17| Monstruo marino

—James...—sentí un pequeño empujón en la cama, eso me hizo fruncir el ceño aún con mis ojos cerrados—James despierta, nos buscan...

La voz de Chris fue la que me despertó. Hubiera sido lindo si al menos supiera que ocurría...
En algún momento de la noche me quede dormido, mi piel estaba fría por no haberme secado, ella ya estaba sentada en la orilla de la cama con su cabello despeinado y una expresión calmada, solté un quejido al despertar.

—¿A nosotros?—cuestioné.

—Sí.

—¿Qué hora es?—pregunté sentándome en la cama, pasando mi mano por mi rostro para intentar abrir bien los ojos.

—Las cinco...

—¡Despierta, Christine!

—¡Ya voy!—prácticamente le gruño a Dennis. Yo aproveche para levantarme de la cama y colocarme mi camisa, ya no estaba tan mojada—¿Qué pasó?

Escuche a Chris en la puerta.

—Christine, algo raro está pasando en el mar—alcé una ceja ante la declaración directa de Dennis. Sin importarme mucho el interrogatorio que tendría después, termine de colocarme la camisa y me acerque a la puerta detrás de Chris.

—¿Qué sucede?—pregunté, él me observo y luego a Christine, pero se resigno.

Al parecer era una situación grave, de lo contrario Dennis no se hubiera resignado a molestarnos.

—Es mejor que vengan.

Ambos intercambiamos miradas confundidos e intrigados.

Cerré la puerta al salir del cuarto, tenía un mal presentimiento sobre lo que iba a ocurrir. Seguimos a Dennis hasta el piso de abajo.

—¡Por fin!—escuché a Cindy, quién se encontraba de pie al lado de una mesa en la recepción.

—¿Qué sucede?—preguntó Chris. Ella soltó un suspiro no sin antes darle una mirada a Dennis, luego procedió a abrir la puerta del lugar, dejando entrar un poco de agua y claro, dejando ver el agua que corría por toda la calle.

Chris y yo salimos del lugar para ver mejor lo que ocurría, el agua estaba empezando a salirse del mar y estaba inundando cada calle del pueblo.

—¿De dónde?—cuestioné.

Seguimos caminando, esta vez Dennis y Cindy nos seguían. Llegamos hasta la playa, ahora no era un lugar amigable, era un tormento entero.

—Mierda—soltó Chris.

—¿Qué? ¿Qué pasa?—estaba demasiado confundido y que me despertarán de romplón no ayudaba a ajustar mi cerebro.

—Es...

—Leviatán—Cindy termino la oración de Dennis.

Todos volvieron a sus lugares, dándose la vuelta y yo me quede cómo tonto ahí. No estaba entendiendo absolutamente nada y dudaba que fuera así por un buen rato.

—¡Ven!—soltó Chris, así que devolví mi paso hasta el hotel otra vez.

—Hey, hey...—entramos al hotel, Christine corrió a su cuarto a traer su mochila, se notaba angustiada—¿Qué es Leviatán?

Chris saco un libro de su mochila y lo tiro en la mesa.

—Leviatán es el caos—buen resumen—, en el principio de los tiempos existían criaturas en el mundo que anteponían la paz que buscaba Dios, cuándo Dios busco hacer su mundo, tuvo que encerrar a varias criaturas en el infierno.

¿Podía llamarme un ángel? Ellos sabían más que yo de la situación.

—¿Varias?—preguntó Cindy.

—Varias—afirmó Chris—. Sin embargo, Leviatán y Behemoth eran los más fuertes, así que Dios los colocó en cada puerta del infierno para protegerla. Behemoth esta en el desierto, Leviatán en el mar.

—¿Entonces la puerta ya fue abierta?—pregunto Dennis. Notando cómo Chris ahora buscaba entre cada página una que dijera algo sobre Leviatán.

—No necesariamente, puede que este recién abriéndose, puede que aún este despertando la bestia. Eso nos da tiempo—eso a mi me daba alivio. Entre cada página por fin llego a la correcta, pude observarlo por unos segundos.

Se trataba de una serpiente gigante. Un monstruo marino...

—Entiendo—Dennis suspiro—. Cindy, busca un barco que podamos tener, James, tú ve con ella y busca armas.

—Hecho—solté antes de salir corriendo detrás de Cindy.

—¡Tienes que ir por tu espada!—me grito mientras corríamos, el ruido del mar saliéndose de su lugar junto a los gritos de los pueblerinos no ayudaba a escuchar bien.

—¿Dónde está?—pregunté.

—¿No la tenías tú?—detuve mi paso con un rostro asustado.

Tenía solo una misión. Una.
¿Cómo es que la perdí?

