005. Rose
𓂃 ˒ BLOOD DYNASTY
❪ chapter five — act one ❫
❛ Rose ❜
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MYSTIC FALLS, 2010
𓂃˒ Azaela Salvatore se había sumergido en un sueño profundo y plácido después de la luna llena. Mientras yacía tranquilamente en su dormitorio, Stefan entró en silencio, con pasos suaves y se acercó a la cama.
—Azza. —susurró.
—¿Mmm? —Gesticuló con la boca cerrada, sin molestarse en mirarlo ni moverse.
—¿Como te sientes?
—De maravillas, Stefan. —contestó con sarcasmo.
—¿Azza? —La voz de Elena llegó a los oídos de ambos Salvatore. Sintieron los pasos de la doppelgänger acercarse hasta que llegó a la puerta—. Oh, Stefan. —Elena sonrió y se acercó a él dándole un corto beso.
A Elena siempre le gustó la habitación de Azaela. Era espaciosa y luminosa, con grandes ventanales que permiten que la luz natural inunde el espacio. En una esquina, cerca de una de las ventanas, hay dos telescopios de alta gama apuntando hacia el cielo. A su lado, una mesa pequeña sostiene un conjunto de libros de astrología.
En una pared, un amplio estante de libros se alinea perfectamente, con los libros organizados alfabéticamente. Entre ellos, se destacan tomos sobre astrología, pero también hay volúmenes relacionados con criminología.
El balcón se abre a través de unas puertas francesas, ofreciendo un espacio tranquilo con vistas al horizonte. El balcón está decorado con plantas en macetas, creando un pequeño oasis verde.
Azaela frunció el ceño sentándose sobre la cama con la espalda apoyada en el respaldo. Su cabello estaba desordenado con un par de mechones sobre su rostro.
—Me perdí. ¿Ya volvieron?
—Anoche —respondió Stefan—, después de que fuí a buscarte.
—Entonces —Elena se separó de Stefan y se sentó a una orilla de la cama, frente a Azaela—, te traje el desayuno. —levantó ambas bolsas con sus manos—; bignets y malteada de mantequilla de maní con crema batida en el fondo.
—Eres genial, Elena. —Azaela sonrió tomando las cosas mientras se lo metía a la boca.
—Con calma, Azza —Stefan rió divertido—.La comida no se irá.
—Cállate, Stefan. Me muero de hambre.
Stefan se aclaró la garganta segundos mirándo a ambas muchachas.
—Ya vas a arruinar el momento. —Dicen ambas soltando un suspiro
—Lo siento, pero no puedo fingir que todo está bien.
—Katherine está encerrada en la tumba —Responde dirigiéndose a un cofre donde Azaela tenía guardados pequeños frascos con verbena.
—Lo sé, pero todavía tenemos este pequeño asunto de que seas el sacrificio humano de Klaus.
—¿Saben qué? —interrumpe Azaela—, ese nombre me está empezando a causar escalofríos. Mejor llamemosle el "innombrable" —Sugirió
—Anotado —respondió Stefan con evidente sarcasmo.
—Idiota.
—Volviendo al tema —intervino Elena—, Elijah prometió mantenernos a mí y a todos a salvo mientras sigamos sus reglas.
—Las reglas están hechas para romperse —comentó Azaela con indiferencia, provocando que Stefan asintiera en señal de acuerdo.
Elena suspiró con frustración y negó con la cabeza.
—Por favor, no busques a Isobel
—Katherine dijo que Isobel podía tener respuestas y yo tengo un par de preguntas, es todo.
Elena virtió la verbena en un vaso de agua mezclándolo con agua y volteó hacia Stefan.
—Stefan, yo hice un trato con Elijah
—Si, tu hiciste un trato con el. Yo no. Tu cumplelo.
—Bueno, en mi opinión Elijah se ve un tipo confiable —Stefan miró a Azaela con cara de pocos amigos—. Sin embargo...─ añadió ─ , Stefan tiene razón, Elena. No podemos solo tener un seguro para detener al innombrable.
Azaela le dirigió una última mirada antes de salir de la habitación. Se detuvo en la sala principal con su rostro lleno de horror ante una desagradable mordida de licantropo en la parte superior del hombro de Rose.
