[Jus2] Impostor

20/10/2021

Jae Beom se está comportando diferente. YuGyeom sabe que este Jae Beom no es el verdadero.

~Jae Beom x YuGyeom

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Este problema comenzó unas semanas antes, cuando se dio cuenta de que en su casa había entrado un impostor. Primero vio que las llaves fueron dejadas en la mesa descuidadamente, siendo que su lugar asignado era dentro de un cuenco de cerámica que compró el mismo año de la mudanza. No se alarmó al instante, sólo le pareció un poco extraño, ya que tanto él como su pareja seguían al pie de la letra las reglas que ambos impusieron al cambiarse de locación. Debido al dinero que ahorraron y los recientes ascensos en aquél entonces, ellos optaron por salir del pequeño departamento y quedarse en una casa mucho más amplia con un jardín y pórtico incluidos.

La vista era linda, tenía ventanas amplias, habitaciones espaciosas y puertas talladas de madera fina. Como él prefería el silencio optaba por dejar todas las puertas cerradas y sólo un par de ventanas abiertas, únicamente si se encontraba en la misma recámara. A YuGyeom le gustan las cosas bien ordenadas y limpias, es por eso que no toleraba que las puertas se quedaran de par en par o sin el seguro puesto.

Esa fue la segunda cosa de la que se percató. No creía posible que el seguro se quitara sólo, así que alguien debía estar haciéndolo. Luego de las llaves y el seguro fueron los adornos sobre la chimenea, los marcos de las fotos intercalados y los libros que aparecían por cualquier parte o en el estante sin que estos estuvieran en orden alfabético. Con tanta presión en el trabajo no había encontrado un momento adecuado para hablarlo con Jae Beom, el hombre mayor era médico mientras que YuGyeom un detective, sus horarios no cuadraban la mayoría de las veces y cuando se cruzaban tendían simplemente a comer y luego dormir juntos. Un día, antes de salir rumbo al trabajo, escuchó el pórtico cerrarse, lo que indicaba que Jae Beom había llegado recién. Convencido a hacerle saber de los inusuales acontecimientos en la casa, YuGyeom lo esperó sentado en el sofá.

La puerta se abrió y el doctor entró soltando un suspiro, aliviado de estar por fin en casa.

—Hola, Gyeom. ¿Tienes el día libre?

El menor de cabellera rubia observó extrañado a su pareja. Había cerrado la puerta e ido a desparramarse a su lado mientras se frotaba los ojos somnolientos.

No puso el seguro. Las llaves las había dejado a un lado del cuenco y su maletín... ¡lo tiró al suelo una vez que tomó asiento! Entre todas las cosas raras que estuvo descubriendo, esa fue sin lugar a dudas la más inquietante de todas. Jae Beom jamás dejaría el maletín sobre la alfombra, siempre lo colocaba sobre la mesa o lo llevaba directamente a la habitación que compartían.

—¿Te sucede algo?— el mayor le preguntó al ver que se había quedado mirándolo pero sin emitir una respuesta.

—Tú... no colocaste el seguro a la puerta.

—Oh, fue un descuido, corazón. Este estrés me tiene en las nubes.

YuGyeom pensó: Jae Beom jamás cometería un descuido. Se caracterizaba por ser muy prolijo, como a él le gustaba que se hicieran las cosas.

—Debo irme, llego tarde.

—Ten un lindo día.— luego de darle un beso en la frente, Jae Boem se puso de pie y YuGyeom salió de la casa.

No pudo dejar de pensar en eso todo el día, tarde y noche. Bien, el hombre podía cometer un descuido, pero la cuestión aquí era que los sucesos habían estado ocurriendo desde semanas atrás, por lo que no solo había sido un simple descuido causado por el estrés. No para él.

No mencionó nada sobre aquello, trató de ignorar las cosas que aparecían fuera de lugar y cómo cada vez se agregaban más; las macetas en la entrada tampoco estaban alineadas, los trastes fueron dejados en el lavavajillas y no en la alacena. De repente todo comenzó a estar fuera de lugar, pero lo peor de todo fue ver las puertas abiertas.

Sentía como si le estuvieran mirando ojos ajenos en toda la casa.

YuGyeom decidió contárselo a su amigo Kunpimook cuando este pasó a visitarlo fugazmente. También era médico y trabajaba en el mismo hospital que su pareja.

—¿Crees que la casa está encantada o algo?

