10.

Nunca me había considerado una persona sexy, además de que ninguno de los imbéciles con los que había estado antes me lo había dicho. Pero ver las llamas de la lujuria en sus ojos me hizo sentir casi irresistible.

Sus rojizos ojos me miraban fijamente con expectación y no dudé en usar esa oportunidad para alimentar mi ego y darle un poco de placer al mismo tiempo.

Mi mirada se posó en su entrepierna aún cubierta con la tela de su boxer y no tardé en acercarme allí para dejar una lenta lamida sobre él, arrancandole un jadeo casi inmediato.

Sonreí muy contento por su notoria reacción y proseguí con mi juego; solo quería hacer lo justo y necesario para volverlo loco. Así que mi boca se abrió un poco más grande y usando mis labios chupé el creciente bulto aún sobre la tela, sin embargo lo solté segundos después.

Su mirada de sufrimiento me causó ternura y entonces sentí su mano posandose sobre mi cabello.

— Deja de jugar... —susurró mirándome fijamente— o te haré sangrar mucho.

Mis comisuras se alzaron ante su comentario. No sabía cuándo había pasado pero el simple hecho de pensar en sangrar me hacía sentir más acalorado que antes.

— Esta bien... —susurré sin borrar la sonrisa— entonces seré un buen chico...

Mis manos viajaron a la orilla de su ropa interior y la bajé lo suficiente para dejar al descubierto su ya erecto miembro frente a mi. Lo tomé en mi mano izquierda sin vergüenza alguna y comencé a lamer lenta y tortuosamente toda su extensión hasta llegar a la punta en donde aproveché a limpiar su líquido preseminal con mi lengua.

Su mano en mi cabello, su labio inferior siendo mordido sin cuidado y su respiración agitada eran señal de que estaba disfrutando y sufriendo por mis acciones al mismo tiempo, así que en vez de llevar su miembro a mi boca como él tanto anhelaba, simplemente dejé un pequeño beso en su glande para finalmente soltar una risita burlona.

Él me miró con la frustración del momento, soltó mi cabello y me agarró por los hombros para devolverme a la posición inicial de aquel encuentro, ahora su entrepierna y la mía estaban casi rozandose de nuevo y me sentía más vulnerable frente a él.

— Eso no es ser un buen chico... —gruñó y yo volví a reír— dame tu mano. —ordenó.

Sin lugar a dudas sabía que el dolor estaba a punto de comenzar, pero eso era precisamente lo que quería. Todo estaba bajo mi control y no podía sentirme más halagado de eso.

Extendí mi mano derecha hacia él, entonces él tomó mi dedo índice y lo mordió con mucha fuerza provocandome el primer dolor de la noche y también las primeras gotas de sangre.

— Auchs... —susurré con una expresión leve de dolor— ¿tan malo fui? —pregunté con coquetería.

Sonreí con arrogancia y él negó con una sonrisa para después señalar mi dedo, del cual ya corría una fina línea de sangre.

— Indícame el camino y lo sabrás... —susurró soltando mi mano.

Entrecerré mis ojos comprendiendo su comentario y asentí. Debía admitir que amaba sus juegos y la forma que tenía de hacer que algo rutinario pareciera distinto, entonces llevé mi mano colocando el dedo sobre mis labios, asegurándome de que fueran humedecidos por el rojo líquido que emaba de mi interior.

Su sonrisa se ensachó al notar que había comprendido su juego y me miró fijamente a los ojos, así que después de humedecer mis labios por varios segundos, arrastré mi dedo sobre mi pálida piel, dejando el húmedo rastro de mi sangre por mi barbilla y luego en mi cuello. Bajé un poco más y me encargué de manchar mis pezones con mucha sangre para finalmente deslizar mi mano por mi abdomen, dibujando varios caminos de sangre que iban a parar a la tela de mi pantalón.

Después de trazar varios caminos sobre mi piel, mi dedo comenzó a subir de nuevo y volví a posarlo sobre mi boca. Pero no planeaba terminar ahí. Le estaba demostrando que pese a ser su juego yo aún tenía el control.

