8| Te ruego hacerme saber
Cindy corrió para poder llegar a Chris, yo corrí tras ella también. Al parecer el día no iba a acabar ahí y yo estaría otras veinticuatro horas sin poder cerrar mis ojos.
Todos nos encontramos en el ascensor, todos agitados por haber corrido tanto. Dennis y Christine ya habían hecho las paces y lo sé porque al menos podían verse sin querer golpearse, sin embargo, yo aún no podía perdonarlo del todo por haberle hecho daño. Sé que no me incumbía, sé que no era propio de mi hacerlo y se trataba de alguien que Chris quería, pero él en serio...la trataba mal.
La puerta del ascensor se abrió, a pesar de que todos nos reunimos nadie dijo absolutamente nada por varios minutos. Christine no pudo decir nada ni moverse más alla de frente a la puerta del jefe. Hasta dónde podía ver, estaba aterrada por la idea de ver a su jefe. ¿Yo también tendría que ir?
—Chris, ¿quieres que te acompañe?—pregunté, a lo que ella se sobresalto. ¿Por qué se asustaba tanto?
—No es necesario—todos observamos la puerta, ese largo pasillo jamás daba buena espina y junto a esa puerta color carmesí, ¿quién quisiera entrar?
—¿Segura?—la observé con calma, queriendo que esa actitud fuera tomada por ella, algo que no sirvió.
—Segura.
—Estaremos aquí.
—Sí.
—Sip—todos asentimos ante el comentario de Cindy, algo que logro hacer sonreir a Chris. Ella asintió y extendió su pulgar para dar a entender un sí.
Ella camino por el resto del pasillo hasta llegar a la puerta, moviendo la manecilla y entrando por fin a esa oficina. Temía más por ella que por mi, ¿y si algo le ocurría por haberme ayudado? Jamás me lo perdonaría. Mi estado actual me impedía sentirme mejor y todo esto no estaba ayudando en nada a mi situación mental.
Cindy llego a sentir mi preocupación, llegando a tocar mi hombro con una sonrisa en busca de calmar mis nervios.
Cindy era una persona maravillosa, hasta dónde yo entendía, no solo me había ayudado a mi en todo esto, también a Chris y a Ceci; y a todo el mundo en esa agencia. A Cindy le correspondía un corazón lleno de nobleza, nobleza que no debía ser confiada a cualquier persona. Y sí, estaba hablando de Dennis.
Dennis era todo lo contrario a Cindy, era un bravucón e incluso tenía la apariencia de uno, viéndose siempre cómo alguien que no dudaría en sacarte los ojos si llegaba a ver de más a su pareja. Quizás es por eso que ellos se complementaban...Cindy tenía en su poder algo que jamás iba a lograr otra persona, podía controlar a Dennis. Tal vez subestime a ambos.
—¿Algo qué decir, James?—visualicé de reojo a Dennis, negué con mi cabeza—¿No vas a responderme?
—No me hables, sigo enojado contigo.—eso sonó más infantil de lo que quería hacer sonar...
—¿Qué pasó entre ustedes dos?—preguntó Cindy, lo que hizo que ambos nos viéramos.
—Cordero no quería ser juzgado.
—Lobo no quería darse cuenta de sus propios errores—seguí, casi gruñendo al decirlo.
—Ambos parecen niños pequeños, les pondré la misma camisa si no intentan solucionarlo. ¿Qué creen que hacen en estos momentos? Chris nos necesita.
Ambos guardamos silencio. Cindy parecía ser la más racional entre todos. Tampoco es cómo si pudiera olvidar la razón por la que estaba ahí: Chris.
Chris...tenía que hablar con ella pronto. No quería dejar que ella respondiera por sí sola sus dudas o entraríamos en un estado de debate por años. Quería gritarle a todos lo que sentía por ella para que me creyera, pero eso no era apropiado, no quiero tampoco estarla presionando socialmente...
