16| Un beso

Mi amanecer llego mucho antes de lo que podría esperar. Casi no pude dormir por mi emoción y claro, por caer en mi perversión.

Pero ese no era el punto, el sol había salido y yo estaba listo para ayudar a los demás lo más pronto que pudiera. Me duche y vestí con algo sencillo por el calor, luego salí de mi habitación. Lo primero que hice fue averiguar si Chris estaba despierta, logrando descubrir que no tras no verla en ninguna parte del hotel.

Me dirigí lleno de felicidad afuera del hotel, el sol brillaba bastante y yo tenía mucho que hacer.

Había formado un pequeño plan en la noche, quería ayudar a juntar el ejército que requería el equipo. Mientras más pronto se tenga el ejército, mejor. Cuando sali del lugar me tope con un cabello rojizo que reconocí como otro de los miembros del equipo, era Caribe.

—Hola—lo salude con iniciativa—, eres Caribe, ¿no?

Él casi escupió su café matutino del susto que le di, algo de lo que inevitablemente tuve que disculparme.

—Lo soy—me sonrió nervioso—, ¿Tú eres James no?

—Me conoces—le sonreí devuelta—, es la primera vez que hablo contigo, Chris te había mencionado antes.

—Oh, sí—aclaró—, soy de asistencia médica, ella llega bastante seguido por allá.

—Eso tengo entendido—era hora de ser directo, me sobe el cuello—, mira, si te soy honesto. Requiero de tu ayuda.

—Claro, ¿en qué?—al menos ya había dicho sí, parecía ser un chico agradable, a simple vista parecía menor que yo, bastante.

—Yo no conozco mucho del mundo mágico, nada, para aclarar. Necesito ayuda para formar el ejército que requiere Chris—tosí—, y los demás. Claro.

Él sonrió de una forma extraña, parecía entender algo que yo no sabía.

—Te ayudaré, el lugar es grande, bien podrás formar un ejército enorme—contestó dándose la vuelta con su taza en mano aún.

—Pues eso espero...—murmure observándolo.

Caribe era nada de lo que yo había pensado que sería, la mayoría de doctores de mi infancia resultaban ser seres muy inquietantes para una mente  inocente. Pero Cindy y Caribe eran algo muy contrario a los doctores que conocía, tal vez me encontraba cayendo de nuevo en la generalización...

Junto a él me emprendí en un viaje por gran parte del pueblo mágico para buscar a nuevos integrantes. Hasta dónde entendía ellos necesitarían de un entrenamiento previo, por lo que junto a Caribe nos dispusimos a informar hasta en el más remoto lugar del ese mundo.
Era un trabajo arduo pero valdría la pena si podría salvar a Chris de un trabajo más pesado, y haría de todo por verla sonreír.

¿Cómo podría hacerle entender a ella mi felicidad ahora mismo? Que esto...esto que hacía de ir en puerta en puerta junto a Caribe en busca de un ejército era solo porque ella lo requería para ganar esta guerra. Mis razones y motivos podían ser los más egoístas, pero si ella lograba llevar a cabo el plan, no solo lograría salvarla a ella, si no a todas las personas que merecían vivir en esta tierra.

Mi propósito era el adecuado.

—Esto es cansado—exclamó Caribe, ahora bebiendo de una botella de agua.

—Bastante, pero ya les dijimos a muchas personas dónde tienen que encontrarse, si seguimos sera un grano más.

—Estás muy entusiasmado de esto, ¿no es así?—cuestionó sonriendo.

—Sip.

—James—me giré a ver a la dueña de esa voz, fijándome en la figura de Cecilia a mi lado. Es borro la sonrisa que había formado con dedicación mi rostro.

—Eh, seguiré trabajando—respondió Caribe, quién huyo de la situación.

—No sabía que estarías por aquí, esta muy alejado del hotel—comentó en voz baja.

—Yo no sabía que estarías acá tampoco...—aclaré.

Hubo silencio.
Esto no podía ser más incómodo.

—¿Yo puedo ayudar en algo?—se ánimo a preguntar.

—Pues...

—¡Puedes!—grito Caribe, quién se acerco con varios palos de madera largos—vayan a dejar esto al bosque, allá van a entrenar, yo me encargaré de esto.

Ambos nos vimos de reojo ante la propuesta de Caribe, ¿era un tiempo a solas lo que necesitábamos para bajar la tensión? Esperaba que no se equivocará con mis intenciones nuevamente.

Ambos empezamos a caminar con los palos al bosque que había señalado antes. El bosque era grande, pero extrañamente solitario, a comparación de cómo estaba cuándo llegamos, estaba bastante vacío. El silencio inundo nuestras mentes, que al parecer se perdían con los sentimientos y pensamientos.

Yo solo pensaba en cómo dañe a Ceci y cómo quería ya no hacerlo...

—James, de hecho, quería hablar contigo—parecía que había leído mis pensamientos.

—¿Sobre qué?—pregunté.

—Lo de ayer...—mordí un poco mi labio de forma ansiosa, el tema sería tocado y no podía hacer nada para impedirlo.

—Ceci, yo...

—Yo confundí las cosas.

—No tienes la culpa.

—Fui quien te beso.

—Aún así—detuve mi paso, me giré a verla y suspire—, Cecilia, debo confesarte algo. Más bien, explicarlo.

—Adelante...

—No quiero ser cruel, no quiero serlo en verdad, lo de ayer fue lindo de tu parte y lamento rechazar tus sentimientos cuándo tus intenciones son más que gentiles—baje mi mirada avergonzado—, mereces algo mejor, un corazón que sienta lo mismo por ti. Yo...

—Hay alguien más, ¿no es así?—tragué en seco, la observe, su vista se torno triste.

—Sí.

Ella bufó.

—¿Ella es linda?—no entendía porque torturarse así...

—Cecilia, no voy a responder. No esta bien que busques saber.

