CAPÍTULO 31
JiMin sonrió suavemente mientras veía a YoonGi acomodar su traje frente al espejo de la habitación del pelinegro. Hoy era la graduación del mayor y estaba muy emocionado por él, por que aunque parezca algo insignificante, YoonGi por fin había concluido su carrera en arquitectura y se sentía feliz por él.
YoonGi siempre fue un alumno destacado, aplicado y un ejemplo a seguir para los de primer año de arquitectura, por lo cual la mayoría de personas que lo conocían o no, lo felicitaban y estaban orgullosos de él.
El pelinegro batallo una vez más para acomodar su corbata y falló por tercera vez.
—¡Mgh! esto es un desastre.
JiMin lanzó una pequeña risita al verlo perder la guerra contra la corbata, YoonGi se dio media vuelta y le hizo un puchero mientras le señalaba la prenda. JiMin rodó los ojos y se levantó de la cama para llegar al rescate del mayor.
Se colocó frente a él para comenzar a atar de manera correcta su corbata.
YoonGi acomodó sus manos a cada lado de la cintura del rubio mientras aspiraba el agradable olor que desprendía el menor.
—Listo grandote, ya está — palmeó sus hombros dándole ánimos y le sonrió suavemente.
—Que hermoso luces ésta noche, Park JiMin — dijo mientras acercaba lentamente las caderas del menor hacía su cuerpo, sostuvo su cintura rodeándola con ambos brazos y entrelazó sus dedos para presionar el agarré.
—Digo lo mismo, Yoonie— murmuró ruborizado mientras enredaba sus brazos al rededor del pálido cuello de Min. El mayor soltó una risita nerviosa mientras suspiraba sintiendo la respiración del rubio tan cerca de sus labios.
Sin previo avisó depositó un tierno beso en sus labios de unos cortos segundos. JiMin soltó un quejido, pero segundos después se vio atacado de nuevo por los constantes besos del mayor, quien dejaba pequeños picos en sus labios.
Se miraron por unos largos segundos, sintiéndose completamente felices de estar así, abrazados, siento el amor que ambos desprendían el uno por el otro. YoonGi fue el primero en romper aquel cómodo y pequeño silencio que se formó.
—Te amo.
JiMin sonrió haciendo de sus ojitos unas pequeñas líneas mientras bajaba la mirada avergonzado.
—Lo sé, yo también lo hago— dijo mientras hundía su rostro en el pecho del mayor, dio un fuerte respiró —Uh, hueles bien.
—Claro que huelo bien— se alago a él mismo mientras soltaba una risa que fue acompañada por la de JiMin.
YoonGi lanzó un suspiró mientras seguía aferrando el cuerpo de rubio entre sus manos. El pelinegro podría jurar que con solo tenerlo así, era feliz. Se sentía tan vivo, tan completo, teniendo en sus brazos a un ser tan celestial como aquel chico del que había estado enamorado desde niño.
Y ahora, justo después de tantos meses en los que comenzaron por forzar todo, con un JiMin que poco a poco comenzaba a acostumbrarse a estar con él, al fin podía decir que se sentía plenamente feliz de ser correspondido.
—¡Chicos, bajen!— escucharon la voz de la madre del pelinegro, así que ambos bufaron y se alejaron para proseguir a bajar las escaleras.
Esa misma noche YoonGi logró llamar la atención de todos, y no solo por lo varonil y atractivo que se miraba. Sino por el elegante y lindo prometido que lo acompañó en todo mimento de la graduación.
El salón de eventos de la universidad estaba tan perfectamente arreglado, las sillas en fila y con una gran moño color vino, una vez que el programa dio inició todos los alumnos debían ponerse su toga para estar formalmente ante el jurado de la escuela.
Las siguientes dos horas continuaron en hacer pase de listas para entregar sus debimos reconocimientos a todos sus ahora ex alumnos.
La universidad era catalogada por siempre tener generaciones de alumnos llenos de potencial. Alumnos ejemplares que hacían quedar a la universidad como una de las mejores, cada rato se podía apreciar el aplauso, grito y aliento de los familiares, amigos y demás de los chicos que subían a recibir sus papeles.
Taehyung, quién estaba aferrado al brazo de Jimin estaba muy emocionado por sus mayores. Sobre todo porque él era amigo de los tres.
JiMin sólo se concentraba en los miles de alumnos que pasaban sin parar a cada rato.
Dando por terminado con el pálido chico quien daria el emotivo discurso de la universidad.
YoonGi mentiría si dejara que no estaba nervioso. Le parecía una eternidad haber esperado hasta lo último para ser recibido por miles de aplausos, gritos y chiflidos. Estaba seguro de que ahí acababa todo.
Por que después de esa noche, su vida como adulto, esposo y jefe de una gran compañía, comenzaba.
Sin más se paró frente a todos los estudiantes y espectadores del salón de graduación, suspiró nervioso buscando rápidamente con su mirada al menor. Una vez que lo vio, JiMin le dedicó una linda y suave sonrisa mientras le lanzaba un beso dándole ánimos.
“Hoy será solo otra noche más de nuestras vidas, en la que dejamos atras cuatro años de sufrimiento y logros. Donde muchos dejan su timidez y sus miedos, no importa que tan cruel y dura sea la vida detrás de esas paredes, florecerás completamente después de todas las dificultades”
Después de ese momento, YoonGi fue ahogado en rosas, abrazos y felicitaciones. Sus maestros, el director y decano de la universidad también lo saludaron, deseándole éxito en su vida después de esa noche.
