunque quizá debería haberle dicho la verdad a su mujer... Verás, existe una laguna jurídica... siempre y cuando él no utilice el coche para volar. El hecho de que el coche pueda volar no constituye en sí... 

—¡Señor Weasley ya se encargó personalmente de que existiera una laguna jurídica cuando usted redactó esa ley! —gritó la señora Weasley—.¡Sólo para poder seguir jugando con todos esos cachivaches muggles que tienes en el cobertizo! ¡Y; para que lo sepas, Harry llego esta mañana en ese coche en el que tú no volaste! 

—¿Harry? —dijo el señor Weasley mirando a su esposa sin comprender—.¿Qué Harry?  

Al darse la vuelta, vio a Harry y se sobresaltó.  

—¡Dios mío! ¿Es Harry Potter? Encantado de conocerte. Ron y Olive nos hablaron mucho de ti... 

—¡Esta noche, tus hijos fueron volando en el coche hasta la casa de Harry y volvieron! —gritó la señora Weasley—. ¿No tienes nada que comentar al respecto? 

—¿Es verdad que hicieron eso? —preguntó el señor Weasley, nervioso.

- ¡Fue increíble, papá!¡Yo maneje el auto y todo!... se me desvió un par de veces pero fue GENIAL. La mejor experiencia de mi vida... despues de pelear contra Voldemort, claro... y... - Olive estaba hablando demasiado rápido.

- ¡Olive! - dijo la señora Weasley.

- ¿Fue bien la cosa? Qui-quiero decir —titubeó Arthur, al ver que su esposa echaba chispas por los ojos—, que eso ha estado muy mal, muchachos, pero que muy mal... 

—Dejémosles que lo arreglen entre ellos —dijo Ron a Harry en voz baja, al ver que su madre estaba a punto de estallar—. Venga, quiero enseñarte mi habitación. Olive recibira la reprimenda de su vida.

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