38.
Lo único que pude escuchar después de haber visto aquella rojiza mirada, fue el sonido de los cristales de la ventana rompiéndose, y sentí como mi camisa fue agarrada con fuerza desmedida, obligándome a ceder a la fuerza.
El momento realmente había llegado.
En un abrir y cerrar de ojos me encontraba en la azotea del edificio donde residía, con los pies colgando al vacío y siendo sostenido del cuello por aquel vampiro que me miraba casi complacido de mi actitud tan sumisa.
— Que sorpresa... —comentó con una sonrisa— La rata de alcantarilla volvió a su lugar.
Sintiendo el notorio dolor en mi cuello que no llegaba a asfixiarme del todo, lo miré de reojo.
— Y el gato de alcantarilla esperó pacientemente... —susurré con dificultad.
Tan pronto como escuchó mis palabras aflojó su agarre bruscamente y volvió a presionar mi cuello, amenazando con soltarme pero sin llegar a hacerlo realmente.
— ¿Te crees muy listo? —preguntó irritado— ¿Crees que no sabía donde te encontrabas? —se rió como si yo fuera la criatura más estúpida que había conocido, y probablemente así era— He vivido los años suficientes como para recorrer el mundo entero a pie, avanzando un minuto por día. Conozco la familia de ese imbécil y todos sus escondrijos. Lo que ocurre es que es mejor ver la cara de idiota que pones al estar preocupado por ese amiguito tuyo. —volvió a reírse— Es más sencillo y eficaz, ¿no crees? Si quieres atrapar al ratón, simplemente lo atraes a la trampa...
A pesar de que estaba padeciendo todo el dolor físico, mi pecho ardía de rabia al saber que esa persona trataba con tal desprecio a las personas que más amaba.
— Kihyun no tiene nada que ver en esto... —comenté agarrándome de su brazo para aliviar un poco la tensión que había sobre mi cuello— Tampoco Hoseok... —lo miré con rabia— Las cosas son entre tu y yo.
Él me miró con una sonrisa de placer al ver mi sufrimiento.
— ¿Ah, si? —preguntó atrayéndome un poco hacia él— No lo creo.
Tan pronto como soltó un última frase, me lanzó con fuerza hacia una de las paredes que habían sobre la azotea, dejando que mi espalda impactara duramente contra el concreto, y que el suelo me recibiera.
Si miraba el lado bueno, no me había lanzado hacia el vacío, sino ya estaría muerto.
Incorporándome lentamente, toqué con mis manos aquella zona adolorida de mi espalda y lo miré con toda la rabia contenida.
— Me quieres a mi, pues aquí me tienes. —gruñí— Déjalos en paz, no atormentes más a Kihyun.
—¿Atormentarlo? —rompió el silencio con una fuerte carcajada— ¿Qué tonterías estás diciendo? —se agachó frente a mí mientras seguía riendo como un desquiciado, hasta que su sonrisa se borró repentinamente de su cara— Yo soy el héroe que lo acompañó mientras su ingrato amigo lo abandonó después de decir cosas horribles sobre su difunta madre, quien por cierto, te trató como su hijo... —susurró en un tono de voz escalofriante—Muy mal hecho Hyungwon... Muy mal hecho... —sonrió con malicia y volvió a ponerse de pie— En cambio yo fui el amable cuidadano que le dio la única pista que podía seguir mientras empapelaba la ciudad con tu cara. Fui yo la persona que te vio por última vez, así que llegar a su lado fue mas sencillo de lo que esperaba. —me miró com seriedad y casi podía ver mi reflejo en aquellas llameantes perlas rojas— Es tan fácil para él confiar en las personas que, a veces cuando me quedo a pasar la noche en su casa y lo veo dormido, tengo un inmenso deseo de destrozarlo en mil pedacitos. —gruñó provocándome dolor de estómago tan sólo de imaginar esa escena— Sin embargo, estaba esperándote para que vieras el espectáculo junto conmigo... —de repente aquella seria expresión se disipó y sonrió— No pensé que tardarías tanto para volver a buscar al amigo que juras amar como a un hermano.
Estando en el suelo, me sentí tan enojado e impotente que supe que en ese momento más que nunca, debía seguir con el plan que me tracé, aunque eso significara sacrificar muchas cosas.
— ¡Dejalo en paz! —grité enojado y luego de un largo suspiro, continué— Estoy aquí para hacer un pacto...
El vampiro se detuvo en seco y se giró para verme.
