10. Godzilla vs. Kong
—Ugh...
Me duele el trasero. Más allá de eso, el resto de mi cuerpo se halla embebido en una sensación de placidez y plenitud. Jamás en mi vida me había sentido tan jodidamente bien.
La modorra me pesa, aligerándose un poco al estirarme y bostezar. Abro mis ojos lagañosos algunos milímetros, enfocando gradualmente una espalda bronceada y musculosa que pronto es cubierta por una camisa blanca.
Mmmm... ¿estoy en el paraíso?
No... alto ahí. Es imposible que un ángel emane tanta lujuria. Doy un bote y las mantas salen volando, como debe de haber salido volando mi calzón, porque no lo llevo puesto.
—¡Hitoshi! —chillo en tono de protesta mientras rememoro el día de ayer.
¡Oh, Nyx! ¡¿Qué he hecho?! ¡¿Cómo he podido desperdiciar el tiempo huyendo y poniéndome tímido, cuando podría haber tenido a estos dos sementales entre mis piernas desde el principio?!
Nuevamente me arrojo de espaldas al colchón. Hitoshi se agacha para treparse a mi cuerpo y besarme los labios haciendo un ruidoso "chuik".
—Llegaremos tarde a clases, Welpe¹.
—¿Uhm? Así que así suena el idioma del Diablo.
—Es alemán, y es un idioma humano. No ofendas a Satanás.
Ya de pie, termina de deslizarse dentro del uniforme de la Academia y me lanza el mío a un costado, junto a unos calzones limpios que no reconozco.
—¿Dónde lo conseguiste? —pregunto, refiriéndome al uniforme.
—En tu habitación.
La temperatura de mi sangre desciende en picada. Joder... Kacchan. ¿Cómo se supone que le haga frente hoy? ¡Le aventé el collar de su aquelarre a la cara! ¡Me desollará vivo!
—¿Katsuki estaba...?
—No estaba —espeta. Es evidente que no le gusta hablar de Katsuki, ni de Shoto; entonces recuerdo que mis problemas no acaban en el purasangre rubio.
La culpa me aguijonea por primera vez desde que desperté, y probablemente llegó para quedarse.
¡Todo debe ser a causa de las bragas que me regaló Ochaco! ¿Estarán malditas?
Gimoteo acobardado por todo lo que tendré que abordar esta noche.
—¿Dónde está Kiri? —sigo cuestionando, no tanto por curiosidad como por el hecho de hacer tiempo.
¡Quiero procrastinar para siempre!
—Se fue primero. Tenía que hablar con alguien.
El primer alguien que viene a mi mente es Ochaco, y me provoca algo de inquietud su reacción cuando se entere de que le hice una mamada a Kiri. No es que tema que se moleste... ella es una libertina de alma. Pero el pelirrojo parece gustarle en demasía. Tal vez pueda arreglarlo si la invito a hacer un cuarteto...
Y ahora el molesto soy yo. No me agrada la idea de compartir a Hitoshi. Me pone los pelos de la nuca de punta.
—Izuku, baja de la nube. Me preocupa tu salud mental.
—¡Solo soy muy introspectivo! —refunfuño—. Si te preocupa mi salud mental, simplemente deja de enseñarme tu espalda.
Su sonrisa se sesga ladinamente.
—Qué suerte que me encante tu locura.
—¡T-Tengo que ir a ducharme! —suelto abochornado. Corro al baño y me encierro, esperando que el humano no me siga.
—Puedes usar el shampoo del botiquín. —La risa le otorga un cariz jocoso a su voz aguardentosa—. Me adelantaré.
—¡Vale!
Suspiro con mi corazón rebotando y le doy un vistazo al estrecho cubículo del crimen. Ayer, en este lugar yo... ¡perdí mi virginidad! Entro a la ducha con una sonrisa jovial, pero a cada momento puerco que voy recordando, mis labios van perdiendo tono hasta quedar planos. ¿Hitoshi y Kiri usan lentillas? O quizas aluciné esos resplancedientes orbes amarillos. Sí, debe ser ese el caso... ¿Pero qué hay con el tercer cojón que tienen ambos? Me llevo el pulgar a la boca, risueño. No es que no se hayan sentido fenomenales, solo son muy extraños.
Me enjabono el culo, sintiéndolo un poco irritado.
"Los mataré a todos."
