[38] EN LA TORMENTA
El Reino resistió durante tres meses más antes de declararse en mal estado y verse obligados a abandonar su hogar. Daryl estaba entre el grupo que salió para ayudar a la gente a mudarse en medio del invierno más duro que Lara había experimentado hasta la fecha. Le ofrecieron la oportunidad de ir con ellos para ayudar, pero la rechazó.
—No puedo volver allí —dijo Lara—. Porque ahí es donde murió, y no puedo... no puedo hacerlo.
Daryl le había besado la mejilla y le había dicho que estaba bien, y ella lo había visto irse con el resto del grupo. A pesar de que habían pasado tres meses desde la muerte de su hija, el dolor de Lara nunca disminuyó. Visitaba la tumba de su hija todos los días, donde descansaba junto a Carl para que finalmente pudiera estar con la prima que nunca tuvo la oportunidad de conocer mientras estaba vivo.
Lara nunca olvidaría la conversación que tuvo con Negan al regresar a Alexandria. Por mucho que lo odiara, Rosie había sido una presencia reconfortante durante el encarcelamiento de Negan, similar a Judith, y sabía que Negan se preocupaba por la hija de Lara.
Había bajado los escalones hasta la celda con los ojos vacíos, envuelta en uno de los abrigos de Daryl, y se había detenido frente a Negan, quien se había puesto de pie cuando ella llegó.
—Bueno, señorita Grimes —dijo Negan—. Es una grata sorpresa verte aquí abajo.
—Hola —dijo Lara.
—¿Dónde has estado todo este tiempo? —preguntó Negan.
Lara se encogió de hombros—. Aquí y allá. No vine aquí para una conversación casual.
Negan notó la expresión de Lara y su sonrisa cayó—. ¿Estás bien?
Lara negó con la cabeza—. Yo sólo... pensé que deberías saber... Rosie está muerta.
Las palabras la golpearon más fuerte de lo que imaginaba y se agarró a uno de los barrotes de la celda para evitar caer cuando sus piernas amenazaron con ceder. Negan se tambaleó y atrapó las barrotes, sus ojos se abrieron con horror.
—¿Cómo... cómo sucedió? —preguntó Negan en voz baja.
—Alpha —respondió Lara en voz baja—. Ella... ella le cortó... le cortó...
—Está bien —dijo Negan—. Tómate tu tiempo.
—Le cortó la cabeza —susurró Lara—. Dejó su cuerpo en un granero con otros diez.
Negan tomó la mano de Lara que estaba agarrando los barrotes de la celda y cubrió sus dedos con los suyos—. Lo siento... de verdad.
—Solo pensé que deberías saberlo —respondió Lara apartando la mano—. Sé que, por alguna razón, le agradabas.
—A mí también me agradaba —respondió Negan—. Criaste a una buena niña, Lara.
La sonrisa de Lara vaciló mientras sonreía con lágrimas en los ojos—. Lo sé.
Ahora, tres meses después, Lara se encontraba en una de las casas con un pequeño grupo de sus amigos, sobrellevando una de las peores tormentas en mucho tiempo. Afuera el viento aullaba, y más allá de la ventana no había nada visible a través de la nieve que caía del cielo.
Lara se sentó a la mesa, garabateando distraídamente en una hoja de papel. Estaba con Negan, Rosita, Gabriel, Eugene, Siddiq, Judith y RJ. También había una docena de alexandrinos con ellos.
—Lo juro por Dios, he memorizado cada centímetro de esta habitación —dijo Negan—. Y todavía se siente como una fiesta.
—Una fiesta interminable del infierno —dijo Rosita.
Negan se encogió de hombros—. Sí, claro. Está bien, huele como un maldito granero aquí y ustedes son aburridos, pero...
—¡Lenguaje! —exclamó Judith.
—Lo siento —dijo Negan—. Lo siento. Pero tenemos este pequeño triángulo amoroso para entretenernos. Es como Navidad para mí.