¿De qué estaba hablando ahora? Joder, todo decían que sobre pensaba y hasta ahora no lo creía.
¿Qué quiero de ella...?
No entiendo por más que intente pensarlo, analizarlo, todos decían que era bueno haciéndolo, pero ahora me sentía un ser tan tonto. No era tonto, es solo...siempre he sido tonto, ¿Qué va? Un tonto meloso, un tonto cursi y romántico, pero en ese instante me sentía cómo un desconocido, me sentía cómo alguien que no tenía idea de nada ni de sí mismo.
Pero tú Chris...
¿Por que me enamore de ti? ¿Por que de ti? No confundas mis sentimientos, no son de arrepentimiento. Ahora es fácil decir que todo me fascina de ti, ¿pero que fue eso que vi que me encanto tanto cómo para quedarme a ver el resto? ¿era esa duda mi respuesta? Era tanto que no podría nombrar ninguna en una sola oración.
ESTOY SIENDO CURSI OTRA VEZ.
—Iré por café—respondió Dennis, yéndose por el ascensor, dejándonos a Cindy y a mi solos en ese pasillo.
—El café de este lugar no es nada bueno...
—Y él lo sabe—termino mi oración Cindy—, esta nervioso. Va a masticar el vaso de plástico cuando regrese.
Otra vez hubo silencio, uno grande. La espera se estaba haciendo larga, pero los minutos no tardaban. ¿Por qué hacía esto el tiempo?
—¿Crees que Chris se salve?
—Esperemos que sí, James.
El silencio siguió.
Sin Chris el grupo se sentía solitario...
Dennis volvió después de un rato, sintiéndose vacío. Cindy tuvo razón sobre él, termino mordiendo el plástico del vaso mientras iba tomando del café.
Después de un buen rato de silencio la puerta fue abierta, dejando ver a una Christine angustiada abrirse paso por el pasillo.
—Christine, ¿Qué ocurrió ahí dentro?—preguntó Dennis acercándose con el café. Algo que ella recibió...para recibir un café de ese sabor se necesitaba tener una mente muy distraída.
—Nada en especial.
—¿Qué ocurrió?—quiso volver a cuestionar Cindy, acercándose al igual que yo a ella.
—Me echaron del caso.
—¿Qué?—no me fije en el tono de mis palabras. De hecho, por un rato no pude escuchar del todo la conversación de ellos.
Habían echado a Chris de su propio caso y fue mi culpa. Si yo no hubiera sido tan inútil cómo para requerir ayuda en la prueba, Chris no se hubiera preocupado. No me hubiera ayudado y ahora estaría...muerto.
—Ustedes tienen que seguir el caso, es importante. Yo tendré uno nuevo hoy, así que...pues eso.
—Chris...—no quería dejarla sola, no quería hacer que cargará con algo que era mi responsabilidad.
—Yo estaré bien, tienen que conseguir resolverlo ¿vale?—me quedé quiero mientras veía su figura alejarse y acercarse más al ascensor, lista para partir. ¿Dejaría que las cosas fueran así?
La puerta del ascensor ya estaba cerrándose, pero me apresure y puse mi mano para evitar que se cerrará, estaba decidido a ir con ella.
—Voy contigo—nada me haría cambiar de opinión. Me metí con ella al ascensor.
—¿Qué?
—Eres mi compañera, te seguiré adónde vayas—le dediqué una sonrisa, la más honesta que el momento podía ofrecerme.
—Nosotros deberíamos ir con ellos, ¿no crees?—esperaba que no, sonaría egoísta...pero esperaba tener un día a solas con Chris.
—No, chicos. Yo arreglare esto, pero ustedes tienen que seguir con el caso, descubran lo que puedan—le contestó Chris a Dennis.
—Entendido, señora—A Christine no le gusto mucho el "señora".
La puerta del ascensor se cerró. El camino no fue muy perceptible ante mi sensibilidad. Estaba más concentrado en mis pensamientos que en el camino tormentoso del ascensor.
