27.
Tan pronto como cruzamos la puerta de aquel lugar, las heladas ráfagas de aire fueron reemplazadas por las cálidas de la estancia y los murmullos de las personas de la sala de espera, provocados por quienes no podían contenerse de hablar pero tampoco querían crear tanto escándalo.
Lancé un vistazo rápido a mi alrededor en busca de algún rostro conocido y el porqué de aquella fuerte sensación de que alguien nos observaba que había tenido hasta unos segundos atrás, pero no había nada o nadie a quien pudiera distinguir y tan pronto como acabé de mirar a mi alrededor el celular de Wonho comenzó a timbrar oportunamente.
Mi mirada se dirigió hacia él y la suya se enfocó en el celular y después en mi.
— Un viejo cliente... —me informó, señalando el aparato que aún timbraba— seguramente quiere asegurarse de que siga con vida, pues le dije que tomaría vacaciones por un tiempo, pero ha pasado mucho desde la última vez que hablamos...
Asentí en silencio.
— Deberías contestar, a fin de cuentas no es bueno levantar sospechas. —le respondí en un susurro.
Él concordó conmigo y miró rápidamente hacia el lugar, como si quisiera asegurarse de que todo estaba en orden hasta que finalmente tomó mis manos y me guió a un asiento.
— Quédate aquí hasta que te llamen, serás el próximo porque así lo solicité ya que es urgente que tengas tus lentes y que el doctor me conoce bien, mientras que esta gente solo está por hacer algún cambio... —me explicó rápidamente con la voz baja y yo asentí— voy a contestar afuera, vuelvo enseguida.
De nuevo volví a asentir y él contestó la llamada, pero antes de hablar al celular, dio un beso rápido en mis labios y otro en mi frente para finalmente irse.
Me sonrojé violentamente al notar las miradas sorprendidas de los demás por lo que él acababa de hacer, pero en parte me sentía agradecido por varias razones, por ejemplo, estaba agradecido por el hecho de que me amara frente a quien sea sin temor, pero también por el hecho de que gracias a esa reacción pude sentir mi caliente sangre agolpandose en mi cara, demostrandome en un pequeño acto que pese a todas las cosas extrañas que estaban ocurriendo, aún era humano. Aún era yo.
— Chae Hyungwon... —llamó alguien con un acento tan extraño que apenas pude reconocer mi propio nombre.
Sin saber si iba a entenderme o no, decidí no hablar y en cambio levantar mi mano, entonces me sonrió y fue hasta donde yo estaba para ayudarme a caminar sin tropezar en las pequeñas gradas que habían en el lugar producto de la decoración más que del desnivel. Acepté su ayuda fingiendo muy bien ser una persona que no podía ver claramente lo que tenía por delante, aunque en realidad podía ver tan bien que había notado el pequeño lunar en su oreja y la apenas notable mancha de tatuaje que asomaba muy apenas unos milímetros por encima de lo que cubría su ropa de trabajo.
— Gracias... —le susurré haciendo una pequeña reverencia por si no entendía mis palabras y aunque no supe si entendió o no, recibí una sonrisa a cambio.
A mis espaldas estaba un hombre sentado, era el doctor. Lo noté al girarme y ver su vestimenta.
— Bienvenido. —me dijo, sorprendiendome por su perfecto manejo del idioma— por favor toma asiento, aquí. —tomó mi antebrazo y me guió al lugar— te haré unos exámenes para determinar la salud de tus ojos y saber que es lo que necesitas. —lo miré fijamente mientras se acercaba con un par de aparatos y se sentó delante de mí— ¿podrías explicarme primero qué ha ocurrido? ¿Sientes alguna molestia?
Sonreí casi con sarcasmo por la pregunta y me encogí de hombros.
— Si le digo algo loco, ¿me creería? —cuestioné mirando directamente a sus ojos mientras lo veía posar su mano sobre su boca, como si se quedara atento a lo que sea que yo dijera.
— Claro... —respondió sin más extensión.
Sonreí levemente al notar que su posición no cambió por un motivo que yo sabía con certeza que no podía pobrar pero que estaba decidido a hacerlo.
— ¿Podría examinar mis ojos primero y después hablamos? —sugerí con tono de arrogancia que lo sorprendió.
Sin más preguntas el hombre tomó el aparato que ya tenía preparado y en cuanto decidió empezar a hacer las pruebas, detuve su mano por la muñeca y lo miré fijamente.
— Así no. —le dije— no necesitas las maquinas después de todo.
Su expresión se tornó a una invaluable y yo mantuve mi expresión firme. Solo entonces fue cuando lentamente dejó las máquinas de lado, tomó mi rostro entre sus manos y miró fijamente a mis ojos mientras observé como certeramente sus ojos cambiaban a un rojo carmesí intenso.
Después de un par de segundos parpadeó, soltó mi rostro y sus ojos volvieron a un color marrón claro natural.