Se me cae el jabón. Mi corazón también da un vuelco. ¿Qué fue eso? ¿Por qué viene esa macabra frase a mi mente con la voz de Hitoshi?
"Arruinarás nuestro plan."
Esta vez es la voz de Eijiro la que irrumpe en mi cabeza.
Cuando salgo del baño, mi anterior euforia ahora es mera preocupación, como si el agua tibia de la regadera hubiese estado envenenada de malos augurios.
Me visto con desgaire. No tengo ganas de ir a clases. Tampoco de ir a mi habitación a buscar mi móvil, porque sé que me estarán esperando mil mensajes y llamadas de Akame pidiéndome explicaciones por faltar a mi cita médica... y el riesgo de toparme con Kacchan solidifica mi renuencia.
Al final decido evitar mi habitación y la primera clase. En su lugar voy rumbo al comedor en busca de una ración de sangre, ya que en la heladerita de los humanos solo había Coca-Cola y bistecs crudos que deben de haber traído consigo cuando se mudaron. Seguramente no sabían en aquel entonces que aquí no cocinamos. La Academia se encarga de sustentarnos con las cuatro comidas, y también podemos tomar tentempiés de la cocina cuando deseemos.
—A no ser que se los coman crudos —bromeo para mí mismo. Luego recuerdo que a Hitoshi le gusta la sangre cuando está entre la carne y ya no me divierte tanto la idea.
Pero ¿quién soy yo para cuestionar los gustos ajenos?
—¡Dominik!
El vampiro alza la cabeza de la mesa que está limpiando y me saluda con una viva sonrisa.
—Hey, muchacho. ¿Vienes por una bolsita?
—Así es... ¿por qué tanto desastre? —inquiero, haciendo una mueca ante la cantidad de platos y tazas sucias y demás porquerías sobre dos de los mesones.
—Agh, ni me lo recuerdes. Hasta recién estuvieron varios profesores con otros sujetos de aspecto detectivesco discutiendo sobre algo importante. ¡Todos exaltados! Hicieron un lío, los cabrones. —Sacude la cabeza hacia ambos lados para cerciorarse de que ninguno de esos "cabrones" anduviese cerca—. Estuve husmeando, ya sabes... —Baja la voz y continúa cotilleando con secretismo—. Parece ser que Brainwasher tiene alguna especie de alianza con Overhaul. Estamos en problemas...
Un escalofrío me estremece. Brainwasher y Overhaul han sido clasificados como los cambiaformas más sanguinarios y poderosos de los hombres lobo americanos. Machos alfas, cabecillas de manadas de proporciones desconocidas pero impresionantes por cábala. La mayor parte de los licántropos que nos han atacado han combatido en su nombre, y se estima que la fuerza militar que reúnen podría llegar a equipararse a la del ejército ruso humano.
Monstruos de gran renombre, sin duda, y que a pesar de ello jamás han sido vistos. Sus nombres reales son un misterio, sus apariencias también. El único dato de interés que nuestra raza ha logrado concretar como verídico después de tantos años de lucha y extorsión lobuna es francamente desalentador: Brainwasher y Overhaul poseen dones. De allí los apodos que los vampiros les atribuyeron. El hecho de descubrir que nuestra diosa bendijo también con sus poderes a seres tan abominables como los licántropos fue un gran golpe al orgullo vampírico.
—¿Cómo lo saben? —indago, frotándome las manos sudadas en el pantalón.
—No pude meter mucho las narices, Aizawa tenía esa mirada de "te voy a patear el culo si sigues chingando" en su insulsa cara. Oí algo así como que atraparon a la hermana omega del beta de Brainwasher. Tal vez obtuvieron la información de ella.
—¿Una omega? Los licántropos se cabrearán mucho...
—Tío, no digas eso que me cago. En serio —insiste—, y más ahora que hay sospechosos asesinatos y vampiros zombies de guarnición.
Quisiera ofrecerle algunas palabras de aliento, decirle que no se preocupe, que estamos seguros dentro de la Academia y que nuestros profesores nos protegerán, pero eso significaría convertirme en un vil hipócrita. La Academia ya no me parece tan segura, y los profesores nunca nos creyeron dignos de su protección. Al menos no a nosotros, que somos de la "clase baja". Los ojos, los méritos y la asistencia son exclusivos para los nobles y purasangres. Los licántropos serán bestias bárbaras e instintuales, pero los vampiros son asquerosos elitistas que no solo viven de la sangre, sino también de la fama y de la posición social. En las manadas lobunas también existen las jerarquías, pero están configuradas por y para su comunidad, para su bienestar y mejor funcionamiento. En cambio, las jerarquías vampíricas son producto de tradiciones obsoletas y estúpidas, títulos, dinero y corrupción. Los lobos alfas son líderes. Entre los vampiros no existe tal cosa. Solo hay hijos de puta y tiranos que ven hacia abajo con asco y que creen que su mierda vale mas que un reloj de Bvlgari.