—Solo...lo siento, perdón—bajo su mirada, ahora sosteniendo solo con una mano los palos, se encargo de limpiarse las lágrimas con su mano libre.

Odiaba ocasionar esto.

Si hubiera una manera de no dañarla con mi sentir...

Suspiré, dejando los palos en el suelo para acercarme a ella y abrazarla, sentía decepción y tristeza, pude sentirlo cuando la toque.

—Lamento esto, Ceci, pero sigues siendo mi amiga, ¿si? Sé que ahora posiblemente me resientas y lo sigas haciendo al escuchar mis palabras, pero sé que habrá alguien que te ame cómo mereces, ¿correcto?—Ella asintió—, ahora vamos, hay trabajo.

Acaricie su cabeza con una sonrisa, la más suave que pude darle.

Me aleje del abrazo para levantar los palos del suelo, seguimos caminando a la zona que mando Caribe. Cecilia fue mejorando poco a poco su estado, olvidando por un lado la tristeza que antes la invadía. Debí ser más cuidadoso...

Llegamos al lugar y lo primero que hice fue acomodar los palos al lado de la roca, de modo en que fueran visibles para Chris. No podía sacarla de mi mente, ¿eso no era obsesivo? Me sentía cómo un rarito obsesionado con la criatura más hermosa que la Tierra pudo obtener jamás. Vi alrededor, el bosque traía en mi una paz y más al ver a esas criaturas que hasta ahora aparecían o despertaban—hasta dónde entendía—, era en una sola palabra, mágico.

—Deberías ir por el resto del equipo...—murmuro Ceci, sentada en una roca no muy lejos de dónde me encontraba.

—¿Estarás bien?—pregunté observándola, ella asintió—tan pronto cómo puedas ve con Caribe...¿si? Nos darán una misión pronto y me encargaré de tenerlos en cuenta.

Ella asintió por segunda vez, yo le sonreí.

Me aleje del lugar, esta vez el sol estaba en el punto más alto, dando a paso más calor de lo que tenía pensado. El bosque era tan bello que cada respiración se sentía fresco, llegue a correr por el bosque, algo que disfrutaba mucho.

Correr era una de mis formas para aligerar las emociones intensas, lo hacía seguido desde que eso funcionaba cuándo me entrenaban de pequeño, esta no era una excepción, bueno, para aclarar, no tenía ninguna emoción negativa en mi, solo estaba muy feliz y quería disfrutarlo. Disfrutar cada segundo antes de llegar con Chris.

El tiempo era cada vez más cercano.

Llegue por fin al hotel, ahora sudando y muy colorado por haber corrido. Con una gran sonrisa entre al hotel, topándome con Dennis, Cindy y Chris en una de las mesitas de la recepción.

Oh Chris.

—¡Hola!—los salude.

Chris fue quien más me observo desde su lugar y siendo sincero era a quién más me interesaba ver. Ella me vio de pies a cabeza y tosió un poco cuando Cindy le susurro algo al oído. ¿Estaban secreteándose?

Camine hasta la mesa, Christine se giro rápido a ver a los demás, evitando mi mirada. Era adorable verla apenada, al parecer si estaba recordando lo que había ocurrido ayer. Me acerque al respaldo de su silla, apoyándome de este y notando el nerviosismo de ella.

—¿Qué hacen?—les pregunté con una sonrisa.

—Humillando a Christine, ¿nos acompañas?—el comentario de Dennis hizo que Chris soltará una risa fingida. Luego alzará su vista a mi.

—Estábamos por hacer el plan...—corrigió—¿Tú que hacías?

Esperaba enorgullecerla en verdad.

—Bueno, Chris. Déjame informarte que ya tenemos al menos cien hombres—haciendo cálculos rápidos era el número más aproximado.

—¿Cien?—parecía sorprendida, ¿lo había logrado?

—Sip, aunque no sé si deberían ser considerados, "hombres" hay de todo tipo de criaturas listas para ayudar en algo—recalqué.

—Wow, James, me sorprendes—exclamó Cindy, a lo que yo asentí y devolví mi vista a Chris.

—Bien hecho, James—me regalo una sonrisa, el mejor premio por haber hecho las cosas bien. Ella carraspeo con ese tono nervioso después.

—¿Qué prosigue, jefa?—le pregunté ahora alejándome del respaldo tras notar que se iba a levantar de su asiento.

—Dennis y yo vamos a encargarnos del entrenamiento de las criaturas, Cindy tú tienes que buscar a los médicos que ayudarán. Y...—se quedo unos segundos pensativa—también les tengo algo a ustedes dos que hacer.

Nos señalo a Cindy y a mi.

—¿Qué cosa?—preguntó Cindy.

—No tenemos que ir con las manos vacías, necesitamos armas—explicó.

—¿Qué armas necesitas que busquemos?—pregunté con una sonrisa, sonrisa que se intensifico cuando supe de que trataba tanto misterio.

—¿Conocen la leyenda de Excalibur no?—¿Cómo no hacerlo? Pase años pensando que era solo un cuento aquella leyenda de la espada en la piedra—Está oculta en algún lago, posiblemente el más digno pueda sacarla de ahí cómo pasó con la piedra. Necesito que ustedes busquen su localización y cuándo la tengan me avisan, encontraremos una manera de sacarla de ahí.

Excalibur...

La espada en la piedra que solo el rey Arturo pudo sacar, tras una guerra se perdió en el mar...¿el mundo mágico la ocultaba todo este tiempo? Mejor aún, en un lago.

—¿Excalibur es real?—cuestione, obteniendo cómo resultado la risa de Chris.

—Más que real—esta vez su comentario no fue de burla—, bien todos tienen sus misiones. Ah y díganle a Cecilia y Caribe que los acompañe.

Ambos asentimos y salimos del lugar.

Tenía una orden, una misión.

Esperen...

