「05」
Una suave brisa movía sus cabellos mientras la tenue melodía de un piano se escuchaba a lo lejos, relajando sus sentidos y motivándolo a continuar con sus ojos cerrados. Se sentía en paz, tan etéreo que todo a su alrededor parecía fuera de este mundo.
El suave crujido de hojas al ser pisadas lo alerto, pero aun así se negó a abrir los ojos, sabía que estaba soñando y por lo mismo no quería perder la agradable sensación que aquel lugar le entregaba, calmando todo a su alrededor e incentivándolo a dejar todos sus problemas atrás.
-Vamos lobito, despierta... -Escucho a su lado, susurrado de tal manera que podría haberse confundido con el silbido del aire ululando a su alrededor.- Sé que me escuchas...
Al intentar cubrir su rostro con una de sus manos no pudo hacerlo, y no porque no sintiera estas o no pudiera moverlas, no pudo hacerlo por el simple hecho de que no fueron sus manos las que cubrieron sus ojos, sino un par de patas que a su opinión, eran demasiado grandes para ser de un simple perro.
Asustado abrió sus ojos, esperando ver solo oscuridad como ya le era costumbre, pero en vez de eso vio el blanco pelaje de, ahora sabia, unas grandes patas de lobo escondidas entre la verde yerba que se alzaba perenne ante él.
Hubiera seguido admirando su alrededor si no fuera por la gran sombra que de un momento a otro lo cubrió por completo, asustándolo y provocando un estremecimiento en todo su cuerpo. Más cuando alzo su cabeza y visualizo al gran animal a su lado, todo pareció detenerse por un momento.
Un gran lobo negro, de postura elegante se encontraba frente a él, observándolo con fiereza que una vez sus miradas se encontraron, se volvió puro y dulce cariño. Tanto cariño que se sintió inexplicablemente abrumado, como si un gran manto tibio lo cubriera por completo, entregándole un sentimiento de seguridad y añoranza que jamás había sentido.
El imponente animal se acercó al cachorro, pasando su húmeda nariz por las orejas de este, olisqueando ese exquisito aroma a mora y menta, aquel aroma que tan loco lo tenia. Mientras que el albino, dejándose llevar por sus instintos, enterró su rostro en el cuello del azabache, deleitándose con el ya tan conocido aroma a café y lluvia que tanto le gustaba.
Todo pareció moverse en cámara lenta cuando al separarse uno del otro sus rostros se encontraron frente a frente, entremezclando sus alientos y esperando que uno de los dos hiciera el primer movimiento.
-Anhelaba conocerte, mi omega... -El corazón del menor comenzó a latir desbocado, a la par que su cola se movía de igual manera y un suave gruñido escapaba de su garganta, esperando que el lobo frente a él hiciera algo.
- ¿Tu omega? -Musito despacio, arrastrándose hacia el alfa, apoyando su hocico sobre las patas de este, sintiendo como la rasposa lengua del lobo pasaba por entre sus orejas en un claro signo de cariño.
-Mío, solo mío.
-Tuyo, mi alfa.
Removiéndose entre las sabanas logro despertar con pereza, abriendo sus ojos se encontró con nada más que una profunda oscuridad, esa que tanto conocía pero no le importo. Las imágenes de aquel sueño seguían vivas en su memoria, provocando que una leve sonrisa surcara sus gruesos labios y que su pecho se llenara de una agradable sensación.
Se recostó nuevamente en su cama, aspirando profundamente y sintiendo una inminente calma cuando el olor a miel, chocolate y café se adueñó de su olfato. Se sentía demasiado a gusto, tan en calma como en su sueño. Pero ¿Por qué estaba rodeado de tantos aromas?
Intento encontrar algo que pudiera responderle, tanteando a su alrededor en busca de alguna respuesta, mas todo lo que sintió fue un par de prendas entre sus sabanas y lo que parecía ser un oso de peluche junto a su almohada.
Tomo este último y lo llevo a su nariz, dejando escapar un pequeño gemido al sentir el claro aroma de su hyung impregnado en este, como si fuese una extensión de su cuerpo, cubierto completamente de la anhelada esencia a alfa.
Recordando a su hyung un extraño sentimiento de incertidumbre lo albergo, preguntándose donde se encontraría este y porque todo a su alrededor parecía estar impregnado con su aroma.