—Tengo que irme, ya voy tarde —le digo, optando por el camino de la sinceridad—. Solo... rézale a la Diosa. Ella será la única que jamás nos abandonará.
Dominik no luce conforme con mi sugerencia. Y, para mi sorpresa y desazón, yo tampoco. Nyx... ha estado demasiado ausente últimamente. Tal vez ya va siendo hora de que nos hagamos cargo de nuestra propia mierda sin pedir limosnas.
El tiempo vuela mientras me bebo tranquilamente —demasiado— mi ración de sangre en el jardín. Doy un pequeño respingo cuando suenan las campanadas del receso, por el ruido y porque caigo en la cuenta de que me perdí la segunda hora de clases, y eso no estaba en mis planes. O quizás sí. Lo cierto es que no quiero ver a Kacchan. Ese maldito patán... jamás se cansará de jugar conmigo. ¡Lo odio! Le propino un violento sorbo a mi bolsita como desquite, irritado con Katsuki, pero mucho más conmigo mismo, porque sé que, en realidad, no podría odiarlo ni aunque mi vida dependiera de ello.
El patio comienza a poblarse de vampiros que salen a estirar las piernas, y entre la muchedumbre atisbo al par de humanos caminando junto a Ochaco. Planeo abandonar mi banca para hacerles el encuentro, pero alguien se planta frente a mí tras acercarse subrepticiamente.
Los ojos rojos me observan con reproche. Me inflo de adrenalina cuando los esquivo denodadamente, desacostumbrado a mostrarme rebelde frente a un sangre pura, y especialmente este.
—Hey, nerd.
—No quiero hablar contigo.
—¿Ni siquiera para escuchar mis disculpas?
—Vete al diablo. Eres un capullo. —Tampoco me dejaré embaucar por esa inédita inflexión de cachorro abandonado. Qué va. Cualquier "líder" de aquelarre tiene que saber manipular, incluso uno odioso como Katsuki.
—Te compré un jugo de tomate.
—No lo quiero.
—Y unas donas de Rikido.
Aquello llama mi atención. ¡Las donas de Rikido son mi debilidad! El aroma a chocolate se envuelve en mi nariz y mis ojos me traicionan al desviarse a la bolsita de cartón con manchas de grasa que Katsuki sostiene.
—Están calientes aún —me persuade. Mi boca comienza a salivar y me reprendo a mí mismo por ser tan blando de corazón y estómago.
—¡Déjalas en la banca y vete!
Hace lo que le digo, pero solo la primera parte.
—Lo siento. No debí presionarte para que te unieras a mi aquelarre. Aún así, mantengo mis deseos por que aceptes hacerlo. Y, sobre lo que sucedió ayer... —Recoge uno de mis mechones y lo jala suavemente hasta que se escurre entre sus dedos. Mi mente se congela como el Windows—. Tampoco debí hacerlo... pero no me arrepiento.
Lo miro ojiplático. Puede que sea un cabrón experto en endulzar oídos cuando quiere, pero sus ojos no mienten.
—¿Hasta cuándo? —murmuro afligido— ¿Hasta cuándo seguirás jugando?
—Yo no...
Su respuesta se corta abruptamente en el instante en el que percibo un montón de gotitas frescas salpicándome el rostro. El sublime aroma a sangre divina opaca en un santiamén al del chocolate, y me sumo en la más helada estupefacción al reparar en la enorme punta de hielo que le atraviesa el pecho desde atrás. La camisa blanca de su uniforme se tiñe de rojo. Algunos estudiantes chillan alarmados y se repliegan a las áreas circundantes sin dejar de espectar.
Katsuki voltea su impertérrito rostro hacia Shoto, quien se encuentra de pie a varios metros de nosotros con su mano extendida y su don resplandeciendo en su lado izquierdo. Una montañosa franja de hielo brota de su pie y acaba en la filosa púa frente a mis narices.
