41.

El tiempo transcurrió cual hoja seca siendo arrastrada por el viento del otoño en algún parque de la ciudad, haciendo parecer toda la situación realmente insignificante. Y es que, si se piensa mejor, realmente lo somos.

Ha vivido tanta gente en el mundo, han ocurrido todo tipo de problemas sociales, políticos y económicos, millones de personas han muerto a causa de eso, y los millones que quedan lloran la pérdida hasta que también les toca morir y repiten el ciclo interminable de la vida, pero aún así el tiempo prosigue su marcha sin prisas, sin inmutarse y sin esperar a nadie.

Es por eso que a pesar de mi lucha incesante por querer estar vivo y hacer muchas cosas que no hice, también estaba consciente de que mi muerte sólo significaría una pequeña mancha en la vida de aquellos seres inmortales a quienes consideraba familia, y que muy probablemente con el tiempo encontraran a alguien mejor que yo, para poder amar.

Tal vez Hoseok podría encontrarse a otro mortal que fuera menos problemático, con el que podría llevar una vida pacífica, y ser feliz.

Pero no quería eso.

Me estaba rehusando con todas mis fuerzas a ceder mi puesto tan fácilmente, y aunque la ironía me carcomía, luché por vivir.

Desde pequeño era muy enfermizo y mis padres siempre me culparon de perezoso cuando no me sentía capaz de hacer las cosas que los otros niños normalmente hacían. Cuando me enteré de mi enfermedad me convertí en una carga, por lo que eventualmente me independicé y corté comunicación con ellos, sin embargo nunca pensé que sería feliz. Me había resignado a creer que sólo podía esperar a que el líquido que corría por mis venas me matara. Más tarde decidí que no esperaría más, sino que yo mismo pondría fin a mi sufrimiento, pero no me imaginé que una situación inesperada me cambiara el pensamiento de tal manera que deseara estar vivo a niveles inimaginables.

En el momento que abrí mis ojos, sentí como si hubieran estado pegados por mucho tiempo. Era como si hubiera rasgado la piel, y la luz que se coló fue increíblemente cegadora. A esas alturas ya no sabía si estaba vivo o ya había muerto, pero para mi sorpresa, una conocida cara apareció frente a mis ojos, haciendo que mi cuerpo entero temblara de una emoción que no podía describir.

— ¿Wonho...? —pregunté con mucha dificultad, sintiendo mi garganta terriblemente seca, y mis cuerdas vocales como si fueran lijadas entre sí. En ese momento, varios rostros familiares se acercaron para verme, pero entre ellos uno robó mi atención, y sin que pudiera evitarlo comencé a soltar lágrimas— K-Kihyun...

El mencionado mostró un ápice de sonrisa y se acercó para abrazarme al ver la intención en mis brazos estirados. Sin embargo, cuando lo hizo, pude notar que su cuerpo emanaba una mortal frialdad que hasta ese momento era desconocida para mí.

Lo miré esperando una respuesta, cualquier indicio que negara que el pensamiento que vino a mi cabeza no era real, pero su mirada vacía y esquiva sólo me demostró lo contrario.

No pude contenerlo más y comencé a llorar. Inmediatamente unos fuertes y acobijantes brazos me envolvieron y me dejaron llorar en su hombro todo el tiempo que fuera necesario.

Había mas gente en aquella habitación, pero ninguno hacía o decía nada, en medio del mortal silencio que sólo era roto por mis lamentos y sollozos, todos mantenían la mirada baja y una expresión de tristeza y culpabilidad en el rostro. Pasó mucho tiempo hasta que pudiera calmarme correctamente, fue hasta ese momento que la rubia se acercó a mí y me abrazó para decirme lo feliz que estaba de verme de nuevo, el padre de Wonho dijo lo mismo pero sin acercarse demasiado, y Wonho me lo repitió incansablemente mientras acariciaba mi espalda.

Después de eso, nos dejaron solos.

Tenía muchas cosas que preguntar, quería hablar con Kihyun, quería decir todo lo que juré decir cuando estaba en mi lecho de muerte, sin embargo a nadie le pareció que fuera un buen momento dar o recibir más información de la necesaria. Y así, después de una ducha y un cambio de ropa cómoda, finalmente me atreví a hacer preguntas al vampiro que había estado silenciosamente detrás de mi todo el tiempo.

— Sólo... —suspiré apoyando mi cabeza en uno de sus hombros— Sólo dime qué pasó.

Él tomó mis manos y me invitó a tomar asiento sin romper nuestra cercanía e intimidad.

— Fuiste... —miró en otra dirección— Fueron heridos mortalmente. —corrigió— Yo realmente no pude hacer nada por ti, o por él. Lo siento.

Mi pecho se estrujó de agobio al escuchar esa disculpa tan dolorosa. Ni siquiera sabía cómo Hoseok era capaz de decir tal cosa después de lo que hizo.

— Tú hiciste mucho, tú me ayudaste. —comenté acunando sus mejillas— Me protegiste.

— Bueno, se nota que no lo hice bien. —respondió inmediatamente con un tono de autodesprecio. El silencio reinó por varios minutos después de esa afirmación a la cuál no supe qué responder, pero finalmente suspiró recuperando las fuerzas para volver a hablar— Cuando mis padres llegaron ya era demasiado tarde y lo que sea que mi madre podría haber hecho, no era suficiente para ayudar a ninguno. Entonces... —acarició mis manos una y otra vez durante esa pausa— le pedí a mi padre que te mordiera. No podría soportar perderte.

Mi cabeza casi explotó de desconcierto al escucharlo y unir piezas en mi mente.

— ¿Soy un vampiro ahora? —pregunté anonadado.

Él no respondió, simplemente tomó la misma mano que había estado acariciando, la elevó a la altura de su mandibula y clavó sus dientes en el antebrazo donde inmediatamente empezó a fluir una línea de sangre que teñía el blanquecino color de mi piel con un escarlata oscuro que conocía a la perfección.

— ¿Eso te dice algo? —susurró mirándome a la cara.

Miré el líquido con especial atención y no supe qué responder.

— No lo comprendo... —me sinceré— Recibí la mordida de un vampiro puro, ¿y aún sigo siendo humano? —levanté el brazo y apreté la herida una y otra vez— Pero más importante, ¿por qué no siento dolor? ¿Qué está pasando?

Wonho me miró con comprensión y selló la herida para finalmente volver a hablar.

— Eso no es todo. —aseguró mientras limpiaba con un pañuelo húmedo el rastro de sangre— Ha pasado un año desde que todo ocurrió. —no hice ningún sonido, pero la expresión que puse le hizo saber a Wonho que realmente estaba sin palabras, así que continuó explicando— Estuviste ahí, en esa camilla. Durante todo ese tiempo esperamos que la mordida hiciera efecto y que en cuestión de minutos estuvieras bien, pero no fue así. —explicó con tristeza— Me resignaba a pensar lo peor, pero cuando pasó un tiempo, supe que quizá no te volvería a ver.

Con la confusión aflorando en mi pecho por más tiempo del que pudiera soportar, sólo pude hacer una única pregunta.

— ¿Estoy soñando? —susurré mirando su expresión— ¿Wonho?

¿Qué ocurría?

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