36.

Cuando toqué la puerta que hace mucho tiempo no veía, estaba muy nervioso. Realmente no sabía qué reacción podría tener aquel que consideraba mi hermano desde muchos años atrás al verme después de tanto tiempo desaparecido.

Estaba al tanto de que debido a mi ausencia, me buscó por todos los lugares donde pudo. Empapeló la ciudad con mi cara, pero no había rastro. Ni un documento que haya dejado rastros, ningún video de seguridad. No había nada, pero yo simplemente aparecería sano y sonriente frente a él como si nada. Era normal que no supiera qué esperar.

Mi pecho estaba doliendo y mi respiración se había vuelto tensa desde que salí del apartamento en el que había residido por años pero que ese día abandoné para siempre. En mi mente flotaba la imagen de aquella triste expresión de Wonho cuando le dije que quería resolver las cosas por mi cuenta.

Pero a veces ser egoísta es la única forma de proteger a quien se ama.

De repente, frente a mí resplandeció la cálida luz de la sala de estar de la casa de Kihyun, permitiéndome apreciar con mucho detalle al chico asustado que apareció frente a mis ojos, un poco más delgado de lo que recordaba y sobretodo con una expresión de agobio bastante notoria. Claramente por mi causa.

No dije nada al inicio.

Dejé que el procesara las cosas, y si quería, que me gritara o golpeara cuanto quisiera. Estaba dispuesto a aceptarlo si eso equivalía a recibir su perdón por las horribles palabras que dije, y por haberlo dejado atrás sin decir una sola palabra cuando estaba muy consciente que él se preocuparía por mí, aunque estuviera enojado conmigo.

Y así, después de verme con asombro de pie a cabeza por un largo rato, como si yo fuera un producto de su imaginación, empezó a llorar silenciosamente, tocando mi cara con ambas manos para comprobar que yo era real y no un invento de su soledad.

— ¡Hyungwon! —gritó antes de estrecharme en sus fuertes brazos— ¡Idiota! —me golpeó en el brazo— ¡Estúpido! —mencionó sin dejar de llorar— ¡Eres un imbécil! Te odio, te odio...

Sonreí sin poder contener las lágrimas y correspondí a su abrazo con todo gusto, feliz de poder volver a verlo, también sano y salvo, y lo más importante; sabiendo que había perdonado aquellas duras palabras que le dije acerca de su madre, la última vez que lo vi.

— Lo sé, soy el rey de los idiotas... —contesté sonriendo, sintiendo mi pecho revolotear de felicidad.

— ¿Dónde habías estado? —su voz todavía estaba temblorosa y no me soltaba— Te busqué en todas partes, pero parecía que te habías esfumado... —sollozó— Cada vez que me pedían ir a reconocer cadáveres, rezaba intensamente para que no fueras tú... —rompió en llanto nuevamente— Idiota... ¿Crees que soportaría verte así?

Mi pecho dolía amargamente de pensar en lo mucho que Kihyun podría haber sufrido en medio de la soledad. Yo nunca tuve una buena relación con mis padres, por lo que perdí comunicación con ellos en cuanto me independicé y traté mi enfermedad con arduo trabajo, sin embargo Kihyun solo tenía a su madre, quien me amó como a su propio hijo hasta el día de su muerte.

Después de eso, sólo nos teníamos nosotros mismos. Éramos sólo él y yo, pero sin mí, no había nadie más que pudiera extender una mano sincera para hacerle compañía, o al menos eso había pensado.

— Es una larga historia... —suspiré— Si tienes café quizá podríamos tener una larga charla.

Él se separó de mí, dándome una mirada tan acusadora que si las miradas pudieran herir físicamente, yo ya tendría unos novecientos agujeros en el cuerpo.

— ¡¿Crees que mereces mi café?! —gruñó enfadado, empujándome por el pecho— Tú, lo que mereces, ¡Es pedir perdón quedándote de rodillas frente a mi puerta por una semana sin descanso! —su mano me dio otro fuerte empujón acusador— ¡Grandísimo idiota!

Estaba feliz. Ver a Kihyun de esa forma era la prueba irrefutable de que realmente estaba de nuevo, en casa.

El gruñón se dio la vuelta y agarró mi muñeca con fuerza desmedida para luego llevarme hacia dentro de la casa, casi arrastrado. Pero no me quejé en absoluto.

Entré a la casa que estaba tan arreglada y limpia como de costumbre. Y aunque habían unas pocas cosas nuevas, o que al menos no había notado, ese era el lugar de siempre. Al poco tiempo, el olor del café siendo preparado empezó a empapar la casa, dándome una sensación de calidez todavía más profunda.

Y ese día, a pesar de lo feliz que estaba, volví a mentirle a Kihyun. No estaba ahí solo para mostrarle que estaba bien, tampoco estaba ahí para contarle lo que había pasado. Estaba ahí por alguien más, más específicamente por aquella criatura que sabía que nos observaba desde las sombras, y que me había estado observando desde que salí de la puerta del que había sido mi apartamento.

No hacía falta que lo viera con mis propios ojos, pues había convivido con tres vampiros por un tiempo, podía captar su presencia y de alguna manera logré desarrollar una habilidad para poder identificar a la distancia, a las personas con las que tuve contacto. Ni siquiera tenía que moverme de lugar para saber dónde estaba y qué estaba haciendo mientras Kihyun y yo platicábamos.

— Esto no es justo... —se quejó con tristeza después de algún tiempo de charla— ni siquiera me has dicho nada y ya tienes que irte, todo lo que has hecho es preguntarme cosas, pero no me dices nada.

Solté una risita, porque era verdad.

Había estado evadiendo cualquier tema relacionado a mí, sobretodo el porqué me había ido sin dejar rastro. Pues aunque aquella era la verdad y sabía que Kihyun podría entenderme sin problema si se la contaba, sabía que conocer algo de esa índole, solo le traería más problemas.

Él ya tenía suficientes problemas por mi culpa, no dejaría que hubiera más. Por eso, decidí dejar que viviera tranquilo en la feliz ignorancia.

— Todavía hay mucho tiempo... —carraspeé la garganta al notar lo inseguras que salieron mis palabras, entonces para que él no notara nada extraño, me apresuré a sonreír y a dar un largo sorbo a mi taza de café— Extrañaba mucho el café de mi querido Kihyun...

Él me miró con preocupación y odiaba ver esa expresión, sobretodo cuando todavía tenía la cara húmeda por culpa de lágrimas recientes. Eso solo me rompía.

— Hyungwon, dime la verdad... —preguntó tomando mis manos por encima de la mesa de té— ¿Dónde estabas? ¿Alguien te secuestró? —buscó desesperadamente una respuesta en mis ojos— ¿Cómo hiciste para escapar sano y salvo?

No podía decir nada. Por lo que con el corazón adolorido sonreí, le revolví el cabello con una mano y suspiré.

Sólo sabía que debía compensar
todo lo que le hice pasar.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top