CAP. 03- RECUERDOS


Aún estaba preocupada por Sese, intenté relajarme y bailar como si nada, entonces sonó un Mix electrónico, al parecer Mila le había dicho al DJ que amaba esas canciones, y vaya que me transportaron al pasado; entonces empecé a recordar vívidamente aquellos mejores y peores momentos cuando me encontré con mi abuela y con Sese en América.

Fue un día extraño cuando conocí a Sese. Cuando tenía 16 años un sueño tonto me puso en una situación extraña. En el sueño yo estaba caminando hacia una intersección, cuando llegué ahí me sentía ansiosa, como si estuviera escapando de algo. En ese momento miré hacia el piso, vi una medalla dorada con la imagen de un ángel cristiano, al levantarlo, escuchaba un susurro que decía "Nueve". Siempre despertaba en ese momento.

Ese sueño fue muy recurrente hasta antes de viajar a Boston para radicar. Mis padres habían muerto en un accidente de carretera en los Alpes Suizos, entonces decidí vivir con mi abuela en América. Ella era una mujer hermosa e intrigante, vivía sola en el piso 5 de una inmensa residencial de lujo, tenía un estilo Sui Géneris de ver las cosas, totalmente adorable; además era la mejor terapeuta y consejera que podía tener. Era Neuróloga de profesión, tenía un Ph.D. en Neuropsicología Infantil, y era la Directora del área de Neuropsicología del Boston Children's Hospital. Su tiempo libre lo dedicaba a la docencia en Harvard, y como cereza final... era una acérrima creyente, pero asolapada, de dimensiones desconocidas y cosas por el estilo. Había escrito muchos libros sobre sus investigaciones en estimulación prenatal y desarrollo neuropsicológico en niños utilizando sonidos con ondas alpha, delta y otras cosas de las que no entiendo aún, por los cuales recibía grandes regalías. Cuando bajé del avión y nos encontramos en el aeropuerto, ella me susurró al oído: "Oh mi niña, al fin has venido a cumplir con tu destino ―Yo solo quiero abrazarte y besarte mucho mi Nani" ―le dije mientras la abrazaba y le daba muchos besos. 

Como todo adolescente, quería ser independiente y vivir sola, tenía los recursos para comprarme un departamento y vivir holgadamente, pero por fuerzas casi gravitacionales, mi abuela era como un imán, una fuerza de atracción irresistible, de la que no quería separarme. Nunca pude entender cómo una persona como ella podía tener una vida bastante solitaria, incluso se mantenía alejada de su propia familia. Excepto conmigo. La amaba profundamente.

Pasaron cuatro largos años en un abrir y cerrar de ojos, terminaba mi primer año de universidad, y estaba por llegar tarde a una entrevista de trabajo de tiempo parcial. No tenía necesidad de trabajar, la herencia de mis padres y la de mi abuela Nani, que me declaró como única heredera, eran suficientes para vivir más que cómoda para toda la vida. Me presenté al trabajo porque necesitaba antecedentes laborales ligados a mi carrera de periodismo, para así poder escalar en el futuro. Mi abuela murió meses atrás de una forma extraña pero pacífica. Meses previos a su muerte se comportó como todo un ángel, renunció a sus trabajos para pasar más tiempo conmigo, donó fuertes sumas de dinero para caridad, y patrocinó con subvenciones a estudiantes brillantes de bajos recursos para que continuaran estudiando. En ese tiempo, me pidió que cenáramos a diario para conversar sobre el amor, la vida y la muerte. Fueron unas semanas intensas de conversaciones maravillosas, primero fui solo yo, luego invité a mi mejor amiga, y a las dos semanas ya éramos 30 personas que se quedaban hasta altas horas de la noche, reunidas en semicírculo conversando y escuchando reflexiones al puro estilo de la mayéutica socrática.

Todo era demasiado perfecto, hasta que llegó el día fatídico. Mi abuela me llamó por la tarde para decirme que me amaba muchísimo y que me agradecía por regalarle estos maravillosos años de vida a su lado. Me dijo que el verdadero camino a casa siempre estaría dentro de mí, para ello debía seguir siempre a mi perfecta intuición, porque la razón no tiene las alas que necesito para tener éxito. Lo más extraño que me dijo fue que recibiría una carta que ella misma había escrito, pero que me llegaría en el momento adecuado. Cuando cortó la llamada regresé casi casi volando para buscarla. Ella estaba muerta sentada plácidamente con una cara de felicidad indescriptible. Frente a ella había una pila de fotografías de su juventud y de la familia. La causa de la muerte: un paro cardio-respiratorio. No habían rastros de suicidio o ingesta de sustancias que le provocaran la muerte, en otras palabras, tuvo una muerte natural a pesar de su perfecta salud. Al enfrentar la muerte de otro ser amado a pocos años de la muerte de tus padres es algo que no se puede superar así por así. Ese día avisé a la policía y lloré como nunca. El entierro fue multitudinario, sin duda era una figura muy querida en la sociedad. Desde ese día no volví al departamento en muchos meses. Viví en hoteles y continué con mi vida.