Imbécil, imbécil.

—Cindy...

—Por favor, James, dime que la tienes—tragué en seco.

—¡Ve allá, yo iré a buscarla!

—¡James!—busco detenerme, pero mi paso ya se había formado.

El paso era más difícil de dar ante el agua entre mis pies, ahora me llegaba a mis pantorrillas y eso hacía de mi camino más lento. Esto no podría complicarse más, ¿o si?

Joder.

Extrañaba estar en cama con Chris.

¿Tendría que acostumbrarme a esto?

No estaba seguro de si eso ayudaría a ambos a mejorar...
Concéntrate, James. Tienes que concentrarte porque ahora tu mayor dificultad no es tu ira, es ese monstruo.

Aceleré mi paso con mi fuerza, buscaba de una forma desesperada llegar al lugar en que nos encontrábamos antes, ese lleno de carpas y niños...mierda, los niños, ¿Qué pasarían con ellos?
Después de un rato llegue a ese lugar, el agua había alejado las carpas de sus lugares, los niños no estaban ahí...¿se encontrarían a salvo? Sacudí mi cabeza, me puse a buscar en cada lugar que me permitía la marea. No encontraba ni un indicio. Soy un idiota.

¿Por qué no podía hacerlo bien? Tenía solo una cosa que hacer y aún así lo arruine.

¿Por qué no solo podía aparecer y ya?

Y cómo si se tratará de un deseo de genio mi pensar se cumplió. Mas bien mi suplica me atendió. La espada apareció entre mis manos en un resplandor azul, solté una risa al ver el brillo y ver la espada. ¿Cómo podía ser eso?

—¡Cindy!—lo recordé.

Ahora con la Excalibur en mis manos podía volver con ella, yendo a la velocidad que la fuerza en mis piernas permitían. Tan pronto cómo me fui regrese y eso llego a sorprender a Cindy, quién me pregunto más de una vez cómo carajos sabía dónde estaba la espada. No supe responder ninguna de las veces.
Ayude a Cindy a conseguir las armas necesarias y ayudándome a mi, ella me otorgo una funda especial, había cumplido su palabra. Era un cinturón práctico donde podía meter la Excalibur, algo que hice para ejecutarla de una forma adecuada.

Dennis pronto llego a ayudarnos, él había conseguido más armas y no tardamos en encontrar un barco que podíamos utilizar.

—¿Dónde está Chris?—pregunté a Dennis mientras extendía el velero.

—Tu novia ya viene—alcé una ceja, ahora empezó a llover.

—No es mi...—carajo, ¿lo era? ¿Lo éramos?

—¡Ahí viene!—alcé mi vista cuando escuche a Cindy.

Chris corría a toda velocidad hacía el barco, subió en el muelle y yo no dude en acercarme a la orilla.

—¡Hay que embarcarnos!

—¡Sube, Chris!—le grité estirando mi brazo en la orilla para que ella tomará mi mano, algo que hizo. La ayude a subir sin concentrarme en su positivismo en esta misión.

Después me fije bien en lo que acababa de sentir...

Ella subió por completo, manteniendo su aliento agitado y sus rodillas raspadas, ¿había caído al venir aquí?

—¿Trajeron armas?—preguntó Chris, acercándose más a en medio del barco. El barco no tardo mucho en moverse para seguir el rumbo directo de la marea.

—Sí—respondió Cindy sacando todas las armas que había conseguido. Chris se acerco a una pistola y empezó a recargarla, yo revise la Excalibur.

Christine le pregunto a Dennis que usaría cómo arma y él respondió que sus dientes, ¿podría lograr ver la transformación de Dennis? Jamás lo había visto tan cerca en su forma de lobo.
Cindy agarro un arco y se quito sus lentes antes de que fuera demasiado tarde para hacerlo. Una de las razones porque no utilizaba lentes aunque estuviera ciego.

—Pase lo que pase, lo habremos intentado—le sonreí a Chris ante esas palabras. Era bastante similar a lo que una vez le dije estando en la casa de Dorotti.

Mis palabras fueron una clara distracción a lo que nos enfrentaríamos kilómetros más adelante. ¿Podría contarse así?
Ya estábamos lejos del pueblo, lo suficiente para que ya no fuera visible. Un sonido agradable empezó a sonar, lo que era muy extraño ya que estábamos en medio de la nada. Una melodía empezó a resonar en nuestros oídos y eso alerto a todos en el barco.

¿Se trataba de la serpiente marina a la que nos disponíamos vencer o algo más? Todos nos alistamos para cualquier amenaza.
Cindy apunto con un arco—que no sabía que usaba uno—, su postura no tardo en recordarme en la constelación de Orion, tan firme y preparada; Dennis y Chris alistaron sus pistolas y yo saque la espada de su funda. Listo para portarla.

