18.

No me di cuenta de muchas cosas después de aquel susurro. Me dejé llevar y caí en la inconsciencia, pero esta vez teniendo muy claro que estaba en los brazos de mi amado vampiro y que, si era así, entonces no tenía nada que temer. Hasta que finalmente desperté.

Mis ojos se abrieron con dificultad notando muy poca luz colándose en la habitación que me encontraba y por alguna razón tenía frío.

Giré mi adolorido cuerpo un poco para poder apreciar mejor el lugar en el que me encontraba y me encontré con la bonita mirada marrón de la rubia que se suponía que era la madre de Wonho, y mi casi suegra.

— Oh, despertaste... —suspiró casi emocionada mientras se acercaba a mí— ¿Cómo te sientes?

Yo parpadeé un par de veces y suspiré mientras me autopreguntaba lo mismo. Mi garganta estaba muy seca y tuve que carraspear un poco para poder responder algo.

— Como si me hubiera lanzado de un edificio... —respondí, camuflando en mi propia afirmación un poco de mi estúpido humor al saber que literalmente había caído de un edificio.

Ella asintió.

— Es normal... —confirmó mientras me examinaba superficialmente— estabas malherido y tenías una fractura. —yo miré hacia mi brazo pero parecía estar mejor que cuando Wonho me encontró— espero que te recuperes con el reposo.

Yo asentí sin saber que responder. Me sentía un poco confundido porque la última vez que nos habíamos visto, ambos vampiros habían tenido una actitud de rechazo hacia mi, pero ahora parecían querer salvarme.

En ese momento noté que en un lado de la habitación estaba Wonho recostado en lo que parecía ser un sofá cama, inmóvil y con los ojos cerrados. Aquella forma de estar me pareció extraña porque nunca lo había visto descansando o algo por el estilo y según las películas de vampiros que había visto, ellos no dormían.

— Wonho... —le llamé pero no me respondió— ¿Wonho...?

— No te escucha. —comentó su madre con profunda tristeza provocando que la mirara con mucha preocupación.

— ¿Por qué?

Ella suspiró y agachó su cabeza.

— Es un tema difícil de explicar. —susurró después de un rato de silencio.

Pero alguna razón el nudo en mi garganta volvió a aparecer al mismo tiempo que un pensamiento me invadió la mente.

— Explícame. —supliqué— ¿Es por mí?

Ella volvió a suspirar.

— No podría culparte... —respondió— él tampoco lo haría créeme.

Mis ojos se cristalizaron porque aunque esa respuesta fue vaga, estaba seguro de que lo que sea que pasaba era por mi causa.

— Necesito saberlo. —informé viendo al techo.

— Está inconsciente. —afirmó después de un rato— Cada vampiro adquiere uno o más dones al momento de su transformación, casi de cualquier cosa... El de Wonho es algo de nacimiento, la forma en la que se puede mover es distinta a la nuestra, lo heredó de su padre. —asentí par que supiera que ya sabía esa parte— Pero por mucho que se sienta fuerte o que tenga su instinto como vampiro, es apenas la mitad de fuerte que nosotros y su cuerpo de alguna manera sigue siendo humano. —tomó una bocanada de aire como si también sintiera el dolor en el pecho que yo sentía— Su don le permite moverse a distancias relativamente largas, pero fue un largo recorrido contigo en brazos. Su cuerpo colapsó a los pocos minutos de llegar aquí.

Me quedé en silencio escuchando su relato y a pesar de que mi cabeza estaba hecha un lío, no sabía que debía preguntar primero así que solté todo como una bomba explotando.

— P-pero... ¿Él va a estar bien? ¿Largo recorrido? ¿Donde estamos? —miré a mi alrededor notando que afuera estaba nevando— ¿Puede morir? Eres enfermera, ¡haz algo!

Ella me sonrió con tristeza.

— Estamos en Noruega. Así que tuvo que recorrer contigo en brazos, un total de 7765 km para ser exactos. Y como ya lo sabrás, tuvo que hacer varias escalas entre distancias y su cuerpo necesita mucha energía para hacerlo. —miró sus manos con tristeza— y respecto a las otras preguntas... No lo sé... —respondió con un hilo de voz— no sé qué tanta posibilidad exista de que pueda morir por hacer algo así. Se ha rehusado a alimentarse en semanas, estaba débil antes. No estamos seguros de su inmortalidad y esta es la segunda vez que le pasa algo así en décadas... —sollozó— no es tu culpa Hyungwon, pero si mi hijo llega a morir no podré verte a la cara nunca más sin desear acabar contigo con mis propias manos.

Sus palabras me traspasaron entero y me quedé en silencio después de eso. Siempre había visto a Wonho como mi salvador, como el ser inmortal que podría defenderme de cualquier cosa que se presentara en mi vida. Pero, ¿que hay de él?

