18| Cerezas
—¿Te gustan las cerezas?
-—¿Puedes culparme? Son deliciosas.
Sonreí ante su confesión.
Después de salir del bar nos pusimos a hablar en el camino de vuelta al hotel, aproveche ese tiempo para saber más de ella, en todo este tiempo seguía desconociendo varias cosas que podrían resultar triviales a la hora de hablar cómo pareja. Pero tenía que conocer a mi novia, ¿no?
Aunque…una sensación extraña invadía mi cuerpo cada vez que me hablaba de esas cosas que amaba. Era como si yo…ya lo supiera.
-—¿No tienes comida favorita?—suelo cocinar cuándo me frustro, debería sacarle provecho algún día.
—Solo me gustan las cerezas—eso era poco favorable— ¿tú tienes?
—Bueno, me gusta la comida china—ella sonrió.
—Eso me servirá a mí—ella se subió a una de las bancas grandes a la orilla del camino. Empezó a caminar a lo largo de esta cómo si se tratará de una niña pequeña e imperativa.
Estaba seguro de que se debía al alcohol en mi, pero ella lucía tan deseable en ese momento.
Tenía que controlarme…
A pesar de haber tenido la oportunidad ayer de ver su cuerpo desnudo, no se llego a nada y yo respetaba su decisión. No quería incomodarla ni presionarla con hacerlo. No sería un buen hombre si hago algo que ella no quiere.
—¿Tienes algún color favorito?—ella dio un brinco de la banca, ahora regresando a su altura usual.
—¿Qué harás con esa información?—cuestionó.
—Eso es un secreto—sonreí. Ella me vio y luego desvió su vista en un par de segundos.
—Pues veamos…me gusta el verde—sonreí.
—¿El verde?
—Sí, crecí en una pradera, el verde estaba en todas partes—admitió—¿Cuál es tu color favorito?
—El azul—sin duda lo era ahora.
—¿Por qué?—me preguntó.
—¿Por qué no? El cielo es azul—explique ahora dirigiendo mi vista al cielo. Ella hizo lo mismo, aunque tras esto yo dirigí mi vista a sus ojos en vez del cielo.
Decir que sus ojos eran cómo un océano, seria cliché, ¿no es así? Bueno, sus ojos no parecían un océano, eran algo mucho más extenso y profundo que el océano. Eran cómo el cielo…cómo el cielo de una noche nocturna que buscaba paz entre cada luz de las estrellas. Quizás todo este tiempo estaba viendo el cielo en el lugar equivocado.
—Eres algo cursi.
—Mucho—aclaré—, me gusta Orgullo y Prejuicio.
—¿Orgullo y prejuicio?—al parecer en verdad no recordaba esa noche en el bar, eso me hizo sentir algo de tristeza—¿Leíste el libro?
—Más de una vez.
—Eso explica tu forma tan romántica de ver el romance—¿ahora ella me estaba analizando a mi? Ese era mi trabajo.
—No juzgues, a ti te hechizaron mis encantos.
—Sí, no hay duda de eso—su forma tan normal en que regresaba mi chiste se volvía coqueto. ¿Ella será capaz algún día de ver lo tanto que me hace sonrojar?—¿Cuándo cumples años, James?
Los cumpleaños me hacen sentir viejo.
Veinticinco años y pronto veintiséis, si tuviera una madre estaría decepcionada de saber que sigo sin compromiso.
—El ocho de septiembre—contesté.
—Ouh, aún falta—asentí.
—Más te vale estar ese día conmigo.
—¿Faltar a tu cumpleaños? ¿En serio? ¿Tan poca fe me tienes?—soltó una risa—Estaré ahí.
Eso me hizo sonreír. No es que disfrutará mucho de cada cumpleaños, era pasado desapercibido por todos en mi casa.
Que Chris se molestará en recordarme que estaría ahí me hacía feliz. Joder, tengo veinticinco años y aún me emociona la idea de mi cumpleaños.
¿Tienen razón sobre mi al decir que soy demasiado infantil?
—¿Cuándo cumples años tú?—le pregunté, a lo que ella soltó un bufido.
—Vas a odiarme por esto.
—¿Qué? ¿Por qué?—cuestione confundido.
—No lo recuerdo—su sonrisa se transformo en una algo triste y pude verlo cuando llevo su vista a la mía.
—¿No…?
—Nop—negó con su cabeza—, lo celebre los primeros años de mi vida, pero no lo recuerdo. Es lo malo de vivir muchos años.
—¿No tienes ni una pista?—quería buscar una forma de aliviar el olvido.
—Creo…que era a principios de enero—contestó.
—¿Qué tal si te pongo una fecha?
