[BBam] Let's burn together
Donde BamBam se apodera del alma corrompida de Jae Beom.
~Jae Beom X BamBam.
.
.
Jae Beom observa con atención desde lo alto de un tejado cómo los niños corren emocionados a lo largo de la calle. Todos disfrazados de un supuesto personaje terrorífico.
Es la noche de brujas, una de las fechas favoritas para las criaturas como él.
La luna llena le indica que más tarde los hombres lobo harán de las suyas, así que este año no planea ir al bosque. Mientras observa a los niños humanos regresar a sus casas, trata de pensar en un lugar perfecto donde pueda llevar a cabo su plan.
Tiene hambre, mucha. Así que no puede perder tiempo, tiene que elegir una de sus dos opciones en donde pueda conseguir una presa. Puede ir a un lugar concurrido, en donde nadie se percate de la ausencia de un individuo más entre el gentío, o también puede ir a una zona desolada en donde nunca descubran un cuerpo humano.
La brisa helada le revuelve los cabellos y sonríe con sorna cuando siente el cambio de temperatura.
—Yo no haría eso si fuera tú.— dice sin voltear.
BamBam suelta un bufido para después sentarse a su lado. Sus alas rojas se extienden hasta topar con su mejilla y cuando las retrae, siente como su cola se enreda con la suya.
—Te odio. He pasado siglos tratando de espantarte y siempre me descubres.
—Necesitas controlar tus emociones, puedo sentirte desde que sales del portal.—Jae Beom le echa un vistazo a su hermano.
Bajo la luz de la luna se ve completamente diferente a cuando está bajo las flameantes llamas. Su piel brilla más y sus ojos se vuelven más oscuros. Su olor es el mismo; embriagante, dulce y delicioso.
—Dice papá que no quiere salir a tirarte de los cuernos. Así que no causes tanto desastre como el año pasado.
Jae Beom mira hacia el cielo nocturno, recordando los problemas que ocasionó la noche de brujas pasada. Él no veía el problema, sólo se había comido unas cuántas almas. Tal vez se refería al incidente en donde el perro de tres cabezas se había escapado por su culpa al no cerrar el portal.
—Por favor. No tengo ciento ochenta años, sé lo que debo hacer y lo que no.
—Claro.— BamBam se carcajeó.— Vamos, Jae Beom. Ni siquiera a mí se me olvidaría algo tan básico como cerrar el portal. ¿En qué pensabas esa noche?
—No recuerdo.
En realidad sí lo hace, sólo que no quiere decir en voz alta que puso toda su atención en un diablillo de doscientos noventa y nueve años, en ese entonces.
BamBam había jugado toda la noche con su amigo YuGyeom, incluso cazaron almas juntos.
Jae Beom estuvo demasiado celoso que comenzó a flamear de la rabia. Se desquitó devorando las almas de todo aquél que pasara frente a él y fue debido a eso que olvidó cerrar el portal.
Aún recuerda las ganas que tuvo de ir hasta él y llevarlo a rastras a su casa, arrojarlo a su camita y besarlo con intensidad.
Cuando se dio cuenta de su error, ya era algo tarde, el perro ya había ocasionado terremotos y tormentas por donde había corrido.
Cuando dejó las cosas tal como estaban y después de encadenar al perro, fue arrastrado por las llamas hasta llegar al palacio de su padre. El viejo sabía por qué motivo no había cerrado el portal y lo castigó cruelmente. Casi lo mata a golpes y después de dejarlo delirando en el suelo, le dijo que ese no había sido el verdadero castigo.
—¿A qué te refieres?— con pocas energías logró preguntar lo que eso significaba.
—Esto es por el desastre que ocasionaste.—su padre se refirió a la tremenda paliza que acababa de propinarle.— Ahora viene tu castigo por desear a tu hermano.
—No sé de lo que hablas.