¿Cómo podría llegar a decirle a Chris mi sentir? ¿Cómo podría disculparme con ella después de lo que provoco mi incompetencia? No podía ni verla...estaba avergonzado conmigo mismo y con mis pocas habilidades físicas. Me gustaría decírselo todo sin tener que tragármelo, pero parecía algo imposible.
—¿Te ocurre algo, James?—me sobresalté un poco ante sus palabras, fueron muy repentinas...¿estaba hablándome desde hace rato?
—¿Ah? ¿Qué?—ella me observo con un rostro confundido y preocupado.
—¿Te ocurre algo?
—No...no. Solo lamento que te echaran del caso por mi—confesé.
—No fue por ti, yo quise hacerlo y debo asumir la responsabilidad...y dile a tu amiga que ella no tendrá consecuencias—Ella parecía bastante indiferente ante el tema. ¿Estaba comportándose así a propósito? ¿Era algo por mi o algo por el caso? Debo dejar de darle vueltas a todo...—¿Vas a salir?
—Ah, sí, sí—murmuré saliendo del ascensor cuándo se detuvo. Ese era un nuevo piso, habían oficinas. ¿Cómo sería el escritorio de Chris?
Caminamos por los escritorios, varios decorados con fotos y tazas. Pero al llegar con Chris me tope con nada más que una carpeta encima que decía el siguiente caso. ¿Ella no tenía ninguna de esas cosas? Tal vez sentía que era trivial...
Me senté en la silla de Chris esperando alguna respuesta mientras leía el documento. La silla con rueditas fue una buena distracción, me puse a jugar un poco con esta.
—Oh, genial.
—¿Qué?—pregunté dando vueltas en la silla.
—Me dieron el caso de Dorotti—por su tono no parecía ser algo bueno.
—¿Eso qué es?—llegue a preguntar con una ligera sonrisa.
—No muy lejos de aquí hay una casa embrujada.
—¿Los embrujos sí existen?—después de todo lo que he visto, sí seguía siendo sorprendente para mi. Aún no me acostumbraba al límite que tenía la agencia respecto a las criaturas.
—Por Dios James. Has visto hadas, un cadejo teñido y wendigos. ¿Y esto no te parece real?—la forma en que lo decía era cómica.
—Bien, bien, me quedo callado—ella siguió leyendo el documento, decidí ponerme de pie para no distraerme más con las rueditas de la silla.
—Vamos James—escuché, observando cómo dejo el archivo de nuevo en su escritorio.
—¿Adónde?
—Iremos a la casa embrujada—sonreí. Parecía ser emocionante la idea de visitar un sitio con fantasmas reales.
—¿Me dejarás tomar fotos?
—No creo que dañe a alguien hacerlo—esa respuesta fue más que suficiente.
Ambos nos dirigimos al estacionamiento—no sin antes haber tomado mi cámara profesional y un par de linternas—, me encargué de manejar tomando las indicaciones que Chris me daba. El camino fue algo cálido, después de todos los problemas un momento así sería inolvidable. Yo no podía dejar de comentar cómo es que Cazafantasmas definió mi vida y cómo me atrajo al mundo del terror. Varios chistes fueron hechos al respecto y logre sacar algunas sonrisas de parte de ella, lo que para mi, era suficiente. De alguna forma quería hacer que sonriera más. Cómo dijo Cindy la vez anterior, ella sonreía más y yo quería hacerme cargo de hacer que sonriera cómo nunca antes en su vida.
Yo no conocía a Christine ni a sus penas, pero quería saber más y sobre todo quería darle las mejores sonrisas en los mejores momentos y rogaba a Dios darme esa oportunidad y privilegio.
Después de un rato llegamos a la casa. Una casa que a comparación del vecindario, estaba en ruinas. Las risas de los niños que llegaban hasta en la casa hacían eco, esa casa tenía colores opacos muy difíciles de identificar. La pintura estaba arruinada, los grafitis en ella eran los que sobresalían y claro, esas ventanas rotas. Era una casa de dos pisos, no muy grande. El jardín era grande, gracias a que estuvo años sin ser cortado el césped me llegaba hasta la rodilla. Aproveche para tomar una foto directo a la casa y al jardín.