¿Estaba enamorado de mi jefa?

¿Por qué ahora sonaba el doble de pervertido?

—¿En dónde tienes la cabeza, James?—me preguntó Cindy cuando noto mi mirada perdida en el suelo.

—¿En mi cuello?—recibí un golpe, a lo que solté una risa—¿Qué haremos?

—Le hablaré a Caribe para que busque a tu amiga, juntos pueden empezar a buscar en los lagos, tú me acompañarás a buscar a mi equipo.

—Entendido—complacido de recibir una misión accedí fácilmente a aportar.

Mi plan había sido llevado a cabo y funciono, había enorgullecido a Chris y me merecí una nueva misión. Ahora podía yo sentirme orgulloso de mi.
Se sentía bien...me sentía bien.

Por primera vez decidí no ocultar mi sentir hacía la persona que amo, no dejaría que fuera demasiado tarde esta vez.

Acompañe a Cindy a los lugares que ella necesitaba visitar, no sin antes haber presenciado la llamada de Cindy a Caribe para buscar los posibles lagos.
El trabajo de Cindy podría ser el más complicado, se trataba de buscar la ayuda profesional para curar y sanar, ahora sabía porque Chris me había enviado con ella...

Tras caminar bastante por un lugar caluroso, estaba cerca de morir de insolación. Con mucha suerte llegamos a un espacio con sombra entre el bosque y el pueblo, donde algunas carpas acompañaban al paisaje verde. En unas bancas próximas a nosotros, nos sentamos para tomar un pequeño descanso. Cindy se mojo un poco el rostro para refrescarse.
A mi en lo personal me gustaba el calor, claro que sudar era una de las peores partes de amar este clima.

Mientras nos encontrábamos ahí, muriendo del calor y del cansancio, un grupo de niños se acerco a la mesa a saludar a Cindy, eso me intrigo bastante, lo suficiente para hacer que por fin me animara a decir algo después de un largo silencio entre ambos.

—¿Los conoces?

—¿A los niños?—asentí—Sip. Crecí aquí, la mayoría son hijos de compañeros o conocidos.

—¿Conoces a bastante gente aquí?—ella sonrió.

—No a tanta, ¿tú no tienes ningún conocido aquí?

—Crecí en la tierra de los humanos—yo era uno, se sentía muy raro referirme a las personas cómo humanos, pero era para aclarar mi punto—, de hecho, ni siquiera crecí con los humanos, pase muchos años encerrado.

—Eso debió darte problemas...

—A largo plazo, sí, supongo—empecé a mover el cuello de mi camisa a un lado y hacía otro, estirando la tela, estaba muriendo de calor.

—¿No estás fresco?

—Para nada—confesé, ella soltó una risa.

—Tengo una maravillosa idea—rasque mi frente.

—¿Cuál?

—¿Cómo van las cosas entre tú y Chris?—alcé una ceja sonrojándome esta vez por la emoción y no por el calor.

—¿Por qué?—tartamudeé—¿Cómo?

—Se hacen ojitos desde la mañana, ¿avanzo algo entre ustedes dos?—suspire cerrando mis ojos, estirando los brazos en la mesa de la banca.

—Puede que hayamos hablado sobre nuestro...sentir—confesé bajando la voz un poco más en cada palabra, mientras ahora hacía circulos invisibles en la mesa con mi dedo.

—¿Se confesaron?—quedo boquiabierta.

—Se podría decir...—ella saltó de emoción.

—¿Y ya se besaron?

—Esto no es un drama de romance, Cindy—ella soltó otra risa.

—No dudo en que son almas gemelas, incluso usan las mismas expresiones—era la segunda vez que me decían algo respecto a mis frases y las de Chris.

—Para aclarar, no nos hemos besado—le contesté.

—¿Por qué no?—preguntó con una sonrisa.

—Pues...no se ha dado la oportunidad.

—¿Cómo te imaginas el beso con ella?

La última vez que imagine algo similar fue cuando bese a su doble y eso no se sintió bien.

¿Había alguna situación especifica en la que tenía que pensar cada vez que imaginaba besarla?

Me gustaría ser romántico...¿a Chris le gustarán los hombres románticos?

—Me gustaría invitarla a bailar—solté sin pensarlo demasiado.

—Que no se diga más—su tono de voz se volvió en uno fuerte—¡Niños!

—¿Qué harás?—ella no me contesto, lo que me alarmo aún más. Los niños se acercaron a mi, solo niños.

—Oto lalka do przebrania! Noś swoje najlepsze stroje—no entendía ni una sola palabra de lo que salía de su boca, pero al parecer era una indicación para los más menores, quiénes me tomaron de los brazos y la ropa y empezaron a jalarme hasta que me pusiera de pie.

Iba a ser secuestrado por niños. ¿Podrían llamarse "niños"? Habían muchas criaturas ahí.

Ellos me jalaron hasta una de las carpas naranjas alejadas de las bancas. Me metieron a la fuerza prácticamente.

—¿Qué hacen?—pregunte son una sonrisa nerviosa, cuando me metieron a la oscuridad de la carpa.

—Cindy dice que podemos cambiarte.

—¿Cambiarme?—ahora entendía porque solo habían niños—dudo que sea una buena idea.

—Tenemos ropa más cómoda—entrecerré mis ojos.

—Bien, me tienen.

Me convencieron demasiado fácil, ¿pero que más podía pedir?

Uno de los niños se acerco a una pequeña vela, prendiéndola y dejando ver algo de luz entre toda la oscuridad de la carpa. Supe reconocer el mueble, el único que estaba ahí, era solo un armario con ropa. Otro de los niños se acerco al armario listo para sacar la ropa que habían cómo opciones.

—La camisa—me mandó, solté un "¿ah?" Que fue respondido por una señal hacía mi pecho.

Entendí su mandato, por lo que me quite la camisa, algo de lo que me arrepentí tras dejar ver mis heridas.