—Tú no puedes engañarme. Ahora elige. ¿Cuernos, alas o cola? ¿Qué prefieres?— Jae Beom era un demonio de alto rango, todos estaban por debajo de él y sólo el rey del inframundo podía dejarlo con el rabo entre las piernas. Sus palabras casi lo hicieron temblar.
No quería perder sus enormes cuernos, ni su preciada cola, mucho menos sus hermosas alas. Sin sus alas o sus cuernos significaba perder poder, iba a continuar con su mismo rango pero ya no iba a generar el mismo temor. La cola no significaba nada, no iba a poder sentarse en mucho tiempo pero le iba a crecer nuevamente. Así que optó por eso.
Pensó que fue el dolor más terrible de todos, hasta que sintió el dolor de sus alas siendo cortadas. No se las había quitado, sólo las rasguñó profundamente para dejarle una marca.
Una semana después, cuando pudo levantarse, vio la marca de traición en él. Fue entonces cuando se enteró del por qué su padre lo había marcado.
Jae Beom y BamBam eran de sangre pura, si él llegaba a plantar su semilla en el más pequeño, obtendrían un hijo con dotes más peligrosos que sería el verdugo del rey, y era lo que su padre temía, ser derrocado por uno de los suyos.
Él lo había traicionado inconscientemente por eso la marca no era tan vistosa y aún tuvo el derecho de permanecer en el inframundo, pero a pesar del escarmiento que tuvo aún seguía deseando a BamBam.
—Yo creo que si recuerdas.— la voz del menor lo sacó de sus pensamientos. Volteó a verle y clavó los ojos en esa mirada que aparentaba ser inocente, pero bien sabía que de eso no tenía nada. Ningún demonio era inocente.
—No recuerdo.
—Ya estás envejeciendo, entonces.— se burló de él.
BamBam pasó de estar a su lado a sentarse sobre su regazo. Lo arropó con sus alas, ocultando la desnudez de ambos. Lentamente dejó caricias en su pecho y apoyó la cabeza en su hombro.
La respiración de Jae Beom se entre cortó y su cuerpo empezó a reaccionar.
—No deberías hacer eso, BamBam. Detente. Ya es hora de que vayas a hacer travesuras a los humanos.
Con un chasquido de dedos, el demonio de alto rango abrió el portal, dejando salir a los demás hermanos y hermanas. Los demonios que no eran puros, es decir, los que no eran hijos del rey, no podían atravesar las barreras a menos de que un demonio puro los dejara. Ellos, al ser hijos del rey, tenían privilegios. Como por ejemplo, ir a la Tierra cuando se les antojaba.
Minutos después, cerró el portal, cuando vio que el último demonio había salido.
Se fijó nuevamente en BamBam, sus ojos centellaban diferente esa noche.
—Ya tengo trescientos, puedo pasar esta noche sin hacer travesuras por ahí.— Jae Beom sonrió, sus colmillos brillaron bajo la luz de la luna.
BamBam enredó aún más la cola contra la del mayor y abrazó la cadera de su hermano con las piernas. Bajo sus glúteos, el miembro de Jae Beom se apretaba.— ¿Sabes? Esta noche tengo ganas de hacer... Otro tipo de travesuras.— susurró mientras se movía lento sobre el regazo del mayor.
La sonrisa de Jae Beom desapareció. Sus ojos se tornaron oscuros y su expresión se volvió de piedra. No se veía contento.
—Bájate.— expetó con la voz gruesa. BamBam negó y se aferró con los brazos, apresando a su hermano con todo el cuerpo.— He dicho, bájate.
El gruñido que lanzó hizo temblar a BamBam, pero aún así, el pequeño se mantuvo inmóvil sobre su regazo. Jae Beom lo tomó fuertemente de la cadera y trató de quitárselo y a pesar de que incrustó las uñas en esa delicada piel, el diablillo se aferró a él con todo lo que tenía.