Tenia el ligero recuerdo de haber sentido a Yoongi entrar a su habitación y abrazarlo, pero nada más. ¿Sería esto consecuencia de su celo? Si era así, esperaba no haber hecho nada vergonzoso.
El sonido de la puerta abriéndose lo distrajo, se llevó el oso de peluche hasta el pecho y lo abrazo con fuerza, intentando calmarse con esa acción, como si de un escudo se tratara, mientras su nula mirada estaba dirigida a la puerta, donde sabia había alguien de pie observándolo.
-Veo que despertaste... -Musito Yoongi al entrar en la habitación, sonriendo ampliamente al ver como el omega abrazaba su peluche de Kumamon, ese que le había pedido a Hoseok fuera a buscar a su casa para él menor.- ¿Has dormido bien?
-Y-yo... Si... -Sentía vergüenza, y no entendía el porque, nuevamente espero no haber hecho nada vergonzoso en esos minutos u horas que no recordaba.
En cambio Min estaba más que encantado con la vista que Jimin le entregaba, recién despertado, con el cabello enmarañado y un pequeño rastro de saliva en una de sus comisuras. Tan perfectamente imperfecto que lograba robarle el aliento.
A paso lento camino hasta el menor, riendo suavemente al verlo apretar el muñeco como si temiera que se lo quitaran. Cuando llego a su lado se sentó junto a él, acariciando suavemente su cabello y bajando algunos mechones rebeldes a la vez. Hace unas horas lo había dejado solo para poder ir a su casa y bañarse, con la esperanza de encontrarlo dormido al volver, pero ya que estaba despierto era su oportunidad para hablar con el omega.
Así que, repasando lo que tenía pensado desde hace varias horas atrás cuando Hoseok había decidido hablar con él, soltó un profundo suspiro llamando la atención del menor.
-¿S-sucede algo, hyung? -Podía sentir la angustia del mayor, y aunque eso fuera algo nuevo, no le gustaba imaginar que su hyung estaba preocupado por algo, menos si él era causa de su preocupación.
-No, Jiminnie, solo... Necesito hablarte de algo... -Al ver que el castaño le ponía atención, aclaro su garganta y colocándose frente al chico comenzó a hablar.- ¿Recuerdas el trabajo que el viejo de literatura nos pidió hacer?
- ¿El de la historia sobre mitos antiguos?
-Exacto, ese mismo ¿Recuerdas que escribimos nosotros?
No sabía a qué quería llegar el mayor, aun así asintió mientras decía: -Sobre el hilo rojo del destino.
- ¿Tu sabes que en nuestra naturaleza, hay un mito muy similar a ese? -Esta vez Jimin negó, comenzando a confundirse con las preguntas por parte de Yoongi. Este lo noto y dispuesto a explicarle todo al curioso cachorro, continuo.- En nosotros se le llama "Pareja destinada" Y, como decirlo... Se supone que la Diosa Luna creo una persona para cada uno, a quienes conoceremos con el tiempo, y eso nuestros lobos lo saben pero nosotros no...
- ¿Por qué me cuenta esto, hyung?
-Porque... -Sintiendo como el sonrojo invadía sus mejillas debido a una repentina timidez, tomo una gran bocanada de aire esperando conseguir valor y lo soltó.- Porque creo que nosotros estamos destinados, Jimin.
El alfa no sabía si el menor estaba sorprendido, preocupado o enojado, y es que su rostro se había vuelto tan serio en ese momento que temió lo peor. Entendía que podía ser una locura todo lo que estaba diciendo, pero él sentía que era así, que debía ser así y no un simple mito de sus ancestros, pues no encontraba otra explicación para el fuerte lazo que sentía con el omega.
Su lobo, desde el primer momento que pudo ver la tierna sonrisa del castaño, había caído rendido a sus pies.
Todos creen que es el omega el que depende del alfa, pero eso está equivocado. El alfa sin el omega no es más que otro ser salvaje en busca de su humanidad, de un poco de cariño. Y eso el omega es el único que se lo puede entregar, el único que es capaz de darle esa sensación de paz, de un hogar y de amor al alfa.
Y eso es lo que Jimin le hacía sentir, eso y mucho más.
Por eso, cuando Jimin soltó el peluche y a tientas se acercó a él hasta quedar casi sentado sobre sus piernas, el alivio reino en su cuerpo sintiendo como un gran peso abandonaba sus hombros y su cuerpo se estremecía por la cercanía.