— Oh, esto se ha puesto interesante. —comentó casi con inocencia— Hacer un pacto con un vampiro no es algo que realmente puedas anular...
Lo sabía. Estaba más que consciente de ello.
Hacer un pacto con un vampiro sólo significaba ser su títere hasta que decidiera quitarte la vida. Peor que un perro, e incluso peor que una marioneta. Y ni siquiera otro vampiro podría anularlo, ya que si un pacto fue voluntario, interferir entre el vampiro y el humano, era romper las relaciones entre vampiros, como si se tratara de un código de ética.
En otras palabras, si hacía un pacto con ese tipo ni siquiera Hoseok podría interferir, y si lo hiciera, solo significaría que el vampiro acabaría más rápido con mi vida, y que la absurda e innecesaria lucha se prolongaría por muchos años más, hasta llegar a una tregua.
Solté un fuerte suspiro y asentí, con la mirada baja.
— Soy consciente de ello. —afirmé.
El vampiro caminó expectante a mi alrededor.
— Te escucho. —susurró provocándome escalofríos en el cuello.
Suspiré agobiado.
— Quiero pedirte dos cosas. —susurré con la voz temblorosa— La primera, deja a kihyun en paz y nunca más vuelvas a acercarte a él. —pedí con las lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta— La segunda, quiero lo mismo para Hoseok. —sollocé de tan sólo pensar en cuál sería su reacción al enterarse de mi decisión— A cambio te serviré hasta que suelte mi último aliento de vida. Si quieres beber de mi sangre, entonces tómala. Si quieres hacer algo más, entonces puedes hacerlo, no importa de qué se trate, voy a servirte.
Bajé la cabeza, dejando que las lágrimas empaparan mis mejillas, y esperé por su respuesta que no llegó inmediatamente. En cambio, sentí cómo su mano se apoyaba en mi hombro y se ponía en cuclillas delante de mí.
Ni siquiera estaba viéndolo a la cara, pero sentía su poderosa mirada rojiza sobre mí.
— Oh así que eres un idiota muy devoto... —se burló con uma corta risa— No es de extrañar que pudiendo pedirme varias cosas, no hayas pedido nada para ti. —debido a que continuaba con la mirada, el vampiro tomó mi barbilla y me obligó a mirarlo directamente a los ojos— ¿Y que tal si te tomo, sin nada a cambio? —preguntó erizandome la piel— ¿Y qué tal si destruyo a Kihyun con mis propias manos? —dichas esas palabras se abalanzó contra mí para rodear mi cuello con sus manos para levantarme del suelo, con la clara intención de asfixiarme— ¡¿Y si lo único que anhelo es que mueras?!
Al sentir la sofocante sensación de que me faltaba el aire y que mis pies eran levantados del suelo nuevamente, decidí emplear el último método que tenía para ganar algo de tiempo e intentar salir de ahí con vida, aunque sabía que las probabilidades eran casi nulas. Saqué un cuchillo plegable de la bolsa de mi pantalón y lo clavé habilidosamente en una mano para hacerle perder fuerza y poder soltarme.
Si bien los vampiros no podían morir o sangrar, podían sentir dolor y perder fuerzas cuando eran lastimados, por lo que eso me dio una cantidad de tiempo, que aunque extremadamente corta, fue suficiente para poder volver a respirar.
Caí al suelo tosiendo ruidosamente, pero tan pronto como empecé a gatear, un fuerte pie se presionó contra mi espalda y me obligó a detenerme.
De repente, activando involuntariamente la habilidad que desarrollé o más bien, que descubrí cuando estuve hace mucho tiempo donde el oftalmológo, alrededor de mí pareció formarse un aura que se extendía por un par de metros a la redonda, pero que al parecer sólo era visible para mí. Inmediatamente pude notar que de alguna forma yo estaba siendo omnipresente enterandome de todo lo que había y ocurría en el radio antes mencionado, todo al mismo tiempo.
Apenas fueron un par de milisegundos los que tuve para apreciar aquella situación desde un panorama completo, pero eso fue suficiente como para predecir lo que iba a ocurrir inmediatamente, y que la situación jugaría a mi favor.
Un golpe sordo se escuchó en el lugar cuando la espalda del vampiro impactó contra el concreto por el golpe recibido de Hoseok. Ambos tenían una rojiza mirada flamante y la ira tatuada en el rostro.
No mediaron palabras, su lucha continuó inmediatamente, demostrando la fuerza de las míticas criaturas legendarias.
La situación realmente había cambiado.
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