—¿En verdad quieres que esto acabe así? —le dice serenamente Katsuki. Apoya una yema en la púa que lo traspasa, haciéndola explotar junto a todo el bloque de hielo, dejando solo restos de esquirlas y agua.
—Te lo advertí, Katsuki. ¿Qué demonios le hiciste a Izuku?
Kacchan solo inclina su sonrisa y chasquea la lengua.
No es posible... ¿cómo...? ¿Acaso sabe lo que sucedió luego de nuestra cita? ¿cómo demonios se enteró? Los únicos que saben al respecto son...
Miro a Hitoshi y a Eijiro. La expresión del primero no transmite más que aburrimiento hacia la vida, pero Kiri se ha llevado las manos a la boca abierta de manera teatral. Es jodidamente obvio que se está divirtiendo. Oh, no.
—No solo lo obligaste a unirse a tu asqueroso aquelarre... también lo violaste —sisea Shoto, sus manos temblando de ira.
—¡N-No! ¡Eso no es cierto! —salto, pero Kacchan me empuja al banco con una expresión intransigente.
—Ni se te ocurra intervenir.
—¡Espera! ¡No...!
El suelo tiembla por otra ola de hielo, pero llega a sacudirse cuando Katsuki la repele con otra explosión. Llueven cristales y destellos, como si en el ambiente flotase polvo de hada.
Katsuki camina hacia Shoto con ambas manos encendidas; quiero retenerlo, pero antes alguien me retiene a mí.
—Detén ese impulso suicida.
—¡Tengo que hacer algo!
Hitoshi no me suelta a pesar de mis coces.
—Izu, ¡¿estás loco?! —chilla Ochaco, llegando agitada tras los humanos.
—¡Se van a matar si no los detengo! Oh, por los dioses. ¡Ustedes provocaron esto!
Kiri alza las manos como para excusarse, pero al final dice:
—Se me escapó. No fue mi intención.
Lo acribillo con la mirada antes de que otro estallido nos haga trastabillar. Esta vez es tan potente que temo por Shoto, pero lo localizo parado con su gracia nata a varios metros del sitio donde fue a parar la explosión. Mi mandíbula se afloja al advertir que acabamos de quedarnos sin comedor.
Si continúan con esta locura, arrasarán con el campus completo.
El cabello de Shoto levita de ambos lados, una pésima señal. Piensa utilizar sus dos dones.
—¡SHOTO! ¡PARA! —grito.
Su brazo izquierdo se cubre de fuego y apunta con él a Katsuki.
El terror me domina. El fuego es el arma por excelencia para exterminarnos, por lo que el don de ambos es inminentemente mortífero para cualquiera que se encuentre cerca. Y, sumado a la naturaleza indómita de sus poderes, ambos vampiros poseen un carácter volátil. Terrible combinación.
—¡Hitoshi, por favor déjame ir!
Una decena de profesores arriba al patio, Aizawa y Nemuri entre ellos. ¡Bien! Los dones de ambos son perfectos para aplacar cualquier refriega.
Shoto y Katsuki permanecen ajenos a su alrededor, demasiado ocupados en aniquilar al otro como para siquiera dedicar un vistazo a los profesores.
—¡Bakugo! ¡Todoroki! ¡Deténganse ahora mismo!
Katsuki lanza una explosión hacia el suelo que lo hace volar con una sonrisa desquiciada hacia el otro purasangre.
Aizawa bufa, fastidiado por tener que recurrir a su don y porque sus estudiantes se limpiaron el trasero con su autoridad. Más personal llega, la chusma rebasa el patio, entonces Hitoshi masculla un conciso mandato a Kiri:
—Ve.
Kiri asiente y se escabulle entre el gentío.
Más allá la pelea continúa, y el contraste entre frío y calor empieza a desestabilizar el humor del éter. Un relámpago ruge entre el nubarrón que oculta las estrellas, iluminando las ágiles figuras que se mueven de aquí para allá entre explosiones y centellas. No puedo creer que la causa de este desastre sea yo. Esta pelea es grave a nivel "integridad física", pero lo es aún más políticamente hablando. Un solo roce entre aquelarres de gran calibre puede poner de cabeza el gran sistema sociopolítico vampírico. Y esto no es un roce. Es una declaración de guerra.