Un pequeño grito escapó de sus labios, sabía que le estaba haciendo daño y eso le molestaba. En serio tenía tantas ganas de enterrarse hasta lo más profundo de sus pliegues, pero si lo hacía iba a ser desterrado en definitiva y nunca más volvería a verlo. Jae Beom no podía imaginar una vida sin ese pequeño demonio que se había metido hasta lo más profundo de su alma corrompida.
La sangre del menor comenzó a filtrarse por sus dedos que se incrustaban en la cadera ajena. Escuchó un gemido de dolor y de repente, el cuerpo del pequeño perdió fuerzas. Jae Beom lo dejó caer a un lado y tuvo la intención de volar lejos pero estando a veinte metros sobre él, se detuvo de manera abrupta cuando le llamó sollozando.
—Beomie.
La sangre se le volvió pesada al oír los lamentables sollozos de su pequeño demonio. Volteó la cabeza para saber cómo se encontraba y lo que vio hizo que sus tres corazones se apretaran en su tórax.
BamBam estaba acostado de lado, abrazaba sus piernas que se habían manchado un poco con la sangre que le había brotado de las heridas en la cadera. Pero lo que más le dolió fue ver que lágrimas rojas bañaban su hermoso rostro. Llegó a él en menos de un segundo y trató de ayudarlo a ponerse de pie. El hecho de ver que se contraía esperando su toque fue como un corte en las alas, le dolió ver que ahora le temía. Lo intentó una vez más pero sólo logró que se agitara.
—No, por favor. Lo siento.— su cuerpo tiritaba al hablar.— No quise ofenderte, ya no me verás si eso quieres, sólo no me lastimes.
Lágrimas pesadas caían desde sus ojitos y taladraban hasta lo profundo de Jae Beom. No, el nunca le haría daño, no quiso hacerlo.
—Nunca te lastimaría, Bam.— lo tomó suavemente entre sus brazos y voló con él hasta llegar a un sitio desolado.
Descendió con rapidez y dejó al menor sobre un suave césped.
Recorrió rápidamente su cuerpo con la mirada para ver exactamente la zona donde le había cortado la piel.
—Shh. Ya no llores.— le dijo al oído.— Perdóname tú a mí. Entré en pánico y no medí mi fuerza.— besó los párpados del menor y con las yemas de los dedos retiró el rastro de las lágrimas color escarlata.
Descendió hasta la cadera del menor y pasó la lengua por sus heridas, cerrandolas inmediatamente. Cubrió a BamBam con su cuerpo y repartió besos sobre sus mejillas. Sus brazos se aferraron a su cuello y suspiros genuinos salían de los labios del pelinegro. BamBam enredó la cola en la cintura de Jae Beom y jadeó cuando la caliente lengua del mayor recorrió su cuello.
—Quiero follarte hasta el amanecer.— las caricias que Jae Beom le otorga lo hacían estremecer de pies a cabeza. Soltó un gemido cuando sintió que el mayor bombeaba su miembro. Llevó la cabeza hacia atrás y abrió la boca para jadear.
Jae Beom podía ver cuánto lo disfrutaba el menor, estaba a punto de perder la cabeza. El pelinegro soltó un sollozo y nuevamente las gotas escarlata bajaron por sus mejillas.
—¿Te hice daño?— Jae Beom dejó de mover la mano cuando cayó en cuenta del llanto del pequeño. BamBam negó.— ¿Entonces, qué sucede?
—Me va a matar.
Jae Beom sintió cómo sus corazones saltaron más rápido al oír sus palabras. El rey también había amenazado a su hermano pero con algo mucho más fuerte. Iba a quitarle la vida. Al principio no entendió pero unos segundos después cayó en cuenta de que lo había hecho porque BamBam era el que llevaría su semilla en el cuerpo.
Pero a pesar de todo, BamBam lo quería, el también deseaba entregarse a él y la marca en una de sus alitas lo confirmaba. Era casi imperceptible, pero ahí estaba.