—No seas ridículo.

—¿Entonces qué?

—Creo que Jae Beom ha estado moviendo todo.

—¿Por qué haría eso?— dijo con el entrecejo fruncido. —Él sabe perfectamente que eso te saca de quicio.

—Bueno, él ha estado un poco distraído últimamente.

—Mira, YuGyeom. Sus horarios fueron cambiados recién, intenta hacer turnos de 32 horas sin perder la cabeza, amigo. Sabes que no lo haría adrede, él no es así.

Exacto. Él no era así.

—Pero me preocupa.

—Habla con él. De todas maneras es cuestión de tiempo para que deje de tener la cabeza entre la nubes.

YuGyeom se dijo que al menos debía mencionarlo, si no lo hacía no habría manera de descubrir la verdad. Sin embargo, cuando fue a buscarlo en la habitación le vio remover las cosas en el baño sin importar si las desacomodaba o no, y cuando Jae Beom tomó la cuchilla que pertenecía exclusivamente a YuGyeom, se alarmó por completo.

Jae Beom jamás tocaría sus cosas sin permiso, mucho menos la cuchilla de hojas dobles.

Con la voz titubeante al fin se atrevió a hablarle. —¿Qué-qué te ocurre, Jae Beom?

—¿A qué te refieres, cariño?

Lo siguió con la mirada analizando lo que iba a hacer a continuación. Simplemente salió del baño con paso perezoso, otra vez sin cerrar la puerta, se lanzó a la cama tirando una almohada en el proceso, el debía bajar las cortinas porque se supone que la claridad del día no le deja dormir. No lo hizo.

Con los nervios al cien, YuGyeom dudó varios segundos al entrar.

—¿Qué te pasa?

—No te entiendo, YuGyeom.

—Tú estás... diferente

No le puso seguro a las puertas, dejó las llaves sobre cualquier lado, el maletín en el suelo, los libros por doquier y tomó la cuchilla sin importarle lo que él pensaría, e hizo todo aquello porque este hombre no era Jae Beom.

Este hombre sobre su cama que le miraba expectante no era su pareja. Era alguien más.

Un impostor.

Cuando esa palabra atravesó su mente no pudo dejar de escuchar el eco que se lo repetía sin cesar.

Impostor.

Impostor.

Fue como si su corazón cayera desde mil metros de altura. Podía sentir el frenesí en su interior, tan fuerte que era doloroso. Tenía tantas ganas de gritar y llorar. ¿Qué había hecho este hombre con Jae Beom?

—¿Te sientes bien? Luces pálido, ven, acuéstate conmigo y veremos...

—¡No! ¡No quiero!— el impostor le miró sin entender. Desde luego que él nunca iba a revelar su posición como un intruso en su casa. Aquí lo tenía todo, disfrutaba cómodamente la vida que suplantó de su verdadera pareja.

—¿Qué tienes?

El hombre hizo el intento de tomarle las manos, pero YuGyeom fue más rápido y retrocedió para correr a encerrarse al baño.

—¡Vete! ¡Sal de aquí!

—Abre la puerta, cariño. Por favor.

—¡No! No lo haré hasta que te vayas.

El rubio se deslizó hasta el suelo y dejó de restringir sus emociones. Tenía miedo, estaba triste aunque también enojado, todo eso al mismo tiempo lo tenía prácticamente hiperventilando.

—Explícame, ¿qué pasa?— le preguntó el desconocido con preocupación.

—Tú... No eres tú. ¡No eres Jae Beom!

—YuGyeom, escúchame. Respira profundo varias veces, ¿si? Nosotros podremos aclarar esto.

—No quiero hablar contigo. ¡He dicho que te vayas!

—Está bien, está bien. No estaré más en la habitación. Sólo respira profundo y despacio.

Luego de eso hubo silencio durante un largo, largo rato. No iba a cometer la estupidez de salir en pleno día, el hombre seguro que podría verlo enseguida, fue por eso que esperó hasta que cayó la noche y con gran sigilo salió del baño mirando hacia todas partes.

El lugar estaba vacío. El intruso se había ido. YuGyeom se sentó en la cama y se quedó observando a la nada mientras su mente trabajaba a gran velocidad. Trataba de recordar algo que le indicara cuándo fue la última vez que había visto a Jae Beom, el verdadero. Repasaba cada detalle en busca de algo, pero no halló nada. ¿Entonces cómo había entrado ese tipo? Y lo más importante, ¿dónde estaba Jae Beom?

