Epílogo

Ya sea fortuna o coincidencia, ahora la tenía a ella.

Para acompañar mis noches o días, mis penas o logros, pensé que mi lealtad a ella era algo de lo que ni ella se podría esperar, pero resulta que su amor por mi resulto ser mucho más majestuoso que todo lo que pude sentir.

Sé que a ella le cuesta admitirlo, también que le cuesta decirlo, pero aún así se atrevía a estar conmigo aún si el peso de todo estaba matándome por dentro.

Estoy apenado por tener en cuenta sus sentimientos, porque me hace ver cómo algo que puedo presumir en vez de algo de lo que tenga que sentirme humillado. Me hace pensar que logro ser narcisista cuándo se trata de hablar sobre el amor que tiene por mi.

Pero ahora...

Ni siquiera puedo explicar la sensación que tengo con el simple hecho de que está aquí.

Estar tan cerca de las estrellas y poder tocarlas sin que quemen mis dedos era el más grande privilegio que ni ella podía aceptar que me estaba otorgando.

—James, otra vez lo estás haciendo.

—¿Eh?

Caí en cuentas, resultaba estar entrelazado en el cuerpo de Christine.

Estaba aferrado a ese cuerpo con una fuerza graciosa, no a su ropa, por supuesto que no; eso no me bastaba.

Tenía que sentirla, tenía que escuchar sus latidos aún si terminaba debajo de la fina tela de su blusa para lograrlo.

—Perdón—respondí sacando mi cabeza de debajo de su blusa, aún manteniendo mi firme tacto en su piel llena de calor—, ¿ya no quieres?

—No es eso—me contesto—, es que ya hemos llegado, parecía que no me estabas escuchando.

—¿No podemos quedarnos un rato más?

Estaba olvidando que estaba en el auto con ella. Tras varias semanas logre por fin enseñarle a manejar y ahora nos llevaba a un compromiso por la mañana, sin embargo, estaba corrido désde mi asiento hasta el suyo para tocarla. Ella accedió, no quería incómodarla, pero a lo peor lo hice...

—No podemos fallarle a Cindy, ya hemos venido.

Ella me sonrió cuándo por fin me aleje de su asiento y cuerpo. Quitando las manos del timón para acercarse a mi mejilla.

—Estás más calmada de lo que pensé.

—Lo sé—me respondió—, ni siquiera yo lo imagine.

—Anoche estabas más inquieta.

—¿Ahora me supervisas mientras duermo? Terminaré pateandote si te acercas mucho en una pesadilla, no te recomiendo que lo hagas—solté una risa, a lo que recibí un pequeño beso en la comisura de mis labios.

—Van a vernos.

—No hay nadie aquí.

El trabajo se estaba volviendo más arduo. Mientras nosotros resolvíamos el problema con los demonios, también cubríamos lo que habíamos hecho.

Todo.

No solo era mantener en secreto la muerte del ángel de la muerte, también se trataba de proteger a Chris de todo lo que conllevaría una relación con el legado de Azrael y no solo eso, alguien de un rango inútil en la agencia.

Todo eso se ponía en medio a la hora de que quisieramos estar juntos, aunque aún así lo estabamos.

Chris insistía en esto.

Yo insistía más en sus propios anhelos, que ahora se había convertido en volverse la jefa general de la agencia en toda Inglaterra. Sabía que era un bache en la calle para que ella lo lograra y muchas veces insistí en arrancarle la idea de esto que tenemos, pero ella se negó.

Hemos estado viéndonos, Cindy ha guardado el secreto cómo también los demás que conocimos. Todo para mantenernos en bien.

—Estás helado.

—Es el clima...

—O tal vez tu indiferencia—respondió con sarcasmo y una sonrisa de lado a lado, me observo a los ojos y otorgo otro beso está vez a los nudillos de mi mano.

—¿Te sientes bien con esto?—si bien su tacto me decía que estaba tranquila, ella tenía a su disposición un cerebro que le envenenaba de dolor cuando menos lo esperaba.

