13.

La situación podría volver loco a cualquiera. Pensar en que había tenido las mejores folladas de mi vida con anciano me hacían sentir enfermo. Lo peor es que aunque no se viera como un anciano, yo tenía más que claro que quien estaba delante mío por ley natural ya debía estar muerto. Pero no, allí estaba rebosando de energía con un cuerpo de infarto, una buena vida y con una sonrisa burlona en los labios que delataba lo mucho que le divertía su jugada. Por suerte yo era un incrédulo de primera.

— No puede ser... —fingí sorpresa y lancé el papel sobre la cama— ¿como es posible que seas tan cínico de falsificar un documento en un formato tan antiguo? —me levanté de la cama con una sonrisa al ver la expresión su cara— creo que deberías invertir mejor tu dinero.

Iba a proseguir en mi labor de buscar mi ropa pero en ese momento una tercera voz se unió a mi charla.

— También le he dicho que aproveche mejor su tiempo y esto también parece ser un desperdicio. —comentó la mujer apoyada contra el marco de la puerta— Hyungwon, vuelve a la cama. —ordenó— has perdido mucha sangre y necesitas recuperar más si no quieres morir.

La miré con molestia y luego puse mi mirada sobre él, pero al igual que en la fiesta, él se mantenía cabizbajo.

— ¿Disculpa? —ironicé— ¿Por qué aquí todos creen que pueden decidir sobre mi vida o no? —pregunté paseando mi mirada entre ambos— me parece hasta divertido.

Ella avanzó hacia nosotros con una presencia inamovible, de esas que te hacen sentir pequeño al lado.

— ¿No se lo has dicho? —preguntó hacia Wonho, desconcertandome al instante. Pero él simplemente negó— oh, con razón.

— ¿Decirme qué? —cuestioné con el ceño fruncido.

Wonho miró hacia ella y suspiró frustrado.

— Él ni siquiera cree que somos familia, está demasiado molesto o celoso... —comentó con frustración como si yo no estuviera ahí— ¿acaso que crees que va a creer lo demás?

Ella me miró directamente a los ojos y me hizo sentir pequeño nuevamente aunque yo tuviera un poquito más de altura que ella.

— Bien, Hyungwon... —susurró con tono dulce y mostrando una sonrisa— sé que ahora no entiendes nada y probablemente tampoco quieras, pero hay algo importante que debes saber. —asentí levemente incitandola a continuar— sé que parece descabellada la idea de que Wonho sea mi hijo, pero estoy aquí para afirmar sus palabras.

Un poco cansado me senté en la cama y miré a la rubia sabiendo que no tenía más elección que tener una charla incómoda con las personas que me hicieron pasar un mal rato.

— Bien —solté resignado y me crucé de brazos— los escucho.

La mujer le hizo una señal a Wonho y ella finalmente salió de la habitación, como si supiera que debía hacerlo.

Al quedarnos solos posé mi molesta mirada en Wonho y levanté una ceja esperando lo que yo catalogué como “las farsas del vampiro” en ese momento. Sin embargo él seguía cabizbajo como si decir lo que tenía que decir era demasiado doloroso.

— Cuando... —hizo una breve pausa— cuando mi papá tenía muchos años menos que ahora, se dedicaba a ir por ahí bebiendo la sangre de ladrones, asesinos o cualquiera que hiciera algo indebido ante la ley.

Asentí aburrido.

— Si, como batman o superman ¿no? —comenté con sarcasmo— con doble personalidad y eso.

Él suspiró.

— Estamos diseñados para ser inmortales, indestructibles y unos demonios insensibles o eso es lo que se dice... —susurró— pero una de esas veces que mi padre se vio involucrado en peleas, no tuvo tiempo de huir así que fingió haber sido herido cuando la policía llegó. —sonrió ante su imaginación— fue entonces cuando conoció a mi madre, ella fue su enfermera a cargo en el hospital. Afortunadamente era alguien muy inteligente que fue capaz de notar la pronta recuperación de la herida que él mismo se infringió, así que cuando él supo que ella había descubierto algo peculiar de su naturaleza, huyó. Pero fue inútil porque ella le buscó. —me miró y ensanchó su sonrisa— me recuerda a alguien...

Rodé los ojos fingiendo que no había escuchado atentamente su historia.

— ¿Vas a continuar o...? —amenacé señalando a la puerta.

Él asintió con una sonrisa que me comunicó que no se estaba creyendo mi actuación.

— Solo ellos saben lo mucho que les costó llegar a tener algo. Claramente mi padre tuvo que confesar su secreto, aunque a mi madre no le importó. —suspiró— La parte mala vino después... Mi padre se contenía muchísimo para no beber su sangre, ella se robaba algunas bolsas de sangre del hospital para evitar que acabara con más vidas, la diferencia de edad se hacía notoria solo para uno de ellos... pero aún en medio de tanto desastre, anhelaban ser una familia normal. —su sonrisa se apagó lentamente— mis padres se casaron y para sorpresa de ambos, ella quedó embarazada y llegué yo a joderles la vida.

Su comentario me sorprendió muchísimo y sobretodo su cambio de humor.

— ¿Qué? —susurré un poco conmocionado— ¿Qué pasó?

Hizo una mueca de disgusto ante sus recuerdos.

— Nací como un bebé cualquiera de una madre joven, sano, inquieto y humano. Pero no lo era. —comentó con tristeza— toda mi vida he odiado la comida humana y de bebé no era la excepción, así que en vez de tomar un biberón común, mi comida era un poco de sangre como ahora. —sonrió con tinte de amargura— pero yo iba creciendo y por ende también la demanda de mi alimento, y mi madre se sacrificó por mi, pues su sangre se convirtió en mi principal sustento. —abrí mis ojos con asombro— Cuando estaba en la escuela pasaba muy agotado, sin energías para nada y con mucha hambre, hasta que un día no me pude contener y acabé mordiendo a un compañero de clase. Fui expulsado en esa ocasión.