—Disfruta la vista mientras puedas—me comentó.
—¿Por qué dices eso?
—Esta casa va a ser destruida—me contesto al mismo tiempo en que revisaba las fotos que había tomado.
—Oh—exclamé.
—El caso ha estado por años, nadie ha logrado llegar al corazón de la casa. Los trabajadores huían de este lugar y gritaban a los cuatro vientos que estaba embrujada—la casa lucía muy inocente para tener tal reacción en las personas. ¿Era esto a lo que se refería Chris con que nada era lo que parecía?
—¿Es por eso que no la han destruido?
—Exacto.
—¿Pero por qué esta embrujada?—pregunté guardando la cámara en mi bolso.
—Dorotti era la menor de tres hermanas. Ella se mudo aquí con sus padres y ellas—empezó a contarme, a lo que sin perder el tiempo saque otra libreta aparte de mi diario para apuntar la información—¿Qué haces?
—¿Qué? Es mejor apuntar, la información puede ser útil—le respondí caminando con ella hacía la entrada. Creo que la costumbre se me quedo tras ser reportero...
—La información es poca—llego a decir. Abrió la puerta del lugar, dejando ver las paredes rasgadas y mal puestas, aunque la pared del interior tenía más color que la de afuera, era amarillo floreado, una combinación bastante colorida...—Dorotti se enamoro.
—¿Se enamoro?—cuestioné—¿Eso que tiene ver con la maldición?
—Oh, James. Eres muy inocente para ser un adulto—me sonrió de lado, caminando por el resto de la casa—. El amor puede con todo, incluso con lo bueno.
—¿Qué le ocurrió a Dorotti?—regrese la pregunta.
—Se enamoro de la persona equivocada. Se rumorea que ella planeaba casarse con él, una noche ellos se vieron en el parque, debajo de un árbol se besuqueaban y demás. Pero esa noche fue distinta. Dorotti era hermosa. Era una mujer tan hermosa que cada mirada era dedicada a ella. Eso le molestaba a él, no lo soportaba. Y una noche, cegado de ira, hizo lo peor que un hombre puede hacerle a una mujer.
—Oh no...
—Él se robo su inocencia, cómo también su rostro. Quitándole su bello ojo izquierdo, al igual que le apuñalo el lado izquierdo del rostro—la historia no era tan linda cómo imaginaba.
—Pobre Dorotti.
—Ella sobrevivió, pero no soportaba verse al espejo. No entendía porque el que se suponía era el amor de su vida le había quitado tal cosa a ella, pensaba que la amaba, pero por más que estuviera mal lo que hiciera, ella no dejo de amarlo ni un solo momento.—tocó el primer escalón con su pie, haciéndome brincar por el fuerte ruido que hizo, esa casa se caía a pedazos—Él fue arrestado por su crimen y ella fue encerrada en su casa, con una máscara tapándole el rostro que fue deformado. Dorotti moría de dolor, moría de amor. Ya no tenía libertad ni el amor que alguna vez pensó tener en sus manos, no dejaría que la pena la consumiera, así que un día agarro uno de los cuchillos de la cocina...y lo dirigió a su pecho.
—¿A su pecho?—pregunté.
—Directo al corazón.
—Ahora entiendo porque está casa esta embrujada—de solo imaginarlo me hervía la sangre, ¿Quién podría hacerle algo así a alguien?—, debe estar llena de ira. Dorotti murió de amor...
Habíamos llegado al segundo piso y yo aproveche la oportunidad para tocar la casa. Sentí muchas emociones enterradas en ese sitio, especialmente la ira, cómo había dicho antes. La casa estaba llena de furia e imagino que era de parte de Dorotti. Pero también estaba llena de tristeza...de amor. ¿Cómo se podría amar a un monstruo así? Bueno...yo me consideraba un monstruo también.