—¿Eso harías?—sonrió.
—Claro, así podría celebrarlo—al menos debía ser honesto con mis intenciones.
—Entonces dime—sonreí satisfecho de que me dejará hacerlo.
Dijo principios de enero, así que tenía que ser un número muy cercano.
—¿Qué tal diez?
—Creo que era más al principio—solté un murmuro.
—¿Dos?
—Me parece.
—Hecho.
—Hecho.
Ambos asentimos y soltamos una risa ante nuestros comentarios cortos.
—Y…¿Qué querías ser de pequeña?—tal vez la pregunta estaba mal hecha—Es decir, alguna profesión que quisieras seguir.
—Bueno…—se puso a pensar cabizbaja—era muy poco acostumbrado que una mujer ejerciera alguna profesión en mi época.
—Oh…
—Más que todo teníamos que ser máquinas de bebés.
—Lamento eso—me disculpe también por mi pregunta.
—No lo hagas, no me molestaba—me sonrió—es…bueno, ahora sí me molesta que me hayan apartado de algo que quería toda mi vida, pero ser madre nunca fue de mi desagrado.
—¿Querías ser madre?
—Podría sonar muy malo hoy en día, pero no me molestaba—admitió—, ser madre es igual de importante que el resto de cosas que podrían ejercer hoy en día las mujeres. La lucha no fue en vano.
—No dudo de eso.
—¿Tú quieres tener hijos?—me preguntó.
—Algún día sí—le sonreí—, un momento…¿te alejaron de lo que más te gustaba?
—Sí. A mí…me gustaba escribir, solía contarle historias a mis hermanas todo el tiempo, aunque todas terminaban en tragedias amorosas o melancólicas. Tal vez…me hubiera gustado escribirlas en papel o interpretarlas, claro que perdí el gusto conforme pasaban los siglos—pensar en que Chris podía escribir me llenaba de intriga. Aunque era una lástima escuchar que había perdido el gusto… ¿fue una de las cosas que se llevó su inmortalidad?
—Me gustaría algún día escuchar una de esas historias—eso la hizo sonreír. Y a mi me hizo ser feliz.
—¿Tú querías ejercer alguna otra profesión aparte de ser periodista?
—No te burles, pero de pequeño quería ser astronauta. Soñaba con algún día ver el espacio, claro que me conformaría ahora con ver una aurora boreal.
—No me burlo, es lindo—confesó—¿Una aurora boreal?
—Sí, ¿alguna vez has visto una?—ella negó con su cabeza—, esta en mi lista de cosas que hacer antes de morir.
—¿Ver una aurora boreal? Eso es inusual, tal vez cuándo todo termine podríamos ver alguna—se empezó a acercar un poco más a mi, mis intenciones cada vez eran más complicadas de ocultar—. Pero, ¿Por qué ser periodista? Puedes ayudar a gente así, pero no cumpliste tu sueño.
—Me gustan las fotografías.
—¿Por qué?
—Las emociones se guardan en estás de una forma bastante peculiar—admití—, las de blanco y negro son mis favoritas.
—¿Por qué lo son?
—Porque cuándo las haces en color te fijas en la iluminación, en la belleza del modelo, en todos los colores que va a tener la foto, pero cuándo es en blanco y negro todo eso se olvida. Es cómo…ver el alma de una persona, trasmite algo mucho más intenso que alguna fotografía de color.
—Se nota tu pasión por estás—me sonrió, yo me sonroje aún más.
No estaba tan acostumbrado a hablar de mi mismo con alguien, sentía que acaparaba la atención que debía ser centrada en ella. No en mi.
De pronto mi vista se interrumpió únicamente en ella.
Me era tan difícil en ese estado controlar cada sensación de mi cuerpo y verla era el deleite del que me era imposible evadir.
Sus clavículas aún marcadas por el escote de su vestido me hacían desearla aún más. Su cuello a la vista era tan…
Soy un pervertido.
—¿James?—ella detuvo su paso cuándo yo inconscientemente lo hice para verla.
—Chris…¿puedo besarte?—mi pregunta la hizo reír y yo no entendía el porqué. Antes le había robado un beso y ahora estaba apenado por todo.
—James, no tienes porque preguntar eso, solo hazlo—parecía ser una afirmación. ¿Qué podía decirle? No estaba muy acostumbrado a dar a entender mi cariño y menos robarle besos cómo esperaba.
¿Tendría que ser más atrevido?
Sonreí al saber que ella también quería un beso. Fui acercándome a ella y la tome de su cintura para apegarla a mi, el tacto siempre será mi favorito.
