20| No quiero decir adiós
A pesar del dolor en que ahora era sometido mi cuerpo tras la presión de esas ramas, en mi mente solo pasaba la sola idea del daño que la visita inesperada de Haziel le haría a Christine. Sí, todos estábamos amarrados, siendo asfixiados por él. Pero ella era la que mantenía su vista asustada fija en él, esos ojos y ese cuerpo que temblaba conforme si silueta se volvía más cercana a ella. ¿Por qué le hizo tanto daño? ¿Por qué? ¿De qué servía romper tanto su mente?
No podía dejar de analizarlo, me estaba volviendo cada vez más egoísta. Temía seguir siéndolo...
Haziel soltó palabrerías y se acerco a Cindy. Fue la primera víctima de su arrebato. El plan de él consistía en exponer nuestros mayores miedos y penas y yo temía más que suficiente lo que ocurriría en mi turno.
Mi imaginación otra vez cedió el momento. Imaginando a Cindy en una depresión que ni ella pudo imaginar tener tras la muerte de su desconocida madre. En alguna parte eso explicaba su comportamiento casi materno que tenía hacía las personas que quería, la persona que más admiraba había muerto el día de su nacimiento y eso asumió en ella una tristeza y culpabilidad que no debía pertenecerle a una niña. Era doloroso crecer pensando en la idea en que todo era tu culpa, aún si esas cosas eran inevitables o solo no tenías otra opción que caer, yo lo sabía bien....
Por otro lado, siguió con Dennis. Él se mantenía lleno de furia debajo de las ramas, él era fuerte, estaba representado en cada músculo de su cuerpo, pero el agarre de esas misteriosas ramas solo volvía la asfixia algo más tedioso para quién osará de moverse. Algo que pasaba con Dennis.
Otra vez mi imaginación hizo su trabajo.
Dennis vivió gran parte de su vida en una iglesia, podría significar esto su forma tan cerrada de ver la vida o las decisiones, él era un hombre lobo y un monstruo para muchos. Ahora podía saber con más exactitud a que se refería ese día con que conocía bien a los monstruos, con que él era uno. Para mi no lo era...¿pero valdría la pena decirlo en voz alta tras lo que ha vivido? Creer en las palabras ajenas que parecían más palmadas en la espalda después de que cometiste un error era un acto muy cruel. No hacía falta escuchar las palabras de arrepentimiento de Dennis al escuchar su propia historia, con solo ver la fuerza que emergía aún si esto no servía de nada podía dar a entender su dolor.
Él se enamoro de alguien que huyó después de saber lo que era realmente.
¿Por qué una persona llegaría a ser tan cruel al saber tu naturaleza? ¿No tendrían que amarte tal y cómo eres...?
Haziel ahora se dirigió a mi. Creando un agujero negro en mi estómago que empezaba a atacarme y llenarme de un vacío feroz.
¿Estaría listo para las palabras que saldrían de su boca?
Sorprendentemente, ninguna palabra llego. Tras ver a Haziel mi frustración y dolor solo creció. Y es que no solo era el agarre aplastándome en cada segundo, se trataba de él y yo. El ángel que me metió en este lío, que me inpuso mi naturaleza, más bien, aporto en mi cruel destino. Se trataba de un ángel gris que intento arrebatarme a Chris aún si ni siquiera la conocía cuándo ocurrió. Se trata del daño que me ocasiono y les ocasiono a todos ellos, a Dennis, a Cindy, a Christine. Todos.
No soltaba ninguna palabra aún si la rama había sido removida de mi boca para dar a paso mis más vergonzosos insultos, pero eso no era lo que quería...
No quería salirme de control aún si mi anhelo era más grande. Estaba sediento de sangre...y no quería ceder a esos impulsos. No podía.
Quería matarlo.
Fantaseaba con hacerlo y era incorrecto...
No sería capaz de hacerlo...
La sonrisa de Haziel desapareció cuándo ninguna palabra fue derramada. Solo hubo silencio, uno dónde las miradas eran constantes y no bastaba adivinar la tensión.
—¿Qué es lo que estas esperando con grata paciencia?—preguntó.
—¿Qué es lo que esperas que diga?
Él hizo sonar un bufido. Empezando a caminar a mi alrededor gracias a que se apoyaba de las ramas, que conforme cada paso que daba se extendía en el aire.