—Se ve mejor —Damon hizo una mueca. Su tono era de todo menos convincente—, ¿verdad, Azaela? —Se giró para verla antes de que Rose también lo hiciera.
—Oh, si —apretó los labios asintiendo torpemente.
En cuanto Elena llegó a su lado, Azaela rápidamente se marchó a su habitación. No soportaba el hecho de que sabía que Rose no estaría viva para el amanecer. Y en definitiva sabía que Rose no se merecía morir.
[...]
—¿Entonces Luka y su padre están trabajando para Elijah? —Azaela preguntó a Bonnie mientras caminaban cerca del estacionamiento de la escuela.
Le parecía raro estar ahí cuando ya había terminado la escuela hace un año.
—Si —respondió Bonnie—, y como sabes, Elijah hizo un trato con Elena. —Azaela asintió— ¿Tu estás bien? —Su tono era suave, casi cuidadoso—. Digo, con esto de la luna llena y la transformación...
—Si, no te preocupes —ella le regaló una sonrisa tranquilizadora—. ¿Como estás tú con el tema de Luka? El te gustaba.
—Me parecía un buen chico —aclaró— pero con todo esto...no lo sé.
Azaela soltó un suspiro frustrado.
—¿Pero por qué dos brujos ayudarían a un vampiro original? Se supone que sus especies se odian...o algo así.
—Dímelo a mí —Bonnie rió divertida.
Azaela también rió cuando a unos metros divisó a Tyler.
—Bon, te veo después, ¿está bien? ─ Bonnie asintió y Azaela se dirigió a Tyler —Hey, ¿como amaneciste? —le preguntó cuando llegó a su lado.
—Adolorido. Me duelen todos mis músculos. —admitió con una mueca de cansancio.
—Bueno, pero lo hiciste —lo felicitó con una amplia sonrisa—. Tu primera transformación y no lastimaste a nadie. —Tyler no parecía muy conforme—. Oye, prometo que luego de un tiempo se te hará más fácil. Mejorarás en ello y no te dolerá tanto.
El chico Lockwood sonrió levemente.
—Gracias...de nuevo. No se qué hubiera hecho si no hubieras estado ahí.
—De nada, Lockwood —le desordenó el cabello divertida.
Al girar la cabeza hacia un lado, Azaela vió a Caroline y Matt dándose un beso. Ella arrugó la nariz disgustada.
—Y yo creía que sería un gran día — murmuró
Tyler, que estaba a punto de soltar una burla, se detuvo al notar cómo el semblante de Azaela cambiaba de repente.
—Lockwood, te veo luego— se despidió comenzando a caminar—. ¿Que haces tú aquí? —ella entrecerró los ojos mientras se cruzaba de brazos observando fijamente a Elijah— ¿Quieres terminar tus estudios? —se burló.
—Solo quería disculparme por mis acciones al conocernos. Las dos veces. —Dijo sinceramente.
—No creo nada de lo que dices —dl original elevó sus cejas ante eso—. Mira, Elijah, no te conozco, pero todo este trato que hiciste con Elena no me cierra por completo. Se que estás ocultando algo.
—¿Es tu sexto sentido de mujer? —él se medio burló.
—Instinto de licantropo —corrigió bruscamente—. Tal vez puedas engañar a Elena, a quien sea, pero no te equivoques conmigo.
—Azaela...—ella lo interrumpió.
—Cualquier cosa que estés planeando en el que afecte a mis amigos —ella negó chesqueando la lengua—...Nada, nadie, ningún ser es completamente inmortal, Elijah. Ni siquiera tú.
—¿Que estás tratando de decir? —Elijah se acercó ladeando la cabeza, ligeramente confundido por su atrevimiento, más no sorprendido.
—Lo sabes perfectamente. No me gustan las personas que me ven con cara de estúpida o ingenua. Y ciertamente tú, lo estás haciendo.
Le daba créditos, Azalea tenía agallas y una lealtad inquebrantable. Tanto así, que se atrevió a amenazar a un original frente a sus narices sabiendo que ella no tendría oportunidad alguna contra el, pero eligiendo proteger a Elena.