Pero Chris reacciono antes que cualquiera de nosotros.

—¡Tapen sus oídos!—grito ella. A lo que todos pusieron sus manos en sus oídos, claro que el sonido recién empezaba.

—¿Qué son esas cosas?—pregunté sin escuchar mucho de lo que se hablaba.

Me destape un poco mis oídos, ese fue mi mayor error.

—Son sirenas—escuché a Cindy muy tarde.

Solía escuchar de ellas y sobre el canto que llevaba a la perdición a los hombres, usualmente eran hombres...¿pero también a las mujeres?
Pues ahora yo no tenía el control de mi cuerpo, sin tener un doble significado, claro.
No veía ni escuchaba nada más que un canto agudo que por cada segundo se escuchaba más claro en mi oído.

No reaccione hasta que un disparo termino el tormento y caí en el suelo del barco.

—¡James!—me grito Chris, al parecer le había disparado a una de las sirenas tras mi hechizo—¿Estás bien?

—Eso fue raro...pero sí.

—Creo que ya no molestarán—contestó Cindy en la orilla, por lo que veía le dio a varias. Me puse de pie y rápido ese equilibrio fue arruinado por un movimiento grotesco del barco.

Con suerte no caí, pero Chris sí, por lo que corrí hasta ella para ayudarla a levantarse. Algo que se detuvo cuándo la criatura que tanto buscábamos empezó a salir del mar. Era una serpiente gigante que abarcaba la mayor parte del mar, era una bestia de tamaño descomunal, ni en mis peores pesadillas imagine una criatura semejante.

Chris se levanto del suelo alistando su arma con temor.

—Creo que ya sabemos que estaban protegiendo.

Saque nuevamente la Excalibur ahora yendo con los demás a la parte trasera del barco. Pude observar cómo Dennis se transformaba en el lobo feroz. Un lobo gigante y agresivo, sin duda.
Todos nos preparamos y yo me anime a sacar mis alas. Podría admitir que no estaba listo, pero a este punto, ¿realmente importaba?
El monstruo nos ganaba en tamaño mil veces más y mi esperanza había sido derrotada tras verlo. ¿Podríamos nosotros vencer a la criatura que puso en peligro la visión de Dios en este mundo?

Un gruñido de la criatura azulina basto para hacerme escuchar un tintineo en mi oido. Solo uno.

—Busquemos su punto débil antes de que nos coma—ordeno Chris. Todos nos vimos entre sí tomando control de nuestros cuerpos y esperanzas.

Christine estaba tan decidida que fue quién avanzo primero. ¿Qué tan segura y determinada estaba cómo para animarse a luchar con una pistola? Ni siquiera yo que tenía un arma legendaria me sentía tan seguro de lo que podría hacer.
Corrí detrás de ella animándome a mi a hacer algo para ayudar a salvar al mundo. Todos aquellos niños...todas aquellas personas que nos ayudaron o brindaron asistencia en este mundo, no iba a llegar a su fin sus vidas por el capricho de un ángel resentido. No podía dejarlo.

Listo para la acción, decidí usar la ira que había acumulado todo este tiempo, iba a usar mi fuerza. Sujete con poder la espada que rápido hizo soltar una planta alrededor de mi mano, esta vez no era una alga, era cercano a un rosal sin espinas. Se enredo en mi mano para no dejarla caer, yo salí volando con mis dos alas. Me deje llevar por ellas hasta el grueso cuello de la criatura, clave mi espada ahí por primera vez, pero era muy difícil tan siquiera hacerlo. Rápido los movimientos bruscos que daba la criatura hizo soltar la espada de su cuello. Una vez más use mis alas y me dirigí hasta la cabeza de la criatura, mantuve mi equilibrio el tiempo suficiente, tal vez serviría cómo distracción.

Respire profundo, me lancé con la fuerza necesaria a la cabeza de Leviatán. Clavando la espada en toda su frente—si así podía llamarse—, eso casi parte en dos la espada por el grosor de su piel, pero basto para que se moviera nuevamente.
Esta vez use mi fuerza dejando la espada en su frente, tome ambas orejas del monstruo, que estaban bastantes unidas. Las jale hacía atrás y empecé a usar mi fuerza para estirar su cabeza.

Esa ira que tanto había acumulada estaba ayudándome a concentrar mi fuerza. Podía sentirlo en mis venas...cómo dolía.
Cómo resentía el daño que le habían ocasionado a Chris aquellos hombres esa noche, cómo Azrael estaba a cargo de mi propia tortura, cómo también estaba relacionado con Christine y le hizo tanto daño. Todo eso.