YuGyeom se sorprendió por el ligero toque en su hombro. Oh, por Dios. ¡Seguía dentro de la casa!

—Está bien, YuGyeom. Ya pasó.

Él se quedó quieto y dejó que los brazos ajenos lo rodearan. La cálida respiración del impostor sobre su cuello le causaba escalofríos, quería salir corriendo de ahí, pero no iba a permitir que el impostor ganara. Tenía que averiguar dónde estaba su pareja, es por eso que se obligó a permanecer firme hasta descubrir la verdad.

—Lo siento.— dijo con voz apagada de tanto haber llorado. —No sé qué me pasó, no quería gritarte.

—Olvídalo, Gyeom. Ya no hablemos de esto. Mejor acuéstate, debes estar cansado.

El supuesto médico le acarició los cabellos y susurró palabras de amor que le supieron amargas, porque él no tenía derecho de decir te amo si lo estaba fingiendo para salvar su pellejo. No durmió esa noche, ni la siguiente, ni siquiera una semana después. ¿Cómo podría?

El amor de su vida estaba desaparecido, probablemente necesitaba de su ayuda. Durmiendo no conseguiría nada, necesitaba idear un plan que fuera perfecto si quería echar al intruso de una vez por todas, pero los planes bien elaborados llevaban su tiempo. Hacer como si nada hubiera ocurrido resultó a su favor mientras continuaba pensando cómo salir de aquello. El extraño no parecía saber que YuGyeom descubrió su secreto, o al menos creyó que había olvidado lo ocurrido. Al principio estuvo echándole una mirada desconfiada, seguramente esperando que volviera a gritale en la cara. Prácticamente obligó a YuGyeom a ir con un terapeuta, pero obviamente no se atrevió a decir nada de lo que estaba pasando. El pelinegro y el terapeuta estaban aliados. Supuso que ninguno encontró indicios de que hiciera un nuevo escándalo, fue por eso que la presión sobre él dejó de ser tanta.

Por recomendaciones del terapeuta se tomó un tiempo libre, por lo que ya no se levantaba temprano para ir al trabajo, ahora lo hacía para idear un plan que pudiera beneficiarle. Decirle a BamBam u otra persona quedaba descartado, nadie podría notar que a pesar de lucir y oírse con el doctor Lim, no se trataba del verdadero. YuGyeom no supo cómo le hizo para verse tan semejante, incluso el tono de su voz, las palabras que empleaba y sus acciones les haría creer a todos que el loco aquí era él, a pesar de que el demente era aquél hombre que portaba una máscara y se hacía llamar el amor de su vida.

YuGyeom no lo soportó más.

Una tarde mientras Kunpimook los acompañaba, decidió que era hora de ponerle un fin. Tal vez si lo enfrentaba en presencia de su amigo se vería obligado a revelar todo, y con ello el paradero de Jae Beom. Esperó pacientemente hasta hacerlo sentir a gusto, con la guardia baja.

—¿Necesitas ayuda con eso?— el pelinegro le preguntó refiriéndose a las verduras que se encontraba picando para agregarle a la ensalada. Por su parte el tailandés estaba afuera haciendo un enorme intento para encender la parrilla.

El farsante nuevamente se dio el lujo de llevar las asquerosas manos a su cintura mientras le hacía cariños que siempre hicieron reír a YuGyeom. No en esta ocasión. ¡Era un impostor! ¿Cómo se atrevía a darle besitos a lo largo de cuello y mejillas como si fueran verdaderos amantes?

¡Ellos no son nada!

—¿Dónde está Jae Beom?

Había lanzado la pregunta sin nada de titubeos esta vez. Estaba totalmente decidido a terminar esta mala escena de la obra.

—¿De qué hablas, Gyeomie? Aquí estoy.

El desconocido no hizo más que sonreír y continuar con sus absurdos juegos de amor fingido.

—Ya basta. Hablo en serio. ¿Dónde está?

Sintió al hombre tensarse por el tono firme que usó. YuGyeom nunca le habló a Jae Beom de esa manera, pero este hombre no era más que vil escoria oportunista.

—Cariño, recuerda lo que te recomendó el terapeuta.

Totalmente indignado, se dio la vuelta y le empujó. No soportaba su toque.