—Yo creo, Azaela, que eres una persona desconfiada, más no ingenua, ni mucho menos estúpida —aclaró sinceramente, con una leve sonrisa que no alcanzaba a suavizar su mirada fija. Su tono era calculado, pero en sus ojos había una chispa de estima que no se molestó en ocultar.
Azalea lo miró, sus brazos cruzados y el rostro impasible. No podía evitar notar que algo en su presencia le resultaba familiar, aunque no pudiera ponerle nombre.
—No me interesa lo que pienses —respondió con firmeza, manteniendo su distancia, pero había una ligera duda en su tono. Ella misma no entendía por qué se sentía así, como si hubiera algo que debía recordar.
Elijah se quedó en silencio, observándola con atención. No era un hombre fácil de leer, pero había algo en la forma en que la miraba que sugería que entendía más de lo que estaba dispuesto a revelar.
—Te lo digo porque, a pesar de tu desconfianza, hay algo en ti que no puedo ignorar —dijo en un tono más suave, casi como si estuviera hablando consigo mismo.
Azalea arqueó una ceja, sin saber qué pensar. No era la primera vez que alguien la miraba como si hubiera algo más detrás de su actitud, pero la manera en que Elijah lo hacía era diferente. Su mirada no era de desafío, sino de algo más... cercano, pero distanciado al mismo tiempo.
—¿Y qué es eso que no puedes ignorar? —preguntó, aunque su tono era más curioso que desafiante.
Elijah no respondió de inmediato. Dio un paso hacia ella, no con la intención de intimidar, sino con una calma calculada que parecía medir cada palabra antes de pronunciarla.
—Tu lealtad —dijo finalmente, sus ojos fijos en los de ella, casi como si esperara que comprendiera algo sin decirlo—. Es... destacable.
Azalea lo miró, algo en su interior temblando, pero no dio señales de vacilar. Quizá era su desconfianza natural, o quizá la sensación extraña que la invadía, pero no estaba lista para aceptar nada de lo que él decía. Por ahora, todo eso era solo ruido.
[...]
Azaela abrió la puerta principal de su casa y se encontró con Elena caminando por el pasillo sosteniendo una estaca de madera en sus manos en posición defensiva. Se encontraba de espaldas, así que silenciosamente, ella se acerca por atrás y la asusta. Elena suelta un grito agudo y se da la vuelta para mirarla horrorizada.
Azaela ríe divertida.
—¿Que sucede? Pareces un gatito asustado ─ se burla.
En eso Damon llega
—¿Donde está Rose? —pregunta
Elena mira a ambos con la preocupación nublando su rostro.
—No lo sé.
—¿Como que no lo sabes? —preguntó Azaela.
—E-ella pensó que yo era Katherine. Intentó atacarme así que me encerré en la habitación de Stefan. —responde conmocionada.
—Tenemos que encontrarla antes de que ataque a alguien.
El teléfono de Damon comienza a sonar. Él contesta escuchando con atención mientras la sheriff le explicaba que a habido un ataque de vampiro en la escuela.
Luego de cortar la llamada, los tres se subieron al auto de Damon y se dirigieron hacia allá
Una vez que llegaron a la escuela, Damon fué hablar con Liz mientras Azaela y Elena caminaban por el estacionamiento buscando a Rose. La Salvatore aceleró sus pasos cuando logró escuchar algo y se encontró con Rose drenando a una chica.
—¡Rose, detente! —exigió, y la cabeza del vampiro se levantó bruscamente con ojos fijos en ella, la sangre goteaba de su boca.
Rose intentó lanzarse hacia ella, pero Damon reaccionó al instante, apartándola de su camino y sujetándola con firmeza, inmovilizándola contra el suelo.
—¡Rose, Rose! Soy yo, soy Damon. Soy Damon —dice, tratando de calmarla mientras ella lucha contra su agarre.
Rose mira a Damon y sus rasgos vampiricos desaparecen. Parpadeó un par de veces y comenzó a sollozar.
—¿Yo hice esto? Nunca quise lastimar a nadie.
—Lo sé, lo sé —dice Damon suavemente—. Ahora te llevaré a casa.
