11.

Me aparté de él con brusquedad, recibiendo un fuerte mareo al instante que traté de disimular con mis molestas facciones. Entonces comencé a caminar en dirección a la puerta de salida de aquellos bonitos baños del lujoso lugar donde se llevaba a cabo la fiesta de mi jefe, ya no quería estar a solas con él ni un solo segundo más.

— Hyungwon, espera... —tomó mi mano y volví a apartarme con brusquedad— tu sangre sigue brotando. —comentó preocupado, sin embargo lo ignoré.

— Tranquilo, no voy a morir desangrado si es lo que te preocupa. —gruñí lanzando la puerta casi en su cara.

Intenté mezclarme entre el mar de personas danzantes de aquel lugar ya que era la ruta más rápida y segura para no estar cerca de él, pues sabía que era demasiado cobarde como para usar sus extraños poderes sobrenaturales frente a decenas de personas. Y aunque la idea de pasar rozando mi cuerpo contra los sudorosos cuerpos de aquellas personas que tenían un fuerte olor a alcohol me desagradaba, pensé que sería la mejor opción para camuflar un poco el olor de mi sangre y perderme un poco del agudo sentido del vampiro.

Y después de varios segundos de sufrimiento y calor, logré salir del mar de personas con prisas con el único objetivo de buscar la salida principal para irme de una vez por todas. Entonces cuando mis ojos la divisaron, no dude en avanzar hacia allí, pero al igual que siempre todos mis planes se fueron al carajo demostrandome que pese a mis acaloradas noches de pasión con un vampiro, seguía siendo el mismo patético que fue engañado y casi secuestrado en un parque de otra ciudad.

Mi jefe se detuvo frente a mi obligándome a detener mis pasos por cortesía, entonces me miró un poco extrañado.

— ¿Hyungwon? ¿Ya te vas? —cuestionó extrañado quizá de notar mi molesto semblante— ¿pasó algo?

Yo negué efusivamente.

— No, yo solo... —su atención se desvió de mi rostro y se posó detrás mía. No volteé porque sabía quien había robado su atención.

— ¡Señor Shin! —exclamó con la espontánea alegría que le daba el alcohol y extendió su mano hacia Wonho, quien se detuvo justo a mi lado— ¿ya conoces a Hyungwon? Él es como mi hijo ¿sabes?

¿Ellos se conocían?
¿Qué clase de mala broma era esa?
Aún más molesto con la amena charla, decidí interrumpir.

— Hemos tenido el... —hice una pausa intentando no parecer molesto— el gusto de conocernos... No es necesario que me lo presentes, disfruten su noche. Adiós.

El hombre miró fijamente hacia mi mano y no dudó en tomarla antes de que me fuera.

— ¿Estas herido? —susurró con preocupación y no fue hasta ese momento que me di cuenta que la manga de la camisa de Wonho estaba totalmente empapada del liquido rojo.

Inútilmente cubrí mi antebrazo con mi mano libre y la escondí detrás de mi espalda.

— No, eso es una bebida alcohólica que alguien derramó sobre mi... —susurré esperando que el alcohol en su sangre no lo dejara pensar con claridad.

Él iba a decirme algo, pero en ese momento una hermosa mujer ingresó por la lujosa puerta y pude notar el cambio de actitud que Wonho tuvo. Que para variar, me enojó aún más.

La mujer parecía resplandecer en su corto vestido negro con brillantes detalles rojos, llevaba tacones altos a pesar de que no fuera tan baja de estatura, su piel parecía relucir de una perfección increíble que sumada al maquillaje de su rostro, hacían que se viera casi irreal. Su rubia melena semilarga caía en ondas por su espalda y su flequillo se ondeaba hacia un lado, como si no quisiera estropear nada de su bello rostro.

— Hola... —saludó amablemente con una voz que sería capaz de endulzarle el oído a cualquier hombre a tal punto de hacerlos babear por ella— lamento llegar tarde.

Hizo una reverencia de disculpa que mi jefe aceptó sin rechistar y que yo también correspondí aunque no fuera conmigo la charla.

— Señora Shin, que gusto tenerla con nosotros... —el hombre dio un beso en la mano de la mujer y ella sonrió— aún mantenía las esperanzas de que viniera, sabía que tenía que presenciar con orgullo todo lo que Wonho hiciera...

La mujer asintió y sonrió hacia Wonho.

— Así es... —susurró al cabizbajo Wonho que por algún motivo no la podía mirar a la cara— cariño, pensé que estabas en casa pero me alegro que estés aquí como lo prometiste... —él asintió cabizbajo, entonces la mujer posó su mirada en mí como si supiera algo que él resto no y eso me heló la sangre— ¿estas bien? —cuestionó seriamente.

Aún podía sentir la sangre brotando de mi cuerpo y el intenso mareo que se hacía presente cada cierto tiempo, sabiendo que pese a ser muy resistente, acabaría desmayado en cualquier momento.

— Lo estoy. —gruñí descortés— no es necesaria tu preocupación. Buenas noches.