—¡Me importa un carajo el terapeuta! ¡No es más que un cómplice tuyo!

YuGyeom recordó cómo su pareja lo abrazaba siempre que se sentía vacío. Recordó su mirada gatuna, su sonrisa de comercial, su piel cálida y las pecas en su espalda. Sólo lo quería devuelta, a su lado. Donde pertenecía.

—Escucha, puedes quedarte con todo. Sólo dime dónde está.— murmuró cabizbajo, ya no tenía la confianza de un dragón, ahora era una frágil y diminuta mariposa sin poder. —Lo extraño mucho, quiero que vuelva.— sollozó.

—Amor, estoy frente a ti.

¿Por qué insistía tanto? ¿Acaso nunca se iba a rendir?

En las profundidades de su mente sólo se repetía la palabra impostor junto a otras frases que se oían tan ciertas para él.

"Se lo llevó lejos. Encerró a Jae Beom. Se va a quedar con todo. Te quiere matar."

YuGyeom entró en pánico, hizo el ademán de coger el cuchillo sobre la meceta de la cocina, pero alguien se metió. BamBam le sujetó las manos y se lo llevó hasta una esquina de la cocina.

—Cálmate, YuGyeom. Podemos hablar. No es necesario hacer esto.

—¿Y qué quieres que haga? ¡Ni siquiera tú me haces caso!

En este punto se encontraba realmente furioso. El maldito usurpador juega tan bien su papel que ni Kunpimook puede ver la diferencia a pesar de convivir con él todo el tiempo.

Si tan sólo pudiera arrancarle esa jodida máscara. Todos verían la clase de basura que se escondía detrás del rostro de su amado doctor Lim.

Gritó hasta que la garganta le dolió, pateó y golpeó todo hasta sentir que los huesos de sus manos y piernas estaban a punto de quebrarse. Sólo repetía una y otra vez el nombre de su amado, cuánto lo quería ver y abrazar. Las paredes comenzaron a lucir borrosas y más pequeñas, no sabía si era debido a que sus lágrimas opacaban toda su vista o si se trataba del pánico que le apretaba los pulmones. No tardó demasiado hasta que alguien logró derribarlo, entonces un incómodo pinchazo en el brazo le hizo detenerse y al cabo de unos segundos ya estaba prácticamente dominado por la somnolencia.

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—¿Me escuchas, YuGyeom?

Al levantar la mirada de la pintura extraña con tonalidades azules se encontró con los ojos fríos de la doctora. Durante los momentos de silencio en la habitación llevaba la mirada a ese mismo punto pensando una y otra vez que esos extraños trazos le hubieran gustado a Jae Beom.

Un año había transcurrido. ¡Un jodido año encerrado por culpa del maldito impostor! Confinado a paredes blandas, camisas de fuerza y aislamiento por sedación, YuGyeom se hizo la idea de que iba a permanecer ahí dentro el resto de su vida. Al final lo perdió todo, porque el farsante nunca le reveló dónde llevó a su pareja y como él se encontraba en esa prisión para dementes, la casa quedó al cuidado del pelinegro. Uno hubiera pensado que una vez conseguido adueñarse de todo se iría a vivir su nueva vida contento por su logro, pero no. YuGyeom llevaba encerrado un año, el mismo tiempo que el estafador continuó yendo a visitarlo todos los días asignados para las visitas.

En verdad que no comprendía sus razones. Ya tenía la casa y no había nadie además de YuGyeom que supiera de su secreto, ¿entonces por qué seguía pegado a su lado como la peste?

—¿Fue real?— le preguntó a la doctora. Ella levantó la mirada de sus apuntes y como si se tratara de un animal en laboratorio, le dedicó su mirada curiosa, esa de la que ya se había hastiado inclusive más que de la comida blanda y sin sabor. —¿Jae Beom fue real?

—¿Por qué crees que no?

—Usted lo sabe. No necesito repetirlo.— dijo con la cabeza baja.

La doctora de mayor edad se quitó las gafas y se inclinó para aparentar más intimidad, no era más que una artimaña para engañarlo. Al principio tuvo la esperanza de que ella le iba a creer, pero resultó en lo mismo. Ese lugar no era más que una cárcel donde seguramente otras personas —por no mencionar todos— se encontraban en su misma situación, contra su voluntad por haber descubierto la verdad.

—Jae Beom ha estado visitándote todo el tiempo, YuGyeom. No es un extraño en la piel de tu pareja.