—¿Qué le paso ahí?—preguntó un niño de cabellos castaños.

Solté un pequeño quejido ante la pregunta.

—Son...heridas de guerra—contesté ahora recibiendo la camisa que se supone debía ponerme.

—¿Guerra con quién?—pregunto con sorpresa el mismo niño.

—Conmigo mismo—respondí colocándome la camisa blanca. Era de manga larga pero floja, se sentía fresca por al material liviano que la conformaba.

Lo siguiente en colocarme fue el pantalón, ellos me explicaron que los colores oscuros solo traerían más calor a mi cuerpo, así que me dieron un pantalón beige. Uno algo flojo del final y ajustado de mi torso. Sí era cómodo.

Los niños me despidieron echándome de la carpa en un empujón, habían logrado su cometido y ahora lleno de confusión me acerque a Cindy, que sin ninguna palabra en su boca, pude entenderla.
Ella contaba con una sonrisa coqueta y decidida en su rostro, rápido me señalo con su dedo la carpa del otro extremo. ¿Qué tan seguro estaba de si debía entrar? Tragué en seco esperando una buena respuesta al llegar a la entrada.

Aparte la manta que cubría la entrada de manera en que fuera puerta, logrando percibir la misma oscuridad que en la otra carpa, aunque en esta un lindo paisaje podía verse.

Christine se encontraba ahí junto a varias niñas a su alrededor, podía ver su rostro desde el espejo del mueble.
Usaba un vestido negro que encajaba correctamente en su cuerpo, incluso ajustándolo, los tirantes eran cortos y delgados, dejando a la vista esos hombros que por mucho tiempo deseaba. Las niñas del lugar peinaban su cabello con suavidad y una de las niñas se atrevió a tanto que le dio una flor en su mano, algo que hizo obtener la radiante sonrisa de ella.

Esa mirada azulina llena de una emoción que no era característica del color, era más que brillante.

—Chris—solté, haciendo que ella borrará su sonrisa ante el susto que le di. Se giro tan rápido cómo pudo a verme, su rostro era aún más bello que verlo en su reflejo.

—James, qué...—no pude escuchar lo que seguía, una de las niñas al lado de Chris tomo el cepillo y me lo lanzo a mi frente, algo que provoco que bajará ni vista y me sobará.

Había sido gracioso.

—¡No se permiten niños!—estaba irrumpiendo.

Chris tapo su risa, no muy bien que digamos ya que alcance a escucharla. Ella se puso de pie en cuánto pudo, de su cuello colgaba un collar muy distinto a lo que veía...¿Qué le había pasado al anillo? ¿Era esa la razón de su dolor y aturdimiento?

—¿Estás bien?—me pregunto con una sonrisa que me distrajo de su cuello.

—Lo estoy—reí sobándome la frente–, ¿sabes que planea Cindy? Me metió en una carpa y por lo que veo hizo lo mismo contigo.

—Cindy a veces me sorprende—soltó, ambos nos observamos.

Su vestido estaba tentándome a algo de lo que podría arrepentirme fácilmente. Las niñas del lugar soltando risas bajas salieron corriendo del lugar, eso nos dejo a los dos observándolas ahora.

—Estoy confundido—exclamé ahora devolviendo mi vista a ella, se veía tan hermosa...¿Cómo haría para evitar mis comentarios o caricias? Si ese bello cuerpo estaba haciendo que quisiera acercarme cada vez más—. Te ves linda. Bueno, yo...tú te ves linda todo el tiempo, pero hoy tu ropa es distinta y bueno, es...no hay nada de malo con tu ropa...pero te ves bien.

Eso fue un desastre.

Ella soltó una risa ante mi tartamudeo.

—Gracias, James. Tú te ves bien también—mierda.

Mierda, mierda, mierda. ¿Qué haría ahora?

Estaba cerca mío, su olor era fuerte, su cuello era visible, esos hombros que me volvían loco también, sus palabras resonaban en mi cabeza cómo susurros. James contrólate, pase lo que pase contrólate, recuerda que aún no tienen asegurado nada. ¡Recuérdalo!

—Esta algo oscuro aquí—grandioso.

—Un poco, pero ¿no te gusta? La oscuridad es agradable.

La forma en que una expresión era tan de ella me hacía enloquecer.
La forma en que siempre decía sus opiniones poco comunes era de cierta manera extraordinario...¿estaba siendo otra vez muy cursi?

¿Por qué le cuento esto a un diario?

Me hubiera gustado tomarle una foto a Chris vestida así...

—La oscuridad es agradable si no estas solo—comenté alzando mi mano a ella con algo de calma—¿Quisieras bailar conmigo?

—Pero no hay música—soltó, dándome el privilegio nuevamente de sentir su suave tacto en mi mano.

La ola de sensaciones me persiguió enseguida, emociones que se asemejaban lo suficiente a la felicidad.

—Eso no importa, estamos ambos acá, tú voz y tus pasos serían la mejor música—quise coquetearle, pero el coqueteo resultaba siempre más inocente de lo que quería dar a entender.

Me acerque más a ella sin querer incomodarla tanto, cada sensación en su piel correspondía mi gusto por su tacto, así que con cuidado coloque mi mano alrededor de su cintura y ella llevo su mano a mi hombro.
Empezamos a dar movimientos de un lado a otro, nos desplazábamos lentamente a lo largo del suelo, la llama de aquella vela que alumbraba el lugar resonaba más que nuestros pasos, bailar con ella era cómo flotar en el espacio, jamás había estado ahí, pero podría jurar que en el baile era cómo si lo supiera todo este tiempo. En eso sentí algo raro en ella, era como si...se fijara en algo.

—Esto lo planeaste tú, ¿no es así?—soltó, yo abrí mis ojos.

Podría decirse que en parte sí, le di una mala idea a Cindy y eso termino conmigo en una carpa bailando con Chris. Tal vez no era tan mala idea después de todo.