—Dennis era muchas cosas menos un sentimental—aclaró—, pero no se trata de mi está vez, Cindy está sufriendo con eso, James, cómo no tienes idea.

—Lo sé...

—Lo olvidaba—sonrió—, después de todo tú...estuviste con ella todos estos meses.

Su tacto se volvió tibio.

—Chris, no...

—Tenemos que ir.

Se alejo de mi tacto, está vez saliendo del auto en un solo movimiento.

Estaba tan en duda por su sentir. Cada vez que mencionaba lo ausente que había estado estos meses, siempre evitaba el contacto, ya sea de su piel o de sus ojos, nunca logrsba descifrar su verdadero sentir y cuándo por fin lograba tocarla, ese mismo sentimiento de absolutamente nada estaba devuelta. Suspiré resignándome a esa rutina y salí junto a ella del auto.

Cindy había llegado del otro lado del estacionamiento, saludando a Christine de lejos y recibiéndola con un abrazo no tan fuerte por su ahora grande barriga.

Llegabamos ahí con un solo propósito.

Era el edificio dónde antes Dennis vivía, un departamento pequeño fue el testigo de muchas cosas a lo largo del corto tiempo en que se quedó en Nottingham. Era la oportunidad de los tres para desocupar y por supuesto, guardar las cosas valiosas de él.

No podía evitar extrañarlo aún si fue muy poco el tiempo en que verdaderamente nos vimos entrometidos, pero jamás llegaría a olvidar la risa risueña o sus comentarios con el mismo calibre que los de Chris.

Cindy se encontraba bastante mal por la partida de Dennis y lo recordaba cada vez que podía, aún así se mantenía constante y fuerte con la idea de ser una buena madre y recordar el nombre del amor de su vida algun día a la criatura que iba a nacer.

Llegamos a la puerta de madera que nombraba el sitio que estábamos interesados en conocer, parecía una tarea simple para alegrar un poco lo que recordabamos de él.

Chris tomo la pequeña llave dorada entre sus manos y apretándola un poco antes de usarla, se dispuso a usarla.

Dio un giro en la cerradura con la llave y la puerta se abrió, era un lugar espacioso y casi vacío.

—No esperaba menos—comentó Chris antes de evitar toparse con un papel del suelo y pasar adelante, quién le siguió fue Cindy por último yo.

El lugar era gris—de forma literal y sentimental—, contaba con pocas cosas y muchas cajas que estaban llenas. Imaginabamos que Dennis ni siquiera había desempacado bien.

—Revisemos las cajas—Chris y yo asentimos ante el mandato de Cindy y nos pusimos a revisar todo.

Yo me senté en el suelo para buscar entre todas las cosas de la caja.

Encontre un cuaderno de pasta azul lleno de pequeños versos, bastantes tachados con lápiz. Imaginaba que era el intento fallido de ser sentimental—claro que el cuaderno denotaba mucha pasión—, aunque resulta que tenía varios buenos escritos.

Uno en especial lo acompañaba un pequeño ritmo singular:

"A single kiss, under the rain, with your body and my brain, what more can we ask for?"

Tu novio era muy romántico—comenté.

—Creo que tuviste el privilegio de verlo en la faceta más cursi de él—me siguió Chris con una sonrisa désde lejos, revisando una caja en especial algo larga.

—Creo que tuve el privilegio de sentirme amada por él.

Eso me hizo sonreir a mi.

Regrese mi vista a la caja, donde encontre otras cosas, cómo: una mochila negra y llena de polvo; y debajo de estos, unos guantes de tela suave color negro.

Solté un murmuro y los saque del sitio empolvado de la caja, está vez colocandome los guantes en mis manos. Extrañamente, no sentía nada usándolos.

Me los quedaré.

Serían un lindo recuerdo de él y si yo lograba evitar por un tiempo albergar mi cuerpo de emociones que no eran mías, era mucho mejor.

—Oh Dios mío.

—¿Qué?—cuestioné a Chris cuándo llena de orgullo se asomo al fondo de esa caja grande solo para sacar una guitarra.

—¡Dennis la tiene désde hace años! Era la reliquia más ansiada.