Le di un beso en los labios, buscaba una forma de no intensificar tanto el beso o terminaríamos cómo ayer, aunque…estábamos a la mitad de la calle. Me aleje unos segundos y sin más pudor en mi, le di otro beso. Poco importo lo que pasará después o durante, la acerque más a mi esperando tocarla y sentirla. Lleve mi mano a su espalda en el beso, beso que dio paso a su lengua.
Pero un jadeo de su parte me hizo detenerme y la sensación de dolor también. Ella se alejo recostando su rostro ahora en mi hombro. ¿Qué había sido eso? Joder ella…ella jadeo.
—¿Estás bien? ¿Te lastime?—ella negó con su cabeza, mi deseo se transformo en preocupación.
—No, no, estoy bien. Solo es….duele.
—¿Duele?
—Mi espalda—solté un: “oh”, por mi descuido había hecho que ella sintiera su dolor en su espalda. ¿Sería por sus nuevas alas? ¿O el golpe que se dio en el mar?
—¿Puedo ver?
—¿Mi espalda? Puedes—ante su permiso, me fui acercando a ella.
¿Qué tan ebrio estaba? Lo sabría pronto.
Ella se dio la vuelta a mi y yo tome las puntas de su vestido para enrollarlo hasta su espalda—no recordaba que tuviera pantalón, pero me sentí afortunado de que así fuera—, podía ver todo su torso desnudo ahora, delante de mí.
Intente concentrarme en la idea de encontrar una herida y no fijarme en que su espalda estaba desnuda. Todo su torso estaba libre menos su parte delantera. Si no fuera por su pantalón también viera el resto de su cuerpo.
No usaba sostén…
Hasta ese entonces note los hip dips en su cintura. ¿Había algo más hermoso que verla a ella? Aún si no la veía completa.
—No tienes heridas…—murmure distraído por la palidez de su piel. Por esa piel en general.
—Ya lo sé, es extraño—sin poder controlar mi mano, envié mi dedo a sus omóplatos, algo que la hizo quejarse—¡No toques si duele!
Sentí el dolor, pero fue adormecido con tan solo sentir su piel.
—Perdón, solo es…—deseable—raro.
—¿Qué es raro?—sacudí mi cabeza.
—Es…es posible que sean por tus alas.
—Oh, ¿a ti te duele?—su pregunta parecía ser contestada automáticamente.
—Antes sí, luego me acostumbre.
Acerque mi dedo cómo si de un imán se tratará. Mi piel quería sentir más la suya y estaba enloqueciendo por no cumplir mi capricho.
—¿Tendré que acostumbrarme?—ella se giro un poco para verme de reojo—¿James?
Rocé mi dedo por toda su columna.
El tormento de sensaciones no solo se empezaron a apoderar de mi cuerpo. Sentía una euforia por sentir el recorrido de su piel, sentía ese escalofrío que inundo su cuerpo tras mi caricia repentina. Como también llegaba a sentir esas…cosquillas en ella. Cómo dejaba de sentir dolor por un rato para dar paso a esa sensación de excitación.
Aleje rápido mi dedo de ella.
—Te acostumbrarás—regrese su vestido a su lugar de forma precipitada y regrese mi paso rápido para alejarme lo más pronto posible de mis impulsos lujuriosos. ¿Podría tener la cabeza fría por solo un momento?
Afortunadamente Christine retomo una muy pequeña conversación sobre sus alas y las mías. Yo le aconseje que se pusiera algo frío en su espalda a veces…eso ayudaba a dormir el músculo cuando’dolía demasiado.
Después del largo camino por fin nos encontrábamos en el hotel, fuimos a paso lento hasta el piso donde estaban nuestras habitaciones. No quería que terminará aún nuestra velada, podría ser la velada menos romántica que puede tener una pareja…¿será cómo nuestra primera cita? Esperaba que no, ella merecía algo mucho mejor que una charla con un mediocre ebrio.
Llegamos hasta su habitación, ella se recostó en la puerta primero. Observándome con cierta…expectativa. Expectativa que desconocía en su totalidad.
—Bien, fue…un día cansado. Deberías dormir para mañana—solté.
—Sí, tú también—me sonrió.
¿Por qué era tan difícil despedirse?
—Bueno…—di un paso hacía atrás nervioso, casi chocando con otra puerta en el otro extremo—buenas noches.
Me aleje pronto de la situación, entrando a mi habitación.
¿Su expectativa era que fuera a buscarla?
Suspiré.
¿Cómo podría perdonarme por desearla tanto? Cada centímetro de su cuerpo era tan divino que podría estar todo el día besándolo. Ese cuerpo me volvía loco…
Cerré mis ojos sin poder hacer nada más. Abrí la puerta otra vez y salí. Llegue hasta la puerta de Chris y a centímetros de tocar ella abrió la puerta.