— No hay nada. —respondió con voz baja, a lo que yo respondí con un asentimiento.
— Tienes razón. —le dije poniéndome de pie y caminando por la habitación— la locura que debo contarte es que llevo la mitad de mi vida soportando una miopía progresiva, el cambio de lentes y la tortura de cuidarlos en la lluvia, al tomar café y encontrarlos al despertar cada mañana... —él siguió mis pasos con la mirada— pero ahora, de repente veo bien. Y según tú, tampoco hay ningún problema conmigo. —lo miré fijamente—¿Por qué?
Él carraspeó la garganta.
— No puedo saberlo. —afirmó— Necesito hablar con Wonho, pensé que no te diría nada de...
— No me lo dijo. —lo interrumpí— Lo deduje. O mejor aún, lo sabía. —me senté frente a él nuevamente con los brazos cruzados— Sabía que eras un vampiro. ¿Cómo podría saberlo antes? Lo único que se me ocurre es que algo extraño esté ocurriendo conmigo. —susurré apartando un poco de la ropa de mi cuello para mostrarle la cicatriz de la mordida que Wonho me había propinado en su momento de extrema desesperación— Temo que esto tiene algo que ver.
Sus ojos me escudriñaron con sorpresa por varios segundos, como si quisiera comprobar en aquella marca la verdad de mis palabras, pero luego carraspeó su garganta y negó.
— Eres humano, no podrías. —respondió con seriedad— Huelo tu sangre fuertemente, es como si vaciaras todo el frasco de perfume sobre ti, pero con olor a sangre. Además, si fueras como nosotros, las cicatrices no existirían en tu piel.
Asentí a sus palabras.
— Es por ello que no tengo una explicación. —respondí sinceramente— Sentí una mirada al llegar y no sé cómo, solo lo hice. Supe que eras un vampiro sin decírmelo y más aún, lo de mi vista... Necesito respuestas.
El hombre miró hacia su alrededor y suspiró.
— No sé cómo podría ayudarte. —respondió con la mirada clavada en el suelo.
Yo también suspiré con decepción.
— Tampoco lo sé. —respondí— Pero necesito un favor. —él asintió levemente— necesito que todo lo hablado aquí no sea sabido por Wonho. —le pedí sorprendiendolo— finge que me diste unas lentillas graduadas, haz un diagnóstico extraño o lo que quieras, pero no le digas nada...
Él me miró fijamente y asintió.
— ¿Tienes miedo? —cuestionó golpeando directamente en mi pecho con esa pregunta.
¿Qué si tenía miedo? ¡Claro que si!
Necesitaba ser humano para Wonho, no un ser sobrenatural que ni siquiera tenía nombre o especie, entonces asentí.
— Supongo que sabes quien soy y lo que hago por él. —contesté sin dudas y él asintió— Pareces ser cercano a él.
Un largo suspiro se escuchó en la sala.
— Tenemos una historia compleja. —resumió evadiendo toda explicación— y voy a ayudarte, al menos hasta que descubras que demonios pasa y se lo digas. No se puede engañar a un vampiro por demasiado tiempo.
Asentí dubitativo mientras el hombre se iba a hacer el papeleo falso y deseé la presencia de mi vampiro a mi lado en ese momento, entonces involuntariamente puse mi mano sobre mi sien y cerré los ojos. Pero de repente sentí como si una ola expansiva de algo me sacudiera al punto de levantarme de donde estaba y mi visión atravesó la puerta, las paredes y finalmente llegó a las pequeñas graditas que Wonho venía subiendo en dirección hacia mi, después de acabar su llamada.
Sorprendido por aquella situación extraña lo seguí y en el momento en el que él tocó la puerta del consultorio en busca de permiso para entrar, sentí como si me cayera desde algún sitio muy alto, pero al final acabé por abrir mis ojos y descubrir que estaba justo en el mismo lugar que había estado, mientras Wonho tocaba la puerta desde fuera.
El doctor abrió la puerta sin enterarse de que yo estaba mareado, hiperventilando y sudando frío mientras mis manos apretaban mis rodillas con frenesí.
— Hyungwonnie... —susurró entrando después de saludar al doctor, llamando mi atención pero frunciendo el ceño cuando notó mi estado— ¿Estas mareado? ¿Ocurrió algo?
Sus inocentes ojos me examinaron y yo negué con efusividad.
— Estoy bien, estoy bien... —le aseguré— el doctor me ha atendido bien, estaba esperándote.
Él miró hacia el doctor y luego había mi acunando mi rostro.
— Me alegro que estés mejor... —susurró dando un beso en mis labios y luego me abrazó, acercándose a mi oído para susurrar— por cierto, el color carmesí en tus ojos luce realmente sexy... No pensé que realmente optarías por lentillas de ese color...
Entonces la leve sonrisa que se había formado en mi cara desapareció y me aferré a él como si mi vida dependiera de ello.
¿Qué demonios?
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