Llevé mi dedo ensangrentado a sus labios y comencé a humedecerlos con el líquido que sabía que amaba en demasía. No pasó mucho tiempo para que su lengua comenzara a limpiar aquella sangre a la cual no podía resistirse y a los pocos segundos, mi dedo estaba dentro de su boca siendo chupado de una manera muy poco decente mientras él mantenía los ojos cerrados.

Gemí al ver aquella imagen frente a mi y aparté mi mano cuando me sentí demasiado excitado para seguir esperando y eso provocó que él abriera los ojos y se encontrara con mi suplicante mirada, así que no necesitó más.

Tomó mis muñecas y llevó mis manos por encima de mi cabeza nuevamente y atrapó mi boca en un candente beso, dejándome sentir el sabor metálico de mi propia sangre que acabó por encenderme más.

Su lengua y la mía chocaban con desespero, mientras dejaba suaves mordidas en mis labios y su mano libre se colaba por debajo de mi ropa interior.

Gemí como un loco cuando su boca se apartó de la mía y comenzó a dejar lamidas sobre mi cuello, limpiando la sangre que yo había dejado allí. Pero no fue suficiente para él porque a los pocos segundos sentí como mi piel era succionada al mismo tiempo que la punta de su lengua me hacía sentir desesperado.

Rápidamente siguió el camino hacia mis pezones y comenzó a morderlos a su antojó igual que la otra vez, provocandome dolor y placer al mismo tiempo. No quería gemir tan fuerte, no quería parecer desesperado frente a él pero aquellas acciones me provocaban incluso escalofríos y mi cuerpo se contraía en busca de más.

Sus labios terminaron en mi abdomen y aprovechó para clavar su mirada en mi, mientras lamía el camino de sangre que dejé allí y su mano me masturbaba por debajo de la ropa.

Luché por soltar mis manos del fuerte agarre, entonces él me soltó y no tardé en buscarlo y atraerlo hacia mi boca nuevamente.

Nuestros labios volvieron a unirse con más desesperación mientras sentía como mi ropa era quitada de mi cuerpo por sus habilidosas manos y cuando por fin estuve libre, envolví su cuerpo con mis piernas moviendo un poco mis caderas para rozar nuestros miembros mientras me preparaba rápidamente para no perder más tiempo.

Ante mi acción él siseó y cortó el beso respirando agitadamente.

— Date la vuelta. —ordenó con su jodida voz ronca que me ponía al límite— hazlo Hyungwon.

Apartó un poco su peso de mi y solté el fuerte agarre que tenía, entonces intentando mantener el pensamiento arrogante de que yo era sexy, me di la vuelta pegando mi pecho a la cama, pero dejando mis rodillas flexionadas, dejándome más vulnerable frente a él.

Los pensamientos malos no tardaron en hacer su aparición y de repente comencé a sentir vergüenza de mi mismo.

Yo no era así. Nunca había sido un maldito arrogante que se creía sexy, siempre fui una persona insegura que se acomplejaba de ser como era y no tener la oportunidad de ver el rostro de Wonho hacía que perdiera toda la confianza que había depositado en mi mismo.

Suspiré con dolor en el pecho e iba a levantarme para acabar con todo eso, pero en cuanto intenté hacerlo, la fuerte mano de Wonho se posó en mi espalda obligándome a volver a mi posición.

— Espera Hyungwon... —susurró contra mi oído pegando su cuerpo completo contra el mío— déjame apreciarte un poco más.

Siseó contra mi oído delatando la excitación que estaba sintiendo en ese momento y me provocó un escalofríos.

Sus manos delinearon mi cintura a medida que iba levantando su peso de encima de mi cuerpo y en cuanto volvió a su posición sus manos se posaron en mi trasero, para finalmente dejar una fuerte nalgada en cada lado arrancandome un sonoro gemido que ahogué contra el colchón.

