22| Tormenta
Siempre he escuchado hablar de los agujeros negros.
—¡Hagan paso!
Los agujeros negros seguían siendo un misterio para las personas, seguía siendo al interesante en lo que podría hablarse y suponerse por ahora.
Jamás pensé encontrarme en uno.
—Despierta, Chris...
Las pesadillas seguían haciéndome sudar y murmurar. Conciliar el sueño jamás había sido una tarea tan complicada para mi. El tiempo era...en ocasiones tan lento, otras veces, era muy rápido. Era cómo si el tiempo dejará de existir aunque claramente no era así. Resultaba difícil para mi diferenciar un par de horas a un par de días y no era la primera vez que me sentía así.
Una semana había pasado désde que Azrael fue derrotado.
Hay una parte muy interesante de los agujeros negros, es el corazón; estos son tan extensos, tan oscuros, que todo lo que absorben jamás es visto de nuevo, dentro de esta oscuridad la luz se apaga y el tiempo se detiene. Cómo estar en una nada constante en que la muerte prevalecía.
Jamás pensé que un agujero negro podría formarse en mi corazón, al menos no otra vez.
Pasaba seguido en mi adolescencia y por fin había tenido una temporada buena en mi adultez, hasta ahora.
A veces desearía que solo fuera eso, una pesadilla, una que al despertar me hace llorar y sudar por el temor de que se cumpla en nuestro futuro incierto.
Pero siempre que despierto ella no está ahí.
Y es suficiente recuerdo de que lo vivo, no es una pesadilla más.
¿Quien diría que salvar al mundo se sentía tan vacío?
Ella no estaba aquí para celebrar, no estaba aquí para abrazarme o sonreirme. No estaba y eso estaba matándome lentamente.
Estaba siendo muy egoísta, muy cruel. Cindy había perdido a Dennis, él había muerto y ahora yo...yo estaba aquí, encerrado en la habitación de la agencia désde hace cuatro días porque Chris estaba en un hospital. Estaba en coma.
No entendía porque y por más que quisiera levantarme de la cama, no podía, era cómo si me tuviera ahí retenido. Mi cuerpo nunca se había sentido tan pesado.
Cecilia seguía marcándome seguido en busca de alguna señal de vida de mi parte, algo que ortorgue. Una que otra vez logre recibir la llamada de ella y nos poníamos a hablar sobre cosas...sin algun sentido en especial, solo, hablabamos. Cómo si fuera lo único interesante en el mundo. No he logrado ver a Cindy désde que volvimos y me siento un cobarde por eso, ¿por qué me era tan difícil ahora ser positivo?
Estaba odiando este nuevo yo. Y se me hacía cada vez más complicado en distraer mi mente de la forma en que usualmente lidiaba con mi auto desprecio.
Esa idea se había metido tanto en mi cerebro, que si me levantaba, lo haría otra vez.
No me veía en otra situación, en otra dónde dañarme no fuera la opción.
Dolía tanto...
Duele.
Duele mucho, ¿por qué duele? No tengo heridas en mi cuerpo, pero cada articulación duele. Cada mínimo movimiento en el colchón hacía relucir mis heridas cómo si fueran de la noche anterior.
¿Lo eran?
¿Qué hice?
¿Por qué estoy sangrando?
—Mierda.
Di un brinco de la cama y rápido busque algo con que tapar la herida que acababa de hacerme. ¿Por qué lo hice? ¿Por qué me distrajo por un momento de mi sentir?
Mi teléfono empezo a vibrar, recibía una llamada ese mismo instante. Fruncí el ceño lleno de frustración, frustración que no tardaría en aumentar cuándo leí el nombre de quién me llamaba. Era Cindy.
Solté otro "mierda" y corrí por la habitación en busca de otro trapo para cubrirme el brazo. Tropecé varias veces, pero nada de lo que no pudiera levantarme.
Tan rápido cómo me permitió mi cuerpo, contesté la llamada, logrando escuchar la voz de Cindy del otro lado.
—¿James?
—¡Cindy! Ah...hey—tosí, ¿cómo se supone que debía reaccionar? ¿Contestar? ¿Hablar?
—James, debo hablar contigo.
—¿Ahora...?
—Lo más pronto que puedas—su tono parecía enojado, parecía frío.