—Ah, yo—tosí—, no era…no quería interrumpir.
¿Era un error haber venido?
—No, no. No interrumpes—aclaro.
Hubo silencio por un buen rato. Las miradas solo eran intercambiadas, hasta que ella sonrió…
—Chris, yo…
Ella se lanzo a mi.
Enredo sus piernas en mi cintura y empezó a besarme cómo si el tiempo se nos acabará, ¿era realmente así?
La sostuve de su cintura para no lastimar su espalda, entre a su habitación.
—La puerta.
Acerque mi pie a la orilla de la puerta y la cerré con algo de fuerza. Seguía cargando a Chris, su cuerpo se sentía tan liviano. ¿Era solo la emoción del momento? Fui acercándome a la cama hasta que pude dejarla ahí con cuidado, me quede encima de ella otra vez. Hasta entonces sentí esa mordida que había dado en mi hombro. Dolía un poco.
La tenía ahí.
Abajo mío, agitada y deseando más, ¿pero y si eso no era lo correcto? Detuve toda acción que iba a continuar con el acto. Acaricie su cintura con el mismo deseo que ella sentía en ese momento. Estaba dudando…
—Chris…¿estás segura?
—James…
—No quiero dañarte—no podría—, no quiero que pase lo mismo que anoche, no quiero verte llorar…
Inevitablemente la misma reacción hormonal de antes me había ganado. Una erección fue creciendo y ahora dolía por el pantalón apretado que llevaba. Acerque mi frente a la suya, queriendo concentrarme más en lo que sentía que en lo que decía. Ella podía mentirme y yo no quería…presionarla.
—No será así—cómo si hubiera notado todo al mismo tiempo, llevo su mano a mi mejilla y me acaricio—, ya no.
Su deseo seguía ahí. Ningún arrepentimiento o miedo la estaba invadiendo. En vez de eso, llego su boca a la mía y me dio un beso. Uno que fue rápido.
Soltaba suspiros una y otra vez. Lamía sus labios con la ansiedad de querer saborear más de ella. Presionaba más su cuerpo contra el mío, estaba siendo muy impaciente, pero no podía evitarlo.
—Chris…
Ella continuo el beso y pronto tomo los extremos de mi camisa hasta envolverla por completo, me la arrebato. Se movió un poco hasta en medio de la cama, pero yo seguía sin querer meterme por completo a esta. No había vuelta atrás si me dejaba entregar al placer.
Ella acaricio toda mi espalda y me sometió a mucha fuerza cuando toco un lugar sensible. Ahora no solo era el dolor de mi erección, también estaba el de mi espalda.
—Dijiste que no dolía…—susurro Chris, ahora sobando con sus dedos mi espalda. Esa herida en específico.
—Cuándo tocas sí—ahora acariciaba sus piernas.
Tenía un pantalón no tan largo, pero podía sentir sus piernas.
Sentía sus muslos y conforme acariciaba cada parte las abría más y más, dándome pasó a mí entre ellas.
Ella empezó a acariciar todo mi abdomen, parecía admirar bastante esta parte.
Claro que ella tampoco ignoraba las heridas…
Solo, las acariciaba. Eso me hizo soltar pequeños suspiros una que otra vez.
—Chris—solté deteniendo mis caricias en sus piernas.
—James.
—Si algo te incómoda detenme, ¿sí? Y si deseas algo…dímelo—su cara se había vuelto más roja.
Su boca estaba seca…
Ella sonrió de una forma algo inocente, algo…extraña. Eso me hizo sospechar. Acaricio mi torso nuevamente, dándome a mi una reacción muy poco favorable para ella.
—James, por un momento olvida que eres un buen chico.
Tragué en seco ante lo que me pidió.
Chris estaba volviéndome loco.
¿Podría realmente ser lo que ella me pedía?
Tome su muslo con un poco de fuerza, haciéndola jadear.
Sin hacerla esperar más devolví los besos. Ahora besando su boca y lamiendo cada parte de sus labios que podía tocar. Acaricie más sus piernas. La espera estaba siendo muy agradable para mi, algo muy contrario para ella, que empezaba a desesperarse más por sentirme. Seguí con los besos, ahora quitándome el pantalón y librándome de ese dolor por ahora.
Cargue de la espalda a Chris y la acerque más a la mitad de la cama, ahora mis rodillas se apoyaban en el colchón. La senté en la cama cómo si de una muñeca se tratase, tome los extremos de su vestido y fui subiéndolo hasta que la tela se esfumo en su cuerpo. Su busto ahora más que visible fue lo que termino volviéndome a mi alguien más impaciente.