No sere igual a mi padre. A ninguno.

Use la fuerza para inclinar la cabeza de Leviatán, si llegaba a arrancarla nos serviría, pero eso era imposible para mi pobre cuerpo humano. Claro que no contemple la idea de que la inclinación arruinaría mi compostura...
Ahora estaba resbalándome de sus orejas, pero las seguía sujetando con fuerza. Gruñidos fueron escuchados del monstruo.

—¿¡James!?—grito Chris, quién estaba en el cuello del monstruo.

—¡Estoy bien! ¡Hay que detenerlo pronto!

—¡James, tienes tus alas!—claro que las tenía, pero no sería un cobarde.

—¡Ya lo sé!—hablar cada vez era más costoso, la lluvia no ayudaba—¡Pero si me muevo de aquí el podrá tomar la compostura! ¡Apresúrense!

Ella empezó a escalar más el cuello de la criatura, eso me puso los pelos de punta. ¿Qué tal si caía? Joder...

Intenté concentrarme más en no caer yo, tampoco es cómo si tuviera mucho control o energía en mis alas. El poco entrenamiento que tuve después de todos esos años ya no estaba ayudando a este momento y era lo peor.

Christine apunto con su pistola el ojo de la criatura, algo que logro, eso lo hizo moverse más y el segundo disparo fue dado en su piel, lo que hizo que la bala solo rebotará.

—¡Casi destruye la espada meterla ahí!—exclamé a Chris.

Ella se puso a pensar. ¿En serio? ¿En este momento? Estaba por caer.

—¡James suéltate!—me grito.

—¿¡QUÉ!?—¿esperaba que lo hiciera?

—¡Hazlo! ¡Confía en mi!

¿Cómo no confiar en ella? Su mente de por sí era una estrategia. Esperaba no equivocarme.

Si tuviera las manos libres me persinaria.

Suspiré tan preocupado por que el plan saliera bien, cerré mis ojos y me solté.
Caí y caí sin pensarlo, de cualquier forma caería en el agua si no podía mover mis alas por la fuerza en que caía. Pero un empujón fue lo que detuvo mis pensamientos.

Christine se lanzo a mi y eso detuvo todo mi plan de caer al agua, ahora yo quería extender mis alas y sacarnos de ahí antes que Leviatán se diera la vuelta y nos buscará. Sin embargo otra vez me lleve una sorpresa cuándo quién saco sus alas fue Chris.

¿A esto se refería Dennis con "juntarse"?

Un ala era blanca, otra negra.

Era cómo ver al infierno y el cielo ahí mismo en el cuerpo diminuto de una mujer. ¿Esto era más poético de lo que podría expresar?

Me desmayé.

No pude ver más de esas alas ni del rostro de Chris, pero supe ahora a que se refería con todo. Sin mi existencia Chris no tendría ese poder en su espalda, ese nuevo poder.
No sé cómo, pero empecé a sentir en ella las cosas que vivía.
Ella logro unirse a mi de una forma en que el poder podía ser explotado, esta vez lo tenía en control y eso la mantenía calmada. Me dejo con Cindy en el barco y fue a pelear.

Después de eso todo es borroso.

Christine sufrió muchos golpes queriendo provocar daño en la criatura y ni hablar de cuándo quito la Excalibur de su frente...¿ella podía usarla? Al parecer gracias a que parte de mi estaba en ella ahora podía potarla.

Dennis en su forma de lobo había sido tirado al agua, estaban cerca de rendirse. De no ser porque un golpe hundió a Chris en el mar...y entre toda esa desesperación yo sentí la presión en mi pecho.

—James...—escuché a Cindy. Al parecer el suspiro por el dolor había sido tan fuerte que alarmo a Cindy.

Christine rápido se dirigió al fondo del mar al notar que era posible que la razón de la libertad del monstruo se encontraba ahí. La espada de Azrael...aquella que buscábamos y fue arrebatada por error cuando ocurrió todo con Chris en la iglesia. Era otra llave y ella se dio cuenta de eso, asi que busco de una forma desesperada sacar la espada.
El golpe que le dio antes Chris a Leviatán no era coincidencia...¿o si?
Había también obtenido mi fuerza.

Así que logro sacar la espada de la cerradura.

Salió de nuevo con sus dos alas enormes y lista para completar su misión, se acerco volando a Leviatán. Cortándole una oreja y evitando que Dennis fuera comido entero. La espada de Azrael me parecía algo curiosa...
Habría jurado que en algunos textos era representada con llamas.

Pronto, Chris.

Sin esperarlo mucho ella lo supo, un arma sagrada sería capaz de vencer a otra bestia sagrada. Después de combatir, dio un último corte justo en el cuello de Leviatán.
Todo después de eso se volvió negro.