Me di la vuelta y comencé a caminar hacia afuera del lugar. Pero a medida que avanzaba y el ruido de la gente se escuchaba un poco menos, yo me sentía un poco más miserable.

No era la primera vez en que estaba en una situación parecida, ya había sido engañado en diferentes ocasiones. En muchas, para ser más exactos. Y no importaba cuanto esfuerzo ponía en restarle importancia al asunto, el engaño siempre dolía más que el anterior. Pero ese engaño, precisamente dolía más que el resto juntos.

Había volcado mis expectativas en alguien solo porque tuvo la mala decisión de rescatarme. Entonces creí que esa persona era algún tipo de Dios y me encontré entregandome a mi mismo completamente en los brazos de una persona, o más bien, un vampiro que nunca llegué a conocer verdaderamente y que, por lo visto, su vida estaba yendo perfectamente sin mí. Sin embargo la mía se había aferrado a él con todo.

Idiota.

Miré hacia atrás una última vez, quizá por masoquismo o por la poca dignidad que tenía, pero quería asegurarme de que él no me siguiera. Afortunada o desafortunadamente él seguía en el mismo sitio sin siquiera voltear a verme, mientras que mi jefe hablaba animadamente de algo que no lograba escuchar y la mujer seguía viéndome con una expresión que no sabría descifrar y que sinceramente tampoco me importaba demasiado.

En ese momento él ingresó a la fiesta nuevamente después de excusarse con ambas personas y me sentí realmente un estúpido.

Ese idiota era más cínico de lo que creí. Me estaba dejando ir como si nada y eso me enfureció aún más. Pero quizá eso fue una mala decisión.

Seguía empapando la camisa de sangre y a pesar de que apretara mi brazo con fuerza, la sangre no parecía querer cesar lo suficiente.

¿Donde demonios había quedado mi espesa sangre que se coagulaba incluso en mis venas?

Le resté importancia al asunto y seguí avanzando intentando ubicarme. Sabía que mi apartamento quedaba cerca, aunque no lo cerca que quisiera.

Odiaba no tener algún vehículo para movilizarme, aunque en realidad en ese momento odiaba todo.

Tomé un atajo a través de uno de los callejones cercanos y sinceramente no me importaba lo que hubiera allí. A esas alturas me importaba una mierda cualquier cosa. Sin embargo no tardé en sentir la presencia de alguien delante de mí.

— Hyungwon... —me tomó por los hombros y a pesar de que no había mucha luz en ese lugar y mis ojos se mantuvieran borrosos debido al llanto del cual recién me enteraba, reconocí su voz al instante y acabé por soltarme de su agarre por tercera vez en esa noche— escúchame...

Me siguió y yo seguí ignorandolo, tratando de ahogar mis propios sollozos.

— ¿Qué demonios haces aquí? —cuestioné con sarcasmo sin mirarlo a la cara— vuelve a tu fiesta, ya no necesitas al reemplazo... —lo miré con odio— quiero decir, ya no me necesitas. Deberías estar contento por ello.

Sé que mi comentario ahogó la poca paciencia que aún le quedaba porque noté sus ojos brillas de aquel tono carmesí en medio de la tenebrosa oscuridad del callejón.

— ¡Escúchame! —me tomó por los hombros con mucha fuerza— ¡ya basta! Para con tus locas teorías, hay una explicación para todo esto, pero primero déjame parar el sangrado.

Me negaba rotundamente con el poco orgullo que me quedaba, pero aún así mis fuerzas eran menos.

— Solo vete... —sollocé— déjame a mi y a mis jodidos problemas en paz, ya decidiré si quiero morir o vivir después de esto.

Él me miró con tristeza y soltó un fuerte suspiro sin soltarme.

— Entonces... —susurró mirando al suelo— lo siento. —lo miré extrañado sin comprender sus disculpas, pero cuando su mirada y la mia chocaron nuevamente, un terrible escalofríos me invadió— no me dejas elección.

Con la velocidad de un rayo rompió la manga de la camisa para dejar al descubierto la herida de mi antebrazo y clavó sus dientes una vez más en él.

Dolía como el infierno y al ser en un momento de tensión, lo repentino de su acción llegó a ser insoportable.

— ¡Ah! —grité dándole el golpe más fuerte que pude pero que no fue suficiente para apartarlo— ¡sueltame! —podía sentir claramente la fuerza de su succión y sentía que mi corazón podía pararse en cualquier momento. Mis piernas flaquearon y acabé por caer de rodillas al suelo obligandolo a bajar conmigo— sueltame... —susurré en un hilo de voz, sintiendo como mi garganta comenzaba a secarse. Entonces mi cuerpo se desplomó sobre él y mi corazón palpitaba tan lento y tan suave que apenas podía sentirlo— Wonho... —susurré una última vez— quítame la vida...

Y mientras me perdía en la inconsciencia no podía ver su rostro, pero esperaba de todo corazón que él comprendiera que quería descansar por fin y no me había dado cuenta de eso hasta que él tuvo esa acción.

Él continuó succionando y yo simplemente pude visualizar en mi imaginación la imagen de mi cuerpo en las noticias.

El cuerpo que nadie iría a
reclamar a la morgue.

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