—¿Es algo malo?—llegue a cuestionar.
—Solo ven—repitió, luego colgó.
Eso fue tan raro cómo inesperado. ¿Salir de mi habitación era tan siquiera seguro?
Me siento muy estúpido.
Limpie la herida que había hecho, no fue tan profunda, pero la sangre seguía siendo escándalosa. Estaba empezando a odiar más lo que hacía...¿algun día la guerra terminará en mi?
Me puse una sudadera para ocultar mis brazos, está vez era más complicado. Me llene de valor al llegar a la manecilla de la puerta, girandola para dar paso a la luz que había afuera, una luz que casi me dejaba ciego.
Me frote los ojos con frustración, salir de mi habitación se había transformado en algo pesado.
Solo...iría a la enfermeria y volvería, mientras más pronto fuera más rápido volvería.
—¿James?—Mierda.
—¿Sam?—llegue a preguntar girándome lentamente hacía el dueño de aquella voz.
Ahora era vergonzoso.
—Pensé que algo te había ocurrido, faltaste a la sesión de está semana.
Había estado evitándolo désde que regresamos, no me sentía con las suficientes ganas de abrirme ante alguien. Aún si eso terminaba siendo dañino para mi.
—No, yo solo...he tenido cosas que hacer—él me observo de pies a cabeza. Sonriéndome de una forma muy ligera cuándo llego a mis ojos.
—¿Te encuentras bien?
No era el último que me lo preguntaría, incluso yo me preguntaba a veces cómo me sentía, todas esas veces terminaba con la misma respuesta y está vez no sería la excepción.
—Claro. Bien.
—Bien, está bien—su tono no era convincente—, de todas formas, sabes que estaré en el consultorio.
—Cuándo tenga tiempo iré—no lo haría y eso me hacía sentir culpable.
Él me dedico otra sonrisa y dando unas últimas palmadas en mi espalda se dio media vuelta y se fue. Me sentí aliviado por un momento, pero luego recorde mi siguiente destino. La enfermería.
¿Estaba listo para enfrentarme a lo que sea que ocurriera ahí dentro?
No lo creo.
Llegue hasta la puerta de la enfermería dónde se encontraba Cindy. Ella siempre estaba ahí hasta dónde alcanzaba a saber y oir. Cecilia en estos días me ha dicho que viene seguido, no me especifico nada, pero espero que no sea porque se haya lastimado. Ella me dijo que Cindy seguía ahí hasta muy tarde en la noche y muy pocas veces la ha visto salir.
¿De cuántas maneras alguien puede romperse?
Toque la puerta de la enfermería con temor. Recibiendo solo silencio. ¿No estaba equivocado verdad?
La puerta fue abierta, logre percibir a Cindy. Con sus cabellos dorados y revueltos y una sonrisa muy ligera adornando sus labios.
—James—su sonrisa no se esfumo, en cambio se hizo aún más grande que antes.
—Hola Cindy.
Intenté convencerme a mi de que podía ofrecerle una sonrisa y eso hice.
Cindy me dio paso adentro, había varias cosas desordenadas. Ella alzó una de las sillas para colocarla al lado de una mesa pequeña que se supone tendría que ser utilizada para abrir cuerpos y no para tomar té, pero al diablo con las reglas.
—Puedes dejar tu abrigo atrás.
—Ah, no, prefiero así, hace frío.
Ella asintió, colocando la tetera en el centro de la mesa y entregándome una de las tazas. Con esa sonrisa débil en su rostro me sirvió té. Su té seguía siendo dulce.
Ella se sento al frente mío después de terminar de servirse. Sorbio con calma el contenido de su pequeña taza, manteniéndola en sus manos.
El silencio acompañaba los sonidos de sus uñas en la taza. La seguí observando con detalle.
La última vez que la vi fue después de que dejamos a Chris en el hospital. La lleve a una camilla en el mundo humano, porque aquí la meterían en problemas, nuestro jefe, el señor que desconocía a pesar de ya haber ingresado a la agencia oficialmente, hizo un trato con ella, uno ilícito. Ahora entendía la urgencia de ella al querer resolver el caso lo antes posible, prácticamente vendió su alma a cambio del caso. Aunque eso...también me decía la lealtad y expectativa que tenía de mi antes de que le mintiera en la cara.