Cerezas.
Mi mano se movió sola. Lo juro.
Mi tacto rápido se acercó a su busto y empecé a juguetear con sus pezones. Eso la hizo jadear más.
Fui besando su torso, con una mano me encargaba de tocar cada parte de su pecho y con la otra ahora bajaba hasta su pantalón, conforme tocaba, iba quitándolo de sus piernas, dejando en libertad la piel desnuda de sus piernas y su ropa interior. Deje de juguetear con mi mano, ahora dirigía mis besos desde su pecho hasta su abdomen, acariciando cada parte en la que podía. Fue un recorrido delicioso. Podía sentir esas mismas cosquillas de ella y cómo se estremecía con solo sentir mi mano en ella. Cada lunar que tenía en su cuerpo formaba una constelación nueva que ansiaba por conocer y bien podría admirar por toda la eternidad. Sin evitar lo que mi boca podría hacerle, mordí un poco su vientre. Eso la hizo reír.
Su risa destallo en mi una sonrisa. La tome otra vez en mis brazos, esta vez de rodillas la cargue en el colchón hasta las almohadas. La recosté aquí y mientras ella sonreía y disfrutaba de verme, yo disfrutaba de tocarla, el mayor placer que podía otorgarme.
Mierda, Chris.
Espero me disculpes por la forma en que te toco.
Fui besando otra vez desde su cuello hasta su vientre. Esta vez pase mi mano por encima de su vientre, algo que la hizo gemir y tener un ligero escalofrió.
Tenía razón…
Sus gemidos eran igual de hermosos que su voz.
Me coloque en medio de sus piernas, acariciando sus muslos con algo de fuerza. Se sentía muy bien.
Rápido di un camino de caricias con mis dedos, pude sentirlo todo. Pude sentir su deseo, su felicidad, su excitación, cómo esperaba muchas cosas de mi. Al final del camino llegue hasta su intimidad. Pase mi dedo por encima de su ropa interior, se sentía húmedo. Con solo un pequeño roce ella arqueo su espalda y tomo mi mano con fuerza, respiraba más agitado. Ella me observo con los ojos un poco llorosos, no tenía miedo…era…excitación.
¿Por qué detener ese placer que le ocasione? Su tacto me decía que no quería que lo hiciera. No quería que usara mis dedos…
Sonreí. Levante su pierna derecha hasta acercarla a mi hombro, posicione su pie en mi hombro y fui besando su pantorrilla hasta sus muslos, me acercaba más a ella conforme los besos se daban. Si no usaría mis dedos, entonces usaría algo más cómodo. Los besos fueron dirigidos hasta su intimidad. Donde me detuve un momento. Ella llevo su mano a mi cabeza y yo otorgue el primer beso.
Ella soltó un gemido. Eso solo me motivo más, empecé a lamer encima de su ropa interior, podía ahora sentir cómo estaba disfrutándolo. Cómo estaba temblando del placer. Temía mucho de que ese momento se convirtiera en uno de terror para ella, lo que menos quería era asustarla así que fui lamiendo más y más de forma suave y con calma.
Vaya suave y dulce piel que a mi boca le toco saborear.
Así seguí con mis ansias hasta que ella soltó un último gemido. Jalo más mi cabello y arqueo su espalda. Tapo sus ojos con su antebrazo y su respiración se agito mucho más. Por lo que sentí, lo había logrado. Ella había llegado al orgasmo.
—James…—seguía temblando, tapando su boca. Satisfecho por llegar a esa reacción en ella me acerque a su rostro. Lo que no me esperaba era su siguiente movimiento, porque en un abrir y cerrar de ojos ella me empujo a su lado y se puso encima de mí. Encima de mi erección.
Eso hizo estremecerme y a ella sonreír. Su sonrisa se volvió en una maliciosa, se acercó a mi cuello y empezó a besarme.
Quería arrancarle su ropa interior ahí mismo.
Ella sonrió empezando a acariciar todo mi torso.
Sin pensarlo dos veces paso su mano hasta mi entrepierna, deslizando de forma coqueta su mano entre mi ropa interior.
Mierda, mierda, mierda, mierda.
— ¡Espera!—la detuve—En mi bolsillo…
Ella suspiro con una sonrisa. Se bajó de la cama y camino hasta mi pantalón en el suelo. Saco la caja de condones de antes y se giró a verme extrañada.
—¿De dónde…?
—Cindy. No sé por qué, pero me los dio—admití.
Ella solo se rio de mi desgracia y regreso a mi lado con la caja de condones. Me la entrego y se me quedo viendo por unos minutos.
