SS:E-2
Pasó mucho tiempo antes de que pudiera volver a recuperar la cordura.
Una parte de mi quería ser el Kihyun de antes y otra solo quería morir ahí mismo, no sin antes matar al monstruo que se mantuvo de pie junto a mí durante todo el tiempo que me rompí en la esquina de aquella sala.
—No podemos quedarnos más tiempo e este sitio. —susurró cómo si no quisiera interrumpir m dolor. —No podemos ser vistos por los humanos.
Ante su argumento solo pude reír como un loco, deseando callarle la boca de una buena vez.
—¿O qué? —pregunté mirándolo fijamente. —¿Van a clavarme una estaca en el corazón y voy a cumplir mi deseo de morir? Porque si es así entonces prefiero que te vayas y me dejes solo.
El hombre a mi lado bajó la mirada y negó.
—Si nos quedamos, lo único que provocaremos serán sospechas y después un escándalo cuando se enteren de todo lo que ocurrió. —respondió sinceramente.
Suspiré más roto que nunca.
—Deseo que pudieran encerrarte y que vivieras en tormento el resto de tu eternidad. —escupí con todo el desprecio que albergaba en mi pecho.
Él aún con la mirada baja decidió contestar.
—Si voy a la cárcel y jamás envejezca, entonces de nada sirve. —respondió. —No importa si me condenan diez años o mil. Estoy seguro de que algún día saldré y para cuando lo haga, las personas que me condenaron ya estarían muertas. —fruncí el ceño con ira. —La nueva gente ni siquiera sabría por qué estoy ahí. Eso sin contar que las cárceles pueden cerrar.
Lo mire con todo el rostro lleno de estupefacción.
—No te queda lo de ser gracioso. —dije entre dientes.
—No estaba intentando ser gracioso, yo sólo... —intentó justificar.
—Llevame a ver a Hyungwon. —dije para interrumpirlo.
Por fin levantó la mirada y me miró casi con preocupación.
—No creo que sea buena idea que...
—¡No te pregunté, maldita sea! —le grité empujándolo al darle un golpe en el pecho. —Deja de opinar como si tuvieras derecho.
De nuevo el silencio y la mirada baja fueron la respuesta hasta que finalmente vi como se acercaba a mi y me envolvía en sus brazos. Al principio quise negarme pensando que era alguna tontería pero después supe que solo estaba cumpliendo con mi orden de llevarme a ver a mi amigo.
Después de un tiempo se detuvo en un callejón y me soltó, levantando una mano para indicarme el camino.
No dije nada y simplemente empecé a caminar, cuando de repente escuché su voz detrás de mí.
—Voy a estar aquí. —comentó.
Volteé y sonreí con ironía.
—Vete al diablo y muérete. —respondí.
No me quedé a esperar su respuesta, contrario a eso corrí en la dirección que me dijo y llegue finalmente a una casa grande con una bonita entrada. Pensé en que debía tocar el timbre como una persona normal lo haría, pero recordé que ya no era una persona normal y que probablemente no iban a abrir la puerta si llamaba de esa manera, así que tratando de acostumbrarme a mi nueva normalidad decidí usar mi habilidades para saltar el enorme muro que había y correr hacia adentro.
Apenas logré ingresar a la casa, una sombra apareció frente a mí y en cuestión de mili segundos recibí un ataque que si hubiera sido un humano normal no habría sido capaz de esquivar. El más viejo de la familia me reconoció después de unos segundos y aunque no dijo nada, pude notar la sorpresa y la pena en su rostro.
No sabía quién era esa persona, pero lo deduje por el parecido físico que tenía con el chico llamado Wonho con el que Hyungwon había salido y que había ocultado de mi, pero que siempre me enteré. No había duda que se trataba de una familia de vampiros.
Aquella mirada me hizo sentir extremadamente mal, pero no estaba ahí para lamentar lo miserable que era. Solo quería ver a Hyungwon y esperar a que estuviera bien.
—¿Donde está? —pregunté desesperado.
Él señaló hacia una habitación con la mirada baja y sin siquiera esperar consentimiento, ingresé al lugar, pero lo que vi no me gustó para nada.
Un pálido cuerpo estaba tendido sobre una camilla, a su lado los restos de un desesperado intento por salvarle la vida y encima de él, un amante llorando desconsoladamente una pérdida.
Mi cuerpo se congeló antes de poder decir algo, y aunque quisiera acercarme más, mis pies simplemente no reaccionaban a nada.
Me quedé un buen tiempo contemplando la triste escena delante de mí para poder imaginar lo que había ocurrido.
Seguramente lo habían traído a la casa donde la madre de Wonho pudiera atenderlo con los recursos necesarios a juzgar por la cantidad de algodones y gazas manchadas de sangre, parecía tener una hemorragia intensa. Además tenía una cicatriz de mordida de vampiro, ¿Cómo es posible que ni siquiera una mordida de vampiro lo salvara?
—¿Qué demonios ocurrió? —cuestioné con un hilo de voz.
El hombre a mi lado soltó un fuerte suspiro.
—Todavía no lo sabemos. —respondió. —Su cuerpo simplemente rechazó mi veneno, así que solo nos quedó intentar lo humanamente posible, pero al parecer no fue suficiente.
Todo había sucedido al contrario de lo que yo había imaginado. Pero seguía pareciendo imposible.
—Pero...
—Hicimos lo que pudimos. —recalcó al ver mi expresión. —No sabemos qué decirle a Wonho, ni siquiera sabemos cómo consolarlo. —soltó otro profundo suspiro. —Él ha estado ahí todo el tiempo pese a sus propias heridas.
Miré en su dirección y noté como las lágrimas escurran por sus mejillas y susurraba algunas cosas por lo bajo mientras sostenía la mano de Hyungwon y la acariciaba una y otra vez, dando pequeños besos en ella de vez en cuando.
De repente sentí envidia.
Yo también quería poder llorar y desahogarme tanto como quisiera, pero en un cuerpo inerte no hay vida. Ni siquiera lágrimas.
Wonho era afortunado de poder conservar una parte humana consigo.
Mientras decidía internamente sobre sí quedarme y acompañar a mi mejor amigo hasta su última morada o irme y vagar lejos con tal de no verlo en esa situación y no guardar un recuerdo triste, un sonido captó nuestra atención.
Fue solo un "bip" nada más, pero lo importante fue que lo emitió el monitor de ritmo cardíaco que estaba conectado a Hyungwon. Todos pensamos que pudo haber sido un error, sin embargo la pantalla figuraba que había sido real.
Fue entonces que, sin esperarlo, obtuve una nueva razón para seguir viviendo.
La esperanza le dio un leve
sentido a mi eterna vida.
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