Lo más cercano que pudimos hacer a mantenerla a salvo era dejarla en un hospital humano, después de todo ella seguía siendo humana. Habían pasado muchas cosas una semana...
Cómo cierto protocolo que se coloco en la agencia tras no tener un líder.
Este involucraba una regla de la que empezaba a temer.
—¿Y cómo has estado?—me preguntó. Yo deje la taza con cuidado en la mesa.
—Bien—era común—. Tú...¿cómo te sientes?
Ella suspiro moviendo la cuchara del té algo intranquila.
—Estoy viva, estamos—aclaró sonriendo. Eso me alivio demasiado.
Temía que tras lo que pasó, ella se hubiera lastimado lo suficiente cómo para perder el bebé. Pero ahora con esa aclaración estaba más que feliz.
—Me alegro mucho de eso, Cindy, de verdad—le sonreí.
—Creo...que a él le hubiera gustado que me esforzará en cuidarlo.
Oh, Cindy...
—Creo que él sería feliz si tú lo fueras.
—Creo que está condenado a vivir triste entonces—se burló tomando otro trago de su té.
—No seas tan cruel...tú...¿cómo lo estás...?
—Estoy bien, James—interrumpió aún con una sonrisa. Aunque esta se volvió aún más radiante.
—¿Estás segura?
—Lo extraño y mucho. Pero es...—ella guardo silencio, el suficiente cómo para ponerme a sospechar—, ¿tú cómo estás?
—Yo ya respondí—ella negó.
—¿Has ido a verla?
—Solo una vez, yo no...he salido mucho de mi habitación últimamente.
—Lograron reanimarla—aclaró—, ella...bueno.
—¿Qué? ¿Qué pasa con ella?—llegue a preguntar.
—James, ella estará bien.
Era lo que todos decían...pero, ¿y si no era cierto?
¿Y si ella jamás llegará a estar bien otra vez y todo eso es por mi culpa?
No podía dejar de considerarlo y cada vez se hacía más difícil evadir ese pensamiento de mi mente. Me estaba carcomiendo el cerebro cómo el peor parásito.
Con solo verla podía sentir otra vez ese tacto frío de aquel día, esa sensación de estar perdiéndola otra vez. Por eso me había vuelto un cobarde. No lo olvidaba ni evadía, pero no sé que hacer con todo esto que siento...
—James, ¿me estás escuchando?
—Lo siento—deje la taza en la mesa, aferrando mi toque al asiento.
—Hey, solo tienes...
—No, no—la detuve, sobando mi cabeza ahora con frustración—, lo siento.
—Ella estará bien.
—¿Y si no?—llegue a cuestionar—¿Y si ella jamás vuelve a despertar? ¿Y si solo empeora? Ella estaba muriendo désde antes y yo...
—James, no es tu culpa.
—¡Lo es! Es la peor parte, lo es—me señale a mí mismo—. Yo soy...la creación de Azrael, soy su legado y el verdugo de Chris. Gracias a mi es que ella está ahí, muriendo y es todo...todo porque nací.
¿Y si yo muero ella podría vivir?
—No, no, no es así—ella se levanto de su asiento, corriendo hasta el mío para tomarme de la mano—. James, tú eres la creación de Azrael, pero eso no significa que tengas que ser igual que él o tu padre o todas esas personas que te hicieron daño. No vas a convertirte en el abusador que tantos años estuvo abusando de ti.
—Cindy...
—No, shh. Escucháme James, tenemos una segunda oportunidad. Perdí a Dennis...pero no podemos perderla a ella.
—¿Pero cómo...? Soy la razón por la que está muriendo.
—¿Y si no fuera así?
Mis ojos se abrieron cómo platos ante su cuestionamiento.
—¿Qué dices...?
Ella se puso de pie otra vez. En un ligero suspiro se acerco a la mesa del otro lado y saco algo de uno de los cajones. Lo que parecía ser varios papeles. Regreso a mi lugar con una sonrisa y me entrego dichos papeles.
—Cuándo fui a ver a Christine hace un par de días seguía en coma, todo sigue normal si lo vemos por afuera, pero estos papeles, James...—dirigí mi vista a estos, moviendo cada página, parecía un informe médico—. Ella está mejorando.