—Quizá en casa de Aaron y Barbara también están aburridos —dijo Siddiq.
—Gabe, el doctor de tu chica es también el padre de su bebé —dijo Negan—. Y eso hace que piense: ¿alguna vez te preguntas qué diablos pasa cuando ella va a sus "consultas"?
—Podrías intentar ser menos predecible —dijo Gabriel.
—Eso me hiere, Gabe, de verdad —dijo Negan.
—Somos todos adultos —dijo Gabriel—. Y ninguno permitiría que eso arruinara la larga amistad y el respeto que nos tenemos.
—¿Sabes? Tienes razón —dijo Negan—. Esa es una actitud muy madura, Padre. "Que no es el padre" —Negan rió—. ¡Ja! ¿Eso sí es impredecible?
—Jude, no te sientes tan cerca de la ventana —dijo Lara, mientras RJ se sentaba en su regazo para abrazarla.
—Oye, Judith, ¿sigues preocupada por ese perro? —preguntó Negan.
—Daryl me pidió que lo cuidara mientras ayudaba al Reino a mudarse a Hilltop —dijo Judith—. No sé dónde está.
—Estará bien —dijo Lara—. Es un perro inteligente.
—¿Alguien más huele algo? —preguntó Negan.
—¿Puedes dejar de ser tan desgraciado? —preguntó Siddiq.
—No, tiene razón —dijo Lara—. Hay un olor raro.
—¡Aléjense de ahí! —exclamó Eugene de repente.
Un crujido precedió a la explosión que envió una llama cegadora y caliente a través de la habitación. Lara protegió a RJ acercándolo más a ella y cubriendo su rostro con las manos, y solo lo soltó cuando la habitación quedó sumida en la oscuridad.
Eugene sacó una linterna y miró por la chimenea—. Sí, como lo sospechaba. La chimenea está sucia. Lo que olieron antes fue, sin duda, una mezcla tóxica de creosota y H2O. La tormenta causó destrozos, y nuestra chimenea casi no ventila. Sería imprudente encender otro fuego, a menos que pensemos en dejar de lado funciones respiratorias, es decir aspirar humo y ahogarnos.
—Dios, te extrañé, Eugene —dijo Negan.
—No puedo decir lo mismo —respondió Eugene.
Lara se sentó con Judith y RJ, cubriéndolos a ambos con una manta mientras se acurrucaban contra ella a ambos lados.
—De acuerdo —dijo Gabriel—. Plan de contingencia. Iremos a la casa de Aaron. Estaremos apretados, pero funcionará.
—¿Hablan en serio? —preguntó Negan—. ¿Ninguno de ustedes va a desatarme?
—Podríamos decirle a Michonne que fue un accidente —dijo Rosita.
—Creo que tengo una idea —dijo Lara—. Tenemos cuerda aquí, ¿verdad?
—Sí —dijo Rosita—. ¿Y?
—Usamos la cuerda para sujetarnos unos a otros para que nadie se pierda en la tormenta —dijo Lara—. Y así nos mantenemos todos unidos.
Se pusieron en formación y desafiaron el frío. Lara tenía a RJ y Judith frente a ella, vigilándolos a ambos mientras caminaban, tropezando con el frío mientras el viento golpeaba sus mejillas.
Lara escuchó ladrar a un perro, seguido de los gritos de Judith—: ¡DOG!
—Judith —dijo Lara, mirando a su sobrina tirar la manta a un lado y salir corriendo del grupo—. ¡Judith!
—¡Espera! —gritó Judith—. ¡Dog! ¡No!
—¡Judith! —gritó Negan—. ¡Judith!
—No —gritó Lara mientras Negan corría hacia la tormenta—. ¡Negan! —luego miró a RJ—. Quédate con el grupo, ¿de acuerdo?
Con la esperanza de que RJ estuviera a salvo, Lara soltó la cuerda y se sumergió en la tormenta.
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