Con mi respiración agitada sentí como alineaba su miembro para introducirse en mi y comenzó a hacerlo muy despacio, pero se detuvo abruptamente y yo fruncí el ceño.

— ¿Qué pasa? —pregunté agitado intentando mirar hacia atrás.

Entonces escuché una risita de su parte.

— Nada... —salió de mi y se rió de nuevo— vístete, es hora de irnos. —Me giré un poco más y lo miré con molestia— ¿Qué? —arqueó una ceja— fuiste un chico malo, necesitas un castigo también...

Se encogió de hombros despreocupado ante la situación y me enfadé.

— De ninguna manera... —me moví hacia atrás buscando ser penetrado, pero el también se hizo hacia atrás y soltó una risita— ¡Wonho, joder! —gruñí molesto.

Él sonrió complacido de ver mi desesperación.

— Pensé que querías jugar también... —soltó con ironía mientras yo lo fulminaba con la mirada— bien, ven aquí... —hizo una señal con sus manos para que me acercara, entonces intenté volver a mi posición y me acerqué a él, entonces él volvió a alinear su miembro— como has sido un chico demasiado malo hoy... Entonces te toca darnos placer a ambos... Y si esta vez eres un buen chico, tendrás un placentero orgasmo...

— Te odio... ¡Ah! —Gemí al sentir como ingresaba en mi y él volvió a reír claramente disfrutando de la escena.

— ¿Decías algo? —preguntó sin moverse y yo aún clavando mi rostro en el cómodo colchón no pude hacer nada más que levantar el dedo medio en el aire como señal de mi amor/odio por él.

Su risa se volvió a escuchar en el lugar y sonreí por eso. Era la primera vez que lo escuchaba reír tanto, y pese a ser el motivo de sus risas, no me sentí molesto. Al contrario, su risa era contagiosa y muy agradable.

Cuando me recuperé de la corriente eléctrica que me dio al ser penetrado, me incorporé viendo que él estaba en lo cierto y no planeaba moverse en lo absoluto. Pero no me molestó porque mi arrogancia estaba de regreso y planeaba demostrarle a ese guapo vampiro que podía darle mucho placer.

Me acomodé muy bien en la cama y comencé a ondear mis caderas contra su cuerpo, autopenetrandome y gimiendo sin vergüenza alguna, dejándole saber lo mucho que amaba estar con él de esa forma.

A los pocos instantes sentí sus manos acariciar toda mi espalda y lo escuché maldecir por lo bajo sin poder dejar de tocarme, dándole a aquel acto nuevas sensaciones. Y alimentando más mi ego, claramente.

Pasaron un par de minutos así, donde el ritmo de mis movimientos aumentaba, pero ya estaba cansado, así que mis movimientos se ralentizaron inevitablemente. En ese momento sentí como uno de sus fuertes brazos me rodeaba por la cintura y luego me dio la vuelta, dejándome acostado sobre el cómodo colchón, dándole a mi espalda un descanso que ya estaba necesitando.

Cuando nuestras miradas chocaron nuevamente sonreímos con brevedad y volvimos a besarnos de la manera que amabamos hacerlo, fue entonces cuando sus movimientos comenzaron.

Rápidamente mis piernas lo rodearon invitándolo a ingresar más profundo en mi cuerpo y no desaprovechó la oportunidad porque comenzó a moverse casi con violencia contra mí, creando un fuerte y morboso sonido con el choque de nuestras pieles desnudas, haciéndome gemir y ahogando mis gemidos en su cálida boca.

Estaba al límite con esa situación, así que lo separé lentamente de mi y extendí mi brazo izquierdo frente a él sin poder decir una palabra debido a mis gemidos, pero esperando que me entendiera lo que quería.

Entonces él tomó mi brazo y sin dejar de moverse dentro de mí, clavó sus dientes en mi antebrazo arrancandome un grito ahogado y un dolor tan placentero que rozaba lo insoportable. Involuntariamente comencé a forcejear por soltarme del agarre, pero era inútil. Sus ojos se cerraron mientras se movía dentro de mí y succionaba mi sangre dándome demasiadas emociones al mismo tiempo.