—¿Qué esperas?—susurro.
— ¿Vas a verme?—ella soltó otra risa.
-—¿Tengo otra opción?—cerré mis ojos completamente avergonzado. Solté un suspiro tomando uno de los condones de la caja.
La vi de reojo por última vez y me esforcé en no concentrar mi mente en el hecho DE QUE ESTABA VIENDOME.
Baje mi ropa interior un poco para sacar mi miembro. Chris estaba disfrutando esto, ¿no?
Voy a morir de vergüenza.
Coloque el condón por fin, algo nervioso por lo que pasaría ahora, observe a Chris con una sonrisa subirse encima de mí otra vez. Acaricio y beso cada herida de mi cuerpo. Se sentían bien sus labios en mi cuerpo. Tenerla encima de mí me daba una vista de la que podría presumir.
Llego por fin hasta la parte baja de mí, se sentó y me sonrió, tomando mi miembro con su mano.
Solté un suspiro ante su contacto. De forma rápida se levantó un poco apoyándose de sus rodillas en cada extremo de mi torso, movió su ropa interior a un lado y metió mi miembro en ella. Bajo lentamente haciendo de cada movimiento y sensación algo de lo que sentirme extasiado.
Sus piernas temblaban, sus manos se apoyaban de mi pecho y volvían de mi una presión que estaba siendo ignorada por su interior.
—Chris…
Ella siguió sonriendo, empezó a dar un pequeño movimiento con algo de fuerza, eso me hizo jadear.
No solo sentía el placer de mi propio miembro y su interior húmedo, también sentía cómo es que entraba y salía de su cuerpo, cómo tocaba más profundo cada vez, cómo cada embestida la hacía estremecerse. Ese revoloteo en su estómago cada vez que con fuerza tocaba ese punto. Sus movimientos se volvieron más toscos, lo que me saco un pequeño quejido cuándo dolía. Ella tomo mis manos y las dirigió a su cintura, que empezó a moverse otra vez de arriba a abajo para dar esas explosiones de sensaciones en mi. Junto a ese toque en su cadera…apreté más este agarre, se sentía demasiado bien y dudaba durar lo suficiente para ella. Quería sentirla más…a pesar del miedo en mi de no llegar a satisfacerla, mi mente se sentía nublada, quería sentirla más, sentir ese apretado interior que estaba cada vez más volviéndome más desquiciado. Solo quería atraerla más a mí…
Fruncí mi ceño cómo respuesta a esa desesperación. Me senté en la cama ahora tomándola de su espalda. Mi movimiento brusco y repentino la hizo detenerse. Acomode sus piernas alrededor de mi y sentado empecé a moverla encima de mí.
—James…—gimió en voz muy bajita, cómo apenándose por sus nuevas sensaciones.
Empezó a aruñar mi espalda y tras varios gemidos acerco su rostro a mi hombro y me mordió, eso solo volvieron mis movimientos algo más rápidos. Tomaba su cadera y yo la movía. Tenía…el control.
Soltó un gemido dejando de morderme, movió su cabeza hacía atrás y eso hizo que yo lamiera su cuello ahora expuesto a mi poder. Aruño más mi espalda ante una nueva sensación gracias a mi fuerza al sujetarla.
Sentía…dolor. Detuve por unos segundos mis movimientos bruscos, toque a Chris del hombro preocupado por su nuevo dolor. Aunque ella seguía oculta y abrazándome con fuerza.
—Chris… ¿estás bien?—pregunte agitado.
—Maldita sea, James—se alejó de su escondite en mi hombro, dándome un beso en mis labios, uno intenso, luego se alejó otra vez, tomándome de las mejillas con cierta fuerza—. Estás haciéndolo bien, ahora…
Acerco sus labios a los míos otra vez, observándolos con una atención que no podía explicar
Su voz temblaba, su voz resonaba en gemidos cerca de mí. Estaba sintiendo cada vez más una sensación que vibraba desde su estómago hasta su intimidad.
—Chris, no es…—negó, ahora rodeo mi cuello con sus brazos, en un abrazo ahora podía sentir su busto en mi pecho.
—Más te vale no detenerte.
Acaricie su torso con deseo, podía sentir su piel tan cerca y se estaba volviendo algo que quería tener siempre. Empecé a ser un poco más lento con mis movimientos, haciendo que ella suspirará en cada embestida.
—Christine—solté, haciendo que ella empezará a besarme mi cuello—. Chris…
—¿Te gusta aquí?—me preguntó sonriendo y dándome más besos. Yo sentí un escalofrío.
—Por favor—rogué, ella soltó una risa maliciosa, empezando a atacar mi cuello con sus dientes.