No veía ni sentía nada.

No tarde demasiado en despertar, lleno de arena en la orilla de la playa. Al parecer tras vencer a Leviatán la marea bajo, logrando permitir así la vista de la arena otra vez.

Cindy fue la primera persona que observe. Ella estaba al frente mío con sus lentes torcidos, con suerte no los perdió.

—¿Me escuchas?—preguntó, yo me senté.

—Fuerte y claro...—giré a ver a todos lados—¿y Chris? ¿Dónde está? ¿Está bien?

—Hey, hey, tranquilo—me detuvo—, tiene pulso. Está allá y ya va a despertar. Yo tengo que buscar a Dennis...

Me puse de pie con la ayuda de ella, ella corrió hacía la dirección opuesta a mi, yo llegue hasta Chris.
Llegue hasta dónde se encontraba, tirada en el suelo sin sus alas en su espalda ahora. La espada se encontraba a su lado. Me acerque a ella con algo de pánico.

Cindy dijo que tenía pulso...

Ella despertó en un jadeo, eso me ilumino la vida.

—¡Chris!—la abracé, algo que le dolió por la fuerza de este—Uy, perdón.

—¿Estoy viva?—me cuestionó observándome.

—Lo estás—y yo estaba muy feliz por eso.

—¿Y los demás?

—Cindy y Dennis están a salvo, creo que están tomándose su tiempo—recalqué cuando me gire a verlos, Cindy había encontrado a Dennis y ahora estaban abrazados—, Cindy reviso tu pulso. Dijo que estabas viva y pronto despertarías.

—Estoy aquí, ¿no?—me sonrió—Viva y observándote.

Nos dimos el tiempo para ver alrededor. Ya todos estaban a salvo y se veía reflejado en la luz del sol. El día nublado se transformo en uno soleado.

—Lo logramos, Christine. Lo lograste—aclaré.

Ambos nos abrazamos ahora. La misión estaba completa y habíamos destruido al monstruo que amenazaba la paz. Junto a eso ganamos la espada. ¿Qué más podíamos pedir?

Una sensación...

Me giré a ver algo lejos del mar cuándo sentí algo en mi oreja. Era cómo una señal. De lejos y por mi pobre vista pude visualizar dos alas, alas que desaparecieron de repente.

—¡Aquí están!—grito Dennis llegando con nosotros.

Chris me soltó del abrazo, extrañe su cariño.

—Estamos vivos—ella sonrió.

—Hay que celebrar por ello, ¿no creen?—Dennis y Chris se vieron fijamente y Cindy y yo nos quedamos dudando.

Ambos eran bastantes similares. Pensaron lo mismo en la misma situación.

Siendo lo más sincero que podía conmigo mismo, me sentía débil y agotado por usar mi fuerza, pero nada de eso importo cuando dijeron su malévolo plan. De inmediato se corrió la noticia de que el pueblo ya no estaba inundado y la lluvia de agradecimiento nos llego, algo que claro aprovecharon Dennis y Chris, para pedir tragos.
Así que terminamos en el bar.

Era cómico...

Chris pidió su cerveza y se alejo de la barra en que nos encontrábamos Dennis, Cindy y yo. ¿Qué estaba pasándole? ¿Estaba desanimada? ¿Estaba triste? Necesitaba saberlo. Necesitaba sentirla.

Claro que mis intenciones fueron detenidas por Dennis, quién me volvió a sentar en la barra y me pidió una cerveza. Fue la primera desgracia.
Nuestras conversaciones tomaban menos sentido por cada cerveza que Dennis tomaba, él iba directo a su propósito y ese era desvanecerse hasta que no sintiera nada, incluso él lo confeso. Cindy fue a hablar con Chris un rato y fue cuándo Dennis me hablo con una sonrisa pícara.

—¿Entonces ya lo hicieron?—escupí mi cerveza.

—¿Qué?

—Chris y tú, pensé que un ángel sería más delicado con ella.

—¡No lo hemos...!—baje mi voz, mirando al resto de personas en el bar con vergüenza—no lo hemos hecho.

—¿Por qué no? Pensé por esta mañana que ustedes...

—No.

—¿Pero por qué no? Ella te mira con esos ojitos de deseo.

—¿Cómo carajos diferencias su vista?

—Tú eres el que la siente con solo tocarla—fruncí el entrecejo—, además es experiencia.

Eso me hizo fruncir más el ceño.

—¿"Experiencia"?

—Ella nunca me vio así, así que debo ser la excepción de su regla, sé diferenciarlo.

—Espera...¿tú...?

—No—negó entendiendo que quería decir y tomando un poco de su trago—, una vez.