Jae Beom cerró los ojos y lanzó un suspiro. Había una manera de impedir aquello, él era lo suficientemente poderoso como para hacer un hechizo en donde no pudiesen engendrar. De esa manera él no sería desterrado y BamBam no moriría. Pero era algo que sería doloroso para ambos, porque las almas gemelas son capaces de sentir cualquier cosa que repercuta en su pareja.
No dijo acerca del hechizo, simplemente colocó una mano en el vientre del menor y bajó hasta que sus colmillos se adhirieron a su cuello al mismo tiempo que utilizaba su magia. Lo hizo lo más rápido posible, para evitar el dolor. Succionó ansioso, devorando la mitad del pequeño ser, dejándose envolver por los cambios que podía percibir en su cuerpo y saciando el hambre voraz que tenía.
Su interior ardía en un buen sentido, sintió cómo rejuvenecía en segundos así como también podía sentir el cambio en una de sus alas que iba tornándose color escarlata, como las de BamBam.
Cuando retiró la mano, BamBam miró hacia abajo y luego a él, preguntando qué había hecho.
—Ahora podremos estar juntos toda la eternidad.— la sonrisa que recibió fue lo más parecido que vio a un milagro.
Tomó las piernas del menor y se abrió paso entre ellas mientras que BamBam se aferraba a él con las piernas en la cadera y los brazos en la espalda. Llevó su miembro a la entrada del menor y cubrió la boca ajena cuando entró.
Ambos gimieron aliviados al sentirse por primera vez y dejaron que sus colas se enlazaran.
Jae Beom extendió las alas y cubrió a ambos, manteniendo sus cuerpos cálidos.
Comenzó a moverse, derritiéndose en el agarre de BamBam, quien se removía ansioso, fundiéndose con él.
Cuando dio inicio al baile de sus caderas, todos sus sentidos en su cuerpo se activaron. Jamás sintieron tanto calor y necesidad combinados.
Jae Beom lo besó con hambre en los labios, tragándose algunos de los gemidos que soltaba por lo bien que se sentía.
El clímax comenzó a formarse en su vientre, Bam acercó la boca al cuello del mayor e incrustó sus colmillos en la carne delicada. El también tenía hambre, succionó con ímpetu, llenándose con la mitad del alma que había tomado de su hermano. Soltó gemidos y jadeos al percibir los cambios que picaban su cuerpo. Una de sus alas se tornó negra, como la de Jae Beom y sus cuernos crecieron hasta llegar a ser casi del tamaño de los del mayor. Ahora, por ser el alma gemela de Jae Beom, compartía el mismo rango.
Las alas de Jae Beom comenzaron a abrirse con fuerza al sentir que estaba cerca, Bam se aferraba con verdaderas ganas de fusionarse en el cuerpo de su alma gemela y ser uno por siempre. Sus garras trazaron líneas ardientes en la espalda de Jae Beom, ardía mucho pero al mismo tiempo lo encontraba agradable.
Ver a su pequeño demonio con una de sus alas del mismo color que las suyas, deshaciéndose en lloriqueos y gemidos que salían de sus labios abiertos, era algo inmensamente placentero, lo más caliente que pudo haber visto en todos sus siglos de vida. Jae Beom cerró fuerte los ojos y dejó escapar un jadeo extasiado al sentir cómo el menor llegaba hasta la cima y lo arrastraba con él.
Ambos abrieron los ojos y se percataron de cómo las marcas de traición en sus alas desaparecían tras un destello blanco.
Conectaron sus miradas y sonrieron tras entender que de ahora en adelante permanecerían como almas gemelas hasta el fin de la existencia.
.
Relato #5 listo. El JaeBam es de mis couples favoritas, tengo varias historias con esta pareja para más adelante.
Esto tenía material para una historia larga, pero bueno, quizá lo haga después.
Amé como quedó esto, no sé, tengo algo con eso de las almas gemelas.
Espero lo disfruten.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top