—¿Cómo es que siempre lo sabes?—cuestioné.

—Hay mejores formas de pedirme bailar contigo, ¿si lo sabes verdad?

—¿Puedes culparme? No sé si te gusta bailar...—confesé.

—Me gusta—eso me hizo sonreír de forma boba—, solo si es contigo el baile.

Solté un bufido más que feliz de su respuesta. Y claro, por el cumplido. Christine sabía cómo dar mejores cumplidos que yo.

Tras verla una vez más mi mano no resistió. Apreté un poco mi toque en su cadera, haciéndola estremecerse un poco por ser sensible. Ahora la miraba fijamente a los labios, labios que se habían vuelto rojos ahora. Parecían tener el más exquisito sabor. Mis pies detuvieron sus movimientos al empezar a sentir el anhelo. Ella borro su sonrisa cuando noto mi mirada en ella, esta vez el deseo también se hizo presente en su tacto. Empecé a sentir como su mano acariciaba mi cuello en busca de sostenerme. El tiempo parecía algo eterno en ese determinado momento, ¿por qué no podía solo hacerlo? Sus labios lo deseaban, ella lo hacía.

Fui acercándome a su rostro, ella fue acercándose también a mi. Sus respiraciones se sentían tan cerca, estaba muy cerca de terminar con mi agonía, solo hazlo, James...

Sin dudarlo ni un segundo más, le arrebate un beso. Uno corto y pequeño, ni siquiera abrí sus labios para besarla, temía ser muy atrevido con ella.

Incline mi cabeza para besar sus labios.

Eran tan exquisitos.

Estaba seguro de algo y es que era mejor de lo que imagine. Nada se compararía a mi sentir. Esta vez ignore su sentir por un momento, dando a entender el mío en el beso. La amaba tanto y amaba este contacto, esos labios carmesí, ese rostro calmado que me besaba con esos ojos cerrados, ese agarre fuerte de mi cuello para el acercamiento.

Termine el beso antes de lo que ella quería, haciendo notarlo en su mirada y tacto decepcionado cuando me quite de su rostro.

—Yo no planeé el vestido—solté, algo que a ella no le agrado tanto.

Pero en vez de recriminar algo, solo sonrió y me tomo esta vez de mi camisa, acercándome con fuerza a sus labios.

Con desesperación empezó a besarlos, esta vez dando paso al sabor de su boca al abrir mis labios. Si sus labios eran exquisitos pues el sabor de su boca lo era más. Me daba a mi cierta sensación que empezaba a desear más en mi.
Ella empezó a mover su boca conforme besaba los míos. Esta vez yo cerré mis ojos para no visualizar su rostro que solo haría de mi agonía algo más doloroso, aunque estaba seguro de que ella mantenía sus ojos cerrados también, ya que su beso se volvió torpe.
Empezó a ser un poco más fuerte, más tosco con mis labios, tal vez era intencional...

Ya que ahora sentía mordidas en mi labios.

Esos dientes suyos estaban atacando mis labios con una fuerza que era placentera y no dolorosa. Sentir todo ello y el deseo en su propio cuerpo, resultaba ser la mejor forma de morir.

—Chris...—¿estaba listo para entregarme a sus más secretos anhelos? ¿Podría con tales? Las mordidas acabaron, ella empezó a dar besos una y otra y otra vez en mis labios, eso me hizo empezar a ahogarme—Chris.

Murmuré otra vez, alejando mis labios de los suyos por un momento aún con mis ojos cerrados, lo que solo hizo que ella besara la comisura de mis labios con más pasión, casi mordiéndome la mejilla.

—Shh—me calló otra vez dándome un beso en mis labios.

¿Sería suficiente?

Abrí mis ojos ante tal cuestionario.

Mi perversión y deseo habían sido interrumpidos por algo que no había considerado hasta ese momento.

—Chris, espera—la detuve.

—¿Por qué esperar?—cuestionó alejándose de mis labios, pero quedando cerca para sentir su aliento—No hay cama, pero...

¿Esperaba que lo hiciéramos ahí? La sola idea me hacía sonrojarme más.
No podía imaginarme alguna forma en que eso funcionaría, era una carpa y...¡No podía! ¡No estaría ni a sus talones si lo hago con ella!

Lleve mi frente a su hombro, ocultando mis pensamientos y sintiendo su hombro.

—Tenemos que buscar la espada...

Ella suspiro, pude sentir en mi cuello su aliento.

Sentía su decepción...

Mierda, ¿dejaría pasar esto?

Estaba más cerca que nunca de tocarla...de hacer todo lo que alguna vez imagine, de cumplir con sus fantasías hasta que estuviera satisfecha. ¿Por qué no aceptarlo?

—Vamos—soltó, a lo que me aleje de su hombro, notando cómo ahora se alejaba hasta dirigirse a la salida.

La había decepcionado otra vez y todo por una inseguridad nueva en mi. Era estúpido.

Estúpido, estúpido, estúpido.

Suspire con frustración, saliendo del lugar.

—¿Qué tal les fue?—escuche a Cindy.

—Ah, pues...Cindy, tenemos que trabajar—intenté evadir la pregunta, algo que ella claramente noto.

—Oh. Encontramos un lago cerca de aquí—con "encontramos" se refiere a ella—, Caribe y Cecilia fueron a revisarlo, ellos nos avisaron hace rato.

Me crucé de brazos alcanzando a escuchar que teníamos que ir antes de seguir con mi duda anterior.
¿Sería suficiente? ¿Lograría complacerla?

Complacer a un hombre era tan fácil. Ella a mi me complacía con solo dejarme tocarla o verla, ¿pero qué hay de ella? ¿Es suficiente para ella también o solo yo soy quien es tan cursi para sentirme satisfecho con solo imaginarla?

Me sentía el ser más tonto del mundo.