¡Pero claro que lo era! Prácticamente podía ver el disfraz resbalarse. No más piel tersa y bonita, tenía ojeras muy marcadas y el rostro más delgado de lo que recuerda, pero no era eso lo que le seguía indicando su mentira, se trataba de sus ojos. Jae Beom tiene ojos pequeños pero a través de ellos siempre pudo ver el paraíso, en cambio estos ojos sólo le mostraban un vacío, soledad y tristeza. YuGyeom quería reírse en su cara. ¿Acaso el juego no le salió bien? ¿Por qué se veía así si él fue el ganador?

Luego de que su tiempo -inútiles minutos según él- con la doctora acabara, YuGyeom fue hasta el que se había convertido en su cuarto. No había mucho, sólo la cama y... Bueno, eso era todo. No le permitían muebles u otros objetos debido a que era un paciente indescifrable. Las primeras veces intentó golpear a los enfermeros con sus libros de pasta dura, fue por eso que el Jae Beom falso tuvo que cargar con sus pertenencias de aquí para allá.

Qué tipo más molesto. No se da por vencido.

No te dejes vencer. Jae Beom sigue ahí afuera.

Se quedó despierto analizando la situación en la que se encontraba. Él no saldría pronto según lo que ha logrado escuchar de las enfermeras, porque su caso no muestra mejora alguna. Entonces si lo que quiere es salir para poder buscar a Lim, lo que debe hacer es "entrar en razón". ¡Eso es! Si el suplantador ha fingido todo este tiempo, ¿qué tan difícil será hacerles creer a todos que está mejorando?

—¿Te quedaste despierto toda la noche?— le pregunta la enfermera GoWon. Él le responde con un asentimiento. —¿En qué pensabas?

—Nada importante... Sólo... En las palabras de la doctora.—YuGyeom se pone a jugar con las mangas largas de su vestimenta y ante la atenta mirada de la chica, él le pregunta.—¿Tú crees que ella tenga razón?

—¿Disculpa?

—¿Y si todo este tiempo me ha estado diciendo la verdad?

Los ojos de la enfermera parecen brillar, seguramente piensa que ha logrado llegar al insight o algo así. Él no comprende bien los términos que usan.

Ellos mantienen una de sus típicas conversaciones matutinas hasta que la enfermera GoWon se pone de pie para ir al jardín donde hacen los ejercicios del día. Casi salta de alegría cuando le pide ir con ella porque YuGyeom siempre se negó a salir, fue llevado a rastras en algunas ocasiones hasta que uno de los doctores ordenó que se detuvieran. La castaña sale corriendo y él se toma unos minutos, los suficientes como para que en ese tiempo ya regara el chisme hasta el final del corredor por lo menos. Cuando sale los enfermeros le sonríen cual idiotas y él hace un intento por devolver el saludo mientras se deja guiar por GoWon. Hace los ejercicios, finge que le divierte, YuGyeom se mantiene de buen humor durante dos semanas a la espera de que llegue su próxima sesión con la doctora. En ese tiempo el supuesto Jae Beom le visitó dos veces durante las mañanas, de acuerdo a lo que escuchó, sus horarios cambiaron de nuevo. Ahora no podrá verlo tan seguido y es por eso que se ve aun más decaído de lo normal.

Él dice que lo comprende, pero no suelta nada más. Es demasiado pronto.

El día que la doctora le abre la puerta de su consultorio, YuGyeom sabe que lo está logrando. Su sonrisa satisfecha se lo deja en claro. 

Muy pronto, muy pronto saldrá de ahí.

—Hoy haremos algo diferente. Dime, ¿qué ves a través del cristal?

—Veo... al doctor Lim.—menciona.

—Uhm, bien.— parece que la respuesta no le convence, así que usa otro truco.— Quiero que mires su rostro y me digas si notas algo inusual.

—Sus ojos.— dice luego de fingir un escaneo profundo al maldito rostro de sus pesadillas.— Se parecen... Se parecen a los de Jae Beom. Hasta sus cejas, incluso tiene los mismos lunares debajo.— al final reprime un sollozo. Esto no es fingido, por más que lo intente no podrá convencerse de que este tipo es su amado.

—¿Quién es ese hombre, YuGyeom?

—Es Jae Beom.