—¿¡Qué!?

—¿Una vez qué?—pregunto Cindy sentándose al lado de Dennis, yo la vi con mucho temor.

—Dennis y Chris—él me tapo la boca. Al parecer su novia no debía saber.

Su tacto me decía muchas cosas...

Fue una vez. Me lo enseño.

Él beso a Chris y ella resulto enojada por eso, al menos ahora tenía una respuesta. ¿Christine recordara aquello?

—James quiere hacerlo con Christine, dale un regalo.

—¿Regalo?—parpadeé—¡Hey! Yo no dije nada sobre hacerlo con ella.

Reclamé quitando su mano de mi boca. Cindy rápido saco un paquetito de su bolsillo y lo deslizo por la barra hasta mi lugar. Eran condones.

—Regalo.

—PERO—Dennis escondió el paquete en mi bolsillo. Luego Cindy se carcajeo.

Me las pagarán caro algún día.

Condones...joder. Me sentía cómo en preparatoria y eso no era tan agradable cómo esperaba. Sin embargo de alguna forma podría ser útil...

Pasaron los minutos y las cervezas también. Estaba llegando a un extremo en que estaba medio ebrio, pero consciente. Los minutos pasaron, las risas se dieron. De alguna forma Dennis termino hablando de cuándo cayó de una altura bastante prolongada a una muerte segura. El tiempo pasaba, pero Chris seguía lejana...¿no se sentía cómoda?

—Chris, ¿nos acompañas?—interrumpí a Dennis para llamarla. Ella apenas estaba terminando su primera cerveza. Sonrió al terminar y se acerco a la barra, sentándose a mi lado y regalándome una mirada algo...extraña.

—¿De qué hablan?

—Dennis estaba contando cómo es que sobrevivió a una caída de siete metros—le contestó Cindy. Yo seguía viendo a Chris embobado a este punto.

—El punto es caer en cuatro patas—eso me hizo soltar un bufido.

—¿Quién más ha tenido situaciones peligrosas?—pregunté.

—Si nos ponemos a contar, ¿qué? ¿Será una competencia?—cuestionó Chris. Yo saque un billete de mi bolsillo, con cuidado de no dejar caer los condones antes dados.

—Quién gane lo invito a un trago.

—Yo acepto—ya tenía a Cindy en el juego.

Al parecer Chris era indiferente en lo que haríamos.

—Dennis ya contó su historia, te toca a ti—señale a Cindy.

Ella se quedo pensando un rato en que situación poder narrar.

Y yo cómo el buen hombre con imaginación de niño, me dispuse a imaginar lo que pasaba en cada historia.

Una niña rubia, en este caso Cindy, buscaba casar gnomos en estas tierras. La imaginaba feliz y contenta buscando con un palo en toda la tierra de los bosques cercanos. Hasta que cayó en una red. Según sus palabras se trataba de una red de conejos...imaginaba que era de esas grandes que cuando pisas te cuelgan en el árbol para que no escapes. ¿Esas cosas habían sido invisibles para ella o solo ignoraba que estaban ahí?
La cosa es que ella había quedado atrapada en esa red y solo Dios sabe que tan pesados fueron sus gritos para que alcanzaran a oírla. Eso llamo la atención de un oso, lo que termino con el llanto desesperado de Cindy por salir de la red. Fue encontraba tres horas después.

¿Cuánto control tenían sus padres en ella?

—Es tu turno, James—interrumpió Christine observándome.

A este punto medio ebrio, mi boca era más difícil de controlar.

—¿Voy a tener que pagarme mi propio trago?—esbocé una sonrisa—lo más peligroso que hice en mi vida fue rebelarme contra mi padre cuándo tenía trece.

Sin dejar de lado que acabábamos de pelear con Leviatán, ahora esa fue la segunda peor situación en que me había encontrado.

—¿Qué pasó esa vez?—Chris parecía intrigada.

¿Qué tan seguro era decirlo? Estaba medio ebrio en un bar...algún día tenían que enterarse.

—Mi padre tenía a muchas personas en su laboratorio—comencé dando otro trago para aliviar la amargura en mi, lo que era irónico—ellos me llevaron a la fuerza a hacerme pruebas ante todas esas personas, no quería y pues...explote. En ese punto mi poder no estaba muy desarrollado, pero era fuerte. Me enojé demasiado y me descontrolé. Varias personas salieron heridas y otras...bueno, no salieron.

Eso borró las sonrisas que habían en sus rostros, incluso la de Dennis. Claro que se resigno a dar un comentario.

—Lo lamento, James—murmuro Chris mientras Cindy ponía su mano en mi hombro.

—Bien, Chris—me limpié los ojos—, es tu turno.