Cindy me observo, notaba en su mirada muchas preguntas, preguntas que se resolvían con una sola acción.
Me aleje de ella, no había nada que contar. Nos besamos y eso fue mágico...seguía sin sentirse real, pero ahora en este punto no sabia cuál era el siguiente paso.

Fuimos todos al lugar que Cindy menciono, un lago cercano donde el agua resplandecía con la luz del sol. Los árboles adornaban cada esquina del lago, haciendo sombra en lugares específicos. Los paisajes de estas tierras siempre van a sorprenderme de la misma manera. Observe a Ceci antes de que se fuera con Caribe, parecía seguir molesta conmigo. No podía culparla por hacerlo. Ellos habían dejado una canoa en la orilla del lago, así que nos dispusimos a entrar con ella. Ayude a Cindy y a Chris a subir y luego empuje la canoa al lago. Tome un remo y fui el último en adentrarme. Yo fui quien tomo el control, guiando la canoa por el lago. Era bastante calmado, dudaba en que fuera la primera opción de Cindy.

Tan rápido cómo nos adentramos al lago los árboles que lo rodeaban empezaron a torcerse, tapando por completo con la grandes copas verdes la luz que entraba. El lago quedo a oscuras, nosotros quedamos a oscuras, sin embargo el lago brillaba.
Entendía el porque Cindy había optado este por una opción.

¿Era normal que brillará tanto?

—Oigan...

—¿Qué pasa?—escuche a Cindy cuando empecé a acercarme a la orilla.

El remo que había tomado ahora pesaba, era cómo si estuvieran jalándolo, no pude seguir remando así.
Un destello celeste se notaba desde las profundidades del lago, haciendo que Chris y Cindy lo notarán enseguida. La canoa se sacudió de forma en que varios caímos de nuestros lugares—aunque con suerte no en el lago—, ¿Qué estaba pasando?

—¡Sujétate!—le grite a Christine quien estaba demasiado cerca de la orilla.

—¡James suelta el remo!

No lo hice y ese fue mi error. Tenía toda intención de hacerlo, pero no lo hice a tiempo, haciendo que la fuerza del remo me empujará al lago. Pude percibir el sonido que hizo la voz de Christine cuando mi cuerpo fue hundiéndose. Las algas del lago me envolvían todo el cuerpo y me sumergían por más que peleara en seguir con vida.

El agua empezaba a aplastar mi pecho hasta hacerme acabar el aire que sostenían mis pulmones. Fui cerrando mis ojos, pero un movimiento me hizo abrirlos otra vez. Chris había entrado al lago y ahora me jalaba hacía ella con desesperación. En un momento se fijo en que era imposible hacer algo si estaba ahogándome, así que se acerco a mi y me sostuvo de las mejillas, pasando en un beso el aire que requería. Temía que eso la dejará a ella sin aire...pero afortunadamente le quedaba, logrando por fin zafarme del agarre de las algas me apresure a salir hasta la superficie. Pero mi emoción por respirar se detuvo cuando Chris no estaba ahí. Tomando más aire que antes decidí volver a bajar, provocando entre mi acción la mayor preocupación de Cindy.

Seguí nadando hasta donde Chris se encontraba, quien estaba próxima a ser atacada por las mismas algas. Me acerque a ella con la mayor rapidez, tomándola de la cintura y alejándola de las algas lo más pronto que la pesadez del agua me permitía. Iba a regresar a la superficie, pero una...voz resonó en el lago.

—James—baje mi vista a la profundidad del lago, la que ahora ya no era oscura, era brillosa.

¿Celeste?

Parpadeé buscando una forma de hacer que mis ojos vieran mejor, si usualmente no podía ni ver, menos debajo del agua. Apresure mis movimientos hasta la superficie para sacar a Christine, la coloque en la orilla de la canoa. Ella empezó a toser y a respirar mal, se sentía horrible...

—James...

Negué, me aleje de ella y me devolví a la profundidad del lago.

Empecé a nadar en la misma dirección que la luz. Era cómo si la inercia me hiciera hacerlo, como si solo dejara de tener el control absoluto de mi cuerpo al notar ese brillo. La espada que buscábamos se hizo presente en la tierra, enterrada y alumbrando. Con fuerza me dirigí a ella y empecé a moverla de su lugar, dudaba mucho en que pudiera sacarla. Puede que haya obtenido fuerza con el suero, pero eso no importaba si se trataba de Excalibur.

Poco a poco mi vista se torno más borrosa, la fuerza por fin me permitió hacer algo de lo que jamás pensé ser capaz. Saque la Excalibur de la tierra.

El brillo que tenía este se hizo más intenso, sentía todo tipo de emociones en el tacto con esta, sentía una...conexión. Sentía el dolor de la guerra y las muertes que llevaba la espada, pero ese mismo dolor me hizo darme cuenta que el aire estaba acabándose. El brillo de la espada se acabo, yo regrese cómo pude a la superficie, soltando un muy largo suspiro para retomar el aliento.

—¡James!—soltó Chris, acercándose a mi aún en la orilla de la canoa.

—Chris...—mi respiración era agitada, me costaba respirar—lo logre.

Le sonreí de forma débil, enseñándole la posesión de la espada en mi mano izquierda, ahora mi mano estaba envuelta en algas. Pero lo había logrado.

—¡Acaban de pegarme el mayor susto de mi vida ustedes dos! ¡No vuelvan a hacerlo!—Recibí un golpe de parte de Cindy. Luego nos ayudo a subir a ambos. Era de día y aún así hacía mucho frío al salir.

—¿Estás bien?—me preguntó Chris, tocando mi pierna.

—Muero de frío—respondí cerrando los ojos—¿Y tú?

—Estaré bien—ambos respiramos agitados, Cindy dio un toque con su mano en el agua, algo que hizo que ahora nos llevara una pequeña corriente de regreso a tierra. Los árboles poco a poco se alejaban del lago, dando paso al sol.