Unas lágrimas por aquí, unas palmaditas por acá. La doctora luce tan contenta que logra incomodarlo. Al día siguiente le hace pasar a la sala donde el médico le espera mientras ella permanece al otro lado del vidrio junto a otros doctores que estarán evaluando el progreso. Al principio no dice nada, sólo le da miradas tímidas y se muerde los labios con la esperanza de que el impostor también se crea todo. Como siempre, es el otro quien rompe el silencio.

—Escuché que preguntaste por mí.— no entiende por qué su voz es casi imperceptible, nunca le habló de esa manera antes, siempre fingía estar bien. De pronto un sentimiento de gozo le llena el cuerpo cuando se da cuenta de que este Jae Beom está esperanzado. Su esfuerzo por fin dio los frutos que quería.
—¿Tienes algo que decirme?

—Te extraño, Jae Beom. Quiero ir a casa, contigo.

De haber sabido que resultaba tan fácil fingir, YuGyeom lo hubiera hecho desde un principio.

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¿Estás libre mañana? Quiero comer hasta reventar mientras vemos películas.

¡Eso suena bien! ¿Me puedo quedar a dormir?

¡Desde luego!

YuGyeom sonríe contento porque muy pronto verá a BamBam. Desde que sus turnos se equilibraron a lo largo de la semana ahora pasan más tiempo juntos, casi siempre se quedan en casa del tailandés en lugar de salir de paseo, su amigo lo prefiere así, es por eso que ha aumentado de peso desde entonces, pero no se queja. A él le encanta comer todas las golosinas de BamBam, porque la comida equilibrada la tiene con Jae Beom.

El pelinegro regresará hasta la noche siguiente, si tiene suerte logrará irse antes, sino tendrá que quedarse al menos media hora antes de salir. YuGyeom ha mantenido las cosas con una estabilidad asombrosa que ni él puede creer. Pasaron años desde aquél incidente, y claro, quedó prohibido sacarlo a relucir por petición de Jae Beom.

No hay que mirar hacia el pasado, había dicho.

Para él resulta fácil, porque ahora que YuGyeom lo acepta se encuentra feliz, luce sano y más radiante que nunca. Por su parte, él ha aprendido a sobrellevarlo. No puede soltar el pasado, porque al hacerlo estaría dejando atrás a Jae Beom, al verdadero. Ya no quiere seguir fingiendo, luego de varios años descubrió que puede llegar a ser agotador, pero  YuGyeom sabe que muy pronto podrá dejar de hacerlo si es que las cosas resultan a su favor. Estuvo llevando a cabo el plan de manera meticulosa, fue por eso que se tardó un tiempo, pero ya no más. Es hora de ponerle fin.

No más caricias ni besos que le lastiman el alma, no más tiempo compartido, no más mentiras de amor. Se ha esforzado tanto por llegar a la meta que casi puede ver la línea de llegada desde donde está. La victoria ya es suya y su recompensa está por aparecer.

Esa noche se la pasa soñando despierto, pensando qué sorpresa darle a su pareja cuando regrese a casa. No tiene mucho tiempo disponible, es por eso que escoge hacerle una cena para él solito, después de todo va a comer en casa de BamBam. Las horas pasan en un abrir y cerrar de ojos, apenas terminó en la cocina corrió a bañarse y tomar las cosas que necesitaba para pasar la noche en casa del médico.

—¿De nuevo a casa de BamBam.— Jae Beom lo sorprende dándole un abrazo lleno de calidez. Prácticamente puede sentirse derretir contra los brazos del pelinegro una vez que este comienza a llenarle de besos el cuello. —Hasta parece que ya vives ahí.

—Bobo, te extrañé.— le dice dejando un beso sonoro en la mejilla contraria. —Hice algo especial para ti, espero que te guste. Me esmeré mucho en prepararte esa comida.

—Muchas gracias, cariño.

YuGyeom tiene que darle crédito al impostor. Finge tan bien que en varias ocasiones le hizo dudar, no obstante su cordura ya no es tan frágil como antes. YuGyeom aprendió a ser fuerte, ya no es la débil mariposa entre las garras de la bestia.

—No te demores o se va a enfriar.

—Lo que tú digas.

YuGyeom se detiene en la puerta y le observa con detalle. Jae Beom levanta las cejas y luego se ríe. —Sí tanto quieres un beso sólo ven por él.

No sabe por qué lo hace, pero no le importa. YuGyeom rodea el cuello de Jae Beom y se inclina ligeramente para estar a la altura de sus labios. Por alguna razón no puede separarse de él.

