[46] TONTO
Algunos días eran peores que otros. Algunos días Lara podía poner una sonrisa en su rostro, y otros días apenas podía soportar salir de su habitación. Daryl respetaba esto y siempre se aseguraba de llevarle comida cuando no se presentaba a cenar. De pie afuera con una bandeja, llamó a la puerta y esperó. Ella nunca respondía, pero él siempre entraba.
Estaba acostada en la cama, con la mirada perdida en la pared, y Daryl siempre la despertaba de sus ensoñaciones. Ella se giraba, le ofrecía una sonrisa y luego comenzaba a comer mientras Daryl se aseguraba de que terminara el plato. No podía hacer nada para salvar a su esposa de los demonios en su cabeza, pero podía salvarla físicamente, manteniéndola en marcha.
Cada vez que el plato estaba vacío, lo tiraban al suelo y Lara se acurrucaba de nuevo, esta vez en los brazos de Daryl. Él la abrazaría hasta que se durmiera, e incluso entonces no se iría. Se quedaría hasta que ella se despertara a la mañana siguiente, y continuarían con ese sistema cada vez que volviera a empeorar.
Una mañana, cuando Lara caminaba por la calle, vio que un par de alexandrinos se burlaban de Lydia. Aunque la chica era la hija de Alpha, Lara no tenía problemas con Lydia y, de hecho, le agradaba bastante. Sentía pena por la chica, porque tener una madre como Alpha y estar rodeada de la gente de aquellos a los que Alpha había lastimado no podía ser fácil.
Una hija por una hija fue algo que nunca cruzó por la mente de Lara. Uno podría haber pensado que lo habría hecho, pero Lara entendió que no era necesario. Lydia no había sido quien había matado a Rosie ni a los demás, por lo que era inocente. Era era solo una niña, y Lara lo reconoció. Le había dejado explícito al consejo que no iba a perseguir a Lydia como una forma de llegar a Alpha, porque no estaba en su naturaleza.
Ver a los alexandrinos siendo crueles provocó una especie de furia protectora en Lara, y caminó hacia ellos, apretando los dientes—. Oigan, ustedes tres —se volvieron hacia ella—. Vuelvan al trabajo y salgan de aquí.
Sin nada más que decir sobre el asunto, Lara corrió detrás de Lydia y la alcanzó cuando entró en su escondite habitual entre la ropa tendida para secar.
Sentándose a su lado, Lara dijo—: ¿Te importa si me uno a ti?
Lydia se encogió de hombros.
—Lo tomaré como un sí —dijo Lara—. Oye, solo ignora a esos chicos. No valen la pena.
—Es frustrante —dijo Lydia—. No siempre lo hacen, pero cuando lo hacen...
—Apesta, lo sé —dijo Lara—. Pero bueno, cuanto más los ignores, más rápido se darán cuenta de que no te molesta. Eventualmente se detendrán.
Lydia miró a Lara—. ¿Por qué eres amable conmigo?
—¿Qué quieres decir?
—Después de lo que le hizo mi mamá... a tu hija —dijo Lydia en voz baja—. Casi esperaba que me mataras.
Lara negó con la cabeza—. Eso no va a pasar, cariño. Lo que hizo tu mamá no fue tu culpa.
—Ojalá todos pensaran así —dijo Lydia.
—Bueno, la gente es estúpida —dijo Lara—. Pero no estás sola. Hay gente alrededor que te respalda.
Lydia asintió, escarbando en la tierra y sacando un gusano—. Supongo.
En ese momento apareció Negan, utilizando una carretilla. Cuando vio a Lydia y Lara, se detuvo—. ¿Estás buscando trabajo?
—Solo quiero aclarar mi cabeza —dijo Lydia.
—Es tu tercera visita esta semana —dijo Negan—. Sigue así y encontrarás unos calcetines con tu nombre.
Lydia suspiró—. Gage y sus amigos comenzaron de nuevo hoy.
—¿Otra vez? —preguntó Negan—. Dios. Mira, es obvio que no tienes un buen día, pero... ¿qué pasó con adaptarte? Estás pasando el rato con la Srta. Dixon-Grimes, así que obviamente algo te está molestando.
Lara puso los ojos en blanco cuando Lydia dijo—: No voy a sonreír y aceptarlo.
—No dije eso —dijo Negan—. Pero tampoco dije que escapes y te escondas.
—Dijiste que los matara con bondad —dijo Lydia.
—Sí, dije eso —dijo Negan, agachándose—. Están buscando una reacción de tu parte. Quieren verte molesta; no les des el gusto. Que se jodan. Pregúntale a Lara, ya ha pasado por suficiente.
—Odio decirlo, pero tiene razón —dijo Lara.
En ese momento apareció Daryl, retirando una sábana y diciendo—: Vamos.
—Estamos bien —dijo Lydia.
—Ahora —exigió Daryl.
De mala gana, Lydia se puso de pie y se alejó. Lara también se levantó, cuando Negan le dijo a Daryl—: Solo trata de encajar.
—¿Sí? Bueno, eso nunca sucederá si anda contigo, ¿no? —respondió Daryl bruscamente—. Lara, vamos.
Lara puso los ojos en blanco y siguió a Daryl tras Lydia. Cuando la alcanzó, Lydia dijo—: Estábamos hablando.