En otro movimiento repentino, regreso mi espalda al colchón. Ahora quedándome otra vez debajo de ella y recostado. Me sonrió llevando sus manos a mi abdomen, formando caricias en todo este hasta mi pecho. Eso me hizo suspirar, su tacto se sentía tan bien, tan delicado.
Ella seguía moviéndose, gimiendo en cada embestida que ella provocaba. Lo hacía lento y terminaba con el ruido evidente de nuestras pieles chocando. Acaricie sus piernas en busca de sentirla, algo que a ella le dio una idea que me devasto.
Tomó mi mano con cuidado, siguiendo el ritmo de esos movimientos suaves. Acaricio el dorso de mi mano y después de darme un beso en mis nudillos, llevo su mano a su busto, no me hizo tocar sus pechos, pero sí paso acariciando cerca de esta zona. Paso toda mi mano por su torso hasta llegar a su vientre, donde dejo mi mano extendida sobre este.
-—¿Lo sientes?
Dios.
Dio un movimiento con sus caderas, dando una embestida que me hizo gemir. Otra vez la sensación atacaba, no solo era su interior lo que abrumaba mi mente, ahora también era su vientre, ahora también podía sentir esas mariposas que crecían con sus movimientos.
Cerré mis ojos concentrándome más de lo que debería. Estaba poco a poco perdiendo el control de mi cuerpo.
— ¿Es un sí?—cuestionó sosteniendo mi mano.
—E-es un sí.
—Es bueno saberlo—su voz sonaba más ronca de lo usual.
Solté otro gemido cuando dio otro movimiento. Estaba siendo más ruda y eso volvía de cada sensación una explosión.
¿Sabías que las explosiones no tienen ruido en el espacio?
Porque ahora mismo sí que tienen ruido.
—Chris…
Me senté por segunda vez, le di un beso en su cuello y en un movimiento la tiré a la cama, abajo mío. Acababa de perder todo control y cordura en mi cuerpo. La sostuve de ambas manos y teniendo el poco autocontrol que tanto anhelaba Chris desde el inicio; empecé a dar más embestidas seguidas en ella. Ahora ella empezó a gemir aún más mi nombre—y debía admitir que yo también gemía—, coloco sus piernas alrededor de mi torso y apretó ese agarre. Sentía cómo su piel empezaba a sufrir de frío, cómo sus ojos se volvían llorosos y esas mariposas en su estómago cada vez aclamaban más su libertad. Hasta que fue el final para ambos.
Le di un beso a Chris para callar por un momento sus gemidos, no es cómo si deseará que todos en el hotel escucharán sus gemidos y mis menciones…eso me avergonzaría de enfrentar mañana. Di una última embestida en ella, dejando soltar lo último de mí en ella.
Su cuerpo era una supernova de sensaciones.
—Christine…—susurre, dejándome caer sobre ella al terminar, también había llegado al orgasmo. Ella respiraba agitado, empezó a atacar mi cuello con besos, aún mantenía sus piernas alrededor de mí.
Sentía cómo su cuerpo seguía temblando—sus piernas en especial—y las sensaciones en su estómago y vientre seguían haciéndole jadear. Era cómo…un dibujo de garabatos en su vientre. Era lo más cercano a describir una sensación así, ella solo respiraba agitado debajo de mí, sentía su vientre moviéndose de arriba abajo junto a sus respiraciones y ese calor en todo su vientre. Yo apoye mi rostro en su hombro recostados en la cama. Aún no salía de su interior, estaba demasiado cansado, demasiado relajado después de todo eso.
No debí forzarme tanto…sería aún más vergonzoso si ella buscaba más y yo estaba indispuesto.
—James—susurro en mi oído dándome otro beso, esta vez en mi mejilla.
—Lo siento…—me disculpe, había sido muy brusco con ella.
—No lo hagas—acaricio mi cabeza con una sonrisa—, pensé por un momento que ibas a romperlo.
—Romper…—cerré mis ojos al entender a qué se refería, también tenía algo se miedo de que se rompiera el condón…me sonroje más al tan solo pensarlo—disfrutas hacerme esto, ¿no es así?
—Mucho—me murmuro acariciando mi espalda y dándome otro beso con una sonrisa burlona. Esa sensación que quedo de su orgasmo empezaba a apaciguarse y empezaba a relajar cada músculo de ella.
-—¿Estás bien?—volví a preguntar observándola. Ella asintió con suavidad, yo bese su mejilla cuando ella cerró sus ojos por un momento.
— ¿Tú lo estás?—me preguntó acariciando mi espalda otra vez, eso me hizo sentir escalofríos.