Y tuve un fuerte orgasmo sin siquiera tocarme.

Mi cuerpo se contrajo con violencia y gemí debajo de su cuerpo aún sintiendo como me succionaba la sangre lentamente y como sus movimientos era más rápidos dentro de mi. Pero entonces se detuvo y su boca soltó mi antebrazo. Se levantó abruptamente y comenzó a masturbarse frente a mí, provocando que sonriera por lo que estaba viendo.

Ni en mis sueños más húmedos había tenido a un hombre tan perfectamente musculoso, masturbandose casi en mi cara. Pero ahora lo tenía y era real.

Su orgasmo llegó los poco segundos de haber salido de mi interior y no dudó en derramarse sobre mi pecho, encargándose se acariciar mis pezones con su miembro y dejar un poco de su líquido allí.

Suspiré fuertemente, satisfecho con todo pero él volvió a retomar la atención en mi brazo del cual escurría la sangre a chorros. Entonces comenzó a lamer la sangre que estaba manchando el resto de mi brazo para finalmente lamer y besar el lugar preciso de la mordida.

Yo miré sus acciones desde donde estaba, visiblemente débil por todo lo que acababa de pasar, pero aún así sonreí.

Él continuó dejando cortos besos en la herida y lamiendo de vez en cuando, cada vez que salía un nuevo chorro de sangre.

— Se detendrá pronto, lo prometo... —susurró mirando mi herida, entonces asentí sin ánimos de nada más.

Quería cerrar los ojos y dormirme allí, en su cama, en sus brazos y no volver a despegarme de ese lugar nunca más. Incluso podría morir allí y no me importaría porque era demasiado feliz en ese momento.

Pero la felicidad siempre dura poco.

— ¿Hoseok, estas en casa? —gritó una voz femenina detrás de la puerta— ¿Hoseok? —Él me miró visiblemente asustado y yo lo miré estupefacto, deseando una explicación a eso. Pero no llegó— ah cariño, sé que estas allí, escuché ruido hace un momento, pensé que dijiste que te irías temprano...

Él se levantó molesto y con una rapidez increíble comenzó a vestirse y luego a vestirme en contra de mi voluntad. Porque aunque mi molestia era mucha, mi debilidad lo era aún más.

— No hagas ruido... —me ordenó con seriedad.

Yo lo miré visiblemente molesto y con muchas ganas de llorar. Sabía que no tenía derecho replicar nada porque incluso yo estuve de acuerdo en que eso fuera algo simplemente casual y no algo sentimental. Pero dolía por algún motivo. Dolía más que dejarlo beber mi sangre.

— ¿Quién es ella? —susurré— ¿de quien te escondes?

Él me miró fijamente y suspiró sabiendo que llevaba todas las de perder.

— Lo explicaré en cuanto salgamos de aquí... —metió mis brazos en una de sus camisas debido a que la mía había sido rota por sus propias manos, entonces cuando se dispuso a abotonarla lo aparté con brusquedad.

— ¿Es alguien como yo? —cuestioné.

Él se quedó pensativo un par de segundos y sin poder mentirme, suspiró pesadamente y asintió.

Entonces mi enojo creció demasiado y acabé por ponerme mal la camisa en medio de mi debilidad, me levanté un poco mareado y casi me caí al suelo por eso.

— Cuidado... —susurró sosteniendome por la cintura, pero me volví a soltar de su agarre.

— Sácame de aquí. Ahora. —ordené y él asintió tomándome en brazos tal como lo hizo para traerme a su habitación.

Entonces cerré mis ojos y sentí como caminaba hacia algún sitio para finamente detenerse de nuevo.

Pero no quería abrir los ojos.
Quería llorar porque me sentía
estúpido de que la única persona
que me hacía sentir bien conmigo
mismo, era la misma persona que
tenía a otras personas para
satisfacer sus necesidades tambien.

Por eso volví a odiar mi sangre
una vez más.

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