—Hijo de Michel Cooper,—aquí vamos—hijo de una madre que te abandonó apenas al nacer. Te viste interrumpido por tu padre adoptivo, te dio su apellido, ¿pero qué más? El amor que un niño debe tener nunca lo obtuviste—no era tan fácil recordarlo...—En vez de eso los regaños, los maltratos, los golpes. Te llenaron de ira, ¿no es así? Pequeño ángel. Y no hablemos de...—eso me hizo abrir bien los ojos, sentía miedo de su mención aún si no tenía razones para hacerlo, pero evitarlo solo iba a hacer de mi tristeza algo más sospechoso—Celeste.
El nombre derivo en mi la sensación que esperaba, al parecer.
Las miradas de los demás fueron puestas en mi y rápido mi cerebro actuo en su contra para desviar sus rostros del recordatorio constante de que no estaba solo. ¿Pero cómo hacerlo? ¿Cómo evitarlo? Mi miedo constante al abandono era solo por lo que ocurrió ese día, esa noche. Mi miedo...se deriva a ella.
—No tienes...—gruñí entre dientes, eso hizo reir a Haziel y a mi enfurecer aún más.
—¡Ahí está el ángel que conozco! Un ángel lleno de ira, de lujuria. Uno tan lleno de poder, ¿qué pasa, James? ¿Por qué reprimes lo que eres? ¿Intentas ser un buen chico acaso?
Fruncí el entrecejo intentando controlar lo más que podía mi ira, pero era imposible. Aprete mis puños, no quería, no debía, no podía.
¿Por qué Haziel merecería mi ira? ¿Mi descontrol?
No debía darle ese orgullo.
Él se rindió conmigo, tapando mi boca y regresando a su lugar ahora fue hasta Chris. Temía de lo que le hiciera, así que empecé a concentrarme en mi espada.
Estaba en mi mochila y si no fuera porque estaba amarrado podría obtenerla, pero podía...tener el mismo truco que con Leviatán.
—¿Vas a hablar o tendrás que acecharme primero?—llego a preguntar Chris cuándo la rama de ella fue apartada de sus labios.
—Eres muy suertuda, ¿no lo crees?
—No creo tener dicha fortuna. Estoy hablando contigo.
—Oh, vamos. Tu estulticia es casi insultante—concéntrate, James.
—No presto atención a algo tan trivial cómo tus jugueteos, Haziel.
—Christine Harper. Dueña de mil nombres, dueña de mil edades, dueña de una fortuna y dueña de la eternidad. ¿Qué tan codiciosa eres cómo para no detenerte? ¿Por qué sigues aquí?
—Sigo aquí por el único motivo del que me buscan.
—¿Y por qué no te rindes y vienes con nosotros? Sé que lo quieres.
—¿Querer la destrucción? Prefiero el alcohol—por más que cerrará los ojos para intentar concentrarme su conversación parecía la perfecta distracción.
Varias veces me giré a ver a Dennis y Cindy, ellos se mantenían en silencio, intercambiando miradas más de una vez.
—No uses el sarcasmo para evadir tus constantes pensamientos, mi niña. ¿Por qué niegas tu naturaleza? ¿Por qué niegas tu pasado?—¿Qué pasado?
—No lo niego, me arrepiento.
—Oh, la niña asesinada se arrepintió de sus actos. Dime, ¿no disfrutaste de apuñalar a los responsables?—apuañar...—¿No lo hiciste, Christine? ¡¿No lo hiciste?!
Chris...¿había matado a personas? Tenía en cuenta que algo así había pasado, pero...¿las personas que le hicieron daño tuvieron el castigo por su propia mano?
—¡Lo hice, pero no es lo correcto!—ella mostraba arrepentimiento...
—¿No lo es?
Haziel golpeo a Chris, haciendole sangrar y a mi hervir la sangre. Solo hizo que apresurará aún más mi concentración.
—No lo es...—levanto su vista, ahora llena de sangre—Jamás lo será. Dios no respondió a mis suplicas y por muchos años tome el destino de todos los que sufrían injusticias, pero esa no es la solución.
—¡Todos suplicaron alguna vez! ¡Todos! Ella rogó porque su madre apareciera, él porque no lo dejarán. ¡Tú ángel rogó porque su propio padre dejara de golpearlo!—¿él suplico alguna vez?—Y tú...oh, tú, tú rogaste porque ellos se detuvieran. Porque dejarán de tocarte, de dañarte. ¿Alguna vez funcionó? Solo hay una solución, Christine.
Chris estaba destrozada. Sus ojos llorosos me respondían désde el silencio que su tormenta estaba empeorando y yo aún no podía hacer algo...
