5.
No existe una palabra para describir el sentimiento que tuve al escuchar a un vampiro decirme a la cara que quería más de mi; pero si tuviera que mencionar algo que se aproximara, diría que sentí codicia.
Su mirada se posó en la sonrisa que mostré aún con mi labio levemente roto.
— Entonces... — levanté su barbilla para que mirara mis ojos y pude notar aquel rojo vibrante de su mirada, brillando de expectación — gánatelo...
Pasé mi lengua por mi propio labio, lamiendo un poco de mi sangre y tan pronto como acabé de hacerlo me dejó demostrado que mi sangre debía ser limpiada únicamente por él.
Su boca buscó la mía con desespero y mis piernas rodearon su cintura en respuesta, entonces fui sostenido por sus fuertes brazos sin que su boca soltara la mía.
Avanzó por la habitación hasta que mi espalda golpeó levemente la pared y me aprisionó contra ella arrancandome un gemido que ahogó con sus labios.
Se separó de mí apenas para mirarme a la cara y yo no podía calmar mi agitada respiración.
— Estas jugando conmigo... — susurró con una mezcla de molestia y excitación — y yo odio que jueguen conmigo... — asentí suavemente como deseando que continuara con su frase — y por eso va a dolerte.
Su boca volvió a atrapar la mía y antes de que pudiera siquiera hacer algo, sus dientes se clavaron sobre mi labio inferior con mucha fuerza agrandando la herida que ya estaba hecha.
Entonces sentí la sensible piel de mi labio inferior desgarrarse y las lagrimas aparecieron en mis ojos, mientras soltaba un quejido de dolor e intentaba apartarlo.
De un momento a otro pude sentir el metálico sabor de mi propia sangre mezclándose con mi saliva y sentí ganas de gritar, sin embargo no podía porque él no se separaba de mí, así que solo solté un quejido de dolor.
Sus dientes soltaron mis labios de a poco y segundos después volvieron a retomarlos en un doloroso beso que correspondí sin saber por qué.
En ese momento estaba enojado por lo que el vampiro me había hecho, pero sentir su cuerpo simulando suaves embestidas contra mí, me descolocaba la mente y solo quería seguir besándolo a pesar del dolor.
El tenía algo extraño que me hacía desearlo como él deseaba mi sangre.
Su lengua y la mía comenzaron a moverse con necesidad y aunque el sabor de la sangre seguía en mi boca, dejó de importarme; solo podía concentrarme en el delicioso escozor de mi labio al ser rozado por los labios del vampiro que ya estaban tintados de mi fluido.
Pero de repente me soltó y se apartó de mi un par de centímetros. Al principio pensé que iba a irse pero mi pensamiento fue desechado cuando noté la forma en que miró la prenda que yo llevaba puesta.
Lo vi acercarse con rapidez, entonces tomó la camisa de botones y tiró de ella rompiendola en dos pedazos y provocando que gimiera debido a la sensación de desnudez.
La blanquecina piel de mi pecho quedó al descubierto para él y si no fuera por mi cómodo bóxer gris, todo mi cuerpo estaría desnudo, esperando pacientemente para recibirlo.
La codicia se apoderó nuevamente de mi al ver su mirada paseándose por todo mi cuerpo.
Quería que me deseara como yo a él.
Lo quería para mí y no podía ocultarlo.
Fingiendo no darme cuenta, dejé que la linea de sangre de mi labio roto corriera por mi cuello, pasara por mi pecho y acabara perdiéndose en la tela de mi bóxer.
Y su mirada solo alimentó mi ego.
Quería mi sangre, me quería a mí y estaba muy seguro de que sufría por lamer esa pequeña gota de sangre que me estaba recorriendo el cuerpo.
Mi pensamiento fue confirmado cuando lentamente se puso de rodillas frente a mi, sus brazos me envolvieron y su cara se acercó a mí abdomen.
Pude sentir su agitada respiración chocando contra mí piel y no pude evitar soltar un jadeo que fue respondido con una fuerte mirada.
Lo vi desde arriba y me sentí poderoso, así que no pude evitar sonreír al mismo tiempo que acariciaba su cabello.
No era más que un pequeño cachorro bajo mis órdenes y yo seguía desconociendome, jamás fui de las personas que amaban tener el control de un momento como ese, pero ya no me importaba.