—Lo hizo. Creo que a veces no entendemos lo suficiente porque esta emoción es en especial más problemática que otras—¿ella tenía algo en contra de amar?
—Creo que el odio también es problemático—admití en un comentario.
—¿Lo es?—cuestionó.
—Sí, es igual de intensa que el amor. Y a veces el odio se convierte en amor o el amor en odio, no es coincidencia en lo que se transforma algo bueno en algo malo—empecé a dar un discurso nada agradable ni para mi mientras veía la habitación en la que me metí junto a ella.
—Creo que todas las emociones son problemáticas.
¿Por qué este pensamiento evasivo sobre las emociones? Sentir es lo que nos vuelve humanos. Evadirlo es rechazar esa dicha que se te regalo al nacer, sonreír es lo mismo que llorar y sufrir es lo mismo a ser feliz. ¿Por qué ignorar todas tus emociones para no sufrir?
—¿Tú qué piensas del amor?—le pregunté con curiosidad.
—¿El amor? Bueno, es confuso.
—¿Por qué?—le pregunté cambiando de habitación.
—Porque hace mucho no siento amor por alguien—¿ella se había enamorado antes? Me era muy difícil intentar imaginar a Chris siendo cursi o tan siquiera sonrojándose, parecía ser muy contraria a sentir alguna emoción, delicada que no fuera odio o tristeza—, pero es suficiente alivio no sentirlo, cosas cómo lo que le pasaron a Dorotti están presentes todo el tiempo. Es mejor alejarse de lo que puede hacerte daño.
—Si te alejas de algo por miedo a dañarte, te harías más daño, ¿no?—no quería abrir un debate, pero creo que eso llegue a hacer.
—¿Por qué?
—Huir no es la mejor opción—me sentía hipócrita en ese momento, muchas veces recurrió a mi mente huir y...bueno, no me agradaba ser parte de eso, no quería ser igual a mi padre—. Puede que el amor te haga daño, pero la sensación puede compensar todo lo malo que puede o no traer sentirlo.
Ella se acerco a uno de los muebles de la habitación, por lo que sentía ante el tacto, pertenecía a Dorotti. Me crucé de brazos en el marco de la puerta, esperando alguna opinión o respuesta de Chris, pero eso jamás llego. En cambio de eso, obtuve una pregunta...
—¿Hay algo de lo que quieras hablar, James?
Carajo.
—De hecho...—me aclaré la garganta, buscaba una forma apropiada de dar a entender lo que sentía—de hecho sí.
Afirmé viendo a Chris a los ojos. Quién me veía con una cara llena de duda désde el suelo, se mantenía agachada.
—Suéltalo—me ordenó poniéndose de pie.
—Bueno, he...—primero empezaría por lo básico—he notado que huyes de las cosas.
¡Idiota! Era decirlo con respeto, no que pareciera un reclamo. Imbécil, imbécil, imbécil.
—¿Huir?—ahora evitaba mi vista, ¿Qué podía ser mejor respuesta que eso?
—No sé si estás consciente de eso—aclaré acercándome poco a poco a ella—. Cuándo tocan un tema delicado, cuándo sientes algo que no quieres, solo, tiendes a correr hacía otra dirección.
—Aún si lo hiciera, no creo que tenga nada de malo ser cobarde a veces.
Ella estaba ganándome en confianza. Estaba ser cobarde a veces, pero evadir los problemas en su totalidad no era tampoco recomendable...
—Chris, lo que ocurrió en el baile...—solté nervioso, jugando con mis dedos.
—¿Qué?
—Bese a una doble de ti.
—Ajá—¡ahora sonaba muy desinteresada!
—¿Eso no te incómoda?
—Tal vez no querías hacerme sentir mal—ella se mantenía de espaldas, su comentario hizo detener mi paso continuo a ella.
—¿Ah?