—Te adoro.

Es lo último que le dice antes de salir y dirigirse a la casa de su amigo. Es inevitable no dejar de sonreír en todo el trayecto, simplemente no puede dejar de hacerlo, tiene las mejillas tensas cuando llega y BamBam cree que se debe a que tuvo un momento de juegos con su pareja.

—Te equivocas. Llegué tarde porque el tráfico está al tope.

—Claro, y es por el trafico que te ves así de contento.

Su velada inicia bien, ellos hacen lo de siempre. Primero se encargan de la comida chatarra, luego se lanzan a la cama y disfrutan de una buena noche sin nada más que comer cosas dulces. BamBam es el primero en caer dormido, por tanto es YuGyeom quien tiene que llevar la basura al bote y apagar todo antes de acurrucarse con el chico. Esta vez consigue dormir en poco tiempo, hacía tanto que no dormía tan bien, como un bebé sin una sola preocupación.

—¿Por qué no regresas más tarde? Trae a Jae Beom contigo.

—Sólo si logro sacarlo de la cama.

Apenas pone un pie en la calle su corazón comienza a latir con desespero. Mueve los dedos en estado ansioso contra el volante y se prepara mentalmente para lo que va a encontrar.

YuGyeom estaciona el auto justo al lado de la camioneta de Jae Beom. Baja corriendo y entra apresurado. Cierra la puerta, le pone el seguro y deja la llave dentro del cuenco de cerámica. Lanza un suspiro y se da palmaditas mentalmente. Siente las piernas como si estuvieran hechas de gelatina conforme va subiendo las escaleras. No es hasta que llega a la mitad cuando logra escuchar algo que proviene de la habitación. Inmediatamente se congela por escuchar un tarareo armonioso.

Su cuerpo entero reacciona ante tal sonido, porque está prácticamente seguro de que ese tono le pertenece a Jae Beom, sólo que ya no logra discernir entre la voz real y la falsa.

Con sumo cuidado entra a la habitación. Se encuentra vacía y los edredones de la cama están bien acomodados, la cortina no deja pasar la luz del día.

Esto se siente familiar.

Con la respiración atorada abre la puerta y se encuentra a Jae Beom tomando un baño de burbujas mientras fuma un cigarro. Este le mira sorprendido, luego le sonríe como usualmente hace. No hay nada extraño en su cara, sus gestos y cada centímetro de piel que puede ver. Todo es maravilloso, se siente como en las nubes. El impostor se ha ido.

Este es Jae Beom. El verdadero Jae Beom.

—Volviste temprano.— le dice el mayor.

YuGyeom se agacha hasta la altura en la que se encuentra y le besa tan delicadamente, no quiere que se esfume en un abrir y cerrar de ojos, así que le sujeta la barbilla y juega con sus labios en espera hasta que la respiración les falte.

—Te extrañé.

—Fue poco tiempo.

—Te extrañé.— le repite tratando de que todo su amor se refleje en esas palabras. —Sal ya, el agua está fría.

—Salgo enseguida. ¿Desayunaste antes con BamBam?

—No, quería desayunar contigo.

—Gracias por considerarlo, corazón. Enseguida bajo.

YuGyeom sale corriendo hasta la cocina. Está tan emocionado de estar con Jae Beom otra vez que poco le importa ver que la noche anterior no se comió la cena especial con arsénico que le dejó. Quizás el impostor se dio cuenta y huyó despavorido. No le importa, en serio. El tipo se fue. ¡Se fue! No teme que regrese, porque ahora Jae Beom está con él y eso es todo lo que necesita.

—¡Oh, lo siento! Anoche me quedé dormido apenas salí de la ducha.

—No te preocupes.— YuGyeom coge el recipiente de plástico y tira todo el contenido en el bote de basura. —Comeremos algo mucho más delicioso esta noche.

—¿Qué tienes en mente?— su pareja le pregunta.

YuGyeom se aferra a Jae Beom y suspira completamente enamorado del hombre. Los labios de Jae Beom sellan besitos de los que le hacen reír, los cariños que recibe le hacen saber que todo es más real que nunca.

Oh, cuánto lo había extrañado.

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Esto existe. Se denomina síndrome de capgras y como aquí se describe, la persona piensa que alguien de su alrededor fue suplantado por un individuo que luce exactamente igual.






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