Lo estaba disfrutando demasiado como para dejarlo así.
Su húmeda lengua se posó sobre mi abdomen, provocandome un nuevo jadeo que no fui capaz de contener mientras lo veía subir lamiendo el rastro de sangre desde mi abdomen.
Mientras subía, mis manos resbalaron de su cabello y bajaron por su espalda acariciando muy suavemente cada musculo que podía palpar, provocando que mi excitación aumentara.
Cuando llegó a mi pecho se detuvo para chupar levemente mis pezones y sin previo aviso mordió uno de ellos, arrancandome un nuevo grito y provocando que mis uñas se clavaran en los músculos de su espalda.
El nuevo escozor se hizo presente pero no le importó, él siguió besando y chupando mi herido pezón a su antojo. Entonces volví a estar en aquella contradicción de estar molesto con él pero al mismo tiempo estar disfrutando de ese tipo de cosas.
Su mano jugaba con mi otro pezón y no tardó en repetir el proceso, dejando mi pecho totalmente adolorido.
Hasta ese momento no habíamos hecho nada más y yo ya estaba sintiéndome agotado gracias al dolor, pero no planeaba detenerme, no hasta que obtuviera lo que quería.
Lo aparté bruscamente y lo lancé sobre la cama, él me miró un poco extrañado, sin embargo cuando me subí a su regazo, sus manos no tardaron en posarse sobre mis caderas para finalmente apretarme contra su entrepierna, dejándome saber que no era el único con ganas de algo más.
Quité su camisa con desesperación mientras él volvía a besar mis adoloridos pezones, entonces me aparté un poco para quitarle de una buena vez por todas el odioso pantalón negro que llevaba puesto y para no perder más tiempo, arranqué su ropa interior también.
En ese momento no me importaba nada.
Me puse de rodillas en el suelo con la intención de lubricarlo con mi saliva, pero antes de que pudiera hacerlo me detuvo.
— No lo hagas... — susurró con la respiración agitada — estas herido.
Puso su dedo levemente sobre mi herida y solté un pequeño quejido, entonces asentí.
— Entonces lubricante... — fui a uno de mis cajones y saqué el pequeño frasco que siempre guardaba junto a mi juguete favorito — aquí está...
Volví a él intentando abrir el frasco con mis temblorosas manos, pero de nuevo fui sorprendido cuando sus fuertes brazos me atraparon y me hicieron volver a su regazo.
Lo miré intentando descifrar su intención, pero no fue necesario porque su silencio fue interrumpido por el sonido de la tela de mi boxer rasgandose por detrás.
Entonces sonrió y me miró con descaro al mismo tiempo que dejaba ir su mano contra mi trasero, dándome una fuerte nalgada que me hizo estremecer y apretar los ojos.
Un nuevo ardor se sumó a la jornada, pero no me importó.
Arrebató el frasco de mis manos y lo abrió sin mucha delicadeza, derramando sobre sus dedos y sobre su entrepierna una generosa cantidad del viscoso líquido que yo ya conocía.
Me sentí un poco nervioso al principio, no sabía de qué manera iba a reaccionar, si sería brusco o no, pero en cuanto su boca se acercó a mí cuello y comenzó a chupetear mi pálida piel arrancandome un par de jadeos, mis pensamientos volaron lejos.
Sentía que podía derretirme o desangrarme en sus brazos en ese mismo instante y no me importaría, estaba haciendo que sintiera demasiadas cosas al mismo tiempo que sus dedos hacían su trabajo en mi.
Poco tiempo pasó para que sus manos se apartaran de mi interior y en su lugar se posaran en mis caderas para ayudar a hacer lo que sería una primera penetracion real.
Y no solo una penetracion, sino que la penetracion que me haría un vampiro.
Mi corazón parecía querer salir de mi caja torácica ante ese pensamiento y la expectación seguía carcomiendo mi cuerpo, hasta que por fin pude sentirlo.
Nuestras miradas se unieron con una violenta expresión de placer mientras se introducía en mi, era algo inexplicable, algo que no podía descifrar.
No se trataba sólo de lo físico, porque mientras nuestras miradas seguían unidas, nuestras almas parecían unirse también.
Aquella conexión se intensificó en cuanto mi cuerpo se acostumbró a él y movió mi cuerpo contra él para dar la primera embestida.