— ¿Lo mataste? —pregunté sin poder evitarlo, pero sentí alivio cuando él negó.

— Solo estaba hambriento y como adolescente me era más difícil contenerme, quizá por falta de madurez. —comentó con seriedad— mi madre me permitió aumentar la dosis de sangre que podía tomar, pero entre más tenía... Más quería. —yo no podía salir de mi asombro cuando él pronunció eso mirándome a los ojos—hasta que un día... Yo... —soltó un largo suspiro— yo maté a mi madre. O más bien, casi lo hago.

No pude disimular el impacto que sus palabras tuvieron en mí y acabé guardando silencio un buen rato.

— ¿A que... —suspiré sintiendo un escalofríos— ¿A que te refieres con eso?

Él sonrió con tristeza.

— Me la pasaba tan hambriento que no medí la cantidad de sangre que me bebí y acabé por dejarla en muy mal estado. —bajó su mirada al suelo— cuando reaccioné, ya era tarde y al único que podía recurrir era a mi padre. Ambos sabíamos que ella no tendría una cura humana, así que todo lo que mi padre podía hacer por mantener al amor de su vida con vida era convertirla en algo como nosotros. Y eso fue precisamente lo que hizo.

Asentí escuchando sus palabras y tratando de procesar todo lo que había escuchado.

— Hizo lo correcto ¿no? —lo miré con temor— no iba a dejarla morir. Es decir, ni en esa situación ni después ¿verdad?

Él me miró fijamente y suspiró.

— Hyungwon, mi padre había prometido que nunca haría a mi madre cruzar esa línea. La amaba ¿sabes? Y por ende, no quería que ella pasara por todo lo que él había pasado. —explicó con seriedad— pero yo los empujé a eso.

Yo sinceramente no llegaba a entender ese punto.

— ¿Tu madre simplemente estaba dispuesta a envejecer y morir como cualquier persona aún teniéndolos como familia? —pregunté desconcertado— ¿de verdad iban a verla morir?

Él resopló con tristeza.

— Hyungwon, nos teníamos mutuamente y respetaríamos su vida de la manera que quisiera vivirla. Lo más duro de todo esto es precisamente eso. —afirmó casi con enojo— después de que todo eso pasó, mi madre se reservó de visitar a toda su familia y conforme pasaban los años iba con menos regularidad, hasta que un día simplemente dejó de ir para que no vieran el inexistente cambio físico que tenía a través de los años. —susurró— así que tuvo que sobrellevar de lejos la pérdida de sus padres, sus hermanos, sus sobrinos y básicamente toda su familia. —pensar en esa situación hizo que mi corazón doliera— no importa cuanta gente conozcamos o todo lo que hagamos aquí. Lo que te jode de vivir por mucho tiempo es conocer gente y luego verla morir. No tenemos opción, estamos solos y solo nos tenemos a nosotros.

— Por eso viven juntos... —susurré completando su frase y él asintió— ni siquiera sé como sentirme respecto a eso. Pero aunque varias cosas tienen sentido ahora, aún no comprendo qué tengo que ver yo con todo esto.

Él guardó silencio un par de segundos y finalmente suspiró.

— Eso... —cortó sus palabras y en ese momento escuché los pasos de la mujer entrar a la habitación nuevamente hasta detenerse enfrente mío.

Quería descifrar lo que tenía para decirme pero su penetrante mirada me hacía sentir minúsculo por tercera vez en ese día.

— Le he pedido a Wonho que acaben con el jueguito de las donaciones de sangre voluntarias para el vampiro. —argumentó y yo no tardé en dirigir mi molesta mirada a Wonho al escuchar que nuestro secreto había salido a la luz— no te preocupes, me di cuenta antes de que él me lo confesara. Más específicamente me di cuenta en la fiesta.

Fruncí el ceño.

— ¿Qué sabes? —pregunté con molestia— ¿tú también tienes algún tipo de don extraño?

— No todo se trata de dones, también existe la experiencia y por eso sé varias cosas, por ejemplo... —levantó su mano para enumerar con sus dedos— número uno; todos los miembros de mi familia tienen prohibido tomar sangre humana directamente de las personas. Eso incluye a Wonho. —sentenció lanzandole una fría mirada al vampiro que se mantenía cabizbajo en su sitio— número dos: reconozco la mordida de un vampiro y pude verla claramente en tu brazo. —señaló mi brazo que ahora tenía un par de vendajes— número tres: soy madre y Wonho no puede mentirme, eso nunca funciona conmigo, así que en cuanto lo cuestioné con la mirada él me lo confirmó. Número cuatro: tu sangre huele diferente al resto y sabía muy bien que Wonho no podría contenerse, aunque sinceramente pensé que lo había hecho en contra de tu voluntad... Y número cinco... —hizo una pausa y me miró a los ojos— sé que si no dejas este jueguito tonto podrás morir.

La miré frunciendo el ceño.

— ¿Morir? —cuestioné incrédulo— ¿morir como? Produzco cantidad excesiva de sangre, solo estoy dándole lo que me sobra.

Ella asintió y suspiró.

— Entiendo lo que dices pero... Hyungwon, eres portador de lo que mundialmente se conoce como “la sangre dorada” —informó desconcertandome aún más— Rh nulo ¿lo habías escuchado alguna vez?

Fruncí el ceño ante su información.
¿Rh que?
¿Me iba a morir?

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