—Esa no lo es, ¿Crees que matar a los pecadores va a hacer que todo sane? No, Haziel. Eso es lo que entendí yo, por eso me detuve, por eso deje de ser la justiciera que soñaba ser. No puedes eliminar al pecador sin eliminar antes el pecado—Christine tenia una forma firme de argumentar.
—¡A ellos no le importaron eso!—todos prestamos atención a esa frase.
—A ellos no les importa más que vivir. No puedes castigar a los santos por los pecados de otras personas, Haziel. No puedes castigarlos a todos por la tentación que obtuvieron los pecadores desdé el principio de los tiempos.
Chris sabía lo que hacía. Poco a poco estaba sacando la información, la debilidad de Haziel...después de todo ella lo conocía mejor, ¿no?
—¡A ella no le importo! ¡A ella no le importo arrebatar todo lo que amaba! ¡Lo que amaban!
—¿Crees que a ella le hubiera gustado que tú estuvieras a punto de hacer una masacre? ¿Un genocidio mundial?
—¡No metas a Doro...!—Dorotti.
Mierda.
¿Dorotti?
¿Es por eso que Chris mencionó la anterior vez a Haziel? ¿Es por eso que ella esta atrapada? ¿Es ella la razón por la que Haziel vive en su amargura junto al ángel de la muerte?
—Dorotti. ¿No? La perdiste.
—¡Cállate!—su reacción era una afirmación.
—Hable con ella. Esta angustiada, esta cansada. Ella solo quiere salir de esa casa, Haziel. ¿Por qué no la dejas ser libre?
—¡Él prometió devolvérmela!
—¿"Él"? Él no va a cumplir sus promesas. Sus falsas esperanzas no son nada más que eso—ella...sabía algo que yo no.
—¡Él lo hará!
—¡Él no es tan inocente cómo crees! ¡Nadie es inocente!
—...¿Qué?
—¿Crees que me eligió solo porque nací con el poder? ¡esta engañándote a ti también! Él me eligió, ¡él me creo!
—¡No es así! ¡Él es la muerte!
—¿Y tú que crees de la muerte? La muerte no discrimina, solo toma hasta hacernos perder. No le importa si somos pecadores o santos, no importa lo que hayamos hecho con nuestras vidas. La muerte llegará. Él llegará.
—No es...
—Aún hay tiempo de detenerlo, Haziel. Podemos hacerlo, lastimarlos no va a traerla devuelta—Chris debía estar bromeando...
¿Por qué podía tener compasión por el ser que quiso su destrucción? ¿Que quiere la destrucción de todo el mundo? ¿Por qué estaba dispuesta a perdonarlo? Tal vez...no soy tan buena persona cómo dicen.
El silencio y la duda se hicieron presentes en los ojos de Haziel. La conversación fue tan momentánea en mi. No pude prestar el análisis suficiente en cada palabra por el esfuerzo que hacía en mantener la espada en mi radar, pero todo termino cuando Haziel golpeo por última vez a Chris. Esta vez en su vientre.
—Se acabo.
El agarre de las ramas se hizo más fuerte. Ella ahora gemía de dolor y yo intentaba esmerarme en conseguir la espada. Pero todo acabo más rápido de lo que pude actuar cuándo un golpe fue dirigido a Haziel. Uno que tal vez era dirigido por uno de los fantasmas de Chris. Eso nos salvo, porque por un momento el agarre ahora suave nos hizo salir de este y por fin liberarnos. Nos preparamos para todo y al tener mi mano libre, logre acercar la Excalibur hasta mi agarre. Solo apareció.
Haziel ahora estaba acorralado, pero tuvo una estrategia con la que no contabamos. Con esas ramas raras dio un duro golpe en la pirámide. Las puertas escondidas se abrieron dando a paso a momias...¿quién diría que son reales? Eran más aterradoras que en cualquier película que haya visto en mi infancia o adolescencia. Pensar en que tenía que atacarlas era lo que lo volvía más aterrador.
Haziel llego a huir y estaba muy cerca de ir por él, de ir a golpearlo hasta que se arrepintiera de los golpes que le dió a Chris, pero una orden me alejo de esos impulsos.
—¡Corran!—grito Chris, quién empujo un poco a Cindy adelante suyo para que pasará por la puerta que habíamos encontrado antes.
Junto a Dennis atacamos a varias de esas criaturas que estaban a nada de acorralarnos. La espada vaya que servía, dando un golpe en el suelo de la pirámide pude tirar a varios a todas partes cómo si de un juego de bolos se tratará. Debía practicar más seguido con la espada...