Todo con él parecía nuevo y todas esas primeras veces parecían diferentes al resto.
Sus manos se ayudaron de la tela de mi boxer para mover mi cuerpo de arriba a abajo sobre él y nuestras bocas se unieron de nuevo con el sabor de mi sangre entre los besos, ahogando nuestros gemidos con el movimiento de nuestras lenguas.
En un momento, sus manos tomaron me cintura y me lanzaron contra la cama dejandome totalmente boca abajo y acabó por romper totalmente lo poco que quedaba de mi ropa interior.
Jamás podría cansarme de su rudeza, así que volví a gemir y por puro instinto levanté mis caderas para facilitarle el proceso.
Sin perder tiempo su pesado cuerpo dejó caer su peso contra el mío, volviendo a penetrarme certeramente y arrancando de mi boca un muy audible gemido que intentó contener poniendo su mano sobre mi rostro.
Apreté las sábanas ante la ola de sensaciones que estaba teniendo y fue en ese momento que apenas pude notar las blancas sabanas manchadas de mi propia sangre.
Y sonreí aunque pareciera un loco.
Lo hice porque mi ego fue alimentado una vez más por aquel vampiro.
Estaba haciendo justo lo que yo quería que hiciera, en mi cama, por un poco de mi sangre.
Lamí mi herido labio y probé una vez más mi propia sangre, orgulloso por primera vez de ella y mis propios pensamientos sumados a aquellas embestidas y sus rudas caricias; estaban arrastrandome inevitablemente a un orgasmo que amenazaba con ser algo increíble.
— Wonho... — jadeé — ah...
No podía continuar pero él pareció entenderme, entonces sus manos rodearon mi pecho y me levantaron para hacerme quedar de rodillas sobre la cama, sin salir de mi.
— Hazlo... — susurró mientras mordía con suavidad mi oreja — no te contengas...
Sus palabras activaban algo aún más fuerte en mi y pude sentir el cosquilleo en mi abdomen mientras sentía las suaves mordidas en mi espalda.
— Wonho... — volví a jadear, llevando mi mano a mi propio miembro para acelerar el inminente orgasmo que se acercaba.
Sus mordidas se detuvieron y simplemente fue repartiendo un camino de besos sobre mi hombro hasta llegar a un punto en especifico.
— Hyungwon... — jadeó dando una profunda embestida que me obligó a gemir con fuerza — aquí... Aquí es perfecto para tomarla...
Entre mis jadeos pude escuchar su suave voz y sonreí.
¿Acaso estaba pidiéndome permiso para tomar mi sangre siendo un vampiro y teniendome a su merced?
Con mi mano libre tomé una de sus manos que se mantenían sobre mi abdomen y giré mi cabeza lo suficiente para encontrarme con su rostro.
— Hazlo... — jadeé — hazlo ahora...
Sus labios se unieron a los míos por un breve lapso de tiempo y finalmente me soltó para clavar sus dientes en la pálida piel de mi hombro.
Ardía como el infierno, sentía mi piel desgarrarse ante su presión y los sentimientos se me mezclaban en la cabeza, pero en cuanto él comenzó a succionar mi sangre me sentí diferente y mi orgasmo estalló.
Llevé mis manos hacia las suyas y me di cuenta que en ese momento su orgasmo también se hizo presente en mi interior.
Me sentía extraño en el buen sentido.
Había sido una agotadora jornada de sexo, pues muchas partes de mi cuerpo dolían, otras incluso sangraban y tenía a un vampiro derramandose en mi interior al mismo tiempo que estaba succionando mi sangre.
Estaba loco para permitir algo así, pero más loco era porque yo lo había deseado y claramente mi deseo fue concedido con creces.
Mientras sonreía sentí aquella conocida debilidad invadiendome el cuerpo entero, que sumado a mi cansancio, estaban provocando estragos en mi cuerpo, al punto de perder el equilibrio y desplomarme.
Pero como siempre sus fuertes brazos me sostuvieron y me depositó suavemente encima de la sabana manchada de sangre mientras salía de mi cuerpo.
Y mientras yo iba cayendo en la inconsciencia miré de reojo su tranquilo rostro deleitándose con mi sangre como si fuera un manjar.
Yo quería más y tuve más.
Él quería más y tuvo más.
Pero nada sería suficiente.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top