—Ya llegaremos...

—James—soltó Chris, esta vez la note a mi lado—, no debes dudar de lo que eres después de lograrlo.

Me comentó señalando la espada, yo solo la mire a ella y luego a esta.

¿Qué hay de si decía la verdad? ¿No era lo que todos decían?

Llegamos a la orilla del lago, empapados y llenos de cansancio. Todos bajamos de la canoa y esta vez no teníamos las manos vacías. Nos acercamos otra vez al lugar de las carpas, yo deje la espada en la mesa con mi aliento perdido. Estaba exhausto.

—Tenemos que buscarle una funda—murmuro Cindy.

—No soy bueno eligiendo—ahora la camisa que usaba estaba pegada a mi torso, era desesperante.

—Me encargaré que buscar uno adecuado—sonrió. Girándose un momento para hablar con alguien cercano.

—Hey, James—me susurro Chris.

—¿Mhm?—ella me tomo de la mano, levantándome de mi asiento.

—Ven—alcé una ceja, ahora ella me guiaba lejos de Cindy.

Se sentía...no lo diré.

—¿Adónde vamos?—le pregunté siguiéndole el paso torpemente.

—A mi habitación.

—Oh...—eso dio un "click" en mi cerebro—Oh.

Eso explicaba su excitación.

Dios, Dios, Dios.

Tan cerca.

Tan...anhelado.

¿Está vez sí lo haríamos? Sentía miedo de decepcionarla. Pero tal vez era por el clima o tal vez por tocarla y ahora ver cómo ese vestido se ajustaba aún más a su cuerpo y resaltaba cada parte de este, pero también me sentía excitado.

Esperaba realmente no decepcionarla. Rogaba porque no.

Corrimos huyendo de los regaños de Cindy, no tardamos mucho en llegar al hotel. Corrimos por los pasillos, algo que nos hizo resbalar varias veces.

—Shhh—me calló—, no tienen que oírnos.

—Vas a caerte—advertí cuando note su paso más apresurado.

Pero quién cayo fui yo.

Caí en el suelo soltando una risa, nuestros impulsos provocaban esto.

—¡Vas a hacerme caer tú!

Solté otra risa, me ayudo a levantarme, pronto llegamos a su habitación. Con su pulso equilibrado metió la llave en la cerradura y ambos pasamos. Yo cerré la puerta con mi mano cuando entro, atrapando a Christine conmigo.
Ella recostó su espalda en la puerta con una sonrisa, yo me avergoncé.

Solté otra risa nerviosa ante su vista y mi acción. Me acerque a ella, atreviéndome a tocar sus labios con los míos. Esta vez el beso fue brusco, el beso fue dado con cierta pasión que desmoronaba en mi toda mi sensibilidad.
Pronto deje de besar sus labios, me acerque mucho más a ella y empecé a besar cada parte de su rostro. Esa hermosa punta de su nariz, esa mejilla suave, su frente...

—James—quería seguir besando su rostro, cada parte, pero ella esperaba seguir recibiendo besos en sus labios. Algo que hice otra vez.
Cerré mis ojos en el beso, estaba saliéndome de mi cuerpo con tan solo besarla, no pude evitarlo, mordí su labio en el beso. Eso la hizo suspirar y a mi solo me motivo más.

Dirigió sus manos a mi cuello, yo dirigí mi mano a su espalda. Empecé a caminar hacía atrás, Chris me seguía el paso aún besándonos. Me hizo sentarme en la cama y ella se coloco encima mío.

No soy quisquilloso.

¿O si?

Lleve mis manos a su cintura, apretándola y sintiendo cómo eso la hacía suspirar más. Movió su cabeza hacía atrás, eso hizo que empezara a dar besos a su cuello, jamás imagine que esto se sentiría tan bien.
Deje de besarla por unos segundos, quitándome la camisa y tarándola hacía otro lado para seguir besándola. Pero ella solo se quedo observándome.
Ese fue el momento en que aproveche para revertir los papeles, esta vez ella quedo abajo mío y yo sonreí apenado por hacerlo.

Empecé a besar otra vez su cuello, bajando cada beso un poco más que antes. Cuando menos lo note ya me encontraba en su pecho, luego siguió su vientre.
Quería hacerla sentir bien y esos movimientos de su mano que pegaban más mi cabeza a ella me decía que le gustaba, sin olvidar su tacto, que con tan solo sentirla sabía que estaba esperándolo. La observe por unos segundos deteniendo mis besos.

Se veía tan bien...

Estaba empapada, estaba agitada, sonrojada. Lucía demasiado bien y eso fue lo que termino creando en mi una reacción hormonal que no podía evitar.

Espero disculpes mi atrevimiento, Chris.

Me dirigí otra vez a su cuello, esta vez lamiéndolo y besándolo, atacándolo con mi boca. Poco a poco fui bajando mi mano hasta su pierna, la cual acaricie con mi dedo, sentía la forma en que se estremecía, la forma en que estaba torturándola por la espera. Metí mi mano debajo de su vestido. Tenía un pantalón puesto, ¿por qué no lo note antes?

Estaba por quitar el pantalón que rodeaba su cintura, pero ante su tacto, algo nuevo pude sentir.

—¿Chris?—de un momento a otro ella aruño mi espalda y empezó a temblar, tenía miedo—Christine.

El deseo se había desvanecido de su cuerpo y ojos, al alejarme de su cuello pude verlo, sus ojos estaban brillosos, estaba al borde del llanto y yo no podía hacer nada al respecto. ¿A qué temía? ¿Qué sentía?

—Yo...—lo sentí, esta vez lo hice.

Ella tenía miedo de mi.

—Hey, tranquila, ¿si?—tome su mano—soy solo yo, no hay nadie más, no pasará nada.