-—¿Por qué no lo estaría?—le susurré sonriendo.
—Tú…—ella parecía dudar de algo, levanté un poco mi vista para observarla, topándome con ella aún más sonrojada que antes.
-—¿Qué ocurre?
-—¿Tú sí…?—ella me observo por unos segundos, yo confundido prestaba mucha atención a sus gestos. Su vista me miraba y luego bajaba.
— ¿Yo?—cuestioné. Ella suspiro.
—James…—su tacto me decía muy poco de lo que quería llegar con sus preguntas, pero había algo nuevo, estaba… ¿estaba apenada? ¿En serio? ¿Ahora? ¿DESPUÉS DE HACERME ESO?
—Por favor, no me mates ahora de curiosidad, ¿Qué ocurre?—pregunté acercando mi frente a la suya— ¿No estás bien? ¿Te incomode?
—No, James. Solo…Dios—ella sonrió cerrando sus ojos—, ¿Tú sí estás satisfecho?
¿Era eso lo que buscaba saber? ¿¡No le quedaba claro con lo que llegue a gemir por su culpa?!
—Chris, es…
—Porque podría—se aclaró la garganta—, tú sabes…
—¡No! No, no—seguía negando, algo que hizo que ella me viera con una sonrisa algo pícara.
—¿Seguro? ¿Tú sí…?
—Sí, seguro.
Ella soltó una risa asintiendo, dio un último beso a mi mejilla, me hizo tener escalofríos. Ella ya no sentía ese calor en su vientre ni se encontraba excitada…y eso para mí había sido suficiente.
—Nene—murmulló—, pesas un poco.
Estaba demasiado distraído con la situación que ni siquiera note que estaba encima de ella con todo mi peso.
—Lo siento, lo siento—murmure quitándome de encima, saliendo de su interior, eso la hizo jadear un poco. De inmediato extrañe su piel.
Se acomodó su ropa interior tras notar que me fui, yo me aleje de ella y me quite el condón para luego tirarlo en un pequeño recipiente de basura al lado de la cama. Arregle mi bóxer después de eso. Me giré a Chris, quién estaba recostada boca abajo en la cama. Ya empezando a cerrar sus ojos. Fue un día muy largo… ¿también estará agotada por su nuevo poder?
No iba a negarlo, yo también estaba agotado. Pero…no podía dejar de pensarlo.
Por fin había cumplido mi mayor deseo y ella lo disfruto. ¿Cómo podría dormir así? Me recosté a su lado boca abajo también, sonriéndome de forma muy ligera. Intercambiamos miradas.
Fue algo irreal. ¿No era un sueño verdad? Si lo era me consideraba demasiado pervertido.
Su cuerpo era más hermoso de lo que podría imaginar. Pase mi dedo por última vez en su espalda, estaba relajada, estaba satisfecha…al parecer pude hacerlo. Sonreí y le di un beso en su frente.
Ella no tardo en caer dormida. Yo preferí colocarme de lado para verla, apoyando mi codo para apoyar mi mejilla en mi mano.
Se veía más hermosa al dormir.
¿Cómo podría esperar yo resistirme ante ese cuerpo tan hermoso?
Ahora descansaba y yo no podía dejar de pensar en que en verdad lo hicimos. Creo que sería peor cuando despertará y notará que todo había sido real…
Cerré mis ojos cuando el sueño me gano—no sin antes haber tapado con una manta la fina piel de Chris—. Dejándome llevar de mi propio sueño hasta quedar dormido. Podía dormir tranquilo.
Claro que, horas más tarde volví a despertar. Topándome con el semblante calmado de Chris aun durmiendo. ¿Fue lo correcto?
¿Debí hacerlo?
¿Debí caer en mi propio deseo?
Se sentía tan mágico… ¿era incorrecto?
Esperaba no haber presionado a Chris. No me perdonaría jamás si supiera que ella lo hizo solo por la presión.
Hasta…dónde tenía entendido, ella se sentía algo rara. Poniendo atención a su sentir sin mi calentura, se sentía bien, pero hubo, por ciertos segundos, dónde ella se sentía algo triste. ¿Por qué?
Chris era muy linda, era preciosa, podía imaginar cuántos querían tan siquiera tocar su piel. ¿Era eso realmente?
¿Y si ella llegaba a pensar de mi lo mismo que con esas personas?
¿Qué solo la quería por su cuerpo?
No…No me lo perdonaría.
Le di otro beso a Chris en su frente, estaba calmada y para mi era eso ya un cumplido. Volví a recostarme a su lado, viéndola y poniendo atención a cada respiración que soltaban esos rojos labios.
Con esa imagen cualquiera podría dormir en paz.
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