Dennis y yo retomamos el paso apresurado hacía el pasillo en que pasaron antes Cindy y Chris. Llegamos hasta el fondo de la pirámide que nos llevaba a una salida rápida. Tras llegar a ese salón grande, Dennis y yo cerramos la puerta, intentando evitar que las momias entrarán mientras ellas salían. Pero un movimiento brusco nos hizo girarnos a ver pronto a ambos.
—¡Cindy!—llegue a escuchar de parte de Chris.
Me giré a ver.
Cindy había sido atacada por una flecha, cayendo de inmediato al suelo y empezando a sangrar. La reacción de Christine no era favorable. Se mantenía de pie a unos pocos metros de ella, rigida, pálida y aterrada.
—¡Chris! ¡Chris!
—¡Christine por el amor de Dios!—gritó Dennis—¡Tomala! ¡Solo tomala! ¡Cindy no!
—¡Chris!—grite una vez más. Haciendo que reaccionará a duras penas. Ella corrio con un paso nervioso hasta Cindy.
—¡Toma a Cindy, Christine! ¡Tomala ya!
—¡La piedra!—la puerta cada vez hacía más ruido.
—¡Chicos!—la piedra morada brillaba en el suelo, regrese la vista con Dennis y asintiendo soltamos la puerta. Corriendo hasta dónde estaba Chris y Cindy.
Me tiré al suelo, recogiendo la piedra y colocándola encima de Cindy, también aproveche para tocar esta.
—¡Ya!—grito Dennis.
—¡Ametystos devuélvenos al mundo mágico!—el resplandor nos cubrió a todos cuándo estabamos listos. Aún con mi espada en la mano, llegamos hasta el hotel en que nos fuimos.
Siendi recibidos por Caribe.
—¡Volvieron!—la sonrisa de Caribe se borro cuando observo la escena. Chris sostenía a Cindy con fuerza y empezaba a llenarse de sangre las manos por mantenerla encima.
—¡Necesitamos un médico, rápido!
Caribe con el paso más que apresurado corrió hasta fuera del hotel en busca de un doctor. La piedra se esfumo, solo, desapareció.
Cindy permanecía inmóvil, inconsciente. Dolía verla así...
—Chris...Chris—ella parecía aún en shock, sin hablar de Dennis, que mantenía su tacto preocupado encima de Cindy.
Ella seguía sin reaccionar.
Rápido el doctor llego, quisieron ayudar a llevarla a un hospital cercano al pueblo mágico. Pero Dennis se rehuso, arrebatando a Cindy de los brazos de Chris para llevarla él en sus brazos.
Ella seguía en el suelo..
—¡Christine!—llegue a gritarle, colocando ambas manos en sus mejillas para que logrará posicionar su vista perdida en mi—Chris, miráme.
—Ella...
—Shhh, hey, concéntrate—su corazón latía con fuerza, sus pulmones estaban volviéndose cada vez más pesados lo que volvía respirar algo más agotador para ella, estaba teniendo un ataque...—respira.
Llegue a concentrar su vista en mi. Respirando con fuerza para que se fijará más en mi respiración que en su reacción. La preocupación no se iría, pero sí podía hacer que su reacción fuera menos peligrosa para ella. Ella retomo su respiración con la mía, que era fuerte, pero lenta. Eso llego a calmarla.
—James...
—Vamos, te calmara un poco caminar—le comenté levantándola del suelo con cuidado. Luego dirigimos nuestro paso hasta los doctores que habían salido antes.
Ella estaba más tranquila que antes, pero la angustia persistía en su corazón. Ella se quedo sentada en las sillas al lado de la habitación en que atendían a Cindy, Dennis daba vueltas y solo ponía la situación más tensa. Decidí levantarme de los asientos e ir por algo para limpiar la nariz de Chris, que seguía sangrando un poco por el golpe que le había dado Haziel.
Le pedí algo de papel a la recepcionista del hospital, quién me dio un pañito algo húmedo, eso sería suficiente para limpiar la sangre seca.
—¿Cómo te sientes?—le pregunté a Chris sentándome a su lado y dandole el papel.
Ella se llevo este a su nariz, dando movimientos algo toscos y aleatorios.
—¿Cómo se puede estar en está situación?—la observe con preocupación, su estado solo volverían más difícil las cosas...
—Dame eso.
Le pedí tomando de nuevo el papel y dando ligeritos toques con este en su nariz. No parecía fracturada, pero sí le dolía. Su rostro estaba lleno de sangre...