—¿Mejorando?
—James, algo extraño le ocurrió a Christine. Y no creo que sea solo suerte—me llego a explicar—, no sé si sea su eternidad o algo más.
—¿Crees que tal vez yo no sea la parte de su alma faltante? ¿Entonces cómo? Ella...ella en serio murió por unos segundos, lo sentí.
—Ella contó lo del disparo, ¿recuerdas?
—Pero eso fue solo unos segundos, ella lleva días.
—Exacto—asintió con una sonrisa, estaba perdiéndome en cada palabra que soltaba y dudaba retomar el ritmo pronto—. Algo más está ocasionando su cura.
—Ella tenía dolor...cuándo su eternidad empezo a fallar un dolor en todo su cuerpo empezo a darse, ella me dejo sentirlo—le confesé.
—Y ahora ya no hay dolor.
¿Era acaso posible?
En estos momentos...sí deseaba que no fuera su alma faltante para que ella sobreviviera, ¿pero qué es lo que querría ella en cambio? No podía consultarle ni hablarle y era eso lo que más me dolía. ¿Yo llegaría a ser egoísta cómo para arrastrarla a la vida otra vez? ¿O la dejaría en su camino?
Mis ojos se pusieron llorosos tan pronto cómo empecé a leer cada página del papeleo médico.
Según en cada palabra su estado era hasta extraordinario. No solo había practicamente vuelto de la muerte, ella estaba sanando, el dolor que antes tenía ya no era presente.
—James...
—Lo siento—contesté tapándome la vista ahora salada que tenía.
No sabía cómo tenía que sentirme.
—James, tú tienes la oportunidad de salvar a Christine, puedes estar con ella. Tienes la oportunidad que yo no tuve con Dennis...pero tienes que ser fuerte, ¿si? Muy fuerte.
Yo solo asentía con pena, sorbiendo mi nariz y limpiando mi rostro. Ella rápido se acerco a mi asiento y me envolvió en un abrazo, uno que no tarde en corresponder.
Cindy me explico varias cosas.
Me pregunto varias cosas.
Y aunque toda mi vida pase odiando lo que era, ahora...tenía una pequeña esperanza en mi corazón.
Siempre la había.
Cindy me explico que era muy posible que mi don fuera exacto para tocar el alma de las demás personas y elegir el destino de su alma al final del camino. Al ser el heredero de Azrael tenía ese motivo. Pero también me explico que cada ángel podía tener un propio don depende de la actitud que tomaría en su vida en consecuencia a sus servicios.
Mi transformación jamás termino, no se completo. Pero aún así, había logrado un extraño estado que muy pocos ángeles podían considerar.
Por primera vez amé mi fortuna.
Cindy y yo desconocemos los límites de este poder, pero según ella, mi sangre podía ser de ayuda a malestares que comúnmente son letales.
Así que, a cambio de una infancia dolorosa y enfermiza, yo podía entregar mi sangre para curar a los demás. No sé nada de cómo se supone que tiene que funcionar ni en que momento pasó, pero llegue a curar a Chris de alguna forma. Por eso entro en ese estado de coma temporal, su cuerpo no puede sanarse si sigue sin descanso.
Había llegado al hospital solo para verla con mis propios ojos.
Acómode algunas flores coloridas en un jarrón al lado de la camilla, ella solo estaba ahí. ¿Por qué nunca me había dado cuenta de su mala alimentación? Soy un idiota. Tengo que esforzarme en que arregle está o terminará matándose de hambre.
Ella estaba dormida...
Era la forma más liviana de describirlo.
Su piel estaba más pálida que antes y sus cabellos ahora estaban despeinados sobre la almohada, pero estaba ahí, respirando y para mi eso era lo mejor que podía obtener. ¿A ella le agradará saber que seguía viva?
Llegue a rozar su mano con mi tacto. Ese rocé se convirtió en algo menos indiscreto cuando la tome por completo de la mano. Está vez no estaba fría...podía sentir sus latidos. Eran suaves, podía notar esa tranquilidad que había en cada parte de su cuerpo. Acaricie los nudillos de sus dedos y le di un pequeño beso. Ella estaría bien ahora.
No dejaré...que nadie más vuelva a hacerle daño.
Ni siquiera yo.
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