Deduzco que Aizawa ha logrado suprimir los dones de los contrincantes porque los destellos y zumbidos cesan repentinamente. Vlad, Yamada y Nemuri contribuyen conteniendo con gran esfuerzo al par de vampiros. El poder de Aizawa no funciona con la fuerza física, lamentablemente.
—¡Esos imbéciles, gilipollas! —despotrica Ochaco—. ¿Dónde coño alimentaré este sexy cuerpo ahora?
—El comedor es lo de menos... —digo resignado. Hitoshi examina el campus en silencio. Sus irises violeta zigzaguean en tanto su mano se posa en mi hombro y me atrae a su cuerpo—. ¿Qué se traen ustedes, Hitoshi?
Nuestras miradas se entrelazan por un tiempo indefinido, la suya hierática, la mía cautelosa.
—¡Todos a sus aulas! ¡Ahora! —chilla Yamada, interrumpiendo nuestro mudo intercambio y ensordeciendo a todo el cuerpo estudiantil. Los quejidos resuenan aquí y allá, porque siempre es más entretenido observar una riña que a un latoso profesor dando clases.
El humano acerca su boca a mi oído, provocándome una sensación de ingravidez cuando su aliento me toca.
—Acompáñame y te enseñaré lo que traigo conmigo.
Mi respiración se descompasa. Le contemplo con la disposición inscripta en mis sonrosados pómulos. Él sonríe y me besa la sien.
Los vampiros no son los únicos versados en engatusar.
—¿Por qué te frotas tanto la mandíbula? —pregunta mi amiga, aunque la experiencia la ha vuelto sabia. Sé que ella sabe que acabo de chupar una polla.
—Creo que tengo bruxismo.
—¡Oh, ya suéltalo! ¿Tuviste una fogosa mañana con Todoroki? ¡Menos mal que lo aprovechaste antes de que se le aflojaran las tuercas!
Me froto el rostro con pesar. Aún no le cuento los "interesantes" sucesos del día de ayer, entre ellos el cómo acabé en un trío con dos humanos en lugar de encamado con mi verdadera cita.
—Si te soy sincera, siempre pensé que Todoroki la tendría pequeña.
—N-No fue la de Shoto...
El semblante de mi amiga se crispa por el asombro.
—¡Lo sabía! ¿A quién se la comiste, puerco?
—A... a Hitoshi.
Ochaco lanza las fotocopias de bioquímica al aire, como confeti de nerds.
—¡¿Cuándo?! Oh, santo Cielo, debería traerte un té con miel.
—Ayer... y hace un rato, en los excusados.
Mi amiga estalla a las carcajadas.
—Qué rico comen algunos...
—También a Kiri —confieso en un débil susurro, completamente avergonzado.
—Cariño, los dioses deberían hacerte un lugar en el Olimpo, porque te lo has ganado.
—¿No estás enfadada?
—¿Cómo siquiera puedes pensar en la posibilidad de que eso me moleste? Es decir, me alegra que los calzones que te di hayan tenido un buen uso, pero oye, ¿qué diablos sucedió con tu cita?
El alivio me deja el cuerpo más ligero, pero el tirón en mi cuello provocado por la ansiedad persiste. Suspiro y renuevo el oxígeno antes de comenzar con mi monólogo.
Las mímicas que efectúa Ochaco a medida que avanzo en mi relato son casi cómicas, y cuando acabo tiene la boca tan abierta que en cualquier momento le entra una mosca.
—Entonces... básicamente, los dos purasangres más codiciados de Los Ángeles se agarraron a putazos por ti.
—No lo digas así —berreo—. No puede ser... ¿qué haré ahora?
—Bueno... —Ochaco reflexiona—. Tienes dos agujeros y cuatro penes disponibles. Si sigues practicando, apuesto a que se te aflojarán lo suficiente como para que...
—¡Y-Ya!
Ella ríe.
—Menos mal que las mujeres tenemos tres.
Nunca pensé que pudiese tener envidia de ello, y menos por semejante motivo guarro... pero heme aquí.
—¿Ya le has dicho a tu familia que rompiste con tu novio mojigato por un humano? —Es mi turno de cuestionarla.
—No. Y no lo hice por "un humano" —bufa—. Simplemente Tenya no es para mí. No lo sé... quizás sea hora de tomarme un descanso del pene.
Casi se me cae la laptop del regazo.
—¿Quién eres y qué hiciste con mi amiga?
—Ha llegado el momento de seguir el camino del Señor... si quiero ver penes, siempre puedo ver yaoi.