—Si hubiera sido yo la que te beso, y conociéndote—aclaro—, no te quitarías, quizás temías que me hicieras sentir mal si lo hacías o estabas muy asustado cómo para quitarte.
¡Eso era absurdo!
—No, eso no...—solté con rapidez. Lo que hizo que la vista de Chris otra vez se centrará en mi.
—¿"No"?
—No, Chris, eso no fue lo que pasó—negué serio, ambos estábamos viéndonos y yo me sentía bastante desanimado porque ella pensará eso de mi, particularmente de mi—. Chris, yo...
Estaba tan preparado para hablar, había estado pensando desde la mañana en que palabras decir para que ella entendiera mis sentimientos correctamente. Para que entendiera que para mi, ella era la mujer más maravillosa que mi piel pudo haber tocado alguna vez.
Pero creo que eso no era lo que quería el destino en ese momento. La puerta de esa habitación en especial se cerró con fuerza, de pronto cada ventana fue cerrado cómo si tuviera una tela que lo cubriera. La casa quedo en completa oscuridad y yo perdí el rastro de ella en mi vista. La oscuridad nunca fue de mi agrado...de hecho se podía decir que era lo que menos me gustaba en todo el mundo, y eso que existían los pepinillos.
—¿James?—escuche su voz, siguiendo el sonido de esta hasta llegar con ella, tomando su mano con cuidado y sintiendo la confusión inmediata que tenía en su ser.
—Aquí estoy, Chris—rápido me dirigí a mi bolso, sacando una de las linternas que tome anteriormente.
—¿Y eso?—me preguntó Chris cuándo prendí la linterna y alumbre.
—La agarre antes de venir, dijiste que vendríamos a una casa embrujada y creo que no has visto It.
—¿La del payaso? Creo que sí—comentó con una ternura que era inexplicable—¿Crees que Dorotti este acá?
—Temo que eso sea así.
—¿Le tienes miedo a los fantasmas?—estaba divirtiéndose con solo imaginarlo, me sentiría mal si decepciono esa diversión, pero debía aclarar.
—Mi casa estaba embrujada—tal vez era por el mismo hecho de que hacían experimentos conmigo, pero pasaban cosas muy raras en ese lugar.
—¿De verdad?
—De verdad. Pasaban cosas muy raras ahí, creo que...salió mi obsesión con lo sobrenatural de ahí—Ella se puso de pie y se encamino a la puerta, la que abrió sin ninguna complicación, claro que no observo el suelo, que no era suelo en ese momento, si no oscuridad total—¡Chris!
La tomé con algo de fuerza para alejarle del primer paso que iba a dar, la tiré hacía el lado de la habitación, haciéndonos caer a ambos en el suelo del cuarto.
—Auch...—tan rápido cómo se me quito el aturdimiento de la caída, tome la linterna y me senté a ver la puerta abierta, no parecía haber nada ahí, me puse de pie para asomarme un poco más a la orilla.
—¿Qué es esto?
—Si me dejas ser sincera, no tengo ni idea—la escuché, fijándome en que se había puesto de pie, más ruidos empezaron a sonar en toda la habitación, pero yo seguía inmerso en descubrir que era lo que estaba en ese vacío enorme—. Eh, James...
—¿Qué pasa?—le pregunté girando mi cabeza, cosa que fue interrumpida por la vista, que no era más que puertas que aparecían de la nada y se cerraban al frente de nosotros—Oh mierda.
—James eso se acerca—empezó a caminar hacía atrás hasta llegar a la orilla, a mi lado, ¿Qué carajos se hacía en esas ocasiones?—¡Salta!
—¡¿Qué?!—la última puerta no tardaría en darnos en la cara, era intentar evitar algo que no se podía.
—¿Confías en mi?—llego a observarme, esos ojos que ahora me llenaban de esperanza y seguridad, tome su mano y nos dimos la vuelta a aquel vacío. Ella salto junto a mi.