Después de la entrevista, fui aceptada sin chistar. Salí un poco nerviosa, mi amiga y compañera de clase que trabajaba en ese periódico, me dijo que me llevaría a casa. Ella vivía cerca al piso de mi abuela. Todos pensaban que seguía viviendo ahí. Después de tomarnos un cappuccino en una pequeña pero acogedora cafetería italiana, mi amiga subió a su auto y dudé en seguirla, entonces le dije que había olvidado la cita con Jean. Que sería mejor que me vaya caminando a su encuentro ya que estábamos cerca (una mentira desastrosamente obvia).

―¿Segura? ¿Estarás bien? ―(Mila)

―Sí, lo siento. ―(Björk)

―Si estabas saliendo con Jean ¿por qué me lo ocultaste?, ¡muy mal eso no es lealtad eeeh! Que te vaya bien con ese engreído. Quiero fotos de la cita. ¡FOTOS! ―Haciendo un guiño seductor, Mila se despidió con una sonrisa encantadora.

Aún me sentía nerviosa por la situación, caminé sin rumbo, y algo me pareció un déjà vu. Las calles, la intersección, ¡era igual a mi sueño!, y ya estaba en la esquina. Di un giro lento de 360 grados observándolo todo. En ese momento un chico despistado pero atractivo me chocó sin intensiones maliciosas, fue algo casual. Caímos al piso, lo miré extrañada y reconocí en su sudadera un estampado de ángel en el pecho. ¡Era el mismo de mi sueño!

―Deberías tener más cuidado ―balbuceé tímidamente.

―Lo sé, y lo siento mucho, pero estoy tarde para... para, ¡Dios eres hermosa! Y creo que ya lo arruiné porque pienso en voz alta, y ya me escuchaste, y ahora pensarás que fue un truco para ligarte, pero en serio que soy retrasado, digo ¡ESTOY RETRASADO! para.... ¡ay no! ¡Joder!. Soy Sese, sabes... si quieres te puedo invitar un café para disculparme apropiadamente. Nos vemos, te llamaré. ―Y así de fácil se fue raudamente.

―Idiota, ni siquiera tienes mi número.   ―Fue lo primero que pensé mientras lo veía alejarse.  ―¿Acaso es una señal, debo seguirlo?, ¡Bullshit! Sueños... "Los sueños, sueños son".

Mientras Sese corría apresuradamente, se dio cuenta que no le había preguntado su nombre ni mucho menos le había pedido su número.

―Esto se llama estupidez nivel Dios, bah las mujeres no son importantes, mi investigación sí. A quién quiero engañar, ¡mierda! La he jodido como si fuera un friki, ok lo admito soy algo nerd, aunque sea nadie se va a enterar.

Después de ese misterioso encuentro me sentí más calmada y sosegada. No lo dudé más y regresé al piso de mi abuela, limpié mi habitación y me acosté en paz.

Aquella noche antes de dormir, Björk y Sese pensaron el uno al otro. Crearon imágenes mentales perfectas del momento en que cruzaron sus ojos y hablaron por primera vez. No fue un gran tiempo, pero ambos sintieron algo raro, como si una conexión misteriosa apareciera. Por unos instantes pudieron sentirse conectados el uno al otro, no se conocían pero tenían la absoluta certeza de conocerse. 

― ¿Acaso es éste el mismo sentimiento que tuvieron mis padres? ―dijo Björk antes de dormir.

Días después ambos se encontraron de camino a la biblioteca. Ella se le acercó y dijo en voz baja: "aún espero tu llamada". Fue la sorpresa más maravillosa y vergonzosa de Sese. Así fue como todos sus amigos se enteraron de la anécdota. Cuando el grupo salía ya del campus, uno de los amigos de Sese le dijo "iré al laboratorio mi querido nueve, no llegues tarde para reemplazarme".

―Espera, ¿nueve?, ¿por qué te dicen nueve? ―(Björk)

―Es una tontería.―(Sese)

―Le decimos nueve porque cuando lo conocimos me dijo que su vida solo tiene nueve reglas, y que en su vida no hay un día en que no se programe nueve tareas. Siempre deben ser nueve. Claro que hay días que pueden exceder las nueve tareas, pero las considera accesorias y no obligatorias. Tu sabes los chicos listos como él, solo viven planificando muy ordenadamente sus días. ―(Mike)

―Y qué pasa si en un día tienes menos de nueve tareas. ―(Björk)

―Me impongo las que sean necesarias para completar las nueve. ―(Sese)

―Eso es algo obsesivo. ―(Mike)

―Sí lo sé, pero funciona para mí. ―(Sese)

―Si funciona para ti, debería estar bien ¿no?, hay gente más rara. Salud por eso. ―(Björk). 

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