—¡Ese no es precisamente el camino del Señor!
—¡Como sea! Nos iremos al Infierno juntos.
—Deja de parlotear y terminemos el trabajo. Tsuyu llegará en cualquier momento y no quiero molestar.
—Sabes que no tienes que preocuparte por eso, Tsuyu es un solcete. Además, ¿hasta cuándo piensas evitar tu habitación?
—Kacchan estará allí... y más ahora que lo han suspendido. Ojalá se tome unas vacaciones y se vaya con su familia por algunos días...
—Lo dudo —opina—, mañana será la fiesta de las máscaras, de la élite para la élite. Todos los sangre pura deben estar presentes.
—¿Incluso los que están suspendidos?
—Ay, si eso es puro cuento para mantener una buena imagen ante las instituciones humanas. ¿Suspender a dos purasangres líderes de aquelarres prestigiosos? ¡Já!
—Sí... probablemente tengas razón. Y Shoto... él me pidió que fuese su acompañante en el baile.
Y es por eso mismo que me negué de momento a la invitación de Hitoshi y Kiri. No, no me pidieron que fuese a la fiesta con ellos. Más temprano, luego de la última clase, Hitoshi me dijo que viajarían a Tennessee para una visita familiar, y que si iba con ellos me llevarían de excursión a un famoso bosque de allá... una perfecta oportunidad para sentir el sol y la frescura de la naturaleza en mi cara. También para desentenderme por un momento de la presión de ser un mestizo entre tanto clasista desdeñoso. Casi se me escapa una lágrima cuando rechacé su oferta, pero gracias a Nyx los humanos estuvieron más que dispuestos a postergar un día más su viaje para esperarme.
Iríamos después de la fiesta de máscaras.
—Si Katsuki asiste, ya me huelo una segunda ronda de hostiazos... oh, vamos, no pongas esa cara... por más que quieras no puedes hacer nada. Es su problema, no te agobies y solo pásala bien.
—No puedo evitar preocuparme por ellos...
—Mira, la tensión entre sus aquelarres se remonta a muchos años en el pasado.
—Lo sé, desde antes que yo naciera, cuando mi padre aún vivía y llevaba todos los laureles encima. —Intento recordar a Hisashi, pero una vez más lo único que viene a mi mente son dos orbes claros y gélidos, dos fragmentos de iceberg. Tampoco hay sentimiento cálido que se asocie a ellos. Todo es frío, como su color.
—¡Exacto! ¿Qué podrías hacer tú para solucionar algo que se ha venido gestando de antaño?
—Es que... de una u otra manera siento que estoy involucrado... ya sea por mi padre, por mi sangre mixta, por mi mala suerte...
Los ojos chocolate de Ochaco brillan con rabia. Casi puedo oír el "¡Y ahí vas de nuevo!" que me gritan. Agacho la cabeza, acoquinado por el regaño tácito.
—Lo siento... creo que iré a hablar con Shoto. —Me apeo de su cama, eludiendo su gesto de resignación.
—No tienes que contentar a todos.
—Solo... necesito explicarle.
—Yo que tú me quedo callado. Lo embarrarás si se te escapa que anduviste de putas ayer.
—¡N-No le diré eso! Joder —refunfuño. Dejo el cuarto y a mi amiga quejándose y marcho a la habitación de Shoto, muriendo de los nervios.
Cuando toco la puerta y es Kaminari Denki quien me recibe, no sé si sentirme aliviado o decepcionado. El vampiro rubio se quita los auriculares, que caen con sus enormes cascos fucsia sobre su camiseta de The Strokes, y me saluda efusivamente.
—¡Izu! ¡¿Qué tal andas, tío?! Shou no está, eeeh, creo que aún se encuentra hablando con Nezu. Menudo embrollo. Ven, ven, puedes esperarlo y de paso me ayudas.
Me tironea hacia dentro con toda confianza. Podría ser muy buen amigo de Kiri si se conocieran, pienso. Denki no parece de esos prejuiciosos que se preocupan por cuestiones de raza o etnia, por lo que no habría problema si los presento, ¿no?
—¡Necesito que te pruebes el vestido que le regalaré a mi novia! —clama de repente.
—¡¿Eh?!
Denki me dedica una sonrisa monumental mientras sostiene entre sus manos un corto vestido gótico.
Demonios.
✨✨✨
(1) Cachorro.
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