Cerró sus ojos en cuanto las pequeñas manos del omega tocaron su rostro, percibiendo una corriente eléctrica que atravesó su espalda, y pudo asegurar que el chico frente a él también la sintió por el pequeño jadeo que escapo de sus labios.
Cuando abrió los ojos el rostro de Jimin estaba muy cerca del suyo y no pudo quedar más maravillado por el brillo que sus imperfectos ojos tenían, esas orbes inservibles pero que transmitían tanto con tan poco.
La nostalgia baño su rostro en cuanto el pensamiento de que nunca pudiera ser observado por su niño cruzo su mente. Pero tal cual llego ese pensamiento, se fue en cuanto Jimin hablo.
-S-soñé con hyung... -Musito bajo, aun acariciando las mejillas del mayor, llevando su atrofiada vista hasta donde suponía se encontraban los ojos del alfa.
- ¿Y qué soñaste, cachorro?
Evitando sonrojarse, en lo cual fracaso, trago saliva acomodándose sobre las piernas del mayor, siendo inmediatamente abrazado por la cintura, sonriendo mínimamente por esto. Se sentía como un pequeño niño siendo sostenido con tanto cuidado y cariño que su corazón se llenaba de puro amor.
-Yo... Yo vi a su lobo...
- ¿Lo viste? ¿A qué te refieres? -Pregunto el mayor mas que confundido haciéndolo notar al inclinar su cabeza hacia un lado.
-Sé que soy ciego, que me pierdo de muchas cosas por no poder ver pero... Pero en mis sueños no es así... -Abultando sus labios en un pequeño puchero continuo hablando.- En mis sueños puedo ver, puedo... Puedo imaginar y por un momento ser feliz... Y hoy soñé con hyung...
- ¿Cómo sabias que era yo, Jiminnie?
-Su aroma... -Esta vez sí se sonrojo, y como no hacerlo al escuchar la grave risa del mayor tan cerca de su rostro.- El lobo olía a café y lluvia... y era negro igual que su cabello...
YoonGi lo escuchaba atento, maravillado cuando comenzó a contarle cada detalle de su sueño, como era el bosque en el que había sucedido y como era, lo pudo confirmar, su lobo. También le contó el sueño que anteriormente había tenido, ese en el que creía verlo en el parque.
Todo se escuchaba tan irreal pero tan real a la vez que el alfa sintió un enorme alivio porque cada cosa que el menor le contaba, cada detalle que decía sobre su persona, era cierto, lo detalló con tanto cuidado que no tuvo duda de los sueños del omega.
-Yo... -Con una leve sonrisa acompañando a sus mejillas sonrojadas, y un brillo inusual en sus ojos, musito quedito.- Yo creo que Yoongi hyung es mi... Mi alfa.
-No lo creas, cachorro... -Un pequeño beso fue dejado en la regordeta mejilla del menor, sintiendo que se derretía ante tan tierno acto por parte del pelinegro. - Soy tu alfa, y tú mi precioso omega.
Una semana había pasado desde el primer celo de Jimin y con ello su presentación como omega. Con dieciséis años por fin era un omega en todos los sentidos y, para desgracia de cierto alfa, con un aroma simplemente exquisito.
Yoongi había perdido la cuenta de cuantos estúpidos alfas habían intentado acercarse al menor con la clara intención de intentar algo más que una pacífica conversación. Odiaba a todos los que se acercaban a su omega, porque si, para Min el tierno chico de regordetas mejillas ya era suyo.
Nunca había sentido una atracción y un cariño tan fuerte como el que sentía por el menor, siempre había intentado pasar desapercibido ante sus demás compañeros, usando supresores para cubrir su aroma a alfa. Le molestaba cada vez que omegas o betas necesitadas, porque eso parecían, se le insinuaban descaradamente.
Pero eso cambio cuando Jimin, aun estando con el ya acostumbrado spray para ocultar su aroma, logro sentir este y describírselo perfectamente. Ese fue el primer momento en el que sintió curiosidad por el omega.
Luego vinieron los diferentes sucesos donde su alfa pedía una y otra vez estar cerca del menor, y es que pocas veces había estado de acuerdo con su parte animal, pero desde que comenzó a tener más interacción con Jimin, continuamente le hacía caso a su parte más primitiva que sorprendentemente parecía conocer muy bien los gustos del chico.