—No sabía que tocaba la guitarra—confesé.

—Era su mayor gusto—respondió Cindy, ahora caminando hasta Chris y sentándose a su lado.

Christine aprovecho el momento para sentarse en un viejo banco, moviendo cada cuerda para generar un nuevo sonido.

Yo deje mis cosas a un lado para acercarme a ellas con emoción.

—¿Tú tocas?

—Él me enseño—me contestó ahora afinando la guitarra.

Cómo si fueramos niños pequeños esperando el relato mágico de la maestra, nos sentamos al frente de Chris esperando los siguientes sonidos.

Ella se alisto y sonrió cuando al psrecer recordó algo tocando la curva de la guitarra.

—¿Te sabes alguna?

—Varias—le respondió a Cindy—, pero hay una...

Ella chasqueo sus dedos intentando recordarla bien y tan pronto cómo a su cerebro llego la letra, ella empezó a mover sus dedos en cada cuerda, haciendo sonidos suaves y algo lentos.

—¿Una canción de cuna?

—Se las cantaba a mis hermanas cuándo les costaba dormir, mi mamá me la cantó una vez y luego yo se las canté a ellas.

Era dulce...

Chris siempre había sido una persona dulce sin saberlo.

—Danos el placer.

Tomó una bocanada de aire y lo que antes era ruido se convirtió en una melodía.

"Heaven, heaven, I'll be there. When my body bleeds it will be a sunset, the dust of my bones are stars, and it is that once I promised you. I will never leave you. So now, so now, I'll be here, from here I can see you, I'll lie on the clouds to see you, I'll never let you be happy without me, so keep in mind that now I'm part of you, don't overthink it and better settle for the voices of the tombs that accustom you to die in life..."

. . . . .

En algun momento, cuándo la canción termino, perdi de vista la situación y me hice a un lado para escribir todo en este diario. Christine ya ha exclamado la admiración que sintió cuando leyó mis escritos y claro, también me molesto por esa..."particular" forma de describir nuestro primer encuentro.

Ella dice que yo soy esa pasión que años atrás perdió por culpa de la separación de nuestra alma. Porque todo lo que ella alguna vez sintió y jamás pudo expresar se encontraba escrito en este diario.

Ella me dijo que también tenía un diario, aunque se nego a darmelos. Dice que el momento en que los lea tiene que ser especial, me dijo que a lo mejor en este tiempo mejoraría ahora que su lado sentimental fue devuelto en ella. Estoy entusiasmado por leer esos textos maravillosos, claro que también siento algo de miedo por saber que se encuentra en esos libros.

Tal vez la versión que ella tiene de mi sea muy distinta a la real y es a lo que más temo, si he de confesar.

Y ahora estoy perdido.

Ya no escuché ningun ruido désde hace rato.

Ellas habían desaparecido de mi vista, lo que me llevo a levantarme de mi asiento para ir a buscarlas.

En el baño: no estaban. En la pequeña sala: tampoco.

Ningun lugar.

Pero en eso escuche unos murmuros en la habitación principal.

Deje todo a un lado y está vez me acerque a la habitación, la puerta entrecerrada me dejaba oir pocas palabras que resultaban ser dolorosas.

Abrí la puerta solo para toparme con la cama y Chris y Cindy recostadas en está. Chris la abrazaba por detrás mientras ahora Cindy lloraba desconsolada sosteniendo sus manos. Tan rápido cómo vi la escena mi corazón se rompió.

El dolor que tanto atormentaba a Cindy estaba siendo calmado por las caricias de Chris, aunque ella tampoco podía evitar mostrarse, no solo compasiva, sino que también triste.

Me recosté en el marco de la puerta, aunque rápido fui notada por ambas cuando retomaron su vista nublada por las lágrimas.

Me crucé de brazos bajando la cabeza.

—Él ya no va a venir...¿verdad?

Cindy negó.

Yo me acerque a la cama con ellas cuándo fui invitada por Chris, colocándome adelante de Cindy en la cama, estiré mi brazo para envolverlas en un abrazo tosco.