—Lo siento—se disculpo ahora tapándose su rostro—yo quería, solo...es...

—No tienes que sentir, ¿vale? Estoy aquí, no te obligaré a nada que no quieras.

—Perdón, James—se disculpo, quitándome de encima suyo y sentándose. Yo solo me senté a su lado con temor.

—No tienes nada de que disculparte, Chris. Yo lo entiendo, ¿si? Habrán más oportunidades.

Sus ojos me observaron, ella empezó a llorar tan pronto cómo se topo con mi mirada. Yo le acerque a mi para abrazarla con calma.

Me sentía avergonzado de mí mismo. Se lo recordé y ahora ella estaba llorando...

—No puedo...

—Lamento todo, Chris. Lamento habértelo recordado, eso no volverá a pasar, ¿si? Estoy ahora contigo y no dejaré bajo ninguna circunstancia que alguien llegue a tocarte de nuevo.

Estaba decidido a hacerlo desde tiempo atrás.

No sabía muy bien que decir o hacer...pero esperaba estar haciendo al menos lo mínimo que se requería para mantenerlo bajo control.
Ella siguió llorando, yo sobe su hombro con calma. Pronto le dije que se recostara a mi lado en el centro de su cama, algo a lo que ella hizo caso. Me abrazo con un poco de pena y deje que siguiera llorando.

Quería que dejara de llorar, quería dejar de permitir que tuviera dolor, pero mientras más dejará salir todo eso que resguardaba sería mejor para ella.
Acariciaba su cabello buscando calmarla, algo que estaba logrando tras unos segundos. Ella empezaba a dejar de llorar por fin y eso trajo en mi un alivio indiscutible.

—Créeme, si pudiera hacer algo para curar ese mal en tu cabeza y corazón lo haría...—le di un beso en su frente—si solo pudiera.

—No tienes que hacerlo—soltó en un murmuro, empecé a sentir la calma que ahora sentía.

—Yo sé que no, pero me gustaría...¿alguna vez has pensado en ir a terapia?—eso ayudaría, pero su respuesta no fue segura, ella oculto su rostro en mi pecho, sentía cierta pena de su parte...—Eso no tiene porque avergonzarte, Chris. Que necesites terapia no significa que seas débil, no significa que eres menos.

—Ya sé...

—Incluso los héroes necesitan ayuda a veces, ¿sabes? Tú eres mi héroe y el de muchos también. Todos necesitan un descanso y mejorar.

—¿Tú has ido?—me preguntó acercando ahora su vista a mi, colocando su barbilla en mi pecho para verme.

—Sí, me ha ayudado bastante, antes de eso tenía muchos ataques de ira, solía dañar...—¿podría decírselo? ¿Ella me vería con los mismos ojos si sabía que me dañaba a mi mismo en esos ataques?—dañar a otros.

Lo siento.

No podía decirle aún lo que pasó...

—¿Eso sirvió?—asentí—Tú crees...¿Qué pueda olvidarlo si voy a terapia?

—No olvidarlo...—tenía que ser honesto—algo así jamás se olvida, Chris. Pero cada vez el dolor será menos, cada vez sabrás cómo enfrentarlo. Saldrás adelante, yo lo sé y te apoyaré.

—¿Lo harás?—cuestionó.

A mi me hubiera gustado que alguien me apoyara para recibir ayuda. Hacerlo solo es lo más costoso que puede existir. Quería que Chris sanará y se sintiera menos sola, si era necesario, iba a estar cada día que lo requería.

—Lo haré. Te lo prometo.

Pasamos un rato más recostados, no tarde mucho en preguntar sobre la ausencia de su collar, ella contestó que lo perdió con Azrael y eso genero una nueva y mejor conversación.

Ella empezo a explicarme a que fantasmas veía después de que expresara mi temor de que su hermana nos viera, realmente no sé como funciona el poder de los fantasmas...

Me atreví a contarle a lo largo de la conversación lo que vivi en la iglesia de Escocia con Ophelia, como es que ella busco decirme que ayudara a Christine, aunque ella ya hubiera muerto era evidente que el amor no.

Chris aprovecho la oportunidad para enseñarme un dibujo de Ophelia, solo para confirmar que sí se trataba de ella. Christine en serio dibuja bien, parece ser un gusto de ella, sus demás dibujos también mostraban esta pequeña pasión. ¿Alguna vez habra intentado dibujarme?

El miedo de Chris desapareció en los siguientes minutos. Le di un beso y nos quedamos en silencio por un buen rato. Uno que fue largo y termino haciendo que Chris durmiera en mi pecho.

¿Había imagen más hermosa que la de ella durmiendo?

Sentía su calma al dormir...muy diferente a lo que sentí en su cama cuando ella estaba en la iglesia. Esta vez no habían pesadillas ni malos momentos, podía dormir. Esas ojeras iban a desaparecer...

Me gustaría ayudar más a Chris, ¿pero cómo?

Observe la puerta del cuarto, con mucho cuidado quite a Chris de mi pecho y la deje recostada, camine hasta la puerta en silencio, saliendo de esta. No había dejado mi teléfono cargando y faltaba muy poco para que se apagara, pero aún así lo tome y regrese a la habitación de Chris. Volví a recostarme en la cama, al lado de Chris, aunque ella estaba de espaldas ahora. Sonreí ante la imagen que por un momento me hizo olvidar de su tragedia, se veía cómoda, hecha bolita en la esquina de la cama, podría decir que estaba en paz.
Prendí mi teléfono y con algo de pena me acerque al buscador. En la próxima cita con mi psicólogo podría preguntarle, pero por ahora...

Busque.

Parecía bastar por ahora...

Pasará lo que pasará, iba a hacerla sentir segura a mi lado.

No iba a dejar que llorará, que sufriera, que lo recordara. Iba a ayudarle a sanar y si era necesario para eso investigar o hablar, lo haría.

Lo haría.

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