—James—soltó cuándo deje de limpiar su nariz al distraerme con su rostro herido.
—Shhh. Todo va a estar bien, ¿si? Ella va a estar bien. Nosotros estaremos bien.
Eso la hizo sonreir y a mi detener por completo mis movimientos en su rostro.
La puerta del cuarto se abrió, dejando salir al doctor. Ambos nos pusimos de pie y Dennis detuvo su paso, estaba por hacer un agujero en el suelo a este punto.
—¿Cómo está ella?—Dennis preguntó. Yo me quedé detrás de él, tomando de la mano a Chris y controlando el ritmo en que su corazón latía.
—La flecha tenía un veneno que actuaba bastante rápido, pero logramos quitársela a tiempo—eso alivio a todos—, administraremos medicamento para eliminar todo residuo del veneno.
—El bebé—susurro Chris. Soltando mi mano.
Alcé una ceja lleno de sorpresa.
—¿bebé?—murmure.
—¿Bebé?—Dennis parecía más serio.
—¿Y el bebé?
—Afortunadamente está bien. Les recomiendo esperar, ella tardará un poco en despertar.
Cindy...¿Cindy tenía un bebé? ¿Désde cuándo?
—¿Cindy está embarazada?—le pregunté a Christine. Ahora entendía su preocupación.
—¿Está embarazada y tú lo sabías? ¿Y no dijiste nada?—el tono de Dennis se volvió en uno más grosero. Empezo a acercarse lentamente a Chris, quién evadía su camino y vista.
—No podía, Dennis, ella me hizo prometer que no diría nada—Oh Chris...
—¡Y ahora está en un hospital por tu negligencia! ¡No debiste dejarla ir sabiendo que está embarazada! ¡Pudo morir ella y su bebé!
—¡No lo supe hasta que estábamos ahí!
—Paren...—murmure. Todos fijaban la vista en la discusión, en nosotros. Los gritos no ayudaban.
Me ponían nervioso. Temeroso—Chicos, basta...
—¡Tú eres su novio! ¡Debiste saber algo, debiste cuidar de ella!
—¡Tú debías ser quién recibiera la flecha!
Chris guardo silencio ante su comentario. Yo apreté mi puño.
Entendía la frustración de Dennis por la reciente noticia, pero culpar a otros de un error que no fue visto era de valde. No serviría ahora culpar a nadie.
—¡Está diciendo que no lo sabía, Dennis!—mis impulsos se atrevieron a actuar, de la misma forma en que fue ese día...me sentía cómo...ese niño asustado otra vez—¡Ya déjala en paz!
Lo empujé y tras esto recibí un golpe de su parte. Coloque mal mi pie cuando lo recibí, haciendo que cayera al suelo.
Chris se acerco a mi asustada, poniéndose adelante mío para evitar otro golpe de Dennis.
—Debiste ser tú.
Estaba siendo cruel e injusto...
Él se alejo hasta entrar al cuarto de Cindy. Chris se atrevió a verme con un rostro algo...arrepentido. Su tacto me decía más cosas sobre su enojo y tristeza.
—Vamos—soltó ayudándome a levantarme. Todo había pasado tan rápido.
No debí empujar a Dennis...
Chris y yo fuimos de regreso al hotel, se encargo de abrir mi habitación y sentarme en la orilla de la cama. ¿Por qué este repentino apoyo? Oh...mi labio sangraba.
—Quédate aquí.
Quería detenerla y convencerla de que solo era una herida en el labio, sin embargo varios rasguños más hacían que mi rostro ardiera. Eso solo apresuro más a Chris, quién fue por una toalla y la mojo un poco.
Ella regreso con la toalla, era irónico cómo se revertían los papeles ahora.
Ella daba suaves toques con la toalla en los rasguños y en mi labio, parecía querer concentrarse más en estos que en lo que sentía.
Su suave toque me estaba hipnotizando, a este punto me acostumbraría a desaparcibir sus emociones.
—Chris. ¿Todo va a estar bien, recuerdas?—le recordé tomando su mano para que se detuviera.
—Oh...James—suspiro. Yo lleve mi mano a su mejilla con una sonrisa. Ella me vió con esos ojos llorosos que lastimaban hasta el alma. Acaricie más su mejilla y sin evitar mis ganas le si un pequeño beso.
Aunque ella no se quitaba, pude sentir la rara sensación que tuvo al saborear la sangre de mis labios. Así que me quite.
—No debe ser muy agradable el sabor a metal, ¿no?