Todos parecíamos interesados por las aventuras de Christine, y es que ¿Qué podía esperarse de alguien que ha vivido con el siglo?

—¿Tengo que hacerlo? Parece algo injusto, he vivido más años que todos ustedes juntos. Tengo más de una experiencia que contar—eso era aún más interesante.

—Hazlo—ella suspiro ante mi orden. Parecía estar no muy concentrada en que era una orden.

—Una vez me dispararon.

—Oye, tú también me disparaste cuándo nos conocimos—no era un reclamo, estaba ebrio.

—No, sí, pero...

—¿Cómo fue?—interrogo Cindy.

Ella podía saber lo que su historia traería en nosotros. Pero decidió hacerlo.

Conforme las palabras salían de su boca mi corazón era lastimado.

En...1941, me ocultaba de las balas, las bombas y las muertes. Era la segunda guerra mundial. Había salido de mi refugio para buscar algo de comida, fui encontrada por un soldado al salir. Creyó que era judía y me apunto con el arma, yo solté todas las cosas que tenía conmigo y levanté mis manos, pero eso no le basto al maldito. Él me disparo en la cabeza. No sentí nada. El dolor vino hasta después, cuando desperté. El soldado imbécil estaba revisando si tenía pulso aún, yo desperté, el dolor empezó en mi frente, uno horrible. Cuando desperté tome al soldado del cuello, y le pregunté si estaba asustado. El pobre se desmayó del susto. La bala seguía en mi frente, tuve que sacarla yo misma de ahí. Lo que provoco otro desmayo, pero me ayudo a sanar.

—Chris...—ella alzó una ceja ante su declaración.

Morir y revivir nunca había sido fácil para ella, el dolor seguía no solo en su mente, en su corazón también y era lo que más me rompía el mío en dos.

—¿Qué? Ustedes querían una historia, esa es la menos peligrosa que tuve—dirigió sus dedos a su frente, dando pequeños golpes con este, cómo dando a entender que había sanado—¿Ven? Estoy sana.

Ella sonrió, sacando de su bolsillo un billete y pasándomelo a mi por la mesa.

—¿Y esto?—cuestioné.

—Tú ganaste. Yo te pago el trago—dudo que eso fuera lo justo.

—Me tengo que llevar a Dennis, muchachos—sonrió Cindy, levantándose de su asiento—, fue un gusto.

Cindy y Dennis hacían una buena pareja, jamás dude de eso. Ella se llevo del hombro a Dennis, al parecer estaba cayendo dormido en la barra por tanto alcohol en su sistema. Me giré a ver a Chris cuando se fueron, ella alzó una ceja.

—Lamento lo que te pasó—exclamé.

—No tienes que sentirlo, fue hace mucho. Ahora toma el billete—claro que no lo tomaría.

—¿Planeas aprovecharte de mi borracho?—quise bromear, haciendo un papel claro de víctima en la situación—Jamás pensé que serías así.

Ella se ahogo en su risa. Pude observarla por un rato.

La comisura de sus labios hacía de su rostro uno más alegre al volver estos en una sonrisa. Tal vez es por mi estado de embriaguez, pero una sonrisa cómo esa hechiza a cualquiera.

Pero esa sonrisa fue borrándose

¿Qué estaba quitándole su bella sonrisa y por qué ahora?

—Chris—lleve mi mano a la suya, rozando mi piel con la de ella pude sentir ahora su nerviosismo—¿Por qué estás nerviosa? Estás...rara.

—¿Rara?—murmuro—Me siento rara desde que vinimos.

Su confesión me hizo extrañarme de más.

—¿Por qué?—le pregunté notando esos gestos ahora en su rostro y alejando mi tacto.

—No lo sé. Siento que debería estar sintiendo algo distinto—admitió con el mismo nerviosismo ahora revelándose en sus mejillas y dedos.

—¿Puedes describir lo que sientes?—si ella hablaba lo entendería.

—Es irritante...es cómo no poder borrar una sonrisa de tu rostro ocasionándote un calambre en la cara—me reí—¡Oye! No te burles, estoy siendo lo más exacta y honesta que puedo.

—No me burlo, es adorable—confesé, ella incluso ahora no dejaba de ser lo que en un principio la condeno a la incertidumbre—, ¿por qué no dejas de escapar de lo que sientes?

—¿Eso hago?—cuestionó observándome.

—Lo haces, Chris—le sonreí—, estás siendo feliz, pero muy dura contigo. Necesitas dejarlo salir todo, todo lo que siente en vez de reprimirlo—aconseje.

—¿Soy feliz?—ahora parecía incrédula, ¿ella creía que era algo imposible?