Y así nos encontrábamos abrazándonos mutuamente, cómo aliviando el mismo dolor con solo el tacto.

No pude evitar llorar tampoco, pero debía admitir que no era algo nuevo mi sentimentalismo.

Espero, Dennis, tengas en cuenta cuán doloroso fue tu partida.

Pasaron los segundos y Cindy termino dormida en la cama, Chris y yo nos pusimos en la orilla del colchón a solo ver el suelo.

La guerra nos había dejado marcas, marcas que serían muy complicadas de borrar.

Sé que Chris estaba igual de mal que cualquiera de nosotros, pero ella tendía a fingir que no era así.

Tal vez le cuesta mucho admitir su sentir por más que fuera muy normal su respuesta emocional.

Ella siempre tenía...la tendencia de volverse más racional y menos emocional, ella usaba la lógica cómo su fuerza y eso terminaba volviendola más fría a cualquiera emoción que no pudiera controlar.

Me gustaría saber si eso cambiará algun día...

Sus pesadillas constantes estaban dejándome en claro que le dolía.

A veces se despertaba en las noches, cuando menos veía ya no se encontraba en la cama, sino dando vueltas al lado. Se movía de un lado a otro pensativa y asustada.

¿Pero a qué temía?

—Este departamento es cómodo—le escuché decir.

—Sí, bastante...

—¿En qué tanto piensas?—susurro.

Yo rápido me giré a ver a Cindy, asegurándome de que estuviera dormida.

—No sé si ella estará bien sola...

—Lo sé.

—¿Haremos algo al respecto?—ella bajó su cabeza, pensativa.

Sus ojos se centraban en el suelo cómo si existieran instrucciones talladas en este que le dictaran que hacer.

Sin embargo, no podía evitar sentirme persuadido por su cabello y piel. Su cabello estaba creciendo un poco más...tapaba esa parte de su rostro que quería llegar a admirar. Así que lleve mi impulso a mi mano derecha y la acerque a ella lo suficiente para alejar ese rebelde mechón de su mejilla, pasandolo por su oreja y ahora dandome una simple vista a su mandíbula, dando otro beso en este último.

—No es el momento—me regaño.

—Lo siento.

—Podemos...—en eso reaccionó a mi anterior beso, sonriendo cuándo se topo con mi mirada ahora algo coqueta—Tú...

—¿Yo?

—Nene, si quieres provocarme para eso está mi cuarto.

—No hice nada—negué con una sonrisa.

—Cómo decía—se interrumpió ahora sonrojada—, este departamento fue de Dennis, no creo que haya algun problema si nosotros...lo usamos.

—¿Usarlo? Cómo...¿vivir aquí?

—Tiene solo un cuarto, pero podríamos mantenerlo cómo nuestra propiedad hasta que sea el parto de Cindy, ella podría vivir aquí...

—Podría rentarlo.

Ella alzó ambas cejas.

—¿Podrías?

—Pues...sí, podría mantenerlo y limpiarlo mientras es el parto, luego sería de preguntarle si quiere vivir aquí, podríamos agregar otra habitación también...

—¿Otra?

Suspiré moviendo un poco mi pierna.

—Chris, si yo...rento este lugar, ¿tú vendrías conmigo?

—No pensé que fueras tan noble para prestarle tu casa a una mendiga.

—¡No me refiero a eso!—baje mi voz.

—Formula bien.

Tragué en seco ante ese acento encantador.

—¿Quisieras mudarte conmigo?—pregunté, aunque no pude evitar complementar mis ideas—Tu cuarto es cómodo, pero se siente algo raro escabullirme de noche solo para estar contigo, si estamos acá podríamos tener más privacidad y además Cindy estaría segura con nosotros y...

—Sí quiero mudarme contigo, James.

Sonreí nervioso y emocionado por la idea.

—Seríamos los tres.

Ella asintió.

—Eso es suficiente.

Ambos nos sonreímos, ella se acerco a mi frente para depositar otro cariñoso beso en está. Se mantuvo ahí unos segundos y luego se alejo.

Sin duda, está sería la aventura más larga que yo podría tener en mi vida...

¿No es así?

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