—Al contrario, no me importa. Si no fuera porque se tratará de tu sangre...—eso le hizo observar mis labios—me duele saber que sangras.
—Es inevitable no sangrar—al menos mi parte de humana me recordaba lo que me quedaba de compasión—, pero tú no te preocupes por mi, ¿vale? Es solo una herida en un labio.
—Intentaré no preocuparme—me bastaba con su intento. Dirigí otra vez su tacto a su mejilla, cada vez que llegaba a tocarla su piel me decía que la calmaba, eso para mi era la mayor satisfacción.
En eso...lo recordé. Esa bolsa que estaba lejos de mi cama.
—Te tengo un regalo, por cierto—le sonreí entusiasmado.
—¿Qué cosa?—me levante de mi asiento y corrí hasta la bolsa que tenía. Luego me devolví y aclaré mi garganta con cierto nerviosismo.
Por fin tenía la oportunidad de darle el abrigo.
—Quería dartelo hace mucho tiempo—aclaré dándole la bolsa—, más especifícamente después de visitar la casa de Dorotti. Pero ocurrió todo tan rápido y...no tuve tiempo.
—A ver—susurro empezando a abrir la bolsa con una sonrisa, sacando por fin el abrigo verde.
—Tu anterior abrigo estaba roto. ¿Te gusta?
—Me encanta, James—no era necesario tocarla para saber si era verdad, sus acciones y la mirada llena de brillo que me regalo me decía a mi que fue el mejor regalo. Ella se coloco el abrigo, afortunadamente le quedaba—. ¿Cómo conseguiste mis medidas?
—Es un secreto—se llamaba suerte.
Me volví a sentar a su lado, escuchando la risa risueña que empezaba adorar mientras más la escuchaba.
Su sonrisa fue intercambiada por un rostro lleno de duda y tristeza en los siguientes segundos y eso mantuvo en mi una postura ahora confundida. ¿Por qué?
—James, tú...tú crees...—tartamudeo desviando su vista al suelo—¿Tú crees que logremos salvar el mundo?
—Chris...—me acerque más a ella, rodeandola con mi brazo—¿por qué preguntas eso?
—James...¿y si te pierdo a ti?
Sus ojos se volvieron llorosos con cada palabra.
La duda y tristeza otra vez llenaban su corazón y mente; y volvían su pena algo aún más pesado.
¿Era posible?
Sigo siendo un mortal...uno sencillo. ¿Sería tan fácil para mi perder?
—Eso no...Chris, eso no va a pasar.
—No puedes saberlo—negó empezando a llorar—, puedes morir. Puedes sangrar, no eres inmortal, puedo perderte.
—Hey no—su actitud empezaba a volverse serio, arrepentido—, eso no va a pasar. Yo estaré contigo y tú conmigo, así tiene que ser. No sé si ganaremos...pero estaremos juntos, ¿si?
—No puedo...—su negación volvía ahora mi angustia en una pena que veía venir—no puedo permitirlo, James.
—Me estás asustando...
—James—respondió apartandome del abrazo y tomando ambas manos las acaricio, podía sentirlo...—te quiero. Te quiero mucho, pero no puedo permitir que algo te pase.
—Christine, no...
No pude terminar de hablar. Algo que jamás esperaría de Chris era eso y aún así...
Ella me golpeo en el hombro, la popular técnica que te desmayaba con solo un golpe.
Todo estaba oscuro ahora. Ya no veía nada, pero sí sentí algo...sentí cómo un beso en mi frente era otorgado, y luego todo se volvió vacío.
Todo se volvió en nada.
Era...raro. No veía nada pero podía sentir unos ligeros movimientos, cómo si de un caballo se tratará, ¿era Chris?
¿Qué ocurría?
—¡James!—un dolor inundo mi cabeza, me desperté de repente, sentándome en la cama con la respiración agitada.
—¿Ah...?—me giré a ver a la dueña de esa voz—¿Ceci?
—James...¿qué te ocurrió?—lleve una mano a mi cuello, ese golpe era verdadero. Aunque no me gustará, eso no había sido una pesadilla. Note un pedazo de papel al lado mío.
—No estoy seguro...—respondí, ahora saliendo de la cama con el papel en la mano.
—James.
—Quédate aquí, es más seguro—le intenté mandar. Con el aturdimiento en mi cabeza y cuerpo, salí de mi cuarto.
Le debía un agradecimiento a Cecilia al volver, uno no tan apresurado.
Pero ahora...iba por Dennis.
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