—Lo eres, te sientes bien. Solo tienes que dejarte sentir, dejarte ser feliz y claro, dejar de guardar todo para ti misma, así no funcionan las...—¿sería un buen momento para hablar de qué tipo de relación teníamos ella y yo? Aclaré mi garganta ante ese pensamiento—relaciones.

—Si hablo más, pensaré menos.

—Bueno, a mi no me molestaría pensar menos si puedo hablar contigo—ese pequeño cumplido la hizo sonreír.

Aunque esa sonrisa se volvió en un coqueteo cuando siguió con su pregunta.

—James, ¿Qué somos?—me preguntó.

Oh esa maldita pregunta.

Ocasionaba en mi un revoltijo de emociones tanto felices cómo tristes, no sabía que esperaba ella que contestará y eso me tenía muy tenso.

—¿Personas?—evadí recibiendo un golpe por hacerlo—¿Qué es lo que crees tú que somos?

—Somos...—su boca parecía querer decirlo, pero ella no—¿somos pareja?

Inesperado.

Casi esculpí mi cerveza por segunda vez esa noche.

—Es...eso, eh...tú, bueno, ¿tú quieres serlo?

—¿Tú quieres ser mi pareja?—su pregunta era clara. Era segura.

Ni siquiera yo pude haberlo preguntado mejor que ella.

¿Esto estaba pasando? Parecía irreal.

Escucharla a ella preguntarme si quería ser su pareja era algo que jamás imagine que pasaría, tal vez en algún sueño podría llegar a ser una posibilidad, pero ahora lo obtenía y era la mayor felicidad del mundo.
Sin embargo, no dejaba de pensar en algo y era ese daño que persistía en su cuerpo y mente.

Lo vi anoche, cuando estábamos cerca de hacerlo...ese mal en su corazón estaba ahogandola.

—Sí quiero. Pero...

—¿Pero?—mi respuesta la aturdió demasiado.

—Chris, tú...—parecía irreal. Quería explicarle mi punto, mis puntos. Pero parecía difícil.

—Si quieres, ¿Qué te lo impide?—me preguntó.

Yo guarde silencio. ¿Cómo podría no atragantarme con mis palabras cómo tan comúnmente me ocurría?

—¿Tú crees estar lista para entrar a una relación?

—Soy mayor que tú, creo que tengo la suficiente madurez para elegir con quién salir—inevitablemente eso me hizo reír. El mundo seguía recordándome que me gustan mayores.

Pero ser mayor no era un equivalente a la madurez.

Ella seguía sufriendo aún si hace años fue su trauma. ¿Qué me decía eso ahora?

—Chris, lo que te pasó...—sé que sería incómodo para ella, me limite a solo mencionarlo—lo que nos pasó. ¿Tú crees que podamos a pesar de todo?

—¿Tú te sientes listo?

¿Lo estaba?

Me esforzaba en no ser la misma persona de hace tiempo, controlar mis emociones y saber cómo ser alguien mejor...¿estaría listo para amar y sentirme amado?

—Chris, yo...

—Yo quiero estar contigo—recalcó—, quiero estarlo desde que supe sobre estos sentimientos. Y no me importa esperarte si eso es lo que necesitas.

—No, no, yo...no me refiero a eso—intenté explicar, a lo que rápido fui interrumpido.

—No, no, es...es difícil para mi decirlo, ¿si? Muy difícil. Pero en serio quiero estar contigo. Todo lo demás me importa un bledo, si es necesario esperar y apoyarte, yo...

Sus labios se movían de forma rápida y mi única preocupación aquí era que se lo tomará mal. No era un reclamo ni un "no", no quería que malinterpretará mis palabras.
Sin pensarlo mucho me acerque a su rostro y detuve todas sus palabras con un beso. Poco a poco su aturdimiento desapareció y en vez de eso su corazón se acelero.

—James...—murmuro cuándo termine el beso. Le sonreí aún viendo sus labios, arrepintiéndome de haberle robado un beso en vez de pedírselo.

—Sí quiero. Quiero ser tu pareja, pase lo que pase—le respondí, algo a lo que obtuve la felicidad inmediata cómo su reacción.

Ella me acerco a sus labios nuevamente, dándome otro beso y rodeándome con sus brazos para apegarme a ella. Era la mejor sensación. 

Ella estaba muy linda está noche.

Siempre lo estaba.

—¿Salimos un rato?—me preguntó alejándose de mis labios, levantándose del banco y entregando al barman el dinero.

¿Por qué parecía querer huir de mi? Eso había sido repentino.

O acaso...¿estaba esperando algo?

Me levante de mi asiento al terminar mi cerveza. Observe como caminaba hasta la salida y me encargue de seguirla.
Sin duda la noche recién empezaba.

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