Y ahora, mientras estaba recostado en su cama mirando el techo con un Hoseok demasiado emocionado contándole lo que había hecho con Taehyung, su ahora novio, el día anterior, se preguntaba una y otra vez que estaría haciendo su lindo omega.
Si habrá comido bien, o si su madre le dio las galletas de arándanos que ese chico Seokjin le había preparado, también si había tomado sus supresores para aminorar su fuerte, pero delicioso aroma.
O, lo que más rondaba su cabeza ¿Jimin estará pensando en él?
Un profundo suspiro escapo de sus labios llamando la atención del pelirrojo que, al ver que su mejor amigo no le estaba prestando la mas minina atención, prefirió guardar silencio.
-¿Qué pasa, Suga? -Pregunto sentándose en la cama del mayor y preocupándose al no escuchar el típico "No me llames así" que solía decirle cada vez que pronunciaba ese apodo.- Ya, en serio ¿Ocurre algo?
-No es nada, Hobi... -Quitándole importancia tomo las frazadas de su cama y cubrió su menudo cuerpo con ellas, dándole la espalda al menor quien no quitaba su vista del cuerpo hecho ovillo de su hyung.- Quiero dormir ¿Te podrías ir? Por favor...
-Vamos amigo, nunca me pides las cosas por favor, te conozco hace ocho años y esta es la primera vez que te veo tan... -Pensó un momento, viendo al alfa voltear su rostro para mirarlo.- Tan derrotado...
Yoongi se encogió en sí mismo pues no podía negarlo, su mejor amigo lo conocía más que nadie y tenía razón, se sentía acabado, derrotado, necesitaba que algo o alguien le dijera que todo iba a estar bien aun cuando no sabía que estaba mal.
Su lobo lloraba, anhelante de algo que no tenía la menor idea.
Había estado dos días enteros junto a Jimin, cuidándolo y mimándolo, permitiendo que sintiera su presencia de alfa para que el celo no fuera tan fuerte. Saco fuerzas de lo más recóndito de su ser para no encajarle los dientes en el cuello y marcarlo como suyo, y al parecer eso hizo que la madre del castaño confiara en él.
Nunca había pasado uno de sus celos cerca de un omega que no fuera su madre o la hermana de Hoseok, y para ser su primera vez se sentía orgulloso de no haber hecho algo de lo que luego pudiera arrepentirse.
Aunque si hubiera marcado a Jimin, de lo único que se arrepentiría seria de hacerlo sin consentimiento de este, pues por lo demás que ese lindo omega fuese completamente suyo, era lo que mas añoraba.
Y ese pensamiento no hizo más que avergonzarlo demasiado ¿Desde cuándo pensaba así de los omegas?
Jimin lo estaba cambiado de maneras inimaginables pero le gustaba que fuese así.
Un nuevo suspiro abandono sus labios mientras se acurrucada en su cama aún dándole la espalda a su amigo quien, ya resignado, se encogió de hombros sentándose nuevamente a su lado, comenzando a dejar palmaditas en la espalda del alfa mayor quien solo pudo sonreír por la forma tan distante de consolarlo. Ese era su amigo que sabía muy bien lo poco que disfrutaba de las muestras de afecto.
-Tranquilo, Yoongi, ya mañana podrás verlo en la escuela. -Asintiendo a las palabras de su amigo cerró los ojos, consiguiendo que al fin la incertidumbre que sentía él y su lobo disminuyera.
Tenía razón, mañana podría verlo y todos esos pensamientos inciertos desaparecerían.
A la mañana siguiente, siendo un nuevo día y una nueva semana, al fin debían volver a la rutina de la escuela y las tareas de las cuales se habían librado por una semana completa al estar "enfermos", o eso creían la mayoría de los profesores.
Como todas las mañanas de escuela, el pequeño Park se levantó de su cama con ayuda de su madre, quien también lo ayudo a darse una pequeña ducha y luego vestirse con el respectivo uniforme de la institución en la que estudiaba el cual odiaba por la molesta corbata que debían usar.
A las siete diez ya estaba listo, terminando su leche de frutilla y comiendo una magdalena, mientras esperaba sentado a que alguno de sus amigos pasara a recogerlo para por fin ir a la escuela.