—Él no es tu amigo —dijo Daryl.
—Me entiende —dijo Lydia.
—Solo aléjate de él, ¿de acuerdo? —preguntó Daryl.
Lara se detuvo cuando vio la pintura en las puertas, letras amarillas brillantes que decían SILENCIEN LOS SUSURROS, y miró a Daryl. Esto no era bueno, y la forma en que las cosas se estaban gestando lentamente no se veía bien para Alexandria. La gente estaba inquieta, cansada de ser controlada por los Susurradores. Estaban cansados de vivir con miedo, sin que nadie hiciera nada al respecto.
Lara suspiró—. Por el amor de Dios.
—
Las cosas llegaron a su punto de ebullición cuando Lydia fue atacada. Negan mató a una de sus atacantes, y mientras estaba encerrado por lo que había hecho, Lara llevó a Lydia al médico. Permaneciendo a su lado mientras la conmoción la consumía, Lara no le dijo nada a la chica. Las palabras se estaban quedando cortas últimamente, y Lara no sabía qué decir ni por dónde empezar.
En cambio, tomó la mano de Lydia mientras el médico la curaba, sin darse cuenta de que Daryl estaba mirando desde la puerta. Siempre supo que Lara sería una buena madre, y ella no había perdido eso a pesar de perder a su hija. Ella era protectora, siempre cuidaba a las personas, y verla cuidar a Lydia le recordó a Daryl que la Lara de antes todavía estaba allí, luchando por tener la oportunidad de reemplazar a la Lara que se estaba recuperando de sus pérdidas.
Al volverse hacia la puerta, Lara vio a Daryl y sonrió—. Hola.
Daryl acercó a ellas, mirando a Lydia con simpatía—. Lamento que te haya pasado esto —ella no contestó—. ¿Lydia?
Daryl puso una mano en su brazo y ella dijo—: Estaba tan sudoroso. Nunca le gustó el desodorante. Decía que le hacía picar las axilas. Así que yo... me acostumbré. A veces olía a cebollas y ajo. Lo extraño.
—¿A quién? —preguntó Daryl.
—Mi papá —gimió Lydia—. Mi papá me habría protegido.
Daryl suspiró—. Cuéntanos qué pasó.
Lydia los miró—. Negan me salvó la vida.
Daryl se sentó al lado de Lydia, quien se reclinó en su abrazo y sollozó. Lara se puso de pie, dejando a Lydia en las hábiles manos de su esposo. Mientras se dirigía a la puerta, Daryl preguntó—: ¿A dónde vas?
Ella se volvió hacia él—. Sabes a dónde voy.
Lara se dirigió a las celdas donde estaba detenido Negan, y entró. Cuando la puerta se cerró detrás de ella, él preguntó—: ¿Cómo está la chica?
—Está lastimada, pero estará bien —respondió Lara—. Sabes, la gente dice que hay que matarte, que Rick ya no está para salvarte, y que quizá deberían haberlo hecho hace mucho.
Negan se sentó—. ¿Y qué piensa usted, señorita Dixon-Grimes?
—Lo que yo piense no importa —dijo Lara—. Lo que importa es lo que sé. Mataste a Margo, pero estabas defendiendo a Lydia.
—Si viniste aquí en busca de una confesión, sigue caminando —dijo Negan—. Fue un accidente. Y para que conste, que se joda. Era una desgraciada que golpeaba a una niña. El mundo está mejor ahora, pero eso ya lo sabes, ¿no? —se rió—. Viniste aquí a mirarme a los ojos porque no sabes qué hacer conmigo. Tu esposo tampoco.
En ese momento, Daryl entró y encontró a su esposa frente a Negan—. ¿Qué diablos estás haciendo?
—Hablando —respondió Lara.
—Con él no —dijo Daryl—. Sal de aquí.
—Y aquí está —dijo Negan—. Dime, ¿viniste aquí por las mismas razones que tu encantadora esposa? Mierda, todo el tiempo que pasaste fantaseando con mi muerte, las veces que intentaste matarme, y ahora mírate. No estás tan seguro. Ninguno de los dos.
Daryl se colocó frente a Lara y se apoyó contra los barrotes—. Escúchame muy bien. Tú y yo nunca estuvimos en una habitación mano a mano. Y no hay nadie para salvarte ahora.
—¿Qué quieres que haga, Daryl? —preguntó Negan—. La gente allí afuera quiere sangre. Los tipos como tú y yo podemos oler eso desde lejos.
—¿Por qué ayudas a Lydia? —preguntó Daryl—. No eres un héroe.
—No, no lo soy —dijo Negan—. Soy un tonto. Mira, comencé a creer en su forma de vida, en su código moral. Mierda, incluso me dejaron probar un poco de libertad solo para poder quitármela cuando hice lo correcto. Debes admitir que es algo muy retorcido, y ambos sabemos que sé apreciar las cosas retorcidas.
—Tendrás la oportunidad de contar tu versión —dijo Daryl, volviéndose hacia Lara—. Vamos.
Cuando se fueron, Lara escuchó a Negan decir—: ¿Quién es el tonto ahora? —y no pudo evitar pensar que estaba a punto de convertirse en la mayor tonta del planeta por la idea que se estaba formando en su cabeza.
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