—No, no tengo una casa, no he tenido ja desde hace mucho tiempo —sollozó, su voz quebrada por el dolor—. ¡Haz que se detenga, por favor haz que se detenga! ¡Lo odio! —suplicósu tono impregnado de desesperación.
Azalea mordió su labio inferior, desviando la mirada. Estaba luchando con todas sus fuerzas para no dejar que las lágrimas cayeran. Ver a Rose de esa manera, sinceramente, le rompía el corazón.
—Damon...—Elena habló suavemente.
—Vámonos. —la interrumpió con frialdad.
[...]
Azalea estaba en la sala de la casa Salvatore, el silencio envolviendo el hogar como una pesada manta. Sabía que Rose no pasaría de esa noche, y su mente era un torbellino de emociones, todas oscuras y abrumadoras. Se reprendía a sí misma por importar tanto a los demás, convencida de que esa era una de sus debilidades. Aunque había conocido a Rose apenas unas semanas atrás, rápidamente se encariñó con ella. Incluso pasó una noche a su lado, compartiendo su vida humana, viendo cómo los ojos de Rose se iluminaban cada vez que hablaba de ello.
Pero la cruda realidad la golpeó con fuerza. Rose estaba muriendo, y Azalea no podía hacer nada para evitarlo.
Estaba harta. Harta de que las personas a su alrededor se desvanecieran, una tras otra.
—Ella quiere verte. —La voz de Damon la interrumpió.
Azalea asintió, algo desorientada, pero pronto se encaminó hacia la habitación de Damon, donde Rose estaba. Entró y, al verla, esbozó una triste sonrisa, una que apenas alcanzaba a esconder el dolor que sentía en su interior.
—Esta es la parte donde nos despedimos, ¿no?
—Me temo que sí. —Respondió. Sus ojos estaban empañados por las lágrimas acumuladas.
—Lamento no haber podido salvarte, Rose. —La voz de Azaela finalmente se quebró mientras las lágrimas cayeron de sus ojos.
—Debes de tener uno de los corazones más bondadosos, Azaela. Debes aferrarte a eso. No dejes que la oscuridad te consuma. Eres más fuerte que eso.
Azalea la miró, el nudo en su garganta dificultando cualquier intento de respuesta.
—Se que encontraras la paz, Rose. Te lo mereces.
Rose le sonrió, un gesto cálido que no coincidía con la fragilidad de su cuerpo.
—Recuerda, no importa lo que suceda, tu bondad, tu lealtad y tu corazón es lo que te hace única. No la dejes ir, Azalea. —Las últimas palabras de Rose fueron un susurro, como si su voz se desvaneciera con la vida que se le escapaba poco a poco.
Azalea apretó los dientes, luchando contra el dolor que amenazaba con desbordarla.
—Ha sido un placer conocerte, Azaela Salvatore. Me mostraste todo lo que alguna vez creí que ya no existía.
—Adiós, Rose. —susurró Azalea, abrazándola con ternura antes de separarse lentamente. Sin decir más, se dirigió hacia la sala, evitando mirar atrás. No podría soportar ver a Damon clavarle la estaca.
[...]
Azalea observó a Damon con cierta duda mientras él entraba a la sala. En silencio, él tomó un vaso de bourbon y vació el contenido de un solo trago.
—¿Estás bien? —le preguntó.
—Pensé que estabas en tu habitación. —dijo sirviéndose otro vaso.
—Pues no...¿Entonces si estás bien?
—Estoy bien —respondió a secas—. Me alegro de que haya terminado.
—Ahí estás, fingiendo nuevamente. No es debilidad el que sientas, Damon.
Damon se volteó a ella irritado.
—¡Si, siento, Azalea! ¿Y sabes qué? ¡Apesta! Lo que apesta aún más es que se suponía que era yo. Jules quería matarme a mí. —su voz se quebró ante eso.
El dejó el vaso en la mesita y caminó a las escaleras, logró dar un paso cuando la voz de Azaela la detuvo.
—No está mal que te importen las personas, Damon, porque aún cuando eres un vampiro, sientes. Y sentir no está mal, no es signo de debilidad. Y se que a pesar de toda esa fachada, te queda una parte de tu humanidad.
Damon se quedó quieto, mirando el suelo por un momento, y continuó su camino.
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