¿Quién vendría hoy? Quizás Taehyung para continuar relatándole su "no-cita" con Hobi. O Seokjin quien había prometido traerle nuevas galletas, esta vez con chips de chocolate. También podría ser Namjoon, aunque de este lo dudaba, al parecer estaba muy ocupado este último tiempo.
Luego estaba su última opción, pero la verdad era que no quería que lo fuera a buscar él, no quería que Yoongi lo viera con su nueva apariencia.
Jamás volvería a hacerle caso a su mejor amigo respecto a esas cosas.
-Jiminnie... -Lo llamo su madre, sacándolo de su ensoñación en la que golpeaba reiteradas veces a Taehyung, aunque sabía no podía, después de todo él estuvo de acuerdo.- Ya vinieron por ti.
Dejando el vaso antes ocupado con leche sobre la mesa, tomo su mochila y a pasos apresurados corrió a la puerta, riendo al escuchar a su madre gritarle que tuviera cuidado porque podía caer.
Al llegar a la puerta la abrió con entusiasmo, el cual fue disminuyendo en cuanto sintió el delicioso aroma a café y tierra húmeda que tanto había extrañado acompañado de uno más dulce, a miel y galletas.
Lo primero que escucho fue el ya conocido chillido de felicidad que emitía Hoseok al estar emocionado, también unas cuantas risas de este mientras se acercaba a jalar sus mejillas diciéndole lo tierno que se veía, siendo interrumpido varias veces por los gruñidos que Yoongi detrás de él dejaba escapar, esperando que su mejor amigo se separara del omega.
Lo siguiente que sucedió nunca se lo espero, pero debía admitir que imagino varias veces que algo así pasara al encontrarse con el alfa de oscuro cabello. Y es que este al por fin haber podido alejar a Hoseok del omega, se acercó vacilante al omega y, con bastante timidez, acaricio su ahora rubio cabello, provocando que su dulce aroma quedara impregnado en su piel.
-Así que rubio ¿eh? -Musito bajo, alejando sus manos de la cabellera del menor quien solo emitió un pequeño "si".-Se te ve... Lindo...
- ¡Te ves adorable, Jiminnie! -Exclamo Hoseok aun en su emoción, haciendo reír al más bajo de los tres.
-Si, muy adorable. -Acepto Yoongi con una sonrisa amplia que dejaba ver sus encías.
Despidiéndose de la madre de Jimin quien los observaba desde las escaleras, comenzaron a caminar hacia la escuela, encontrándose en el camino con Taehyung quien no dudo en tomar de la mano al alfa de dulce aroma para caminar juntos.
Por un momento la imagen de él y Jimin caminando de la mano surco los pensamientos del pelinegro, le gustaría poder hacerlo, tener el valor para ir y tomar su pequeña mano para que todos supieran que ese lindo omega era suyo y de nadie más. Pero en vez de eso solo se quedó ahí, añorando el momento en que aquello pudiera ser real.
Un suspiro desganado escapo de los labios del mayor, llamando la atención del ahora rubio omega quien sin pensarlo mucho lo tomo del brazo, jalándolo levemente para llamar su atención.
- ¿S-sucede algo, hyung? -La preocupación del menor logro cautivarlo, como también el tierno puchero que inconscientemente había hecho al hablar.
-No, Jiminnie, no pasa nada... -Escucho un pequeño quejido ser emitido por Jimin, que parecía querer sonar como un gruñido y eso no hizo más que derretir su frío corazón.- A ver, no me gruñas, mocoso.
-Pero hyung me está mintiendo... -Se quejó como un niño pequeño, colgándose del brazo del mayor, ignorando totalmente a la pareja frente a ellos quienes los miraban enternecidos.
- ¿Y tú como sabes eso, mh?
-Porque lo siento, aquí... -Sorprendiendo al pálido, llevo su pequeña mano hasta su pecho, presionando justo el centro de este, donde estaba su corazón.- M-mi lobo me dice que hyung no está bien, que algo lo preocupa... Y no me gusta que hyung este así...
Este niño me va a matar. Pensó Yoongi llevando su mano libre hacia su rostro, cubriendo el sonrojo que amenazaba con invadir sus mejillas.
Tal vez, imaginarse un futuro donde pudiera tomar de la mano a Jimin con total libertad, no estaba tan mal.
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