YoonGi no aceptó ni un regalo de las chicas, ya fueran cartas o flores, YoonGi decidió rechazarlas.
Porque la única persona que le importaba realmente estaba ahí, entre sus brazos, justo en ese momento, dándole besos por todo el rostro, mostrándole su lindo eyesmile y sus bonitas mejillas sonrojadas.
—Felicidades, YoonGi — susurro el peli rubio mientras enredaba sus brazos de nuevo en su cuello, hundió su rostro en el pecho del mayor y dejo un sonoro beso ahí.
Las madres de ambos chicos chillaron de emoción al verlos a los dos metidos en su nube. La señora Min estaba realmente contenta y agradecida con JiMin de que al final de cuentas, el menor se dio la oportunidad de conocer al verdadero Min YoonGi, aquel chico que lo había amado desde que eran unos niños.
Estaba feliz de que su pequeño hijo fuera correspondido a pesar de que al inició fue cruelmente rechazo, y aunque le fue difícil ver las veces en la que su hijo se sentía mal por estar obligando a JiMin a casarse con él, justo ahora se sentía feliz de ver como era correspondido.
—Estoy deseando que llegué el día de la boda— dijo la señora Min mientras le daba un gran abrazo a ambos chicos.
JiMin soltó una risita avergonzado.
—Lo sé, mamá, yo también lo estoy deseando— murmuró YoonGi mientras rodeaba la cintura de JiMin.
—Bien, bien. Entonces vayamos a celebrar ésta noche— dijo la madre de Jimin mientras tomaba la mano de su hijo y lo llevaba por delante, al igual que la señora Min con su hijo, quien también lo mando a seguir los pasos del rubio.
Las cuatro familias se juntaron, se reunieron felizmente en un restaurante, la dos familias Kim, los Min y los Park, felices de que sus tres hijos se hayan graduado.
Taehyung había optado por invitar a Jungkook, sin embargo, el chico lo había rechazado diciéndole que esa noche tenía cosas que hacer y aunque Taehyung pudo apreciar a su hyung Hoseok, no se sentía bien, ya no sentía bien si no tenía a Jungkook, quien había estado distanciado de él desde hace mucho.
El resto de la noche, Jimin se la paso haciendo travesuras con su mejor amigo, puesto que el restaurante era muy grande, ambos chicos decidieron explorar el exterior viendo el gran jardín. YoonGi fue aconsejado por Namjoon y Seokjin, quienes le dieron ánimos para el día de la boda y sobre algunos aspectos del ser esposo.
—¡Oh!— chillo sorprendido el peliplata al ver la pantalla de su celular iluminarse con una llamada —Es kookie.
—Vamos, contestaaa— alentó JiMin poniendo mucho más nervioso a su amigo. Taehyung chillo una última vez para después suspirar y contestar como si nada. JiMin se alejó un poco dándole espacio para que se desenvolviera con Jungkook.
Se sentó justo en la acera de la fuente que por el momento se encontraba apagada. Alzó su mirada observando gustoso el cielo iluminado por varias estrellas y la gran y blanca luna que brillaba en todo su esplendor.
Pronto sintió como alguien se sentaba a su lado, no desvío la vista porque ya sabía de quien se trataba. Solo siguió en lo suyo, admirando el gran y tranquilo cielo. Mientras tanto, YoonGi lo admiraba a él.
Para YoonGi, JiMin era como aquel cielo, tan único y hermoso que le daba una tranqulidad y conformidad enorme.
Sintió como una de sus manos fue sujetada con firmeza con una calidez que amaba, una calidez que su cuerpo comenzaba necesitar todos los días.
Miró al pálido pelinegro quien lo veía completamente maravillado. Jimin se había acostumbrado tanto a las miradas del mayor, que ya conocía cada una de ellas.
—¿Q-qué tanto me miras?— y si bien ya se había acostumbrado, eso no quería decir que no lo pusiera nervioso. Se sentía tan feliz, porque aunque ya hubieran pasado muchos meses juntos, Jimin seguía sintiéndose nervioso como la primera vez que YoonGi le dijo que le gustaba, como la primera vez que llegaron juntos a la universidad, como el primer beso que se dieron en la enfermería de la escuela.
YoonGi guardo silencio por unos largos minutos, en los que sólo se dedicó a mirar al menor, logrando angustiarle un poco.
—Me encantas, JiMin — soltó tan así, tan de pronto sin necesidad de aclararlo —Diablos, Park JiMin. Me tienes tan enamorado.
El rubio sacó una sonrisa nerviosa, bajo un poco su mirada, pero en un instante sintió como la blanquecina mano del mayor tomó su mentón y volvió a alzar su mirada. YoonGi quería verlo, quería verlo a los ojos y a preciar ese brillo tan celestial que mantenían cuando estaba con él, ese brillo tan notable como el mismo brillo de la luna.
Hubo un momento en el que YoonGi comenzó a desesperarse por el simple hecho de que JiMin no le respondía nada. Y cuando sintió alterarse, JiMin lo calmó con un beso.
Un beso llenó de amor, JiMin lo había aceptado, se había rendido ante Min YoonGi.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top