Empezamos a caer cómo si se tratará de Alicia en el pais de las maravillas, aunque esta vez las cosas y la iluminación era inexistente. Mi bolso salió volando de mi cuello al igual que la linterna, haciéndonos hacer solo a nosotros en toda la oscuridad del abismo. Había perdido el tacto de Chris hace rato.
—¡James!
Ahora había una nueva luz, una que estaba al final del vacío, parecía ser de día ahí, ¿Qué estaba pasando? Pude observar a Chris no muy lejos de dónde estaba yo antes de caer. Ella estaba aturdida, no se daría cuenta, ¿o si?
Al diablo mi orgullo.
Viendo la situación y notando que podría ser el final de nuestras vidas, no me dio más opción que usar mi poder. Odiaba hacerlo, odiaba serlo, pero se trataba de Chris y no de mi. Saque las alas de mi espalda para protegerla, algo que ella no noto. Con la fuerza del vuelo me lancé a ella, atrapándola en mis brazos y envolviéndola con mis alas. Eso no fue suficiente fuerza para detener la caída, sin embargo nos salvo del mal impacto.
Claro que quedé inconsciente al caer. Pero ella estaba a salvo y eso para mi era ganarme el cielo.
Quedé dormido al caer...ahora tenía miedo de que ella viera mis alas, pero eso no paso, de hecho, no sabía que pasaba. No veía nada más que negro. Estaba dormido, desmayado, cómo gustará decirlo.
Pero escuchaba una voz...
Una que era familiar.
—James...
¿Celeste? ¿Era Celeste?
Celeste...
—¿Estás aquí, James?—abrí mis ojos, aunque realmente dudaba en que lo hiciera, no estaba Chris ahí, solo estaba yo en ese...laboratorio.
Mierda.
—¿Celeste?
—¡Despertaste!—una mujer de tez blanca y cabellera marrón me sujeto en sus brazos, la reconocía bien, sabía quién era. Mi doctora.
—¿Qué hice...?—recordaba ese momento. Fue en ese preciso momento cuándo exploté.
El laboratorio estaba hecho trizas y había un rastro de sangre hasta donde me encontraba yo con Celeste, la sangre salía de ella.
—No hiciste nada.
—¡Celeste! ¡Estás herida!—ella me sujeto de la mejilla y negó con una sonrisa.
—Intenta calmarte...
—¿Yo te herí?—ella cambió su sonrisa por un rostro preocupado, eso daba la respuesta.
Recuerdo bien ese día...
Ese día en especial no estaba de muy buen humor por algo que llegue a escuchar désde el despacho de mi padre. Tras ser llevado al laboratorio y negarme a los medicamentos, me forzaron, lo que detonó esos sentimientos encontrados. Termine...transformandome en algo que odiaba hasta el día de hoy, algo que la daño a ella. Y a muchos otros...
Cómo también llegue a quitarle la vida a alguien.
Alguien que estaba a metros de nosotros dos en el suelo.
—James...no mires—llevo su mano ensangrentada a mis ojos, tapándome estos—¿Recuerdas el juego?
—No miro, solo toco...
—Bien, quédate así y yo te daré algo para que adivines que es, ¿esta bien?—asentí lleno de confusión, solo podía sentir cómo ella estaba muriendo de miedo.
Me tenía miedo a mi...
—¡Eso te pasa por jugar con fuego, Michel!
—¡Es solo un niño!—grito Celeste.
¿Por qué tapar mis ojos cuándo yo podía escucharlo todo?
No quería...no quiero. Ya no quiero ver esto, ya no quiero sentirlo de nuevo. Era cómo si el miedo y la ira regresaran a mi cuerpo de la misma forma en que pasó ese día. Ese día fue...cuándo se libero el monstruo en mi y desde entonces, jamás se ha ido.
—James...¡James!
Era la voz de Chris. Eso solo era un recuerdo...
James, esto solo es un recuerdo. No esta pasando, no esta pasando, no esta pasando.
Y desperté.
Logre despertarme...
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