Su madre se dio la vuelta y salió de la habitación sabiendo que nuestra corta, triste y dolorosa charla había llegado a su fin irremediablemente. Entonces mi mirada se posó en el vampiro que yacía al otro lado de la habitación, más pálido que de costumbre y notoriamente más débil que en días anteriores.

Con todo el dolor que mi cuerpo sentía, me levanté de la cama donde había estado hasta ese momento, desconecté de mi brazo un par de agujas que me transmitían medicamento y fue entonces cuando noté que sorpresivamente mi brazo estaba curado. Dolía pero no de la misma manera, así que supuse que todo lo que tenía que hacer era tener un poco de reposo y que el don de aquella mujer era de reparar lo dañado. No muy alejado de la profesión que amaba.

Me puse de pie y avancé con pasos torpes hacia él sintiendo mi corazón desbocado al ver con más claridad lo que mis ojos habían visto solo de lejos. Esa persona frente a mis ojos no lucía como mi Wonho.

— Wonho... —sollocé mientras me agachaba para estar cerca de él— no... —pasé mi mano por su rubia cabellera. Su cabello lucía casi cenizo y su rostro parecía haber sido consumido por una grave enfermedad— por favor, despierta...

Lo moví, le hablé, lo toqué, pero tal como dijo su madre él no reaccionaba a nada y no podíamos hacer nada más que esperar.

Desesperado comencé a soltar un par de lagrimas maldiciendo una y mil veces el día en que nací. Pues hasta ese momento no había tenido nada bueno aparte de la amistad de Kihyun y el haber conocido a Wonho. Nada más.

Miré a mi alrededor como si quisiera encontrar una respuesta a todos los problemas de mi vida, pero aunque no la obtuve, si pude obtener una idea que se me vino a la cabeza en el momento que vi las bolsas de sangre vacías a su lado en los fallidos intentos de su madre por alimentarlo para que se recuperara.

Era yo.

Mi vida era su momento tic-tac, mi sangre era la que más deseaba en el mundo y también había querido acabar conmigo en un intento desesperado porque aquella locura abandonara su cuerpo. Pero no lo hizo. Me había protegido tanto como pudo.

Entonces los papeles se invertían en ese momento, yo era su salvación.

Me levanté de su lado y comencé a revisar con prisas por toda la habitación en busca de algo filoso. A tropezones y pasos torpes pude volver a llegar a su lado luego de encontrarme algo parecido a una navaja, entonces después de suspirar y prepararme psicologicamente hice una incisión en mi dedo índice que automáticamente comenzó a liberar mi tan conocido y problematico líquido rojo.

Con una expresión de dolor llevé mi mano hacia sus labios rogando al cielo para que aquello fuera verdaderamente útil y no una simple tontería de mi imaginación. Mientras la sangre brotaba de mi dedo, comencé a pasarlo por sus ásperos labios resecos en busca de humedecerlos y que pudiera percibir aquel aroma al que estaba seguro que no podía resistirse.

Sus labios se tintaron del fuerte color rojo de mi sangre e incluso chorreaba por su cuello. Pero no había ninguna reacción de su parte.

— Despierta... —exigí con preocupación.

Abrí un poco su boca y dejé que las gotas de mi sangre cayeran dentro de ella. Ni siquiera sabía qué estaba intentando hacer pero valía la pena hacer algo. Después de un rato acerqué mi dedo un poco más y lo moví.

— Wonho... —susurré— despierta.

Mis ojos volvieron a cristalizarse al no ver ningún tipo de reacción en él. Tenía miedo y jamás había tenido tanto miedo por alguien. Por mi mente pasaban todo tipo de cosas, como que aquella mirada triste que me dio cuando me encontró podría ser la última o que él podría morir por mi culpa, pensando que era su culpa.

Sin apartar mi mano de sus labios me recosté a su lado. Estaba cansado de tantas cosas que si le llegaba a pasar algo a Wonho no podría soportarlo. Me apoyé en su pecho y lo abracé con tanta fuerza como mi cuerpo me lo permitía.

Aquel cuerpo nunca me había transmitido un sentimiento de calidez igual que al abrazar a una persona, pero incluso amaba más esa fría temperatura suya que cualquier calidez de otra persona. Lo necesitaba conmigo.

— Lo siento tanto... —sollocé— siempre he sido un egoísta... Debí entender que te alejabas de mí por tu propio bien. —hundí mi cara en su pecho y comencé a llorar ahí. No supe cuanto tiempo pasó, ni siquiera quería saberlo, solo me interesaba que él estuviera bien. Pero para mi sorpresa, en medio de mi llanto, sentí un leve movimiento de su parte que me obligó a levantar la cabeza— ¿Wonho? —pregunté con la voz ronca asegurándome de que lo que había sentido no era parte de mi imaginación. Pero de repente volví a notar el leve movimiento que no era nada más que una leve succión sobre mi herida.

Wonho, mi Wonho estaba reaccionando.

Entonces todo estaría bien.
¿Verdad?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top